Algo huele a podrido en las raíces del Partido Popular. Y no nos referimos al franquismo. Aunque, bueno, nunca está de más recordar de qué oscura alcantarilla proceden las ratas que nos gobiernan.
El juez Ruz da por hecho que la caja B del PP existe desde 1990, con Lapuerta y luego Bárcenas como tesoreros. Pero según ha destapado eldiario.es la contabilidad paralela es una práctica cuyos inicios pueden detectarse en el período en el que el PP se llamaba Alianza Popular. Ese momento en el que la presencia de dinosaurios del régimen en el partido era tan arrolladora (empezando por Fraga) que el logo en lugar de una gaviota debía ser un pterodáctilo.
Desde el año 1987 estos listos gestionan una cuenta bancaria oculta en la que reciben financiación ilegal y salen cheques millonarios al portador con la impunidad de aquel que hace trampas al Monopoly cuando toda la familia va borracha en la comida de Navidad. No es un chiste. Por desgracia, la Transición fue incluso menos seria que una partida de Monopoly.
Esta información ha salido gracias al acceso a los papeles de Rosendo Naseiro, que en 1989 se convirtió en el primer tesorero del PP. En realidad, el escándolo relativo a los sobres, sueldos en negro y la financiación ilegal de los peperos se produjo en 1990, con el PSOE gobernando España. La policía pinchó unos teléfonos en una investigación sobre tráfico de droga y se encontró con testimonios que hablaban de los chanchullos del PP con las cuentas opacas. Si es que en este país cuando haces pop ya no hay stop.
Sin embargo, entonces el PSOE de Felipe González ya iba un poco de capa caída. Juan Guerra, hermano del vicepresidente, era sospechoso de haber usado el despacho, recursos y contactos de su cargo público para hacer negocios particulares. Pero es que entonces no existía el Facebook y los españoles teníamos otros métodos para mentener esa españolísima tradición consistente en escaquearse del curro.
La cosa fue que al PSOE no le interesaba que la oposición se cebase con ese asunto, y la oposición no le interesaba que se investigase sus cuentas opacas, así que todos callaron. Porque el bipartidismo español solo se pone de acuerdo en una ocasión: cuando se trata de tapar sus respectivas mierdas. Los jueces declararon ilegales las escuchas en las que se había obtenido la información sobre las cuentas opacas del PP y todos tan contentos.
Ellos callaron. Nosotros olvidamos. Los medios de comunicación hicieron ver que se despistaban. Y en España la democracia pudo seguir pudriéndose por dentro mientras todos nos tapábamos la nariz con los dedos.
El Jueves
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martes, 19 de mayo de 2015
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