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jueves, 9 de mayo de 2024

En memoria de la victoria aliada sobre la Alemania nazi, la toma de Berlín.

Fuentes: Rebelión


Hace 79 años, el 8 de mayo, finalizó la Segunda Guerra Mundial. Múltiples fueron las causas y graves sus consecuencias, algunas de ellas todavía permanecen. Destrucción, sufrimiento y muerte; el 9 de Mayo se celebra el Día de Europa. 
 Tras el suicidio de Adolf Hitler, que no pudo soportar que los soviéticos estuvieran a escasos metros del Bunker, la rendición alemana estaba cantada. El Acta de rendición militar se firmó en el Cuartel General de Eisenhower, Comandante Supremo Aliado en Europa, el 7 de mayo. La rendición incondicional se produjo el 8 a las 22,43 (hora de Europa), ante el Mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo. El 9 de mayo de 1945 se produjo la derrota de la Alemania nazi por la Unión Soviética y los Aliados.

En la madrugada del 30 de abril de 1945, Hitler se suicidó y Berlín fue tomada por las tropas soviéticas. La guerra en el Pacifico terminó en agosto, poco después de que los Estados Unidos lanzaran las bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Murieron en el acto ciento veinte mil personas. Como consecuencia de todo, EEUU y la URSS surgieron como las superpotencias que iban a dominar el mundo. La guerra fría, el inicio de la era atómica, la descolonización, y la creación de organismos internacionales como la ONU o las Comisiones Europeas, fueron otras de sus consecuencias. Para España representó el aislamiento internacional, la represión política en el interior y la depresión económica.

El antiguo Tercer Reich fue dividido. Prusia Oriental fue repartida entre Polonia y la URSS, mientras que las regiones germanas de Pomerania y Silesia, fueron transferidas a Polonia según lo pactado por Reino Unido, Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia en los Acuerdos de Potsdam. El resto de Alemania, excluyendo Berlín, quedaba dividido en cuatro zonas militares de ocupación. En 1949, las tres zonas ocupadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se convirtieron en la Alemania Occidental (República Federal de Alemania), y ese mismo año, la zona de ocupación soviética, Alemania Oriental se convirtió en la República Democrática Alemana.

La ciudad de Berlín, había quedado dividida en cuatro zonas, permaneciendo bajo ocupación militar, hasta el 12 de septiembre de 1990, por el Tratado sobre el Acuerdo Final Con Respecto a Alemania, firmado por las cuatro potencias y los dos gobiernos alemanes. Fue el tratado final de paz y la restauración de la plena soberanía alemana, tras acordarse el fin de la ocupación extranjera. La reunificación alemana se produjo el 3 de octubre y el país reunificado obtuvo la soberanía el 15 de marzo de 1991.

Han pasado setenta y nueve años y algunas de sus consecuencias todavía se dejan sentir o están presentes en el desarrollo de las relaciones internacionales. La Segunda Guerra Mundial ha quedado marcada como uno de los conflictos más destructivos en la historia del mundo, aunque parece que se olvidan sus consecuencias. Desde entonces el mundo no ha dejado de guerrear. Parece que la guerra es el sino de la humanidad. Estamos viendo a personas tras alambres de espino y no es Auschwitz ni Mauthausen, es Europa hoy, que impide que los que huyen de las guerras lleguen a su territorio. Tienen que terminarse estas sistuaciones por decencia y dignidad.

En la Cumbre de Milán de 1985 los Jefes de Estado y de Gobierno decidieron celebrar el 9 de mayo como el Día de Europa: La paz mundial sólo puede salvaguardarse mediante esfuerzos creadores proporcionados a los peligros que la amenazan, decía Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores, el 9 de mayo de 1950, en la llamada Declaración de Schuman. Se establecían los cimientos de una federación europea indispensable para el mantenimiento de la paz. Una institución europea supranacional, se encargaría de administrar las materias primas –el carbón y el acero–, que en aquella época eran la base de toda potencia militar y columna vertebral de la guerra. Europa acababa de salir de la Segunda Guerra Mundial, aquel espantoso conflicto bélico, que había dejado tras de sí ruinas humanas, materiales y morales.

El Consejo de Ministros de España acordó instaurar el 5 de mayo como «Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y en otros campos y a todas las víctimas del nazismo de España». De los más de 7.500 españoles, la mayoría republicanos exiliados, 5.117 fallecieron en los campos de concentración nazis. Con la instauración de este día, el Gobierno pretendía honra la memoria de estos españoles y reconoce que representan una parte fundamental de nuestra historia democrática por su ejemplo insuperable de sacrificio y lucha por la democracia y la libertad.

Todas las fuerzas bajo el mando alemán, recibieron la orden de cesar las operaciones activas a las 23:01 horas –hora de Europa Central–, el 8 de mayo de 1945. El Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas, el general Alfred Jodl, firmaba el acta de rendición incondicional, que ponía fin a la Guerra y al predominio del nazismo en Europa. Quedaba odio y rencor. Tendrían que pasar setenta y nueve años para ver como esa ideología criminal vuelven a tomar auge en la Europa unida.

Naciones Unidas declaró que los días 8 y 9 de mayo, son una ocasión propicia para el recuerdo y la reconciliación y rendir homenaje a todas las víctimas de la Guerra Mundial, exhortando a los Estados Miembros a hacer todo lo posible para resolver las controversias por medios pacíficos, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y sin poner en peligro la paz y la seguridad mundial. Todo fue en vano. Se desató la guerra fría y los conflictos entre naciones siguieron resolviéndose por medios violentos; y las guerras son tan cotidianas, que poco sorprenden y pocas conciencias agitan.

En 1950, cinco años después de finalizar la Guerra Mundial, las naciones europeas todavía luchaban para superar sus estragos. España estaba gobernada por el fascismo ganador de la guerra del 36, por lo que los estragos siguieron hasta pasados algunos años después de la muerte del dictador. Los gobiernos europeos llegaron a la conclusión de que, poniendo en común la producción de carbón y acero. La fusión de los intereses económicos contribuiría a aumentar el nivel de vida y constituiría el primer paso hacia una Europa unida. A España, por su régimen fascista, no se le admitió formar parte de los conciertos europeos y el Estado de Bienestar no llegó a tiempo. Cuando pudimos intuirlo, las políticas neoliberales europeas hicieron que se rebajaran las expectativas.
 
La Guerra en España (1936-1939), sirvió de campo de pruebas para Alemania e Italia. Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, organizó un nuevo ejército y puso a prueba el nuevo armamento y las nuevas tácticas guerreras. Hitler y Mussolini, entregaron (vendieron) material de guerra a Franco y enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español contra el gobierno republicano. Las otras potencias, encabezadas por Francia y apoyada por Reino Unido, se abstuvieron de intervenir, desarrollando su política de «No intervención», porque la guerra de España venía a complicar el juego estratégico que se desencadenaba en Europa. El nazismo y el fascismo, quedaron derrotados en Europa, pero en España, todavía los estuvimos sufriendo durante mucho tiempo. Ahora han vuelto a adquirir protagonismo.

La UE lleva a cabo una política que poco se parece a los sueños que tuvieron los fundadores de la idea y es necesario un cambio. Los mitos de la vieja Europa, ya no sirven, es necesario un nuevo impulso que de la voz a la ciudadanía contra el aparato burocrático y neoliberal que copa las instituciones. La UE reduce derechos laborales y políticas sociales, para competir a la baja en un mercado globalizado, mientras recrudece su agresiva política comercial exterior. Poniendo como excusa la seguridad y la lucha contra el terrorismo, se recortan derechos y libertades, los que supuestamente los terroristas quieren destruir. Europa se presentaba como un marco natural de desarrollo político y económico y una referencia para profundizar en la democracia incipiente, para responder a los retos y necesidades por la defensa de los Derechos Humanos, el respeto a la Tierra y a la dignidad de las personas por encima de intereses políticos y económicos. Pero no han soplado los vientos hacia esas latitudes. A Europa le sangran las fronteras y le brotan las alambradas. La Unión Europea es responsable de muchos de los males y calamidades que sufren los refugiados levantando muros, instalando centros de internamiento masivo y recortando derechos y libertades a nativos y migrantes. En estos momentos sigue apoyando la política del estado genocida de Israel.

Cuando la austeridad se convierte en la única opción político-económica de unas instituciones alejadas de los intereses de la ciudadanía, la UE se vuelve un problema para las mayorías sociales, por lo que construir una Europa diferente se vuelve urgente. Fue un proyecto levantado sobre sólidos principios de democracia, solidaridad y defensa de los Derechos Humanos. Todo hay que recuperarlo.

Hoy, el fascismo y el nazismo, estas ideologías criminales vuelven a tomar auge en Europa. En España las derechas reaccionarias ocupan parte de las instituciones. No permitamos que el 9 de junio, ganen las elecciones europeas y sean mayoría en el Parlamento Europeo ni en ninguna otra institución.