Los callos, (el menudo en Sevilla o "as tripas" en Oporto), están hechos de despojos, de tripas y estómago, el aparato digestivo de los animales. Es una forma popular de aprovechar lo que en épocas de abundancia se tira. Y, como en tantos casos, la sabiduría popular lo ha convertido en algo sabroso, exquisito,... Sobre todo en Madrid, más aún que en Sevilla, aunque se puede encontrar, con variantes, en toda España. Aquí, algunos sitios de Madrid (y uno de Valencia y otro de Sevilla) donde degustarlos.
1. El Landó
Castizos como los que más, no les falta de nada: pata, morro, tripa, chorizo y morcilla ahumada. Todo en la justa proporción y picado menudo, para conseguir una salsa melosa con toque picante de la guindilla cayena.
Plaza de Gabriel Miró, 8. Madrid.Teléfono: 913 667 681.
2. La Tasquita de Enfrente
Juanjo López Bedmar utiliza callos “negros” y los somete a un lavado exhaustivo. Les añade, pata, morro, lacón, huesos de jamón, pimentón y pimiento choricero. Sin tomate, ni zanahoria. Untuosos, de sabor potente y con mucha personalidad. Un punto canallas.
Ballesta, 6. Madrid. Teléfono: 915 325 449.
3. San Mamés
Tiernos pero no blandengues, bien guisados y con esas notas picantes que los caracteriza. Fieles a la receta clásica madrileña, su salsa anaranjada y espesa invita a mojar pan.
Bravo Murillo, 88. Madrid. Teléfono: 915 345 065
4. Mesón de Doña Filo
Dice Julio Reoyo que lo que él prepara no son callos sino que es un guiso de callos. Los cocina de manera atípica. Cuece los callos con verduras y con codillo de jamón. Aparte hace el sofrito y por separado prepara el jamón, el chorizo y la morcilla con especias y pimiento choricero. Al final lo junta todo y el guiso está para mojar y mojar.
San Juan, 3. Colmenar de Arroyo. Madrid. Teléfono: 918 651 471
5. Maldonado 14
Son herederos de los famosos callos del restaurante Las Cuatro Estaciones. Siguen la receta madrileña clásica en su versión más burguesa y refinada. Añaden chorizo y morcilla asturiana ahumada. Por cada 8 kilos de callos, 2 morros y 6 manos de ternera. A la salsa no le ponen tomate, parten de un sofrito con ajo, cebolla, harina y pimentón de la Vera.
Maldonado, 14. Madrid. Teléfono: 914 355 045
6. Casa Manolo
Los propietarios, que son madrileños, llevaron la receta familiar hasta la Comunidad Valenciana. Cortados en tamaño regular, con buena presencia de pata y morro, para que resulten gelatinosos y su toque de cayena. Colorados y sabrosos.
Pº Marítimo, 5. Playa de Daimuz. Valencia. Teléfono: 962 818 568
7. Puerta 57
Los callos son uno de los emblemas de su barra. Partidos en trozos menudos y con la salsa bien gelatinosa y colorada. El toque picante y la morcilla ahumada asturiana les dan gracia.
Padre Damián, s/n. Madrid. Teléfono: 914 573 361
8. Taberna Viavélez
Curiosamente los callos de Paco Ron no llevan morcilla, ni asturiana, ni ninguna, tal vez por eso resultan ligeros. El ingrediente principal es el estómago, poco morro y poca pata. Pimentón dulce y picante. ¡Suculentos!
General Perón, 10. Madrid. Teléfono: 915 799 539
9. Lhardy
Los preparan según una receta de más de cien años, una de las más apreciadas por los puristas, y se comen con cuchara de plata, todo un logro para tan humilde plato.
Carrera de San Jerónimo, 8. Madrid. Teléfono: 915 222 207
10. La Ancha
Cada semana guisan 50 kilos de callos a la manera clásica madrileña. Estómago, pata, morro, pimentón y guindilla entre los ingredientes principales. A la mesa llegan humeantes y suculentos, tanto que invitan a repetir.
Zorrilla, 7. Madrid. Teléfono: 914 298 186. Príncipe de Vergara, 204. Madrid. Teléfono: 915 638 977
11. Arzabal
Todo en ellos responde al clasicismo menos la cazuela de hierro fundido en que se sirven, que les da un toque moderno y algo “fashion”. Se cortan en trozos grandes y se acompañan de buen embutido (morcilla ahumada). La salsa algo ligera, pero sabrosa.
Avenida Menéndez Pelayo, 13. Madrid. Teléfono: 914 095 661.
12. Sal Gorda
Siguen la receta tradicional, y mezclan estómago, morro y pata. En el sofrito, ajo, cebolla y pimentón. Los hacen eventualmente y por encargo.
Beatriz de Bobadilla, 9. Madrid. Teléfono: 915 539 506
13. Casa Lucio.
Para mi gusto riquísimos, con chorizo y morcilla. También sus huevos rotos con patatas están exquisitos.
Cava Baja, 32 · Madrid +34 91 3663838 +34 91 3668323.
En Sevilla
14. Casa Carmelo
Calle Gloria, 6
Barrio Santa Cruz
41004 Sevilla
Teléfono 954225332
carmelo@barriosantacruz.com
Mostrando entradas con la etiqueta comida española. Mostrar todas las entradas
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martes, 20 de noviembre de 2012
sábado, 17 de marzo de 2012
Tapeo por Madrid
La oferta de restaurantes de Madrid se ha disparado casi hasta el infinito. Con 18 estrellas Michelin repartidas por la Comunidad, la sofisticación y el exotismo han llegado a cotas impensables hace unos años, incluso a pesar de las turbulencias económicas (“porque es que yo ni noto la crisis en mi restaurante”, asegura más de un cocinero participante en este reportaje). El viento sopla a favor de los superchefs y las mixturas pero, por encima de todas las innovaciones de Adrià, al hablar de gastronomía española la figura más recurrente sigue siendo la de las tapas, esas chapas que piden tantos turistas en las tascas de la ciudad sin saber a menudo a qué se refieren: si a un plato o a una forma de comerlos.
Después de unos años de cierto desprestigio, el género tradicional se reivindica, abierto a las aportaciones de la última generación de cocineros-alquimistas. Los establecimientos encuentran en esta fórmula barata una solución para mantener la clientela, y prueba del intento de convertirla en un referente es que los concursos para elegir la más rica del barrio van dejando espacio a las competiciones técnicas, en las que el refinamiento llega a aturdir.
Para apoyar la vigencia gastronómica del género, 10 chefs reputados nos recomiendan su favorita en la ciudad. Tanto los tradicionales entresijos como el refinamiento gourmet tienen cabida en esta lista.
1. Callos con huevo frito (taberna Viavélez). Tapear no solo implica comer, también tiene un componente de socialización. Y socializar por los bares todo el mundo sabe que da para escenas inesperadas, como la de encontrar al samurái Ricardo Sanz, chef experto en comida oriental, mojando callos en un huevo frito. Tan experto es en lo oriental que está al frente del restaurante Kabuki Wellington, uno de los abonados madrileños a las estrellas Michelin. Y tan aficionado es a los callos, que considera los de la taberna Viavélez (avenida del General Perón, 10), su tapa favorita de la ciudad. “Es tremendo: coger el callo y mojarlo en el huevo; la patata y mojarla en el huevo. ¿Pillas el concepto?”, ríe. Su amigo Paco Ron, responsable de la taberna, sirve los callos y los acompaña con una copa de champaña. Sanz propone comerlos con palillos, para que la foto deje claro que lo cortés no quita lo valiente, y le ofrece a Ron hacer lo mismo. El cocinero asturiano mira los palillos y se carcajea; luego se escabulle a la cocina.
2. Croquetas de jamón (Vi Cool). “Yo soy de la croqueta de jamón”, asegura Paco Roncero, jefe de cocina del Casino de Madrid. Luego amenaza: “La pido y, si no me gusta, me voy”. Según Roncero, cuando la croqueta es un mazacote, está mal frita o le falta sabor, se trata de un indicio infalible de que no se puede esperar nada bueno del resto de la carta. “A una croqueta lo único que hay que ponerle es cariño, y eso es la base de todo lo demás”, remata. En su opinión, las más amorosas de la ciudad son las de Sergi Arola en su nuevo establecimiento en Madrid, el Vi Cool (calle de las Huertas, 12).
3. Tortilla de patatas (La Ardosa). Llegado de Nueva Orleans hace más de una década, el chef Matthew Scott promociona en Madrid la gastronomía de su tierra en el restaurante Gumbo: comida cajun y criolla. Con esa carta de presentación, no sorprende saber que le gusta la cocina tradicional. “Las innovaciones también mucho, pero creo que el sustrato es importante”, aclara. Elige la tortilla de patatas de las bodegas de La Ardosa (calle de Colón, 13). “Es que ya no se encuentran muchas así”, dice, y la señala con admiración. Piensa que el panorama de la tapa está saliendo de un impasse complicado. “Por normas sanitarias se dejaron de hacer cosas muy ricas pero no seguras del todo por culpa de los boquerones, el huevo… y al mismo tiempo se presentaban muchas otras modernas, complicadas, que no terminaban de estar conseguidas. Ahora se está empezando a recuperar cosas deliciosas”, explica.
4. Huevo escalfado con aceite de trufa y parmentier de patata (Decomeraparte). El chef de la empresa Hamburguesa Nostra, Juan Pozuelo, elige salir de los circuitos consolidados. Para recomendar una tapa apuesta por un establecimiento de Guzmán el Bueno: el espacio gourmet Decomeraparte (Almansa, 93). “Lo magnífico de este sitio es que está aquí, apartado del centro”, dice señalando a través de la cristalera una tranquila calle. “Para conocerlo tienes que ser del barrio o tener ganas de investigar”. Dentro de la carta que presenta el cocinero José Manuel Lázaro, Pozuelo no duda: quiere el huevo escalfado con aceite de trufa y parmentier de patata. “Es perfecto, porque te permite la combinación tan rica de patata y huevo, pero sin toda la grasa del frito”.
5. Entresijos (Gallinejas Embajadores). En La Tasquita de Enfrente, del chef Juanjo López, apuestan por la cocina de mercado y productos frescos y de temporada. La elección de López no desentona con el espíritu clásico de su establecimiento. “Aquí las tapas por excelencia son los callos, los entresijos y las gallinejas”, asegura. No ve muy prometedor el panorama de esta clase de platos. “Se van perdiendo y nos quedamos con su versión más pobre, como los bocadillos, que ya no hay forma de encontrar uno que bueno”, se lamenta. Si tiene que recomendar unos entresijos, le gusta una freiduría de la calle de Embajadores: Gallinejas Embajadores (Embajadores, 84).
6. Bacalao (Casa Revuelta). El chef Ramon Freixa llega a Casa Revuelta (calle de Latoneros, 3) y lo primero que quiere hacer es felicitar a la cocinera. “Tiene usted una cocina limpísima. Yo soy muy observador con eso, y la suya es excepcional”. Al chef catalán, con dos estrellas en Madrid, no es la única razón por la que le gusta el local. “El bacalao que sirven es de 10, me fascina el crujiente que tiene”, asegura. Su preferencia se sustenta en que cada vez le parece más complicado encontrar tapas tradicionales de calidad. La cocinera intenta explicarlo con una leve crítica a las nuevas tendencias gastronómicas, pero Freixa puntualiza: “Que yo soy de la nueva cocina, ¿eh?”. No hay problema: entre modernos y clásicos se firma enseguida la paz delante de un buen bacalao.
7. Croquetas (El Quinto Vino). Después de dudar de si opta también por la tortilla de La Ardosa, Diego Guerrero, el chef del Club Allard, reciente ganador de una segunda estrella Michelin, apuesta por “uno de los top de la ruta de croquetas”: El Quinto Vino (calle de Hernani, 48). A la ventaja de ser una croqueta de excelente calidad, el chef le añade la de venderse por unidades en lugar de por raciones. No es fácil elegir en Madrid, se excusa Guerrero ante los probables heridos por no haber sido su predilecto: “Hay tantas cosas buenas que hay que andarse con cuidado para que nadie se pique”.
8. Ostras fritas (Sacha). “Porque son mágicas”. Sergi Arola, propietario del Gastro y del Vi Cool en Madrid, no escatima adjetivos para justificar su predilección por las ostras fritas del restaurante Sacha (calle de Juan Hurtado de Mendoza, 11). El chef catalán afirma que le encantan las ostras de cualquiera de las formas, pero que las de Sacha tienen algo especial, un tipo de fritura que potencia el sabor y “lo convierte en algo único, en una explosión de sabor”.
9. Patatas al ali-oli con huevas de arenques (Estado Puro). El chef propietario del Dassa Bassa, Darío Barrio, opta por elegir restaurante en lugar de tapa. Se queda con el Estado Puro (plaza de Cánovas del Castillo, 4), establecimiento especializado en tapas de Paco Roncero. ¿Por qué? “Cuando conoces a los amigos, vas y ni miras la carta: sabes que te dan de comer bien”. La elección queda, pues, en manos del jefe de cocina del restaurante. Alfonso Castellano, boxeador además de cocinero, responde a la cortesía presentando tres opciones: manitas con espaguetis de sepia, ensaladilla y patatas al ali oli con huevas de arenque. Esta vez sí, Barrio elige: las patatas. Empieza con ellas, pero después de las patatas parece menester probar la ensaladilla, y las manitas. Al final los tres platos quedan vacíos. “Hay que ir donde sepas que te cocinan con afecto”, concluye Barrio.
10. Toda la barra (Cañadio). Un cocinero joven al que los gourmets auguran una buena proyección, Alfonso Sánchez, defiende las posibilidades que ofrece la tapa como carta de presentación del chef y su local. En el Brookei, donde desempeña labores de jefe de cocina, no tienen barra para servirlas, pero preparan una para explotar la popularidad de la fórmula. Allí planea colocar sus croquetas de sepia, con fervorosos defensores en la ciudad. En su opinión, el secreto de una tapa es que consiga llamar la atención. “Por ejemplo, con las mismas aceitunas. Coges unas buenas, gordal, las rellenas con queso y piquillo y las calientas. Solo con eso ya están deliciosas”, explica. Un lugar cuya variedad le inspira a la hora de cocinar es la barra del restaurante Cañadio (Conde Peñalver, 86).
Llamar la atención y dotar de prestigio al local y al autor. Sánchez enuncia muy claramente qué es lo que se espera de una tapa de autor. Para lanzar Madrid ante el mercado exterior como capital de la tapa los hosteleros de la capital crearon el año pasado un premio llamado La Tapa de Madrid. La ganadora fue la llamada Planeta Marte, del chef Miguel Espinosa (National Geographic Café), consistente en un buñuelo relleno de huevo, jamón, hongos y salsa de piquillo, y todo ensamblado en una estructura de mondadientes que reproduce una órbita planetaria sustentada por un chupito de vino reducido. Poco que ver con la sencillez de la tortilla de La Ardosa, pero bueno es todo lo que quepa en el plato. Por muy pequeño que sea.
Después de unos años de cierto desprestigio, el género tradicional se reivindica, abierto a las aportaciones de la última generación de cocineros-alquimistas. Los establecimientos encuentran en esta fórmula barata una solución para mantener la clientela, y prueba del intento de convertirla en un referente es que los concursos para elegir la más rica del barrio van dejando espacio a las competiciones técnicas, en las que el refinamiento llega a aturdir.
Para apoyar la vigencia gastronómica del género, 10 chefs reputados nos recomiendan su favorita en la ciudad. Tanto los tradicionales entresijos como el refinamiento gourmet tienen cabida en esta lista.
1. Callos con huevo frito (taberna Viavélez). Tapear no solo implica comer, también tiene un componente de socialización. Y socializar por los bares todo el mundo sabe que da para escenas inesperadas, como la de encontrar al samurái Ricardo Sanz, chef experto en comida oriental, mojando callos en un huevo frito. Tan experto es en lo oriental que está al frente del restaurante Kabuki Wellington, uno de los abonados madrileños a las estrellas Michelin. Y tan aficionado es a los callos, que considera los de la taberna Viavélez (avenida del General Perón, 10), su tapa favorita de la ciudad. “Es tremendo: coger el callo y mojarlo en el huevo; la patata y mojarla en el huevo. ¿Pillas el concepto?”, ríe. Su amigo Paco Ron, responsable de la taberna, sirve los callos y los acompaña con una copa de champaña. Sanz propone comerlos con palillos, para que la foto deje claro que lo cortés no quita lo valiente, y le ofrece a Ron hacer lo mismo. El cocinero asturiano mira los palillos y se carcajea; luego se escabulle a la cocina.
2. Croquetas de jamón (Vi Cool). “Yo soy de la croqueta de jamón”, asegura Paco Roncero, jefe de cocina del Casino de Madrid. Luego amenaza: “La pido y, si no me gusta, me voy”. Según Roncero, cuando la croqueta es un mazacote, está mal frita o le falta sabor, se trata de un indicio infalible de que no se puede esperar nada bueno del resto de la carta. “A una croqueta lo único que hay que ponerle es cariño, y eso es la base de todo lo demás”, remata. En su opinión, las más amorosas de la ciudad son las de Sergi Arola en su nuevo establecimiento en Madrid, el Vi Cool (calle de las Huertas, 12).
3. Tortilla de patatas (La Ardosa). Llegado de Nueva Orleans hace más de una década, el chef Matthew Scott promociona en Madrid la gastronomía de su tierra en el restaurante Gumbo: comida cajun y criolla. Con esa carta de presentación, no sorprende saber que le gusta la cocina tradicional. “Las innovaciones también mucho, pero creo que el sustrato es importante”, aclara. Elige la tortilla de patatas de las bodegas de La Ardosa (calle de Colón, 13). “Es que ya no se encuentran muchas así”, dice, y la señala con admiración. Piensa que el panorama de la tapa está saliendo de un impasse complicado. “Por normas sanitarias se dejaron de hacer cosas muy ricas pero no seguras del todo por culpa de los boquerones, el huevo… y al mismo tiempo se presentaban muchas otras modernas, complicadas, que no terminaban de estar conseguidas. Ahora se está empezando a recuperar cosas deliciosas”, explica.
4. Huevo escalfado con aceite de trufa y parmentier de patata (Decomeraparte). El chef de la empresa Hamburguesa Nostra, Juan Pozuelo, elige salir de los circuitos consolidados. Para recomendar una tapa apuesta por un establecimiento de Guzmán el Bueno: el espacio gourmet Decomeraparte (Almansa, 93). “Lo magnífico de este sitio es que está aquí, apartado del centro”, dice señalando a través de la cristalera una tranquila calle. “Para conocerlo tienes que ser del barrio o tener ganas de investigar”. Dentro de la carta que presenta el cocinero José Manuel Lázaro, Pozuelo no duda: quiere el huevo escalfado con aceite de trufa y parmentier de patata. “Es perfecto, porque te permite la combinación tan rica de patata y huevo, pero sin toda la grasa del frito”.
5. Entresijos (Gallinejas Embajadores). En La Tasquita de Enfrente, del chef Juanjo López, apuestan por la cocina de mercado y productos frescos y de temporada. La elección de López no desentona con el espíritu clásico de su establecimiento. “Aquí las tapas por excelencia son los callos, los entresijos y las gallinejas”, asegura. No ve muy prometedor el panorama de esta clase de platos. “Se van perdiendo y nos quedamos con su versión más pobre, como los bocadillos, que ya no hay forma de encontrar uno que bueno”, se lamenta. Si tiene que recomendar unos entresijos, le gusta una freiduría de la calle de Embajadores: Gallinejas Embajadores (Embajadores, 84).
6. Bacalao (Casa Revuelta). El chef Ramon Freixa llega a Casa Revuelta (calle de Latoneros, 3) y lo primero que quiere hacer es felicitar a la cocinera. “Tiene usted una cocina limpísima. Yo soy muy observador con eso, y la suya es excepcional”. Al chef catalán, con dos estrellas en Madrid, no es la única razón por la que le gusta el local. “El bacalao que sirven es de 10, me fascina el crujiente que tiene”, asegura. Su preferencia se sustenta en que cada vez le parece más complicado encontrar tapas tradicionales de calidad. La cocinera intenta explicarlo con una leve crítica a las nuevas tendencias gastronómicas, pero Freixa puntualiza: “Que yo soy de la nueva cocina, ¿eh?”. No hay problema: entre modernos y clásicos se firma enseguida la paz delante de un buen bacalao.
7. Croquetas (El Quinto Vino). Después de dudar de si opta también por la tortilla de La Ardosa, Diego Guerrero, el chef del Club Allard, reciente ganador de una segunda estrella Michelin, apuesta por “uno de los top de la ruta de croquetas”: El Quinto Vino (calle de Hernani, 48). A la ventaja de ser una croqueta de excelente calidad, el chef le añade la de venderse por unidades en lugar de por raciones. No es fácil elegir en Madrid, se excusa Guerrero ante los probables heridos por no haber sido su predilecto: “Hay tantas cosas buenas que hay que andarse con cuidado para que nadie se pique”.
8. Ostras fritas (Sacha). “Porque son mágicas”. Sergi Arola, propietario del Gastro y del Vi Cool en Madrid, no escatima adjetivos para justificar su predilección por las ostras fritas del restaurante Sacha (calle de Juan Hurtado de Mendoza, 11). El chef catalán afirma que le encantan las ostras de cualquiera de las formas, pero que las de Sacha tienen algo especial, un tipo de fritura que potencia el sabor y “lo convierte en algo único, en una explosión de sabor”.
9. Patatas al ali-oli con huevas de arenques (Estado Puro). El chef propietario del Dassa Bassa, Darío Barrio, opta por elegir restaurante en lugar de tapa. Se queda con el Estado Puro (plaza de Cánovas del Castillo, 4), establecimiento especializado en tapas de Paco Roncero. ¿Por qué? “Cuando conoces a los amigos, vas y ni miras la carta: sabes que te dan de comer bien”. La elección queda, pues, en manos del jefe de cocina del restaurante. Alfonso Castellano, boxeador además de cocinero, responde a la cortesía presentando tres opciones: manitas con espaguetis de sepia, ensaladilla y patatas al ali oli con huevas de arenque. Esta vez sí, Barrio elige: las patatas. Empieza con ellas, pero después de las patatas parece menester probar la ensaladilla, y las manitas. Al final los tres platos quedan vacíos. “Hay que ir donde sepas que te cocinan con afecto”, concluye Barrio.
10. Toda la barra (Cañadio). Un cocinero joven al que los gourmets auguran una buena proyección, Alfonso Sánchez, defiende las posibilidades que ofrece la tapa como carta de presentación del chef y su local. En el Brookei, donde desempeña labores de jefe de cocina, no tienen barra para servirlas, pero preparan una para explotar la popularidad de la fórmula. Allí planea colocar sus croquetas de sepia, con fervorosos defensores en la ciudad. En su opinión, el secreto de una tapa es que consiga llamar la atención. “Por ejemplo, con las mismas aceitunas. Coges unas buenas, gordal, las rellenas con queso y piquillo y las calientas. Solo con eso ya están deliciosas”, explica. Un lugar cuya variedad le inspira a la hora de cocinar es la barra del restaurante Cañadio (Conde Peñalver, 86).
Llamar la atención y dotar de prestigio al local y al autor. Sánchez enuncia muy claramente qué es lo que se espera de una tapa de autor. Para lanzar Madrid ante el mercado exterior como capital de la tapa los hosteleros de la capital crearon el año pasado un premio llamado La Tapa de Madrid. La ganadora fue la llamada Planeta Marte, del chef Miguel Espinosa (National Geographic Café), consistente en un buñuelo relleno de huevo, jamón, hongos y salsa de piquillo, y todo ensamblado en una estructura de mondadientes que reproduce una órbita planetaria sustentada por un chupito de vino reducido. Poco que ver con la sencillez de la tortilla de La Ardosa, pero bueno es todo lo que quepa en el plato. Por muy pequeño que sea.
Multinacionales a la caza del comedor escolar
Grandes empresas se ofrecen a comprar la deuda de la Generalitat
Sociedades familiares soportan impagos por becas de comedor de 100.000 y 500.000 euros
Según se mire, la crisis puede ser una oportunidad o un desastre. Mientra las empresas familiares que suministran los menús diarios en los colegios públicos soportan deudas que oscilan entre los 100.000 y 500.000 euros por el retraso de la Generalitat en pagar las ayudas y becas de comedor escolar desde octubre de 2011, multinacionales del sector se ofrecen a “comprar la deuda” a cambio de quedarse con la contrata en los colegios.
Las multinacionales del servicio de comidas han adelantado la campaña del próximo curso y desde finales de febrero están visitando a directores para que cambien de empresa y se liberen de la carga económica de la deuda. Si la Generalitat no paga las becas y los gastos de funcionamiento del comedor, son los centros escolares los que se hacen cargo de adelantar el dinero a las empresas proveedoras con lo que recaudan de los niños no becados. También se dirigen a los propietarios de las empresas familiares más afectadas para comprarles la deuda.
“No nos compran la empresa, nos pagan la deuda, nos retiran del mercado y se quedan con nuestros colegios”, describe una empresa afectada que no ha cobrado nada del Consell entre octubre de 2011 y marzo de 2012 y que se refugia en el anonimato.
El comedor escolar es un servicio que utilizan 1650.000 niños durante 146 días al año en 923 centros escolares públicos. La Consejería de Educación financia 1,45 euros de gastos de funcionamiento del servicio de todos los usuarios; es decir, 31 millones de euros. En paralelo, Educación subvenciona becas por valor de 4,25 euros al día a 75.000 niños, tal y como está estipulado en la resolución de 3 de junio de 2011. Esto supone un gasto social de 46.5 millones de euros más...
La Asociación de Empresas de Restauración Colectiva (Aercor) ha insistido en varias reuniones con la Dirección General y las tres Direcciones Territoriales de Educación del riesgo de dejar fuera de este mercado a las pequeñas y medianas empresas que trabajan con proveedores de alimentación locales y pagan todos sus impuestos y el de Actividades Económicas (IAE) en la Comunidad Valenciana, explican los empresarios.
Camps intentó la privatización
De modificarse el actual sistema de concurso público, como lo intentó el anterior gobierno de Francisco Camps para dejar en manos de una decena de multinacionales el negocio, se verían afectados más de 5.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
“La consejería quiere ir hacia una modalidad donde sea ella la que elija de a las empresas. Hasta ahora son los centros escolares, los que escogen de entre varias propuestas y seleccionan tres a escoger”,
Leer toda la noticia en El País.
Sociedades familiares soportan impagos por becas de comedor de 100.000 y 500.000 euros
Según se mire, la crisis puede ser una oportunidad o un desastre. Mientra las empresas familiares que suministran los menús diarios en los colegios públicos soportan deudas que oscilan entre los 100.000 y 500.000 euros por el retraso de la Generalitat en pagar las ayudas y becas de comedor escolar desde octubre de 2011, multinacionales del sector se ofrecen a “comprar la deuda” a cambio de quedarse con la contrata en los colegios.
Las multinacionales del servicio de comidas han adelantado la campaña del próximo curso y desde finales de febrero están visitando a directores para que cambien de empresa y se liberen de la carga económica de la deuda. Si la Generalitat no paga las becas y los gastos de funcionamiento del comedor, son los centros escolares los que se hacen cargo de adelantar el dinero a las empresas proveedoras con lo que recaudan de los niños no becados. También se dirigen a los propietarios de las empresas familiares más afectadas para comprarles la deuda.
“No nos compran la empresa, nos pagan la deuda, nos retiran del mercado y se quedan con nuestros colegios”, describe una empresa afectada que no ha cobrado nada del Consell entre octubre de 2011 y marzo de 2012 y que se refugia en el anonimato.
El comedor escolar es un servicio que utilizan 1650.000 niños durante 146 días al año en 923 centros escolares públicos. La Consejería de Educación financia 1,45 euros de gastos de funcionamiento del servicio de todos los usuarios; es decir, 31 millones de euros. En paralelo, Educación subvenciona becas por valor de 4,25 euros al día a 75.000 niños, tal y como está estipulado en la resolución de 3 de junio de 2011. Esto supone un gasto social de 46.5 millones de euros más...
La Asociación de Empresas de Restauración Colectiva (Aercor) ha insistido en varias reuniones con la Dirección General y las tres Direcciones Territoriales de Educación del riesgo de dejar fuera de este mercado a las pequeñas y medianas empresas que trabajan con proveedores de alimentación locales y pagan todos sus impuestos y el de Actividades Económicas (IAE) en la Comunidad Valenciana, explican los empresarios.
Camps intentó la privatización
De modificarse el actual sistema de concurso público, como lo intentó el anterior gobierno de Francisco Camps para dejar en manos de una decena de multinacionales el negocio, se verían afectados más de 5.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
“La consejería quiere ir hacia una modalidad donde sea ella la que elija de a las empresas. Hasta ahora son los centros escolares, los que escogen de entre varias propuestas y seleccionan tres a escoger”,
Leer toda la noticia en El País.
sábado, 16 de enero de 2010
El Jamón de bellota español (Y Extremadura) en el "New York Time"
In Spain, a Delicacy Rooted in Earth and Tradition
AS we sauntered up the steep, narrow cobblestone streets of Cáceres in western Spain, it wasn’t hard to imagine life there in the Middle Ages. Night was falling, and before us were Gothic churches, Roman arches and Moorish towers, glowing in the soft light of lanterns. It was an arresting sight, but our thoughts soon veered elsewhere — to food and the sumptuous meal we were anticipating.
Most people travel to this ancient city for its architectural treasures; my friends and I had come to eat pork.Minutes later, we faced an encyclopedic list of traditional dishes at El Figón de Eustaquio, a family restaurant with jacketed waiters and white tablecloths. For starters, we had a plate of jamón Ibérico de bellota — cured ham made from acorn-fed pigs, which is the regional specialty — plus a round torta del casar, a creamy sheep’s milk cheese enveloped in a hard curd, and giant locally grown white asparagus.
Though I considered the herbed pork sirloin as an entree, my friend Joan insisted we order the esoteric-sounding secreto Ibérico, or Iberian secret. This simply presented pork filet, we later learned, comes from a special cut near the front leg that’s interspersed with very thin layers of fat. After making all sorts of silly jokes about the curious name of this dish, we ate in complete silence. It was incredibly tender, subtly seasoned and simply delicious.Cáceres, in the Extremadura region, is in the heart of Spain’s pig country. I had traveled there in search of the world’s best ham, a recent food obsession instigated by Spanish friends. Along the way, I discovered a variety of mouthwatering specialties, learned about unique traditions and met locals with a contagious passion for their culinary heritage.
Leer el original aquí.
NYT El 17 de enero de 2010 Viajes.
En España, una Delicadeza Arraigada en la Tierra y la Tradición
PAOLA SINGER
CUANDO nos paseamos las calles de adoquín escarpadas, estrechas de Cáceres en la España occidental, no es difícil imaginar la vida allí en la Edad Media. La noche caía, y antes nosotros están las iglesias Góticas, arcos romanos y torres Moras, que brillan a la luz suave de linternas. Esto era una visión detenida, pero nuestros pensamientos pronto viraron en otra parte — al alimento y la comida suntuosa que esperábamos.
La mayor parte de personas viajan a esta ciudad antigua por sus tesoros arquitectónicos; mis amigos y yo habíamos venido para comer la carne de cerdo.
Minutos más tarde, afrontamos una lista enciclopédica de platos tradicionales en El Figón de Eustaquio, un restaurante de familia con camareros en chaqueta y manteles blancos. Para juzgar, de salida, teníamos un plato de jamón Ibérico de bellota — jamón curado hecho de cerdos alimentados por bellota, que es la especialidad regional — más una redonda torta del Casar, el queso de leche de ovejas, cremosa envuelto en un cuajo difícil, y espárragos gigantes blancos cultivados en la localidad.
Aunque considerara el solomillo de carne de cerdo con finas hierbas como una entrada, mi amigo Joan insistió, pedimos el esotérico secreto Ibérico. Este trozo de carne de cerdo presentado simplemente, más tarde lo aprendimos, viene de un corte especial cerca de la pierna delantera está infiltrado por capas muy delgadas de grasa. Después de hacer todas las clases de bromas tontas sobre el nombre curioso de este plato, comimos en completo silencio. Estaba increíblemente sabroso, sazonado de manera sutil y simplemente delicioso.
Cáceres, en la región de Extremadura, que está en el corazón del país del cerdo en España. Yo había viajado allí en busca del mejor jamón del mundo, una obsesión por el alimento recientemente instigado por amigos españoles. A lo largo del camino, descubrí una variedad de especialidades apetitosas, aprendidas sobre tradiciones únicas y encontré a vecinos con una pasión contagiosa por su herencia culinaria.
Cuando el conocimiento de la gente y el amor de la cocina española crecen, las delicadezas como jamón Ibérico de bellota entran en el foco internacional. Este jamón tradicional llegó a los Estados Unidos en 2008 con mucha fanfarria. Vendido por aproximadamente 200 dólares la libra en el almacén especializada LaTienda.com, esto lo convirtió en el corte en frío más caro del país. Los consumidores exigentes parecen impacientes por pagar este alto precio. Este verano, la marca 5J (Cinco Jotas) planea entrar en el mercado americano, afiliándose al productor U.S.D.A.-certificado Embutidos Fermín...
AS we sauntered up the steep, narrow cobblestone streets of Cáceres in western Spain, it wasn’t hard to imagine life there in the Middle Ages. Night was falling, and before us were Gothic churches, Roman arches and Moorish towers, glowing in the soft light of lanterns. It was an arresting sight, but our thoughts soon veered elsewhere — to food and the sumptuous meal we were anticipating.
Most people travel to this ancient city for its architectural treasures; my friends and I had come to eat pork.Minutes later, we faced an encyclopedic list of traditional dishes at El Figón de Eustaquio, a family restaurant with jacketed waiters and white tablecloths. For starters, we had a plate of jamón Ibérico de bellota — cured ham made from acorn-fed pigs, which is the regional specialty — plus a round torta del casar, a creamy sheep’s milk cheese enveloped in a hard curd, and giant locally grown white asparagus.
Though I considered the herbed pork sirloin as an entree, my friend Joan insisted we order the esoteric-sounding secreto Ibérico, or Iberian secret. This simply presented pork filet, we later learned, comes from a special cut near the front leg that’s interspersed with very thin layers of fat. After making all sorts of silly jokes about the curious name of this dish, we ate in complete silence. It was incredibly tender, subtly seasoned and simply delicious.Cáceres, in the Extremadura region, is in the heart of Spain’s pig country. I had traveled there in search of the world’s best ham, a recent food obsession instigated by Spanish friends. Along the way, I discovered a variety of mouthwatering specialties, learned about unique traditions and met locals with a contagious passion for their culinary heritage.
Leer el original aquí.
NYT El 17 de enero de 2010 Viajes.
En España, una Delicadeza Arraigada en la Tierra y la Tradición
PAOLA SINGER
CUANDO nos paseamos las calles de adoquín escarpadas, estrechas de Cáceres en la España occidental, no es difícil imaginar la vida allí en la Edad Media. La noche caía, y antes nosotros están las iglesias Góticas, arcos romanos y torres Moras, que brillan a la luz suave de linternas. Esto era una visión detenida, pero nuestros pensamientos pronto viraron en otra parte — al alimento y la comida suntuosa que esperábamos.
La mayor parte de personas viajan a esta ciudad antigua por sus tesoros arquitectónicos; mis amigos y yo habíamos venido para comer la carne de cerdo.
Minutos más tarde, afrontamos una lista enciclopédica de platos tradicionales en El Figón de Eustaquio, un restaurante de familia con camareros en chaqueta y manteles blancos. Para juzgar, de salida, teníamos un plato de jamón Ibérico de bellota — jamón curado hecho de cerdos alimentados por bellota, que es la especialidad regional — más una redonda torta del Casar, el queso de leche de ovejas, cremosa envuelto en un cuajo difícil, y espárragos gigantes blancos cultivados en la localidad.
Aunque considerara el solomillo de carne de cerdo con finas hierbas como una entrada, mi amigo Joan insistió, pedimos el esotérico secreto Ibérico. Este trozo de carne de cerdo presentado simplemente, más tarde lo aprendimos, viene de un corte especial cerca de la pierna delantera está infiltrado por capas muy delgadas de grasa. Después de hacer todas las clases de bromas tontas sobre el nombre curioso de este plato, comimos en completo silencio. Estaba increíblemente sabroso, sazonado de manera sutil y simplemente delicioso.
Cáceres, en la región de Extremadura, que está en el corazón del país del cerdo en España. Yo había viajado allí en busca del mejor jamón del mundo, una obsesión por el alimento recientemente instigado por amigos españoles. A lo largo del camino, descubrí una variedad de especialidades apetitosas, aprendidas sobre tradiciones únicas y encontré a vecinos con una pasión contagiosa por su herencia culinaria.
Cuando el conocimiento de la gente y el amor de la cocina española crecen, las delicadezas como jamón Ibérico de bellota entran en el foco internacional. Este jamón tradicional llegó a los Estados Unidos en 2008 con mucha fanfarria. Vendido por aproximadamente 200 dólares la libra en el almacén especializada LaTienda.com, esto lo convirtió en el corte en frío más caro del país. Los consumidores exigentes parecen impacientes por pagar este alto precio. Este verano, la marca 5J (Cinco Jotas) planea entrar en el mercado americano, afiliándose al productor U.S.D.A.-certificado Embutidos Fermín...
La mayor empresa de ibérico en Extremadura Montesano exporta a Japón y China.
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