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jueves, 23 de abril de 2020

No diga raza. El coronavirus distingue entre etnias, sea por pobreza o por biología

A los antropólogos y humanistas les encanta decir que las razas no existen. Se llenan la boca con ese mensaje ecuménico y creen que así se protegen contra cualquier acusación de racismo que les pueda caer por su trabajo. Muchos se pasan el día estudiando a tribus del Amazonas que no han tenido contacto con la civilización, o a poblaciones de bosquimanos que se encuentran entre los ancestros más antiguos de la humanidad moderna. Lo que buscan es precisamente diferencias entre poblaciones relativamente aisladas durante decenas de miles de años –razas—, pero con decir que las razas no existen ya pueden dormir tranquilos por la noche. Cambian raza por etnia y a seguir escribiendo tesis.

El racismo no consiste en creer que hay razas, sino en creer que hay razas superiores a otras. Cambiar la palabra raza por etnia, o por población, no va a hacer nada por arreglar nuestros problemas más graves. Yo mismo suelo decir que soy de raza dudosa –era el más oscuro de mi clase, os lo confieso espontáneamente— y no creo estar contraviniendo ningún principio fundamental por decirlo. Como amante del jazz, incluso creo que hay razas superiores en ciertos sectores de la actividad humana: los negros son mucho mejores en ese universo musical profundo que ha marcado al siglo XX, y lo siento por vosotros, músicos blancuchos. Cuando decimos que el coronavirus no distingue de raza, estamos siendo inexactos. El coronavirus es racista, y necesitamos saber por qué. Sobre todo nosotros, los más oscuros de la clase.

Como sociedad multirracial, con perdón por la palabra prohibida, Estados Unidos suele ser un buen experimento para examinar la cuestión. Los negros suponen un 32% de la población de Luisiana, pero acaparan el 70% de las muertes por coronavirus. Los hispanos y los negros de Nueva York mueren de Covid-19 el doble que los blancos (20 frente a 10 muertos, respectivamente, por 100.000 habitantes). Los nativos americanos de Nuevo México muestran unas tasas de contagio muy superiores a la media del Estado. No sabíamos nada de esto hasta hace unos días, porque ni los CDC de Atlanta (los centros estadounidenses de control de enfermedades, una referencia mundial) ni las consejerías locales de salud facilitaban esos datos. Antes dejar morir a la gente que hablar de raza, claro, no vaya a ser que nos acusen de racismo. Error garrafal. El mundo es como es, no como quisiéramos que fuera.

Nuestra obligación es investigar y encontrar soluciones. Decir que las razas no existen queda muy bonito, pero no nos ayuda en nada La razón más probable de esas diferencias raciales en la vulnerabilidad al coronavirus es que los negros y los chicanos son de clase baja, y ser de clase baja es una de las peores decisiones que puede tomar una persona al nacer. Pero tampoco es nada extraño que haya diferencias biológicas en la susceptibilidad a un virus. En cualquiera de los dos casos, nuestra obligación es investigar y encontrar soluciones. Decir que las razas no existen queda muy bonito, pero no nos ayuda en nada.

https://elpais.com/ciencia/2020-04-12/no-diga-raza.html

viernes, 21 de septiembre de 2018

_- Los trabajadores de Navantia y sus familias tienen derecho a sobrevivir, pero toca reflexionar si es ético hacerlo sobre la muerte de miles de civiles. Sobrevivir gracias a la muerte.

_- Finalmente el Ministerio de Defensa ha autorizado el envío a Arabia Saudí del cargamento de 400 bombas de precisión láser paralizado por Margarita Robles la pasada semana. El gobierno saudí amenazó con suspender a su vez la compra a España de cinco corbetas por valor de 1.813 millones de euros, de llevarse a cabo la suspensión de contrato anunciada por la ministra. Este contrato, según la empresa pública encargada de la construcción, Navantia, generaría cerca de 6.000 puestos de trabajos, entre directos e indirectos. El asunto ha provocado un interesante debate entre intereses y valores enfrentados. Por un lado, trabajadores que veían peligrar sus empleos y que se vieron apoyados por diferentes políticos, especialmente por el alcalde de Cádiz, José María González, Kichi, quien afirmó: “el contrato (de Navantia con Arabia Saudí) me parece necesario. Significa trabajo y nosotros somos constructores de barcos, lo hemos hecho desde la época de los fenicios. En Arabia Saudí los derechos humanos no son respetados y estoy en contra de eso, pero mientras, ¿qué comemos? Hoy en día soy alcalde de esta ciudad y la responsabilidad es mirar por el interés de sus vecinos y la construcción de los barcos no va a acabar con la guerra en Yemen. Si no los hacemos nosotros, los harán otros”.

Expuesto lo anterior debemos de contemplar algunos datos necesarios para comprender la situación.
El 25 de marzo de 2015, una coalición internacional dirigida por Arabia Saudí atacó desde el aire a las milicias de los hutíes en Yemen, uno de los países más pobres de Oriente Medio. Era el inicio de la guerra que, desde entonces, golpea a la población del país árabe. Los saudís quieren derrocar a los rebeldes hutíes, de religión chiíta, que llegaron al poder de Yemen a principios de 2015. A diferencia del gobierno anterior de Yemen, el gobierno hutí se alinearía con Irán, Rusia o China, algo intolerable para Arabia Saudí y Estados Unidos. Por ello, en 2015, armas valoradas en casi 546 millones de euros salieron de las fronteras españolas con destino a Arabia Saudí, un 46% más que en 2014.

El mismo año en que comenzó la guerra de Yemen, el Gobierno del Partido Popular autorizó contratos para vender, durante los años siguientes, armamento valorado en 584 millones de euros a esta monarquía del Golfo. Entre los tipos de armas que España permitió exportar al país saudí había rifles, obuses, municiones, torpedos, misiles. Entre ellas estaban las 400 bombas de precisión láser cuya venta se planteó frenar por el Ejecutivo de Sánchez ante el riesgo de que pudieran utilizarse para bombardear Yemen. Las bombas que vamos a vender a Arabia Saudí son similares a las que en 2015, les vendió la Administración de Obama: 4.000 bombas GBU-12 Paveway II. Trump, por su parte, prometió vender 104.000 bombas guiadas a los saudíes.

Uno de los motivos por los que el Gobierno de Pedro Sánchez anunció que revisaría las condiciones de venta de armamento español a los países de la coalición fue que, pocos días antes de esa decisión, el 9 de agosto de 2018, un proyectil lanzado por la coalición liderada por Arabia Saudí cayó sobre un grupo de niños que viajaba en autobús escolar al norte de Yemen. Al menos 40 menores murieron en el ataque.

Amnistía Internacional ha documentado más de 36 bombardeos que “podrían constituir” violaciones y crímenes en virtud del derecho internacional. Las bodas, funerales, los mercados y los centros médicos son algunos de los objetivos de los bombardeos de la coalición liderada por Arabia Saudí en Yemen. El 23 de abril la aviación saudí bombardeó la celebración de una boda en la provincia yemení de Haya, 33 personas fallecieron y 41 resultaron heridas a causa del ataque, cuyo objetivo fueron las tiendas de invitados. Una imagen difundida por medios locales permitió identificar el origen de la munición utilizada en el ataque. Se trataba de los restos de una bomba guiada por láser GBU-12 Paveway II, fabricada por la empresa norteamericana Raytheon. Estos son ejemplos de la “utilidad” y “eficacia” de las bombas que venderemos a Arabia Saudí.

Desde el inicio del conflicto, según datos de Naciones Unidas, 6.660 civiles han muerto y 10.563 han resultado heridos, aunque “la cifra real es probablemente significativamente más alta”, reiteran los expertos. Las fuerzas saudíes también han cometido “tratos crueles y tortura, actos denigrantes, violaciones y al reclutamiento de niños menores de 15 años o haberlos utilizado como parte activa en las hostilidades”, según la ONU. Un total de 2,3 millones se han desplazado internamente a causa de la violencia.

En cuanto a las corbetas que estamos fabricando para los saudíes, que nadie imagine que son unos pacíficos barcos civiles. Se trata de buques de guerra que, en el mejor de los casos, sirven, según denuncian las ONG’s, para mantener el bloqueo naval que impide a Yemen la llegada de la ayuda humanitaria.

En esas corbetas se transportan helicópteros artillados (NH-90, AB-212, AB-412 o Eurocopter AS-565) y hasta dos embarcaciones semirrígidas de 5,5 metros de eslora cada una, lo que permite realizar acciones de asalto. Al tratarse de un buque de guerra, puede incorporar varios cañones de hasta 76 mm y sistemas de misiles SAM y SSM, así como dos lanzadores triples de torpedos.

Por supuesto que los trabajadores de Navantia y sus familias tienen derecho a sobrevivir. Pero visto la anterior, toca reflexionar si es ético sostener esa manutención en la muerte de miles de civiles por el ejército de una monarquía absolutista. Sentencias del tipo de “si no las vendemos nosotros se las venderán otros” o “mi responsabilidad es mirar por el interés de mis vecinos como alcalde”, como han dicho los sindicatos y el alcalde de Cádiz, son razonamientos inmorales e incluso xenófobos. Recuerda ese argumento de la ultraderecha de que los que importan son los españoles y no los seres humanos. ¿A Kichi le importan los gaditanos (mejor dicho, su puesto de trabajo) y no los seres humanos no gaditanos? ¿De verdad el sindicalismo español no sabe ni de internacionalismo, ni de derechos humanos, ni de solidaridad hasta el punto de interesarse solo por los empleos de su empresa? Hubo un tiempo en que trabajadores de Europa se negaban a trabajar en las industrias que vendían armamento al bando golpista de Franco. Es evidente que todos los que defendemos el fin de la venta de armas a Arabia Saudí o cualquier otra dictadura debemos pensar en una alternativa para esos trabajadores, como desde el ecologismo la planteábamos para los mineros del carbón u otras reconversiones industriales que hubo en España. Algunas veces me parece estar viendo la película El Verdugo, de Berlanga, donde el protagonista plantea que lo suyo es solo un trabajo que, además, quiere que herede su hijo. Porque si se trata de mantener de puestos de trabajo y mantener a tus hijos a costa de cualquier cosa, también el ladrón de bancos o el torturador (menos mal que alguien asumió perder un puesto de trabajo cuando se jubiló Billy el Niño) deberían mantenerse. La humanidad ha mejorado cuando los principios éticos y los derechos humanos se han puesto por delante de cuestiones particulares como el empleo de algunos, es el caso de la prohibición de las bombas de racimo o las minas antipersona, o el embargo a la Sudáfrica del apartheid. Es indiscutible que, en todos esos casos, se perdieron muchos puestos de trabajo, pero se entendió que había un motivo mayor.

Del mismo modo, países como Alemania, Bélgica, Holanda o Noruega ya no autorizan ni exportan armas que se puedan utilizar en el conflicto de Yemen, siguiendo directrices de la ONU y el Parlamento Europeo.

Lo preocupante es que España vive un boom en la venta de armas al mundo como nunca antes en su historia. Los millones de euros facturados entre el 2015 y 2017 han convertido a España en uno de los mayores proveedores mundiales de armas a Arabia Saudí. En estos años, ha ocupado el cuarto puesto en la lista de los principales exportadores de armas a la monarquía del Golfo, y ha conseguido posicionarse como el séptimo país del planeta que más comercializa armamentos y material bélico. Quizás lo que está haciendo la industria militar española es aprovecharse de que otros países sí tienen escrúpulos para apropiarnos de ese mercado.

Existe otro detalle todavía mucho más preocupante, como señala Pere Ortega, del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, Navantia, empresa pública propiedad del Estado, es una empresa donde su cuenta de resultados siempre ha sido negativa. En 2016 se perdieron 230 millones, y en los últimos diez años 730 millones de euros. Y si pierde dinero es porque los costes de producción de sus buques son superiores al valor de su venta. Por tanto, las cinco corbetas que se venderán a Arabia Saudí por 1.800 millones para cubrir sus costes de producción deberían tener un valor más elevado. Las pérdidas se subsanan con recursos del Estado, es decir, ni Navantia ni los españoles ganamos dinero vendiendo esas armas a los saudíes, al contrario, se las vendemos por debajo de su coste, estamos subvencionando las armas con las que Arabia Saudí masacra en Yemen o impiden la llegada de alimentos y ayuda humanitaria a una población donde se calcula que siete millones de personas están al borde de la inanición. Este es otro argumento para ir trabajando en una alternativa a los trabajadores de Navantia. Como señala Ortega, los sindicatos de Navantia, el ayuntamiento de Cádiz, el Gobierno de Andalucía y el Gobierno del Estado no se han puesto a investigar y diseñar un plan de conversión de esa naviera. No se ha buscado la complicidad de colegios profesionales de ingenieros, de asociaciones profesionales y de empresarios para llevar un plan de revitalización de la zona. Y seguro que es posible una reindustrialización y puesta en marcha de nuevos servicios en toda la bahía de Cádiz para limitar el impacto negativo de una conversión industrial de Navantia. Según Ortega, ese es el único camino para una empresa, que todos los años pierde dinero y cuyos puestos de trabajo son ineficientes por lo que valdría más la pena estudiar su conversión del ámbito militar y pasar a producir bienes y servicios de carácter civil que, cuando menos, no producirían ese desgarro moral, que es vender armas para la guerra.

Es curioso como, desde el poder, se apoyan unas causas de defensa de puestos de trabajo y no otras. Paradójicamente la mayoría no sabe que España está perdiendo dinero y puestos de trabajo por apoyar las sanciones a Rusia e Irán propuestas por Estados Unidos, puesto que se está bloqueando importantes ventas a esos países, sobre todo de productos agrícolas, sin que ni medios ni gobernantes hayan protestado o al menos reconocido. Países que, por cierto que no están bombardeando a nadie.

La sociedad española en general debe hacer suyo el problema de los puestos de trabajo de Navantia, pero también los trabajadores y sus familias deben hacer suyo el drama de la muerte de miles de personas por las armas que ellos fabrican. Esa es la solidaridad que nos hace humanos.

Pascual Serrano es periodista. Su último libro es ‘Medios democráticos. Una revolución pendiente en la comunicación’ (Akal, 2016)

Fuente:

http://www.cuartopoder.es/ideas/opinion/2018/09/16/sobrevivir-gracias-a-la-muerte/

domingo, 25 de febrero de 2018

_- La supervivencia al cáncer aumenta en todo el planeta, pero sobre todo para los pacientes ricos. Los autores del mayor estudio de la historia, con 37 millones de personas, denuncian una "oncoplutocracia".

_- El cáncer no es una sentencia de muerte. El mayor estudio hasta la fecha, con datos de 37,5 millones de pacientes en 71 países, revela un aumento generalizado de la supervivencia desde el año 2000. En España, por ejemplo, la supervivencia cinco años después del diagnóstico ha pasado del 56% al 63% en los pacientes de cáncer de colon y del 21% al 27% en los de tumores cerebrales. Y esta supervivencia a los cinco años prácticamente se puede considerar curación en muchos tipos de cáncer, según recuerdan los autores del trabajo, encabezados por la epidemióloga italiana Claudia Allemani.

Los investigadores han detectado mejorías incluso en los tumores de peor pronóstico. En España, la supervivencia a los cinco años en el cáncer de esófago se ha incrementado del 9% al 13%. En el caso del hígado, ha subido del 14% al 17%. En pulmón, del 10,8% al 13,5%. En páncreas, del 5,6% al 7,7%. En otros cánceres, la supervivencia se mantiene alta desde hace años, como los de mama (85%), cuello de útero (65%), próstata (90%) y melanoma (87%). “En todos los tumores que se han analizado ha habido una mejoría destacada de la supervivencia”, resume Rafael Marcos-Gragera, epidemiólogo del Instituto Catalán de Oncología y participante en el macroestudio internacional.

El trabajo, pese a los datos positivos, constata una “inaceptable” desigualdad en el acceso a los servicios médicos. La supervivencia a los cinco años de un cáncer de mama es del 90% en EE UU, frente al 66% de India. En Finlandia, más del 95% de los niños diagnosticados con leucemia linfoblástica aguda siguen vivos a los cinco años. En Ecuador, solo el 49,8%. “Hay que acabar con la oncoplutocracia, en la que los progresos en la lucha contra el cáncer solo benefician a los países y pacientes ricos”, exige el oncólogo Richard Sullivan, del King's College de Londres, en la revista médica que publica hoy los nuevos datos, The Lancet.

El estudio internacional, bautizado Concord-3, analiza 18 de los tipos de cáncer más habituales. En la mayoría de ellos, las supervivencias más altas se registran en EE UU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y en los países nórdicos. El código postal sigue siendo más importante que el código genético en la salud pública. Por ejemplo, la supervivencia a los cinco años de un niño diagnosticado con un tumor cerebral es del 29% en Brasil, del 36% en México, del 41% en China, del 66% en España, del 78% en EE UU y del 80% en Suecia.

“Podemos utilizar el neologismo oncoplutocracia, creado por el profesor Sullivan, para resumir la idea de que los pacientes ricos tienen un mejor pronóstico y que las diferencias en el resultado de un cáncer son cada vez mayores, como también lo son las diferencias en los ingresos económicos, tanto entre unos países y otros como entre unos ciudadanos y otros dentro del mismo país”, denuncia la epidemióloga Claudia Allemani, profesora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

“Las disparidades en la supervivencia del cáncer entre diferentes grupos de población también existen en los países ricos, por ejemplo entre personas blancas y negras en EE UU”, subraya Allemani. Su equipo mostró hace unas semanas que la supervivencia a los cinco años de los pacientes de cáncer de colon en EE UU estaba relacionada con el color de la piel: era del 65% en el caso de los blancos y del 56% en el de los negros.

Allemani también pone el foco en otro problema: “Algunas de las nuevas terapias contra el cáncer son extremadamente caras y solo están disponibles para los más ricos de los países más ricos. Con estos precios, no son un producto sostenible para todos los pacientes, ni siquiera en los países más ricos”. La primera terapia génica contra el cáncer aprobada en EE UU, desarrollada por la farmacéutica Novartis contra un tipo de leucemia, cuesta unos 400.000 euros por paciente.

El nuevo presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica, Josep Tabernero, alertó en septiembre de que “los márgenes de beneficio que obtienen las farmacéuticas no son sostenibles en ningún lugar del mundo y es necesario abrir un debate sobre cuál es un precio justo de los medicamentos”.

El epidemiólogo Miquel Porta cree que, más allá de aplicar tratamientos carísimos, es urgente “acelerar el camino que el paciente recorre desde que tiene síntomas hasta que se diagnostica”. El sistema sanitario está en peligro por “las políticas ultraliberales”, a juicio de Porta, catedrático de Salud Pública en el Instituto de Investigaciones Médicas del Hospital del Mar, en Barcelona. “Gracias a la sanidad pública, el acceso a programas de cribado del cáncer de mama es independiente del nivel socioeconómico. Son políticas de igualdad que pasan malos años, aunque muchas consejerías de salud están aguantando el tipo”, opina el investigador, que no ha participado en el Concord-3.

Los autores del nuevo estudio hacen un llamamiento a las autoridades sanitarias de todo el mundo para que mejoren el registro de los pacientes con cáncer, “una herramienta clave” para medir la eficacia de un sistema sanitario. “En España no tenemos un registro nacional, como sí existe en los países nórdicos. Tenemos registros regionales que cubren solo el 30% de la población. Solo tenemos una fotografía parcial de lo que está ocurriendo”, lamenta el epidemiólogo Rafael Marcos-Gragera.

https://elpais.com/elpais/2018/01/29/ciencia/1517264606_707249.html

domingo, 19 de febrero de 2017

Entrevista a Ken Loach “Los líderes de la clase obrera no han confiado en la fuerza de los trabajadores”


El cineasta mantiene intacta la esperanza de cambio. En un coloquio en la Academia de Cine se confesó internacionalista y defendió la convicción en la resistencia. Su filme ‘Yo, Daniel Blake’ aspiraba al Goya a la Mejor Película Europea.

El director británico Ken Loach, durante el encuentro mantenido con público en la Academia de Cine de Madrid.

- EFE, MADRID.

- “El mayor cambio que hemos sufrido en el último medio siglo es que se ha pasado de la solidaridad colectiva a la avaricia privada”.

Ken Loach, generoso, brillante y siempre nutritivo, conversó con la prensa y el público en un coloquio celebrado en la Academia de Cine, que hasta el 8 de febrero le dedica un ciclo de cuatro películas. El cineasta ha viajado a Madrid para acudir a la gala de los 31 Premios Goya, donde Yo, Daniel Blake aspira al galardón a la Mejor Película Europea. Pero antes de todo ello, Público pudo charlar unos minutos con este gran y excepcional cronista de su tiempo.

Usted lleva cincuenta años luchando desde el cine por los trabajadores, los desprotegidos, la justicia social… ¿qué es lo que ha cambiado en este tiempo?

Todo ha cambiado mucho y para peor. En Gran Bretaña, después de la guerra, en los años cuarenta, se consiguió hacer real la idea de bien público, eso es lo que queríamos conseguir. Pensamos que igual que la guerra se vio como una hazaña colectiva, la paz también se haría de una forma organizada y como un logro colectivo, pero en ese periodo lo que ocurrió es que pasamos del bien común a la privatización. El bien colectivo se convirtió en privado con el thatcherismo y esa ideología se ha propagado como un veneno por toda Europa y se ha convertido en la ideología dominante. Ahora vivimos la avaricia de las grandes corporaciones, todo se rige por el deseo y el afán de dinero. El mayor cambio que hemos sufrido en el último medio siglo es que se ha pasado de la solidaridad colectiva a la avaricia privada.

 Siempre ha apoyado la lucha de la gente en la calle, usted lo hace también desde el cine. Pero en España tenemos un gobierno corrupto que ha sido reelegido, a pesar de la lucha de la gente en la calle.

Desde luego es una gran lucha la que tenemos. En Gran Bretaña, nos hemos organizado muy bien para las manifestaciones y los discursos, pero el error que hemos cometido es el de no saber integrarnos en los medios de comunicación, que no son neutrales. Los medios de comunicación pertenecen a grandes corporaciones, muchas del Estado, y defienden sus intereses. Tenemos que encontrar el camino de intervenir en los medios. Se nos da mejor integrarnos en los medios sociales. Un grupo en Inglaterra hemos concluido que no vamos a poder ignorar a los medios y ahí tenemos un gran problema.

¿Una solución para los trabajadores y la injusticia social sería una Europa diferente?
Sí. La idea de la Unión Europea debe ser la de una gran cooperación, hay que ser internacional. La idea de Europa que ha surgido con el Brexit es muy tóxica. Hay que conseguir una Europa con poder de cooperación y que luche por la propiedad común y el pleno empleo.

Con ‘Yo,Daniel Blake’, Palma de Oro en Cannes, ya lleva cinco nominaciones a los Goya.

¿Qué significan los premios para usted?
Los premios, todos, dan validez a las películas. Esta película es un retrato de la vida de la gente en Europa. Un tipo de vida que está padeciendo mucha gente y la película les da una fuerza añadida, les dice que vale la pena resistir y que tienen una voz.

Paul Laverty le convenció para hacerla cuando había anunciado que se retiraba.
Paul Laverty es el demonio que me convenció para hacer esta película, ¡anda que no me hace trabajar! Es un buen tipo y un buen amigo, vemos el mundo igual, políticamente analizamos igual las cosa, nos reímos mucho. Nos apoyamos mucho el uno al otro.

La entrada de Ken Loach en la sala de proyecciones de la Academia de Cine se recibió con fuertes y largos aplausos. En el coloquio que tuvo con los asistentes, sonrío todo el tiempo, a pesar de la gravedad de muchas de sus reflexiones.

Esperanza en el cambio
“Supongo que es una estupidez por mi parte mantener la esperanza, pero la historia todavía no ha terminado, hay siempre cambios y nuevas fuerzas emergiendo. El conflicto de siempre es el de los empresarios con la gente trabajadora. Eso siempre existirá y no va a terminar hasta que ganemos”.

La división de la izquierda “¿Farsa o tragedia?
El problema siempre ha sido el no tener confianza en la fuerza de la clase trabajadora. Los que han liderado la lucha obrera no han entendido suficientemente bien las teorías políticas y siempre se les ha podido comprar. Los pactos con los empresarios de los socialdemócratas han llevado a la izquierda a la derrota”.

“En Gran Bretaña, el líder del Partido laborista, Jeremy Corbyn, es un hombre excepcional, el primero de toda la historia que como líder ha encabezado también piquetes con los obreros, y quiere romper las relaciones serviles con EE.UU. en política exterior. Es un hombre tranquilo y lleno de vida. Pero es una diana fácil. Intentan destrozarle porque quiere reducir el poder del capital, pero el peor enemigo son los propios diputados laboristas, que han votado la privatización y no han querido devolver el poder a los sindicatos. Corbyn les dice que se equivocan, entonces no le quieren apoyar.

Las políticas de Trump
“Las políticas de Trump son aberrantes. Lo que queremos es justo lo opuesto a construir muros. Los problemas del mundo solo se pueden solucionar si trabajamos juntos. La idea de división y enfrentamiento es aberrante. Es difícil saber cómo va a evolucionar, pero con sus ataques contra mexicanos, musulmanes… se están despertando los fantasmas del racismo y eso es muy peligroso”.

Las respuesta es organizarse
La Unión Europea no es una organización a favor de los trabajadores, sino del mercado libre. Grecia ha tenido que venderse después de haber sido destrozada y explotada. Y la derecha dice que la culpa de todo la tiene el forastero. La Unión Europea tiene que reescribirse desde el principio y trabajar para crear movimientos a través de toda Europa. La clase obrera va a ir a peor. La respuesta, por supuesto, es organizarse, apoyar a los sindicatos, luchar… A menudo los líderes sindicales no confían en que la gente vaya a llevar a cabo sus acciones, el problema es esa desconfianza en la clase obrera.

"Socialismo o supervivencia"
“Nunca he pensado que el cine pueda cambiar el mundo en el sentido que la gente lo piensa, peor podemos ser una voz en un coro enorme. Y cuantos más haya, mayor será el papel que desempeñemos. Podemos llevar a crear movimientos, a definir ideas. Creo que tenemos que creer eso, lo contrario es creer que no podemos hacer nada. La diferencia ahora de cuando empecé es que entonces pensábamos que si no se lograba en este siglo, se lograría en el siguiente. Pero ahora los científicos del medio ambiente nos han dicho que no tenemos siglos, que es cuestión de décadas. Eso solo podemos solucionarlo a nivel internacional y trabajando juntos. Hay que llegar a un control demográfico, a reorganizar los recursos mundiales, a conseguir la propiedad común. Es un objetivo enorme, pero no hay otra manera. Rosa de Luxemburgo decía: “Socialismo o barbarie”. Ahora es ‘socialismo o supervivencia’.

Las descomunales grietas de la democracia, la estafa del sistema de Seguridad Social de los países europeos, la ruina moral de la sociedad, la crisis global de valores, la forma en que el capitalismo ha conseguido convencer a los pobres y a los trabajadores de que la culpa de todo es nuestra, el pavoroso renacer de los movimientos ultraderechistas… todo ello es Yo, Daniel Blake, gran película de Ken Loach, que, como no podría ser de otro modo en este creador, apuesta fuerte por la humanidad y la solidaridad. Es una de las películas nominadas a Mejor Película Europea en los 31 Premio Goya.

Hace cincuenta años, este combativo y enérgico cineasta, retrató una sociedad tiranizada por la injusticia en un episodio televisivo, Cathy Come Home (1966), donde ponía el foco en los desheredados. Desde entonces el mundo se ha ido descomponiendo más y más, mientras Ken Loach ha seguido ahí, resistente, comprometido, sin una sola grieta en sus convicciones. Ahora, a punto de cumplir 81 años, sigue siendo el mismo hombre, un hombre bueno, aunque un cineasta mucho más depurado y elegante en su estilo. Tenaz cronista de su tiempo, ha recorrido el último decenio acompañado por el guionista Paul Laverty, que le convenció de que volviera a dirigir después de que él anunciara que lo dejaba. Por el momento, Yo, Daniel Blake, Palma de Oro en Cannes, es la última película de este grandísimo maestro, a no ser que Laverty vuelva a tentarle con otra historia necesaria.

@begonapina
Fuente:
http://www.publico.es/culturas/entrevista-ken-loach-lideres-clase.html

miércoles, 7 de agosto de 2013

La evolución castiga a los egoístas. Melissa Hogenboom. BBC

El egoísmo no aporta ninguna ventaja evolutiva.

Al contrario, ser colaborador compensa a largo plazo

Esta es la idea que sugiere una nueva investigación, y que desafía teorías anteriores que indicaban justo lo contrario.

Un equipo de científicos analizó un modelo del "dilema del prisionero", un problema fundamental de la teoría de juegos, que es el estudio matemático de las estrategias en procesos de decisión.

Los investigadores sostienen que su trabajo, publicado en la revista Nature Communications, muestra que la especie humana se habría extinguido si sólo exhibiera características egoístas.

La teoría de los juegos plantea escenarios con situaciones de conflicto o cooperación. Esto permite a los científicos desentrañar complejas estrategias de decisión y establecer por qué emergen cierto tipo de comportamientos entre los individuos.

Prisión o libertad
Humanos y animales no sobrevivirían siendo egoístas en un entorno cooperativo, dicen los científicos.

Un equipo de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, usó el modelo del dilema del prisionero, en el que dos sospechosos que son interrogados en celdas separadas deben decidir si traicionar o no al otro.

En este modelo se ofrece a cada persona la libertad a cambio de delatar al otro, lo que hará que sea encarcelado por seis meses.

Sin embargo, esto ocurrirá sólo si el oponente elige no delatar.

Si los dos "prisioneros" eligen confesar (traición), los dos deberán pasar tres meses en prisión, pero si los dos deciden no hablar (cooperación) los dos obtendrán una pena de sólo un mes de cárcel.

El matemático estadounidense John Nash demostró que la estrategia óptima para el dilema del prisionero es no cooperar.

"Durante muchos años mucha gente se ha preguntado por qué, si Nash está en lo correcto, vemos cooperación en el reino animal, en los humanos y en el mundo de los microbios", dice Christoph Adami, autor del estudio e investigador de la Universidad Estatal de Michigan.

Extinción por maldad
La respuesta, según Adami, es que no se ha tenido en cuenta la comunicación.

Para evolucionar, la cooperación es clave.

"Los dos prisioneros interrogados no pueden hablar entre ellos. Si lo hicieran, harían un pacto y estarían en libertad en un mes. Pero si no se comunican entre ellos, se ven tentados a delatarse", explica el investigador.

"Ser mezquino puede dar ventajas en el corto plazo, pero ciertamente no a largo plazo. Nos extinguiríamos."

Estos hallazgos contradicen los de un estudio de 2012 que sostiene que las personas egoístas sacan ventaja de compañeros más cooperativos.

¿EL GEN EGOÍSTA?
En 1974, Richard Dawkins publicó su visión de la teoría de la selección natural de Darwin centrada en los genes.

Dawkins sostiene que no son los grupos u organismos los que se adaptan para evolucionar, sino los genes individuales y que el cuerpo de cada ser vivo es una máquina de supervivencia para sus genes.

Andrew Coleman, de la Universidad de Leicester, explica que este nuevo estudio sugiere que la cooperación ayuda a que un grupo evolucione, pero no contradice la teoría evolutiva del gen egoísta.

En todo caso, dice Coleman, ayuda a que sobrevivan los genes egoístas al obtener las ventajas de habitar grupos cooperativos.

Denominada "estrategia mezquina y egoísta", se basa en que el participante conozca previamente la decisión de su oponente y adapte la suya en consecuencia.

Pero en un entorno evolutivo, conocer la decisión de un oponente no representaría una ventaja por mucho tiempo, ya que éste desarrollaría el mismo mecanismo de reconocimiento para conocer al otro, explica Adami.

Esto es exactamente lo que su equipo observó: que cualquier ventaja obtenida de la traición tiene una vida corta.

En su trabajo utilizaron un poderoso modelo computarizado para analizar cientos de miles de juegos, simulando un intercambio simple de acciones que tuvieron en cuenta comunicaciones previas.

"Lo que modelamos en la computadora eran cosas muy generales, decisiones entre dos comportamientos diferentes. Las llamamos cooperación y traición. Pero en el mundo animal hay toda clase de comportamientos que son binarios, por ejemplo volar o pelear", le dijo Adami a la BBC.

"Es casi como lo que tuvimos durante la Guerra Fría, una carrera armamentística. Pero estas carreras armamentísticas ocurren todo el tiempo en la biología evolutiva."

Y al final, según el investigador, prevalecen los grupos más colaboradores.

Insectos sociales
A propósito de este nuevo estudio, Adrew Coleman, de la Universidad de Leicester en el Reino Unido, opina que "pone freno a las interpretaciones excesivamente entusiastas" de la anterior teoría, que proponía la ventaja de las estrategias manipulativas y egoístas.

"Incluso a Darwin desconcertaba la cooperación que se observa en la naturaleza. Estaba particularmente fascinado por los insectos sociales", explica Coleman.

"Uno puede pensar que la selección natural debe favorecer a los individuos que son explotadores y egoístas, pero de hecho, después de décadas de investigación, sabemos que esta es una visión de las cosas muy simplificada, sobre todo si tenemos en cuenta la teoría del gen egoísta en la evolución."

"No son los individuos los que deben sobrevivir, sino los genes, y los genes utilizan organismos individuales – animales o humanos– como vehículos para propagarse", agrega el científico.

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miércoles, 31 de julio de 2013

¿Cómo sobrevivir a fenómenos extremos?

Las posibilidades son remotas, pero puede pasar. Una persona es capaz de sobrevivir a la caída de un edificio de 15 pisos o a la intensidad de un rayo.

Lo primero le pasó al inglés Tom Stilwel, quien en junio se cayó de un balcón de un piso 15 en Auckland, Australia. Lo segundo le sucedió un mes después en Nuevo México, Estados Unidos, a la embarazada Kendra Villanueva, quien luego dio a luz a un bebé sano.

Son eventos poco comunes que ocasionan en el cuerpo heridas similares a las que pueden causar incidentes más frecuentes, como accidentes en diferentes medios de transporte, explosiones o terremotos.

Los científicos explican que si a una persona le cae un rayo, la descarga eléctrica que recibe pasa por el corazón y lo para, lo que con mucha frecuencia genera una muerte instantánea. Si no es el caso, puede dejar lesiones internas graves, además de quemaduras que van desde el punto de entrada hasta el punto de salida del rayo.

En el caso de una caída desde un sitio muy elevado o de un terremoto, las lesiones suelen estar relacionadas con la ruptura de huesos o falta de circulación sanguínea.

Por ejemplo, personas atrapadas bajo los escombros que dejó un movimiento telúrico con frecuencia tienen problemas en el sistema circulatorio. El peso de las estructuras los aplasta y, por esa razón, puede producirse un coágulo en las arterias, lo que en el peor de los casos lleva a la amputación de la extremidad afectada.

Las lesiones pueden variar dependiendo del tipo de accidente que haya sufrido el individuo, pero la reacción del organismo suele ser la misma.

Activación del instinto

Cuando el cuerpo está sometido a una situación de estrés como cualquiera de las descritas antes, se "enciende" el sistema nervioso simpático. A través de una serie de mecanismos biológicos y fisiológicos –como el aumento en las pulsaciones o la respiración superficial-, el organismo se activa para tratar de preservar el funcionamiento de órganos vitales como el corazón y el cerebro.

"Es un instinto de supervivencia y de preservación que, dependiendo de la gravedad de las heridas, tiene éxito", le explicó a BBC Mundo Juan González Armengol, médico especializado en emergencias y presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias.

La liberación de hormonas en una situación de tensión, bien sea psicológica o física, es fundamental para el organismo porque lo prepara para lidiar con esa circunstancia, le dijo a BBC Mundo Octavio Ávila, médico y subdirector de la Cruz Roja de México.

"La primera hormona que se libera es la adrenalina que, entre otras cosas, fortalece los músculos, lo que ayuda a que la sensación de dolor disminuya. Hay casos en los que una persona puede correr pese a tener una fractura en la pierna".

Ávila también afirmó que los procesos metabólicos de respuesta al trauma se suceden en cadena en el cuerpo.

"En líneas muy generales podría decirse que la primera etapa es hormonal, ciertas glándulas secretan sustancias como el cortisol o las hormonas tiroideas. La segunda etapa es celular, allí se activan los glóbulos blancos y los leucocitos, entre otros. En este escenario, las sustancias proinflamatorias y las contrainflamatorias también juegan un papel importante. Del balance que logren depende mucho la evolución del paciente".

Diferencia entre la vida y la muerte
Herido en una ambulancia

Mientras más pronto se atienda al herido, más posibilidades tiene de recuperarse.

Ambos especialistas coincidieron en que la cantidad visible de sangre no suele ser un indicativo de la gravedad de las heridas. Alguien puede llegar a la sala de emergencia de un hospital absolutamente cubierto de sangre, pero resulta que lo que tiene es superficial. Por el contrario, otra persona llega caminando, aparentemente bien, y el bazo podría estar a punto de romperse. Un ejemplo de este último caso podría ser el de una persona que se cae del balcón de un edificio.

En este sentido es importante estar preparado ante la posibilidad de que se presenten complicaciones. De esta manera se disminuye el riesgo de muerte y el desarrollo de lesiones posteriores.

"En caso de politraumatismos severos se debe seguir el protocolo Apoyo Vital Avanzado en Traumas (ATLS, por sus siglas en inglés)", señaló el médico español.

Este programa de atención traumatológica, utilizado en varios países, está compuesto por cinco pasos que deben repetirse constantemente:

El primero es revisar si hay alguna obstrucción que le impida al paciente respirar. El segundo es auscultar el tórax para determinar si hay heridas internas que puedan dificultar la respiración.

A continuación se analiza la circulación para prevenir hemorragias.
Luego se descartan problemas neurológicos.
Y finalmente se debe mantener al herido sin ropa, pero con cobijas para evitar que sufra de hipotermia.

La "hora de oro"

Cuando una persona sufre un accidente, se liberan hormonas que ayudan a sobrellevar las lesiones.

Para González Amengol, las circunstancias que generaron las lesiones son fundamentales en la posibilidad de supervivencia que tiene alguien que haya sufrido un accidente muy grave.

En un accidente de automóvil, por ejemplo, influye si la colisión fue por atrás o por un lado o si alguien perdió la vida.

Ávila añadió que la posibilidad de que el paciente evolucione está condicionada por muchos factores. "Algunos de ellos son la condición de salud del paciente previa al accidente - una persona con diabetes o alguna enfermedad degenerativa tiene un cuadro más complicado- la resistencia de los órganos y la gravedad del trauma".

Otro elemento fundamental para el subdirector de la Cruz Roja en México es que el paciente sea trasladado a una unidad especializada en trauma, si termina en una maternidad o un centro de alguna otra especialidad, las posibilidades de estabilizarlo pueden ser menores.

La rapidez con la que se produzca este traslado también tiene un peso muy importante en la posibilidad de recuperación que tiene alguien con heridas internas graves.

"Hay una 'hora de oro' justo después de que se produce un accidente, y está demostrado que si se actúa en ese momento, el paciente podría salvarse, cuanto antes se le atienda, más posibilidades tiene de vivir. Claro, en situaciones extremas como alguna ruptura cardíaca o de aorta, o un golpe con pérdida de masa encefálica, es muy probable que el paciente muera en un lapso de más o menos 15 minutos", explicó González Amengol.
Karenina Velandia. BBC Mundo