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lunes, 16 de enero de 2023

MEMORIA HISTÓRICA Mi abuelo fue un criminal; mi padre, un genocida.

Unidos por la rabia, la vergüenza y el ánimo de reparar a las víctimas, descendientes de represores de distintos países repudian sus crímenes y comparten sus archivos

Con 18 años recién cumplidos, Loreto Urraca conoció el mismo día de 1982 a su padre, Jean Louis Urraca, y a su abuelo, Pedro Urraca. El primero, quien propuso el encuentro, la había abandonado de pequeña. El segundo, policía franquista y agente de la Gestapo en Francia, interrogó y trasladó a España al expresidente de la Generalitat Lluís Companys tras ser detenido en agosto de 1940, dos meses antes de ser ejecutado en el Castillo de Montjuic. Pero Loreto no lo averiguaría hasta mucho después de la muerte de su abuelo. “Entonces yo sabía que era franquista, pero no imaginaba que se había dedicado a perseguir a republicanos por el exilio. El encuentro fue desagradable y a mí, en aquel momento, no me interesaba escucharle”. Hasta que en 2008 vio su apellido, Urraca, en el titular de un reportaje de EL PAÍS junto a las palabras “cazador de rojos”. “Sentí mucha rabia y mucha vergüenza”, explica.

Un día, decidió investigar más sobre él y, durante todas sus vacaciones a lo largo de seis años, recopiló documentos en archivos de Alcalá de Henares, Bilbao, Madrid y París. Con la información recabada abrió una página web, escribió una novela, Entre hienas, y participó en el documental Urraca, cazador de rojos, recientemente estrenado. El proceso que empezó con una sorpresa desagradable al leer su apellido en este diario aún no ha terminado.

Ahora, Loreto Urraca es la representante en España del colectivo Historias Desobedientes, que agrupa a más de un centenar de descendientes de represores de países como Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay que han rechazado públicamente esa herencia, y anima a otros hijos y nietos de franquistas a compartir la información de que dispongan para tratar de reparar a las víctimas. “No podemos pedir perdón por algo que no hemos hecho”, explica Loreto, “pero sí posicionarnos con las víctimas de nuestros antecesores, difundiendo toda la información que tengamos y para concienciar también a la sociedad. Eso es lo que nos une: la rabia, la vergüenza y la voluntad de que se repare a las víctimas”.

“Cuando me puse a investigar”, recuerda, “me di cuenta de que no sabía nada del exilio, de la persecución franquista... porque me había criado en la ignorancia, en España no se estudiaban estas cosas”. El primer paso fue leer la tesis doctoral de Jordi Guixé sobre la persecución hispano-francesa del exilio republicano, encerrándose durante una semana en una biblioteca, y el más reciente ha sido descubrir fotografías de su abuelo, al que se refiere en todo momento como “Pedro Urraca”, junto a dirigentes nazis en una visita a España en 1942. “Les hizo de cicerone por Madrid y Toledo, lo que muestra su estrecha relación con la Gestapo”, explica Loreto. Urraca tenía ficha y mote en la policía nazi: “Unamuno”.
El policía franquista Pedro Urraca acompaña a la jefatura de la Gestapo y otros nazis en un viaje a España en 1942. Imagen exhibida en el documental 'Urraca, cazador de rojos'El policía franquista Pedro Urraca acompaña a la jefatura de la Gestapo y otros nazis en un viaje a España en 1942. Imagen exhibida en e documental 'Urraca, cazador de rojo
El policía franquista Pedro Urraca acompaña a la jefatura de la Gestapo y otros nazis en un viaje a España en 1942. Imagen exhibida en el documental 'Urraca, cazador de rojos'

A finales de 2021, Loreto recibió un mensaje sobrecogedor: “Me llamo Analía Kalinec y soy hija de un genocida que cumple cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad”. Analía, cofundadora de Historias Desobedientes, de 43 años, tenía 24 cuando apresaron a su padre, Eduardo Kalinec, policía de la dictadura argentina. “En mi casa, mi madre y mis hermanas le protegían y mi relación con él había sido buena, por eso se hizo muy difícil al principio comprender, cuestionarlo”, relata al teléfono desde Argentina. En 2008 leyó los testimonios de las víctimas en la causa contra su padre. “Él intentó justificar sus crímenes, nunca mostró arrepentimiento”, explica. Y ya no hubo marcha atrás. “Lo rechacé públicamente y mi madre y mis hermanas me repudiaron por ello”.

Preguntada por si alguna vez ha tenido dudas, si el precio que había pagado por ese rechazo había sido demasiado alto, Analía responde: “He elegido conservar algunos recuerdos, pero el vínculo afectivo con mi padre se rompió definitivamente cuando, tras conocer directamente a algunas de sus víctimas, le pedí que compartiera información sobre los bebés y las madres desaparecidas y él se negó, con toda crueldad. El coste emocional es altísimo, pero no quiero ni pensar lo que sería tener a un familiar desaparecido. También he hecho esto por mis hijos. No quiero enseñarles a mirar hacia otro lado”.

Loreto afirma que ella tuvo “suerte” porque en su caso no había ese vínculo afectivo previo, pero tanto ella como Analía explican que su proceso tiene una vertiente individual, íntima, y otra colectiva, social. Ambas necesitaban “desafiliarse” de la ideología y los crímenes de sus ascendientes. Y ambas quisieron hacerlo públicamente para favorecer el derecho a la verdad y la reparación de los represaliados.

“Me reuní con víctimas directas de mi padre, algunas de ellas de mi edad y que buscaban a sus madres desaparecidas y me contaron que para ellos era reparador que la hija de un represor repudiara sus crímenes”, explica Analía. Algo similar ocurrió cuando Loreto conoció a los sobrinos nietos de Companys. “Fue muy emocionante”, recuerda la nieta del hombre que, tras trasladarlo a España después de su detención, escribió en su dietario: “Al recorrer el camino largo que separa París de Madrid acompañando al hoy vencido y que lo fue todo en Cataluña Luis Companys pienso en el porvenir que ante mí se abre y en el horizonte que el mundo actual nos depara. Todas las ilusiones, toda la fe en los ideales de este hombre han caído por tierra. Ya no es sino un pingajo de la vida”. El documental muestra la fotografía que Urraca hizo de Companys antes de entregarlo a las autoridades franquistas. El expresidente de la Generalitat le mira de frente, resignado, fumando un cigarrillo. La imagen, guardada como un trofeo, fue recuperada en la casa de Urraca.

Fotografía de Lluís Companys realizada por Pedro Urraca antes de entregarlo a las autoridades franquistas, en agosto de 1940.

Pedro de Echave, director del documental, conoció a Loreto en la presentación, en la Universidad de Alicante, de otro largometraje, El hombre más peligroso de Europa. Otto Skorzeny en España, sobre “el hombre de acción favorito de Hitler”. “Al terminar el coloquio, una mujer se presentó diciéndome que Skorzeny le había regalado un avión en miniatura a su padre. Era Loreto Urraca, que me contó su caso. Me pareció una historia apasionante y muy necesaria, no solo por la parte histórica de Pedro Urraca, sino por el proceso personal de Loreto”, explica.

El alias de Pedro Urraca en la Gestapo era "Unamuno". DOCUMENTAL URRACA,CAZADOR DE ROJOS ,

De Echave es miembro fundador de Memòria de Mallorca, asociación que ha promovido exhumaciones de fosas del franquismo en Baleares, comunidad que cuenta, desde 2016, con su propia ley de memoria (apoyada por todos los partidos, incluido el PP). “Loreto es, sin duda, una pionera, y estoy convencido de que su valentía provocará que aparezcan más casos”, añade. “Su confluencia con el grupo de Historias Desobedientes es algo natural porque el nuestro y el de las dictaduras latinoamericanas son procesos similares, aunque estos países nos llevan bastante ventaja”.

Analía anima desde Argentina a otros descendientes de represores franquistas a dar el paso: “Preguntarnos por nuestra propia historia nos hace tomar conciencia de quiénes queremos ser, indivualmente y como país. Hablar de las consecuencias de los crímenes favorece las garantías de no repetición. En España hay fosas comunes bajo los caminos que unen ciudades y pueblos. Pueden querer ocultarlo, pero el silencio siempre deja secuelas”.

A Loreto le encantaría extender el movimiento en España. “Creo que haría mucho bien. Favorecería que poco a poco fuéramos tomando conciencia de todo eso que nunca nos enseñaron”. 

lunes, 27 de julio de 2015

La Corrupción deja a millones de personas hambrientas en India

Neeta Lal
IPS

Chottey Lal trabaja en la construcción en Noida, una localidad del norteño estado de Uttar Pradesh, en India. Este obrero de 43 años labora 12 horas diarias, pero lo que gana apenas le alcanza para alimentar a su familia de siete integrantes. Él y su esposa Subha cumplen con los requisitos para recibir la asistencia de alimentos básicos subsidiados, que deben adquirir en un comercio local específico, si todo funciona bien. Pero eso no sucede.

“Cuando vamos a la tienda, nos echan; el dueño nos dice que se quedó sin reservas y terminamos comprando alimentos en el mercado, que es caro y no nos alcanza para alimentar a toda la familia”, relató a IPS.

“Todo el mundo sabe que el comerciante vende los granos en el mercado negro. ¿Pero qué podemos hacer nosotros que somos pobres? Nos quejamos en la policía, pero no se han tomado medidas en su contra”, explicó Lal a IPS.

Savirti, de 50 años, y Kamla, de 39, también viven una situación terrible. Ambas son viudas y viven con sus hijos casados. Pero tuvieron que dedicarse a mendigar, porque los ingresos de la familia y las raciones de granos que reciben en las tiendas de precios justos no alcanzan para todos.

La corrupción que agobia al sistema público de distribución de alimentos impide que millones de personas pobres reciban los granos que les corresponden de acuerdo a la Ley Nacional de Seguridad Alimentaria.

El sistema, compuesto por 60.000 comercios de precio justo, en este país de 1.200 millones de habitantes, suministra arroz, trigo, azúcar y queroseno a un precio inferior al del mercado.

El sistema procura ayudar a dos tercios de la población, con la entrega mensual de 35 kilogramos de granos subsidiados por persona, a un precio de entre una y tres rupias (entre 0,01 y 0,04 dólares) el kilogramo.

Sin embargo, solo 11 estados y territorios de la Unión implementaron la ley, aprobada por el parlamento en septiembre de 2013, mientras está pendiente en los 25 restantes.

Para peor, encuestas nacionales han revelado cómo comerciantes inescrupulosos (Qué palabra. ¡¡¡Corruptos!!! o criminales, pues cometen crímenes) desvían millones de toneladas de granos del sistema de distribución.

Los productos se terminan vendiendo en los mercados con un gran rendimiento o se exportan ilegalmente, en connivencia con funcionarios corruptos de la estatal Corporación de Alimentación de India. La mayor parte de los alimentos terminan en países vecinos como Nepal, Birmania (Myanmar), Bangladesh y Singapur.

Un estudio realizado por el gobierno el estado de Uttar Pradesh, donde vive Lal y su familia, concluyó que la superposición de agencias, la mala coordinación y la falta de responsabilidad administrativa se combinan en perjuicio del mecanismo de distribución.

El comité del juez D.P. Wadhwa, encargado por la Corte Suprema de India de supervisar sus órdenes en un caso de litigio de interés público sobre el derecho a la alimentación, emitió hace poco una dura crítica contra el sistema de distribución de alimentos.

Al investigar irregularidades en la cadena de distribución, el comité reveló que 80 por ciento de la corrupción ocurre antes de que los alimentos lleguen a las tiendas de venta al público.

Y peor aún, casi 60 por ciento de los alimentos que se distribuyen a través del sistema público o se pudren o se malversan en el camino.

“Lo que llega a los beneficiarios pobres ni siquiera suele estar en condiciones para el consumo”, explicó el especialista Devinder Sharma, quien dirige el Foro de Biotecnología y Seguridad Alimentaria, con sede en Nueva Delhi.

El creciente y sistémico abuso en la cadena de suministro de alimentos es un mal augurio para un país como India, con 194,6 millones de personas subalimentadas, el mayor número en todo el mundo, según un informe anual de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El informe remarca que ese número representa a 15 por ciento de la población del país, superando a China en cifras absolutas y en la proporción de personas subalimentadas.

“El mayor crecimiento económico no se ha traducido plenamente en un aumento del consumo de alimentos, y menos aún en una mejora de las dietas”, señala una parte dedicada a India del informe “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, 2015”, de la FAO.

Esa realidad, añade, “podría indicar que las personas pobres afectadas por el hambre no han conseguido beneficiarse del crecimiento general”.

Cerca de 1,3 millones de niñas y niños mueren al día en India por malnutrición, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La prevalencia de niños de bajo peso está entre las mayores del mundo, y es casi el doble de África subsahariana, lo que perjudica la morbilidad, la mortalidad, la productividad y el crecimiento económico, señala la OMS.

El Comité Shanta Kumar, encargado de revisar el sistema de distribución de alimentos, entregó a principios de este año un informe al primer ministro, Narendra Modi, en el que recomienda desarmar de forma gradual el programa y comenzar con la transferencia de dinero en efectivo.

La nueva propuesta, según el comité, permitirá disminuir de forma progresiva la dependencia de las personas más pobres en los comercios de alimentos subsidiados.

Lo graneros de India rebozan cada año de excelentes cosechas de trigo y arroz, pero los granos se roban desaparecen por culpa de intermediarios o se pudren bajo la lluvia, mientras millones de personas padecen hambre.

El gobierno también incurre en enormes gastos en los granos que suministra al sistema.

La pérdida de cereales a través del sistema de distribución de alimentos se eleva a 48 por ciento, según la encuesta, y las reservas que guarda suelen estar muy por debajo de los requisitos, lo que genera grandes costos de manutención.

Actualmente, alrededor de 23 por ciento de la población de India vive con menos de 1,25 dólares al día, el monto que mide oficialmente la pobreza.

Un ingreso que el Banco de Desarrollo Asiático considera inadecuado como medidor, que sugiere que se eleve a 1,51 dólares, lo que refleja mejor el monto necesario para mantener a una persona con un estándar mínimo de existencia.

Independientemente de cómo se mida la pobreza, está claro que en este país hay millones de personas que pasan hambre a diario. De hecho, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, las personas pobres aumentan año a año.

Para el especialista Ravi Khetrapal, alertó en diálogo con IPS que “si los pobres no acceden a la red de alimentos, morirán de hambre”.

La respuesta no es desmantelar el sistema, sino reformarlo, erradicar la corrupción y hacerlo más efectivo, sostuvo.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2015/07/corrupcion-deja-a-millones-de-personas-hambrientas-en-india/