miércoles, 10 de abril de 2024

Stephanie Shirley, la matemática que se hizo pasar por hombre y creó una empresa de software con la que se hizo millonaria

Stephanie Shirley.

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Stephanie Shirley fue nombrada Dama en el año 2000 y siete años más tarde recibió la "Orden de los

 Compañeros de Honor" por su trabajo en el campo de la tecnología.

Stephanie Shirley fue para muchos (y durante muchos años) sólo “Steve”.

Con ese nombre firmó cientos de cartas para sacar adelante su pionero negocio de software luego de que con su seudónimo real -que revelaba su género femenino- nadie la tomara en cuenta.

En las décadas de 1950 y 1960 luchó contra el sexismo, creó puestos de trabajo exclusivamente para mujeres e instaló ideas tan revolucionarias como el trabajo de forma remota (o desde casa).

Y aunque nadie nunca le creyó que podía triunfar, la mujer -que hoy tiene 91 años- terminó amasando una fortuna de casi US$3 mil millones, convirtiéndose en la primera magnate del hoy tan rentable mundo tecnológico y en la primera programadora independiente del mundo.

Aquí te contamos su historia.

Escape de la Alemania nazi

Stephanie Shirley nació como Vera Buchthal en la ciudad de Dortmund, en Alemania.

En 1939, cuando tenía sólo 5 años, se tuvo que separar de su padre, un juez judío, y de su madre, ante la creciente amenaza nazi. Ella y su hermana Renate -de 9 años- se subieron al tren “Kindertransport” que trasladó a miles niños refugiados judíos al Reino Unido.

"Estaba agarrada de la mano de mi hermana, así que ella, la pobre, tuvo que cuidar de mí y de sus propios problemas", le dijo Shirley a la BBC en 2019.

Las hermanas llegaron a la región central de Inglaterra (West Midlands) donde fueron adoptadas.

Aunque mantuvo contacto con sus padres, la mujer ha dicho que nunca recuperó completamente su relación con ellos.

Esta separación y la huida desde Alemania fueron dos situaciones que ella reconoce que la definieron pero que, en vez de paralizarla, la hicieron más fuerte.
Stephanie Shirley en la inauguración de un monumento a "Kindertransport" en el muelle de Harwich, en Reino Unido.

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Stephanie Shirley en la inauguración de un monumento a "Kindertransport" en el muelle de Harwich, en Reino Unido.

Destacada en matemáticas

De niña destacó por su rendimiento académico, particularmente en matemáticas.

Tanto así que tuvo que ser transferida a una escuela de niños, donde sí se impartían clases en esa materia, para que pudiera recibir una educación acorde con su talento.

Cuando terminó el colegio, se fue a trabajar a la Estación de Investigación de la Oficina Postal, que lideraba el desarrollo y el uso de computadoras en el Reino Unido.

Stephanie, una de las pocas empleadas mujeres, ayudó a escribir programas de computadora, algo bastante inusual para la época.

Para evitar que sus admiradores se espantaran, les decía que trabajaba en una oficina de correos, con la esperanza de que pensaran que vendía estampillas y no suponía un reto.

Fue allí donde conoció al físico Derek Shirley con quien se casó. Entonces, se cambió el nombre a Stephanie Shirley.

Y aunque ha afirmado que amaba su trabajo en la Oficina Postal, también reconoce que el sexismo la derribó.

“Mi jefe no me propuso un ascenso porque era mujer”, contó a la BBC en 2019.

“Me harté absolutamente del sexismo. Aprendí a pararme de espaldas a la pared para que nadie pudiera pellizcarme el trasero. Y aprendí a mantenerme alejada del camino de ciertas personas. Con el tiempo, tuve suficiente y me fui”, agregó.

¿Stephanie o Steve?

Stephanie Shirley

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Stephanie Shirley es considerada la primera programadora independiente del mundo.

Tiempo después, en 1962, decidió iniciar su propia empresa de computación, llamada "Freelance Programmers" (Programadores Independientes).

El plan parecía ser una locura.

En primer lugar, era mujer. En segundo lugar, contaba sólo con US$10. Y, en tercer lugar, no tenía una oficina sino sólo su comedor.

Además, la idea era vender software, que en ese entonces parecía carecer de valor: lo que importaba era y sería siempre el hardware, en opinión de los conocedores.

"Literalmente se rieron de mí", recordó en conversación con la BBC.

“En aquella época el software se regalaba, así que era una idea nueva tratar de venderlo. Entonces se rieron de mí, sobre todo porque yo también era mujer. Pero soy una persona orgullosa y eso no me gustó. Así que estaba decidida a sobrevivir".

Y ciertamente sobrevivió.

Se puso a trabajar duro. Escribió cientos de cartas a posibles clientes para intentar convencerlos de que, para poder realmente aprovechar una computadora, era necesario desarrollar programas que le dijeran a las máquinas qué hacer.

Pero la industria fue hostil y muchas de sus misivas fueron ignoradas. Hasta que su marido le dio una idea: ¿qué pasaría si firmaba las cartas con un nombre de hombre?

Fue entonces cuando adoptó el alias de "Steve Shirley" e, increíblemente, su correo comenzó a recibir respuestas.

Una empresa para mujeres

Desde el primer día prometió que, de ser posible, la empresa sólo emplearía mujeres. Y 297 de los primeros 300 empleados eran, en efecto, mujeres.

Les dio prioridad a quienes tenían hijos pues, de otro modo, tendrían dificultad para encontrar trabajo.

A ellas les permitía trabajar desde casa para adaptarse más fácilmente a la crianza. Esto fue algo completamente revolucionario para los años 60.

Dos hombres discuten sobre programas computacionales en 1962.

Dos hombres discuten sobre programas computacionales en 1962.

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En la década de 1960, el mundo de la computación era dominado predominantemente por hombres.

Las mujeres escribían programas con lápiz y papel, y se lo mandaban por correo.

La empresa fue creciendo exponencialmente hasta emplear a más de 4 mil mujeres en su apogeo.

En 1975, tras la aprobación de la Ley de Discriminación Sexual del Reino Unido, la compañía se vio obligada a incorporar a hombres.

Irónicamente, una firma diseñada para combatir el sexismo en el trabajo de repente se encontró en riesgo de violar una regulación que buscaba precisamente eso.

"Así es como debe ser", dijo Shirley. "Una fuerza laboral mixta es mucho más creativa".

Para la década de 1980 la compañía ya era conocida a nivel mundial, creando la programación de empresas altamente valoradas y otras emblemáticas como la caja negra del avión Concorde.

Stephanie Shirley dirigió Freelance Programmers durante 25 años. La empresa cotizó en la Bolsa de Valores de Londres en 1996 con el nombre de Xansa y fue valorada en cientos de miles de millones de dólares.

Ese año, la mujer volvió a sorprender con una decisión inusual: le dio una parte de sus acciones a los empleados, que terminaron siendo dueños de más de la mitad de la compañía.

Stephanie Shirley fundó su propia empresa, llamada Freelance Programmers, en 1962.

Desde los 2000, Shirley se ha dedicado a la filantropía.

Parte importante de su fortuna y tiempo lo ha destinado al estudio del autismo pues su hijo Giles, quien murió a la edad de 35 años en 1998, padecía un autismo grave.

Aunque el Reino Unido le otorgó el título nobiliario de “Dama” en el 2000 por sus “servicios de tecnología de la información”, sus más cercanos la siguen llamando "Steve". 

martes, 9 de abril de 2024

6 consejos para superar el síndrome del impostor y mejorar la autoestima

Ilustración de una mujer subiendo peldaños

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15 marzo 2024, 11:33 GMT “No sé cómo aún no me despidieron. Se van a dar cuenta de que no valgo para este trabajo. Estoy aquí por pura suerte. Soy un fraude”

 Puede que, con más o menos rudeza, te dijeras algo similar en algún momento de tu vida laboral.

No te sientas un bicho raro: puede que padezcas el llamado síndrome del impostor y es algo bastante común.

“Es la dificultad que tienen algunas personas para reconocer sus propios méritos y una percepción o miedo de que los otros puedan descubrir o pensar que son un fraude. Se relaciona con el miedo de no estar a la altura de lo que los otros esperan”, le describe a BBC Mundo Dolors Liria, psicoterapeuta y vicedecana en el Colegio Oficial de Psicología de Cataluña.

Como explica Mar Martínez Ricart, psicóloga especializada en neurociencia, este síndrome se da cuando “tu identidad real y la identidad que tienes identificada en tu cabeza no cuadran y sientes que eres mucho peor de lo que realmente eres”.

Esto nos lleva a “no reconocer lo que somos capaces de conseguir o no sentirnos dignas de haber conseguido lo que ya tenemos”, explica por su parte Isabel Aranda, doctora en Psicología y vocal del Colegio de la Psicología de Madrid.

Y para compensarlo, quienes padecen este síndrome, suelen sobresforzarse en el trabajo o llevan a cabo mecanismos compensatorios que acaban teniendo consecuencias nocivas para la salud, como ansiedad o depresión.

En 1978, las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes pusieron nombre a este fenómeno, que no es una patología ni una condición mental sino, tal y como nos explican las expertas consultadas, una conducta aprendida desde la infancia y, por lo tanto, reversible.

Mujer sentada en escalones trabajando en un ordenador. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Aunque este síndrome lo puede padecer todo el mundo, es mucho más común en mujeres.

Aunque puede padecerlo todo el mundo, este síndrome es mucho más común en las mujeres. Entre los motivos de ello, las expertas señalan la falta de referentes femeninos, los estereotipos y prejuicios de género en el trabajo y la educación recibida, en la que muchas veces se espera menos de las mujeres.

“Nos sobrexigimos para demostrar que estamos a la altura porque nos parece que partimos de una base más bajita que ellos”, apunta Ricart, creadora de un espacio de consulta que precisamente se llama “El síndrome de la impostora”.

Las tres psicólogas señalan que, en caso de sentir que la situación nos sobrepasa, tratemos de pedir ayuda a expertos y dan una serie de consejos para ponerle freno a este síndrome y mejorar nuestra autoestima.

1. Reconocer el problema
Suena obvio, pero uno de los principales problemas de cualquier malestar emocional es que no nos damos el tiempo de tomar contacto con nosotros mismos, conectar con lo que nos pasa y tratar de pensar por qué nos ocurre.

Qué nos decimos y cómo, es clave: Tienes que darte cuente que no te estás valorando, que no sabes decirte “bien hecho”, no te aplaudes a ti mismo y crees que no tienes derecho a ese éxito”, dice Aranda

Ricart destaca que esa voz crítica, sobrexigente o que nos dice “no eres suficiente” apareció en algún momento de nuestra vida “como una voz que te ayudó a sobrevivir en el entorno”. Incluso, puede que nos ayudara a mejorar en algunos ámbitos, pero hay que vigilar cuando no nos permite avanzar.

“Tratar de encontrar la causa puede ayudarnos a colocarnos mejor frente al problema y ver si se nos está yendo de las manos”, apunta Dolors Liria.

2. "Mirar la hemeroteca"
Un poco de perspectiva puede ser de ayuda, tanto si estamos en un momento con mucha angustia y agobio, para tratar de bajar ambas emociones, como para valorarnos desde un punto de vista más constructivo.

Dolors Liria recomienda revisar qué ha pasado en otras ocasiones con retos similares. “Posiblemente hemos sentido lo mismo, pero casi seguro que la mayoría de las veces hemos podido salir adelante”.

Se puede hacer en el momento o, como un trabajo más pausado, incluso se puede tener un listado escrito a mano o digital con todos los logros que se han conseguido.

“Es una suerte de carpeta de desarrollo personal, con cosas que tienen que ver contigo mismo”, señala Aranda.

Mar Ricart lo llama “el árbol de los logros” y nos explica que sirve para que, cuando se nos olviden estos, podamos reconectar con esa parte nuestra.

Ilustración de mujer frente a un espejo sintiéndose un fracaso. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Es importante echar la vista atrás y ver lo que hemos alcanzado.

3. Celebrar cada logro
“Enseguida que consigues algo, pasas a lo siguiente sin darte ese espacio para celebrarlo, para valorarlo, para agradecerte el esfuerzo que has puesto para conseguirlo”, indica Ricart.

Precisamente por eso es importante según esta especialista que, cada que vez que haya un logro, sin importar lo grande o pequeño que sea, celebrarlo, vivirlo y conectar con esta emoción.

“Porque detrás hay un precio, un esfuerzo. Y se necesita dar espacio para vivirlo, agradecerlo y, por supuesto, disfrutarlo. Si no, es como si no existiera”.

En este caso, “se trata de conectar con el logro, con la satisfacción, con la admiración de uno mismo y decirnos “yo hice esto, qué contento estoy, me lo merezco después de tanto”.

Junto a esto, Ricart remarca la importancia de trabajar el merecimiento, independientemente de nuestro trabajo. “Recalcar que tenemos valor por el simple hecho de ser y existir, y que por simplemente existir te lo mereces. Has de recordarte que eres una persona igual de válida hagas el trabajo que hagas”.

Ella e Isabel Aranda apuntan que puede ayudar encontrar y repetirse una frase para conectar con esta sensación de merecer, de poder, de sentirse poderoso.

Aclaran que no es un “método para decirlo al universo y que te ayude”, sino para reforzar la idea de que eres “válido y merecedor” y conectar emocional y mentalmente con esto.

4. Cómo te ven otras personas
Una de las cosas que caracteriza este síndrome es la distancia, a veces enorme, que suele haber entre lo que piensas de ti y lo que los demás piensan de ti.

Por eso puede ser de ayuda “verte a ti mismo a través de los ojos de los demás, en el espejo de los demás”, sostiene Aranda.

La psicóloga recomienda no solo preguntar, sino hacer un listado de los reconocimientos, de lo que los demás dicen ti. “Apunta cuando te elogian. No olvides lo que se dice de tu trabajo”.

Más allá de eso, si hay dudas en el entorno laboral de cómo nos estamos desenvolviendo, Dolors Liria apunta algo muy simple: pedir feedback.

“No hay que esperar a que nos digan cómo estamos haciendo nuestro trabajo. Si tenemos dudas, en vez de quedarnos esperando, pidamos a nuestros responsables que nos den comentarios al respecto si no estamos seguros de estar haciendo bien el trabajo o si necesitas que alguien te lo ratifique”.

Grupo de trabajo aplaude y celebra.FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Buscar el feedback en el trabajo puede ser una estrategia para frenar el síndrome del impostor.

5. Ajustar las expectativas
En todo tipo de relación hay expectativas de ambos lados. Esto, por supuesto, ocurre también en una relación laboral: ambas partes esperan algo.

Pero si anda de por medio el síndrome del impostor es posible que tus expectativas no traten sobre las expectativas que tienes ante tus tareas, sino sobre lo que te exijes.

Y esto hay que ajustarlo.

“¿Qué quiere decir que no estarás a la altura (de una tarea o un puesto)? ¿Dónde te pones tú? ¿Cómo mides esa altura?”, pregunta Dolors Liria.

Propone que hagamos el ejercicio de ver si estamos poniendo una expectativa muy alta, no realista. Es normal entonces que sientas miedo de no cumplirla”. Pongamos un ejemplo simple: exigirte hacer un maratón dentro de 4 meses cuando apenas empiezas a entrenar, no es realista.

Y en este caso toca que, en un trabajo o una tarea determinada, la persona por encima de nosotros nos dé unas directrices claras de qué se espera “para que esas expectativas se ajusten”.

6. Autocuidado y compasión
Enlazado con todo esto, con cómo nos sentimos, con mirar adentro y escucharnos, está el autocuidado, importante, dicen las expertas, para tener más consciencia de qué nos pasa e ir aprendiendo a regularnos.

Dentro de esto, el deporte puede ayudar. “Es un autorregulador emocional importantísimo. Pero no hace falta ir al gimnasio, puede ser cualquier cosa que implique ejercicio: caminar o bailar”, señala Liria.

Al final, dice, se trata de buscar qué nos ayuda, qué nos calma.

“Qué estrategias nos sirven para relajarnos y bajar la intensidad de lo que estamos sintiendo y desde ahí ver las cosas de otra manera. Puede ser deporte, mindfulness, cantar, bailar, hablar con alguien de confianza”.

Mujer feliz. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

A medida que ganamos confianza esa voz crítica y autoexigente se hará menos poderosa.

En este último aspecto, recuerda la importancia de desconectar del trabajo y conectar con otras cosas, como la familia o las amistades. “Tener una red social presencial que nos brinde apoyo mejora nuestra autoestima”.

También recomienda buscar fuentes de satisfacción en el día a día, sencillas. “La vida puede ser dura, el trabajo puede serlo, pero hay cosas bonitas y simples que pueden alegrarte en un momento de ansiedad y sacarte de esa tensión”. Y va desde que alguien fuera amable contigo a que hoy saliera un poco el sol.

A la vez, explica Mar Martínez Ricart, se trata de, poco a poco, dejar de darle protagonismo a esa voz crítica y autoexigente y, conforme adquirimos seguridad, trabajar con la compasión y la amabilidad.

“Es importante desarrollar esa mirada compasiva, mirarnos con cariño, hacer una reestructuración cognitiva con esos pensamientos tan críticos que te dice tu impostora”. 

Tamaño de las porciones, cantidad de comida

Plato de comida

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Hay muchos factores -como el género, tu tamaño o la edad- que influyen en el tamaño de la porción ideal para cada persona.

  • Autho

 Cuando se trata de poner comida en nuestro plato, parece que el tamaño de las porciones ha ido aumentando con los años.

La mayoría de las personas tienen una idea aproximada de cuál es el tamaño de porción adecuada para ellas, pero eso está muy influenciado por otros factores, incluidas las porciones que se les ofrecen.

Según diversas investigaciones, hay una tendencia a comer más cuando las porciones que nos presentan son más grandes.

“Una de las principales preocupaciones en torno a las personas que comen porciones más grandes de las que necesitan es que pueden desarrollar patrones aprendidos de conductas alimentarias que no son saludables. Especialmente si esas porciones se relacionan con alimentos que se consideran poco saludables”, le explica a BBC Foods James Stubbs, profesor de apetito y equilibrio energético de la Universidad de Leeds, en Reino Unido.

En dicho país, por ejemplo, “el tamaño medio de un plato ha aumentado de 22 cm en los años 1970 a 28 cm en la actualidad, lo que inevitablemente significa que el tamaño de las porciones ha aumentado”, señala Clare Thornton-Wood, dietista y portavoz de la Asociación Dietética Británica (BDA, por sus siglas en inglés).

“Además, los restaurantes casi siempre sirven porciones más grandes de lo que deberían ser y a la gente le resulta confuso no replicar esto en casa”, añade.

Entonces, ¿cuál es el tamaño “normal” de una porción?

Guía visual para enteder cuánto es una porción Manos con un brócoliFUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Tus manos pueden ayudarte a calcular las porciones.

Para empezar, no hay algo como una porción “normal”, sino que depende de varios factores. Entre ellos:

La edad
El género
La altura y/o peso
Los niveles de actividad
"También depende en general de lo que comes durante el día y de la frecuencia con la que comes las porciones", le explica Thornton-Wood a BBC Foods.

"Sin embargo, una forma sencilla y visual de entender el tamaño de las porciones es usar las manos":

Carne: el tamaño de la palma de tu mano (sin contar los dedos)
Aves/pescado: el tamaño de tu mano entera
Vegetales: un puñado (usa tu mano ahuecada para medir)
Carbohidratos (papas, arroz, pasta, etc.): un puñado
Stubbs explica: “Los tamaños de porciones recomendados para adultos sanos generalmente se basan en una necesidad calórica diaria de 2000 kcal por día para las mujeres y 2500 kcal por día para los hombres”.

“Las personas varían mucho y, por lo tanto, los valores promedio a veces pueden ser engañosos, ya que cada uno es diferente y tiene necesidades diferentes. Sin embargo, existe el temor de que si las personas consumen porciones más grandes de las necesarias, esto dará lugar a una ingesta de energía superior a las necesidades energéticas de una persona”.

Trucos sencillos para evitar una distorsión en las porciones

Personaliza las porciones: "Hay una falta de entendimiento en que no todos necesitan la misma porción", dice Thornton-Wood. Por ejemplo, si estás preparando comida para una familia, el tamaño de las porciones de cada uno debe adaptarse a cada individuo.

Familia comiendo FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

No todos en la familia necesitan la misma cantidad de alimentos.

Utiliza cucharas medidoras: las porciones de carbohidratos como el arroz y la pasta suelen ser demasiado grandes, señala Thornton-Wood.

“Pero pesar las cosas requiere mucho tiempo”, añade. Una solución es usar cucharas o tazas medidoras.

Por ejemplo, medir el aceite con una cuchara es muy útil, ya que solemos ser demasiado generosos cuando lo usamos para cocinar o condimentar.

Verifica el tamaño de porción recomendado: ¿Con qué frecuencia verificas para cuántas personas se recomienda servir ese cartón de sopa? ¿O cuánto cereal se considera una “ración”?

Hay distintos sistemas de información que varían según el país, pero la mayoría de los paquetes de alimentos contienen información de en qué consiste una o media porción, así como la cantidad de calorías, grasas, sal y azúcar que contiene.

El equilibrio adecuado
Sin embargo, comer bien no se trata sólo de la cantidad de comida que pones en tu plato. El tipo de comida puede marcar una gran diferencia a la hora de sentirte satisfecho después de comer o no.

Sopa FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Los alimentos que contienen mucha agua, como la sopa, pueden darte una mayor sensación de saciedad.

"Los alimentos ricos en proteínas o fibra tienden a mantenerte lleno por más tiempo", explicaThornton-Wood. Lo mismo ocurre con los alimentos que contienen mucha agua.

Un buen ejemplo de ello es una sopa con legumbres y verduras: proporciona proteínas (legumbres), fibra (verduras, legumbres) y agua (caldo).

“Aunque la grasa es un alimento denso en energía y tiene las kcal/kg (kilocalorías por kilogramo) más altas de todos los macronutrientes (proteínas, carbohidratos, grasas), aumenta la saciedad y, por lo tanto, reduce el apetito. Es útil añadir un poco de grasa a las comidas en forma de grasas insaturadas como aceite de oliva o de colza, aguacate, pescado azul (salmón, trucha, sardinas) y frutos secos y semillas”, apunta Thornton-Wood.

También es importante evitar el exceso de alimentos ultraprocesados, comenta Stubbs.

"Algunos alimentos altamente procesados tienen pocos nutrientes pero son densos en energía, con grasas, azúcares y/o sal y aditivos, algunos de los cuales pueden estimular la ingesta de energía y hacer que quieras comer más".

Galletas FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES Pie de foto,

Trata de evitar grandes cantidades de alimentos ultraprocesados.

Claro que esto no significa que debas eliminar por completo tus “golosinas” favoritas, afirma Stubbs.

“La comida es una fuente de placer, consuelo y recompensa y no debemos privarnos de ella por completo".

Para el profesor de la Universidad de Leeds, si nuestra dieta comprende un 80% de alimentos nutritivos y saludables, con menor densidad energética, "todavía tenemos espacio para el 20% de nuestra dieta para incluir alimentos que añaden placer y pueden ser más densos en energía, sin consumirlos en exceso”.

Pero, dicen ambos expertos, no te obsesiones demasiado con el tamaño de las porciones.

“Todo es cuestión de equilibrio,” concluye Thornton-Wood.

Si bien el comer en exceso es un problema real que da lugar al aumento del sobrepeso en la población, también hay personas que sufren de desórdenes alimentarios.

"Las personas con trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa suelen ser muy rígidas en su forma de pensar sobre el tamaño de las porciones y parte del tratamiento a menudo está relacionada con el miedo que asocian a este tamaño, especialmente cuando no se considera que están lo suficientemente bien como para servirse ellas mismas".

Así que es más importante asegurarte de que estés consumiendo comidas nutritivas que contribuyen a tu buena salud.

“Apunta una variedad de comidas y colores”, puntualiza Thornton-Wood. 

lunes, 8 de abril de 2024

_- Por qué leer libros es tan importante para cultivar la inteligencia de nuestros hijos. Las pantallas recreativas minan el desarrollo de los jóvenes: leer es la única forma de desarrollar un lenguaje avanzado que permita construir algún pensamiento complejo

Leer libros

_- Sometidos al yugo adictivo de las omnipresentes pantallas recreativas (películas, series de televisión, videojuegos, redes sociales...), nuestros hijos leen cada vez menos y, por tanto, cada vez peor, porque, como demuestran decenas de estudios, la capacidad lectora depende directamente del tiempo de práctica. En España, según las últimas evaluaciones internacionales Pisa, el 75% de los alumnos de 13 años de secundaria no pasan del nivel “básico”, que como mucho les permite comprender enunciados sencillos y explícitos; el 51% tienen incluso un nivel “bajo” y dificultades con los textos más básicos. Solo el 5% de los lectores son “avanzados”, capaces de identificar y resumir las ideas implícitas en un texto no trivial. Estas cifras son comparables a la media de la OCDE. Desde 2015, los alumnos españoles de secundaria han perdido un año de aprendizaje. Esto significa que los jóvenes de 13 años en 2022 tenían el mismo nivel que sus homólogos de 12 años siete años antes.

Muchos observadores parecen satisfechos con esta evolución, alegando que hay que avanzar con los tiempos y que los niños de hoy simplemente aprenden “de otra manera”. Mientras que en tiempos pasados se utilizaba la palabra escrita, en el mundo moderno se recurre a los medios audiovisuales. Por desgracia, este argumento pasa por alto las características específicas de la palabra escrita. En primer lugar, está el lenguaje. El libro está desprovisto de contexto. Solo tiene palabras como soporte. La imagen (o el vídeo) de un paisaje, de un objeto, de una emoción, de una escena de la vida, etcétera, habla por sí sola, por así decirlo, al menos en parte. El libro tiene que describirlo todo. Esto explica por qué, por término medio, la complejidad léxica y gramatical de los corpus textuales es mucho mayor que la de los corpus orales. Amplios estudios de contenido han demostrado que hay más riqueza lingüística en un álbum de preescolar (el más sencillo de los libros) que en todos los corpus orales corrientes: discusiones entre adultos cultos o adultos y niños, películas, series, dibujos animados, programas de televisión... Esto significa que la exposición a la palabra escrita es la única manera de desarrollar un lenguaje avanzado, sin el cual no puede construirse ningún pensamiento complejo.

A menudo, oigo decir que las generaciones más jóvenes nunca han leído tanto, gracias a internet. Lamentablemente, la afirmación es engañosa. Entre los jóvenes de 8 a 18 años, la lectura digital representa entre el 2% y el 3% del tiempo de pantalla, mientras que las actividades audiovisuales (películas, series, vídeos, etcétera) suponen entre el 40% y el 50%. Además, este tiempo de lectura incluye muy pocos libros y muchos contenidos lingüística y conceptualmente pobres. En definitiva, el tiempo de lectura en internet (redes sociales, blogs, correos electrónicos y todo lo demás) y, más en general, el tiempo total de pantalla recreativa están negativamente correlacionados con las competencias lingüísticas y la capacidad de lectura de los niños. Lo mismo ocurre con los conocimientos. Cuanto más leen los niños y los adolescentes, más amplia es su cultura general, en relación con los niños de entornos socioeconómicos comparables que están expuestos a contenidos audiovisuales (películas, series, entre otros). Los niños que leen tienen muchas más probabilidades de saber, por ejemplo, qué es un carburador o un tipo de interés; de decir que Japón fue aliado de Alemania y no de Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, y de afirmar que hay más musulmanes que judíos en el planeta.

En España la diferencia de competencias entre el 25% más aventajado y el 25% menos aventajado en secundaria es de cuatro años de aprendizaje Además de estas repercusiones culturales y lingüísticas, existen beneficios documentados en cuanto a coeficiente intelectual, concentración, imaginación, creatividad, capacidad de síntesis y de expresión (tanto oral como escrita). En otras palabras, mientras que las pantallas recreativas minan concienzudamente el desarrollo de nuestros hijos, la lectura construye meticulosamente su inteligencia. Pero eso no es todo. La lectura de novelas también estructura fuertemente nuestras habilidades emocionales y sociales. Si veo a Don Quijote en la televisión, no tengo acceso a la complejidad de sus pensamientos. En cambio, cuando leo la novela, me meto literalmente en la cabeza del personaje y puedo comprender el funcionamiento interno de sus pensamientos y acciones. Mejor aún, puedo experimentar estos últimos. Los investigadores se refieren a la lectura como un auténtico “simulador emocional”, en el sentido de que las situaciones vividas realmente y las experimentadas literariamente activan los mismos circuitos cerebrales. Cuando busco el significado de la palabra traición en un diccionario, entiendo intelectualmente lo que significa; pero cuando leo Madame Bovary, no solo lo entiendo, sino que experimento la traición desde el punto de vista tanto del traidor como del traicionado. Penetro en los mecanismos subyacentes y siento los estados emocionales asociados. Al final, los lectores de ficción tienen una mayor empatía y capacidad para comprender a los demás y a sí mismos.

En última instancia, todos estos beneficios influyen enormemente en la trayectoria educativa y profesional de los niños. El impacto es significativo tanto a nivel individual como colectivo. Numerosos estudios demuestran que el desarrollo económico de un país, el número de patentes desarrolladas y su PIB están estrechamente relacionados con los resultados educativos. Se trata de una cuestión crucial en un contexto de creciente competencia internacional, sobre todo si tenemos en cuenta, en vista de las evaluaciones Pisa ya mencionadas, que las diferencias de rendimiento, no solo en lectura, sino también en matemáticas, son cada vez mayores entre las naciones de la OCDE y los países asiáticos.

A menudo oigo que los más jóvenes nunca han leído tanto gracias a internet. Por desgracia, la lectura digital es un 3% de su tiempo de pantalla

Por supuesto, podemos vivir sin la lectura. No es esa la cuestión. Lo importante es que entonces perdemos una parte esencial de nuestra humanidad. No es casualidad que los libros hayan sido el blanco de tiranos de todo tipo desde el principio de los tiempos. Los nazis quemaron más de 100 millones de libros y, como ha demostrado el filólogo Victor Klemperer, se embarcaron en un proceso de empobrecimiento del lenguaje digno de la neolengua de Orwell en 1984. Hitler decía que la literatura era veneno para el pueblo. En Un mundo feliz, de Huxley, solo una pequeña casta posee aún las herramientas del pensamiento y del lenguaje. El resto está compuesto por técnicos celosos, formateados para adaptarse con la mayor precisión a las necesidades económicas, atiborrados de entretenimientos absurdos, privados de las herramientas fundamentales de la inteligencia y felices con una servidumbre que ya ni siquiera son capaces de percibir. La lectura es el antídoto más seguro contra esta pesadilla porque, a través de su efecto en el desarrollo intelectual, emocional y social de nuestros hijos, dibuja el camino más seguro hacia la emancipación. Como dijo Ray Bradbury, autor de la novela futurista Fahrenheit 451: “No hay que quemar libros para destruir una cultura. Basta con conseguir que la gente deje de leerlos”.

Ante este desastre incipiente, muchos culpan a la escuela. Sin embargo, el entorno familiar desempeña en esto un papel esencial, sobre todo a través de la lectura compartida, que es la única manera de que los niños adquieran progresivamente el lenguaje avanzado de la palabra escrita y, en última instancia, una vez adquiridas las bases de la descodificación, lean por sí mismos. Esto no quiere decir que la escuela sea ineficaz. Lo que significa es que el tiempo escolar disponible y el número de niños por profesor no permiten un trabajo óptimo. Todos los estudios demuestran que, en lo que respecta a la lengua y la lectura, la escuela no con­sigue compensar las desigualdades sociales. En España, según los datos procedentes de Pisa, la diferencia de competencias entre el cuarto más aventajado y el menos aventajado de los alumnos de secundaria representa cuatro años de aprendizaje. Es una diferencia descomunal. El problema solo puede resolverse mediante una acción focalizada, temprana y masiva dirigida a los niños menos favorecidos. También necesitamos un amplio programa de información para los padres, sobre todo para los desfavorecidos. Cuando explicamos a estos últimos la importancia de hablar con sus hijos, de leerles cuentos desde muy pequeños, de llevarlos a la biblioteca, los efectos en el lenguaje, el desarrollo cognitivo, la concentración o el vínculo familiar son considerables. Todo es cuestión de voluntad política. Los costes ocasionados se verían ampliamente compensados por el ahorro posterior (logopedia, fracaso escolar, etcétera).


Este es un texto escrito para Ideas por Michel Desmurget (Francia, 1965), neurocientífico, al hilo del lanzamiento de su último libro, Más libros y menos pantallas. Cómo acabar con los cretinos digitales, de la editorial Península.

_- Qué comer antes de entrenar y por qué la comida del día anterior es más importante

_- Para mantener una rutina saludable, lo que comemos juega un papel crucial.

No sólo porque la comida tiene el poder de hacernos subir o bajar de peso, dormir mejor y cambiar nuestro estado de ánimo, sino también porque tu alimentación puede dictar qué tan bien realizas las actividades físicas, incluyendo cuánta energía tendrás para entrenar y cómo se recuperará tu cuerpo más tarde.

Para quienes practican algún deporte, lo que se come justo antes de empezar a hacer ejercicio puede verse como un paso importante para conseguir buenos resultados, como la pérdida de peso o la mejora del rendimiento.

Pero, según expertos entrevistados por BBC Brasil, este pre-entrenamiento sirve más para asegurar la saciedad y mantener los niveles de energía.

"Lo que se consume antes de entrenar no hace grandes milagros. Esta comida o merienda es, de hecho, sólo para mantenerte lo suficientemente bien como para hacer ejercicio", explica Julia Engel, nutricionista deportiva y presentadora del podcast "En busca del rendimiento".

Según la experta, lo que realmente importa para tener un buen rendimiento –ya sea levantando pesas, corriendo u otro tipo de actividad– es lo que comiste en tu último "post-entrenamiento", la comida ingerida después del entrenamiento del día anterior.

La nutricionista afirma que “el pre-entrenamiento comienza después del post-entrenamiento anterior”, porque es en ese momento cuando el cuerpo repone el glucógeno, la reserva de glucosa (el carbohidrato más básico que nos proporciona energía para cualquier actividad).
Una pareja come durante el descanso de su entrenamiento

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Una pareja come durante el descanso de su entrenamiento 

Combustible para entrenar

La glucosa y el glucógeno son carbohidratos esenciales para quienes necesitan energía para hacer ejercicio, pero desempeñan funciones diferentes en el cuerpo.

El glucógeno se almacena en los músculos (y en el hígado, pero esta parte no se utilizará en el entrenamiento) a la espera del momento en que el cuerpo se mueva y necesite un extra de combustible.

Al "ahorrar" tanto como sea posible, el cuerpo tiene suficiente stock para utilizar en el entrenamiento sin depender de la comida más reciente.

"Para que se produzca este almacenamiento, se debe consumir una comida específicamente diseñada para después del entrenamiento dentro de las cuatro horas posteriores al ejercicio".

Engel menciona como buena opción de consumo los carbohidratos de rápida absorción, preferiblemente una combinación de glucosa y fructosa.

"Esta mezcla permite una absorción más rápida, utilizando diferentes transportadores. Algunos ejemplos son: cereal de maíz (rico en glucosa) y papa, que contienen mucho almidón (glucosa) y pasas (que contienen glucosa y fructosa)", dice Engel.

La elección y cantidad exacta de los alimentos, señala la nutricionista Jamile Tahim, maestra de la UECE (Universidad Estadual de Ceará en Brasil), debe tener en cuenta aspectos como la edad, la tasa metabólica basal (cantidad de calorías que el cuerpo necesita para realizar sus funciones básicas mientras está en reposo), peso, modalidad, tiempo e intensidad de los ejercicios.

En las horas posteriores al entrenamiento, el consumo de proteínas –ya sea a través de alimentos o suplementos– también es crucial para favorecer la síntesis muscular, acelerando la recuperación y el crecimiento muscular.

El consumo de fibra, como cereales integrales, verduras y hojas verdes, explica Engel, puede dificultar la rápida absorción de hidratos de carbono, por lo que se debe realizar al menos dos horas después de consumir glucosa y fructosa.

Pero tener una buena reserva fisiológica para el ejercicio físico no significa que no deberías comer justo antes del entrenamiento o que la comida ingerida unas horas antes pueda consistir en cualquier alimento.
 
Una mujer hace un batido de arándanos, frambuesas y fresas.

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Una mujer hace un batido de arándanos, frambuesas y fresas.

Un batido de frutas puede ser una buena opción cuando entrenas en la tarde.

Qué comer justo antes de entrenar

El preentreno "inmediato", que debe consumirse entre 3 horas y 15 minutos antes del entrenamiento, dependiendo de la cantidad de comida y de las necesidades individuales, tiene como objetivo evitar la sensación de hambre y mantener la glucemia, el nivel de glucosa en el organismo, en la sangre.

La glucosa consumida a través de los alimentos es transportada por la sangre a las células musculares. Allí se convierte en ATP (adenosin trifosfato), que es la principal fuente de energía del cuerpo.

Lo ideal, según los expertos, es que la orientación sea siempre individualizada, teniendo en cuenta las características de cada persona, sus gustos y nivel de actividad física.

Pero, en general, la nutricionista Jamile Tahim recomienda que la última comida antes del ejercicio contenga bajas cantidades de fibra y grasas, una cantidad adecuada de proteínas y una mayor concentración de carbohidratos.

Esto se debe a que el consumo de grasas, fibras y proteínas aumenta el tiempo de vaciado del sistema gástrico, lo que en consecuencia retrasa el proceso de eliminación de las heces, y esto puede perjudicar el rendimiento deportivo, explica Tahim.

"Se debe priorizar el consumo de fuentes de carbohidratos, porque las fuentes de este macronutriente tienen un proceso de digestión más rápido y además son la principal fuente de energía de nuestro organismo".

Los nutricionistas consultados explican que, si el entrenamiento se realiza temprano en la mañana, es necesario pensar en algo que mantenga a la persona con energía.

En este caso, es recomendable elegir alimentos de rápida digestión para mantener los niveles de glucosa en sangre.

En cambio, si el entrenamiento se realiza por la tarde o noche y la persona ya ha ingerido diferentes alimentos nutritivos a lo largo del día, el planteamiento puede ser diferente, y dependerá de cada caso.

La nutricionista Jamile Tahim describe algunos ejemplos:

Entrenamientos matutinos

Yogur natural con fruta y un chorrito de miel 
Ensalada de frutas con granola 
Jugo de naranja con remolacha y jengibre 
Jugo de uva 
Banana

Entrenamientos por la tarde

Sándwich de queso desnatado, huevo, pollo o atún 
Plátano asado con rodaja de queso desnatado y canela al gusto 
Batido de frutas 
Açaí 
Leche condensada

Entrenamientos nocturnos

Tortilla de avena y pollo o ternera 
Batido de frutas 
Batata o patata con pollo 
Yuca con huevo

Para entrenamientos intensos de larga duración, como correr o andar en bicicleta de más de una hora, Engel señala que es necesario ingerir carbohidratos durante la actividad, que generalmente se realiza por medio de geles, pero también a través del consumo de alimentos.

"En sesiones de hasta dos horas, ingerir de 30 a 60 gramos de hidratos de carbono por hora puede ser suficiente", afirma la nutricionista.

En los entrenamientos de más de tres horas, realizados por deportistas de alto rendimiento, puede ser necesario aumentar hasta aproximadamente 90 gramos de carbohidratos por hora, según Engel.

"Es fundamental entrenar al organismo para que se acostumbre a estas cantidades, ya que es necesaria una adaptación para garantizar una absorción eficaz".

Una mujer joven toma un jugo verde antes de comenzar su clase de yoga

Una mujer joven toma un jugo verde antes de comenzar su clase de yoga

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Si la persona se despierta sin hambre, después de haber hecho una buena alimentación el día anterior, puede hacer ejercicios en ayuna.

No entrenes con hambre

Una persona puede hacer ejercicio sin comer primero, pero sólo si no tiene hambre, explican los expertos.

"Un buen ejemplo es el hábito de hacer ejercicio en ayunas: si la persona se despierta sin hambre, después de haber hecho una buena alimentación el día anterior, puede hacer ejercicio", dice Engel.

"Pero si tiene hambre, no es lo ideal porque genera un estrés innecesario en el cuerpo".

Lo importante es prestar atención a las señales que te está dando tu cuerpo.

Evitar comer antes de entrenar o consumir porciones demasiado pequeñas, que pueden provocar hambre durante el ejercicio, puede perjudicar no sólo el rendimiento deportivo, sino también la salud.

"Algunas personas inician la actividad física con hambre, creyendo erróneamente que la sensación desaparecerá durante el ejercicio", afirma la nutricionista.

Hacer ejercicio con hambre puede hacer que una persona se canse más rápidamente debido a la baja disponibilidad de glucógeno.

Los propios síntomas también pueden perjudicar el entrenamiento: sin suficiente "combustible", pueden producirse mareos, debilidad y molestias gastrointestinales como mareos y náuseas.

Además, la falta de combustible puede provocar la pérdida de masa muscular, ya que el cuerpo puede comenzar a buscar energía en el tejido muscular.

5 preguntas sobre el ayuno y cómo puede mejorar nuestra salud

Mujer con una cinta métrica alrededor de la cabeza a la altura de la boca, con un tenedor y una cuchara en cada mano.

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El ayuno se puede realizar por períodos prolongados o de forma intermitente.

Ayuno es una palabra muy mencionada últimamente.

Se la oímos a amigos y familiares. Lo practica la profesora, el compañero del gimnasio, el conserje del trabajo y la compañera de la oficina.

Y, sobre todo, escuchamos que suma adeptos entre los famosos del cine y la televisión.

Según cuentan, les hace sentirse más sanos.

Pero ¿de qué estamos hablando exactamente? ¿Es de verdad saludable?

1. ¿Cómo se puede practicar?

Reloj dentro de un plato FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

En términos generales, el ayuno consiste en abstenerse total o parcialmente de comer o beber durante un período de tiempo determinado, aunque se pueden incluir bebidas no calóricas durante el tiempo en el que se lleva a cabo.

Dicho esto, hay muchas formas de ayunar.

Es posible hacerlo durante períodos prolongados; por ejemplo, durante tres días.

O podemos practicar el llamado ayuno intermitente, en períodos de 24 horas (un día sí y otro no).

Una forma más sencilla de ayunar es lo que llamamos ingesta restringida en el tiempo.

En este caso, comemos todos los días, pero reducimos el número de horas que dedicamos a ello.

Por ejemplo, podemos realizar todas nuestras ingestas diarias en un período de 10 horas y ayunar las restantes 14.

O, si somos más estrictos, comeremos durante 8 horas y nos abstendremos de probar bocado durante las 16 restantes.

2. ¿Qué le ocurre al metabolismo durante el ayuno?

Ilustración del cuerpo humano y el sistema digestivo FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

El período de ayuno deja a las células sin su principal fuente de energía: los nutrientes, especialmente los azúcares.

Nuestras células tienen que adaptarse a esta situación y, en consecuencia, el organismo modifica su metabolismo para buscar otros medios de conseguir la energía necesaria.

Ocurre así: mientras las células reducen su actividad (se ponen al ralentí), el hígado adapta el metabolismo y fabrica unos compuestos químicos llamados cuerpos cetónicos como fuente alternativa de energía.

Finalmente, el tejido graso libera las reservas de grasa almacenadas.

3. ¿Mejora mi estado de salud?

Hombre atlético FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Los protocolos de ayuno afectan a todo nuestro organismo.

En primer lugar, el cerebro mejora su capacidad de responder al estrés y se reduce su inflamación.

Además, el corazón se vuelve más resiliente, desciende la presión arterial, aumenta el control de los niveles de glucosa en la sangre, se reduce la inflamación intestinal y mejora el estado de nuestra microbiota intestinal.

El ayuno puede ayudar a mejorar la calidad del envejecimiento, como estamos estudiando en nuestro grupo de investigación, pero también parece generar una mayor sensación de hambre.

Respecto al control del peso, esta práctica puede, efectivamente, ayudar a adelgazar y, lo que es más importante, a reducir la masa grasa.

No obstante, también es posible perder masa muscular al realizar el ayuno.

De manera que una de cal y otra de arena.

4. ¿Es mejor seguir una dieta al estilo tradicional o ayunar?

Plato de comida saludable FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Perder peso no es sencillo: hacer una dieta que suponga reducir las calorías que ingerimos resulta, como el ayuno, difícil de mantener.

Entonces, ¿cuál es la mejor opción? No hay una única respuesta.

Cada persona es un mundo, que diría mi abuela: a unos nos puede resultar más fácil comer todos los días, reduciendo la cantidad, y a otros les costará menos trabajo ayunar.

Tampoco hay pruebas científicas de que el ayuno aporte mayores beneficios que las dietas al uso.

Probablemente se debe a que el resultado depende de cada individuo en particular.

Es lo que llamamos la nutrición de precisión, que no es objeto de este artículo.

En cualquier caso, sí existen algunas evidencias.

Algunos estudios han sugerido que la adherencia o cumplimiento de los protocolos de ayuno es mayor que la de las dietas convencionales con restricción de calorías.

En cuanto a las modalidades existentes, la ingesta restringida en el tiempo es sencilla de aplicar en nuestro día a día y aporta beneficios, siempre que sea temprana.

Con esto me refiero a que, según se ha comprobado, realizar el período de ayuno por la tarde (adelantar la cena) aporta más ventajas.

De hecho, los resultados indican que abstenerse de comer por la mañana (retrasar el desayuno) no implica ningún beneficio.

5. Si comienzo un protocolo de ayuno, ¿cómo lo hago?

Plato de comida con un tenedor y una cuchara como agujas de un reloj y comida saludable en medio. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Lo mejor es ponerse en manos de un especialista en nutrición que le ayude a diseñar unas pautas adaptadas a sus necesidades y posibilidades.

Pero ¡ojo!, durante el período de ayuno es posible sufrir episodios de hipoglucemia.

Por eso es necesario monitorizar el estado de salud durante el tiempo en el que se lleve a cabo, especialmente si sufre diabetes.

Si tiene algún otro problema de salud, es importante consultar con un médico antes de iniciar el ayuno.

Y, para finalizar, si practica deporte regularmente, el protocolo debe estar coordinado con dicha práctica.

*Lidia Daimiel Ruiz, José Antonio Celada Guerrero y Yolanda Jiménez Pérez son investigadores del Instituto IMDEA Alimentación.


https://www.bbc.com/mundo/articles/cw0lkz2e5y9o

domingo, 7 de abril de 2024

_- Historias de dos mundos. Si las cosas le van bien al país, es decir, a España, en este caso gobernado por la izquierda, la táctica utilizada por las derechas es crispar hasta el paroxismo el debate mediático, convertir el ágora pública en un estercolero.



_- I.- En el comienzo de su novela 'Historia de dos ciudades', Charles Dickens escribió: “Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabiduría y de la tontería; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la Luz y la de las Tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación: todo se nos ofrecía como nuestro y no teníamos absolutamente nada; íbamos derechos al cielo, todos nos precipitábamos en el infierno”
Leyendo estas memorables palabras dedicadas a la Inglaterra y Francia del siglo XVIII o, con más precisión, al Londres y el París de aquel siglo, me ha venido a la mente, sin poderlo remediar, la situación en que viven no dos ciudades, sino los dos mundos en que se ha tronchado la “realidad española”.

De un lado, tenemos el mejor de los tiempos recientes cuando nuestra economía crece cinco veces más que la media europea, a pesar de las guerras y otras calamidades; contamos con más empleo que nunca –unos 21 millones, casi la mitad de los cuales ocupados por mujeres– y se nos dice que es el peor, que estamos al borde de la quiebra y los puestos de trabajo son falsos. El país, a pesar de todo, avanza en ciencia, tecnología e innovación, lo que significa mejorar algo en sabiduría, y de otra escuchamos todos los días las mayores tonterías sobre que España se rompe, nos deslizamos hacia una dictadura comunista y que nos gobiernan desde Waterloo. 

La esperanza en una vida mejor se sostiene cuando las pensiones han crecido un 18% en los últimos tres años y el salario mínimo más del 50% en el último lustro (5 años), pero se nos intenta convencer de que nos deslizamos por la pendiente de la desesperación y de las tinieblas. A pesar de que la inflación, el déficit y la deuda descienden, el consumo aumenta a cifras récord, al igual que los beneficios de las grandes empresas, España no tiene remedio y va de mal en peor.

Bien es cierto que, al igual que en la época de Dickens –creo que estamos bastante mejor–, todo se nos ofrece como nuestro, pues nunca ha existido en el mundo tanta riqueza y, sin embargo, la inmensa mayoría de la Humanidad no tienen absolutamente nada. Incluso hay quien pensaba que podíamos ir todos al cielo y, no obstante, si seguimos los consejos que nos dan los “negacionistas”, belicistas y sus aliados de hecho, nos precipitaremos en el infierno del calentamiento global y de la destrucción de las guerras sin fin.

II.- Uno, dentro de su perplejidad, tiene derecho a preguntarse el porqué de esta disparidad, casi abismal, entre dos mundos que sólo conducen a la crispación, el enfrentamiento y la descalificación; en una palabra, a la dificultad en la convivencia. ¿Cuál de estos mundos, tan dispares, es real y cuál no? Porque por mucho que me esfuerzo no percibo que España se haya roto o que ya no vivamos en un Estado de derecho y, sin embargo, tengo la molesta impresión de que hay, por lo visto, millones de personas que sí se lo creen o que, por lo menos, fingen creérselo. 

He podido constatar, fehacientemente, por ejemplo, que las pensiones han aumentado bastante estos últimos años, más que antes, y compruebo que, a pesar de su realidad material, muchos siguen diciendo que están peor. Oigo decir a personas con responsabilidades públicas, de cierto relieve, que está penetrando el comunismo, que tenemos un gobierno “bolivariano” y, al mismo tiempo, constato sin margen de duda que los bancos, las eléctricas, Inditex o Mercadona están obteniendo los mayores beneficios de su historia. Sus accionistas y altos ejecutivos deben de estar todos los días haciendo loas al comunismo. 

Que conste que me parece muy bien que las empresas obtengan beneficios, paguen adecuados impuestos, inviertan y creen empleo. Lo que es criticable es que los salarios sean en España tan escuálidos, y algunas de esas mismas empresas pongan el grito en el cielo porque les pongan un modesto impuesto sobre sus suculentos beneficios. Y, además, que no inviertan lo suficiente con el fin de que nuestro desempleo –que ha descendido– empate de una vez con la media europea.

III.- Ahora bien, me temo lo peor. La realidad real –uno de los mundos– tiene, como las personas, su némesis, el otro mundo, y este se construye con paciencia, con muchos medios y con muy poca vergüenza. Se trata de eso que llaman la realidad virtual que, en una de sus versiones, va envenenando la mente de los humanos y los va haciendo caer en la red de las anónimas “redes sociales”, como hacen las arañas con los insectos. Por eso es curioso que se hable o escriba tan poco de la situación económica o social, cuando en realidad es lo que más afecta a la vida de las personas. 

Me malicia que estamos ante una táctica muy vieja, de manual. Si las cosas le van bien al país, es decir, a España, en este caso gobernado por la izquierda, la táctica utilizada por las derechas es crispar hasta el paroxismo el debate mediático, convertir el ágora pública en un estercolero de tal modo que al personal sufridor se le invite a refocilarse en el mismo, a aturdirle y dificultarle que pueda reflexionar si su suerte real va mejorando o no. Ejemplos de estercolero: algunos voceros parlamentarios de la oposición llegan a hablar de “gobierno extorsionado y corrupto”, de “cochambre sanchista”, de “cocaína y prostitutas”; gobierno “chavista”, “putinista” o “me gusta la fruta”, por lo visto sinónimo de “hijo de p…”. 

Todo eso referido al presidente del Gobierno de España. El conocido “calumnia que algo queda” se ha doblado en el “crispa embarrando que queda todavía más”. Desde luego no creo que la respuesta sea entrar al trapo y responder de forma similar, pues en este campo de batalla la contienda la tiene perdida el mundo progresista. La cuestión, por el contrario, es elevar el nivel del debate, cometer los menos errores posibles, cosa no siempre fácil, y, sobre todo, estar con la gente y explicar con claridad de lenguaje y contundencia objetiva lo que se hace. 

Una prueba de si la contienda la va ganando la realidad real o, por el contrario, su némesis virtual, si triunfa la racionalidad o el lodazal, van a ser las próximas elecciones vascas y catalanas y, muy en especial, las europeas del mes de junio. Según el resultado, quizá la situación mejore o, por el contrario, se acentúe el muladar o pocilga. Así que “racionalistas del mundo uníos”, o acabaremos en el vertedero.

Nicolás Sartorius, Presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alternativas