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sábado, 26 de febrero de 2022

_- ¿Cómo sabe el cerebro si alguien está siendo irónico o habla en serio?

_- Si alguna vez no has sabido interpretar si estaban bromeando contigo, siendo irónicos o por el contrario estaban lanzándote una advertencia muy seria, puedes echarle la culpa a unas neuronas muy específicas de tu cerebro.

Un grupo de neuronas situadas en la parte superior de nuestra materia gris son las encargadas de detectar los cambios de tono del lenguaje hablado, según un estudio realizado por un grupo de científicos de la Universidad de California en San Francisco.

Diferenciar tonalidades en la voz es una habilidad fundamental para que podamos interpretar claramente el significado con el que se dicen las cosas y si las intenciones de nuestros interlocutores son buenas o malas.

Y los resultados de la investigación, publicados en la revista Science, no sólo ha determinado dónde están las neuronas que detectan la entonación sino también cómo funcionan.

La entonación es fundamental para conocer el sentido del mensaje.

Los neurocientíficos sabían que había zonas de nuestra mente que procesaban los cambios de voz al hablar, conocidos como prosodia.

Este descubrimiento sitúa a las neuronas de la prosodia exactamente en el giro temporal superior de nuestro cerebro y explica cómo funcionan.

"Lo que estamos viendo aquí es que hay neuronas en el cerebro neocortex (la parte superior y más reciente del cerebro) que están procesando no sólo lo que dicen las palabras sino también cómo se dicen", explica la neurocirujana Claire Tang, quien lideró el estudio.

La habilidad del cerebro es extraordinaria porque, además de tener que interpretar el tono de los mensajes sobre la marcha, tiene que distinguirlo para cada interlocutor, señala el documento de la investigación

Por ejemplo, cada cual tiene un tono y un estilo de voz diferentes. Algunas personas tienen voces más suaves y otros realizan afirmaciones con un tono interrogativo.

El cerebro tiene que tener en cuenta todos estos factores del interlocutor para identificar la intencionalidad del mensaje.

Nuestra mente, además, no sólo debe interpretar los cambios en la voz sino qué consonantes y vocales se están pronunciando, las palabras forman y cómo esas palabras se combinan dentro de una oración. Todo en cuestión de milisegundos.

El cerebro tiene milisegundos para descifrar la intencionalidad de los mensajes.

La prosodia hablada, esos cambios en la inflexión de la voz, es una parte fundamental de la comunicación entre humanos, "casi tanto como lo es la melodía para la música", señala Tang.

En algunos idiomas, como por ejemplo en el chino mandarín, los cambios en la entonación son claves para cambiar el significado.

Pero incluso en otras lenguas que no son fundamentalmente tonales, las diferencias en el tono de voz también cambian el significado del mensaje cuando se trata de la comunicación oral.

El experimento
El estudio liderado por Claire Tang en el Laboratorio de Edward Tang, especializado en pacientes con epilepsia, se realizó con un grupo de voluntarios que aguardaban cirugía craneoencefálica.

Los electrodos se utilizaron para conocer la actividad cerebral ante diferentes estímulos.

Los pacientes tenían electrodos de alta intensidad en la parte superior de la corteza cerebral, donde se conoce por estudios anteriores que el lenguaje juega un papel importante.

Después, se reprodujeron cuatro frases grabadas con tres voces diferentes.

Cada oración se diseñó para que tuviese el mismo tipo de construcción y longitud pero que pudiese entonarse de cuatro formas distintas: tono neutro, enfatizando la primera palabra, la tercera o para que fuese pronunciada como una pregunta.

Se reprodujeron todas las frases en los diferentes tonos.

La forma en la que se enfatiza cada palabra en la frase es lo que le da un significado irónico, asertivo, severo o interrogativo, según el equipo de especialistas.

Descubrieron a través de la información recogida por los electrodos que un grupo de neuronas distinguía entre las diferentes voces, otro los distintos tipos de vocales y consonantes (y por tanto las diferentes palabras y frases) y otro la entonación entre una frase y otra.

Este último grupo de neuronas cambiaba de actividad dependiendo de dónde estaba el énfasis de cada frase pero no reaccionaba ante las diferentes voces o mensajes.

Grupos distintos de neuronas reaccionaban independientemente unas de otras.

Toda esa información combinada es lo que da al cerebro el significado global del mensaje: "Quién habla, qué dice el mensaje y lo más importante, cuál es la intención del interlocutor", apunta la doctora Tang.

Para asegurarse de sus hallazgos, el equipo investigador elaboró un algoritmo y así poder predecir cómo cada neurona responde a cambios en el hablante, el tono y los fonemas usando cientos de preguntas grabadas por diferentes locutores.

Una vez más comprobaron que el grupo de neuronas que distingue entre interlocutores se centraban en el tono absoluto del mensaje, en la voz del hablante.

Por el contrario, aquellas neuronas que habían demostrado reaccionar a la entonación estaban más centradas en cómo el tono iba cambiando en cada momento de la grabación.

Ahora, la siguiente incógnita por resolver será "cómo el cerebro controla los lapsos vocales para hacer que los sonidos del habla sean intencionales" dijo Chang, que espera resolver el misterio pronto.

Sólo un determinado grupo de neuronas es capaz de identificar la entonación.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-41108802

lunes, 6 de diciembre de 2021

Anguita ya les vio venir

Una diputada de la extrema derecha, aseguró que el Califa rojo estaría orgulloso de Vox, pero el histórico líder de IU dejó un vídeo para ridiculizarles

Este viernes fue trending topic, uno de los temas más comentados en la red social, Julio Anguita, el histórico líder de Izquierda Unida fallecido en mayo de 2020. El motivo: una diputada de Vox aseguró que el conocido como “Califa rojo” se sentiría “profundamente orgulloso de Vox”, el partido con el que, según ella, se identificaría hoy. Lo que ocurrió a continuación prueba dos comportamientos preocupantes: uno, que en Twitter se puede decir cualquier sandez, y dos, que se ha vuelto necesario explicar lo obvio o desmentir las falsedades más absurdas.

La diputada, alicantina y posible candidata de Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía —ella misma lo ha retuiteado— tomó el nombre de Anguita en vano para decir que hoy “se avergonzaría de los que dicen ser de izquierdas y defender a la clase obrera”, entre los que citó a “partidos políticos, sindicatos de mariscadas y plataformas del gobierno del Frente Popular”. “Hoy”, añadió, “vería representado en Vox el espíritu de lucha que siempre mantuvo”.

En Twitter se apresuraron a desmentirlo, recurriendo a antiguos vídeos del propio Anguita. Algunos de ellos eran tan específicos que parecía que se habían grabado inmediatamente después de las declaraciones de la diputada, aunque datan de unos años antes. Es como si el Califa rojo hubiera previsto el futuro, y en concreto, el momento preciso en el que una de las referentes de todo lo que él combatía intentaría manipular sus palabras. Afirma Anguita en uno de los vídeos que la comunidad tuitera ha difundido en las últimas horas sin parar: “Hace años afirmé que en el caso de la corrupción era mejor que alguien votase a alguien honesto, aunque fuera de la extrema derecha, que a alguien de izquierdas. Lo dije en el contexto de la corrupción del PP. Nuestra extrema derecha utilizó la frase como si yo la avalase. Realmente, sigo pensando que honestidad y extrema derecha es oxímoron, como nieve negra o noche clara. Nuestra extrema derecha estaba inédita, pero ya ha aparecido en las instituciones. La corrupción no es solo económica, es, también, mantener un discurso falso. Esta extrema derecha dice que hay que primar a los empresarios, metiendo en el mismo saco a las empresas del Ibex que a los autónomos, que son auténticos explotados. Esta extrema derecha nuestra no se preocupa en absoluto de lo social. Huele a naftalina, a caspa, es homófoba”. Y concluye: “No me gusta que me utilicen”. En otro vídeo suyo rescatado estos días añade: “Hacen [en alusión a Vox] análisis de la Edad Media. Creo que a este discurso se le combate con razonamiento, con paciencia y sobre todo con ironía. La ironía es la mejor manera de tratar los discursos perversos”.

Hagámosle caso.
Anguita militaría hoy en Vox. Habría votado en contra del traslado de Franco de un monumento a un cementerio; habría dicho que con el dictador algunas cosas no pasaban, o sea, que el de ahora es “el peor Gobierno en 80 años”; lucharía a brazo partido para impedir la apertura de las fosas del franquismo al grito de “algo habrán hecho”. Llamaría “feminazis” a las feministas y “chiringuitos” a las asociaciones que dicen combatir la discriminación o "la pamplina" de la violencia de género. Pediría acabar con las comunidades autónomas para volver a ser una, grande y libre. Recomendaría a la gente que no se vacunase contra el coronavirus porque eso es lo que quiere el Gobierno. Defendería la libertad de información, denunciaría la censura vetando al periódico más leído del país.

La ironía es el mejor recurso para demostrar que una tontería lo es. Tenía razón Anguita.

https://elpais.com/opinion/2021-12-04/anguita-ya-les-vio-venir.html

miércoles, 13 de julio de 2016

Bello y manchego. Las personas que somos guapas nos vemos a menudo en la obligación de justificar nuestra hermosura y dejar claro que somos, también, inteligentes.

En una entrevista que leí recientemente, la modelo Irina Shayk decía que en su caso la belleza estaba en el carácter. Como persona bella, entendí por dónde iba, leí entrelíneas. Las personas que somos guapas, pero guapas, guapas, nos vemos a menudo en la obligación de justificar nuestra hermosura y dejar claro que somos, también, inteligentes y buenas personas, y que, además, no damos importancia al hecho de ser hermosos y que por lo tanto los demás tampoco deben. Pero somos conscientes que esto no es así: en muchos casos nuestra beldad se percibe como una ofensa, un agravio… ¡No se hacen idea ustedes queridos lectores (a los que imagino normales en la mayoría de los casos, con excepción de algún “resultón”) lo duro que puede llegar a ser! En mi caso (y en el de muchos de mis compañeros de preciosura, porque esto lo tenemos hablado), tengo que soportar cómo, permanentemente, se pone en duda mi aspecto: que si me he operado los labios, que si me he hecho un lifting, que cómo puede ser que tenga estas piernas tan bien torneadas… En sus caras puedo leer una mezcla de escepticismo y envidia cuando, con toda la humildad del mundo, les contesto que es genético. Que nací así y que estoy perfecto con la cara lavada. Y eso es casi lo que más les molesta: que hagamos lo que hagamos estamos deslumbrantes.

Llegados a este punto, son dos los mensajes que quiero lanzar:
Uno. Si no son gallardos no se esfuercen por parecerlo. La belleza no es para quien la trabaja.
Dos. Trátennos con dignidad a las personas que estamos to buenas, nosotros no tenemos la culpa de ser así.

http://elpais.com/elpais/2016/07/11/estilo/1468237039_038415.html

jueves, 24 de febrero de 2011

¡Cuánta ironía!

Tienen guasa las últimas arengas lanzadas en un mitin por el inefable Esteban González Pons, vicesecretario de comunicación del PP. Serían hasta graciosas y dignas de cualquier monólogo cómico si no vinieran de quien vienen, lo que resulta tremendamente irónico.
Resulta que ha comparado la situación en que se encuentra España con la que han venido sufriendo en Egipto durante los últimos 30 años, afirmando que la crisis de valores, la crisis económica y la crisis política y social que asuela el país debería empujar a los españoles a cambiar las cosas porque según afirma, quien quiere puede. Quiero pensar que se refiere al lugar donde los ciudadanos pueden ejercer ese derecho, cada cuatro años en el caso de España, que son las urnas.
Habría que recordarle al señor González Pons que nuestro país también se vio atrapado en las manos de un dictador durante cerca de 40 años. Años en los que España vivió en permanente conflicto social y de valores, debido a la falta de libertad, donde la crisis económica solo podía paliarse con las ayudas de Estados Unidos por sus servicios prestados en la lucha contra el comunismo.
La ironía de sus declaraciones radica en que cuando todo esto sucedía en España, la gran mayoría de sus compañeros de partido y sus familiares llevaban una plácida existencia en connivencia con el dictador, y que aquellos que querían cambiar las cosas no tenían siquiera la oportunidad de organizarse para intentar cambiarlas. ¡Cuánta ironía! LUIS DEL CASTILLO-Umbrete, Sevilla. El País, 19/02/2011.