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lunes, 10 de noviembre de 2025

Qué son las células T, las "guardias de seguridad" del sistema inmunológico cuyo descubrimiento fue premiado con el Nobel de Medicina 2025

Pantalla con las tres fotos de cada uno de los galardonados del Premio Nobel de Medicina 2025, Mary E. Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi, en la rueda de prensa donde se anunció el premio.

Fuente de la imagen,CLAUDIO BRESCIANI/TT NEWS AGENCY/AFP via Getty Images

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Celulas TNobel de Medicina, 
El Premio Nobel de Medicina 2025 fue otorgado a Mary E. Brunkon, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi por sus descubrimientos sobre la llamada tolerancia inmunológica periférica.

Se trata de un mecanismo que evita que el sistema inmunológico dañe el cuerpo y cuyo entendimiento permitió desarrollar nuevos tratamientos médicos.

"Sus hallazgos han sido decisivos para comprender cómo funciona el sistema inmunológico y por qué no todos nosotros desarrollamos enfermedades autoinmunes severas", explicó Olle Kämpe, presidente del Comité del Nobel.

La Real Academia Sueca decidió entregar este galardón de modo compartido a los tres investigadores, cuyos trabajos se han desarrollado en universidades de Estados Unidos y Japón.

En concreto, Mary E. Brunkow (nacida en 1961) pertenece al Instituto de Biología de Sistemas, Seattle y Fred Ramsdell (1960) al Sonoma Biotherapeutics, de San Francisco, ambos en Estados Unidos, mientras que Shimon Sakaguchi (1951) realiza sus investigaciones en la Universidad de Osaka, en Japón.

El premio es de 11 millones de coronas suecas (unos US$1.170.000 dólares), que se repartirán a partes iguales entre los galardonados.

Los galardonados identificaron a los "guardias de seguridad del sistema inmunitario", las células T reguladoras, que evitan que las células inmunitarias ataquen a nuestro propio organismo.

Sus descubrimientos impulsaron el desarrollo de tratamientos para el cáncer y las enfermedades autoinmunes. Además, destacó la Academia, esto también puede conducir a trasplantes más exitosos.

Varios de estos tratamientos se encuentran actualmente en fase de ensayos clínicos.

Un recorrido de años
En 1995, Shimon Sakaguchi hizo el primer hallazgo clave. Y lo hizo nadando contracorriente.

En aquel momento, muchos investigadores estaban convencidos de que la tolerancia inmunológica solo se desarrollaba con la eliminación de nuestro organismo de las células inmunitarias potencialmente dañinas en el timo en un proceso que denominado "tolerancia central".

Pero Sakaguchi demostró que el sistema inmunológico es más complejo y descubrió una clase de células inmunitarias hasta entonces desconocidas y que protegen al organismo de las enfermedades autoinmunes.

Por su lado, Mary Brunkow y Fred Ramsdell realizaron otro descubrimiento clave en 2001.

En ese momento presentaron la explicación de por qué una cepa específica de ratones era particularmente vulnerable a las enfermedades autoinmunes.

Una micrografía electrónica coloreada donde se ve una célula T o linfocito T. Su aspecto es como una esponja, con los bordes similares a pétalos de flores. Fuente de la imagen, NIH-NIAID/Image Point FR/BSIP/Universal Images Group via Getty Images Pie de foto,

Una micrografía electrónica coloreada donde se ve una célula T o linfocito T.

Habían descubierto que los ratones tenían una mutación en un gen al que llamaron Foxp3. También demostraron que las mutaciones en el equivalente humano de este gen causan una grave enfermedad autoinmune, la IPEX.

Dos años después, en 2003, Shimon Sakaguchi logró relacionar estos descubrimientos. Demostró que el gen Foxp3 controla el desarrollo de las células que él identificó en 1995.

Estas células, ahora conocidas como células T reguladoras, supervisan otras células inmunitarias y garantizan que nuestro sistema inmunitario tolere nuestros propios tejidos.

 Qué son las células T
Las células T, o linfocitos T, son una especie de células inmunes, cuyo principal propósito es identificar y matar a patógenos invasores o células infectadas.

Lo hacen utilizando proteínas en su superficie, que a su vez pueden adherirse a proteínas en la superficie de estos impostores.

Cada célula T es altamente específica. Hay billones de variaciones posibles de estas proteínas de superficie, y cada una puede reconocer un objetivo diferente.

Debido a que las células T pueden mantenerse en la sangre durante años después de una infección, también contribuyen a la "memoria de largo plazo" del sistema inmune y le permiten organizar una respuesta más rápida y más efectiva cuando este queda expuesto a un viejo enemigo.

Si los científicos saben qué aspectos del sistema inmune son los más importantes, pueden dirigir sus esfuerzos a hacer que las vacunas y los tratamientos funcionen.

Cómo funcionan las diferentes células inmunitarias
Cuando el cuerpo está infectado, digamos con un virus, responde produciendo glóbulos blancos llamados linfocitos. Los tipos principales de linfocitos son las células B, que producen anticuerpos, y las células T, que apoyan la producción de anticuerpos de células B o actúan como células asesinas para destruir el virus.

Algunas células T y células B también se convierten en células de memoria de larga duración que saben qué hacer si se encuentran con la misma infección nuevamente.

Las células B y las células T "ven" el virus de diferentes maneras.

En términos generales, las células B reconocen las formas en el exterior del virus, creando anticuerpos que se traban o acoplan con ellas (un poco como dos piezas de rompecabezas que coinciden).

En cambio, las células T reconocen fragmentos de los aminoácidos que componen el virus, incluyendo fragmentos que normalmente se encuentran en su interior.

Cada virus tiene muchas características únicas, tanto por dentro como por fuera. La respuesta inmune de una persona puede acabar produciendo una variedad de células T y células B que, entre ellas, atacan una amplia gama de esos rasgos.

Esto a veces se llama "amplitud de respuesta". Una buena amplitud de respuesta involucra a muchos linfocitos diferentes que ven diferentes partes del virus, lo que hace que sea muy difícil para el virus ocultarse completamente.

El estudio de las células T y su aplicación en vacunas tuvo una importancia crucial durante la pandemia de covid por su papel clave en la respuesta inmunitaria.


martes, 9 de noviembre de 2021

_- Cinco de los métodos más prometedores para vivir más (y mejor)

_- La mayoría de la gente quiere vivir una vida larga y feliz, o al menos evitar una corta y miserable. Si te encuentras en esa mayoría, estás de suerte. Durante la última década, se ha producido una revolución silenciosa en la investigación sobre nuestra comprensión de la biología del envejecimiento.

El desafío es convertir este conocimiento en consejos y tratamientos de los que podamos beneficiarnos. Aquí rompemos el mito de que alargar la esperanza de vida saludable es ciencia ficción y mostramos que, en cambio, es un hecho científico.

1. Nutrición y estilo de vida
Hay mucha evidencia de los beneficios de hacer las cosas aburridas, como comer bien.

Un estudio de grupos grandes de personas comunes muestra que mantener el peso, no fumar, restringir el alcohol a cantidades moderadas y comer al menos cinco porciones de frutas y verduras al día puede aumentar tu esperanza de vida de siete a 14 años en comparación con alguien que fuma, bebe demasiado y tiene sobrepeso.

Reducir aún más las calorías, en aproximadamente un tercio, la llamada restricción dietética, mejora la salud y prolonga la vida en ratones y monos, siempre que coman las cosas correctas, aunque eso es algo difícil de pedir a lo seres humanos, que están expuestos constantemente a la tentación de la comida.

Se cree que las versiones menos extremas del ayuno intermitente o de tiempo restringido (solo comer durante un período de ocho horas cada día o ayunar durante dos días a la semana) reducen el riesgo de que las personas de mediana edad contraigan enfermedades relacionadas con la edad.

2. Actividad física
A nivel mundial, la inactividad causa directamente aproximadamente el 10% de todas las muertes prematuras por enfermedades crónicas, como la enfermedad coronaria, la diabetes tipo 2 y varios cánceres.

Si todos en la Tierra hicieran suficiente ejercicio mañana, el efecto probablemente sería un aumento de la esperanza de vida humana saludable en casi un año.

Pero ¿Cuánto ejercicio es óptimo?
Los niveles muy altos son de hecho malos para ti, no solo en términos de músculos desgarrados o esguinces de ligamentos. Pueden inhibir el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de enfermedad de las vías respiratorias superiores.

Un poco más de 30 minutos al día de actividad física de moderada a intensa es suficiente para la mayoría de las personas. Eso no solo te hace más fuerte y te pone en forma, se ha demostrado que reduce la inflamación dañina e incluso mejora el estado de ánimo.

3. Estimular el sistema inmunológico
Por muy en forma que estés y por más que comas bien, tu sistema inmunológico, desafortunadamente, se vuelve menos efectivo a medida que envejece. Las malas respuestas a la vacunación y la incapacidad para combatir las infecciones son consecuencias de esta "inmunosenescencia".

Todo comienza a ir cuesta abajo a principios de la edad adulta cuando el timo, un órgano en forma de corbatín en la garganta, comienza a marchitarse.

Eso suena mal, pero es aún más alarmante cuando te das cuenta de que el timo es donde los agentes inmunes llamados células T aprenden a combatir las infecciones.

El cierre de un centro educativo tan importante para las células T significa que no pueden aprender a reconocer nuevas infecciones o combatir el cáncer de manera eficaz en las personas mayores.

Puedes ayudar, un poco, asegurándote de tener en tu cuerpo suficientes vitaminas clave, especialmente A y D.

Un área de investigación prometedora está analizando las señales que el cuerpo envía para ayudar a producir más células inmunes, particularmente una molécula llamada IL-7.

Es posible que pronto seamos capaces de producir medicamentos que contengan esta molécula, lo que podría estimular el sistema inmunológico en las personas mayores.

Otro enfoque es utilizar el suplemento alimenticio espermidina para activar las células inmunitarias para eliminar su basura interna, como las proteínas dañadas. Esto mejora tanto el sistema inmunológico de los ancianos que ahora se está probando como una forma de obtener mejores respuestas a las vacunas contra la covid-19 en las personas mayores.

4. Rejuvenecimiento de células
La senescencia es un estado tóxico en el que entran las células a medida que envejecemos, causando estragos en todo el cuerpo y generando inflamación y enfermedad crónica de bajo grado, lo que esencialmente causa el envejecimiento biológico.

En 2009, científicos demostraron que los ratones de mediana edad vivían más y se mantenían más saludables si se les administraba pequeñas cantidades de un medicamento llamado rapamicina, que inhibe una proteína clave llamada mTOR que ayuda a regular la respuesta de las células a los nutrientes, el estrés, las hormonas y el daño.

En el laboratorio, medicamentos como la rapamicina (llamados inhibidores de mTOR) hacen que las células humanas senescentes (envejecidas) se vean y se comporten como si fueran más jóvenes.

Aunque es demasiado pronto para recetar estos medicamentos para uso general, acaba de empezar un nuevo ensayo clínico para probar si la rapamicina en dosis bajas realmente puede retrasar el envejecimiento en las personas.

Descubierta en el suelo de la isla de Pascua, en Chile, la rapamicina tiene una mística significativa y ha sido aclamada en la prensa popular como un posible "elixir de juventud". Incluso puede mejorar la memoria de ratones con una enfermedad similar a la demencia.

Pero todos los medicamentos tienen sus pros y sus contras, y dado que demasiada rapamicina inhibe el sistema inmunológico, muchos médicos son reacios a considerarla incluso para evitar enfermedades relacionadas con la edad.

Sin embargo, la dosis es fundamental y los medicamentos más nuevos, como el RTB101, que funcionan de manera similar a la rapamicina, refuerzan el sistema inmunológico en las personas mayores e incluso pueden reducir las tasas y la gravedad de la infección por covid.

5. Deshacerse de las células viejas
Deshacerse por completo de las células senescentes es otro camino prometedor.

Un número creciente de estudios de laboratorio en ratones que usan medicamentos para matar células senescentes, las llamadas "senolíticas", muestran mejoras generales en la salud y, como los ratones no mueren de enfermedades, también terminan viviendo más tiempo.

La eliminación de células senescentes también ayuda a las personas. En un pequeño ensayo clínico, personas con fibrosis pulmonar grave informaron una mejoría general, incluida la distancia y la rapidez con la que podían caminar, después de haber sido tratadas con fármacos senolíticos.

Pero esto es solo la punta del iceberg.
La diabetes y la obesidad, así como la infección con algunas bacterias y virus, pueden desencadenar la formación de más células senescentes.

Las células senescentes también hacen que los pulmones sean más susceptibles a la infección por covid, y la covid hace que más células se vuelvan senescentes.

Es importante destacar que deshacerse de las células senescentes en ratones viejos les ayuda a sobrevivir a la infección por covid.

El envejecimiento y la infección son una vía de doble sentido. Las personas mayores contraen más enfermedades infecciosas a medida que su sistema inmunológico comienza a perder fuerza, mientras que la infección acelera el envejecimiento a través de la senescencia.

Dado que el envejecimiento y la senescencia están indisolublemente vinculados con enfermedades crónicas e infecciosas en las personas mayores, es probable que el tratamiento de la senescencia mejore la salud en todos los ámbitos.

Es emocionante que algunos de estos nuevos tratamientos ya se vean bien en los ensayos clínicos y puedan estar disponibles pronto para todos nosotros.

*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí si quieres leerlo en su versión original.

*Richard Faragher es profesor de biogerontología de la Universidad de Brighton, en Reino Unido. Lynne Cox es profesora de bioquímica de la Universidad de Oxford, Reino Unido