sábado, 2 de marzo de 2024

La hechicera, el gato y el demonio: De Zenón a Stephen Hawking: 12 experimentos imaginados que cambiaron la historia. (Ensayo y Pensamiento)– 13 abril 2023 de Manuel Lozano Leyva (Autor)

Un estimulante viaje a través de los experimentos imaginados de la física que han puesto a nuestras mentes a jugar.

¿Qué relación guarda una competición de atletismo entre una tortuga y el campeón Aquiles con nuestra noción de infinito?

¿En qué medida afectan los movimientos de un demonio del siglo XIX a la hora de refrigerar nuestros ordenadores?

¿Pueden ayudar a explicar dos hermanos nadando en un río la teoría especial de la relatividad?

Con el mismo estilo ameno y didáctico que ya empleó en De Arquímedes a Einstein, Los diez experimentos más bellos de la historia de la física, el célebre físico nuclear Manuel Lozano Leyva vuelve a acompañar al lector en este nuevo libro por un viaje humanista, didáctico y creativo a través de los doce experimentos imaginados más ingeniosos y productivos de la historia de la física, aquellos cuya teoría (y paradojas) mejor explican nuestro mundo sin siquiera necesitar probarse empíricamente.

Sobre el autor: «Uno de nuestros mejores cerebros». ABC Sobre De Arquímedes a Einstein: «Un derroche de amenidad y capacidad divulgativa».

Emilio Lahera, sobre El fin de la ciencia: «El fin de la ciencia se ocupa, principalmente, de revelar errores de juicio, supercherías notorias y campos donde la ciencia será decisiva en un futuro inmediato: la pesca, la alimentación, el suministro de agua, la prevención y el combate de enfermedades endémicas, etc». 

Diario de Sevilla, sobre Los hilos de Ariadna: «Lozano Leyva ha escrito un libro entretenido y de lenguaje claro que ayuda a acercarse a la ciencia».

Santiago Belausteguigoitia, El País, sobre El cosmos en la palma de la mano: «Plantea un cosmos con proporciones humanas». ABC «Se nota que en el libro ha unido sus dos pasiones: la astrofísica y la docencia». Revista Fusión El Corte Inglés. 

Discurso de José Saramago ante la Academia sueca

José Saramago:

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer. Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo.

Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama. Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable. Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado. Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera".

Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera. Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la vía lactea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea. Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?". Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo. Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.

Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza". Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños. Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir". No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada. Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver.

Muchos años después, escribiendo por primera vez sobre éste mi abuelo Jerónimo y ésta mi abuela Josefa (me ha faltado decir que ella había sido, según cuantos la conocieron de joven, de una belleza inusual), tuve conciencia de que estaba transformando las personas comunes que habían sido en personajes literarios y que ésa era, probablemente, la manera de no olvidarlos, dibujando y volviendo a dibujar sus rostros con el lápiz siempre cambiante del recuerdo, coloreando e iluminando la monotonía de un cotidiano opaco y sin horizontes, como quien va recreando sobre el inestable mapa de la memoria, la irrealidad sobrenatural del país en que decidió pasar a vivir. La misma actitud de espíritu que, después de haber evocado la fascinante y enigmática figura de un cierto bisabuelo berebere, me llevaría a describir más o menos en estos términos un viejo retrato (hoy ya con casi ochenta años) donde mis padres aparecen. "Están los dos de pie, bellos y jóvenes, de frente ante el fotógrafo, mostrando en el rostro una expresión de solemne gravedad que es tal vez temor delante de la cámara, en el instante en que el objetivo va a fijar de uno y del otro la imagen que nunca más volverán a tener, porque el día siguiente será implacablemente otro día.

Mi madre apoya el codo derecho en una alta columna y sostiene en la mano izquierda, caída a lo largo del cuerpo, una flor. Mi padre pasa el brazo por la espalda de mi madre y su mano callosa aparece sobre el hombro de ella como un ala. Ambos pisan tímidos una alfombra floreada. La tela que sirve de fondo postizo al retrato muestra unas difusas e incongruentes arquitecturas neoclásicas". Y terminaba: "Tendría que llegar el día en que contaría estas cosas. Nada de esto tiene importancia a no ser para mí. Un abuelo berebere, llegando del norte de Africa, otro abuelo pastor de cerdos, una abuela maravillosamente bella, unos padres graves y hermosos, una flor en un retrato ¿qué otra genealogía puede importarme? ¿en qué mejor árbol me apoyaría?". Escribí estas palabras hace casi treinta años sin otra intención que no fuese reconstituir y registrar instantes de la vida de las personas que me engendraron y que estuvieron más cerca de mí, pensando que no necesitaría explicar nada más para que se supiese de dónde vengo y de qué materiales se hizo la persona que comencé siendo y ésta en que poco a poco me he convertido.
 
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Ahora descubro que estaba equivocado, la biología no determina todo y en cuanto a la genética, muy misteriosos habrán sido sus caminos para haber dado una vuelta tan larga. A mi árbol genealógico (perdóneseme la presunción de designarlo así, siendo tan menguada la sustancia de su savia) no le faltaban sólo algunas de aquellas ramas que el tiempo y los sucesivos encuentros de la vida van desgajando del tronco central. También le faltaba quien ayudase a sus raíces a penetrar hasta las capas subterráneas más profundas, quien apurase la consistencia y el sabor de sus frutos, quien ampliase y robusteciese su copa para hacer de ella abrigo de aves migratorias y amparo de nidos. Al pintar a mis padres y a mis abuelos con tintas de literatura, transformándolos de las simples personas de carne y hueso que habían sido, en personajes nuevamente y de otro modo constructores de mi vida, estaba, sin darme cuenta, trazando el camino por donde los personajes que habría de inventar, los otros, los efectivamente literarios, fabricarían y traerían los materiales y las herramientas que, finalmente, en lo bueno y en lo menos bueno, en lo bastante y en lo insuficiente, en lo ganado y en lo perdido, en aquello que es defecto pero también en aquello que es exceso, acabarían haciendo de mí la persona en que hoy me reconozco: creador de esos personajes y al mismo tiempo criatura de ellos. En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que hoy soy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser. Ahora soy capaz de ver con claridad quiénes fueron mis maestros de vida, los que más intensamente me enseñaron el duro oficio de vivir, esas decenas de personajes de novela y de teatro que en este momento veo desfilar ante mis ojos, esos hombres y esas mujeres, hechos de papel y de tinta, esa gente que yo creía que iba guiando de acuerdo con mis conveniencias de narrador y obedeciendo a mi voluntad de autor, como títeres articulados cuyas acciones no pudiesen tener más efecto en mí que el peso soportado y la tensión de los hilos con que los movía. 

De esos maestros el primero fue, sin duda, un mediocre pintor de retratos que designé simplemente por la letra h., protagonista de una historia a la que creo razonable llamar de doble iniciación (la de él, pero también, de algún modo, la del autor del libro, protagonista de una historia titulada Manual de pintura y caligrafía, que me enseñó la honradez elemental de reconocer y acatar, sin resentimientos ni frustraciones, sus propios límites: sin poder ni ambicionar aventurarme más allá de mi pequeño terreno de cultivo, me quedaba la posibilidad de cavar hacia el fondo, hacia abajo, hacia las raíces. Las mías, pero también las del mundo, si podía permitirme una ambición tan desmedida. No m compete a mí, claro está, evaluar el mérito del resultado de los esfuerzos realizados, pero creo que es hoy patente que todo mi trabajo, de ahí para adelante, obedeció a ese propósito y a ese principio. Vinieron después los hombres y las mujeres del Alentejo, aquella misma hermandad de condenados de la tierra a que pertenecieron mi abuelo Jerónimo y mi abuela Josefa, campesinos rudos obligados a alquilar la fuerza de los brazos a cambio de un salario y de condiciones de trabajo que sólo merecerían el nombre de infames. Cobrando por menos que nada una vida a la que los seres cultos y civilizados que nos preciamos de ser llamamos, según las ocasiones, preciosa, sagrada y sublime. Gente popular que conocí, engañada por una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los terratenientes latifundistas, gente permanentemente vigilada por la policía, gente, cuántas y cuántas veces, víctima inocente de las arbitrariedades de una justicia falsa. Tres generaciones de una familia de campesinos, los Mau-Tempo, desde el comienzo del siglo hasta la Revolución de Abril de 1974 que derrumbó la dictadura, pasan por esa novela a la que di el título de Alzado del suelo y fue con tales hombres y mujeres del suelo levantados, personas reales primero, figuras de ficción después, con las que aprendí a ser paciente, a confiar y a entregarme al tiempo, a ese tiempo que simultáneamente nos va construyendo y destruyendo para de nuevo construirnos y otra vez destruirnos. No tengo la seguridad de haber asimilado de manera satisfactoria aquello que la dureza de las experiencias tornó virtud en esas mujeres y en esos hombres: una actitud naturalmente estoica ante la vida.

Teniendo en cuenta, sin embargo, que la lección recibida, pasados más de veinte años, permanece intacta en mi memoria, que todos los días la siento presente en mi espíritu como una insistente convocatoria, no he perdido, hasta ahora, la esperanza de llegar a ser un poco más merecedor de la grandeza de los ejemplos de dignidad que me fueron propuestos en la inmensidad de las planicies del Alentejo. El tiempo lo dirá.

¿Qué otras lecciones podría yo recibir de un portugués que vivió en el siglo XVI, que compuso las Rimas y las glorias, los naufragios y los desencantos patrios de Os Luisiadas, que fue un genio poético absoluto, el mayor de nuestra Literatura, por mucho que eso pese a Fernando Pessoa, que a sí mismo se proclamó como el Super-Camoens de ella? Ninguna lección a mi alcance, ninguna lección que yo fuese capaz de aprender salvo la más simple que me podría ser ofrecida por el hombre Luis Vaz de Camoens en su más profunda humanidad, por ejemplo, la humildad orgullosa de un autor que va llamando a todas las puertas en busca de quien esté dispuesto a publicar el libro que escribió, sufriendo por eso el desprecio de los ignorantes de sangre y de casta, la indiferencia desdeñosa de un rey y de su compañía de poderosos, el escarnio con que desde siempre el mundo ha recibido la visita de los poetas, de los visionarios y de los locos. Al menos una vez en la vida, todos los autores tuvieron o tendrán que ser Luis de Camoens, aunque no escriban las redondillas de Sobolos rios. Entre hidalgos de la corte y censores del Santo Oficio, entre los amores de antaño y las desilusiones de la vejez prematura, entre el dolor de escribir y la alegría de haber escrito, fue a este hombre enfermo que regresa pobre de la India, adonde muchos sólo iban para enriquecerse, fue a este soldado ciego de un ojo y golpeado en el alma, fue a este seductor sin fortuna que no volverá nunca más a perturbar los sentidos de las damas de palacio, a quien yo puse a vivir en el teatro en el escenario de la pieza de teatro llamada Que farei con este livro? (¿Qué haré con este libro?), en cuyo final resuena una otra pregunta, aquélla que importa verdaderamente, aquélla que nunca sabremos si alguna vez llegará a tener respuesta suficiente: "¿Qué haréis con este libro?". Humildad orgullosa fue ésa de llevar debajo del brazo una obra maestra y verse injustamente rechazado por el mundo. Humildad orgullosa también, y obstinada, esta de querer saber para qué servirán mañana los libros que vamos escribiendo hoy, y luego dudar que consigan perdurar largamente (¿hasta cuándo?) las razones tranquilizadoras que quizá no estén siendo dadas o que estamos dándonos a nosotros mismos. Nadie se engaña mejor que cuando consiente que lo engañen otros.

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Se aproxima ahora un hombre que dejó la mano izquierda en la guerra y una mujer que vino al mundo con el misterioso poder de ver lo que hay detrás de la piel de las personas. El se llama Baltasar Mateus y tiene el apodo de Siete-Soles, a ella la conocen por Bilmunda, y también por el apodo de Siete-Lunas que le fue añadido después porque está escrito que donde haya un sol habrá una luna y que sólo la presencia conjunta de uno y otro tornará habitable, por el amor, la tierra. Se aproxima también un padre jesuita llamado Bartolmeu que inventó una máquina capaz de subir al cielo y volar sin otro combustible que no sea la voluntad humana, ésa que según se viene diciendo, todo lo puede, aunque no pudo, o no supo, o no quiso, hasta hoy, ser el sol y la luna de la simple bondad o del todavía más simple respeto. Son tres locos portugueses del siglo XVIII en un tiempo y en un país donde florecieron las supersticiones y las hogueras de la Inquisición, donde la vanidad y la megalomanía de un rey hicieron levantar un convento, un palacio y una basílica que asombrarían al mundo exterior, en el caso poco probable de que ese mundo tuviera ojos bastantes para ver a Portugal, tal como sabemos que los tenía Bilmunda para ver lo que escondido estaba. Y también se aproxima una multitud de millares y millares de hombres con las manos sucias y callosas, con el cuerpo exhausto de haber levantado, durante años sin fin, piedra a piedra, los muros implacables del convento, las alas enormes del palacio, las columnas y las pilastras, los aéreos campanarios, la cúpula de la basílica suspendida sobre el vacío. Los sonidos que estamos oyendo son del clavicornio del Doménico Scarlatti, que no sabe si debe reír o llorar. Esta es la historia del Memorial del convento, un libro en que el aprendiz de autor, gracias a lo que le venía siendo enseñado desde el antiguo tiempo de sus abuelos Jerónimo y Josefa, consiguió escribir palabras como éstas, donde no está ausente alguna poesía: "Además de la conversación de las mujeres son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita.

Pero son también los sueños los que le hacen una corona de lunas, por eso el cielo es el resplandor que hay dentro de la cabeza de los hombres si no es la cabeza de los hombres el propio y único cielo". Que así sea. De las lecciones de poesía, sabía ya alguna cosa el adolescente, aprendidas en sus libros de texto cuando, en una escuela de enseñanza profesional de Lisboa, andaba preparándose para el oficio que ejerció en el comienzo de su vida de trabajo: el de mecánico cerrajero. Tuvo también buenos maestros del arte poético en las largas horas nocturnas que pasó en bibliotecas públicas, leyendo al azar de encuentros y de catálogos, sin orientación, sin alguien que le aconsejase, con el mismo asombro creador del navegante que va inventando cada lugar que descubre. Pero fue en la biblioteca de la escuela industrial donde El año de la muerte de Ricardo Reis comenzó a ser escrito.

Allí encontró un día el joven aprendiz de cerrajero (tendría entonces 17 años) una revista Atena era el título en que había poemas firmados con aquel nombre y, naturalmente, siendo tan mal conocedor de la cartografía literaria de su país, pensó que existía en Portugal un poeta que se llamaba así: Ricardo Reis. No tardó mucho tiempo en saber que el poeta propiamente dicho había sido un tal Fernando Nogueira Pessoa que firmaba poemas con nombres de poetas inexistentes nacidos en su cabeza y a quien llamaba heterónimos, palabra que no constaba en los diccionarios de la época, por eso costó tanto trabajo al aprendiz de las letras saber lo que ella significaba. Aprendió de memoria muchos poemas de Ricardo Reis ("Para ser grande sé inteiro / Poe quanto és no mínimo que fazes"), pero no podía resignarse, pesar de tan joven e ignorante a que un espíritu superior hubiese podido concebir, sin remordimiento, este verso cruel: "Sábio e o que se contenta com o espectáculo do mundo". Mucho, mucho tiempo después, el aprendiz de escritor ya con el pelo blanco y un poco más sabio de sus propias sabidurías se atrevió a escribir una novela para mostrar al poeta de las Odas algo de lo que era el espectáculo del mundo en ese año de 1936 en que lo puso a vivir sus últimos días: la ocupación de la Renania por el Ejército nazi, la guerra de Franco contra la República española, la creación por Salazar de las milicias fascistas portuguesas. Fue como si estuviese diciéndole: "He ahí el espectáculo del mundo, mi poeta de las amarguras serenas y del escepticismo elegante. Disfruta, goza, contempla, ya que estar sentado es tu sabiduría".

El año de la muerte de Ricardo Reis terminaba con unas palabras melancólicas: "Aquí donde el mar acabó y la tierra espera". Por tanto no habría más descubrimientos para Portugal, sólo como destino una espera infinita de futuros ni siquiera imaginables: el fado de costumbre, la saudade de siempre y poco más. Entonces el aprendiz imaginó que tal vez hubiese una manera de volver a lanzar los barcos al agua, por ejemplo mover la propia tierra y ponerla a navegar mar adentro. Fruto inmediato del resentimiento colectivo portugués por los desdenes históricos de Europa (sería más exacto decir fruto de mi resentimiento personal), la novela que entonces escribí La balsa de piedra separó del continente europeo a toda la península Ibérica, transformándola en una gran isla fluctuante, moviéndose sin remos ni velas, ni hélices, en dirección al Sur del mundo, "masa de piedra y tierra cubierta de ciudades, aldeas, ríos, bosques, fábricas, bosques bravíos, campos cultivados, con su gente y sus animales", camino de una utopía nueva: el encuentro cultural de los pueblos peninsulares con los pueblos del otro lado del Atlántico, desafiando así, a tanto se atrevió mi estrategia, el dominio sofocante que los Estados Unidos de la América del Norte vienen ejerciendo en aquellos parajes. Una visión dos veces utópica entendería esta ficción política como una metáfora mucho más generosa y humana: que Europa, toda ella, deberá trasladarse hacia el Sur de manera que, en descuento de sus abusos coloniales antiguos y modernos, ayudar a equilibrar el mundo. Es decir Europa finalmente como ética. Los personajes de La balsa de piedra dos mujeres, tres hombres y un perro viajan incansablemente a través de la Península mientras ella va surcando el océano. El mundo está cambiando y ellos saben que deben buscar en sí mismos las personas nuevas en que se convertirán (sin olvidar al perro que no es un perro como los otros). Eso les basta.

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../... Se acordó entonces el aprendiz que en tiempos de su vida había hecho algunas revisiones de pruebas de libros y que si en La balsa de piedra hizo, por decirlo así, revisión del futuro, no estaría mal que revisara ahora el pasado inventando una novela que se llamaría Historia do cerco de Lisboa, en la que un revisor trabajando un libro del mismo título, aunque de historia, y cansado de ver cómo la citada historia cada vez es menos capaz de sorprender, decidió poner en lugar de un "sí" un "no", subvirtiendo la autoridad de las "verdades históricas". Raimundo Silva, así se llamaba el revisor, es un hombre simple, vulgar que sólo se distingue de la mayoría por creer que todas las cosas tienen su lado visible y su lado invisible y que no sabremos nada de ellas, mientras no les hayamos dado la vuelta completa.

De eso precisamente trata una conversación que tiene con el historiador. Así: "Les recuerdo que los revisores ya vieron mucho de literatura y vida, Mi libro, se lo recuerdo, es de historia. No es propósito mío apuntar otras contradicciones, profesor, en mi opinión todo cuanto no sea vida es literatura. La historia también. La historia sobre todo, sin querer ofender.

Y la pintura, y la música. La música va resistiéndose desde que nació, unas veces otras viene, quiere librarse de la palabra, supongo que por envidia, pero regresa siempre a la obediencia. Y la pintura, mire, la pintura no es más que literatura hecha con pinceles. Espero que no se haya olvidado de que la humanidad comenzó pintando mucho antes de saber escribir. Conoce el refrán, si no tienes pero caza con el gato, o dicho de otra manera, quien no puede escribir, pinta, o dibuja, es lo que hacen los niños. Lo que usted quiere decir, con otras palabras, es que la literatura ya existía antes de haber nacido, sí señor, como el hombre, con otras palabras, antes de serlo ya lo era. Me parece que usted equivocó la vocación, debería ser historiador. Me falta preparación profesor, qué puede un simple hombre hacer sin preparación, mucha suerte he tenido viniendo al mundo con la genética organizada, pero, por decirlo así, en estado bruto, y después sin más pulimento que las primeras letras que se quedaron como únicas. Podía presentarse como autodidacta producto de su digno esfuerzo, no es ninguna vergüenza, antiguamente la sociedad estaba orgullosa de sus autodidactas.

Eso se acabó, vino el desarrollo y se acabó, los autodidactas son vistos con malos ojos, sólo los que escriben versos o historias para distraer están autorizados a ser autodidactas, pero yo para la creación literaria no tengo habilidad. Entonces métase a filósofo. Usted es un humorista, cultiva la ironía, me pregunto cómo se dedicó a la historia, siendo ella tan grave y profunda ciencia. Soy irónico, sólo en la vida real. Ya me parecía a mí que la historia no es la vida real, literatura sí, y nada más. Pero la historia fue vida real en el tiempo en que todavía no se le podía llamar historia.

Entonces usted cree, profesor, que la historia es la vida real. Lo creo, sí.

Que la historia fue vida real, quiero decir. No tengo la menor duda. Qué sería de nosotros si el deleatur que todo lo borra no existiese, suspiró el revisor". Escusado será añadir que el aprendiz aprendió con Raimundo Silva la lección de la duda. Ya era hora. Fue probablemente este aprendizaje de la duda el que le llevó, dos años más tarde, a escribir El Evangelio según Jesucristo. Es cierto, y él lo ha dicho, que las palabras del título le surgieron por efecto de una ilusión óptica, pero es legítimo que nos interroguemos si no habría sido el sereno ejemplo del revisor el que, en ese tiempo, le anduvo preparando el terreno de donde habría de brotar la nueva novela. Esta vez no se trataba de mirar por detrás de las páginas del Nuevo Testamento a la búsqueda de contradicciones, sino de iluminar con una luz rasante la superficie de esas páginas, como se hace con una pintura para resaltarle los relieves, las señales de paso, la oscuridad de las depresiones.

Fue así como el aprendiz, ahora rodeado de personajes evangélicos, leyó, como si fuese la primera vez, la descripción de la matanza de los inocentes y habiendo leído, no comprendió. No comprendió que pudiese haber mártires de una religión que tuviese que esperar treinta años para que su fundador pronunciase la primera palabra de ella, no comprendió que no hubiese salvado la vida de los niños de Belén precisamente la única persona que lo podría haber hecho, no comprendió la ausencia, en José, de un sentimiento mínimo de responsabilidad, de remordimiento, de culpa o siquiera de curiosidad, después de volver de Egipto con su familia. Ni se podrá argumentar en defensa de la causa que fue necesario que los niños de Belén murieran para que pudiese salvarse la vida de Jesús: El simple sentido común, que a todas las cosas, tanto a las humanas como a las divinas, debería presidir, está ahí para recordarnos que Dios no enviaría a su hijo a la Tierra con el encargo de redimir los pecados de la humanidad, para que muriera a los dos años de edad degollado por un soldado de Herodes. En ese Evangelio escrito por el aprendiz con el respeto que merecen los grandes dramas, José será consciente de su culpa, aceptará el remordimiento en castigo de la falta que cometió y se dejará conducir a la muerte casi sin resistencia, como si eso le faltase todavía para liquidar sus cuenta con el mundo. El Evangelio del aprendiz no es, por tanto, una leyenda edificante más de bienaventurados y de dioses, sino la historia de unos cuantos seres humanos sujetos a un poder contra el cual luchan, pero al que no pueden vencer. Jesús, que heredará las sandalias con las que su padre había pisado el polvo de los caminos de la tierra, también heredará de él el sentimiento trágico de la responsabilidad y de ella la culpa que nunca lo abandonará, incluso cuando levante la voz desde lo alto de la cruz: "Hombres, perdonadle, porque él no sabe lo que hizo", refiriéndose al Dios que lo llevó hasta allí, aunque quien sabe si recordando todavía, en es última agonía, a su padre auténtico, aquel que en la carne y en la sangre, humanamente, lo engendró.

Como se ve, el aprendiz ya había hecho un largo viaje cuando en el herético evangelio escribió las últimas palabras del diálogo en el templo entre Jesús y el escriba: "La culpa es un lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre, dijo el escriba. Ese lobo de que hablas ya se ha comido a mi padre, dijo Jesús. Entonces sólo falta que devore a ti. Y tú, en tu vida, fuiste comido o devorado. No sólo comido y devorado, también vomitado, respondió el escriba".

Si el emperador Carlomagno no hubiese establecido en el norte de Alemania un monasterio, si ese monasterio no hubiese dado origen a la ciudad de Münster, si Münster no hubiese querido celebrar los 1.200 años de su fundación con una ópera sobre la pavorosa ópera que enfrentó en el siglo XVI a protestantes anabaptistas y católicos, el aprendiz no habría escrito la pieza de teatro que tituló In nomine Dei. Una vez más, sin otro auxilio que la pequeña luz de su razón, el aprendiz tuvo que penetrar en el oscuro laberinto de las creencias religiosas, ésas que con tanta facilidad llevan a los seres humanos a matar y a dejarse matar. Y lo que vio fue nuevamente la máscara horrenda de la intolerancia, una intolerancia que en Münster alcanzó el paroxismo demencial, una intolerancia que insultaba la propia causa que ambas partes proclamaban defender. Porque no se trataba de una guerra en nombre de dos dioses enemigos sino de una guerra en nombre de un mismo dios.

Ciegos por sus propias creencias los anabaptistas y los católicos de Münster no fueron capaces de comprender la más clara de todas las evidencias: en el día del Juicio Final, cuando unos y otros se presenten a recibir el premio o el castigo que merecieron sus acciones en la tierra, Dios, si en sus decisiones se rige por algo parecido a la lógica humana, tendrá que recibir en el paraíso tanto a unos como a otros, por la simple razón de que unos y otros en El creían. La terrible carnicería de Münster enseñó al aprendiz que al contrario de lo que prometieron las religiones nunca sirvieron para aproximar a los hombres y que la más absurda de todas las guerras es una guerra religiosa teniendo en consideración que Dios no puede, aunque lo quisiese, declararse la guerra a sí mismo. Ciegos. El aprendiz pensó "estamos ciegos", y se sentó a escribir el Ensayo sobre la ceguera para recordar a quien lo leyera que usamos perversamente la razón cuando humillamos la vida, que la dignidad del ser humano es insultada todos los días por los poderosos de nuestro mundo, que la mentira universal ocupó el lugar de las verdades plurales, que el hombre dejó de respetarse a sí mismo cuando perdió el respeto que debía a su semejante. Después el aprendiz, como si intentara exorcizar a los monstruos engendrados por la ceguera de la razón, se puso a escribir la más simple de todas las historias: Una persona que busca a otra persona sólo porque ha comprendido que la vida no tiene nada más importante que pedir a un ser humano. El libro se llama Todos los nombres. No escritos, todos nuestros nombres están allí. Los nombres de los vivos y los nombres de los muertos. Termino. La voz que leyó estas páginas quiso ser el eco de las voces conjuntas de mis personajes. No tengo, pensándolo bien, más voz que la voz que ellos tuvieron. Perdóneseme si les pareció poco esto que para mí es todo.

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https://www.elmundo.es/cultura/saramago/discurso4.html

viernes, 1 de marzo de 2024

Suiza dice por fin lo que piensan todos.

La torpeza del juez García Castellón ha conseguido que desde Suiza se haya hecho expreso lo que hasta el momento había estado implícito en las decisiones de los diferentes órganos judiciales europeos que, en los últimos casi siete años, han tenido que responder a requerimientos de la justicia española Me imagino que cuando Mariano Rajoy decidió que no fuera el president de la Generalitat el que disolviera el Parlament y convocara nuevas elecciones, sino que optó por recurrir al artículo 155 de la Constitución, con la finalidad de suspender al Govern en el ejercicio de sus funciones, privando a sus miembros del fuero jurisdiccional ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) y autoatribuyéndose la facultad de disolver el Parlament y convocar elecciones para el 20 de diciembre de 2017, pensó que podría poner fin al procés en un plazo breve, delegando en la Fiscalía General del Estado la respuesta al mismo.

El plan que pudiera tener en la cabeza el entonces presidente del Gobierno inició su aplicación de acuerdo con lo previsto. El fiscal general, José Manuel Maza, activó de manera inmediata una querella contra los depuestos miembros del Govern por el delito de rebelión ante la Audiencia Nacional y contra la depuesta presidenta y varios miembros de la Mesa del Parlament ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo (TS). Que también de manera casi inmediata acabaría concentrando el conocimiento de ambas querellas.

La respuesta al nacionalismo catalán parecía encauzada. El TS iba a resolver lo que el Gobierno de la nación no había sido capaz de hacer. Me imagino que en el horizonte contemplado por el presidente del Gobierno se contaba con una sentencia en un plazo breve y con la aplicación a continuación de indultos para los condenados. Respuesta contundente primero y aplicación de medidas de gracia a continuación. Fiscalía General, Sala Segunda del TS y Gobierno de la nación actuando coordinadamente pondrían fin al procés, volviendo con ello a lo que con seguridad Rajoy entendía como normalidad.

En realidad, lo que hizo el Gobierno fue continuar con la estrategia sobre política territorial que puso en circulación con la interposición del recurso de inconstitucionalidad contra la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya. Sobre la Constitución Territorial ya se había dicho políticamente todo lo que se tenía que decir con la aprobación de los diferentes Estatutos de Autonomía. A partir del momento de la entrada en vigor de todos ellos, era el Tribunal Constitucional (TC) el único órgano con autoridad para decidir sobre la innovación del “bloque de la constitucionalidad”. El TC haría suya esta posición del PP con la STC 31/2010, que encontraría una respuesta inmediata en el nacionalismo catalán. El Gobierno del PP acudiría al TC ante cada uno de los pasos del nacionalismo catalán hasta la consulta en forma de un referéndum fake en 2014, y al TC y al TSJC a partir de este momento. Quiere decirse, pues, que la estrategia de “judicializar” la respuesta al nacionalismo catalán viene de lejos. No empezó en 2017, sino en 2006. Hace 18 años.

La novedad de 2017 es el 155, con el que el Gobierno y los tribunales posiblemente pensaron que se tendría una respuesta rápida y que se podría cerrar el paréntesis que, en su opinión, había supuesto el procés.

El Gobierno, el TC y el TS cometieron un doble error de cálculo. El primero, pensar que cualquier tipo de tensión entre Catalunya y el Estado se podía resolver con la represión, como había ocurrido siempre en el pasado, desde el bombardeo de Barcelona por Espartero, por mantenernos en la España constitucional. Aun con todos los déficits de legitimidad democrática de origen y con la permanencia de tantos restos del franquismo, la España de la Constitución de 1978 es distinta de la anterior. La Segunda Restauración no es la Primera. Y mucho menos la España de las Leyes Fundamentales de Franco.

El segundo error fue hacer abstracción de la pertenencia de España a la Unión Europea, que es una comunidad jurídica, en la que cualquiera de los ciudadanos de los Estados miembros puede ejercer su derecho a la defensa en unos términos en que no se podía hacer antes de la existencia de la misma. La Unión Europea es el club más exigente de Estados democráticamente constituidos que existe en el mundo. Y ello ofrece unas posibilidades de defensa frente a una persecución política disfrazada de proceso judicial.

Esto es lo que ha ocurrido desde que, con la aplicación del artículo 155, se puso en marcha la persecución judicial de los dirigentes del nacionalismo catalán. Carles Puigdemont ha conseguido, con éxito hasta el momento, poner en acción una estrategia jurídica impecable, que no ha podido ser contrarrestada de manera convincente por el TS. La justicia española no ha sido capaz de convencer a ningún órgano judicial europeo de que la persecución judicial no era una persecución política disfrazada. Ningún órgano de justicia europeo se lo había dicho en estos términos, pero es lo que está detrás de su negativa a dar cumplimiento a las sucesivas órdenes de detención y entrega que se han cursado contra el expresidente de la Generalitat. También lo está detrás de la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que posibilitó que Puigdemont accediera a la condición de miembro del Parlamento Europeo, a pesar de la resistencia del TS y de la Junta Electoral Central, que todavía hoy se ha negado a incluir a Puigdemont en la lista de candidatos electos españoles enviada al Parlamento Europeo. Incluso después de la sentencia del TJUE que afirmó de manera tajante que no se puede hacer uso de la jura o promesa de acatar la Constitución para impedir la adquisición de la condición de parlamentario.

La torpeza del juez García Castellón ha conseguido que desde Suiza se haya hecho expreso lo que hasta el momento había estado implícito en las decisiones de los diferentes órganos judiciales europeos que, a lo largo de estos últimos casi siete años, han tenido que responder a requerimientos de la justicia española. La acusación por terrorismo no se puede entender en términos jurídicos, sino exclusivamente políticos. Punto final.

La Sala Segunda del TS sabrá lo que hace con la exposición ¿razonada? que le ha elevado el juez García Castellón.

La ciencia que discrimina a las mujeres.

A lo largo de la historia, la investigación científica ha marginado, manipulado, ignorado e incluso torturado a las mujeres. El problema persiste.

Una mujer con camisa de fuerza, diagnosticada con histeria, en una foto publicada en 1889.
Una mujer con camisa de fuerza, diagnosticada con histeria, en una foto publicada en 1889.WELLCOME TRUST

La ciencia ha maltratado a las mujeres. Jocelyn Bell descubrió los púlsares, pero el Nobel de Física se lo llevó su director de tesis. A la actual presidenta de la Unión Astronómica la mandaron a trabajar al despacho de su marido. Durante décadas, a las que se salían del carril de lo socialmente aceptado se las torturó inventando enfermedades como la histeria y remedios que pasaban por mutilarlas, arrancando órganos de sus entrañas. Las mentes (masculinas) más sesudas desarrollaron teorías para explicar la inferioridad de las mujeres y, de este modo, justificar su sometimiento. Los ejemplos del pasado son innumerables.

“En las mujeres están más fuertemente marcadas algunas facultades que son características de las razas inferiores y de un estado pasado e inferior de civilización”, escribió Darwin

Pero no es únicamente cosa del pasado. Hoy, 8 de marzo, hay una sola mujer por cada nueve hombres en la élite de la ciencia europea. Solo el 25% de los investigadores mejor pagados de la mayor institución científica española son mujeres. Ninguna mujer dirige un organismo público de investigación en España. Los estereotipos siguen señalando que la ciencia es cosa de hombres. Continuamos discriminando y humillando a las deportistas por su físico. Le inculcamos a las niñas que no son tan brillantes como los niños. El ambiente en los laboratorios sigue siendo machista. Y John sigue sacando mejor nota que Jennifer aunque su currículum sea el mismo.

“En definitiva, la pregunta que nos queda tras este viaje es si nos encontramos ante ejemplos de mala ciencia o de ciencia al uso. Si mejorar la ciencia consistirá en eli­minar los sesgos de género, si eso es posible, o si nos ten­dremos que replantear otras formas de hacer ciencia”. Con esta contundencia concluye un libro fundamental para entender el problema de la desigualdad en este campo, escrito por Eulalia Pérez Sedeño y S. García Dauder, Las ‘mentiras’ científicas sobre las mujeres, recién publicado por Catarata. Una contundencia nada exagerada tras el detallado repaso que este trabajo da al machismo que discrimina en la ciencia, por la ciencia y gracias a la ciencia.

La medicina aplica a las mujeres investigaciones realizadas en hombres, incluso aunque los resultados para ellas en el diagnóstico, la prevención y el tratamiento no se hayan estudiado de manera adecuada

Para empezar, Pérez y García muestran en su libro que los científicos siempre han estado ahí para dar argumentos a quienes querían que las mujeres fueran humanos de segunda. “Se admite por lo general que en las mujeres están más fuertemente marcados que en los hombres los poderes de intuición, percepción rápida y quizás de imitación; pero al menos alguna de estas facultades son características de las razas inferiores y, por tanto, de un estado pasado e inferior de civilización”, escribía en 1871 Charles Darwin, cuyas teorías sirvieron para cimentar la idea de que las mujeres eran una versión menos evolucionada del hombre, como probaba el hecho de que su cráneo fuera más pequeño, por ejemplo. Este corpus ideológico venía de lejos: “Aristóteles fue el primero en dar una explicación biológica y sistemática de la mujer, en la que esta aparece como un hombre imperfecto, justifi­cando así el papel subordinado que social y moralmente debían desempeñar las mujeres en la polis”, escriben los autores. Tuvo que llegar un ejército de prestigiosas primatólogas y antropólogas, defiende el libro, a tumbar el mito evolutivo de los evolucionados cazadores machos que alimentaban a las pasivas hembras.

A las mujeres se las puso un escalón por debajo de los hombres y eso se aplicaba también a la ciencia médica. La salud de las mujeres, el conocimiento de sus cuerpos y sus enfermedades, estaba relegado a un segundo plano y circunscrito a un único tema concreto: “Durante mucho tiempo se supuso que la «salud de las mujeres» hacía referencia a la salud reproductiva, lo que incluía la atención al parto, la anticoncepción, el aborto, el cáncer de útero, el síndrome premenstrual y otras enfer­medades específicamente femeninas”.

“Durante el siglo XIX y principios del XX, «enfermedades sociales y psicológicas» como el femi­nismo y el lesbianismo se asociaban también a la sexuali­dad clitoridiana”, denuncia el libro Los cuerpos de las mujeres han sido considerados una desviación de la norma masculina, explican Pérez y García, y los resultados de la investigación médica que se llevan a cabo entre hombres se aplican más tarde a las mujeres, “incluso aunque los resultados para las mujeres en el diagnóstico, la prevención y el tratamiento no se hayan estudiado de manera adecuada”. Durante años, las mujeres estuvieron sistemática­mente excluidas de los ensayos clínicos para nuevos medicamentos: hasta 1988, los ensayos de la agencia estatal de EEUU solo incluían a hombres, por lo que se desconocía si tendrían efectos adversos desconocidos en ellas (o si se descubrirían remedios que les fueran más favorables). Hoy en día, todavía hay grandes lagunas en el conocimiento específico de la salud de las mujeres y siguen siendo minoría (o inexistentes) en numerosos estudios de biomedicina.

Quizá el paradigma de la ignorancia sobre el cuerpo de la mujer sea el desconocimiento histórico de la anatomía del clítoris, órgano olvidado por la medicina, por la insistencia sesgada en el aspecto reproductivo en la investigación. Esto llevó a que tuvieran que ser activistas en la década de 1970 las que comenzaran a explorar su cuerpo para aprender más, en talleres que eran a la vez actos políticos, de investigación y divulgación. “Durante el siglo XIX y principios del XX, «enfermedades sociales y psicológicas» como el femi­nismo y el lesbianismo se asociaban también a la sexuali­dad clitoridiana”, explica el libro, adentrándonos en otro de los capítulos más importantes del relato: cómo la ciencia convierte la naturaleza de las mujeres en patologías a curar, en problemas a extirpar, en trastornos que se deben tratar.

“La fabricación de enfermedades mentales ha sido un dis­positivo muy eficaz de control y regulación tanto de la feminidad como de la sexualidad de las mujeres”, resumen en el texto
 Por ejemplo, en el siglo XIX se vivió una epidemia de histeria, ese supuesto trastorno mental de las mujeres que se trataba con torturas psicológicas o extirpando sus ovarios o su útero. En el libro se reseñan varios casos espeluznantes, como cuando un reconocido doctor explicaba: “Decidí privarle de los ovarios, esperando así extir­parle sus pervertidos instintos”, porque su paciente sufría ataques tras un aborto y el médico descubrió que de joven se masturbaba. “No ha vuelto a sus hábitos degradantes, deseosa y ansiosa de atender su hogar”, se congratulaba después. Hace poco se descubrió que Constance Lloyd, mujer de Oscar Wilde, murió tras una operación para extirpar sus ovarios a manos de un especialista en “locura pélvica”, cuando en realidad tenía esclerosis.

Todavía hoy la ciencia consiente que situaciones naturales de la vida de la mujer se conviertan en dolencias que necesitan medicamentos: la construcción social de la enfermedad se ha transformado en un artefacto comercial que atiende a los intereses de la industria. Solo así se explica que llegara a las farmacias la viagra rosa. “Medicalizar los pro­blemas de la vida cotidiana de las mujeres o sus procesos naturales o fisiológicos (como ha ocurrido con la meno­pausia o la menstruación); convertir malestares producto de desigualdades de género en patologías individuales (como ocurrió con la histeria o la depresión); o medicalizar una faceta de la vida de las mujeres (su sexualidad, por ejemplo)”, enumeran Pérez y García, antes de detenerse en estos supuestos problemas actuales como el síndrome premenstrual, la menopausia o la regla (“las prioridades de investigación se han centrado más en encontrar medicación anticonceptiva que en ayudar a la regulación del ciclo y sus dolores”).

En el siglo XIX se vivió una epidemia de histeria, ese supuesto trastorno mental de las mujeres que se trataba con torturas psicológicas o extirpando sus ovarios

Frente a todos estos graves casos de discriminación, en los que “lejos de la neutralidad y asepsia pretendida por el canon científico, los valores se cuelan irremediablemente”, Pérez Sedeño y García Dauder proponen una solución bien sencilla: mejorar el acceso de la mujer a los distintos campos de la investigación. “Cuando la ciencia se hace desde el punto de vista de grupos tradicionalmente excluidos de la comu­nidad científica, se identifican muchos campos de igno­rancia, se desvelan secretos, se visibilizan otras priorida­des, se formulan nuevas preguntas y se critican los valores hegemónicos (a veces, incluso, se provocan auténticos cambios de paradigma)”.

jueves, 29 de febrero de 2024

Memorice su breve lista, Gaza es la actual Guernica

Por Ramón Pedregal Casanova

Ayuda memoria: El día 21 de febrero los jueces de la Gran Bretaña deciden lo que van a hacer con el periodista Julián Assange, al que mantienen preso desde hace varios años sin tener ningún cargo contra él. Lo tienen preso por haber denunciado los crímenes que las tropas estadounidenses cometían en Irak.

Ayuda memoria: El periodista Pablo González lleva casi dos años preso en Polonia, está en la cárcel sin tener acusación ni haber sido juzgado. Su familia no puede hablar con él y su abogado no ha podido saber el motivo de su detención.

Ayuda memoria: El periodista José Manzaneda, de Cubainformación.tv va a ser juzgado por lo expuesto en un artículo, la acusación de un grupo anticubano pide para él 5 años de cárcel y 50.000 euros. Les dejo aquí los datos para su consulta y ayuda: https://www.cubainformacion.tv/especiales/20240121/107230/107230-persecucion-judicial-contra-cubainformacion-y-euskadi-cuba-todos-los-materiales

Memorice lo siguiente: El 48% de los palestinos son niños y adolescentes

Netanyahu dijo en una reunión de sionazis: “Los viejos morirán y los jóvenes no recordarán”.

“Artículo 37 de la Convención de los Derechos del Niño:

Los Estados Partes velarán para que:

a) Ningún niño sea sometido a torturas ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

b) Ningún niño será privado de libertad ilegal o arbitrariamente. El arresto la detención, y el encarcelamiento de un niño se llevará a cabo de acuerdo con la ley y se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el periodo más breve que proceda”.


¿Se puede hablar de “derechos nacionales” de los colonialistas?

Debe recordar: El 12 de julio de 1937, Ben Gurion escribía en su diario: “La transferencia forzosa de los árabes de los valles del proyectado Estado judío … debemos perseverar en esta conclusión, del mismo modo en que nos aferramos a la Declaración Balfour, más aún, de la manera en que nos aferramos al sionismo”.

Debe recordar: Los gobernantes que niegan sus obligaciones con la UNRWA respaldan el propósito sionazi de aplicar “la solución final” de la que hablaban los nazis alemanes. Las prisas por matar son las prisas por robar, se unen por el interés común. ¿No puede ponerse el interés común de los pueblos frente a los imperialistas?

Memorice lo siguiente: Los jueces de la Corte Internacional de Justicia han elegido como vicepresidenta para los tres años que vienen, a la jueza Julia Sebutinde, de Uganda, que votó a favor de “Israel” en el juicio por genocidio que Sudáfrica denunció. La jueza fue repudiada por el Gobierno de Uganda.

Sepa que: El puerto de Sagunto está cargado con armamento del Estado español para emplearlo contra Yemen, el barco Saudí Bahri Tabuk, que hace el número 44 de los barcos que pasan por allí con el mismo fin. La denuncia la han hecho las asociaciones de vecinos, el Movimiento de Objeción de Conciencia, Acció Ecologista, y Amnistía Internacional ha pedido al Congreso de los Diputados que debe informar sobre el contenido de la carga puesto que el Estado es firmante desde 2014 del Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA), que prohíbe el transito de armas convencionales y municiones cuando exista el riego de que se utilicen para cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, ataques contra civiles u otros crímenes de guerra. Ante todas las denuncias anteriores el gobierno nunca ha respondido.

Tenga en cuenta lo siguiente: Nicaragua anuncia su intención de demandar a Alemania, Gran Bretaña, Países Bajos y Canadá ante la Corte Internacional de Justicia por suministrar armas a la entidad israelí y contribuir al genocidio contra el pueblo palestino de Gaza. Y la CIJ confirma haber recibido la solicitud nicaragüense para unirse a la denuncia de Sudáfrica contra el establecimiento colonial sionista por su genocidio en Gaza, y la CIJ la ha tramitado, pero consultará con “iIsrael” y Sudáfrica. Los sionistas alegarán que el caso no afecta legalmente a Nicaragua, y Sudáfrica recibirá con agrado la solicitud Nica. La CIJ decidirá. Netanyahu va a mandar atacar al Pueblo Palestino refugiado en Rafah, último punto con la frontera de Egipto. En Rafah se encuentran refugiadas 1.300.000 personas, de ellas 600.000 son niños y niñas. Memorícelo.

Aquí tiene un dato a añadir a la denuncia ante la CIJ: El Monitor Euromediterráneo de Derechos Humanos (Euro-Med) ha denunciado que después de la sentencia de la CIJ que exige al ejército sionista “evitar actos genocidas en la Franja de Gaza, continúan asesinando y han quitado la vida a 1864 palestinos, incluidos 690 niños y 441 mujeres, además de herir a otros 2933”. “Por lo tanto, “Israel” continúa violando sus obligaciones internacionales y la decisión del tribunal más alto del mundo al cometer el crimen de todos los crímenes: el crimen de genocidio”, ha lamentado.

Aquí tiene una mentira histórica: “EEUU no busca conflictos en Medio Oriente ni en ningún otro lugar del mundo”, ha dicho Biden después de mandar bombardear 85 centros en Irak y Siria.

Lo que han leído son notas de prensa, en su lectura tendrá usted también la respuesta. Ahora bien, creo que hoy deberíamos hacer una lista breve de lo que necesitamos para que el mundo cambie a bien, debería ser una lista breve, y veríamos nuestras coincidencias, una lista común que podríamos mostrarla orgullosos los miles de millones de habitantes del mundo. No coincidiríamos con unos pocos, esa minoría que se ha criado con la violencia sobre las vidas y los territorios de la mayoría. Me lo ha sugerido el poema de Bertolt Brecht que titula “La lista de lo necesario”: “Conozco muchos que andan por ahí con la lista de lo que necesitan. Aquel a quien la lista es presentada, dice: es mucho. Mas aquel que la ha escrito dice: esto es lo mínimo. Pero hay quien orgullosamente muestra su breve lista.” Nuestra lista es breve, el que la lea nunca dirá “es mucho”.

Hagan su lista y pidan a sus conocidos que hagan su propia lista con lo necesario para cambiar el mundo, y hablen de qué debemos hacer la mayoría que somos. Verá usted el asunto que llama a todas las puertas internacionales, ¿y qué pasa?: lo que ha puesto en la lista es lo que nos condiciona, lo que nos atañe.

Hemos tenido hace unos días la respuesta del estamentos más alto de justicia internacional a nuestra breve lista “No al genocidio en Gaza Palestina”. Antes hay que decir que en el tribunal no había ningún juez palestino, y sí había uno “israelí”. La salida de la CIJ es una muestra del “procedimiento Pilatos”. Recuerden lo que hizo Pilatos. No tiren el resultado al olvido, lo deben memorizar.

Comparen su pronunciamiento con cómo las gentes como usted y como yo, recibieron a los abogados sudafricanos al salir del Tribunal: la gente les entregó ramos de flores para reconocerles su acto ejemplificador. Lo deben memorizar.

Del otro lado las élites estadounidense inglesa, alemana, canadiense y de Países Bajos le dan armas a… para que continúe la matanza. Tampoco esto lo deben tirar al olvido, lo deben memorizar.

Ahora veamos lo que ha dispuesto Nicaragua. A esos que envían armas a los criminales, los ha denunciado por su violación flagrante y sistemática de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho Consuetudinario incluido el derecho sobre la ocupación en los territorios palestinos, en particular en Gaza”. Si la lista que usted ha hecho pudiese concretarla en términos jurídicos adecuados al día, usted habría puesto lo mismo que el Gobierno del pueblo de Nicaragua. Fíjese, en el documento se expresa que el CIJ ha dado un mes de plazo a los genocidas para mostrar pruebas de su moderación y no pide que deje de matar. No lo olvide. El paso siguiente es el Consejo de Seguridad, en el que EEUU tiene el poder de veto, un lugar y un acto antidemocráticos, un sólo voto puede decidir el futuro del mundo. ¿Y qué haremos los pueblos y los gobiernos? Nicaragua nos da el ejemplo, no lo olvide.

Memorice lo siguiente: la ONU es el padre de “Israel”, aquella primera ONU de unos pocos instituyó la colonia, y para sostenerla sus interesados del momento crearon un sistema que preservaba al poderoso. ¿Tienen en su memoria lo que hicieron con Guernica?: Guernica hoy es Gaza, no se olvide, aquello fue el ejemplo de la barbarie nazi, fue el entrenamiento para lo que iban a hacer en la segunda gran guerra europea, Gaza es hoy el entrenamiento de algo más. No se olvide, no se olvide, no se olvide.

Pero tampoco se olvide, memorice también lo que le digo ahora: en 1984 Nicaragua demandó ante la CIJ a EEUU por su agresión a Nicaragua, y Nicaragua ganó la demanda, triunfó sobre el imperio estadounidense. Sí, pero se continúa luchando, la élite estadounidense acostumbra a robar, pero no tiene costumbre de pagar por sus delitos. Aun así y todo, si en el Consejo de Seguridad el representante estadounidense extiende su mano a la romana para oponerse a que se tomen medidas con “Israel”, entonces será la Asamblea General de las Naciones Unidas la que debe votar… y nos acercamos más, vamos a ver los pies de barro del imperio y su colonia.

Memorice su breve lista y hágala valer: “No al genocidio, “Bloqueen al genocida”, “Defiendan al pueblo de Gaza Palestina”, “Reconozcan el Estado palestino”.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Presidente de AMANE. Miembro de la Asociación Europea de Apoyo a los Detenidos Palestinos. Internacionalista e integrante de la REDH y de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Escándalo Sokal

El escándalo Sokal fue un famoso engaño logrado por el físico Alan Sokal para exponer al equipo editorial de la revista académica de humanidades Social Text, con el fin de poner de manifiesto la falta de rigurosidad y evaluación que manejan este tipo de revistas a la hora de aceptar trabajos para su publicación.

En 1996, Sokal, profesor de física en la Universidad de Nueva York, envió un artículo pseudocientífico para que se publicase en la revista postmoderna de estudios culturales Social Text. Pretendía comprobar que una revista de humanidades «publicará un artículo plagado de sinsentidos, siempre y cuando: 
a) Suene bien; y 
b) Apoye los prejuicios ideológicos de los editores (contra las ciencias empíricas)».

El artículo, titulado «Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity»1​ («La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica»), se publicó en el número de primavera/verano de 1996 de Social Text y sostenía la asombrosa tesis de que la gravedad cuántica era un constructo social; es decir, que la gravedad existe solamente porque la sociedad se comporta como si existiera, por lo tanto si no se creyera en ella no tendría efecto.

El mismo día de su publicación, Sokal anunciaba en otra revista, Lingua Franca, que el artículo era un engaño.

El hecho causó un escándalo académico en la Universidad de Duke, entidad que publicaba Social Text. Sokal dijo que su artículo era «un pastiche de jerga postmodernista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes fuera de contexto y un rotundo sinsentido», que se «apoyaba en las citas más estúpidas que había podido encontrar sobre matemáticas y física» hechas por universitarios genéricamente llamados «postmodernos» de humanidades.

Discusiones
Cobertura de los medios
En los Estados Unidos, cuando se reveló el engaño, el filósofo francés Jacques Derrida fue inicialmente blanco de desacreditaciones, particularmente por parte de periódicos en Estados Unidos y Francia.2​ La revista US Weekly Magazine, para ilustrar un informe sobre el asunto Sokal, utilizó una foto y una caricatura de Derrida. Para él, se trataba más bien de atacar a un extranjero, remitiéndose incluso al célebre coloquio de Baltimore, de 1966, en el que invitó en EE. UU. a un grupo selecto de intelectuales franceses: Poulet, Todorov, Hyppolite, Lacan, Morazé, Vernant, Girard, entre otros, que estaban renovando la lingüística, la crítica, el psicoanálisis, la historia, la antropología y la filosofía, desde diferentes puntos de vista.3​ Ese coloquio facilitó la entrada progresiva del pensamiento francés en EE. UU., con perspectivas plurales y con figuras de gran prestigio.

Respuesta de la revista Social Text
Los editores de Social Text argumentaron que, en el contexto de la época, el artículo de Sokal «Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity» fue una traición fraudulenta de su confianza.

Por otra parte, en el año 1996 la revista no hacía la acostumbrada revisión científica por pares académicos (una práctica que caracteriza a las revistas científicas para verificar la validez de sus publicaciones), debido a que los editores estimaban que una política editorial más abierta estimularía una investigación menos convencional de la que es usual entre los científicos.4​

Los editores de la revista argumentaron, además, que la revisión científica por árbitros académicos no necesariamente sirve para detectar el fraude intelectual.

Sokal y Bricmont escriben Imposturas intelectuales
Sokal y Bricmont publicaron en 1997 Imposturas intelectuales.5​ Sokal y Bricmont ampliaban sus tesis y pretendieron demostrar que determinados intelectuales «posmodernos», como Lacan, Kristeva, Baudrillard y Deleuze utilizaron abusivamente conceptos provenientes de las ciencias físico-matemáticas, usados fuera de contexto y sin dar la menor justificación conceptual o empírica, u ofuscando a sus lectores con palabras «sabias», sin preocuparse por su pertinencia o sentido, y negando —a su juicio— la importancia de la verdad. Además, el ensayo incluye una dura crítica a un relativismo epistémico que considera a la ciencia como «un relato más».

Respuesta por parte de intelectuales de las humanidades

Respuesta de Derrida
Jacques Derrida, que escribió en contra de esta presunta manipulación académica en Le Monde, el 20 de noviembre de 1997,6​ trató de poner en evidencia su falta de seriedad al subrayar que Sokal y Bricmont solo elegían a franceses (y a ciertos franceses, especialmente señalados), y que ellos no estudiaban escrupulosamente sus llamadas «metáforas» científicas ni su papel, ni tampoco su estatuto y sus efectos en los discursos que reprobaban. Por ejemplo, aunque Derrida no emplease esa terminología, sí hizo una vez, singularmente, una cuidadosa referencia del teorema de Gödel, pero nada decían de ello.

Añadía Derrida que toda esa operación mediática de Sokal y Bricmont (de la que habrían sacado rédito inmediato) era una lectura superficial, propia de cierto mundo universitario. Se dio la circunstancia de que, en el Times Literary Supplement, ellos declararon que habían excluido de su crítica a pensadores célebres, como Althusser, Barthes y Foucault, pero al darlo a traducir a Libération (el 19 de octubre de 1997) modificaron la secuencia e incluyeron además a Derrida como autor serio, supuestamente porque les convenía hacerlo en Francia y para hacer creer, así, que su ataque a este era inexistente. Para Derrida, ellos ni habían leído las obras impugnadas, ni conocían las ciencias humanas, ni discernían un comentario retórico del razonamiento principal de un analista cultural.7​

Jurdant responde: Imposturas científicas: los malentendidos del caso Sokal (2003)

En 2003, bajo la coordinación del doctor en filosofía de la ciencia Baudouin Jurdant, 8​ se realizó una contracrítica a Imposturas intelectuales, en el libro Imposturas científicas: los malentendidos del caso Sokal.9​ Aquí, un grupo de diversos científicos —físicos, matemáticos, filósofos o sociólogos—, especialistas en esos pensadores e intelectuales franceses que sufrieron críticas en el libro de los físicos Sokal y Bricmont, se propusieron la tarea de analizar sus lecturas concretas. Y resaltaron, en cada una de sus lecturas sectoriales, la gran insuficiencia de conocimientos acerca de lo que ellos criticaron, así como su nula familiaridad con los recursos literarios y argumentativos usados por la filosofía francesa, lo cual los conducía a malentendidos: la «verdad» se persigue de muchas maneras, decían, y desde luego no tiene que ver con el proceso demostrativo de las ciencias formales.

Siguiendo con el rastreo, observaron cómo todo habría empezado por intereses de Sokal, que pretendía desprestigiar a los filósofos postestructuralistas y los científicos relacionados con este campo, por pertenecer al campo político contrario, como Sokal en algunas intervenciones habría dicho10​ —punto, sin embargo, desmentido por Sokal en Imposturas intelectuales—. Y deducían que el éxito del libro se debió a sus fines, pues recibió apoyo de medios de comunicación, centros universitarios y librerías asociados con los discursos dominantes. Los intelectuales que escribieron Imposturas científicas querían combatir el dogmatismo que provocaba Imposturas intelectuales, donde se quiere exponer que los filósofos franceses son unos «relativistas», «pseudocientíficos» e «irracionalistas», aun sin, supuestamente, haber leído seriamente ningún libro de los filósofos mencionados en esa obra polémica. Por ejemplo, señalan que Lacan es un buen conocedor de matemáticas, y Latour, un conocedor de las ciencias, entre muchos otros ejemplos, lo que los conduce a conclusiones completamente contrarias a las de Sokal y Bricmont. Estos dos físicos, que hacían tanto énfasis en el rigor científico, solamente habrían adaptado los textos de los intelectuales franceses a los resultados que a su juicio querían conseguir.11​

Nuevas versiones del escándalo Sokal
Sokal II

También llamado Sokal al cuadrado, una repetición a mayor escala del escándalo Sokal en 2017-2018. El propósito declarado de los autores era exponer la parcialidad hacia ideologías extremas en las ciencias sociales y los estudios de género (véase teoría de género).12​

Sokal III

En 2021, la revista académica Higher Education Quarterly publicó un artículo científico cuyos autores son "Sage Owens" and "Kal Avers-Lynde III". Las iniciales de los autores se leen "Sokal III".13​ La revista, que antes de publicar el artículo lo sometió a su habitual revisión por pares de varias etapas, lo retiró un mes tras su publicación una vez se le señaló que había publicado un artículo fraudulento. 14 ​15​

Escándalos paralelos en la ciencia
Esta situación se ha dado en otras ocasiones, pero en el terreno científico, ajenos por tanto al problema de las dos culturas, en el que se confrontan dos lenguajes muy distintos.

En 1986, extrañado por un artículo aparecido en Physical Review Letters que despertó escepticismo en muchos científicos, Lawrence M. Krauss envió una queja sobre el artículo que era casi una parodia de la misma revista, pero fue detectado adecuadamente y obtuvo en respuesta seis informes de revisión científica, también en forma de parodia. 16​

En el 2002 ocurrió en la física, en el escándalo Bogdanov. En él, dos hermanos consiguieron publicar en prestigiosas revistas científicas teorías consideradas absurdas y carentes de sentido. El físico alemán Max Niedermaier concluyó que se trataba de pseudociencia, escrita con una densa jerga técnica, para evitar el sistema de revisión por pares de la física teórica. Según el físico-matemático John Baez, su trabajo «es una mezcolanza de frases aparentemente plausibles que contienen las palabras técnicas correctas en el orden aproximadamente correcto. Pero no hay lógica ni cohesión en lo que escriben». Según el físico Peter Woit en la prestigiosa revista Nature: «El trabajo de los Bogdanoff resulta significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el decreciente nivel de coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo». 17​

En 2013, en el conocido «escándalo SCIgen», tres estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts diseñaron un programa de ordenador denominado SCIgen, 18​ el cual generaba imposturas pseudocientíficas mediante frases aleatorias que aparentaban tener sentido, al más puro estilo Sokal-Bricmont. El artículo era «un completo batiburrillo de estupideces que pasó directamente el supuesto filtro del comité de selección». 19​ Uno de los artículos generados completamente al azar por SCIgen consiguió que invitaran a los autores a dar una conferencia sobre su investigación en el congreso internacional de Computación WMSCI. 20 ​21​

Véase también, Imposturas intelectuales

«Ni siquiera es falso>>
Escándalo Bogdanov
El asunto de los estudios reivindicativos
Efecto Dr. Fox
Pseudociencia

Referencias «Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity» (en inglés). Consultado el 9 de octubre de 2011. Lo señaló Jacques Derrida, Papier machine, Galilée, 2001, p. 279

R. Macksey y E. Donato, Los lenguajes críticos y la ciencias del hombre. Controversia estructuralista, Barcelona, Barral, 1972 (or. Johns Hopkins, 1970)

Bruce Robbins; Andrew Ross (julio de 1996). «Mystery science theater». Lingua Franca.. Reply by Alan Sokal.

Impostures Intellectuelles, París, Odile Jacob, 1997; 
Imposturas Intelectuales, Paidós ISBN 84-493-0531-4, con traducción de Joan Carles Guix. 
Traducido al inglés, como Intellectual Impostures, en el Reino Unido, y como Fashionable Nonsense en los EE UU, al alemán, al catalán, al coreano, al holandés, al húngaro, al italiano, al japonés, al polaco, al portugués y al turco 
 Ahora, en Jacques Derrida, Papier machine, Galilée, 2001, pp. 279-281 Derrida, Jacques. Sokal y Bricmont no son serios. 
Consultado el 11 de diciembre de 2010.; y Papier machine, Galilée, 2001, cit.
Baudouin Jurdant, de la Escuela Altos Estudios en Ciencias exactas, es autor de Les problèmes théoriques de la vulgarisation scientifique, Archives contemporaines col. «Etudes de sciences», 2009; libro que remite a su tesis, redactada en su juventud Imposturas científicas: los malentendidos del caso Sokal, Valencia, Universitat de València, 2003 ISBN 84-376-2079-1 
Imposturas científicas, Universitat de València, 2003 ISBN, p. 11
Jurdant, Baudouin (2003). Imposturas científicas Los malentendidos del caso Sokal (1a edición). Madrid: Universitat de València. ISBN 8437620791. 

Consultado el 11 de diciembre de 2010.
Boghossian, Peter; Lindsay, James (10 de junio de 2017). «Una historia increíble de la miseria intelectual del postmodernismo. 

El pene conceptual como un constructo social: un engaño al estilo Sokal sobre estudios de género». Sin Permiso. Consultado el 18 de julio de 2017. 
Eric Kelderman (30 de noviembre de 2021). «Another 'Sokal' Hoax? The Latest Imitation Calls an Academic Journal's Integrity Into Question». 
The Chronicle of Higher Education. Consultado el 6 de diciembre de 2021. 
«The authors are listed as “Sage Owens” and “Kal Avers-Lynde III”—initials that spell out SOKAL III. It didn’t take long for online sleuths to out it as a hoax. The Higher Ed Quarterly paper appears to be the latest imitation of Sokal’s infamous 1996 prank ».
https://www.nas.org/blogs/article/sokal-iii
«Retracted : Donor money and the academy: Perceptions of undue donor pressure in political science, economics, and philosophy». Higher Education Quarterly 76 (2): 486-509. 2021. S2CID 240018317.  doi:10.1111/hequ.12360. 
 El artículo enviado y las respuestas se encuentran en Krauss, Lawrence M. (2008). «A fifth force farce».

 Physics Today 61 (10). pp. 53-55.
John Baez. The Bogdanoff Affair.
http://pdos.csail.mit.edu/scigen/ 

 Javier Armentia: Congresos Sacacuartos «SCIgen: An Automatic CS Paper Generator». MIT.
Stribling, 

Jeremy; Aguayo, Daniel; Krohn, Maxwell. «Rooter: A Methodology for the Typical Unification of Access Points and Redundancy» (PDF). 

«Many physicists would agree that, had it not been for congestion control, the evaluation of web browsers might never have occurred. In fact, few hackers worldwide would disagree with the essential unification of voice-over-IP and public/private key pair. In order to solve this riddle, we confirm that SMPs can be made stochastic, cacheable, and interposable.» 

Enlaces externos
Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity (artículo original) (en inglés) 

Alan Sokal, Artículos sobre el asunto de Social Text. Sitio web de Alan Sokal con numerosos enlaces; incluye el artículo original (en inglés) 

Citas del escándalo Sokal (en inglés)
Respuesta de Sokal a los editores (en inglés) 

Ciencia, psicoanálisis y posmodernismo. Acerca del libro Imposturas intelectuales, de Sokal y Bricmont. Por Michel Sauval (en francés)
'"La resistible ascensión de Alan Sokal (reflexiones en torno a la responsabilidad comunicativa, el relativismo epistemológico y la postmodernidad). Por el catedrático de Filosofía de la UNED Quintín Racionero. 

La obra Imposturas intelectuales en español
Cómo deconstruir casi todo: hoax de 1991 en la International Conference on Cyberspace (en inglés) 
Debate con Richard Dawkins sobre el sinsentido en los textos postmodernistas (en inglés) 

Artículos recopilados sobre éste y otros asuntos similares. Por Gabriel Stoltzenberg (en inglés) 
Control de autoridades Proyectos Wikimedia Wd Datos: Q1049105

Categorías: Engaños Filosofía de la ciencia Seudociencia


"Les dicen que su iPhone no tiene arreglo y por eso me buscan": Wilmer Becerra, el colombiano que triunfa reparando los teléfonos que Apple descarta

Wilmer Becerra

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Wilmer tiene 35 años y lleva 10 reparando aparatos electrónicos de la marca Apple.

"Yo vi una oportunidad de negocio, pero luego entendí que también es una forma de aportar para que en vez de que se deseche un aparato, se recicle".

Wilmer Becerra lleva 15 años reparando aparatos electrónicos de consumo masivo, pero fue en los productos de la marca Apple donde encontró su nicho.

Empezó reparando computadores portátiles como empleado en Bucaramanga, su ciudad natal, hasta que logró ahorrar un poco para independizarse y abrió su propio local.

Fue ahí a donde llegó un turista desesperado al que se le había dañado su Macbook. Era 2012 y Wilmer nunca había visto un portátil como ese.

"El computador no prendía, yo le dije que no conocía la marca y que nunca había arreglado uno así, pero me insistió. Le dije que si quería me lo dejara y yo intentaba arreglarlo, sin prometerle nada".

Cuando lo abrió descubrió que el diseño era muy diferente al de los demás.

Le tomó varios días descifrarlo, y después de mucho explorar logró dar con el daño: un cortocircuito en el procesador que tuvo arreglo.

El problema ahora era que no sabía cuánto cobrarle al cliente.

"Lo que pensé fue: este equipo no es regular y me ha tomado más tiempo de lo normal. Le voy a cobrar el doble".

Wilmer estaba acostumbrado a cobrar un poco más de lo que esperaba recibir, porque siempre le pedían rebaja y así podía negociar. Pero este cliente le pagó lo que le pidió sin hacer preguntas.

Así empezó a tomar más fuerza Wiltech, el emprendimiento de este colombiano de 35 años que hoy tiene tres tiendas en Colombia, franquicias en ocho países y suma más de 42 millones de likes en su cuenta de TikTok.

BBC Mundo habló con él sobre su historia, sobre cómo ha logrado crecer su negocio y sobre cómo espera aportar para que se mitigue en algo el impacto de la basura generada por la industria de la tecnología.

Emprender de cero
Wilmer en sus inicios como reparador de computadores.FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA WILTECH Pie de foto,

Wilmer en sus inicios como reparador de computadores.

La reparación es un servicio competido en Colombia.

Por lo general, en las ciudades hay centros comerciales o calles en donde están los negocios de los reparadores, y cuando un cliente va a buscar el arreglo pasa de local en local hasta que encuentra el que le genera más confianza o el que le ofrece el mejor precio.

Ante esa competencia, Wilmer empezó a pensar en estrategias para atraer y retener clientes, porque tenía claro que quería encontrar a más usuarios de Apple.

"Lo primero que hice fue comprarme una computadora Apple viejita para conocerla y entender cómo funcionaba".

Al mismo tiempo empezó a investigar sobre marketing digital y entendió que una buena forma de dar a conocer su servicio era por medio de contenido en redes sociales.

Para entonces la que más funcionaba era Facebook, así que decidió promover ahí sus reparaciones.

Al principio le llegaban arreglos genéricos, de piezas electrónicas que se pueden reemplazar con facilidad, pero luego empezaron a aparecer computadores con la pantalla o el teclado dañados y eso implicaba tener repuestos de Apple que no se conseguían en Colombia.

Una opción era pedirle a alguien que viajara que se los trajera, pero eso no era sostenible en el largo plazo. Necesitaba importar los repuestos.

"En EE.UU. el mercado de reparaciones funciona desde hace mucho tiempo, allá existen páginas web en donde venden los repuestos. Así fue como empecé a comprarlos. Tocaba inscribirse en la página web, contratar un casillero para recibir el envío y luego encontrar la forma de traerlo a Colombia", relata.

Ese proceso de aprendizaje le tomó tiempo porque le tocaba traducir del inglés, cometió varios errores en el proceso y perdió dinero.

Después de unos cinco envíos fallidos, pudo resolver la logística y atender mejor y más rápido a sus clientes.

Estudiar el iPhone

Varios iPhone boca abajo
Varios iPhone boca abajo

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En enero de 2024 se anunció que Apple superó en ventas a Samsung gracias a que el iPhone es el teléfono más vendido.

Hasta que llegó otro cliente que le amplió la idea del negocio. Era 2014 y el hombre le llevó un iPhone 6, el último modelo de la época, que había recibido un fuerte golpe.

Tenía que cambiarle la pantalla. Wilmer logró conseguir la pieza, pero como era la primera vez que reparaba un teléfono la dañó al intentar reemplazarla y le tocó comprar otra.

Su primera reparación de iPhone terminó saliendo bien, pero fue un mal negocio.

Era una pérdida que se podía contrarrestar con un mayor conocimiento y con acceso a los repuestos correctos, así que Wilmer se puso en esa tarea.

"Decidí ponerme a practicar, compré un microscopio para poder trabajar con las diminutas piezas del iPhone en las que caben como 5.000 componentes, empecé a reemplazar esas piezas y luego me metí con la parte electrónica".

Pero le tocaba ser muy creativo porque en ese entonces no había venta de herramientas para reparaciones de ese tipo de aparatos. Le tocaba trabajar con lo que usaban carpinteros, electricistas y soldadores.

Hasta que, cuenta, "en China empezaron a crear herramientas especializadas para reparadores de teléfonos, ya no era por ejemplo el cautín de soldar, sino que era uno más preciso, con control de temperatura, obviamente costoso, pero yo decidí invertirle".

Ese proceso de montar su taller como lo soñaba le tomó unos tres años, pero seguía teniendo el reto de lograr que los clientes lo escogieran a él, no era fácil ganarse su confianza.

"Me puse a averiguar por qué los clientes eran tan desconfiados y descubrí que a todos los habían robado [estafado]. Me decían que les habían cambiado la pantalla por una que no era original o que había quedado mal el arreglo y no les habían dado garantía".

Y eso se alimentaba con el misterio detrás de la reparación, porque los clientes no veían cómo arreglaban sus aparatos.

Wilmer sabía que hablarles y decirles que confiaran en él no funcionaba, entonces decidió hacer algo más bien contraintuitivo: empezó a grabar cómo hacía las reparaciones sin importar que otros también pudieran aprender a hacerlo y le montaran la competencia.

"Investigando y haciendo cursos de mercadeo llegué a una idea que se me quedó, decían que era difícil convencer a un cliente con palabras porque no tiene cómo comprobar rápido que lo que yo digo es cierto. En cambio una imagen vale más que mil palabras y un video vale más que mil imágenes", dice.

La idea detrás de esa estrategia es que el cliente se convenza por sí mismo al ver el servicio detallado al que puede acceder.

Wilmer apostó entonces por aprender a producir videos de buena calidad en los que mostraba de forma sencilla los daños que recibía y cómo los reparaba.

"Fue novedoso que mostráramos las reparaciones, eso no se veía antes en redes sociales porque era como un secreto. Pero yo vi que al cliente le gustaba que le mostraran qué le iban a hacer a su equipo y que eso le generaba cierta confianza".

Valió la pena porque sus videos empezaron a tener visibilidad y sus seguidores fueron aumentando. Hasta que le llegaron sus 15 minutos de fama.

Grabar videos virales
Wilmer grabando uno de sus videos.FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA WILTECH Pie de foto,

Wimer graba la mayoría de sus videos mientras trabaja en su taller de reparación.

"Todo empezó cuando mostramos los testimonios de personas que iban a Apple a reparar un equipo y les decían 'mejor compre uno nuevo porque ese no va a servir'. Entonces me mandaban sus equipos con cartas diciendo 'Wilmer, tengo un iPhone 13 Pro Max dañado que no tuvo solución, mira a ver qué puedes hacer con él'".

Como ese contenido funcionó, decidió experimentar con más formatos.

Hizo un video en el que explica cómo un cliente puede distinguir fácilmente una pantalla genérica de una pantalla original. Al final del video les envía un mensaje a sus colegas reparadores diciendo que es importante que sean honestos y les ofrezcan a los clientes las alternativas con el costo real de cada una.

"Yo estaba acostumbrado a que mis videos tuvieran unos 150 likes, pero ese video lo subí un día al final de la tarde y en 4 horas llegó a 5.000 likes. Para mí eso era brutal, yo no estaba acostumbrado, llegué a pensar que me habían hackeado la cuenta", recuerda.

Pero ese fue solo el inicio. Al día siguiente el video llegó a 100.000 reproducciones, algo que no había logrado ningún otro vídeo suyo.

Ahí tomó fuerza su unidad de creación de contenido. Luego llegó a TikTok y adaptó sus videos a esa plataforma. Su estrategia es sencilla: hablar directo, no editar tanto y mostrar casos curiosos de equipos que le envían sus clientes.

Hoy completa 6,7 millones de seguidores en Facebook y 42,7 millones de likes en TikTok.

Gracias a eso pudo ofrecer su trabajo en toda Colombia y luego a nivel internacional. Los clientes empezaron a enviar sus equipos al taller en Bucaramanga.

La caja de un iphone con una nota que dice: grabé a mi jefe con la secretaria, necesito este iphone encendido.FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA

WILTECH Pie de foto,

Este es uno de los casos más curiosos que ha recibido Wilmer en su taller.

Fue así como lo contactó un mexicano. “Me mandó un mensaje en el que decía que le gustaba lo que hacíamos, que venía a Colombia a hacer negocios y que si lo recibiría para repararle un teléfono. Yo le dije que sí, que pasara por Bucaramanga”.

El mexicano llegó con su iPhone último modelo dañado y dijo que en México le habían cobrado US$800 por repararlo, Wilmer lo revisó y le dijo que podía hacer el arreglo por US$100.

“A veces el fabricante ofrece reparar cambiando todo el sistema del teléfono, pero nosotros podemos cambiar solamente la pieza que no funciona y conservar lo que sí funciona, eso es más económico”.

Ese cliente quedó feliz y le pidió una reunión porque quería hacerle una propuesta.

“Me dijo que empezáramos una sociedad, que él quería poner un local como el mío en su país”.

Wilmer no estaba interesado en crear sociedades, pero sí le gustó la idea de expandir el alcance de sus servicios y decidió crear una nueva unidad de negocio.

Arrancó un modelo de franquicias con el que capacita a quienes quieren abrir su propio taller.

Él ofrece una opción financiera de uso de su marca que incluye orientación en compra de repuestos y software para administrar clientes y facturación.

Con ese modelo ya ha logrado abrir 22 talleres en ocho países de América Latina. Él maneja los talleres de Colombia.

“He entendido que en los países de nuestra región la gente prefiere reparar sus equipos porque no son económicos y no es tan fácil que puedan comprar uno nuevo. Para eso estamos nosotros".

Reemplazar vs. reparar
Uno de los talleres de Wilmer en Colombia.  FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA WILTECH Pie de foto,

Uno de los talleres de Wilmer en Colombia.

Con los años de experiencia, Wilmer empezó a encontrarle otra dimensión a su emprendimiento. La del aporte que pueden hacer los reparadores al impacto ambiental.

“Entre todos los talleres que tenemos en este momento reparamos 3.500 iPhones cada mes. Para mí eso es un coliseo lleno de personas que siguieron con sus teléfonos en el bolsillo, en vez de tirarlos a la basura”.

Pero no es fácil, porque la industria se ha enfocado en crearle al cliente la necesidad de compra y de reemplazo, de tener lo último del mercado en vez de conservar algo que aunque esté viejo puede funcionar perfectamente.

“Es lo que se conoce como obsolescencia programada y consiste en que los fabricantes le hacen estudios mecánicos y químicos al producto para determinar cuánto va a durar y que no dure tanto”.

Para explicarlo mejor Wilmer habla de las neveras. Sus padres compraron una que duró 25 años, pero cuando él se casó compró una último modelo y con tecnología de punta que se dañó a los dos años de uso.

“Mientras mi papá ha comprado dos neveras en 50 años, yo he comprado tres en 10 años. Y eso pasa con todos los aparatos, la calidad no es como antes y ya no duran tanto. Esa es la obsolescencia, evitar que algo dure para vender más productos”.

Pero no solo hay un buen impacto con que se repare un aparato que puede seguir funcionando y evitar que el cliente compre periódicamente uno nuevo y deseche el viejo, sino también con cómo se reciclan los materiales de los aparatos que ya no tienen arreglo.

“Nosotros reciclamos muchísimas piezas. Por ejemplo, si me llega un iPhone 13 pro Max porque se rompió la pantalla, pero el cliente decidió comprarse el 15, entonces yo lo reviso para saber qué piezas se pueden reutilizar y le doy un presupuesto. Así le doy un buen uso a las piezas que aún sirven”.

¿Y la basura?
“Son toneladas de cosas que a veces se pudieran reutilizar y reciclar, solo que como no tienen el debido proceso, pues al final terminan contaminando”.

Por eso Wilmer dice que lo que logra rescatar lo va acumulando para venderlo a plantas procesadoras en China que se encargan de procesar cada material para evitar que se vuelvan un foco de contaminación.

El reto ahora es lograr que cada taller de su marca también implemente prácticas responsables con el ambiente.

“Yo trabajo para el usuario que Apple no atiende. Eso obviamente es un grano de arena en un desierto, pero también es un acto de rebeldía frente al consumismo desmedido en el que vivimos”.