Desde el papel del inquisidor puritano Cotton Mather en la racionalización de la esclavitud, hasta la lucha de la activista y académica Angela Davis, pasando por uno de los padres fundadores de EE UU y presidente, Thomas Jefferson, así como por el brillante intelectual afroamericano W. E. B. Du Bois, y por el abolicionista William Lloyd Garrison, Marcados al nacer defiende un nuevo enfoque en el que las ideas y las acciones son racistas o antirracistas, sin margen para el no racismo. O se es racista o se lucha en contra, no hay medias tintas. “Puede haber gente que diga que la esclavitud es algo malo, perverso, y que hay que terminar con ella, y esto es antirracista”, explicaba Kendi, el 29 de marzo, en una videoconferencia que se transformó en charla al no conectar él, frecuente tertuliano en las televisiones, su cámara. “Luego esa misma gente puede decir, como muchos abolicionistas, que la esclavitud era algo horrible y tan deshumanizador que había convertido a los negros en bestias; no se les podía liberar y dar el voto. Ese argumento racista frenó el apoyo de algunos a la Guerra de Secesión y después impidió que se promoviera que los negros tuvieran plenos derechos”.
Ibram X. Kendi, en 2016 con la medalla de los National Book Awards que obtuvo por 'Marcados al nacer'.SYLVAIN GABOURY / PATRICK MCMULLAN / GETTY IMAGES
A pesar de todo, el abolicionista Garrison, fundador del periódico The Liberator, ha inspirado uno de los nuevos proyectos de Kendi, director del centro de investigación antirracista de la Universidad de Boston desde 2020. En marzo se anunció que este año lanzará junto a la responsable de Opinión de The Boston Globe, Bina Venkataramen, The Emancipator, una web con reportajes, artículos de opinión e investigaciones académicas sobre antirracismo, algunos de cuyos textos serán recogidos por Globe.
El racismo, sostiene Kendi en Marcados al nacer, puede ser segregacionista cuando se apoya en teorías que defienden la inferioridad biológica de una raza frente a otra, o también puede ser racismo asimilacionista. Es decir, aquellos que defienden la igualdad biológica no están libres de ser racistas si emplean estereotipos a la hora de juzgar el comportamiento o costumbres de una determinada raza. Eso también es racista, y de esto no quedan exentos pensadores ni líderes negros, como Du Bois, Obama o el propio Kendi. “A pesar de ser un historiador de los estudios africanos y haberme formado durante toda la vida en espacios igualitarios”, escribe en la introducción, “antes de investigar para estas páginas y escribirlas, abrigaba nociones racistas sobre la inferioridad de los negros. Las ideas racistas son eso, ideas; cualquiera puede producirlas o consumirlas”.
Hay varias corrientes enfrentadas: una trata de combatir el racismo, la otra de perpetuar la desigualdad IBRAM X. KENDI
Pregunta. La covid-19 ha mostrado con claridad la brecha entre razas en EE UU. En verano, las protestas de Black Lives Matter sacudieron el país. Acaba de arrancar el juicio por la muerte de George Floyd. ¿Cuál es su balance?
Respuesta. Ahora, como a lo largo de su historia, en EE UU hay un choque que enfrenta a quienes quieren institucionalizar políticas que favorezcan la desigualdad con aquellos que buscan hacer exactamente lo contrario. Estamos quienes queremos que rindan cuentas personas como el policía [Derek] Chauvin por el asesinato de Floyd, igual que hay quien dice que quienes señalamos el racismo como un problema somos el problema.
P. ¿No se avanza?
R. Obviamente fue un avance abolir la esclavitud y las leyes de Jim Crow [que propugnaban la segregación racial]. Hoy crece el número de estadounidenses que reconoce que la encarcelación masiva es injusta y profundamente racista. También gente de color logra ascender a posiciones a las que no podía acceder hace 50 años.
P. ¿Está usted en ese grupo?
R. Sí, soy uno de esos individuos que siendo negro ha logrado hacer cosas y ganar premios a los que no habría optado hace un siglo. Esta es una fuerza de progreso antirracista, pero también ha habido una fuerza opuesta, de avance racista. Ahí están esos republicanos que presentan 250 proposiciones de ley en 43 Estados para dificultar el voto de negros e hispanos. En la historia no hay un solo hilo, sino varias corrientes enfrentadas: una trata de combatir el racismo, la otra de perpetuar la desigualdad.
P. En el libro explica que tenía metida dentro la idea de que los negros son inferiores. ¿Cómo se lucha contra eso sin caer en el otro extremo y pasar a pensar en la superioridad?
R. Dos de las ideas más potentes que han circulado en la era moderna han sido la de la inferioridad de los negros y la de la superioridad de los blancos. Tienen tal fuerza que igual que hay blancos que se creen superiores, hay negros que piensan lo contrario, o eso mismo. Y yo fui uno de ellos. En mis libros rechazo y reemplazo estas dos ideas. Todos somos iguales.
P. Muchos apuntan que tras la desigualdad racial hay una enorme brecha económica. No faltan quienes hacen una lectura marxista y apuntan como claves las estructuras de poder y el dinero, algo que va más allá de la identidad.
R. Se discute sobre esto desde hace siglos. Cuando hay desigualdad económica debemos buscar causas económicas. Cuando hay desigualdad racial hay que buscar causas raciales, igual que cuando hay desigualdad de género habrá que buscar la causa en el machismo. Si hay una brecha entre gente negra pobre y gente rica blanca habrá que mirar a las causas económicas y raciales y buscar soluciones en esa intersección entre raza y clase. Los negros, igual que los blancos, no solo tenemos una identidad de raza, sino también de clase. Cada vez más académicos hablan del capitalismo racial y la conexión histórica, empírica y material entre racismo y capitalismo.
P. Señala que un antirracista no tiene por qué ser altruista, ni generoso.
R. Hay quien está metido en esta lucha porque piensa que es horrible y, otros, porque el hecho de que los republicanos estén tratando de aprobar estas leyes para hacer más difícil que voten los negros y los hispanos daña los pilares democráticos. Hay blancos que entienden los daños colaterales del racismo; cómo crea problemas de amplio espectro que acaban por impactar a todos. Por eso pelean.
En 2016, al recibir el National Book Award, Kendi habló de su hija nacida unos meses antes, Imani, (significa fe en suajili), para infundir ánimos, y también de sus padres, los Rogers, un matrimonio de ministros metodistas involucrados en la lucha contra el racismo. El profesor y doctor cambió, al casarse en 2013, su apellido por Kendi —significa el amado, en keniano—, y unos años antes también sustituyó su segundo nombre, Henry, por Xolani (paz en zulú), debido a Enrique de Portugal y su relación con la trata de esclavos. Convertido hoy en EE UU en una de las voces con más eco sobre el racismo, Kendi habla de su deseo de transformar el mundo y se despide con prisa, lanzando un último mensaje. “Intento aportar claridad a la gente corriente para que puedan entender no solo la historia del racismo, sino cómo pueden formar parte de la lucha antirracista y crear un mundo más equitativo”.
El País.