Mostrando entradas con la etiqueta comprensión lectora. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta comprensión lectora. Mostrar todas las entradas

lunes, 10 de marzo de 2025

Cómo desarrollar el pensamiento crítico de los niños a través de los cuentos. Dialogar sobre lo que no se ha entendido de la lectura o intentar cambiar el final de una historia clásica, sin imponer la interpretación del adulto, ayuda al menor a desarrollar un razonamiento esencial para entender su vida diaria y empatizar con los demás

Pensamientos niños
El pensamiento crítico invita a parar y cuestionarse si algo es lo que parece o podría ser de otra forma.

La lectura de un cuento tiene varios objetivos.  El principal es disfrutar con la historia, aunque también se ponen en marcha otros propósitos como que el menor se relaje, que aprenda a mantener la atención, que las palabras le ayuden a adquirir nuevo vocabulario o que logre más soltura a la hora de leer. Sin ser conscientes, también se activa el desarrollo del pensamiento crítico. Esta capacidad tan necesaria de reflexionar, analizar, incluso dudar de las afirmaciones o razonamientos de la vida cotidiana, se puede empezar a trabajar desde la infancia, y se refuerza a través del diálogo.

Para ejercitarlo desde la niñez a través de la lectura conviene mantener una conversación con el pequeño lector. “Lo que se denomina lectura dialógica”, explica Begoña Regueiro, profesora de Literatura Infantil y Didáctica de la Literatura en la Universidad Complutense de Madrid y directora del Grupo Educación Literaria y Literatura Infantil (ELLI). “Este es un ejercicio basado en hacer preguntas al lector sin imponer la interpretación del adulto, porque la literatura tiene varias capas y lo que entiende un padre o madre no tiene por qué ser lo mismo que entienden los niños”, explica. “Cada uno descubre lo que necesita descubrir en ese momento y el hacerlo solos es muy gratificante para los menores”, añade Regueiro.


“El razonamiento crítico es un proceso cerebral donde se unen la corteza prefrontal, que nos permite reflexionar, planificar y fijar la atención, y la amígdala que genera las emociones”, explica David Bueno, doctor en Biología en la Universidad de Barcelona. “Además, es una capacidad que el menor va adquiriendo desde el momento en que empieza a fijar la mirada en las ilustraciones de los cuentos”, prosigue, “y aunque en ese momento no sepan comunicarse con palabras, sí que capta el estado emocional de su interlocutor. Por eso, a medida que crezca y vayan adquiriendo vocabulario, empezará a pensar sobre lo que le contamos y tendrá elementos para reflexionar”.

Regueiro afirma que, aunque en los primeros años no haya un diálogo cuando se les lee un cuento, las canciones, las nanas o los juegos de manos, como los Cinco Lobitos, ya transmiten un mensaje que ayuda a niños y niñas a ir comprendiendo el mundo que les rodea y a las personas con las que conviven. En su libro El arte de ser humanos (Destino, 2025), Bueno explica también la importancia de hablar a los menores desde que son bebés y de la capacidad de desarrollar un pensamiento reflexivo y crítico a través de la literatura y el diálogo. “Incluso de adquirir la aptitud de entender al otro, es lo que la neurociencia llama Teoría de la mente, que consiste en la capacidad que tenemos de saber que lo que piensan otras personas es diferente de lo que pensamos nosotros”.
A través de preguntas sobre la historia, los menores ven que los cuentos se pueden reinventar.

A través de preguntas sobre la historia, los menores ven que los cuentos se pueden reinventar. José Luis Pelaez (Getty Images)

Por ejemplo, la filósofa Sara Terol Bertomeu explicaba en la Revista de Filología Española en 2016, en su artículo La competencia lecto-literaria para el desarrollo del pensamiento crítico. Ética y estética en la literatura infantil y juvenil, que leer cuentos a los niños les pone en contacto con diferentes vidas, personajes y situaciones y, de esta manera, el lector de literatura infantil y juvenil está aprendiendo a dialogar con el otro, a emocionarse con su relato. Terol añadía en el texto que esta interpretación, que ponerse en el lugar del otro, es esencial para el análisis del pensamiento crítico y fundamental para conseguir una independencia reflexiva.

Regueiro sostiene que esa capacidad de razonar también sirve para cambiar los finales de las historias: “Sobre todo de los cuentos clásicos”. La profesora relata que, en una sesión en un colegio, una niña le preguntó por qué el personaje de Ricitos de oro era rubia: “A través de preguntas como ¿por qué creéis que es así? o ¿cambiarías algo si el personaje fuera de otra manera?, los menores vieron que los cuentos se pueden reinventar y darles otro final para profundizar en otros temas”. Es por eso que la docente diferencia entre competencia lectora y competencia literaria: “La primera es instrumental, entender lo que pone el texto, pero la segunda requiere una comprensión e implica un pensamiento crítico”.

Ellen Duthie es escritora y codirige la editorial Wonder Ponder, especializada en practicar filosofía a través de la literatura infantil. Ella considera que el pensamiento crítico invita a parar y cuestionarse si algo es lo que parece o podría ser de otra forma. Y apunta que cuando un niño hace una pregunta, cuando empiezan con la fase del por qué, lo que están intentando es parar al adulto y decirle “¡párate conmigo!”. La escritora considera que es importante mantener un diálogo con ellos: “Pero no tanto preguntar genéricamente si les ha gustado el cuento porque es más fácil que la conversación se acabe enseguida, si no interrogar sobre lo que el menor no haya entendido o le haya parecido raro”. Para Duthie, este pequeño genera una conversación más rica y le da un punto de vista filosófico a la conversación que, para ella, es la raíz de unos buenos hábitos de pensamiento crítico. El aprender a reflexionar desde la infancia también facilita adquirir antes una mayor comprensión lectora. Eso sí, Duthie aconseja no obsesionarse.

miércoles, 31 de enero de 2018

España, por debajo de la media UE en comprensión lectora.

Ctxt


Esta capacidad de los estudiantes españoles ha experimentado una mejora de 15 puntos desde el anterior informe

La comprensión lectora continúa siendo una de las asignaturas pendientes del sistema educativo español. Así lo señala el informe Progress in International Reading Literacy Study (PIRLS), un estudio elaborado cada 5 años por la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA) con el objetivo de analizar las habilidades de comprensión lectora de los alumnos que estudian el cuarto curso de su educación obligatoria. Según recoge el documento, nuestro país obtuvo, en función de los criterios que establece la investigación para esta materia, una valoración de 528 puntos. Una puntuación que se sitúa por encima del punto de referencia central de 500 que contempla el informe –establecido en la primera edición del estudio de 1995–, aunque aun notablemente por debajo de los 539 puntos de media de los 19 países de la UE participantes en el estudio, así como de los 540 puntos de promedio de los 24 países de la OCDE que fueron incluidos.

A pesar de estos datos, aún insuficientes, el informe destaca la progresión positiva que ha seguido nuestro país en este aspecto durante el último ciclo de estudio. De esta forma, la comprensión lectora de los estudiantes españoles ha experimentado una mejora de hasta 15 puntos desde el anterior informe PIRLS, pasando de una puntuación de 513 a los 528 actuales. Una evolución que contrasta con el aumento de tan solo 2 puntos de media entre los países de la OCDE seleccionados para el estudio, y que supone el segundo progreso más alto registrado entre todos estos estados.

Esta mejora con respecto a los datos registrados en el anterior ciclo de estudio también se percibe en cuanto a la proporción de estudiantes cuyo nivel de comprensión lectora es considerado “muy bajo”, es decir, con niveles inferiores a los 400 puntos. En este sentido, el informe registra un 3% de estudiantes españoles que presentan este tipo de dificultades. Un porcentaje que se ha reducido a la mitad desde 2011, y que nos ubica un punto porcentual por debajo del promedio OCDE y de la media total UE (ambas del 4%).

Por otro lado, al margen de esta tendencia significativamente positiva en aspectos ligados la inclusión educativa de los niños y niñas con mayores dificultades, la evolución de los datos en cuanto a porcentaje de alumnos en niveles avanzados de comprensión lectora continúa siendo deficiente. Tan solo un 6% de los estudiantes españoles obtienen una puntuación por encima de los 625, un porcentaje que contrasta con el 11% del total UE y con el 12% del promedio OCDE.

El desglose de los datos según comunidades autónomas –contemplando tan solo a aquellas que aumentaron su muestra de estudio para obtener resultados representativos propios-, señala cuatro regiones como las más destacadas: Madrid (549), Asturias (548), La Rioja (546) y Castilla y León (546), todas ellas con una puntuación por encima de la media de la UE y OCDE. Por debajo de este promedio se encuentran Andalucía (525), Cataluña (522) o País Vasco (517). Los porcentajes de alumnos más rezagados reflejan una concentración de los peores datos en las regiones con menores puntuaciones, presentando en todo caso proporciones muy similares a los promedios internacionales –destaca el 1% de las cuatro con mayor puntuación-. Mientras que los datos de porcentaje de alumnos excelentes no supera en ningún caso la media de la UE ni la OCDE.

El estudio también subraya las grandes diferencias de puntuación entre las alumnas y sus compañeros varones en prácticamente todos los países analizados. La variación en esta materia alcanza los 13 puntos en el promedio de la OCDE y los 11 puntos para la UE. En España esa diferencia según el género se reduce hasta los 8 puntos, una de las más bajas del informe.

--------------------

Espacio de información realizado con la colaboración del  Observatorio Social de “la Caixa”.

Fuente: http://ctxt.es/es/20180103/Firmas/17094/compresion-lectora-espana-UE-educacion.htm

martes, 19 de enero de 2016

Por qué no entendemos lo que leemos. Las lecturas escolares sin guía y la falta de diálogo entre padres e hijos, entre las causas del déficit de comprensión lectora.

Leer no solo consiste en juntar palabras, ser un buen lector es más difícil de lo que parece.

La investigadora de Harvard Paola Uccelli, de 46 años, ha dedicado toda su vida a analizar por qué algunos estudiantes no son capaces de entender los textos técnicos, una destreza de vital importancia para el éxito académico y laboral.

Tres parecen ser los factores principales:

a)-El desconocimiento de los profesores, que asumen que los alumnos se familiarizan con ese tipo de lenguaje de forma natural y no guían las lecturas;

b)-La ausencia de actividades extraescolares, que potencian el aprendizaje de vocabulario no coloquial;

c)-Y la falta de diálogo entre padres e hijos.

“Se cree que el lenguaje se adquiere hasta los cinco años, pero nuestra investigación ha demostrado que la adolescencia es una etapa clave para asentar estructuras gramaticales complejas”, explica Uccelli. Durante el último lustro ha evaluado, junto a un equipo de seis investigadores de  Harvard Graduate School of Education, las destrezas de comprensión lectora y capacidad de expresión de 6.000 estudiantes de 9 a 14 años de Estados Unidos y de 850 de Chile. Una de las principales conclusiones del estudio, que todavía está en marcha, son las “enormes” diferencias individuales entre alumnos de la misma clase.

“Hasta la fecha la mayoría de las investigaciones se habían basado en detectar deficiencias de carácter clínico, patologías que afectan al aprendizaje. Nuestra principal aportación es que hemos analizado las habilidades de los chicos para entender y usar conectores o estructuras gramaticales propias del aula”, señala Uccelli.

¿Por qué es tan importante el lenguaje cuando la demanda de profesionales está cada vez más ligada a las ciencias, la tecnología, las matemáticas y la ingeniería? Los estudiantes de hoy tendrán que adaptarse a las profesiones del futuro que aún no existen, apunta Uccelli, y el aprendizaje autónomo es clave. Quien no domine el lenguaje estará limitado y no será capaz de transformarse y cumplir con las exigencias del mercado, opina.

En España, la comprensión lectora es una de las carencias más señaladas por los expertos. El último informe PISA, la evaluación de la OCDE que mide los conocimientos de los alumnos de 15 años en 65 países, dejó a España en el puesto 31 con 448 puntos. La media se sitúa en 496.

En tercero y cuarto de primaria se empiezan a introducir en las escuelas los textos académicos, piezas que tratan temas que ya no les resultan familiares a los estudiantes y que presentan estructuras más complejas. “Muchos chicos tienen dificultades para superar ese reto, no lo hacen de forma espontánea. Es necesario que los profesores les guíen antes de proceder a la lectura y les avancen con qué se van a encontrar”, asegura Emilio Sanchez, catedrático de Psicología de la Educación en la Universidad de Salamanca y coautor de algunas investigaciones junto a Paola Uccelli.

Tras grabar y analizar las clases de 80 profesores de primaria de centros públicos y privados de diferentes regiones españolas, Sánchez y su equipo concluyeron que en el 60% de los casos los docentes no explican de antemano a sus alumnos el tipo de tema que se va a leer y los elementos que se van a encontrar. “Es esencial que se cuente previamente de qué trata, por ejemplo, del cambio climático, y que hay tres argumentos que explican ese fenómeno, incluso incentivar a los estudiantes a que intenten encontrar el primero, luego el segundo y el tercero, con un orden”, añade el profesor. Ya no vale aquello de “niño, lee”.

Según los resultados de su estudio, en el 40% de los casos los docentes hacen, al menos, una introducción temática. “No estamos juzgando a los profesores, que seguramente no son conscientes de las repercusiones de esa falta de guía. Este país debe fijar qué aspectos de la educación hay que mejorar. En el caso de la compresión lectora, hace falta voluntad política”, destaca.

Uno de los inconvenientes de no procesar bien los textos académicos es la desconexión de los alumnos con las tareas escolares. “No solo se descuelgan, sino que más adelante pueden tener problemas en su acceso a la universidad. Tienen que tener conciencia desde el principio de que los textos tienen diferentes estructuras; deben saber reconocer, por ejemplo, un texto comparativo”, añade.

Otro de los factores que, según Paola Uccelli, influyen en la comprensión lectora es la falta de interacción con los padres. No se trata de hablar sobre temas cotidianos como la comida, sino sobre ideas que requieran un lenguaje más preciso. “Por la prisa, las conversaciones en casa se resienten o no tienen lugar. La interacción con adultos es necesaria, los niños se benefician del lenguaje que escuchan”, destaca la investigadora.

En 2012, la estadounidense Shirley Brice Heath, profesora de lingüística de la Universidad de Stanford, publicó un estudio que aseguraba que de los 89 minutos de media que los jóvenes estadounidenses de 14 años pasaban conversando con sus padres en 1979, se había pasado a solo nueve minutos en 2009.

Las actividades extraescolares también afectan en el proceso de adquisición del lenguaje, pero en este punto, juega un papel primordial el nivel socioecónomico de la familia. “No es lo mismo acudir por las tardes a clases de música o de teatro que estar en la calle jugando con otros chicos. El lenguaje se aprende por repetición y se necesita a alguien más experto que guíe la actividad”, precisa Uccelli.

Según una encuesta de Pew Research Center, un think tank sobre tendencias en Estados Unidos con sede en Washington, las familias acomodadas se rigen por calendarios, sus hijos tienen las tardes repletas de actividades extraescolares como ballet o fútbol y los progenitores dedican tiempo a leer con sus niños. En cambio, los niños de las familias con menos recursos, suelen pasar su tiempo libre en casa o en la de otros familiares; disponen de menos tiempo y recursos para dedicar a sus hijos y ello puede conllevar que estén menos preparados para la escuela y el trabajo.

En su libro Unequal Childhood: class, race and family life, la profesora de sociología de la Universidad de Pennsylvania Annette Lareau señala que mientras los padres de clase media intentan que sus hijos desarrollen sus habilidades con una supervisión férrea y con actividades programadas, los de clase obrera les dan mayor independencia y tiempo libre para el juego porque creen que se desarrollarán de forma natural. Mientras los hijos de las familias más humildes son más felices y más independientes, los de las más pudientes esperan que sus padres les solucionen los problemas, pero desarrollan más habilidades para manejar la burocracia y tener éxito académico y laboral. La desigualdad también afecta a la comprensión lectora.

http://economia.elpais.com/economia/2016/01/11/actualidad/1452504086_366478.html