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martes, 14 de mayo de 2019

_- Carta abierta de un cabo del Ejército a Santiago Abascal

_- Jenner López Escudero

Rebelión

En primer lugar permíteme que te tutee, después de compartir nuestro tiempo en distintos eventos y conocernos en persona no creo que te moleste, cosa que ya te adelanto que por tu giro radical respecto a nuestro drama no volverá a repetirse si continuas por esa senda. Te escribo para mostrarte mi desilusión por los fichajes realizados por tu Partido Político (VOX) de Generales por distintos motivos que ahora mismo te enunciare.

Los que ponéis el grito en el cielo por los “chiringuitos” y habláis continuamente de cerrarlos a cal y canto engordáis ahora vuestras listas con generales que utilizaban su posición para fletar aviones militares Hércules llenos de camareros para uso y disfrute, ni que decir tiene que fue fuera del ejercicio del mando, y por lo que jamás fue sancionado a pesar de haber cometido una falta gravísima, por la utilización de medios del Estado de manera totalmente arbitraria.

Los que en teoría sois los defensores de la Constitución española metéis en vuestras filas a “valientes generales” por llamarlos de alguna manera firmantes de un Manifiesto Franquista totalmente contrario a nuestra Carta Magna. Te preguntarás por qué lo de valientes generales entrecomillado, ya te lo explico yo, valientes de ningún tipo al esperar a estar retirados para hacer esas declaraciones totalmente contrarias a los valores militares y que no tuvieron el valor de hacerlas estando en activo, tal y como lo hicimos algunos pertenecientes a la escala de tropa y marinería sin necesidad de estar jubilados firmando un contramanifiesto al anterior, declarando así nuestra más sincera repulsa a algo que no nos representaba y firmando así nuestro compromiso una vez más con el cumplimiento de la Constitución española y unos más que demostrados, esta vez sí por nuestra parte, valores militares en defensa de la democracia, motivo por el cual nosotros sí hemos sido sancionados, cosa que da que pensar respecto a la neutralidad política por parte del cuerpo jurídico militar.

Han sido tus “valientes generales” los partícipes junto a los gobiernos de turno de inundar nuestras unidades de empresas privadas, esas empresas privadas que para tener más margen de beneficio dan de comer fideua con gusanos a los soldados, esas empresas privadas que acuden sin material antincendios a las reparaciones de soldadura de nuestros buques incendiándolos a su paso, teniendo que ser nuestros marinos quien sofocaran el fuego en el buque Juan Carlos I de la armada española. Para tu información, a ninguna de esas empresas privadas se les impone límite de edad alguno, límite de edad por el que los verdaderos cocineros de las fuerzas armadas y los marinos que extinguen incendios producidos por otros son enviados a la cola del paro.

Haciendo mención al artículo 8 de la Constitución española que dice:

Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.

Sabiendo la preocupación que muestras públicamente ante el temor de “invasiones” y la debilidad de nuestras fronteras, una vez más me reafirmo en que son tus “valientes generales” los que ponen en riesgo nuestra seguridad nacional al permitir que empresas privadas, sin límite de edad alguno impuesto a sus empleados para ejercer sus funciones, sean quienes cubran los puestos fronterizos que soldados como yo en el año 1998 desempeñábamos con suma profesionalidad y orgullo.

Señalando de nuevo esa Constitución española que tanto te gusta nombrar y que todos los militares tenemos el derecho y el deber de defender te pongo en conocimiento el artículo 14 que dice:

Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

O el artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que dice:

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna, tal como raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Si, esos a los que llamas “héroes de guerra” son conocedores y por lo tanto culpables de no cumplir la Constitución Española, de no cumplir la Declaración Universal de Derechos Humanos, de no cumplir la ley 08/2006 de Tropa y Marinería, y tú junto a tu partido político, desde que decidiste contar con ellos olvidándote de los soldados te has hecho participe de ello, por lo que de regeneración política nada de nada.

Por darle otra vuelta de tuerca a nuestras fronteras te agradecería que dejarais de nombrar con tanto desprecio al islam, o que por otro lado dejarais de cantar El novio de la muerte en vuestros mítines, ya que resulta algo incongruente, nuestros gloriosos tercios de la legión, nuestro gloriosos regulares y cientos de unidades repartidas por toda nuestra geografía nacional cuentan en sus filas con numerosos hermanos de armas que haciendo uso de su derecho legítimo a la hora de elegir religión son musulmanes, y todos sus hermanos de armas estamos orgullosos de tenerlos a nuestro lado portando en su brazo izquierdo nuestra enseña nacional.

Muestro mi más sincera decepción hacia un partido que se hace llamar demócrata, constitucionalista y defensor de sus fuerzas armadas, y por tanto por tu persona, al tratar como ciudadanos de segunda a los miles de soldados que hace un año decíais defender, expresado así en vuestras “antiguas” 100 medidas citando “terminar con la temporalidad de la tropa y marinería”, haciendo alusión a esto en publicaciones vuestro Facebook de Vox España cuando decíais que la Ley de Tropa era anticonstitucional y discriminatoria, o mostrando vuestro apoyo total en la página de Vox Madrid, medidas que varían el rumbo hacia las posturas ya expresadas por las formaciones políticas a las que vosotros señaláis de traidoras y cobardes. Hablamos ni más ni menos de lo contemplado en la Ley 08/2006 de Tropa y Marinería en los artículos 20 y 21, mandatos legislativos que los generales, esos que incluyes en tus listas electorales, han demostrado su poca capacidad, por no decir nula, de gestión para hacerlos cumplir de una manera eficiente y ventajosa para el país.

Sangrantes tus declaraciones, podría decirte que hasta sintiéndolo como una traición, tienes la gallardía de proponer el retorno de la “mili obligatoria”, esa camiseta que luces del Ejército español a miles de soldados enviados al paro nos cuesta a diario honrarla sin tener que pedírsela a nadie o comprarla en el Ranger. Me imagino que de todo esto has sido aconsejado, nuevamente, por tus “fichajes de última hora”. Fichajes que en su día como responsables de la enseñanza militar, no supieron siquiera procurarse una titulación homologada de carácter oficial, y ahora propones una involución en un ejército profesional, para tus nuevos compañeros de partido, nueve meses de gasto baldío que recuerdo fue tu mentor el que elimino.

La creación de una segunda actividad en las fuerzas armadas, como así tiene nuestra Policía Nacional y nuestra Guardia Civil es algo totalmente viable, y ahorraría miles de millones a las arcas del Estado eliminando la externalización de lo público y por consiguiente que fueran los soldados los que ocuparan esos puestos que han cubierto durante más de dos décadas, puestos de los que se les expulsa por una edad que no se impone a las Empresas Privadas que actualmente los ocupan, empresas que pondría la mano en el fuego a que detrás de ellas pudiera estar alguno de los integrantes de tu partido y de las que supuestamente se han estado beneficiando los generales ya sea de manera económica o terminando en sus listas de asesores.

Generales que sin tener puesto alguno siguen estando en situación de reserva a pesar de su avanzada edad, a pesar de suponer esto a las arcas del estado la friolera de 567 millones de euros al año mientras los soldados a pesar de pasar más convocatorias en su vida que un ministro no pueden ni acceder a la condición de permanentes aun sacando un 8 en la nota del examen, todo ello gestionado de una manera claramente lamentable a la vez que corporativista por un ministerio de Defensa liderado por tus “héroes de guerra” que dice no tener plazas para todos. Son un 64 % de oficiales y oficiales generales los que disfrutan de un sueldo íntegro sin tener oficio ni beneficio. Deberías de empezar a decir menos eso de que vas a cerrar chiringuitos visto lo visto.

Importante hacer un ejercicio de memoria, recordando las relaciones comerciales de dudosa ética que han tenido algunos generales con la empresa privada, el histórico de tus generales es amplio y ofrecen pocas garantías sobre su honestidad y lealtad, cuando no hay dinero de por medio. Por no nombrar los 3.200 millones de euros que se reparten anualmente 280 generales.

Es indignante como al ver que no has conseguido beneficiarte de un colectivo que no sale a las calles a protestar por miedo a las represalias de los propios oficiales que ahora forman parte de tu formación, al más puro estilo de Pimpinela te des media vuelta y de la noche a la mañana los abandonas totalmente.

Una vez me dijo un oficial que la única diferencia entre un general y un cabo primero es que el general supera una oposición y tan solo tiene que dejar pasar el tiempo, mientras un cabo primero llega a superar incluso cuatro, por lo que creo que mis cabos primeros merecen más respeto del que tu formación les está mostrando.

Esos a los que llamas “héroes de guerra” no son más que oficiales ascendidos “por el método de elección” por los gobiernos que tanto criticas, es decir, a dedocracia, método que parece gustarte viendo como resuelves con tu particular democracia las primarias de tu formación.

Los verdaderos “héroes de guerra” son los 67 integrantes de la escala de tropa y marinería caídos en misiones internacionales, la misma escala de la que tus generales se valieron para alcanzar sus metas personales, haciendo valer el discurso de disciplina, obediencia y sacrificio, olvidando la de la lealtad que estos le mostraron y por la que dieron su vida por España, no por ellos. Así que como entenderás, actualmente tu formación no merece consideración alguna,

Puede que este cabo temporal entienda poco o nada de política, pero te aseguro que de lo que si entiendo después de tres años como alumno del Instituto Politécnico del Ejército y 24 años más de servicio en las fuerzas armadas es de LEALTAD.

Espero que no te sienten mal mis palabras y que te hagan reflexionar un poco al menos.

Viva España y nos vemos en las urnas que es donde no nos podéis negar audiencia.

Jenner López Escudero, es cabo temporal y presidente de #45SinDespidos.

domingo, 26 de junio de 2016

El mundo debe dar gracias a Reino Unido. Los británicos nos han demostrado que la política no es, o no debería ser, un juego frívolo.

“Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, dijo Churchill sobre el sacrificio de los aviadores de la RAF en la segunda guerra mundial. Podemos decir lo mismo hoy del sacrificio que ha hecho Reino Unido por la humanidad.

El consenso casi total en el mundo es que al votar en el referéndum del jueves a favor de la salida de la Unión Europea los británicos (o, mejor dicho, los ingleses) cometieron un error incomprensible, demencial y de épicas proporciones. Tras conocerse el resultado, las caras pálidas, los tonos de voz entrecortados e incluso las palabras asombrosamente sobrias —no victoriosas— de los dirigentes conservadores de la campaña por el Brexit dieron la impresión de que se habían despertado la mañana después de una noche de alcohol y desenfreno preguntándose: “¡Dios mío! ¿Qué hemos hecho?”.

Malo esto para Reino Unido, pero bueno para todos los demás. Los británicos se encuentran de repente en una crisis económica y política sin precedentes, tan gratuita como innecesaria, y de la que solo se pueden culpar ellos mismos. Como consecuencia, la democracia parlamentaria más antigua ha dado al mundo una lección de un incalculable valor, una lección en cómo no se deben hacer las cosas en un país que aspira a la cordura y la prosperidad.

Lo que nos ha demostrado Reino Unido es que la política no es, o no debería ser, un juego frívolo; que los líderes demagogos que para alimentar su vanidad y sus ansias de poder alientan la noción de que la sabiduría de las masas es la máxima virtud de la democracia deben ser escuchados con cautela; que las decisiones de Estado son todas debatibles pero exigen que aquellos que las tomen posean un mínimo de responsabilidad cívica y un mínimo conocimiento de cómo funciona el Estado; que cuando los políticos que gobiernan o aspiran a gobernar opinan por ejemplo sobre la economía, sepan de lo que hablen, o al menos sepan más que el grueso de la población.

En resumen, los que tienen en sus manos el poder de influir en las vidas de millones y millones de personas deben ser expertos. Los expertos fueron precisamente aquellos cuyos argumentos fueron rechazados por la mayoría británica que optó por seguir las seductoras melodías de los flautistas del Brexit, conduciéndolos, como el de Hamelín, a las cuevas del infierno.

El momento más revelador de la campaña del Brexit fue cuando una de sus principales figuras, Michael Gove, declaró: “La gente de este país está harta de los expertos”. Gove, que fue ministro de educación durante cuatro años en el gobierno de David Cameron, estaba respondiendo a las advertencias del Banco de Inglaterra, de los jefes de los sindicatos obreros, de los principales empresarios británicos, de Barack Obama y de prácticamente toda la gente informada y pensante del mundo que se expresó en contra de votar por la salida británica de la UE. Escuchen a sus corazones y a sus juicios, les decía Gove a los votantes, gente que en su gran mayoría, como la gente en todo el mundo, se interesa mucho más por el futbol, o por las telenovelas, o por los concursos de talento, o por las historias de las vidas íntimas de los famosos o, por supuesto, por sus familias y sus trabajos que por la política, un deporte minoritario vaya uno donde vaya. Esto, que tanto les cuesta aceptar a los ideólogos profesionales, no es ni bueno ni malo. Es lo que es, y lo que hay.

Y es el motivo por el cual el primer ministro Cameron pecó de una irresponsabilidad histórica y de una idiotez monumental al encomendar la decisión sobre el complejísimo tema, entendido por una ínfima fracción de la población, de si salir o permanecer en la UE era bueno o malo. Si hubiera sido fiel al principio de la democracia representativa, que los propios británicos patentaron en el siglo XVIII, hubiera dejado la decisión en las manos de los electos relativamente expertos diputados parlamentarios, más de tres cuartos de los cuales estaban a favor de la permanencia y ahora se encuentran en la surrealista tesitura de tener que obedecer el veredicto de las masas y solicitar formalmente a Bruselas la salida.

Dicen muchos de los comentaristas de élite que escriben para las élites que el Brexit es el síntoma más alarmante hasta la fecha de un fenómeno global contemporáneo “antiélites”. Se ha vuelto un tópico esto, repetido (por un columnista élite del New York Times, por ejemplo, el viernes) hasta el aburrimiento. Así explican día tras día en Estados Unidos y en Europa y en todas partes el ascenso de Donald Trump, primo hermano de los brexiters. Si tantos lo dicen algo de verdad debe tener, se supone, pero existe una explicación más sencilla de estos fenómenos, una a la que las élites opinadoras quizá se resistan por temor a ser tachadas de elitistas: que en cuestiones políticas y económicas nacionales la gente es fácilmente manipulable por los que tienen la cínica astucia de apelar a sus prejuicios y sus sentimientos más viscerales o tribales como, en el caso de los ingleses, el ancestral desdén y desconfianza que les inculcan desde la infancia hacia los deshumanizados “extranjeros”.

¿Por qué los londinenses y los escoceses, a excepción de casi todo el resto de Reino Unido, escucharon a los expertos, desoyeron a los populistas y votaron abrumadoramente a favor de la permanencia en Europa? Fácil. Porque los londinenses habitan en la ciudad más cosmopolita del mundo, conviven y trabajan con extranjeros todos los días y ven no solo que aportan mucho a la ciudad en lo económico y en lo social sino que son tan reconociblemente humanos como ellos mismos. En el caso de los escoceses, que han recibido enormes cantidades de inmigrantes en su tierra en los últimos años y que cuando son pobres son igual de pobres que los ingleses, hay una doble explicación. Una, que no se les adoctrina con sentimientos xenófobos desde una temprana edad, sino más bien todo lo contrario; y que el sistema de educación estatal en Escocia es, como el exministro Michael Gove bien sabe, muy superior al inglés. Los escoceses poseen en mayor abundancia que los ingleses las facultades mentales necesarias para saber distinguir entre los predicadores farsantes y los sinceros, entre las políticas que les convienen y las que no.

La saludable lección que el resto del mundo debe aprender del disparate en el que han caído los ingleses, entonces, es estar más alerta que nunca al populismo barato de aquellos que pretenden llegar al poder apelando a sus prejuicios y resentimientos. Con suerte, el resultado del referéndum británico, y las consecuencias desastrosas que arrastrará, hará más difícil que los votantes estadounidenses sucumban al flautista Trump, o los franceses a Marine Le Pen, del mismo modo que el apocalíptico fracaso del también disparatado proyecto chavista en Venezuela con suerte servirá de advertencia a los demás países de América Latina.

Si el mundo no aprende de estas lecciones quizá llegue el día en el que tengamos que replantearnos la idea de que la democracia es el sistema político menos malo que ha inventado la humanidad. Mi padre, que combatió en la RAF de 1939 a 1945, decía con frecuencia algo que recuerdo mucho estos días: que el mejor sistema de gobierno era la autocracia moderada por el asesinato. Siempre pensé que era una locura y que lo decía en broma. Ya no estoy tan seguro.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/26/actualidad/1466928806_545463.html