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lunes, 6 de febrero de 2023

La ceguera de los empresarios que tanto daño hace a los españoles

Unas recientes declaraciones del dueño de Mercadona, Juan Roig, diciendo que los empresarios son los que crean la riqueza, muestran el desconocimiento que gran parte de la clase empresarial española tiene sobre cómo funcionan realmente la economía y sus propias empresas.

Las declaraciones son desafortunadas porque es sencillamente falso que el empresario, el dueño o el directivo de una empresa, sea por sí solo quien crea riqueza.

No podría crear ni un solo producto y, por tanto, obtener un euro de ingreso sin utilizar capital producido por otras sujetos; sin infraestructuras generalmente de construcción pública o sin bienes públicos que obligadamente debe proveer el Estado porque no puede hacerlo el mercado; sin beneficiarse del conocimiento que durante décadas han generado y acumulado otras personas; sin la investigación básica que casi nunca es rentable por sí misma y debe financiar el gobierno; sin personal más o menos cualificado empleado a su servicio; sin sistema de educación o de salus; sin clientela que disponga de ingresos, generalmente proveniente de otras actividades no necesariamente generadas por la empresa privada; sin normas legales e instituciones que lo protejan a él y a los negocios que lleva a cabo; sin impuestos, sí, sin impuestos, para que pueda financiarse el capital y el gasto público del que cualquier empresa privada, sin excepción posible, se beneficia en mayor o menor medida. La empresa, cualquier de ellas, es un sistema complejo con diferentes subsistemas o partes y no puede funcionar sin el funcionamiento interactivo de todos ellos. El empresario o el directivo es nada por sí solo: no puede crear nada sin todo ello.

Cuando un empresario dice cosas como las que acaba de decir el Sr. Roig, por lo demás un empresario de éxito que efectivamente ha creado mucha riqueza y no precisamente el que peor trata a sus empleados en España, se está manifestando la enorme ceguera con la que actúa el empresariado español. La peor de las cegueras, la que afecta, como decía José Saramago, a quienes viendo no ven, la que hace que no reconozcamos lo que tenemos delante.

Gran parte de los empresarios españoles, o al menos los dirigentes de la gran patronal que los representa, muestran también una gran ceguera cuando confunden constantemente el todo con la parte.

Una de las primeras lecciones que contiene el manual del economía más vendido de la historia, el del economista más reconocido de la segunda mitad del siglo XX, Paul A. Samuelson, es que no se debe caer en la falacia de la composición. Esta consiste en no entender que lo que es bueno o malo para un sujeto no necesariamente es bueno o malo para todos.

Cayendo desgraciadamente en esa falacia básica, los empresarios. confunden el coste salarial, cuya subida puede ser negativa para algunas empresas, con el salario como componente de la demanda que, cuando sube, incrementa los ingresos de todas las empresas en su conjunto. Así, oponiéndose a que aumente la masa salarial creyendo que se defienden, son los propios empresarios los que mantienen en el mercado a las empresas más ineficientes y recortan sus propios ingresos por ventas.

Y están ciegos los empresarios que creen que los enemigos de las empresas son los trabajadores o el gobierno cuando, en realidad, son otras empresas -las financieras y las que tienen poder de mercado- las que ahogan a la inmensa mayoría. Basta saber la deuda inmensa de miles de millones de euros que las grandes empresas del IBEX-35 tienen con las más pequeñas y medianas o el trato que reciben estas últimas cuando actúan como proveedores de las grandes (algo de lo que, por cierto, sabe y podría hablar mucho el dueño de Mercadona) para comprobarlo.

La ceguera empresarial es terrible para la economía porque las empresas son -solo un ignorante puede negarlo- una pieza esencial para crear riqueza y bienestar.

Su consecuencia, o la de que los empresarios se engañen a sí mismos, es que desprecian a todo aquello que justamente precisan para que sus empresas salgan adelante. Y esa y no otra es la razón de que tantas grandes empresas españolas hayan sido tradicionalmente tan ineficientes y un lastre para nuestra economía, más que un motor decisivo y potente, como sería de desear y necesario.

Es lamentable y tremendo observar a empresarios oponerse a que suba un salario mínimo que, prácticamente en su totalidad, se convierte automáticamente en ventas e ingresos empresariales; verlos combatir las políticas del gobierno que sostienen la demanda y proporcionan los bienes públicos que las empresas necesitan inevitablemente para funcionar; reclamar recortes de gasto público que inmediatamente que se produce se transforma en ingreso del sector privado; oírlos criticar los impuestos que financian lo que sus empresas necesitan y no podrían sufragar nunca por sí mismas; contemplar a miles de ellas sometidas en silencio ante el poder de las más grandes e irresponsables, tan contrario a la ineficiencia y a las leyes que deben regir el funcionamiento de los mercados, que agobia y arruina a miles de empresarios, algunos con menos ingresos que sus propios empleados.

Cuando los empresarios se convierten en rentistas y en extractores de riqueza que generan otros en lugar de impulsores de la eficiencia, la competencia y la innovación se convierten en un lastre para la economía y el bienestar. No crean riqueza sino que la destruyen.

https://juantorreslopez.com/la-ceguera-de-los-empresarios-que-tanto-dano-hace-a-los-espanoles/

viernes, 15 de junio de 2018

El vino en el mundo: Italia el que más produce, España el que más vende y EE UU donde se lo beben. Un informe mundial describe diferencias notables entre países productores, exportadores y consumidores de la bebida.

Consumo y producción de vino en el mundo en 2017

Cuatro países producen la mitad de todo el vino del mundo y cinco países se beben la mayor parte. Italia, Francia, España y EE UU lideraron en 2017 la producción mundial. En la lista de los principales consumidores, además de Italia, Francia y EEUU se encuentran Alemania y China. España queda en el séptimo lugar. Los datos proceden de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), que presentó un informe este martes en París. Los datos del año pasado son estimaciones pendientes de confirmación.

En el mundo se produjeron 250 millones de hectolitros de vino en 2017, un 8,4% menos que el año anterior. La OIV atribuye la cifra a las condiciones meteorológicas desfavorables que afectaron a la producción especialmente en Europa. Italia se coloca como el principal productor de vino del mundo. Proporcionalmente, el mayor descenso entre los principales productores se dio en España (un 19,8% menos) y el mayor aumento, en Argentina (25,5% más).

España lidera la exportación, a costa del precio
Si lo que se mira es la exportación, aquí ganan los españoles. España es el líder mundial en ventas de vino, con 22,1 millones de hectolitros el año pasado (según el Observatorio Español de los Mercados del Vino fueron 22,8 millones de hectolitros). A España la siguen de cerca Italia (21,4 millones), Francia (15,4) y, a mayor distancia, Chile (9,8) y Australia (8).

Pero si en lugar del volumen se mide el importe de esas exportaciones, Francia e Italia ganan en ingresos. Porque el vino español se vende mucho, pero muy barato: España vende a 1,25 euros el litro; los franceses, a unos seis euros de media; los italianos, a 2,78 euros. Alemania, Reino Unido y Estados Unidos son los principales importadores en volumen de vino y gasto.

Por persona, los portugueses beben más
El consumo mundial (243 millones de hectolitros) se mantuvo prácticamente estable, con solo un millón más que el año anterior. Estados Unidos es el país que más vino consume en conjunto, con 32,6 millones de hectolitros. Los mayores incrementos entre los principales países consumidores se detectaron en Australia (5,4% más), España (4%) y China (3,5%). Descendió el consumo en Argentina (5,3%) y Rusia (2,2%).

Si en lugar del volumen total de vino consumido se tiene en cuenta el tamaño del país, Estados Unidos no es tan aficionado a los caldos como parece. Ahí hay un claro vencedor: en ingesta por habitante, Portugal ocupa el primer puesto mundial. Los portugueses, con sus más de 51 litros por persona y año doblan a los españoles, con 25.

Echando la vista atrás, la OIV constata una estabilización en el consumo mundial de vino después de la crisis económica, y una cierta recuperación en los últimos tres periodos. En 2007 y 2008 se consumieron 250 millones de hectolitros, el máximo en lo que va de siglo.

https://elpais.com/economia/2018/04/26/actualidad/1524755902_232432.html

jueves, 26 de noviembre de 2015

Entrevista a Pedro Páez. “Discutamos si se puede forzar a un país a priorizar el pago de deuda"

Pedro Páez Pérez es Superintendente de Control del Poder de Mercado en Ecuador. En 2007 fue nombrado ministro de Política Económica de Ecuador en el Gobierno de Rafael Correa y ha sido presidente de la Comisión Técnica Presidencial Ecuatoriana para el diseño de la Nueva Arquitectura Financiera Regional-Banco del Sur. Páez fue uno de los impulsores de la reforma de la Ley de Hidrocarburos de la República de Ecuador, que aumentó la participación del Estado en la renta petrolera de las compañías internacionales


Eres uno de los impulsores de la arquitectura financiera en latinoamérica, ¿en qué consiste?
La propuesta de la nueva arquitectura regional es parte de un esfuerzo que se hace desde América Latina desde condiciones precarias, pero que ha resultado muy exitoso a nivel mundial. Replanteamos la relación entre finanzas y producción. Partimos de la idea de que hay que someter la finanza a los intereses de la sociedad y es en ese sentido por donde ha tomado cuerpo, de forma desigual y a pesar del poco acompañamiento de la academia.

Se plantean tres pilares fundamentales que han sido firmados ya por siete presidentes, los de Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Esta arquitectura se basa en la creación del Banco del Sur, en la construcción de una red de seguridad financiera alternativa al FMI (el Fondo del Sur) y una moneda común. No única como la locura del euro, pero sí unitaria, que permita uniformizar el proceso de integración social. Es necesario movilizar monedas nacionales y generar monedas regionales, como el SUCRE y hay que establecer redes de seguridad financiera que rompan con la trampa de la necesidad de acumular reservas financieras internacionales.

¿Qué diferencia hay entre esta nueva arquitectura financiera y la vieja?
La vieja arquitectura financiera provoca políticas de austeridad y niega recursos a la gente que quiere trabajar, que quiere cultura o desarrollo, porque se lo da a bancos que, a su vez, encuentran contraproducente hacer inversiones productivas porque asistimos a una crisis de sobreproducción.

A estas alturas de desarrollo, en las que incluso se paga a agricultores para que no siembren, hay más de mil millones de personas, concentradas sobre todo en África, muriendo de hambre. Esta situación es solucionable a corto plazo si se destinase a su resolución una mínima parte de lo que se ha pagado a los bancos más importantes del mundo.

Los dirigentes económicos suelen recurrir a eso de que "no hay dinero para todo"...

Es un cuento ese asunto de que no hay plata, aunque no se sabe a ciencia cierta cuánto se ha entregado a los bancos. ¿En qué se ha mejorado? Esa entrega de dinero ha servido para empeorar la situación de especulación y para distorsionar precios fundamentales (por ejemplo, el del petróleo). Todo está basado en las manipulaciones de los grandes bolsillos, que son los mismos círculos que desde la incompetencia, la inoperancia y la corrupción han llevado al mundo a esta crisis y que, aun así, siguen recibiendo cantidades ilimitadas de recursos

¿Cómo se plantean estas medidas alternativas al FMI?
El Banco del Sur nace como alternativa al Banco Mundial, tratando de hacer una crítica constructiva que nos permita trabajar conjuntamente. Es necesaria una nueva banca de desarrollo, pero que sea también una banca para nuevo tipo de desarrollo.

El despliegue y la recuperación de la banca de desarrollo local, provincial, regional y nacional tiene que ser replanteada en términos de grandes proyectos que sometan la lógica del capital especulativo a las necesidades de la sociedad y no sacrifique las soberanías nacionales, sino que las fortalezca.

Planteamos la soberanía continental en alimentación, salud, energía, conocimiento, recursos naturales e infraestructura para la construcción de mercados domésticos y la implantación de otras lógicas productivas al margen del capital. Por ejemplo, con la economía popular y solidaria, el autoempleo, las empresas recuperadas... que no respondan a la eficiencia, pero sí a las necesidades y al trabajo digno.

¿Es posible adaptar este modelo al funcionamiento de la Unión Europea?
No estamos inventando el agua tibia. Hay elementos nuevos, pero se recuperan algunos que forman parte de la experiencia europea anterior a la locura del Tratado de Maastrich. La Revolución científico-tecnológica en la que estamos inmersos se puede adaptar peligrosamente fácil a este nuevo sistema, pero las innovaciones son suprimidas por el interés de una oligarquía especulativa. Es un modelo perfectamente adaptable en cualquier sitio o lugar, no hablamos de nada de otro mundo. Gurús de la economía y facultades no discuten estos temas, que ya se han planteado en los más altos foros internacionales -Asamblea de las Naciones Unidas-. Se suprime el debate. Nadie tiene el monopolio de la verdad ni de las soluciones, pero tiene que existir un debate que plantee opciones a problemáticas ya definidas.

En esta soberanía de la que hablo, la posibilidad de alianzas entre Europa y América Latina -que replantee las relaciones norte-sur- se puede hacer desde una perspectiva pragmática que favorezca a las dos partes, el ganar-ganar.

Es posible evitar la desestabilización social abriendo puertas que faciliten un despliegue productivo en tecnología e innovación que ahora está bajo siete candados por la mezquindad de una oligarquía cada vez más minúscula y la miopía de unas élites políticas cada vez más inservibles. Vivimos una situación anómala con respecto a la propia historia del capitalismo: es el esfuerzo en frenar la difusión de nuevas tecnologías a través de leyes de propiedad intelectual o de patentes de copyright en perjuicio de la sociedad.

En América Latina hay vientos frescos, lo digo sin ningún tipo de dogmatismo, no venimos a dar lecciones a nadie. Pero es en este momento de crisis de sobreproducción cuando se hace necesario que los pueblos empiecen a dialogar. Hay que poner el debate encima de la mesa y superar ciertos callos mentales que podrían evitar que Europa caiga en una depresión como la de Japón.

Este modelo económico, sin embargo, es criticado por algunos sectores de la sociedad europea y medios de comunicación, que tratan de descalificarlo...

Estas descalificaciones evidencian la decadencia política en buena parte del mundo occidental, que les está llevando a un suicidio histórico, porque todo lo que Europa ha logrado desde que venció al fascismo ha sido gracias a la lucha de los pueblos. Y es ahora la ciudadanía quien tiene que ver que lo conquistado no es gratis.

Estamos a las puertas de una degradación civilizatoria de larga duración si la agenda sigue basada en la especulación y en el expediente fácil, pero muy rentable, de provocar conflictos o guerras y jugar en el casino con los dados cargados, endeudando a los puntos en conflicto para luego obligarles a vender armas y adjudicarse después los contratos de reconstrucción. La gente tiene que reaccionar ante esto y ver que la solución la tenemos aquí y ahora y que existe un horizonte de posibilidades más allá de las ideologías.

¿Qué crees que podemos aprender de esta crisis?
La crisis aún no ha terminado. Es ineludible el compromiso y la movilización de los pueblos del mundo para ejercer un control ciudadano sobre el poder que las grandes empresas tienen sobre los mercados. Hay que sacudirse imposibilidades que nos hemos autoimpuesto y definir las prioridades de la sociedad.

En Ecuador se auditó la deuda externa y en España se empieza a plantear esta opción desde movimientos ciudadanos y algunos partidos políticos, ¿es necesaria?

¿Quién puede oponerse a esto?, más allá de cualquier ideología, esto no es un tema de izquierda o derecha...¿quién está opuesto a que se transparenten los contratos públicos que generan deudas públicas?, ¿quién se opone a que se sepa dónde va el dinero que han recibido los bancos centrales? Que los políticos pongan la cara y digan por qué están a favor de ocultar. Que algunos economistas digan por qué están en contra de la auditoría.

Primero estudiemos los términos de esa auditoría, transparentemos ante quién responden los bancos centrales...en Europa hay muchos bancos centrales que son privados, ¿cómo es esto posible? Discutamos si esto debería seguir así y el rol que FMI, Banco Mundial, Banco Central Europeo, transnacionales y gobiernos deben adoptar y discutamos si se puede forzar a un país a priorizar el pago de deuda por encima, por ejemplo, de la defensa de la salud nacional

¿Qué ocurre si no se paga esta deuda?
En la historia han sido frecuentes los episodios de no pago. Una de las necesidades de la modernidad capitalista ha sido la de eliminar la prisión por deudas, porque es necesario el reciclaje del cliente y constituye parte de la vitalidad del sistema.

Asistimos al abandono de la primacía del capital productivo en favor del capital especulativo y de la usura. Es el retorno a prácticas rentistas y tributarias y ese predominio de una lógica parasitaria implica el fomento de la guerra de clases y la asfixia del capital productivo. La Europa continental tendría que reflexionar en torno a esto, más allá de cualquier ideología. Europa tiene un sitio en el mundo en base a la producción de tecnología punta, pero es irrelevante en un escenario definido desde la especulación y la deuda externa, el ajuste, la deslocalización, la reducción de salarios y el desmantelamiento del Estado del Bienestar. En el marco de esta crisis de sobreproducción, asfixiar los mercados no será nunca una solución

¿Cuál es el peso de la Economía Social y Solidaria en Ecuador y cómo se fomenta desde el Gobierno?
Es un tema muy complejo. La economía popular, a través un gigantesco trabajo no reconocido en el mercado, está alcanzado altas cotas de resiliencia como forma de supervivencia. Se trata de una fuerza de trabajo que ha sido expulsada de la lógica del mercado -basada en la eficiencia- y que busca la forma de ganarse la vida porque no tiene forma de entrar en el llamado “capital formal”. Ir contra la dinámica del gran capital y la globalización es ser un salmón contracorriente y desde el Gobierno se hacen grandes esfuerzos, pero no deja de ser ir contracorriente.

En Ecuador funciona la Agencia de Regulación Antimonopólica, que acaba de emitir un manual de uso obligatorio para los supermercados que los obliga, entre otras cosas, a destinar el 15% de sus estanterías a productos procedentes de la economía popular y solidaria, para que también tengan presencia los pequeños y medianos productores del país y no sólo las grandes marcas.

Es, sin embargo, un reto enorme que tiene una doble vertiente. Por un lado, hay que huir del paternalismo y trabajar colectivamente para que esos productores afronten los retos de calidad y cantidad para facilitar la entrada de los productores en el mercado. Por otro, es necesario que la población adopte la conciencia de consumidor responsable. Que entendamos que comprar por moda lo que viene importado genera un problema de puestos de trabajo. Que entendamos que consumir comida chatarra no sólo nos cuesta un problema de salud a nivel individual, sino un problema de salud pública, igual que sucede con el consumo de determinados alimentos prefabricados.

A la hora de consumir, hay que saber que una decisión tomada con conciencia y responsabilidad social puede definir un nuevo horizonte de posibilidades. Que no nos dejemos manipular, no somos autómatas al servicio de las grandes multinacionales. Seamos soberanos de nuestra decisiones, más allá de cualquier ideología o de cálculos electorales.

¿Qué más puedes contarnos acerca de ese Manual de Buenas Prácticas?
Es parte de un proceso que nos involucra a todos. Además, estamos muy optimistas con la posibilidad de ir más allá y firmar con grandes cadenas y proveedores un código de ética.

Rompiendo con determinados esquemas establecidos se pueden conseguir cosas, defendiendo y exigiendo al consumidor. Defendiendo a los proveedores, que se quejaban de que se les pagaba tarde, mal y nunca y de que eran víctimas de prácticas casi mafiosas por parte de cadenas de supermercados. La situación se ha ido transformando, hemos encontrado una excelente apertura por parte de las cadenas, que parecen haberse dado cuenta de que hay que establecer ciertas líneas rojas.

Tratamos de proteger a los proveedores, crear conciencia en el consumidor y abrir las puertas a productores que nunca tuvieron oportunidad de colocar sus productos en grandes superficies. Hablamos de cómo ser mejores seres humanos y decidir el tipo de sociedad que queremos.

Para finalizar, recomiéndanos un libro
Estoy leyendo ahora mismo el último de Jean Luc Mélenchon, “L’Ere du peuple”. Habla del principio de incertidumbre y trata temas filosóficos muy importantes... Es formidable, hay que leerlo despacio porque está lleno de reflexiones. Es muy refrescante el hecho de que el debate en sectores progresistas tenga ese nivel. Plantea ejercicio de la política con sólidos fundamentos y un proceso de cambio con rigor y responsabilidad. Lo que se esta viviendo en Europa, aunque aquí tengan una visión pesimista, está lleno de posibilidades y arma una cuestión muy esperanzadora. Demuestra que vivimos un tiempo que no admite pretextos.
Ana Encinas
Fuente: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Discutamos-si-se-puede-forzar-a-un