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domingo, 23 de febrero de 2025

Aprendizaje. Creer que la inteligencia innata determina el rendimiento educativo: la trampa que perjudica a muchos estudiantes

Atribuir mucha importancia al talento en detrimento de la dedicación y las técnicas de estudio no es coherente con lo que se sabe del funcionamiento del cerebro y limita el progreso de los alumnos.

Camino del colegio, Mar, de 11 años, alumna de la enseñanza pública en Valencia, no se lo piensa mucho antes de responder a la pregunta de por qué cree que algunos de sus compañeros sacan buenas notas y otros malas. “Porque son más inteligentes”. Se trata de una opinión arraigada entre muchos chavales, sus familias y, en menor medida, algunos docentes, que autolimita el progreso académico de los estudiantes, influye en su motivación, y se manifiesta con frecuencia en materias concretas, con afirmaciones como “no valgo para las matemáticas” o “no se me dan bien las lenguas extranjeras”. Y que, a pesar de su extensión, no es muy coherente con lo que la ciencia ha mostrado hasta ahora sobre cómo aprende el cerebro.

“Las habilidades innatas pueden dar ciertas ventajas, pero a la hora de aprender resulta más importante la experiencia”, asegura el psicólogo cognitivo de la educación Héctor Ruiz Martín. Salvo casos especiales, como las personas con trastornos intelectuales graves, prosigue, cualquier puede lograr niveles de competencia entre aceptables y excelentes en cualquier disciplina escolar. “Lo que más influye son otros factores, como la dedicación, las técnicas de estudio, la paciencia, los recursos didácticos y la perseverancia”.

Ruiz Martín, uno de los principales expertos españoles en prácticas de estudio ―investiga cuáles son más efectivas, como la técnica de la evocación, y cuáles aportan pocos beneficios, como releer los apuntes―, director de la International Science Teaching Foundation, y autor, entre otros libros, de Aprendiendo a aprender, matiza, sin embargo, que ello no significa que cualquiera pueda convertirse en el mejor del mundo en un campo simplemente a base de estudiar mucho. Pero sí que con la actitud y las estrategias adecuadas la inmensa mayoría de los estudiantes puede alcanzar resultados buenos o muy buenos, incluso si afrontan dificultades de partida, como la dislexia, que sí pueden requerir un esfuerzo mayor.

La argumentación de Ruiz Martín tiene, por un lado, una base biológica. El cerebro humano se modifica continuamente a partir de las experiencias que tenemos. Una propiedad, llamada neuroplasticidad, que constituye los cimientos del aprendizaje y nuestra principal facultad para adaptarnos al medio, explica. Las células cerebrales modifican continuamente sus conexiones ―llamadas sinapsis―. Y el aprendizaje se produce gracias a la creación de nuevas conexiones o mediante la modificación de las que ya tenemos.

La manera en que nuestro cerebro está, por decirlo así, cableado, en un momento dado, determina qué sabemos y qué podemos hacer, pero aprender consiste precisamente en modificar esos circuitos neuronales existentes, prosigue Ruiz Martín. El desempeño inicial de una persona en una disciplina concreta depende, por tanto, de cómo estén configurados de partida sus circuitos neuronales. “Pero con estudio, práctica y paciencia el cerebro se reconfigura para que seamos mejores en lo que tratamos de aprender”, asegura el psicólogo cognitivo.

Considerar el talento innato la causa principal del éxito o el fracaso educativo tiene consecuencias negativas porque afecta a la motivación. Y es difícil, cree Ana Prades, orientadora en un instituto público de Castellón, exagerar la importancia que la motivación tiene para el rendimiento educativo. “La motivación es el motor de todo aprendizaje, un proceso básico, a partir del cual arranca lo demás”, afirma. “En la motivación por aprender algo influye el interés. Pero hay un factor que es todavía más importante, porque modula el interés, que es la creencia de que puedes aprenderlo, lo que en psicología se llama autoeficacia”, prosigue Ruiz Martín.

Cuando la confianza de un estudiante en que podrá aprender algo es mayor, es más probable no solo que lo intente, sino que persevere, y no se eche atrás cuando cometa los errores que ―por si hacía falta, ha confirmado la investigación neurocientífica― suelen producirse al empezar a aprender algo nuevo.

Identificar bien la causa
La confianza en poder aprender algo se basa, a su vez, en elementos como las experiencias anteriores del estudiante con dicha disciplina, y sobre todo, en la forma en que ha interpretado dichos resultados. A qué considera que se debe un éxito o un fracaso. Si el estudiante suspende una asignatura y lo atribuye a su falta de capacidad ―“no se me dan bien las matemáticas” o “no soy inteligente”―, o a razones sobre las que, incluso si estuviera en lo cierto, no tiene margen de maniobra directo ―como que el examen era muy difícil o que el profesor le tiene manía―, es menos probable que mejore en la siguiente evaluación que si se plantea esforzarse más o estudiar con técnicas más efectivas.

La opinión de que la inteligencia innata es lo que más determina el rendimiento también está muy asentada en buena parte de los buenos estudiantes, dice Ruiz Martín. Una creencia que puede volverse en contra de aquellos que, no habiendo adquirido buenos hábitos de estudio, al llegar a cierto nivel de exigencia ―que con frecuencia coincide con la ESO― comienzan a tener peores resultados. Y si en ese momento, en vez de cambiar su forma de estudiar, siguen atribuyendo los resultados al talento, pueden acabar rebajando su opinión de sí mismos (su autoeficacia) e incluso fracasar.

Al mismo tiempo, un alumno o alumna con baja confianza en sus habilidades consigue unos pequeños éxitos educativos, gracias por ejemplo a elegir mejores técnicas de estudio, sus expectativas en que puede lograr otros retos de aprendizaje aumentarán, lo que puede generar un círculo virtuoso. “Suele decirse que si bien la motivación es importante para el éxito escolar, el éxito escolar es aún más importante para la motivación”, afirma el director de la International Science Teaching Foundation.

Un ejemplo concreto
Eso fue, de alguna forma, lo que le sucedió a Ana, que tiene 13 años y estudia segundo de la ESO en un instituto público valenciano. En quinto de primaria suspendió un examen de matemáticas e interiorizó, dice, “que no era buena” en la asignatura. Tres años después, en cambio, gracias a nuevas técnicas de estudio y a la perseverancia, saca sobresalientes en la materia, y asegura que ya no se pone nerviosa, “o no mucho”, en los exámenes de la asignatura.

Gabriela Spano, que lleva 26 años enseñando y es jefa de estudios en el centro público de Primaria y ESO Aurora Picornell, en el barrio de La Soledad de Palma, afirma que la creencia excesiva en la importancia de las habilidades innatas a la hora de determinar la marcha escolar, está muy generalizada y que, aunque es posible, no es fácil de cambiar. “El primer hándicap que tenemos a la hora de enseñar es que no explicamos a los alumnos cómo se aprende, qué mecanismos se ponen en marcha al aprender. Así que ellos lo atribuyen a las creencias culturales que corren a su alrededor, porque esto también está muy arraigado en las familias. Y creo que una de nuestras misiones es desmontar ese mito. Enseñarles cómo se aprende, porque lo harán más y mejor.”. Para ello, Spano ve necesario actuar en diversos frentes: “Poner en valor el error, por ejemplo, una de las cosas que nos hace aprender. Y el concepto de progreso; que no hay nada que tenga más valor que el que alguien progrese desde su línea base”.

lunes, 29 de julio de 2024

El mayor estudio sobre el aprendizaje de los alumnos de secundaria muestra qué técnicas funcionan y cuáles no.

Releer y subrayar no correlacionan con un buen desempeño educativo. Al 80% de los chavales nunca les han enseñado cómo estudiar

¿Qué técnicas funcionan a la hora de estudiar? 
La ciencia lleva décadas arrojando luz sobre esta cuestión, pese a que los sistemas educativos, al menos en países como España, rara vez lo transmiten al alumnado. La mayor investigación efectuada en España sobre la cuestión, y la más amplia realizada en el mundo específicamente sobre estudiantes de secundaria, con una muestra de 3.414 chavales, confirma que los métodos que implican elaborar ―tratar de dar significado propio a lo que se aprende―, y evocar ―la práctica de recuperar de la memoria lo estudiado, como en un simulacro del futuro examen― correlacionan claramente con un buen desempeño educativo. Mientras que otras técnicas, como releer los apuntes o el libro, subrayar o copiar contenido, o intentar memorizar al pie de la letra, dan poco resultado.

La investigación ha sido realizada por Héctor Ruiz Martín, director del International Science Teaching Foundation y autor de diversos libros sobre el aprendizaje, la memoria y el cerebro, Marta Ferrero, vicedecana de Investigación de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, y Fernando Blanco, profesor de Psicología Social en la Universidad de Granada. Y acaba de ser publicada en la revista estadounidense Cognitive Research: Principles and Implications.

El trabajo de campo se realizó a lo largo de 2023 en 27 centros educativos catalanes situados en entornos diferentes, desde distritos de la ciudad de Barcelona a pequeños pueblos. Todos eran concertados, por la dificultad de tramitar los permisos en la enseñanza pública, afirman los autores, que aseguran, no obstante que se seleccionó “una muestra altamente diversa en términos socioeconómicos”.

La mayoría de participantes fueron estudiantes de la ESO, aunque una pequeña parte cursaba Bachillerato. Los investigadores les pasaron dos encuestas en horas de tutoría. Una sobre sus estrategias de estudio, y otra sobre “sus actitudes y creencias” en torno al aprendizaje, en días distintos para evitar distorsiones atribuibles al cansancio. Al final de curso, los centros entregaron a Ruiz, Ferrero y Blanco, expertos en psicología cognitiva del aprendizaje, las calificaciones en todas las materias de los estudiantes ―preservando su identidad mediante el uso de códigos alfanuméricos―. Y los autores analizaron el efecto de diversas técnicas de estudio.

El 80% de los alumnos aseguró que nunca había sido formado en métodos de estudio, a pesar de ser su ocupación principal durante, al menos, 10 años —los que dura la enseñanza obligatoria, Primaria y ESO—, y generalmente, muchos más.

La principal conclusión del artículo es que las estrategias que resultan poco exigentes cognitivamente, y que son las más extendidas entre los chavales, como releer varias veces el mismo texto, subrayarlo o copiarlo, no correlacionaron con el desempeño. Tampoco mostró un resultado positivo la memorización al pie de la letra.

En cambio, las técnicas basadas en la elaboración y la evocación, dos estrategias respaldadas previamente por evidencias científicas, sí correlacionaron positivamente con el desempeño

La elaboración consiste en tratar de entender lo que se estudia, conectándolo con cosas ya sabidas, pensando ejemplos o explicándose uno a sí mismo, con sus propias palabras, los párrafos que acaba de leer.

La evocación consiste en rescatar de la memoria lo aprendido, y puede adoptar diversas formas: que alguien le tome la lección al alumno, o que se la tome él a sí mismo en voz alta o en silencio; explicarle el tema a un compañero; autoevaluarse con flash cards (tarjetas elaboradas por el estudiante que por un lado tienen una pregunta y por el otro la respuesta), o redactar resúmenes o hacer esquemas sin mirar la fuente, comprobando siempre después si ha acertado o no.

Una hipótesis no cumplida
Una tercera estrategia de estudio, que según las evidencias también es eficaz a la hora de aprender, la práctica espaciada, consistente en estudiar varias veces un tema dejando pasar cierto tiempo entre ellas ―el plazo depende de cuánto tiempo falta para el examen― no correlacionó, en cambio, con el desempeño. Ello contradijo una de las hipótesis de partida de los investigadores, aunque algunas investigaciones ya han sugerido lo mismo.

“En nuestra opinión, el problema es que la forma habitual de evaluar, de la cual derivan las notas, no permite discernir las cualidades del aprendizaje obtenido: ¿es duradero y transferible? Sabemos que la práctica masificada, que consiste en concentrar el estudio poco antes del examen, por ejemplo el día de antes (y que es lo contario de la práctica espaciada), es efectiva en el corto plazo, pero conduce a aprendizajes efímeros y poco flexibles. Esto es, poco transferibles a nuevos contextos. Por su lado, la práctica espaciada contribuye a un aprendizaje más largo plazo y más flexible. Sin embargo, la manera en que se suele evaluar el aprendizaje permite tener éxito masificando, de forma que las ventajas de la práctica espaciada no se aprecian. Las notas y el aprendizaje son cosas distintas”, afirma Ruiz.

La práctica espaciada no correlacionó con el desempeño medido con las notas. Pero la masificada tampoco. “Es decir, que hacerlo de un modo u otro no supondría gran diferencia ante los exámenes, por lo menos en secundaria”, señala el investigador, que advierte, no obstante, que los resultados podrían ser distintos en contextos más exigentes, como la universidad o la preparación de unas oposiciones. “En cualquier caso, todo dependerá de cómo se evalúe”.

Estudiar de forma espaciada, por otra parte, no correlacionó con las notas, pero sí con el hecho de que los estudiantes estuvieran interesados en aprender. “Es decir, que los estudiantes con mayor motivación por aprender presentan una mayor tendencia a espaciar la práctica, a diferencia de los que ponen mayor foco en las notas”. La ansiedad también mostró “una correlación negativa con la práctica espaciada”, esto es que se redujo, “sugiriendo que esta forma de abordar el estudio podría actuar como factor protector”, agrega Ruiz.

Confianza y control
Los resultados mostraron una asociación significativa entre evocar y elaborar y la llamada autoeficacia, que el investigador define como “la confianza de los estudiantes sobre su capacidad de aprender y superar los retos académicos”. Y también correlacionaron con las “creencias de control”, que se definen como la confianza del estudiante en que el éxito a la hora de aprender depende de sí mismo, y no de factores externos, como que el profesor le tenga manía.

La investigación confirmó que estudiar con música, algo que aseguraron hacer uno de cada cuatro estudiantes, no es aconsejable. Hacerlo correlacionó negativamente con el rendimiento educativo. El hecho de estudiar en “entornos libres de distracciones” se asoció, en cambio, con el desempeño y con una menor ansiedad hacia los exámenes. La música, especialmente si es relajante y sin letra, admiten sin embargo los autores del artículo, podría resultar útil a aquellos estudiantes que no tienen a su disposición un lugar tranquilo para estudiar, como forma de enmascarar ruidos más molestos.

lunes, 25 de marzo de 2024

_- Los beneficios para el cerebro de la escritura cursiva a mano y por qué vuelve a algunas escuelas

 Una niña escribe a mano.

_- California decidió el regreso de la cursiva a sus escuelas.

El estado de California volvió a establecer este año el requisito de que los estudiantes de primero a sexto grado de sus escuelas públicas aprendan a escribir en letra cursiva.

La técnica de escritura dejó de enseñarse en el estado en 2010, pero ahora California se une a casi dos docenas de estados de EE.UU. que han hecho obligatorio enseñar la cursiva de alguna manera.

La escritura manuscrita cursiva fue considerada durante algún tiempo una técnica a extinguir en Estados Unidos, pero la decisión de las autoridades educativas californianas ha reavivado los debates tanto en círculos educativos como científicos sobre la conveniencia de aprenderla, las implicaciones globales de abandonarla y sus posibles beneficios cerebrales.

La neurocientífica afincada en California Claudia Aguirre dice que "cada vez más investigaciones en neurociencia respaldan la idea de que, especialmente en comparación con la escritura a máquina, escribir en cursiva puede activar vías neurales específicas que facilitan y optimizan el aprendizaje y el desarrollo del lenguaje en general".

Kelsey Voltz-Poremba, profesora asistente de Terapia Ocupacional en la Universidad de Pittsburgh, agrega que la cursiva puede incluso facilitar el aprendizaje de los niños pequeños.

"Cuando la escritura a mano es más autónoma para un niño, le permite dirigir más energía cognitiva hacia habilidades visuales-motoras más avanzadas y obtener mejores resultados de aprendizaje", dice.

¿Por qué hay quien está en contra de la cursiva? 
La cursiva no ha sido obligatoria en todas las escuelas por varias razones.

Si bien los beneficios de la escritura manual son evidentes, la literatura científica difiere en si la cursiva específicamente es mejor que la letra de imprenta para el desarrollo infantil.

Karin James, profesora de Ciencias Psicológicas y Cerebrales en la Universidad de Indiana, trabaja con niños de 4 a 6 años en un proyecto de investigación que compara la letra impresa con la manual cursiva.

Su estudio reveló que aprender letras mediante la escritura a mano activa redes en el cerebro que no se activan al escribir en un teclado, incluida un área conocida por jugar un papel clave en la lectura.

Otras investigaciones de Virginia Berninger, profesora de Psicología Educativa en la Universidad de Washington, también han demostrado que la cursiva, la escritura a mano y la escritura en un teclado utilizan funciones cerebrales relacionadas pero diferentes.

Y sin embargo, la instrucción en cursiva para los alumnos de más corta edad se está volviendo cada vez más infrecuente.

Además, la enseñanza en cursiva en EE.UU. no está estandarizada en todos los distritos escolares, ni siquiera entre los profesores, una inconsistencia que plantea problemas.

"Casi dos docenas de estados han añadido el requisito de instrucción en cursiva para los grados de tres a cinco en sus estándares educativos estatales", dice Kathleen S. Wright, fundadora y directora ejecutiva de The Handwriting Collaborative, una organización educativa que enseña enfoques de mejores prácticas para la instrucción de escritura a mano en el aula.

Sin embargo, señala Wright, la inclusión de la exigencia de enseñar la cursiva no se aplica ni se ha previsto su financiación, por lo que "la instrucción en todas las formas de escritura a mano no se aborda de manera coherente".

Un hombre escribe una nota en la pared.

Un hombre escribe una nota en la pared.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto
Estudios han mostrado los beneficios de escribir en cursiva para el aprendizaje.

Los maestros de California tendrán que descubrir la mejor manera de integrar la cursiva en aulas que no la requerían previamente, pero cualquier cambio que aleje las pantallas podría ser beneficioso.

"En nuestro programa comunitario de escritura a mano para jóvenes en edad escolar en la Universidad de Pittsburgh constantemente encontramos padres que se quejan de que su hijo está teniendo dificultades en la escuela y que no se les ha enseñado a escribir porque usan principalmente su computadora o un dispositivo similar", dice Voltz-Poremba.

Los movimientos necesarios para escribir a máquina son los mismos, sin importar qué letra se esté escribiendo, dice, por lo que se priva a los niños de la oportunidad de desarrollar habilidades de procesamiento sensorial que provienen de formar y entender las letras.

Quizás el bumerán esté ahora volviendo en la otra dirección simplemente debido a la época en que vivimos: después de la pandemia, muchos niños usan una computadora portátil o una tableta para el trabajo escolar, pero el regreso a las clases presenciales ha puesto de manifiesto que muchos estudiantes estadounidenses tienen una dependencia excesiva de las pantallas.

¿Se quedarán atrás los niños estadounidenses?
Aunque no necesariamente hay una relación causa-efecto entre la caligrafía y el rendimiento en lectura, algunos educadores temen que dejar de lado la cursiva produzca un retroceso en los resultados educativos de Estados Unidos.

Un pequeño estudio realizado por investigadores italianos mostró que enseñar cursiva a los alumnos en el primer año de la escuela primaria puede mejorar sus habilidades lectoras.

Canadá también decidió abandonar la cursiva, solo para recuperarla en 2023. El año pasado, el Ministerio de Educación de Ontario volvió a establecer su requisito de instrucción en cursiva.

Los investigadores en educación prestarán atención a cualquier lección que Ontario haya aprendido sobre cómo impartir la escritura en cursiva de la mejor manera, cuánto deben durar las lecciones y con qué frecuencia se debe introducir la práctica.

Al comparar las clasificaciones globales de lectura del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las famosas pruebas Pisa, en 2022, estudiantes de 15 años de EE.UU. ocuparon el noveno lugar.

Quedaron rezagados detrás de potencias en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) como Singapur, que estaba en el primer lugar, y Japón en el tercer lugar.

La escritura cursiva aún se enseña ampliamente en Europa occidental. España, Italia, Portugal y Francia se han mantenido fieles a la tradición.

Y en Reino Unido, el plan de estudios nacional establece "que los niños aprendan escritura no unida antes de 'comenzar a usar algunos de los trazos diagonales y horizontales que se necesitan para unir letras'".

Suiza solo enseña escritura básica y Finlandia se sumó a la ola y eliminó la escritura cursiva de sus escuelas en 2016.

Sin un precedente global en un sentido u otro, los criterios aplicados en los distritos escolares y por los gobiernos de los diferentes países varían ampliamente.

Tres escolares en un parque. 

Tres escolares en un parque.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Los investigadores creen que la letra cursiva facilita el aprendizaje de los más pequeños.

¿Vale la pena perder la cursiva?
Aunque quedan incógnitas por despejar, la evidencia hasta la fecha indica que no hay ningún inconveniente en aprender cursiva.

La investigación sobre las diferencias entre la escritura a mano y la escritura en un teclado muestra que todavía es beneficioso escribir con pluma y papel.

Sin embargo, los mayores beneficios para la memoria, el aprendizaje de palabras y otras habilidades cognitivas están vinculados al acto de escribir en sí, no a la cursiva sobre la impresión.

El único inconveniente posible está en la percepción.

La escritura a mano a menudo se enfrenta a la escritura en un teclado como un juego de suma cero, lo que supone una simplificación injusta.

Aunque haya un debate abierto, como el que existe sobre cuánto tiempo de recreo necesitan los niños, los educadores no deben abandonar completamente una actividad de aprendizaje a favor de otra igualmente importante.

Voltz-Poremba defiende un enfoque del vaso medio lleno.

"Es importante encontrar un equilibrio para asegurarse de que los jóvenes de hoy estén preparados con las habilidades que se adquieren sin el uso de la tecnología", dice.

https://www.bbc.com/mundo/articles/cz4djrqd73po

martes, 19 de marzo de 2024

La fiebre pedagógica

Cuando se habla de las competencias que ha de tener un profesor, se hace referencia a las relacionadas con el saber, con el saber hacer, con el saber contar, con el saber sentir y con el saber ser. Las de los dos grupos primeros son objeto de atención preferente en la formación inicial. No es tan frecuente que haya preocupación por las competencias relacionadas con el saber contar, el saber sentir y el saber ser. No se hace gran cosa por la educación emocional de los docentes, por ejemplo

En la reciente obra de Luis Landero, “La última función”, se habla de una competencia que casi nunca se menciona. Me refiero a la fiebre pedagógica. Una competencia que está en el origen de la decisión de ser maestro, en las instancias de formación y en el desarrollo profesional.

Soy un seguidor entusiasta de la obra del escritor extremeño Luis Landero. Cuando veo una nueva novela suya en el escaparate de una librería, de forma irresistible, tengo que ponerme a leerla. Eso me ha sucedido hace unos días con su reciente libro titulado “La última función”.

Hace muchos años me encontré con Landero en su pueblo natal, Alburquerque. Acababa de leer su novela “El guitarrista”. Y recuerdo que le dije:

Me gusta tanto cómo escribes, cómo cuentas la historia, que me importa poco lo que estás contando. Me atrapa con tanta fuerza la forma de decir que casi se me olvida lo que dices.

Agradeció el sincero cumplido con una sonrisa y, si hoy le encontrara de nuevo, tendría que decirle lo mismo de las novelas suyas que he leído desde entonces (no sé si respeto el orden de aparición): “El balcón en invierno”, “Absolución”, “Retrato de un hombre maduro”, “El huerto de Emerson”, “La vida negociable”, “La lluvia fina”, “Una historia ridícula”… Tan cierto es lo que digo que, con alguna de sus obras, no podría repetir el argumento de la trama. Solo podría decir lo mucho que disfruté leyendo y la resistencia a que pasito a paso estuviera llegando al final.

– ¡Qué pena, ya solo me quedan cuarenta páginas, treinta páginas, vente páginas…!

Voy al título del artículo que he tomado de uno de los personajes de la historia que cuenta en “La última función”. Me refiero al maestro Ángel Cuervo, del que dice el autor:

“Enardecido por la fiebre pedagógica, se hizo maestro y ejerció durante muchos años en muchos lugares, ciudades y aldeas y de todos huyó a los pocos cursos porque en ninguno encontró un alumno, un discípulo, ni siquiera uno donde él viese la inconfundible luz del genio”.

¿Qué es la fiebre pedagógica? Me aventuraré a explorar en el concepto. Si tenemos en cuenta que la fiebre corporal es un aumento temporal de la temperatura, podría decirse que, metafóricamente, se trata de una situación enardecida, una calentura del ánimo. Si la fiebre corporal es, además, una parte de la respuesta general del sistema inmunitario del cuerpo, la fiebre pedagógica nos inmunizaría de aquellas reacciones adversas que lastran el optimismo: desafección de las familias, pasividad de los alumnos, insensibilidad de los políticos…

La fiebre está relacionada habitualmente con la estimulación del sistema inmunitario del organismo, ya que ayuda a combatir a determinados organismos que causan enfermedades. Entre las causas más comunes están: Infecciones. trastornos inflamatorios o autoinmunitarios. Eso es. La fiebre pedagógica nos fortalece ante las adversidades de la profesión. Adversidades que pueden proceder de las dimensiones organizativas de la práctica, de las actitudes de los colegas y de las limitaciones de nuestro propia actuación profesional.

Ceo que esa fiebre pedagógica de la que habla Luis Landero es una necesaria actitud del profesional. Una actitud que empieza cuando la elegimos y que se puede mantener cuando la vivimos con pasión. Pienso que el magisterio es una profesión que solo se puede vivir dignamente con pasión.

La fiebre pedagógica nos hace ser creativos, entusiastas, esforzados, emprendedores, resilientes, perseverantes, trabajadores, optimistas, apasionados… Es ese plus de ilusión que se necesita para hacer frente a situaciones complejas que se convierten en retos y desafíos.

La fiebre es molesta, nos desasosiega, nos saca del confort, nos mantiene en tensión, nos estimula y espolea. Y eso es lo que sucede con la fiebre pedagógica.

El maestro Ángel Cuervo se siente impulsado febrilmente a cultivar lo que considera un don especial que tiene un alumno, en este caso Tito Gil (Ernestito Gil), protagonista de la obra de Landero, cuya prodigiosa voz le ha de llevar a singulares cotas de éxito. El maestro es quien descubre la veta del valor (tiene “mirada sagaz”), quien ayuda a cultivarla, quien guía, tutoriza y sostiene a sus alumnos…

“¿Qué habría sido de Mozart si un padre o un maestro no hubieran visto en él desde el principio el resplandor de la grandeza (que a veces, por cierto, solo emite débiles, casi imperceptibles señales, nada fáciles de captar) y hubieran abonado el entorno para que aquella semilla creciera saludable y robusta? Y cuántas otras no se habrían agostado al faltarles el sustento de alguien que las cuidase hasta que pudieran valerse por sí solas! Sí, él sabría percibir al talentoso, al elegido, entre la rutina de los días y la grisura de la multitud. Esa sería su cualidad: la mirada capaz de penetrar en los secretos mejor guardados de las almas. Y entonces se convertiría en su guía, en su tutor, y su nombre aparecería junto a él, si no en un álbum de cromos, sí al menos en los libros de historia. Así de humilde y así de ambicioso era su empeño”, dice Landero.

La gloria del maestro se esconde bajo los clamores del éxito del discípulo. Su tarea consiste en descubrir los destellos del genio y cultivarlos de forma inteligente para que se desarrollen con plenitud.

“Y de pronto llegó Tito a la escuela. Algo de su viejo ideal renació en él. He aquí que el destino ponía al fin en sus manos, ya en el crepúsculo de sus días, la oportunidad de cumplir su viejo afán y darle algún sentido a su vana existencia. Quizá fue un gesto de desesperación, de orgullo, de despecho, pero el caso es que reconoció en Tito los signos de la grandeza, la semilla del genio. Aquella voz y el talento natural que tenía para usarla y acompañarla con los ademanes y gestos idóneos, ya fueran serios o jocosos, sin tener la menor noticia de lo que era el teatro anunciaban al actor de renombre, o al orador llamado a sugestionar y mover a las masas con solo la alquimia de su voz”.

Una vez descubierto el filón de la genialidad, el maestro Ángel Cuervo se encarga de la guía y la tutela de su discípulo. Y actúa de forma exigente y rigurosa. “Lo tomó bajo su magisterio”, dice de forma lapidaria Luis Landero.

“Le hizo aprender de memoria poemas, monólogos dramáticos y piezas oratorias, que Tito retenía con gran facilidad, y no solamente se los hacía recitar en clase sino que, convertido en su representante lo llevaba a actuar en los espectáculos más o menos culturales que se celebraban en nuestro pueblo y en otros vecinos, como si fueren de gira, y con ocho años dio en solitario su primer concierto de rapsoda”.

Quien se dedica a la tarea de la enseñanza ha de tener esa fiebre pedagógica que impulsa a una acción comprometida y desafiante, que cultiva el optimismo, que da fuerza en las adversidades, que impulsa la esperanza y potencia el amor. La fiebre pedagógica espolea a quien la padece, estimula, ilusiona, da fuerza, aviva la creatividad, impulsa a buscar nuevos recursos, facilita la perseverancia, multiplica las fuerzas, aviva la fe en los resultados y hace disfrutar del éxito de los alumnos y de las alumnas. “Ángel Cuervo, dice el autor extremeño, estuvo durante años aguardando los éxitos de su tutelado y murió poco después con el convencimiento de que su vida no había sido del todo vana”.

Hay circunstancias que hacen desaparecer la fiebre pedagógica como si se tratase de un mal que nos aqueja. Su desaparición evita las molestias de la fiebre, nos instala en la comodidad y el conformismo. La rutina que es el cáncer de las instituciones, el cansancio, la pérdida de la ilusión, los fracasos reiterados, los jefes tóxicos, la desidia, la desilusión, el fatalismo son las secuelas de esa pérdida.

Me duele ver a jóvenes recién salidos de las Facultades de Educación que ya han perdido o que nunca han tenido esa fiebre pedagógica que les haría disfrutar de la tarea y les haría entusiastas y dinámicos emprendedores. Me duele verlos ya quemados sin que hayan visto siquiera el humo.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2024/03/02/la-fiebre-pedagogica/