miércoles, 1 de febrero de 2023

Palos de ciego contra la subida de precios de alimentos básicos

Es un hecho que el gobierno de Pedro Sánchez ha estado acertado a la hora de combatir la inflación y la prueba es que España terminó 2022 con la tasa más baja de la eurozona.

Por eso me gustaría decir que estoy de acuerdo con las ministras y ministros del gobierno español que se están pronunciando y haciendo propuestas sobre la indeseable y en muchos casos impresionante subida de precios que están registrando productos básicos de la cesta de la compra familiar. Pero no lo estoy.

No me parece muy acertada, por ejemplo, la bajada del IVA recientemente aprobada.

La ministra de Economía y vicepresidenta Nadia Calviño cree que esa medida bajará los precios porque comparte lo que me parece un error sobre la naturaleza de los mercados que han expresado la ministra de Industria, Turismo y Comercio, Reyes Maroto, y el ministro de Agricultura, Luis Planas, al afirmar que se trata de un mercado «en donde hay competencia» y, por tanto, en donde «no es necesario intervenir».

Con independencia de que esa afirmación es contradictoria con la intervención que supone modificar el IVA para lograr un cambio de comportamiento de las empresas a la hora de fijar precios, lo cierto es que se trata de un mercado en el que, efectivamente, hay competencia, aunque no lo que se produce en un mercado perfecto que busca la maximización del beneficio tal y como la describen los modelos teóricos, ni la que se lleva a cabo bajando márgenes, sino tratando de alcanzar la mayor cuota posible de mercado.

Por esa razón, es dudoso que efecto final de una medida como reducir el IVA sea positico porque puede provocar cambios indeseados en los hábitos de compra, no es fácil acertar con el tipo de bienes a los que realmente conviene aplicarles la bajada, no es seguro que se traslade a los consumidores y porque se benefician de ella perceptores de rentas que no lo necesitan.

Mucho me temo que la bajada del IVA sea otra de esas buenas intenciones de las que dicen que está lleno el infierno, pues puede terminar siendo tan solo un regalo adicional a las grandes empresas. Mientras que posiblemente hubiera sido mucho más eficiente y barato proporcionar ayudas directas a quien lo necesite.

De hecho, aunque algún informe señala que la bajada del IVA se está trasladando a los precios y que estos ya están bajando, una investigación de FACUA revela que siete grandes cadenas (Alcampo, Aldi, Carrefour, Dia, Eroski, Lidl, Hipercor y Mercadona) no la están aplicando

Y no puedo sino manifestar mi estupor al leer que la ministra Calviño afirma que “es responsabilidad del sector” bajar los precios tras decidirse la bajada del IVA. En primer lugar, porque parece mentira que una ministra de Economía hable del «sector» como de un sujeto que tomas decisiones colectivas, como un monopolio. Y, en segundo lugar, porque, nos guste o no, los mercados no son mecanismos que se muevan por principios éticos o morales, por mucho que pudiera parecernos deseable.

No estoy de acuerdo tampoco con la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, cuando también vincula el problema a otra cuestión moral (la falta de piedad de los propietarios, personificados en el dueño de Mercadona) o en los márgenes de las empresas.

Podría parecernos que el mundo funcionaría mejor si todos los propietarios de capital (y el resto de los mortales) fuésemos más piadosos. Pero esa no es la cuestión. El capitalismo es lo que es, con sus defectos y virtudes, y no se le puede pedir que funcione de otro modo. Ese tipo de manifestaciones enardecen a la parte más guerrera de los propios, pero no conducen a nada más que a generar un ruido que, a mi modesto entender, no es lo que más favorece la puesta en marcha de políticas transformadoras.

Es una evidencia que los márgenes de las empresas españolas (como las de otros países de nuestro entorno) han aumentado. Ocurre siempre que hay procesos inflacionarios pues estos se producen de manera muy desigual y comportan movimientos de precios muy asimétricos en el conjunto de la economía y entre todas las empresas. Las de mayor poder de mercado se benefician siempre de la inflación y por eso muchos economistas decimos que esta última no solo tiene causas, sino también propósitos. En concreto, el de recuperar el terreno perdido subiendo precios al pescar en río revuelto.

Pero, siendo eso evidente, resulta prácticamente imposible determinar directamente (al menos sobre la marcha de las subidas) en dónde se produce real y exactamente el aumento de los márgenes, qué empresas concretas lo llevan a cabo y con qué productos de los que venden lo hacen en particular.

Por tanto, señalar al aumento de márgenes como una fuente más de la inflación (una verdad como un castillo de grande) es útil para mostrar en general la naturaleza del fenómeno que nos está afectando, pero creo yo que algo poco operativo a la hora de poner remedios concretos a las subidas de precios. Al menos, con el tipo de indicadores y datos con los que hoy día se cuenta.

No se olvide, como he señalado antes, que en el sector de la distribución de los productos alimenticios no necesariamente se gana más aumentando márgenes y que puede ocurrir que medidas bienintencionadamente destinadas a reducirlos, para favorecer una oferta más barata y asequible, terminen provocando a medio plazo una mayor concentración y, a la postre, condiciones peores que las iniciales. Un efecto perverso, por cierto, que ya se ha vivido en otros países vecinos, como Francia, en donde se ha acusado al gigante Leclerc de «canibalizar» el sector justamente reduciendo su margen en pleno proceso de subida de precios.

¿Quiere eso decir que no se puede hacer nada frente a empresas con tanto poder de mercado como estas grandes del sector de la distribución de productos alimenticios?

Tal y como ya ha hecho el gobierno de Grecia y parece que hará el de Francia, ambos conservadores y no precisamente bolcheviques, no creo que se deba descartar algún tipo de control de precios. Pero, insisto, no me parece que esto sea el remedio óptimo ni más efectivo en el caso de productos alimenticios que tanto perjudica a las rentas más bajas y, por extensión, a miles de pequeñas y medianas empresas que viven de su gasto. Y, de llevarse a cabo, creo que solo deberían establecerse con extraordinaria precisión y no a brocha gorda, sobre la base de un buen conocimiento de lo que ocurre en el mercado, con acuerdos y control efectivo.

A mi juicio, la única forma de evitar lo que está sucediendo con los precios y las dificultades de acceso a la oferta de miles de familias es generar otro tipo de canales de distribución y nuevas formas de consumo. No pedirle al capitalismo el imposible de que sea lo que no es, sino poniendo en marcha procesos que hagan y proporcionen lo que el capitalismo no puede hacer ni proporcionarnos.

El ex vicepresidente del gobierno Pablo Iglesias acaba de señalar en uno de sus programas de La Base que, junto a los controles de precios que propone su formación, se podrían crear supermercados públicos. Eso me ha hecho recordar la propuesta que escribí (p. 50) en el documento de bases que nos pidió Podemos y que redacté junto a Vicenç Navarro en 2014: «Exploración de fórmulas (…) destinadas a satisfacer necesidades básicas de la población con dificultades de acceso a la oferta actual de los mercados: creación de centrales de compras participadas por el sector público, tanto estatal como autonómico o local y organizaciones del tercer sector.»

Quizá, si entonces se nos hubiese hecho algo más de caso y se hubiera comenzado a trabajar en esa línea, ahora no tendríamos que lamentarnos tanto de lo que está ocurriendo y se darían menos palos de ciego para combatir las subidas de precios.

Qué problemas para la salud trae la falta de vitamina B12 (y por qué no siempre se puede resolver tomando suplementos)

 

B12

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES


Durante varios meses del verano de 2022, mi perra Scout vomitó a las 3 de la mañana casi todos los días. Si tienes un perro, conoces el sonido. Y todas las veces, ella se comía el desastre que hacía antes de que yo llegara, lo que dificultaba el diagnóstico de la causa.

El veterinario y yo finalmente decidimos que mis hortensias eran la fuente del problema, pero mantener a Scout lejos de ellas no funcionó. Empezó a parecer cansada todo el tiempo, algo muy preocupante en un cachorro labrador típicamente hiperactivo.

Luego, un día, Scout vomitó una bola de pelo, pero no cualquier bola de pelo. En los perros, el pelo normalmente pasa fácilmente a través del sistema digestivo, pero esta bola de pelo estaba envuelta alrededor de un trapo de limpieza que era demasiado grande para moverse.

Una vez que se eliminó este objeto extraño, los vómitos de la noche a la mañana terminaron. Sin embargo, Scout aún necesitaba tratamiento por una razón diferente y sorprendente: el objeto había inhibido un paso en la absorción de vitamina B12 en su cuerpo.

La B12 es un nutriente esencial involucrado en el funcionamiento adecuado de las células sanguíneas, los nervios y muchos otros procesos críticos en el cuerpo.

Soy nutricionista registrada y enseño nutrición y ciencia de los alimentos a estudiantes universitarios, pero aun así me perdí la deficiencia de B12 que estaba causando la fatiga de mi cachorro.

Los médicos pueden ignorarlo fácilmente en las personas, a pesar de que la deficiencia de B12 es un problema de salud común que afecta aproximadamente al 6% al 20% de la población de EE.UU.

La vitamina B12 es escasa en la dieta y se encuentra únicamente en alimentos de origen animal.

Afortunadamente, los humanos solo necesitan 2,4 microgramos de B12 al día, una cantidad muy, muy pequeña. Sin una cantidad adecuada de vitamina B12 en el cuerpo, la salud general y la calidad de vida se ven afectadas negativamente.

Signos y síntomas
Uno de los principales síntomas de la deficiencia de vitamina B12 es la fatiga, un nivel de cansancio o agotamiento tan profundo que afecta las actividades de la vida diaria.

Alimentos

FUENTE



Signos y síntomas
Uno de los principales síntomas de la deficiencia de vitamina B12 es la fatiga, un nivel de cansancio o agotamiento tan profundo que afecta las actividades de la vida diaria.

Alimentos
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES 

Otros síntomas son neurológicos y pueden incluir hormigueo en las extremidades, confusión, pérdida de memoria, depresión y dificultad para mantener el equilibrio. Algunos de estos pueden ser permanentes si no se aborda la deficiencia de vitaminas.

Sin embargo, dado que puede haber tantas causas para estos síntomas, los médicos pueden pasar por alto la posibilidad de una deficiencia de vitamina B12 y no detectarla.

Además, tener una dieta saludable parece descartar cualquier deficiencia de vitaminas. Caso en cuestión: como sabía que la dieta de Scout era buena, no consideré la deficiencia de vitamina B12 como la fuente de sus problemas.

Cómo se absorbe la B12
La investigación es clara en cuanto a que las personas que consumen dietas basadas en plantas deben tomar suplementos de B12 en las cantidades que normalmente brindan las multivitaminas estándar.

Sin embargo, cientos de millones de estadounidenses que consumen B12 también pueden estar en riesgo debido a condiciones que podrían estar obstaculizando la absorción de B12 en su cuerpo.

Uno de los síntomas de la falta de vitamina B12 es la fatiga.

La absorción de B12 es un proceso complejo de varios pasos que comienza en la boca y termina en el otro extremo del intestino delgado. Cuando masticamos, nuestra comida se mezcla con la saliva. Cuando se traga la comida, una sustancia en la saliva llamada proteína R, una proteína que protege a la B12 de ser destruida por el ácido estomacal, viaja al estómago junto con la comida.

Células específicas en el revestimiento del estómago, llamadas células parietales, secretan dos sustancias que son importantes para la absorción de B12. Uno es el ácido estomacal: separa los alimentos y la vitamina B12, lo que permite que la vitamina se una a la proteína R de la saliva. La otra sustancia, llamada factor intrínseco, se mezcla con los contenidos del estómago y viaja con ellos a la primera parte del intestino delgado: el duodeno.

Una vez en el duodeno, los jugos pancreáticos liberan B12 de la proteína R y la entregan al factor intrínseco. Este emparejamiento permite que la B12 se absorba en las células, donde luego puede ayudar a mantener las células nerviosas y formar glóbulos rojos sanos.

Una deficiencia de vitamina B12 generalmente implica un colapso en uno o más de estos puntos en el camino hacia la absorción.

Factores de riesgo para la deficiencia de B12
Sin saliva, la vitamina B12 no se unirá a la proteína R de la saliva y se inhibe la capacidad del cuerpo para absorberla. Y hay cientos de medicamentos diferentes que pueden causar sequedad en la boca, lo que resulta en una producción de saliva demasiado baja. Incluyen opioides, inhaladores, descongestionantes, antidepresivos, medicamentos para la presión arterial y benzodiazepinas, como Xanax, que se usan para tratar la ansiedad.

Otro contribuyente potencial a la deficiencia de vitamina B12 son los bajos niveles de ácido estomacal. Cientos de millones de estadounidenses toman medicamentos contra las úlceras que reducen los ácidos estomacales que causan las úlceras. Los investigadores han relacionado firmemente el uso de estos medicamentos con la deficiencia de vitamina B12, aunque esa posibilidad puede no compensar la necesidad del medicamento.

La falta de ácido estomacal dificulta la absorción de B12
La producción de ácido estomacal también puede disminuir con el envejecimiento. Más de 60 millones de personas en EE.UU. tienen más de 60 años y unos 54 millones tienen más de 65 años. Esta población enfrenta un mayor riesgo de deficiencia de vitamina B12, que puede aumentar aún más con el uso de medicamentos reductores de ácido.

La producción de ácido gástrico y el factor intrínseco por parte de las células parietales especializadas en el estómago es fundamental para que se produzca la absorción de B12. Pero el daño al revestimiento del estómago puede impedir la producción de ambos.

En los humanos, el deterioro del revestimiento del estómago se debe a una cirugía gástrica, inflamación crónica o anemia perniciosa, una afección médica caracterizada por fatiga y una larga lista de otros síntomas.

Otro culpable común de la deficiencia de vitamina B12 es la función inadecuada del páncreas. Alrededor de un tercio de los pacientes con mal funcionamiento del páncreas desarrollan una deficiencia de vitamina B12.

Y, por último, la metformina, un fármaco utilizado por alrededor de 92 millones de estadounidenses para tratar la diabetes tipo 2, se ha asociado con la deficiencia de vitamina B12 durante décadas.

Tratamiento para la deficiencia de B12
Si bien algunos médicos miden de forma rutinaria los niveles de B12 y otras vitaminas, un examen de control rutinario incluye solo un conteo sanguíneo completo y un panel metabólico, ninguno de los cuales mide el estado de B12.

Si experimentas síntomas potenciales de una deficiencia de B12 y también tienes uno de los factores de riesgo anteriores, debes consultar a un médico para que te haga una prueba. Se necesita un análisis de laboratorio adecuado y una discusión con un médico para descubrir o descartar si los niveles inadecuados de B12 podrían estar en juego.

En el caso de mi perra Scout, sus síntomas llevaron al veterinario a realizar dos análisis de sangre: un hemograma completo y una prueba de B12. Estos también son buenos puntos de partida para los humanos. Los síntomas de Scout desaparecieron después de unos meses de tomar suplementos orales de B12 que también contenían una forma activa de folato de vitamina B.

En los humanos, el tipo de tratamiento y la duración de la recuperación dependen de la causa y la gravedad de la deficiencia de vitamina B12. La recuperación completa puede tardar hasta un año, pero es muy posible con el tratamiento adecuado.

El tratamiento para la deficiencia de vitamina B12 puede ser oral, aplicarse debajo de la lengua o administrarse por la nariz, o puede requerir varios tipos de inyecciones. Un suplemento de vitamina B12 o un multivitamínico balanceado pueden ser suficientes para corregir la deficiencia, como lo fue para Scout, pero es mejor ver a un médico para garantizar un diagnóstico y tratamiento adecuados.

*Diane Cress es profesora asociada de Nutrición y Ciencias de los Alimentos, Universidad Estatal Wayne, EE.UU.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original (en inglés)

martes, 31 de enero de 2023

_- La economía solidaria: un nuevo modelo financiero contra la desigualdad y la emergencia climática.

_- Pasar del decir al hacer es el nuevo reto de este sistema económico, que busca potenciar el consumo responsable, las finanzas éticas y el comercio justo

En 2019, diferentes voces del mainstream económico empezaron a hablar de la necesidad de dotar de un propósito a la actividad empresarial. Tanto el presidente de las mayores gestoras de inversión a nivel mundial, Blackrock, como la American Business Roundtable, —asociación empresarial que reúne a grandes multinacionales estadounidenses como Amazon, Google, Coca-Cola—, hacían un diagnóstico: la supervivencia en el medio plazo de las empresas pasaba porque incorporasen un enfoque centrado en la creación de valor para todos sus grupos de interés, no solo accionistas, sino también trabajadores, clientes, proveedores y comunidades locales.

Con esta inquietud, las grandes empresas reconocen que deben jugar un papel clave para afrontar dos de los principales retos de nuestro tiempo: la desigualdad y el cambio climático. Aunque desde entonces los debates sobre el propósito empresarial continúan, desde la irrupción de la pandemia resulta difícil encontrar indicios de esa inquietud en las prácticas reales de las empresas de mayor tamaño. Cierto es que muchas desplegaron iniciativas de acción social en plena emergencia sanitaria, pero parece que aún estamos lejos de probar que hayan dejado de priorizar los intereses de sus accionistas. Muestra de ello es que, en el año de la pandemia, el 40% de las empresas del Ibex 35 distribuyó un dividendo mayor que el del año anterior, a pesar de la caída generalizada de los resultados.

La vocación de la economía solidaria no se limita a encontrar un nicho de mercado y explotarlo, sino que pretende ser una alternativa transformadora Sin embargo, existe otro tipo de realidad empresarial donde esta búsqueda del propósito sí está instalada y desarrollada. Se trata del ecosistema de la Economía Solidaria, que entiende que la actividad económica debe ser siempre un medio al servicio de las personas, y no solamente un fin. Para ello reúne una visión y una práctica que busca situar los procesos de la sostenibilidad de la vida en el centro de la esfera económica.

En España, la Red de Economía Solidaria aglutina a casi mil organizaciones y empresas, que actúan en diferentes ámbitos, entre ellos el consumo responsable, las finanzas éticas, el comercio justo y muchos más, y tienen como guía de actuación la Carta de Principios de la Economía Solidaria. Esta declaración orienta el devenir de sus organizaciones y del proyecto económico, social y político del que forman parte.

Precisamente esa es una de sus fortalezas, su empeño en combinar el pensar y el hacer otra economía, de modo que la actuación empresarial cuente con una brújula clara, y que la reflexión esté constantemente contrastada con la práctica. De hecho, la Carta, aunque fue elaborada en 1995, se ha revisado en tres ocasiones, la última este mismo año, según se han ido dando cambios en el contexto tanto local como global.

Se trata de que las empresas vayan más allá de las declaraciones y que estos principios tengan una traslación efectiva y exigente en la práctica La equidad, el trabajo digno, la sostenibilidad ecológica, la cooperación, el reparto justo de la riqueza y el compromiso con el entorno, son los seis principios que sintetizan su esencia. Toda una declaración de intenciones y un reto no pequeño para desplegar una actividad empresarial.

Algunos de estos conceptos no son nuevos en el sector. De hecho, es difícil encontrar empresas que no declaren fomentar el trabajo digno, el compromiso con el entorno y la sostenibilidad ecológica. Pero de lo que se trata es de ir más allá de las declaraciones y que estos principios tengan una traslación efectiva y exigente en la práctica. Y eso exige profundizar en cada uno de los aspectos. Por ejemplo, el trabajo digno no solo consiste en facilitar condiciones laborales de calidad, sino que también incluye la conciliación, los cuidados, la horizontalidad y la puesta en marcha de procesos participativos dentro de las organizaciones.

Al fin y al cabo, la vocación de la Economía Solidaria no se limita a encontrar un nicho de mercado y explotarlo, sino que pretende ser una alternativa transformadora, que cambie las reglas de juego de la actividad económica para enfocarla en el bienestar colectivo. Esta es su razón de ser.

Con un sistema basado en la competencia y en relaciones jerárquicas y de abuso de poder, alcanzar la vocación con la que la economía solidaria fue concebida resulta difícil. Más bien, se ha de apoyar en la cooperación y el trabajo colaborativo, que integre a todas las personas en igualdad de condiciones y oportunidades. Eso pasa también por poner en cuestión el ánimo lucrativo de las empresas, dedicado a remunerar a los proveedores de capital en el corto plazo y destinar su valor al fortalecimiento interno y la proliferación de más iniciativas transformadoras.

Como consumidores, la economía solidaria nos aporta muchas claves en la reflexión sobre cómo hacer un consumo responsable y crítico. Por todo eso, merece la pena apoyar y contribuir a dar a conocer este movimiento. Actualmente, la Red Estatal de Economía Solidaria está recabando adhesiones para la nueva versión de la Carta de la Economía Solidaria. Es una invitación para todas aquellas personas y organizaciones que creen que la actividad económica puede ser inclusiva, justa y respetuosa con el planeta.

Miguel Alba Ruiz-Morales es responsable de Desigualdad y Sector Privado de Oxfam Intermón. 

lunes, 30 de enero de 2023

_- Los beneficios de la dieta mediterránea.

_- Este régimen ha llegado a ser fundamento de una alimentación virtuosa. Los expertos explican cómo es que conduce a un buen estado de salud.

En los años cincuenta, investigadores de todo el mundo se embarcaron en un amplio y ambicioso estudio. Durante décadas, analizaron las dietas y los estilos de vida de miles de hombres de mediana edad que vivían en Estados Unidos, Europa y Japón y, a continuación, examinaron cómo afectaban esas características al riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

El estudio de los siete países, como se conoció después, descubrió asociaciones entre las grasas saturadas, los niveles de colesterol y las enfermedades coronarias. Pero los investigadores también obtuvieron otro resultado destacable: las personas que vivían en el Mediterráneo y sus alrededores (en países como Italia, Grecia y Croacia) presentaban tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares que quienes vivían en otros lugares. Sus dietas, ricas en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, semillas, proteínas magras y grasas saludables, parecían tener un efecto protector.

Desde entonces, la dieta mediterránea se ha convertido en la base de la alimentación cardiosaludable, con beneficios para la salud bien estudiados, como la disminución de la presión arterial y el colesterol, así como un menor riesgo de padecer diabetes tipo 2.

“Es una de las pocas dietas que cuenta con estudios que la avalan”, afirmó Sean Heffron, cardiólogo preventivo del NYU Langone Health. “No es una dieta que se le haya ocurrido a alguien para ganar dinero. Es algo que millones de personas han desarrollado a lo largo del tiempo porque en realidad tiene buen sabor. Y, además, resulta que es saludable”, agregó el especialista.

A continuación presentamos las respuestas de los expertos a algunas de las preguntas más buscadas sobre la dieta mediterránea.

Exactamente, ¿qué es la dieta mediterránea?
La dieta mediterránea no es tanto un régimen alimenticio estricto, sino más bien un estilo de vida, afirma Julia Zumpano, dietista titulada especializada en cardiología preventiva de la Clínica Cleveland de Ohio. Las personas que siguen la dieta mediterránea tienden a “comer alimentos que reconocerían sus abuelos”, añadió Heffron: alimentos integrales, no procesados y con pocos o ningún aditivo.

La dieta da prioridad a los cereales integrales, las frutas, las verduras, las legumbres, los frutos secos, las hierbas, las especias y el aceite de oliva. El pescado rico en ácidos grasos omega-3, como el salmón, las sardinas y el atún, es la fuente preferida de proteínas animales. Otras proteínas animales magras, como el pollo o el pavo, se consumen en menor cantidad. Y los alimentos ricos en grasas saturadas, como la carne roja y la mantequilla, se consumen en contadas ocasiones. Los huevos y los productos lácteos como el yogur y el queso también pueden formar parte de la dieta mediterránea, pero con moderación. Y se permite un consumo moderado de alcohol, como una copa de vino en la cena.

El desayuno puede ser un aguacate machacado sobre un pan tostado integral acompañado de fruta fresca y un yogur bajo en grasas, comentó Heffron. Para la comida o la cena, un platillo de verduras o granos cocinado con aceite de oliva y sazonado con hierbas: tubérculos asados, verduras de hoja verde, una guarnición de hummus y pequeñas porciones de pasta o pan integral, con una proteína magra como pescado a la parrilla.

“Es muy fácil de seguir, muy sostenible y muy realista”, afirma Zumpano.

¿Cuáles son los beneficios para la salud de la dieta mediterránea?
Diversos estudios rigurosos han descubierto que la dieta mediterránea contribuye a mejorar la salud y en particular la salud del corazón, de distintas maneras. En un estudio, publicado en 2018, los investigadores evaluaron a casi 26.000 mujeres y descubrieron que las que siguieron más de cerca la dieta mediterránea durante hasta 12 años tenían alrededor de un 25 por ciento menos riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Esto se debió sobre todo a los cambios en la glucosa en sangre, la inflamación y el índice de masa corporal, informaron los investigadores. Otros estudios, realizados en hombres y mujeres, han llegado a conclusiones similares.

La investigación también ha descubierto que la dieta puede proteger contra el estrés oxidativo, que puede causar daños en el ADN que contribuyen a afecciones crónicas como las enfermedades neurológicas y el cáncer. Y algunos estudios sugieren que puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.

Según Anum Sohail Minhas, profesora adjunta de Medicina en Johns Hopkins Medicine, la dieta también puede ser muy beneficiosa para la salud durante el embarazo. En un estudio reciente de casi 7800 mujeres publicado en diciembre, los investigadores descubrieron que las mujeres que seguían la dieta mediterránea más de cerca en torno al momento de concebir y durante los primeros meses de embarazo presentaban un 21 por ciento menos de riesgo de sufrir complicaciones, como preeclampsia, diabetes gestacional o parto prematuro.

“En definitiva, parece haber un efecto protector”, comentó Minhas.

Sin embargo, Heffron explica que la dieta mediterránea, por sí sola, no es ninguna panacea: no eliminará las probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares ni tampoco las curará. Es importante prestar atención a otros principios de la buena salud cardíaca, como hacer ejercicio con regularidad, dormir lo suficiente y no fumar.

¿La dieta mediterránea ayuda a bajar de peso?
Según Zumpano, esta dieta puede favorecer la pérdida de peso, pero hay que prestar atención a las calorías.

“Los alimentos ricos en nutrientes no son necesariamente bajos en calorías”, comentó Heffron, quien señaló que la dieta incluye alimentos como el aceite de oliva y las nueces, que son buenos para el corazón, pero tienen muchas calorías y pueden ocasionar un aumento de peso si se consumen en grandes cantidades y agregó que si estás cambiando tu dieta de una en la que abundan las calorías, las grasas saturadas y los azúcares añadidos, por una que dé mayor importancia a las verduras, las frutas y las proteínas más magras, puedes perder algo de peso.

Sin embargo, la dieta mediterránea no es un atajo para bajar de peso rápidamente. Más bien, debería ser inspiración para cambiar el comportamiento a largo plazo. En un estudio de más de 30.000 personas residentes en Italia, por ejemplo, los investigadores hallaron que quienes seguían la dieta mediterránea más de cerca durante 12 años eran menos propensos a estar con sobrepeso u obesidad que quienes siguieron menos la dieta. Un estudio más pequeño, publicado en 2020, contó con 565 participantes adultos que habían perdido 10 por ciento o más de su peso corporal de manera intencional en el año previo y halló que quienes reportaron seguir la dieta mediterránea más de cerca eran el doble de propensos en conservar la pérdida de peso que aquellos que no la siguieron tan de cerca.

¿Cuánto tiempo necesitas seguir la dieta mediterránea para obtener beneficios?
Si acabas de empezar a seguir la dieta mediterránea, hay pruebas limitadas que sugieren que puedes notar algunas mejoras cognitivas (como en la atención, el estado de alerta y la satisfacción, según una revisión de estudios publicada en 2021) dentro de los primeros 10 días más o menos. Sin embargo, Zumpano afirma que, para obtener beneficios sostenidos a largo plazo en términos de salud cardiaca, es necesario seguir la dieta durante toda la vida.

Dicho esto, añadió, la dieta permite cierta flexibilidad; un pastel o un filete de vez en cuando no anularán sus beneficios generales.

¿Seguir esta dieta tiene alguna desventaja?
La dieta suele proporcionar una mezcla equilibrada de nutrientes y proteínas adecuadas, por lo que no suele haber riesgos significativos asociados a su seguimiento, dijo Heffron.

Pero como la dieta recomienda reducir al mínimo o evitar la carne roja, es posible que quieras asegurarte de que consumes suficiente hierro. Entre las buenas fuentes de hierro están los frutos secos, el tofu, las legumbres y las verduras de hoja verde oscura, como las espinacas y el brócoli. Los alimentos ricos en vitamina C, como los cítricos, los pimientos, las fresas y los tomates, también pueden ayudar al organismo a absorber el hierro. Y como la dieta reduce al mínimo los lácteos, puede que quieras hablar con tu médico sobre si necesitas tomar un suplemento de calcio.

Sin embargo, para la persona promedio, los beneficios de la dieta mediterránea superan con creces los posibles efectos negativos, afirma Minhas. “Son cosas que todos podemos intentar incorporar a nuestra vida”, afirmó.

https://www.nytimes.com/es/2023/01/25/espanol/dieta-mediterranea.html

IGUALDAD DE OPORTUNIDADES. El estrés académico lastra el aprendizaje de los niños de nivel socioeconómico bajo.

Investigadores estadounidenses concluyen en un estudio con cerca de 6.000 alumnos de 10 y 11 años que, para los hijos de familias acomodadas, la angustia escolar no se traduce en malas notas.

“Aunque uno lo haga pensando en los beneficios colectivos del país y no por generosidad, deberíamos dotar al sistema educativo de becas más amplias, para que la gente de clase trabajadora pueda estudiar sin la angustia permanente de seguir el año siguiente”, reflexionaba en una entrevista reciente el filósofo y sociólogo César Rendueles, que hacía hincapié en el estrés y el miedo con el que muchos estudiantes de clases más desfavorecidas viven la experiencia universitaria. Pero ¿y si ese estrés académico no empezase en el campus, sino mucho antes, en la educación primaria? Eso, precisamente, es lo que defiende el resultado de una investigación estadounidense con cerca de 6.000 alumnos de 10 y 11 años, publicada en la revista científica Maternal and Child Health Journal. Esta concluye, tras analizar los cuestionarios en los que los niños y niñas respondieron a una serie de preguntas sobre su nivel de preocupación al realizar exámenes, tareas escolares y cometer errores en la escuela, los niños de familias socioeconómicamente más desfavorecidas reportan más casos de preocupación que los niños de entornos privilegiados. A medida que aumentaba su preocupación académica, además, obtienen peores calificaciones en Matemáticas y Lectura.

“No ha sido una sorpresa que la preocupación por la escuela se haya asociado con puntuaciones más bajas en las pruebas para los niños. Lo relevante de nuestro estudio es que demuestra que esta relación negativa es realmente evidente para los niños de entornos socioeconómicos más desfavorecidos, mientras que en el caso de los niños de entornos más privilegiados esa relación no se observa aun experimentando los mismos niveles de preocupación académica”, explica el autor principal del estudio, el doctor Benjamin G. Gibbs, profesor del departamento de Sociología de la Brigham Young University (Utah, EEUU). Gibbs considera que los niños y niñas de clases socioeconómicas altas cuentan con “una miríada de recursos” para apoyar su aprendizaje y protegerse de los momentos difíciles en la escuela de la que, por regla general, carecen los menores más desfavorecidos: “Estos tienen mucho menos apoyo y recursos para combatir la lucha emocional que supone el aprendizaje en la escuela”.

En concreto, su investigación señala que los menores de clases más desfavorecidas mostraron 18 puntos más de preocupación que sus pares de clases privilegiadas respecto a las pruebas académicas (32% frente al 14%) y 13 puntos más de preocupación por hacer las cosas bien (35% frente al 22%) y por terminar los trabajos de la escuela (28% frente al 15%). Un incremento del 50% en los niveles de preocupación se correlacionó en el estudio con una disminución del 20% en las calificaciones de Matemáticas y Lectura de los alumnos.

Pablo Gracia, profesor de Sociología en Trinity College de Dublín, lleva años investigando cómo las diferencias socioeconómicas afectan a los modelos de parentalidad y, en última instancia, a los hijos e hijas. “Hay mucha literatura científica que demuestra cómo la desigualdad estructural económica genera un riesgo muy elevado de lo que los científicos sociales llaman el modelo de estrés familiar. La escasez material y la precariedad pueden generar más conflictos en casa y en última instancia puede generar un clima mucho menos propenso al aprendizaje. Cuando no sabes si vas a poder pagar la luz o si vas a tener acceso a agua caliente, se dificulta mucho que la prioridad de unos padres sea sentarse con los hijos a hacer los deberes o estudiar”, argumenta Gracia, que considera importante matizar que el estrés y los conflictos se viven en todas las familias; de la misma manera que cualquier menor puede mostrar preocupación académica. La diferencia, señala, radica en la manera en la que ocurre y en los recursos disponibles para hacer frente a esos conflictos y preocupaciones. “Las familias de posición económica aventajada tienen habilidades y recursos para compensar estas situaciones y desventajas. Si vienes de una familia privilegiada, siempre tendrás ese colchón de compensación. Esto no pasa en las familias más desfavorecidas”, añade.

A estos factores, Sonia Martínez, psicóloga experta en el desarrollo de Habilidades Emocionales, Sociales y de Aprendizaje y directora de los Centros Crece Bien de Madrid, añade otro: las expectativas. “Muchas veces en las familias de clases más desfavorecidas se tienen expectativas muy altas hacia los hijos, lo que puede traducirse en una mayor presión para que estudien y tengan una mejor posición en el futuro que los padres, de forma que sean los salvadores del estatus de la familia”, subraya la experta, que considera que muchos niños y niñas de estos entornos también pueden enfrentarse al reverso de esta situación. Es decir, al pesimismo: “En ocasiones hay una tendencia al pensamiento derrotista. Hay niños y niñas que viven rodeados de experiencias de fracaso, de inestabilidad, de incertidumbre, y no tienen referentes en su entorno, alguien que les dé ejemplo de lo que podrían llegar a ser”.

La importancia de los docentes
Un estudio publicado en septiembre por el Centro de Política Económica de Esade y basado en el análisis de las pruebas diagnósticas realizadas en la Comunidad de Madrid durante la pasada década, concluía que a los ocho o nueve años, en tercero de primaria, un niño de clase socioeconómica alta le lleva de media casi dos cursos de ventaja a otro de clase baja.

Teniendo en cuenta que las preocupaciones académicas, según la investigación del doctor Benjamin G. Gibbs, lastran las calificaciones en matemáticas y lectura de los alumnos de clases sociales más desfavorecidas; y que precisamente las matemáticas y la lectura, como añade Sonia Martínez, son habilidades esenciales para el desarrollo académico de los estudiantes, ¿se podría reducir la brecha académica aminorando las preocupaciones relativas a la escuela de los estudiantes y ayudando a la gestión de las mismas en los hogares? “Es difícil si esto no se acompaña de medidas estructurales de redistribución de la riqueza”, responde Pablo Gracia, y añade que existe mucha evidencia científica que demuestra que los estudiantes de clases desfavorecidas tienen que esforzarse mucho más que sus pares de clases privilegiadas con capacidades similares para conseguir los mismos resultados. “Existe una brecha en el punto de partida. Pero es que, incluso, muchos de los estudiantes de familias desfavorecidas que van bien en primaria o secundaria no llegarán a cursar determinadas formaciones superiores, mientras que otros estudiantes de familias privilegiadas que van peor tendrán los apoyos y las herramientas que les proporciona el sostén familiar para alcanzar esos estudios”, explica.

A esas medidas estructurales, los expertos consultados también añaden la necesidad de dotar de más recursos a las escuelas públicas, sobre todo a nivel de personal docente, para que de esta forma se pueda personalizar más la educación, algo que beneficiaría en última instancia a todos los estudiantes, pero sobre todo a aquellos de clases más desfavorecidas, cuyas condiciones de base muchas veces suelen pasar desapercibidas para maestras y maestros. “Los maestros saben muchas veces de los antecedentes familiares de sus alumnos. Si conocen las implicaciones a nivel académico que tienen esas desventajas socioeconómicas para sus alumnos, algunos maestros podrían sentirse más animados a tomarse un tiempo extra en el aula para estos niños. El problema, al menos en el contexto estadounidense, es que los niños de clases desfavorecidas son, en promedio, mucho más callados en el aula y menos propensos a pedir ayuda en comparación con sus pares más ricos. En un aula con una ratio de alumnos elevada, cualquiera puede imaginar que las necesidades de estos estudiantes se pueden pasar fácilmente por alto”, afirma Benjamin G. Gibbs.

Una opinión que comparte Pablo Gracia, que argumenta que existen estudios cualitativos y cuantitativos que demuestran que los estudiantes de clases más privilegiadas “juegan en casa” cuando están en las aulas. “Incluso aunque un maestro tenga mucha conciencia de la importancia de la igualdad de oportunidades, hay una serie de mecanismos muy complejos que provocan que los estudiantes de clases medias y altas participen más y reciban más atención, por lo que es importante también tomar conciencia de estos procesos de discriminación en los que todos podemos caer”, concluye.

domingo, 29 de enero de 2023

Crear para aprender: la escritura creativa en el aula.

Los autores proponen encajar de verdad dentro de la programaciones de Lengua actividades de elaboración de textos literarios.

Cuando uno piensa en escritura creativa en el ámbito educativo, automáticamente se le viene a la cabeza Gianni Rodari y su Gramática de la fantasía (Booket, 2002), libro que, más allá de prescribir recetas o técnicas de escritura, encierra toda una filosofía de trabajo en torno a la creatividad: cualquier docente es conocedor del binomio fantástico o el error creativo y los ha usado alguna vez.

También se le vienen a uno a la cabeza esas actividades que no son las habituales, otras que los niños y niñas no perciben igual y acaban llegando a casa diciendo que no han dado clase; hoy han jugado. Esas tareas que se preparan para días especiales, efemérides como el Día del Libro o, simplemente, para rellenar ratos muertos.

No son pocos los docentes que con mucho entusiasmo preparan un taller de escritura creativa para su clase o su centro de forma más organizada y secuenciada. Incluso desde la administración educativa se proponen iniciativas más que decentes en los que se anima al profesorado a participar, como el programa de Creatividad literaria en Andalucía, ahora insertado en ComunicA, un programa más amplio, o Escribir como Lectores, que ha lanzado este curso la Consejería de Educación de Canarias, por poner algunos ejemplos, además de los puntuales talleres de escritura creativa que se ofertan de forma ocasional sobre todo en el ámbito de algunos centros de profesorado (CEP).

Pero una sensación inevitable acaba saliendo a la luz: las actividades están muy bien, pero no hay tiempo. Hay que dar el temario y esas otras actividades —muchas veces concebidas como transversales— son difíciles de engarzar. Además de la falta de tiempo, tal vez también el docente las perciba como actividades ajenas al currículum. Quizá, también constituyan tareas demasiado abiertas en las que cuesta tener el control de la clase. En tal caso, ¿por qué no encajarlas de verdad en las programaciones, de manera que realmente formen parte de ella? Tampoco son pocas las referencias en la legislación vigente a la escritura o reescritura de textos por parte del alumnado, a partir de textos que se vean en clase. Y aquí es donde surge la pregunta de: “Vale, sí, pero ¿cómo?”, que diría Meirieu, en otro libro totalmente recomendable: Aprender, sí, pero ¿cómo? (Octaedro, 2009). 

Si partimos, como ejemplo, del poema de Raquel Lanseros titulado Amor propio, preguntarles a los alumnos y las alumnas cómo se ven dentro de 10 o 20 años puede constituir el arranque de una situación de aprendizaje. Se puede partir del análisis de este poema, cuál es el tema que trata, quién es el hablante o el objeto lírico. Realizar una comprensión lectora que pueda resultar enriquecedora (¿por qué habla de hologramas?); declamar el poema, trabajando así aspectos de la oralidad como el tono, el volumen o la dicción. También, cómo no, trabajar gramática y ortografía, pero desde el texto: qué tiempos verbales se usan en el poema, uso de las comas, tipos de oraciones…

Todo esto, que podría llevarse a cabo durante una semana, terminaría con la creación, por parte del alumnado, de su propio poema. Aquí surge de nuevo otra imagen que, quizá por prejuicios, se suele tener de la escritura creativa: la de la página en blanco, la de que esas actividades son solo para unos pocos agraciados; es decir, una actividad selectiva e, incluso, discriminatoria. Pero si se sabe otorgar un andamiaje adecuado para cualquier estudiante (proporcionar distintas formas de presentación o articulación, por ejemplo), todo el alumnado podrá hacer su propio poema con mayor o menor solvencia, por lo que estaremos haciendo un replanteamiento inclusivo de la actividad, siguiendo los principios del Diseño Universal. En este caso concreto, podemos, por ejemplo, usar la estructura de la segunda estrofa para que los estudiantes tengan desde donde partir y responder a la pregunta de la situación de aprendizaje que planteamos al final del párrafo anterior. Versos impares: mientras yo + verbo + sustantivo. Verso pares: él/ella + verbo + sustantivo. Versos final: reflexión/conclusión a la que llegas o propósito que te planteas.

Con todo esto, la intención es que el alumnado, en su diversidad, participe en tareas del tipo suelo bajo y techo alto, accesibles para todos, pero con amplias posibilidades de profundizar. Lo suficientemente abiertas para que tenga que tomar decisiones y fomentemos, de paso, su autonomía personal, no sin el andamiaje adecuado que les sirva de ayuda para sostenerse y de acicate para impulsarse. Se trata, por lo tanto, de revisar los procesos de didáctica de la lengua y la literatura, para lo cual se hace necesario trascender los enfoques que parten de la perspectiva historicista en donde se abusa de la memorización a veces sin sentido, o que parten de los contenidos para que estos sean medio y fin a la vez. En técnicas como la presentada o en otras como la creación de caligramas a partir de otros textos vanguardistas, la elaboración de greguerías o el diseño del collage literario, en técnicas cooperativas o a través de propuestas individuales, estaremos explorando el placer del alumnado por elaborar mensajes artísticos originales y, según cada una de sus singularidades, para que sientan la motivación de escribir, que al fin y al cabo es un objetivo prioritario en la enseñanza obligatoria.

El eje es ahora, en definitiva, hacer de la formación literaria un proceso exclusivamente activo, de construcción de un corpus identitario propio en el que la experimentación con el lenguaje sea el objeto y el objetivo, con consecuencias didácticas plenas en el proceso de edificación cultural y emocional de cada persona. Y, para ello, el paso previo es crear con las palabras para poder aprender de nuestro «yo» presente y futuro, ese «yo» del que habla Raquel Lanseros en su poema: una fórmula amplia de construcción del mundo que nos rodea y que todo estudiante tiene dentro de sí.

La gran huelga de los obreros bananeros: un siglo de masacres

La gran huelga de los obreros bananeros: un siglo de masacres

Nos acercamos a la conmemoración del 6 de diciembre de 1928, cuando la épica huelga de los obreros de las bananeras terminaba en la matanza de un número indeterminado de ellos, que se estima entre 1.800 y 4.000.

A casi un siglo, la situación del proletariado del campo no ha cambiado mucho, por lo que repasar las condiciones de aquella lucha puede ayudarnos a clarificar las actuales. Esta reflexión puede ser especialmente importante en el marco de la Convención Nacional Campesina.

En ese momento se estaba, como ahora, a las puertas de una enorme recesión mundial, y el capital arreciaba en la intensificación de la explotación contra el proletariado. La alta inflación había reducido el mísero salario de los trabajadores que, sometidos a un régimen de trabajo a destajo, laboraban durante extenuantes jornadas antes de volver a los cuartos repletos de literas con chinches de la compañía bananera. De su salario de hambre les descontaban el dos por ciento para una prestación de salud que no recibían y además debían pagar por dormir en esos ranchos insalubres que carecían de ventilación, agua potable, duchas o letrinas. El estado sanitario de la zona era aún peor que el del resto del país, lo que provocaba que abundara el paludismo, la anemia, la tuberculosis y todo tipo de enfermedades causadas por parásitos y deficiencias nutricionales.

Cuatro de los nueve puntos del pliego de reivindicaciones -seguro colectivo; indemnización por accidente de trabajo; lugares de alojamiento higiénicos y descanso dominical; y hospitales y medidas sanitarias en los campos- tenían que ver con mejoras en las condiciones higiénicas y sanitarias. De ellos tres estaban amparados por las leyes colombianas, pero había un pequeño problema, en el papel la United Fruit Company no tenía trabajadores y por lo tanto no tenía obligación alguna con la legislación laboral del país.

A pesar de que por esa fecha salían de Santa Marta 10,3 millones de racimos de bananos al año, la política de subcontratación que imponía la United Fruit Company-UFC hacía que, los más de 25.000 obreros que trabajaban en su cultivo, corte y carga no tuvieran ninguna relación laboral directa con ella. De esta forma se libraba de las leyes que no le convenían, aunque conservaba las que estaban hechas para favorecerla, como las que le otorgaban subsidios, concesiones de tierras o la exoneraban de impuestos y gravámenes a la exportación. Así, mágicamente, una compañía que llevaba cuatro décadas dedicada al cultivo y exportación del banano en el país, que era dueña de más de la mitad de las tierras dedicadas al banano, que tenía el control absoluto sobre su exportación, con una flota de noventa barcos que controlaban el comercio mundial de banano y que había absorbido al resto de empresas competidoras dominando el mercado mundial de la fruta, aparecía como si no tuviera trabajadores a su cargo.

Por esta razón, la principal reivindicación de ese enorme “ejército de trabajadores de nadie” era el reemplazo de la subcontratación por contratos directos con la compañía. La tercerización les impedía acceder a los derechos laborales recién conquistados y les dejaba en la más absoluta inestabilidad laboral, pues la mayoría no encontraba trabajo todos los días y nunca sabían con seguridad cuanto tiempo lo mantendrían. Además, aumentaba considerablemente su explotación ya que a la parte de la plusvalía apropiada por la multinacional se sumaba la que se quedaban los contratistas. Pero sobretodo, sentían que era una política de la empresa para mantenerlos fraccionados y así frenar su poder de presión y negociación.

Efectivamente, la United Fruit Company mantenía, en todos los países de la región, una política de negativa absoluta a los vínculos contractuales directos para dificultar la sindicalización de los trabajadores. La posibilidad de que los 25.000 obreros bananeros se organizaran en sindicatos para defender sus derechos ponía en riesgo su patente de corso para explotarlos. Pero además, aunque el peso del proletariado en el total de la población de la región era enorme -la población de Santa Marta apenas superaba por esos años los 20.000 habitantes-, el proceso de proletarización del campo iba mucho más allá de los obreros de las plantaciones, ya que las familias que habían ido ocupando pequeñas parcelas baldías distanciadas del tren o sin riego eran también, en gran medida, mano de obra de reserva para la compañía. Estas familias difícilmente alcanzaban a sobrevivir sin que algunos de sus miembros trabajaran cuando podían en las plantaciones de banano. Al mismo tiempo, muchas de estas parcelas habían sido reclamadas por la United Fruit Company o por los dueños locales de plantaciones que, con la complicidad de las autoridades regionales, habían ido apropiándose de forma violenta e ilegal de una buena parte de las tierras baldías. Así, empujados de forma permanente por el desalojo o de forma ocasional por el hambre, los colonos pobres en la práctica eran más proletarios rurales que campesinos y por esa razón los colonos y sus familias se unieron a los proletarios en la organización de la gran huelga.

Por su parte, los dueños locales de plantaciones tenían una relación de amor-odio con la United Fruit Company. La compañía era dueña de la mitad de las tierras dedicadas al banano y adicionalmente arrendaba tierras a cultivadores que recibían préstamos para sembrar por contrato para cosechas futuras. Además había ido absorbiendo todas las compañías nacionales productoras de banano con fines de exportación, con lo que tenían una posición de monopolio privado que controlaba el riego, el crédito, el ferrocarril y la exportación. Desde esa posición imponía las reglas que le permitían mantener el dominio de todo el negocio de producción y comercialización. A pesar de esa hegemonía, los dueños locales de plantaciones se acomodaron a esta relación en la medida que les permitía obtener ganancias bastante sustanciosas.

Sin duda, había algunas diferencias. Los terratenientes más poderosos –que además tenían el poder político regional- eran los que recibían mejores créditos, mejores contratos y buenos puestos en la compañía para sus parientes y, a cambio, gobernaban a favor de ella. Pero, a pesar de esa relación preferencial, el resto de los empresarios locales también se beneficiaron del negocio de exportación y de las rentas de la UFC, sin reinvertir sus ganancias o utilizarlas para dejar de depender de su crédito. Durante mucho tiempo los precios pagados por la compañía les habían permitido tener ganancias anuales del 70%, y hasta del 25% en condiciones climáticas desfavorables. Pero generalmente, despilfarraban en viajes y gastos suntuarios esas ganancias derivadas del aún mayor grado de explotación de sus obreros, ya que repetían el mismo esquema de subcontratación de la multinacional, pero pagaban salarios más bajos.

Sin embargo, a puertas de la gran recesión mundial de 1929 las contradicciones entre la empresa multinacional y los capitalistas nacionales se empezaron a hacer más evidentes. Por una parte la inflación de la década de los veinte había disminuido las ganancias de los cultivadores, y por eso se resentían ante la lógica de la compañía de limitar el abastecimiento para inflar el precio internacional. Por otra parte, estaban a punto de expirar tanto la concesión del ferrocarril, como la exención de impuestos por veinte años para el banano enviado al exterior, de modo que los cultivadores nacionales veían allí potencialidades para liberarse del monopolio de la UFC, y sus propuestas se extendieron hasta contemplar la nacionalización de los canales de riego y los ferrocarriles, así como la creación de vías alternas de crédito con los impuestos a la exportación.

Estas contradicciones, sin embargo, fueron más utilizadas para azuzar la huelga que para presionar políticas contra la UFC. Los cultivadores nacionales, a pesar de sus altas ganancias, se presentaban como otra victima de la United, alegando que por culpa de la compañía a ellos no les quedaba otra opción que sobreexplotar a sus trabajadores. Así, prefirieron esconderse detrás de los obreros y colonos y usarlos como carne de cañón, a la espera de ver si podían ganar algo con la huelga, pero sin arriesgar nada a cambio. Sin embargo, cuando en el marco de la huelga los obreros exigieron un aumento salarial del cincuenta por ciento, los cultivadores se miraron el bolsillo y se pusieron en su contra. Por supuesto, una vez que la huelga acabó en la masacre y la persecución criminal de los obreros y los colonos, estos cultivadores locales fueron los primeros que propagaron la peste del olvido, que relataría más tarde García Marquéz. Al fin y al cabo, si en algo tenían total coincidencia la multinacional, los cultivadores nacionales y el gobierno es que a ninguno le interesaba tener a los proletarios rurales y a los campesinos pobres organizados.

“Esta huelga es el fruto del dolor de miles de trabajadores explotados y humillados día y noche por la compañía y sus agentes. Ésta es la prueba que hacen los trabajadores en Colombia para saber si el gobierno nacional está con los hijos del país, en su clase proletaria, o contra ella y en beneficio exclusivo del capitalismo norteamericano y sus sistemas imperialistas.”[i] Con esta declaración comenzó la huelga el 12 de noviembre de 1928 y un mes después quedó demostrado, de la forma más brutal y asesina, con quién estaba el gobierno nacional. Los obreros y colonos hicieron gala de una asombrosa capacidad de solidaridad y organización social. Según los historiadores casi todos los obreros y cargadores de la zona se sumaron a la huelga, aunque los cálculos sobre el número preciso de huelguistas varían de 16.000 a 32.000. Además, para evitar que la United o el gobierno nacional pudieran manipular o coaccionar a los delegados, se había decidido que cualquier acuerdo tendría que ser ratificado por cada uno de los más de sesenta comités de trabajadores[ii].

Frente a esa capacidad de movilización, el gobierno, en vez de mediar a favor de las legítimas reivindicaciones de los obreros, trató la huelga como una rebelión y movilizó tres batallones para reprimirla. Después se justificaría con excusas nacionalistas, argumentando que la masacre respondió a la necesidad de restaurar el orden público para evitar una intervención de los marines norteamericanos. Lo cierto es que, como el propio general al mando de las tropas reconoció, se disparó contra una multitud desarmada y pacífica, cuyo único delito fue negarse a dispersarse una vez que el ejército leyó el decreto de Estado de Sitio. A la noche del 5 de diciembre, donde se asesinaron a cientos de hombres y mujeres en la plaza de Ciénaga, le siguieron unos días de terror en los que el ejército mató a un número indeterminado de huelguistas que se estima entre 1.800 y 4.000.

“Tengo el honor de reportar que el representante de la United Fruit Company en Bogotá me dijo ayer que el número total de obreros en huelga muertos por el ejército colombiano superó el millar”, informaría unos días más tarde el embajador de EEUU al Departamento de Estado de su país.[iii]

La United Fruit Company había ganado y mantendría su dominio absoluto en la región del Magdalena hasta finales de la década de los sesenta, cuando decidiera reubicarse en la región del Urabá. Curiosamente, en esa época el Incora -una institución estatal creada para llevar a cabo la reforma agraria- le compró a la United los depreciados terrenos que ésta no había logrado vender a buen precio, y además le cubrió las deudas en mora sobre las propiedades vendidas a los dueños de plantaciones regionales. De esa forma, la United logró retirarse de la región sin problemas financieros y con un acuerdo mucho más beneficioso de lo que esperaban sus gerentes.

Ahora, a casi cien años de esa lucha, la mayor parte del proletariado rural continúa en la misma situación.En el país hay entre 1.4 y 2.4 millones de obreros y obreras del campo[iv] y el 82%[v] de ellos trabajan en condiciones de precariedad e informalidad, con salarios bajos, sin prestaciones, sin estabilidad laboral y con alta rotación en los sitios de trabajo. Esa legión de “proletarios de nadie” que laboran en los campos colombianos representan el 50% de Población Económicamente Activa que vive en el campo[vi]. Unos trabajan, tercerizados y sin derechos, para terratenientes o para el gran capital agropecuario; otros, en la más absoluta informalidad e inestabilidad laboral, para finqueros medianos; algunos más en figuras de tercerización que se camuflan bajo la fachada de Cooperativas de Trabajo Asociado. Pero todos comparten las mismas condiciones: salarios bajos, jornadas de trabajo más largas, falta de medidas de prevención de riesgos laborales, carencia de garantías y prestaciones, grandes obstáculos para la organización sindical, alta rotación, temporalidad y falta de estabilidad, entre otras.

A esa población hay que sumar otra gran proporción de familias del campo que, a pesar de que algunos de sus miembros trabajan una parte del tiempo en tierras de su propiedad o arrendadas, necesitan completar sus ingresos con la venta de su fuerza de trabajo en tierras o faenas ajenas, o en empleos complementarios. Los ingresos y tiempo de trabajo de estas familias a menudo dependen más de su condición material de proletarios, aunque por tradición y cultura se identifiquen como campesinos. Estos campesinos pobres en proceso de proletarización, o ya proletarizados, sufren las mismas penurias de informalidad, falta de derechos y salarios bajos.

Así, del repaso de la huelga de las bananeras podemos observar como las banderas reivindicativas de entonces se mantienen pendientes. Entre otras podemos señalar: la lucha contra la tercerización; la necesidad de espacios organizativos y de acción conjunta de obreros y campesinos pobres; el evitar que la reforma agraria se use para enriquecer aún más a los capitalistas, tal como sucedió en 1968 con la UFC y puede suceder ahora con el acuerdo con Fedegán; la necesidad de socializar el trabajo en el campo bajo formas de propiedad y gestión colectiva; la sustitución del mercado -como mediador entre la producción social y el consumo final- por una planificación social, racional y participativa.

Sin embargo, para poder avanzar en estas banderas es vital que el proletariado rural fortalezca sindicatos y espacios organizativos que, con una sólida conciencia de clase, se blinden a la penetración de discursos liberales que puedan empujarlos a defender intereses capitalistas en detrimento suyo. Es también a partir de esa sólida conciencia de clase -que permite entender de forma dialéctica las formas en que el capital afecta al conjunto de los sectores sociales y populares-, desde donde se puede avanzar en la superación de los conflictos que a veces surgen entre los distintos sectores de las clases populares en el campo (proletarios rurales, campesinado, indígenas y negritudes), y que muchas veces están motivados por la tendencia posmoderna a resaltar las diferencias, en vez de afincarse en la lucha conjunta contra el capital.

Hace mucho tiempo que proletarios y campesinos pobres aprendieron que la lucha por la tierra debe de ser colectiva. Sin embargo, es un craso error que ese carácter colectivo se limite al momento de la reivindicación. Después de conseguirla hay que defenderla, y es materialmente imposible enfrentar, a mediano plazo, el poder arrollador y centralizador del capital, si no es creando potentes estructuras de producción y distribución basadas en la propiedad y la gestión colectivas.

Desafortunadamente, en 1928 la United Fruit Company ganó la pelea y desde entonces los terratenientes y los capitalistas nacionales e internacionales han seguido ganando terreno en el campo colombiano. Sólo una empresa más poderosa hubiera podido en su momento derrotar a la United Fruit Company y crear esa empresa, esa fuerza social, sigue siendo la tarea principal del proletariado, en unión con los campesinos y los demás sectores populares.

Anuska J. Cárdenas: Centro de Pensamiento y Teoría Crítica Praxis

Notas:

[i] Fonnegra, Gabriel. Bananeras, testimonio vivo de una epopeya. Bogotá, Ediciones Tercer Mundo. 1980
[ii] LeGrand, Catherine. El conflicto de las bananeras. En NHC – Nueva Historia de Colombia: Relaciones internacionales — Movimientos sociales Volumen III. 1.ª edición. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, 1989. Páginas 183 a 217
[iii] https://www.cedesip.org/telegramas-oficiales-de-los-estados-unidos-sobre-la-masacre-de-las-bananeras/
[iv] 1,4 millones según la Gran Encuesta Integrada de Hogares 2014 y 2,4 millones que se pueden inferir del Censo Agrarío de 2014 (ver https://www.centropraxis.co/_files/ugd/ce68dd_721a25c9142f4080bd3d6b544a33c1b5.pdf)
[v] https://www.portafolio.co/economia/empleo/tasa-de-informalidad-en-el-campo-colombiano-517986


sábado, 28 de enero de 2023

Isabel Díaz Ayuso y la Complutense.

¿Con base en qué evaluación del “principio de mérito y capacidad” han podido llegar las autoridades académicas a la conclusión de que Isabel Díaz Ayuso era merecedora de la distinción?

La supervivencia de la sociedad contemporánea depende ahora más que nunca de la ciencia. A los problemas que se van acumulando, generados en muy buena medida por el propio ser humano, no se les puede dar respuesta ya sin el conocimiento científico. Todavía menos se les podrá dar en el futuro. En el caso de las sociedades democráticamente constituidas, todavía más. Sin las revoluciones científicas, tanto en las ciencias de la naturaleza como en las de la sociedad, no habría sido posible que la democracia como forma política llegara a imponerse.

El conocimiento científico es un presupuesto imprescindible para la democracia. De ahí la importancia de la enseñanza y la investigación en todos los niveles del sistema educativo. No solamente en el universitario, sobre el que, con frecuencia, se pone la atención de la opinión pública de manera exclusiva. De la calidad de los dos primeros niveles de la enseñanza depende la calidad del tercero. Pero de la calidad de la investigación universitaria depende el avance progresivo de la calidad de los dos primeros.

El respeto por la enseñanza y la investigación es tal vez el mejor indicador de calidad democrática. Una sociedad que no siente respeto e incluso admiración por la docencia y la investigación que se produce en el país es una sociedad enferma. Cuando en el origen de esa falta de admiración y respeto está el propio comportamiento de quienes dirigen las instituciones de más alto nivel del sistema de enseñanza e investigación, la enfermedad de la que está aquejada la sociedad puede ser grave o incluso muy grave. Nadie que no se respete a sí mismo puede ser respetado por los demás.

Esto es lo que han exteriorizado el Rector y supongo que también la Junta de Gobierno de la Universidad Complutense y la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid esta misma semana con la designación de esta última como “alumna distinguida”. Tanto las autoridades universitarias como la máxima autoridad de la Comunidad Autónoma se han faltado el respeto a sí mismas, desencadenando un escándalo que ha ocupado lugar destacado en todos los medios de comunicación.

Es claro que no ha sido la trayectoria académica de Isabel Díaz Ayuso la que está detrás de su designación. Si la presidenta de la Comunidad de Madrid hubiera tenido una trayectoria similar a la de la alumna que este año ha recibido la distinción, nadie hubiera podido decir nada respecto a su designación. Si hubiera tenido una ejecutoria destacada como profesora una vez terminados sus estudios de licenciatura, tampoco se podría haber objetado nada a la misma.

Pero no siendo así, la designación a las puertas de la celebración de unas elecciones autonómicas en la que la receptora de la distinción académica va a ser candidata a la reelección como presidenta, resulta injustificable. Tanto por parte de las autoridades académicas que han tomado la decisión de dársela, como por parte de la presidenta por aceptarla.

¿Con base en qué evaluación del “principio de mérito y capacidad” han podido llegar las autoridades académicas a la conclusión de que Isabel Díaz Ayuso era merecedora de la distinción? ¿Con base en qué evaluación de dicho principio ha podido considerarse la presidenta merecedora de la misma?

La interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos figura en el artículo 9.3 de la Constitución sin excepción de ningún tipo. Tanto el Rector y los miembros de la Junta de Gobierno de la Universidad Complutense como la Presidenta de la Comunidad de Madrid están sometidos a dicha interdicción.

Por lo que sabemos, parece que el acto de concesión de la distinción académica no puede ser calificado de “discrecional”, sino que únicamente puede ser calificado de “arbitrario”. En consecuencia, pienso que debería interponerse un recurso ante la jurisdicción contencioso-administrativa para la anulación del mismo. La autonomía universitaria, constitucionalmente reconocida, no puede transformar la arbitrariedad en discrecionalidad. Sería una interpretación perversa de la misma carente de cualquier justificación.

Los alumnos, profesores y personal de administración y servicios de la Universidad Complutense no deben tolerar una “cacicada” como la que se ha producido esta semana. Es el prestigio de la institución el que se ha puesto en cuestión. Si el Rector y la Junta de Gobierno y la Presidenta de la Comunidad de Madrid se han faltado el respeto a sí mismos, los miembros de la comunidad universitaria no deben aceptarlo. Porque la falta de respeto les afecta a ellos. En una “sociedad democrática avanzada” a la que se refiere el Preámbulo de la Constitución no puede tener cabida un acto esperpéntico como el que ha tenido lugar en la Universidad Complutense.

Javier Pérez Royo

_- A sus auditoras que no las toque nadie

 

_- Como es sabido, el Ministerio de Trabajo ha realizado una inspección a las grandes auditoras para comprobar el cumplimiento de las normas legales en materia de jornada laboral y horas extraordinarias.


La noticia ha conmocionado a pesar de ser un secreto a voces, entre quienes conocen el sector, que las jornadas maratonianas y las horas sin pagar son allí habituales; si bien es verdad que quizá no son precisamente las grandes auditoras, sino las de menor tamaño, las que incumplen más gravemente la normativa laboral y tienen en peores condiciones a los jóvenes de sus plantillas. Y todo ello, sin entrar a considerar que la auditoría y consultoría son tipos de actividad profesional que obligadamente tienen momentos «punta», pues a veces se requiere cerrar trabajos a cualquier hora que sea; o a las que muchos jóvenes acuden, a pesar de su bajo salario e intensidad horaria, porque es también obvio que proporcionan una enorme experiencia, como si de una especie de formación de posgrado o de trampolín profesional se tratase.

En cualquier caso, la inspección de trabajo está para eso, para determinar en qué medida se respeta la legislación y evitar, si es que las hay, situaciones de explotación laboral.

Lo que me parece que está del todo injustificado es aprovechar el caso para tratar de ofrecer una imagen de estas empresas que no responde para nada a la realidad.

Esto último es lo que hace el conocido economista Daniel Lacalle, quien escribía hace unos días en su cuenta de Twitter que «el Ministerio de Trabajo debería aprender de las Big Four, no inspeccionarlas por nada».

Exagera a sabiendas Lacalle y deforma la realidad porque nadie mejor que él sabe que estas empresas tienen tras de sí una larguísima historia de fraudes, malas prácticas e incluso de delitos flagrantes en las últimas décadas. Entra las empresas de cuyo comportamiento no debiera aprender ninguna persona honrada se encuentran, sin lugar a dudas, esas cuatro: Deloitte, PwC (PricewaterhouseCoopers), Ernst & Young y KPMG.

Estas empresas nacieron como entidades independientes para proporcionar servicios de auditoría, es decir, para verificar las cuentas de las empresas con el fin de comprobar si, según los principios y normas contables, son fiel expresión del patrimonio, la situación financiera y los resultados obtenidos. Una función esencial en el mundo de los negocios si es que se quiere que este disponga de la información veraz y la transparencia que son fundamentales para que haya la libre competencia que sus defensores atribuyen como la esencia del capitalismo.

Con el tiempo, el sector fue concentrándose y ha llegado a ser un perfecto oligopolio en el que estas cuatro grandes controlan en muchos países más del 95% del negocio. Una situación que les permite incumplir constantemente los principios de buenas prácticas, las normas elementales de la competencia e incluso, en muchas ocasiones, la legislación penal, -tal y como han mostrado cientos de resoluciones judiciales y de los órganos de supervisión de los países en donde actúan. Sorprende, pues, que un supuesto defensor del libre mercado diga que un regulador debe aprender de lo que hace quien constantemente opera violando sus principios de funcionamiento.

Con el tiempo, además, estas cuatro grandes empresas comenzaron a combinar su actividad de auditoría con la de prestación de servicios de consultoría y eso ha terminado por producir una auténtica degeneración de su negocio por una sencilla razón: puesto que ganan unas tres veces más proporcionando servicio de consultoría, el de auditoría han de llevarlo a cabo evitando perder la clientela a quien le interesa asesorar.

Dicho en plata y tal y como es bien conocido por quien sabe cómo funciona el sector, las auditoras no firman sus informes en contra de quienes, antes o después, les pueden pagar en mayor cantidad por recibir su asesoría.

No acabo de decir algo malvado, infundado o retórico. Es algo que está perfectamente documentado en multitud de estudios e informes, demandas o casos judiciales.

Basten tan solo tres de ejemplos de esto que digo.

La Autoridad de Mercados y Competencia del Reino Unido descubrió en 2019 que ninguna de estas cuatro grandes había cumplido los objetivos de calidad de la auditoría. La Junta de Supervisión de Contabilidad de Empresas Públicas de Estados Unidos contabilizó 806 casos de auditorías defectuosas y que el porcentaje de auditorías inadecuadas era del 20 % en Deloitte, el 23,6 % en PwC, el 27,3 % en EY y el 50 % % en KPMG. Y se ha demostrado que en los últimos veinte años las cuatro grandes han cometido cincuenta y siete delitos financieros tan solo en el Reino Unido.

Las numerosas auditorías inadecuadas de estas auditoras tienen una enorme trascendencia y llevan consigo daños colaterales muy graves, sobre la economía en general y en concreto sobre el patrimonio de millones de personas. Baste recordar lo ocurrido después de que pasaran por alto los fraudes de Enron (Arthur Andersen), o la irresponsabilidad financiera que llevó a la quiebra a Lehman Brothers (Ernst & Young). O tras los casos producidos en España: en la Caja de Ahorros del Mediterráneo (KPMG), Bankia (Deloitte), Pescanova (BDO), Aena (PricewaterhouseCoopers), entre otros.

Otras investigaciones han demostrado que estas grandes auditoras/consultoras son las que están detrás de las grandes operaciones multinacionales de elusión fiscal y lavado de dinero, en muchas ocasiones aprovechando su gran influencia sobre el poder político y legislativo. Las auditoras se han habituado tanto al fraude que, como suele decirse, hasta hacen trampas jugando al solitario: hace unos años se descubrió que en KPMG hacían trampas incluso en los exámenes internos de capacitación.

No hay mejor muestra de esto último que el caso de KPMG: en Estados Unidos se le pasaron por alto millones de hipotecas basura, contribuyendo así a que estallara la crisis, pero eso no fue óbice para que el Banco Central Europeo justamente para que contrastara la calidad de los activos de empresas a las que se proponía evaluar. O la evidente facilidad con que estas empresas logran salir inmunes, sin apenas sanciones o con multas muchísimo más reducidas que el beneficio que obtienen, de los procesos en los que constantemente se ven involucradas

Molesta que se incomode a las grandes empresas auditoras porque estas se han convertido en las garantes del capitalismo de nuestra época que no requiere transparencia y veracidad para su buen funcionamiento sino justamente la manga ancha, la doble vara de medir y la influencia en el poder político que le proporcionan estas entidades que no tienen más norte que ganar dinero por cualquier procedimiento y sin atenerse a principio ético alguno.

Daniel Lacalle, como cualquiera, está en su perfecto derecho de defender a las auditoras enfangadas en malas prácticas y que mienten y violan sin pudor las leyes del derecho y del mercado, faltaría más. Pero que no se diga entonces que se defiende el capitalismo de libre mercado y competencia con ideas liberales. Se está defendiendo la corrupción inherente a un capitalismo salvaje y de amiguetes, ineficiente y despilfarrador de recursos con un anarquismo de derechas que solo busca proteger privilegios.

Fuente: https://juantorreslopez.com/a-sus-auditoras-que-no-las-toque-nadie/

Ansiedad ¿Cómo detectar un ataque de ansiedad y qué hacer?

El 30% de la población ha tenido una crisis de pánico alguna vez, pero muchas personas no saben reconocerla

La ansiedad es una respuesta fisiológica, cognitiva y conductual del organismo. Es decir, se experimentan una serie de síntomas físicos, como son el aumento de la tasa cardíaca o la sudoración; cognitivos, como las preocupaciones, y conductuales, que principalmente se representan en la evitación de determinadas situaciones que nos resultan amenazantes, y que pueden provocar la aparición de los síntomas que acabamos de comentar. Eso, en general, es la ansiedad.

Pero la pregunta por un “ataque” suele hacer referencia a lo que en psicología y psiquiatría se llama un ataque de pánico, que en clasificaciones más antiguas eran conocidos como crisis de angustia, y que actualmente también se conocen como ataques de ansiedad. Para empezar, es importante señalar que esta afección no llega a considerarse un trastorno de ansiedad. Pero sí es cierto es que los sufren muchas personas. Aproximadamente, el 30% de la población ha tenido alguna vez en su vida una de estas crisis. Y cuando les pasa, muchas de estas personas no saben que lo están sufriendo.

Un ataque de pánico es la aparición súbita de una serie de síntomas. Los más comunes son: aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, mareo, sensación de ahogo y presión en el pecho. Pero también se produce un síntoma cognitivo que es la creencia de que a uno le está pasando algo muy malo, que le está dando un ataque al corazón o que se está en presencia inminente de la muerte. Esto ocurre de forma muy rápida y tiene una duración corta. Suele alcanzar su pico máximo entre los siete y 10 minutos, y después remite.

Los síntomas fisiológicos que se producen en un ataque de pánico son realmente una respuesta de alarma del organismo que, normalmente, debería desencadenarse ante un peligro ineludible. Esos síntomas son los que preparan al cuerpo para reaccionar y evitar ese peligro, luchando o huyendo. Es decir, es una respuesta orgánica y adaptativa que históricamente le ha servido al ser humano para protegerse.

El problema en los ataques de pánico es que el organismo desencadena esa respuesta en un momento inapropiado, como si fuese una falsa alarma. Se activa el mecanismo sin que haya un peligro real a la vista. La exposición a estresores cotidianos crónicos como son el exceso de trabajo, el exceso de responsabilidades, las dificultades económicas, etc., pueden aumentar los niveles de ansiedad. Eso provoca que se presenten más estados de nervios, que las personas les den más vueltas a algunas ideas, con preocupación, que no se logre un buen descanso o que el sueño se interrumpa varias veces durante la noche y no se pueda descansar bien. Estos niveles altos de ansiedad pueden hacer que el sistema de alarma se active en ausencia de un peligro real, y aparezca lo que se ha denominado como un ataque de pánico.

El principal problema de los ataques de pánico es la interpretación que se hace sobre los síntomas físicos que la persona está experimentando, ya que cree que son muy peligrosos y que pueden ocasionar la muerte. Cuando la persona es capaz de cuestionar esas interpretaciones erróneas y es consciente de que realmente esos síntomas no son peligrosos, que no le van a provocar la muerte, y que la presión en el pecho no es porque esté sufriendo un infarto, sino simplemente por la presión muscular, la sintomatología física remite.

Como explicaba, la principal preocupación de las personas que los sufren suele ser que se trate de un ataque cardíaco. ¿Cómo distinguir uno de otro? Pues bien, si en el momento en que se está sufriendo esa intensa sintomatología la persona que lo padece cuestiona la peligrosidad de esos síntomas y sus consecuencias y la sintomatología empieza a remitir en los próximos minutos, es que efectivamente se trataba de un ataque de pánico.

Es efectivo intentar desviar la atención de los síntomas. En estudios científicos que hemos realizado, algunas personas que han sufrido ataques de pánico nos explicaban que a ellas les resulta útil, por ejemplo, jugar a algún juego en el móvil que requiera concentración. Es decir, cualquier actividad que desvíe la atención de los síntomas y esa interpretación catastrofista de ellos. Una atención focalizada en la respiración, siendo esta suave y lenta, también puede ayudar.

Otra cosa importante a la hora de prevenirlos, cuando ya te ha pasado alguna vez, es no evitar las situaciones que lo han desencadenado por miedo a que vuelva a ocurrir. Esto puede acentuar el problema. También recomendamos llevar a cabo de forma cotidiana ejercicios o actividades que ayuden a relajarnos, a concentrarnos en el momento en el que estamos, en el presente y en todo lo que nos rodea, hacer actividades de ocio, gratificantes; es decir, todo aquello que ayude a rebajar los niveles de ansiedad que sufrimos en nuestra vida cotidiana.

Los factores de riesgo identificados en estudios científicos que se han asociado a los problemas de ansiedad, entre ellos los ataques de pánico, son: tener una edad joven, los problemas de salud física, ser mujer también aumenta el riesgo, la insatisfacción en el trabajo o las dificultades económicas, entre otros. Nuestro grupo de investigación ha desarrollado unos algoritmos de riesgo que, tras contestar a una serie de preguntas, devuelven una probabilidad de padecer un trastorno de ansiedad en el próximo año.

Estas predicciones las desarrollamos para poder llevar a cabo intervenciones personalizadas y adaptadas a esos factores de riesgo que consigan prevenir la aparición de estos problemas. Actualmente, se está probando una intervención personalizada a través de internet para todo tipo de población en un ensayo clínico aleatorio. Concretamente, estamos en una fase de búsqueda de personas interesadas en participar en el estudio, con el objetivo final de ponerle freno a esta problemática que tanto sufrimiento ocasiona.

Patricia Moreno Peral es doctora en psicología de la salud, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) y profesora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Málaga.

Coordinación y redacción: Victoria Toro

Nosotras respondemos es un consultorio científico semanal, patrocinado por la Fundación Dr. Antoni Esteve y el programa L’Oréal-Unesco ‘For Women in Science’, que contesta a las dudas de los lectores sobre ciencia y tecnología. Son científicas y tecnólogas, socias de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas), las que responden a esas dudas. Envía tus preguntas a nosotrasrespondemos@gmail.com o por Twitter #nosotrasrespondemos.


Los consejos de este consultorio son de carácter general y no sustituyen la consulta médica. Si tiene dudas sobre su problema concreto, diríjase a su médico o farmacéutico.

https://elpais.com/salud-y-bienestar/nosotras-respondemos/2022-12-01/como-detectar-un-ataque-de-ansiedad-y-que-hacer.html

viernes, 27 de enero de 2023

CEREBRO. Por qué unas personas resisten el estrés mejor que otras. La resiliencia es la capacidad de las personas de recuperarse frente a la adversida

La resiliencia es la capacidad de las personas de recuperarse frente a la adversida

Nunca deja de sorprendernos la capacidad de algunas personas para soportar la adversidad y el infortunio. “Yo no podría soportarlo. Si a mí me pasara, me hundiría, me moriría”, son frases que todos hemos dicho o pensado alguna vez cuando razonamos sobre la situación de quienes han perdido a un hijo, conviven con una dura enfermedad, afrontan una pareja violenta, educan a adolescentes irresponsables, pierden su trabajo, les deja su pareja, o sufren, como los políticos, frecuentes reprimendas o insultos que, a veces, alcanzan a su propia familia, entre otros relevantes ejemplos.

Lo cierto es que, cuando el infortunio nos alcanza personalmente, no nos morimos y aprendemos a soportarlo, porque la naturaleza, la evolución biológica, nos ha programado para eso, para sobrevivir. Por supuesto, nuestra vida deja de ser como antes, y hay que cambiarla haciendo uso de la principal y más poderosa capacidad del cerebro y la mente humana: razonar para ver las cosas de otra manera, para reducir nuestros sentimientos negativos y para proponernos metas y objetivos enraizados en la nueva situación que vivimos; en dos palabras, para resistir.

Aun así, en el día a día también constatamos que unas personas resisten mejor que otras el malestar y el estrés que provocan las diferentes adversidades. Hay quien lo sufre menos y enseguida se recupera, mientras que otras personas lo acusan más y tardan mucho en estabilizar su estado físico y mental tras haber sido víctima de alguna circunstancia como las anteriormente mencionadas. Para referirse a esa diferente capacidad de recuperación de las personas, la psicología ha asumido el término resiliencia, tomado de la física y la ingeniería.

En su origen, ese término se refiere a la capacidad de un material o cuerpo físico para recuperar su estado normal después de haber sufrido alguna presión mecánica que lo ha doblado o modificado. Una goma, por ejemplo, es un material muy resiliente, pues, cuando la doblamos, enseguida vuelve a su estado normal. Los metales, por el contrario, presentan mucha menor resiliencia, aunque en grados muy diferentes cada uno de ellos. Del mismo modo, en psicología, una persona tiene mucha resiliencia (es muy resiliente) cuando es capaz de superar con prontitud una situación adversa, evitando la ansiedad y la depresión y volviendo a su estado físico y mental normal.

Esas diferencias en la resiliencia de las personas vienen determinadas por factores genéticos, educativos y por la huella que dejan en cada individuo sus propias experiencias personales. Así, la resiliencia también podría estar condicionada por la propia experiencia estresante, su contexto y el modo particular en que cada individuo la afronta. Eso es lo que han tratado de conocer un grupo de investigadores del Instituto de Neurociencias y el departamento de Psicología de la universidad de Princeton (New Jersey, EEUU) mediante un experimento con ratones, cuyos resultados han sido recientemente publicados en la prestigiosa revista Nature.

Previamente, ya se sabía que la liberación de la sustancia dopamina en el núcleo accumbens, un lugar del cerebro implicado en la gratificación y el aprendizaje, se altera en los ratones en situaciones de estrés, pero faltaba saber por qué y la importancia que eso pudiera tener. Ahora, los investigadores sometieron a cada uno de los ratones experimentales a una serie de 10 derrotas en lucha, una cada día sucesivo, frente a un agresivo y cada vez nuevo congénere, un procedimiento conocido como derrota social.

Generalmente, los animales susceptibles al estrés adoptan posturas de sumisión y huida más frecuentemente que los animales más resilientes. En este experimento se observó que los ratones que en los análisis mostraron más liberación de dopamina ante la aversiva proximidad del agresor y al inicio de la lucha fueron también los más resilientes, según se vio en las pruebas conductuales de acercamiento al agresor tras las sesiones de derrota.

Por el contrario, los ratones que mostraron la mayor liberación de dopamina al final del ataque y el inicio de su huida, es decir, en los momentos de alivio de la situación, fueron los menos resilientes, los más susceptibles al estrés y sus negativas consecuencias (ansiedad, depresión). Además, en consonancia con los resultados de trabajos previos, la investigación también mostró que es posible modificar la conducta y aumentar la resiliencia de los ratones, estimulando (optogenéticamente) la liberación de dopamina en el curso de la lucha, durante la situación de derrota.

La lección a extraer, según los autores del trabajo, es que tanto la conducta que se adopta en la situación de estrés como la liberación de dopamina que se produce al mismo tiempo sirven para predecir si el animal va a ser resiliente o va a sucumbir al estrés. La liberación de dopamina atribuida a un agresor potencia su propia resiliencia, mientras que la atribuida a quien huye o evita al agresor no la potencia. El cerebro, pues, reacciona de manera diferente según el contexto y la reacción primaria del estresado, lo que, en cierto modo, parece señalar al afrontamiento agresivo como una manera de potenciar la propia resiliencia ante situaciones de enfrentamiento agresivo y estresante.

Aunque siempre puede objetarse que estos resultados todavía no se han observado en humanos, la demostrada conservación de muchos mecanismos fisiológicos en la evolución de los mamíferos nos hace sospechar que también podrían darse en nuestra especie y que estamos en camino de explicar por qué unas personas son más capaces que otras de afrontar y resistir situaciones generalmente tan estresantes como las del miedo a la enfermedad o las de oficios como el de empresario, educador o político.

Materia gris es un espacio que trata de explicar, de forma accesible, cómo el cerebro crea la mente y controla el comportamiento. Los sentidos, las motivaciones y los sentimientos, el sueño, el aprendizaje y la memoria, el lenguaje y la consciencia, al igual que sus principales trastornos, serán analizados en la convicción de que saber cómo funcionan equivale a conocernos mejor e incrementar nuestro bienestar y las relaciones con las demás personas.