Ni allí dejó de luchar: cuentan quienes la conocieron que cuando en el campo de Ravensbrück (Alemania), le tocó trabajar para la industria armamentística se dedicó a inutilizar balas y a sabotear maquinaria. En el campo también forjó fuertes vínculos emocionales con mujeres de varias nacionalidades con quienes han mantenido relación durante décadas. Recuerdos que siempre contó que tenía en blanco y negro. Como la foto que quiso hacerse al ser liberada en 1945: con el uniforme a rayas de los campos, un pañuelo en la cabeza y el número 50446 cosido en la camisa.
Català fue delatada a las autoridades nazis en 1943, cuando vivía en Francia después de huir al final de la Guerra Civil española. Lo hizo acompañando a 180 niños huérfanos de los que estaba al cargo en una institución de Premià de Mar, en el Maresme. No había parado ni paró de luchar por las libertades. “Por las que no hay que parar de luchar, porque la libertad se conquista cada día”, decía. En Francia se casó y con su marido colaboraron con los maquis y con la Resistencia francesa: recibían y trasmitían mensajes, armas, documentación y alojaron refugiados políticos. Hasta que fueron delatados, y antes del campo fueron encarcelados en la ciudad de Limoges.
Tras sobrevivir a los campos --porque además de Ravensbrück conoció también el horror de un campo checo que dependía del de Flossenbürg (Alemania), liberado por partisanos checos en 1945--, logró encontrar a su marido y vivieron en París, donde ejerció de profesora (aunque había estudiado para enfermera). Pese a los estragos físicos del paso por la cárcel y los campos, ya las advertencias de los médicos, Català tuvo dos hijos. Fue al fallecer su marido cuando decidió volver, en 1976, primero a Rubí (Barcelona) y después a su pueblo. También sus hijos se trasladaron al Priorat en cuando se jubilaron para estar cerca de su madre.
Tras esas gafas oscuras de pasta, Català nunca dejó de participar en actos de asociaciones de mujeres y de represaliados, dedicó más de 60 años de su vida a defender la memoria de las 92.000 mujeres muertas en el campo de Ravensbrück. “Siempre pensaba en los demás, todo el mundo la quería y sorprendía lo alegre que era después de todo lo que pasó”, explica quien fue directora del Instituto Catalán de la Mujer y la conoció de cerca, Joaquima Alemany. El 1 de octubre de 2017 acudió a votar en el referéndum ilegal independentista.
De joven, Català se había diplomado en enfermería y formó parte de las Juventudes del Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC) y del sindicato UGT. Se trasladó a Barcelona al empezar la Guerra Civil.
Las muestras de condolencia y reconocimiento a Català llegaron este sábado desde instituciones y entidades. El presidente del Parlament, Roger Torrent, llamó a "no dejar caer en el olvido el sacrificio" de Neus Català y toda la generación que sufrió el horror nazi. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, elogió a Català por ser "una voz clara por la libertad y contra la barbarie". "Cataluña está de luto", escribió en las redes sociales, evocándola como "mujer inmensa, llena de vida y de dignidad. Un ejemplo de la lucha por los derechos humanos. Una voz clara por la libertad y la barbarie".
Los candidatos a las elecciones generales también han reaccionado al fallecimiento de Neus Català. Meritxell Batet, del PSC, destacó que Català fue “una luchadora antifascista y superviviente del campo nazi, un ejemplo de lucha y de supervivencia. El candidato de ERC, Gabriel Rufián, recordó la frase de Català: “Dijo ‘nunca me arrodillé frente a un fascista’. También lo haremos por ella. Ganaremos por ella”. El candidato de En Comú Podem, Jaume Asens, calificó a Català de “mujer valiente, referente de la lucha contra el fascismo”, y llamó a “estar a la altura del mandato procedente de los supervivientes del holocausto nazi”.
Durante su larga vida, Català recibió reconocimientos como la Creu de Sant Jordi (2005), la Medalla de Oro al Mérito Cívico del Ayuntamiento de Barcelona (2014), la Medalla de Oro y la Medalla centenaria de la Generalitat (2015) --en el marco del Any Neus Català, coincidiendo con el 70 aniversario de la liberación de los campos nazi--, el Premio Alternativa 2006 de EUiA y el Premi Dignitat de la Comissió de la Dignitat (2007), entre otros. Durante treinta años fue representante española del Comité Internacional de Ravensbrück (CIR) y presidenta de la Amical Ravensbrück desde la fundación de la entidad en 2005.
SOBRE LA FIRMA
Clara Blanchar