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martes, 17 de mayo de 2022

_- Terraplanismo económico y triles de José Carlos Díez para defender a las eléctricas

_- José Carlos Díez es un economista bastante conocido gracias a sus habituales intervenciones en los medios de comunicación, en donde ya ha dado muestras inequívocas de su falta de independencia y servilismo o de su profunda ignorancia.

A diferencia de lo que me ocurre con otros economistas, como pueden ser Daniel Lacalle o Juan Ramón Rallo, por poner solo dos ejemplos con los que tengo grandes diferencias teóricas pero una relación de gran cordialidad y respeto, con Díez no me hablo desde hace tiempo. Es faltón, mal educado y muy desagradable en su trato así que procuro mantenerme alejado de él.

Sin embargo, no me ha quedado más remedio que ocuparme en varias ocasiones de algunas de sus afirmaciones porque son claramente falsas e incluso diría que peligrosas para la economía española, puesto que suele recurrir a la mentira y la manipulación para combatir a quienes, por razones que lógicamente yo desconozco, pone en su punto de mira.

En 2015, el ayuntamiento de Barcelona dirigido por Ada Colau decidió crear una moneda local. Para criticar el proyecto, Díez escribió en el diario El País un artículo lleno de datos falsos y argumentos equivocados que hubieran significado un suspenso para un estudiante de primero de carrera. Tan lamentables eran los errores de Díez que tituló su artículo Ley de Gresham y en su desarrollo confundía lo que esta dice. Señalé todos ellos y sus argumentos manipulados con detalle en un artículo publicado en este mismo diario con el título Economistas que pierden el norte atacando a Podemos.

En plena pandemia, tuve que escribir de nuevo (No hagan caso a José Carlos Díez: Recortar ahora el gasto es suicida) para poner de relieve un nuevo y peligroso error. Estaba proponiendo nada más y nada menos que el gobierno recortara el gasto. ¿Se imaginan ustedes lo que hubiera ocurrido con miles de empresas y con el conjunto de la economía española si el gobierno le hubiera hecho caso?

Han sido tantos los economistas y organismos internacionales que reclamaban entonces justo lo contrario de esa propuesta suicida de Díez que no necesito ahora abundar en argumentos para mostrar su insensatez.

Últimamente, también por razones últimas que yo desconozco, Díez se viene dedicando a difundir mensajes tratando de mostrar que las empresas eléctricas, e Iberdrola en particular, no disfrutan de los llamados en toda Europa «beneficios caídos del cielo». Y lo vuelve a hacer con su prepotencia y feo estilo de siempre.

Hace unos días escribía en su cuenta de Twitter los siguientes mensajes:

«Margen bruto Iberdrola España primer trimestre un 19% menos que primer trimestre de 2021. Cuidado con los que te cuentan que las eléctricas tienen beneficios caídos del cielo. O no tienen ni idea de este negocio o te quieren engañar para conseguir algo».

«Los beneficios de los eléctricas se han desplomado en el primer trimestre un 30% y sigue confundiendo a la gente con la milonga de los beneficios caídos del cielo?»

No se puede mostrar de una forma más obvia que uno se ha convertido en un auténtico terraplanista de la economía y en un tramposo.

Yo creo que, a estas alturas, la naturaleza de esos llamados «beneficios caídos del cielo» en el sector eléctrico es bien conocida, pero la recordaré brevemente.

Es el resultado inevitable de la existencia de un sistema marginalista de fijación de las tarifas eléctricas que implica que el precio de todas las fuentes de producción de luz es el de la más cara en cada momento. Como todas las demás venden la suya (más barata) a precio más elevado se dice que le caen beneficios del cielo. Es una metáfora para decir que percibirán ingresos por encima de su coste de producción y que no recibirían de existir otro sistema de tarifa.

¿Por qué digo que José Carlos Díez es un terraplanista económico cuando niega la existencia de los «beneficios caídos del cielo» en el sector eléctrico? Porque es inevitable, materialmente inevitable que existan en cualquier mercado en donde los precios se fijen según un criterio marginalista y que tenga las características del eléctrico.

Verán ustedes. En realidad, el mecanismo marginalista de fijación del precio funciona con mayor o menor intensidad en todos los mercados: si se quiere satisfacer toda la demanda, debe pagarse lo que cueste producir la última unidad que se produzca para ello y esta es lógicamente la más cara. De hecho, que el precio sea igual al coste marginal, es decir al coste de la última unidad producida, es la condición para que los mercados sean eficientes y las empresas maximicen su beneficios. Aunque en principio, eso sí, los «beneficios caídos del cielo» no tienen por qué aparecer siempre.

¿Cuándo aparecen? Cuando los distintos productores tienen diferentes costes de producción o productividad y cuando no se puede distinguir en qué fuente se ha producido cada unidad de las que se ofrecen al mercado. Justo lo que ocurre en el mercado eléctrico (aunque esto último lo dejo en el aire porque su inevitabilidad podría ser objeto de debate).

En esas condiciones, como el precio necesariamente debe cubrir la unidad de producción más cara, las demás reciben el sobreprecio. Es lo que los economistas llamamos una «renta económica» o «excedente del productor». Y a la cual, por cierto, se pueden añadir o no otros beneficios extraordinarios según que en el sector haya más o menos competencia. Si la hay plenamente, no los habrá y si predomina la concentración será muy elevados.

Negar la existencia de renta económica en el sector eléctrico con sistema marginalista es, por lo tanto, ser un auténtico terraplanista económico. Y hacerlo con los argumentos que utiliza Díez equivale, para colmo, a convertirse en un trilero para confundir a la gente. Por varias razones, unas más elementales que otras.

Por un lado, porque hace trampa y mezcla (como hacen los trileros en la calle) el concepto de beneficio contable con el término de «beneficio caído del cielo» que, como he dicho, es una metáfora referida a una renta. Y el hecho de disfrutar de una renta (el «beneficio caído del cielo») no implica necesariamente que haya beneficio contable como el de Iberdrola que menciona Díez. Además, es otra trampa utilizar los resultados de un trimestre como referencia para pronunciarse sobre los que pueda haber o no estructuralmente. Y porque la caída del margen respecto al año anterior tampoco es significativa, pues hay que considerar periodos más largos y valores absolutos de beneficios.

Por otro, se engaña a la gente ofreciendo esos datos para hacerle creer que las grandes eléctricas -como Iberdrola- están en pérdidas con los precios de la luz por las nubes cuando es sabido que tienen una posición de gran poder en el mercado y en los diferentes subsectores que les permite manipular costes e ingresos.

Lo mismo que Iberdrola puede acomodar su producción para colocarla en el momento en que más beneficio le produce, también puede jugar -como las demás eléctricas dominantes del mercado- con precios y cantidades para obtener los ingresos e imputar los costes donde y cuándo más les conviene, teniendo en cuenta que ocupan posiciones no solo en la fase de producción y no solo en una fuente de generación.

Se puede discutir si es necesario o no que el precio de la luz se fije con un sistema marginalista, o si es inevitable o deseable que la renta económica que se genera en el sector eléctrico se la apropien las empresas o si el Estado puede recuperarlas en todo o en parte, pero no se puede negar que exista. Y puede argumentarse que, a pesar de su existencia, haya empresas que no obtengan beneficios extraordinarios o incluso que sufrieran pérdidas (por razones que tendrían que ser ajenas a la existencia de esa renta o «beneficio caído del cielo»). Pero es un engaño hacerlo con los argumentos (si es que merecen ese nombre) que utiliza José Carlos Díez. Para saber qué ocurre de verdad con las rentas, los costes, los ingresos y los resultados de las eléctricas haría falta que se sometieran a auditorías independientes. Justamente lo que no se ha hecho a pesar de que todos los partidos, menos el PP, han manifestado en alguna ocasión que están a favor de que se realicen.

O Díez desconoce estas cosas tan elementales, como también desconocía la ley de Gresham y otras cuestiones básicas sobre dinero y las finanzas y es, entonces, un pésimo economista; o las conoce perfectamente y las manipula, siendo -en ese caso- una malísima persona.

https://juantorreslopez.com/terraplanismo-economico-y-triles-de-jose-carlos-diez-para-defender-a-las-electricas/

domingo, 22 de septiembre de 2013

Hasta 60 millones de euros de multa para quienes se autoabastezcan de electricidad sin pagar a Iberdrola.

La nueva reforma energética del Gobierno tendrá muchos efectos colaterales. Entre ellos la de crear un nuevo colectivo de forajidos: los “delincuentes solares”. Así se desprende del Real Decreto (RD) sobre autoconsumo y producción con autoconsumo hecho público. En el mismo, quien tenga una placa solar en su tejado o cualquier otro sistema de producción de electricidad renovable propio deberá registrarse para empezar a pagar el nuevo “peaje de respaldo” (término acuñado por Iberdrola). Quien no lo haga podrá ser sancionado hasta con 60 millones de euros.

Es evidente la desproporción de la medida y solo puede responder a la exigencia de las grandes compañías eléctricas, con Iberdrola a la cabeza (#Tepillamosiberdrola). La intención es cortar de raíz cualquier posibilidad de autonomía energética de los consumidores, lo que iría en contra de los intereses económicos de Iberdrola y del resto de compañías de UNESA. Ya solo faltaría que cada vez más ciudadanos se pusieran a generar su propia electricidad en casa (que ahora es más barata) y dejarán de consumir la que procede de las centrales térmicas de gas, carbón o nucleares de estas grandes empresas. ¡Qué osadía!

Este RD tendrá consecuencias. La primera: muchas personas directamente quitarán las placas solares de sus tejados. Aunque también, tendrá el efecto contrario: hará que otros decidan no cumplir la norma y pasarán a ser considerados como delincuentes solares. A pesar de que el sol pertenece a todos, España pasará a ser el primer país del mundo donde éste no pueda usarse libremente. Y esto gracias a Iberdrola y a UNESA. Pero lo peor es que ha sido ratificado mediante texto legal por nuestro Gobierno.

Por desgracia el RD sobre autoconsumo no es el único que pretende terminar con el futuro renovable y sostenible de nuestro país. En dos semanas el Gobierno, vía la Comisión Nacional de Energía, ha remitido 14 textos normativos que quieren ser la reforma energética “definitiva”. En un ejercicio de falta de transparencia y participación pretenden que ciudadanos y consumidores aceptemos un despropósito de tal calibre. De ser finalmente validadas estas normas y leyes, nos harán retroceder al vagón de cola en cuestiones de energía. Por eso, Greenpeace y el resto de organizaciones ecologistas han hecho saber al Gobierno su rechazo frontal a la reforma. Desde Greenpeace vamos a seguir trabajando para devolver a España a la senda que lideró, y que ahora es seguida por países como Alemania o Dinamarca. Esto es, alcanzar un sistema energético eficiente, inteligente y 100% renovable lo antes posible.

Julio Barea @juliobarea, responsable de la campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace. Fuente: ECOagricultor el 3 agosto, 2013 en Blog, Medio Ambiente .

sábado, 1 de septiembre de 2012

Las eléctricas, los gobiernos y el pueblo que no hace más que pagar.

Cuentan que si te han explicado el sector eléctrico y lo has entendido es que no te lo han explicado bien. Bajo una maraña regulatoria que suele caer del lado de las eléctricas, los consumidores españoles han contraído durante más de una década una deuda con las empresas de 24.000 millones de euros (más de 500 euros por habitante). Es el desfase entre los costes reconocidos al sistema eléctrico y el precio de la electricidad que fijaba el Gobierno. La bola, que creció sin que el Ejecutivo del PSOE se decidiera a atajarla, ha alcanzado tal nivel y voracidad que engulle todo lo que le toca...

 Cualquier cambio, por incomprensible que sea, enfrenta a un sector enormemente poderoso. Son las eléctricas tradicionales (Endesa, Iberdrola, Gas Natural) contra las renovables (Acciona, ACS, Abengoa y muchos fondos de inversión y sus correspondientes embajadas).

 En el punto de mira no solo están las renovables, sino también las hidráulicas y las nucleares. La Comisión Europea, que vigila el proceso, ha advertido que reciben una "compensación excesiva" y ha cargado contra las subvenciones a las minas del carbón. Un recorte a la hidráulica daña a Ibedrola y uno al carbón afecta a Endesa.

 Aunque proliferan las acusaciones de conflicto de intereses la última es que el hermano de Montoro asesora a las renovables, la puerta giratoria entre la empresa y la política va tan rápido que quedarían pocos partidos libres de sospecha. Felipe González está en Gas Natural, Elena Salgado en Endesa, Pedro Solbes en Enel y José Borrell en Abengoa. Aznar es consejero de Endesa (donde se sentaba junto al ministro de Economía, Luis de Guindos) y Acebes está en Iberdrola. Leer más en El Pais. ¿Están claras las razones de por qué España tiene la electricidad más cara de la UE, si exceptuamos a Malta y Chipre?