domingo, 13 de noviembre de 2011

David Simon ha revolucionado la mirada sobre la sociedad estadounidense con sus crónicas sobre violencia, corrupción, drogas o fracaso educativo.

El creador de series de culto como The Wire o Treme usa un lenguaje tan contundente como los temas que aborda.
En estos momentos, en alguna esquina deprimida de miles de ciudades, drogas, dinero y violencia dibujan un universo paralelo habitado por personas cuyos sueños y deseos no son demasiado diferentes de los de aquellos que no pertenecen a aquel lugar. Una compleja mezcla de incapacidades institucionales, fracasos educativos, desigualdades económicas y problemas personales les mantiene atrapados en esa esquina, en un arriesgado juego contra la ley y contra su propia vida y del que en los telediarios se habla bajo el capítulo de "narcotráfico". En Hollywood ese universo es el alimento de cientos de películas y series de televisión que reducen esa esquina a un enfrentamiento entre buenos y malos. Pero hay quien no lo ve así.
David Simon (Washington, 1960) es la antítesis de Hollywood. No puede desprenderse de la realidad que descubrió en las calles de Baltimore, donde trabajó como periodista de sucesos durante casi quince años y, por tanto, no puede entregarse a esa visión descafeinada de un mundo dividido en dos bandos habitados por héroes, mártires y malvados. Eso tiene ventajas y desventajas: la serie que le hizo célebre como creador y guionista, The Wire, centrada en la lucha contra el crimen de un grupo de detectives de Baltimore, tuvo bajos índices de audiencia mientras se emitía en HBO durante la pasada década. Tampoco llegó a ser premiada por la industria, que no perdona el no hacer caja. Pero el espectador sabe elegir. David Simon tiene hoy millones de seguidores en todo el mundo, convertidos en apóstoles de la serie tras extenderse el boca a boca sobre su calidad y tras recibir los elogios unánimes de la crítica, que le ha declarado como uno de los supremos cronistas del siglo XXI. Al combinar audazmente el entretenimiento de guiones y tramas policiales certeras con la descripción más cruda y honesta de los males endémicos de nuestra sociedad -corrupción, guerra contra las drogas, destrucción de la clase trabajadora, fracaso del sistema educativo y perversiones del periodismo actual-, The Wire le ha hecho alcanzar el estatus de los grandes escritores.
Pero mucho antes de que The Wire presentara verdades demoledoras en la televisión, David Simon escribió La esquina (Principal de los Libros), un libro que firmó con el expolicía Ed Burns y que llega a las librerías españolas quince años después de su publicación. Aunque haya pasado tanto tiempo, el año que Simon y Burns bucearon en uno de los guetos más violentos de Baltimore se parece demasiado al mundo en el que aún vivimos. En La esquina relataron con minuciosidad quirúrgica la perversa realidad de las drogas, los dramas personales de quienes quedan atrapados en ellas y el fracaso de las instituciones en su lucha contra el narcotráfico. "Hay pequeñas diferencias de contexto respecto a 1993, pero son mínimas. La naturaleza de la adicción y la violencia alrededor de ella son las mismas. La guerra contra las drogas no ha cambiado y aquella esquina simplemente se ha mudado cuatro calles más abajo. Nadie se plantea legalizarlas, que sería la única forma de acabar con ellas, aunque sí creo que estamos más cerca que antes de la legalización de la marihuana, que sería un primer paso".
David Simon, poco dado a la sonrisa, de proporciones imponentes y vestido con la simplicidad de quien tiene poco interés por salir guapo en la foto, lo explica ahora desde otro lugar aparentemente muy distinto a Baltimore, pero aquejado por males que también tienen relación directa con la incapacidad actual de las instituciones de mejorar la vida de sus ciudadanos: Nueva Orleans. Aquí pasa largas temporadas desde hace ya tres años, embarcado en otra odisea narrativa donde la realidad manda: Treme, una serie sobre la vida en la ciudad después del paso del huracán Katrina, de la que actualmente se emite en España la segunda temporada y para la que Simon acaba de firmar una cuarta con HBO.
En Nueva Orleans, donde prepara el rodaje de la tercera temporada de Treme, en una oficina algo aséptica pero salpicada de fotografías de músicos y de regalos locales -como una extraordinaria máscara bordada por uno de los jefes indios de la ciudad-, Simon rememora el año que pasó en las calles para después escribir La esquina. Fue muy parecido al que vivió empotrado en una comisaría de Baltimore para escribir otro de sus libros, Homicidio, centrado en la vida de varios agentes de esa ciudad y de cuya combinación es hija The Wire, aunque de ambos libros también realizó sendas miniseries antes de embarcarse en aquel opus magnum. "Homicidio era una historia de oficina, me tuve que ganar la confianza de los policías en su día a día de trabajo. En La esquina la oficina era la propia vida de adictos y traficantes y, por tanto, era mucho más difícil ser aceptado. Fue un trabajo lento, de mucha paciencia", recuerda. Comenzó Ed Burns acudiendo a la esquina de las calles Fayette y Mount, en el Baltimore de 1992, cuando la heroína hacía estragos en una ciudad de 600.000 habitantes. Después, tras conseguir una excedencia en el diario Baltimore Sun, Simon se unía a este exagente de cuyo pasado desconfiaban todos. Ahora rememora cómo un día de calor compraron tés helados para los yonquis y los traficantes con los que convivían a diario. "Con eso ganamos muchos puntos porque la policía jamás hubiera hecho algo así, pero la barrera definitiva cayó el día que llevamos a uno de ellos, con un fuerte dolor de muelas, a un hospital y pagamos la factura. Al regresar a la esquina se corrió la voz y se nos abrieron todas las puertas".
El libro describe la vida de una familia real a lo largo de un año, pero hay muchos personajes secundarios de los que Simon y Burns también se sirven para tejer un retrato demoledor pero tremendamente humano de la realidad de este gueto de Baltimore. Y tratándose de un autor como Simon, que ha hecho de esa extraordinaria y escasa cualidad llamada empatía casi un mandamiento, vivir sumergido en aquella realidad no fue fácil. "Emocionalmente fue agotador. En teoría sabes que vas a una esquina dominada por las drogas y que verás cosas muy duras, pero cuando pasas tanto tiempo allí es imposible mantenerte indiferente. Fuimos testigos de momentos de absoluta humanidad, de total desesperación, a veces sentías euforia, otras vergüenza y otras todo al mismo tiempo". ¿Cómo evitó que esos sentimientos no nublaran su trabajo? "Creo que el secreto está en contarlo todo sin omitir las debilidades, pero es fundamental hacerlo desde el máximo respeto".
La crítica estadounidense, al hablar del libro, subrayó la capacidad de Simon y Burns para trazar un retrato veraz y a la vez profundamente humano de una realidad que podría extrapolarse a cientos de ciudades americanas. Para Simon, además, su relación con los personajes del libro no terminó con su publicación. "De algunas de las personas que aparecen en La esquina me llegué a hacer muy amigo y sufrí mucho con su muerte. Otros siguen siendo parte de nuestras vidas. Muchos de ellos trabajaron en la serie de televisión que hicimos basada en el libro. Y otros también en The Wire. A veces Burns y yo nos preguntamos, de forma ególatra, si nuestra entrada en su existencia tuvo algún impacto positivo en ellos, pero lo cierto es que no, había fuerzas mucho mayores en juego que nosotros".
En las notas del libro Simon y Burns explican que al principio casi todo lo que les contaban en la esquina era mentira y solo su perseverancia les permitió que con el tiempo emergiera la verdad de acontecimientos e historias personales. Al preguntarle sobre ese proceso Simon introduce en la conversación uno de sus temas favoritos, la crisis del periodismo y otro que actualmente monopoliza su interés: el movimiento Ocupa Wall Street.
"Las noticias, cuando ocurren, te obligan a contar de inmediato lo que ha pasado, aun sin entender nada. Es inevitable, la superficialidad inicial es un mal intrínseco al periodismo. Pero el error es no profundizar después y, desafortunadamente, los periodistas cada vez profundizan menos, no regresan a la noticia. Al principio yo también creía en el juego de los buenos y los malos y aceptaba la guerra contra las drogas como una necesidad y una imposición moral. Pero cuando pasas mucho tiempo en las calles y observas las dinámicas empiezas a ver las mentiras y las contradicciones entre lo que decimos que hacemos -luchar contra las drogas- y lo que en realidad hacemos: aterrorizar a las clases más pobres machacándoles con el peso de un sistema judicial que está completamente desconectado de la realidad. Si me hubiera limitado a asomarme a las calles de forma superficial nunca lo habría llegado a comprender". Esa falta de interés por buscar las causas de lo que ocurre es la misma que hoy ve en la cobertura informativa del movimiento Ocupa Wall Street. "La prensa le pone el micrófono en la boca a un manifestante que puede ser alguien que sabe de lo que habla o alguien que es prisionero de su propio enfado con Wall Street. Así se crean coberturas caprichosas que dependen de la suerte del manifestante que escoges". Sin embargo, no le sorprende porque, según él, la prensa refleja el mantra que ha dominado en la sociedad durante los últimos treinta años y por tanto retrata la realidad siguiendo ese mantra: "Desde los años ochenta el libre mercado es la respuesta a todo. Maximizar beneficios se ha convertido en el sistema métrico con el que se mide el valor de las cosas y de las personas. Y la gente del parque Zuccotti ha entendido que hay que cambiar ese sistema porque si permites que sea el mercado el que dicta los salarios estás diciendo que los seres humanos no valemos nada. Hoy podemos producir mucho con muy poco y eso solo beneficia al capital, que sigue ganando dinero. Por eso si The New York Times envía a un reportero de negocios a cubrir las protestas en el contexto de una América que lo racionaliza todo en función del máximo beneficio, en su artículo escribirá que esta gente no sabe lo que dice porque no entiende cómo funcionan los mercados. Pero es exactamente al revés, lo entienden perfectamente y por eso han decidido dar un paso en otra dirección. Yo los admiro".
Hace dos años, Simon, en cuya obra siempre hay una abierta denuncia de las desigualdades económicas de su país, se declaraba sorprendido de que en Estados Unidos no hubiera manifestaciones masivas contra el rescate de los bancos y la crisis económica y lo atribuía al hecho de que, mientras el Gobierno le pudiera dar a la gente "las sobras", nadie saldría a la calle. "Ahora ya no quedan ni las sobras. Por eso para mí Ocupa Wall Street es una de las más genuinas y orgánicas representaciones de patriotismo y el acto de desobediencia civil más importante que ha ocurrido en este país desde la guerra de Vietnam. Lo que están consiguiendo, pacíficamente, aunque sea abstracto y teórico, me ha devuelto la ilusión por lo que somos y por lo que tenemos el potencial de ser. Lo único que temo es que la historia me dice que en América todas las conquistas sociales han llegado a través de la violencia. Aun así, si no estuviera en Nueva Orleans, estaría en el parque Zuccotti".
Pero está en Nueva Orleans, preparando la tercera temporada de Treme, una serie en la que pensó junto a Eric Overmyer antes del Katrina, pero a la que el huracán dio alas. "Institucionalmente los niveles de incompetencia, avaricia, corrupción y violencia desde la rotura de los diques han sido impresionantes y solo indican de lo que nuestras instituciones son capaces e incapaces ahora que han sido compradas por el dinero. Y pese a todo, el modo en que la gente ha luchado por su comunidad aquí, individualmente, apoyándose solo en sus deseos ordinarios, en su convicción de querer volver a casa, es extraordinaria. Creo que también es una alegoría de lo que la gente está tratando de hacer en Ocupa Wall Street, es el mismo impulso. Una forma de patriotismo que se expresa en términos de tu amor por el lugar al que perteneces y que en Nueva Orleans es muy fuerte". De todo ello habla Treme. Leer todo en El País.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Guardiola y el síndrome de Stendhal

"¿Dónde encontraré un sitio y unos jugadores como estos?", se pregunta el técnico del Barça en una charla en Valencia
Entre las ganas de huir y la necesidad de seguir disfrutando de un equipo único se debatió Pep Guardiola en un diálogo de hora y media con el periodista Ramon Rovira, en el Palau de la Música de Valencia, ante unos 1.800 clientes del banco de Sabadell. Fascinada la audiencia ante las reflexiones del entrenador del Barça, que apeló al síndrome de Stendhal -la enfermedad del individuo expuesto a obras de arte especialmente bellas- para explicar cómo se siente ante la exhibición azulgrana en los últimos cuatro años. Una generación única a la que rindió constante homenaje después de ser seducido una vez más por sus jugadores tras ganar el día anterior en Hospitalet 0-1 con un gol de Iniesta en la Copa del Rey. "A estos tíos les flipa jugar, lo llevan en las entrañas. Ayer noche en Hospitalet, un pueblo pequeñito, Xavi, Iniesta, Cesc y Villa corrieron como si le fuera la vida, hasta el minuto 90 presionando al portero, y dentro de dos días juegan en Wembley. Hoy les llamo y tienen los gemelos fundidos. Ahora cuando un deportista diga que está cansado, le dirán: 'mira a esa gente'. Lo tienen todo: dinero, mujeres, títulos... y van a tope. Metí a cinco del filial para que vieran lo que significa competir. Y eso que Xavi estuvo cinco años sin ganar nada, le silbaban y lo querían echar. Es una generación única por su amor a este juego. La satisfacción mayor es que nos digan que les gusta vernos jugar, como te gusta ir al cine o al teatro. Han ganado 12 de 15 títulos; y con otros jugadores habría sido imposible". Seguir aquí., en El País.

jueves, 10 de noviembre de 2011

De cabeza a la beneficencia

A veces, muy pocas, es conveniente escuchar lo que dicen los políticos, sobre todo cuando revelan sus convicciones más profundas.
Así, Cristóbal Montoro, responsable de economía del PP, en una reciente entrevista en TVE, de la que la mayoría de los medios de comunicación han entresacado casi única y exclusivamente su denuncia de que había mucho despilfarro y mala gestión en los servicios públicos, tomó esta afirmación como preámbulo para un razonamiento, a mi juicio, más interesante. El señor Montoro aseguró que los impuestos deben servir para mantener una oferta de servicios públicos para "los que no son capaces de generar rentas por sí mismos", es decir "las personas mayores, los que tienen problemas de salud, los jóvenes que han perdido a sus mayores y a las que han perdido el empleo con ciertas condiciones".
Es decir, espulgada la jerga economicista, vayamos olvidándonos de conceptos anticuados como sanidad y educación públicas y concentremos nuestros esfuerzos en la creación de una moderna red de asilos, hospicios y casas de misericordia. (Pura beneficencia. Por cierto, la "tradicional" corrida de la beneficencia se sigue celebrando) RAÚL RODRÍGUEZ - Alcorcón, Madrid - El País, 02/10/2011

Mujeres trabajadoras contra un Walmart que ha cobrado una extraña vida propia

¿Qué es Walmart , en un sentido estrictamente taxonómico? Atendiendo sólo a sus dimensiones, sería fácil tomarla por una nación: en 2001, sus ingresos anuales montaban tanto o más que los de 22 Estado nacionales. Si reuniéramos a todos sus empleados –sólo en los EEUU, 1,4 millones—, diríase que es una gran ciudad. Pero también cabe la posibilidad de ver a Walmart y a otras empresas de alcance planetario, no como conjuntos agregados de personas, sino como formas independientes de vida, como especies de superorganismos.

Tal parece ser la conclusión de la decisión los decisión de Ciudadanos Unidos 2010, en la que la Corte Suprema de los EEUU, incurriendo en delirante antropomorfismo, resolvió que las grandes corporaciones empresariales son realmente personas y que, por lo mismo, gozan de libertad de expresión y del derecho de hacer contribuciones financieras ilimitadas a las campañas electorales. Dirán ustedes que la noción de personalidad ya se había visto degradada al punto de resultar irreconocible por lo actvistas "pro-vida" que la extendieron a células individuales como los zigotos. Pero la Corte debió pensar que sería discriminatorio atender a razones de volumen: si una célula microscópica puede ser una persona, ¿por qué no un brontosaurio, un tsunami o una empresa transnacional?

Pero la defensa de Walmart ante una demanda colectiva que acusaba a la compañía de prácticas discriminatorias contra sus mujeres trabajadoras – Dukes v Walmart – arroja nueva luz sobre la biologíaa de las megaempresas privadas. La compañía arguye que con "siete divisiones, 41 regiones, 3.400 tiendas comeciales y más de un millón de empleados", las experiencias de los empleados individuales son demasiado distintas como para permitir jurídicamente una demanda "colectiva". Walmart, en otras palabras, es demasiado grande, demasiado multifacética y demasiado diversa como para poder ser jurídicamente demandada.

Así pues, si Walmart es realmente una persona, es una persona sin sistema nervioso central, o al menos sin control central de las distintas partes de su cierpo. Existen personas así, lo admito de grado, pero –la cosa no ofrece duda— cuando la Corte Suprema declaró que las corporaciones empresariales eran personas, no se refería a "personas con enfermedades neuromusculares degenerativas agudas".

Para quienes nunca han visitado un establecimiento de Walmart, diré que la empresa no es un conglomerado de boutiques gobernadas por divas egoístas. Todos y cada uno de los detalles, desde las políticas de personal hasta el equipo de útiles de cada planta, están dictados por el cuartel general de la empresa en Bentonville. Un ejemplo: en 2000, trabajé durante tres semanas en el departamento de ropa femenina de un Walmart. (Entre paréntesis: eso me permite ser ahora parte en la demanda colectiva contra Walmart por discriminación de género, aunque la posibilidad de una indemnización con una cifra de varios dígitos, creo, no ha influido en el juicio que de este asunto me he formado.) En el curso de mi trabajo, tuve ocasión de hacerle varias sugerencias a mi supervisor. Por ejemplo: que los pantalones vaqueros de talla extragrande no se exhibieran a ras de suelo, porque las mujeres de talla extragrande no podrían hacerse con ellos sin precisar ayuda para volver a levantarse. Buena idea, me dijo, pero corresponde a Betonville decidir dónde se ponen los vaqueros, y cualquier otro producto.

Muchas cosas han cambiado desde que yo trabajé en Walmart. La compañía ha luchado por mejorar su tradicional imagen de empresa explotadora. Se ha empeñado en decir que promoverá a más mujeres. Pero una cosa que seguro que no ha hecho es reestructurarse como un colectivo anarquista. Betonville sigue imperando absolutamente tanto sobre los directores de los establecimientos como sobre los "asociados", el eufemístico término empleado por Walmart para referirse a sus siempre mal retribuidos trabajadores.

De manera, pues, que si Walmart es una forma viva, es de una especie inclasificable. Come, devorando ciudad tras ciudad, a veces mutando el nombre: Walmex en México, Asda en el Reino Unido. Sin embargo, en la defensa presentada en el pleito Dukes vs. Walmart, Walmart alega no tener idea de lo que está haciendo. Eso podría ser una metáfora del capitalismo, o un indicio de que está en curso una invasión alienígena exitosa. Lo único seguro es que, si la Corte Suprema resuelve a favor de Walmart, experimentaremos una proliferación de esas criaturas: "personas" monstruosamente sobredimensionadas que insisten en su incapacidad para controlar sus acciones.

Barbara Ehrenreich
Sin Permiso. Traducción de Casiopea Altisench

Barbara Ehrenreich es la presidente de la "United Professionals" y autora, recientemente, de This Land Is Their Land: Reports From a Divided Nation.

Hay alternativas

Acaba de ver la luz el libro “Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España”, escrito por Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón, miembros todos ellos del Consejo Científico de ATTAC España.
En sus 225 páginas se explicita de forma didáctica y amena todo lo referente a la crisis económico-financiera: sus antecedentes, desencadenantes, instituciones, políticas aplicadas y frustraciones sociales del 99% de la población. Y lo más importante, se señalan caminos a transitar para que la superación de la misma vaya de la mano del bienestar de la gente.
Desde el detonante de las hipotecas basura en EE.UU en agosto de 2007, hasta el último episodio del tsunami de la deuda soberana en la zona Euro, llevamos más de 4 años de políticas erráticas, con fuerte deriva neoliberal, que lejos de frenar y revertir el deterioro económico y social, lo está agravando.
La veteranía de Navarro y Torres junto a la juventud de Garzón se zambullen en la realidad con sensibilidad y compromiso social, criticando y descartando las políticas que sólo favorecen a los poderosos, proponiendo en su lugar nuevas vías, unas ya exploradas (las socialdemócratas y keynesianas asociadas al fortalecimiento del Estado del Bienestar) y otras incipientes (las ligadas a la profundización en una democracia de calidad así como la supervisión social del entramado económico-financiero nacional e internacional).
Los sucesivos capítulos del libro tratan temas tan sugerentes y candentes como la reforma de las finanzas, las condiciones para crear empleo decente, el déficit social estructural en el Estado español, la dialéctica entre bajar o subir los salarios de cara a la creación de empleo, otras formas de financiar las actividades privadas y las políticas públicas, la reforma de la Unión Europea y los organismos económicos internacionales y el reencuentro armónico entre las actividades humanas y la Naturaleza.
El último capítulo enuncia 115 propuestas para enfrentar la crisis pensando en las personas. Se agrupan en los siguientes epígrafes: gobernanza mundial, sistema financiero internacional, comercio internacional, constitución de un estado confederal europeo, instituciones económicas internacionales, la Unión Europea, respuestas inmediatas a la crisis, el sistema financiero español, redefinición del modelo de producción y consumo, desarrollo empresarial, fiscalidad, creación de empleo, derechos sociales, educación y política.
Un libro ideal para desembotar la sensibilidad de los/as lectores/as, gracias a que sus autores se han atrevido a pensar más allá de un pensamiento económico neoliberal dominante, que aunque moribundo y desahuciado, todavía sigue enchufado a la UVI, arrastrándose día a día gracias a las transfusiones de sangre provenientes de las exhaustas venas de las personas más maltratadas del planeta: esas que tenemos tiradas aquí al lado como lastre de este capitalismo terminal que no asume que se le acabaron los vuelos, y aquellas otras que allende los mares ocupan los territorios que el gran capital se repartió y sigue intercambiando como botines de piratería y de rapiña.
Descargar el libro aquí. Un video con la propuesta de otra economía, por ATTAC Austria.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Triunfan los parásitos y marginan la democracia. Fintan O'toole. Irish Times.

¿Has deseado alguna vez, en un instante de tedio, haber podido vivir uno de los grandes momentos de la historia europea? Bueno, ten cuidado con tus deseos. Estamos viviendo uno de esos momentos ahora, y no es muy divertido que digamos.
Los momentos históricos no son cambios repentinos. Son los puntos en los que termina por emerger algo que se ha estado generando hace tiempo, cuando algo turbio se cristaliza hasta ser claro. Sucedió la semana pasada, e Irlanda fue una parte significativa.
Lo que sucedió fue que dos de las grandes fuerzas que configuran Europa occidental, fuerzas que han estado trabajando en tándem durante 300 años, se separaron evidentemente. Una fuerza es el capitalismo; la otra es la democracia. A partir de la Ilustración, fue una verdad aceptada que la democracia y el capitalismo eran por lo menos compatibles. Las cosas que necesitábamos para que se desarrollara el capitalismo, la ruptura del poder aristocrático, el libre movimiento de la mano de obra, un mercado abierto de ideas, parlamentos que funcionan, sistemas legales independientes -Estados que puedan contar con el consenso popular y así apuntalen la estabilidad, tributación para financiar la educación masiva y la infraestructura- eran también condiciones para la democracia política. Puede que no hayan sido suficientes condiciones, pero eran necesarias.
Esto no quiere decir que no haya habido inmensas tensiones en la relación entre capitalismo y democracia, o que no haya habido períodos en los que los poseedores del capital prefirieron regímenes autoritarios o fascistas. Tampoco niega que las desigualdades en gran escala inherentes en la mayor parte de las formas de capitalismo han tendido a limitar la práctica de la democracia, mediante el control privado de los medios, el financiamiento de partidos políticos y la capacidad de los muy acaudalados de amenazar e intimidar a los gobiernos elegidos. Lo importante es simplemente que las dos fuerzas fueron generalmente compatibles. La baza del capitalismo contra el comunismo fue clara y simple: nosotros tenemos elecciones libres y vosotros no.
Lo que quedó en claro de modo tan dramático esta semana es que esta compatibilidad se acabó. La forma dirigente del capitalismo –el capitalismo financiero que se ha expandido de manera tan monstruosa durante los últimos 30 años– ya no es compatible con la democracia en Europa.
Y cuando digo democracia en este contexto quiero decir solo la forma limitada, básica: sufragio universal y gobiernos soberanos. Y ya es mucho decir.
Considerad las tres cosas que ocurrieron en Grecia e Irlanda la semana pasada. Primero, quedó explícito que la cosa más imprudente, irresponsable y en última instancia inadmisible que un gobierno pueda hacer es buscar el consentimiento de su propio pueblo para decisiones que condicionarán su vida. Y, por cierto, incluso si hubiera tenido lugar, el referendo griego habría carecido en gran parte de sentido. Como dijo un parlamentario griego, la pregunta debería haber sido: ¿quiere suicidarse o que lo maten? Segundo, hubo una intervención abierta y desvergonzada por parte de algunos dirigentes europeos (Angela Merkel y Nicolas Sarkozy) en los asuntos internos de otro Estado. Sarkozy saludó la posición “valerosa y responsable” del principal partido de oposición de Grecia, en los hechos fue un llamado a reemplazar al gobierno griego elegido.
La tercera parte de este momento de claridad fue lo que sucedió en Irlanda: el pago de mil millones de dólares a dueños de bonos no garantizados del Anglo Irish Bank. Aparte de esta evidente obscenidad, el aspecto más impactante fue que por primera vez hubo un gobierno que realizó una acción que declaró abiertamente que era errónea. Michael Noonan no estaba entregando esas vastas sumas de dinero de una nación en bancarrota a jugadores buitres capitalistas porque pensaba que era una buena idea. Lo hacía porque habían puesto una pistola en su cabeza. La amenaza provino del Banco Central Europeo y fue tan burda como brutal: dad a los parásitos vuestro dinero público o derrumbaremos vuestro sistema bancario.
De nuevo, como en Grecia, incluso las formas más básicas de democracia fueron incompatibles con este proceso. No pudo haber un referendo griego porque no hay ninguna pregunta aceptable que pueda ser respondida por una votación democrática. Y no pudo haber un debate en el Parlamento irlandés sobre la extorsión de mil millones de dólares porque no había nada que discutir. Los referendos y las votaciones parlamentarias son rituales de consenso público. Pero ahora el tema del consenso no es solo irrelevante. Es imprudente, indignante, categóricamente escandaloso.

Y no se trata solo de que un monstruo Merkozy nos avasalle a los pequeños PIGS. Porque en este momento histórico, incluso la canciller alemana es poco más que una cifra. También ha sido atrapada en la crisis democrática. ¿Recordáis cuándo en esta misma época del año pasado Angela Merkel comenzó a hacer ruidos sobre la participación de los dueños de bonos en el dolor de rescatar el sistema bancario? Tuvo que echar rápidamente marcha atrás y dejar claro que no quería decir los dueños actuales de bonos, no lo quiera Dios. Incluso a la canciller alemana no se le permite que diga ciertas cosas.
Europa, y el resto del mundo occidental, se encuentran por lo tanto ante una encrucijada. Podemos tener la forma de rapaz capitalismo financiero que se ha convertido en la fuerza dominante en nuestras economías y sociedades.
O podemos tener democracia. Pero no podemos tener las dos cosas.
© 2011 The Irish Times
Fintan O'Toole (nacido en 1958) es columnista, editor asistente y crítico de teatro de The Irish Times. Ha escrito para The Irish Times desde 1988 y fue crítico de teatro del New York Daily News de 1997 a 2001. Es crítico literario, escritor histórico y comentarista político, con puntos de vista generalmente de izquierdas. Fue y sigue siendo un enérgico crítico de la corrupción política en Irlanda, desde la era Haughey hasta el presente. En 2011 fue nombrado uno de los “300 máximos intelectuales de Gran Bretaña” por The Observer.
Fuente: http://www.irishtimes.com/newspaper/opinion/2011/1108/1224307206463.html

lunes, 7 de noviembre de 2011

"El dolor de los otros". Rosa Montero.



Tradicionalmente, las comunidades con pocos recursos y de vida difícil han sido siempre más solidarias con sus vecinos. Recuerdo que una diputada noruega me contaba hace años cómo en su país había imperado una perfecta, admirable hermandad frente al infortunio mientras fueron un pueblo pobre y acosado por el frío, y que esa empatía social había ido disminuyendo con el desarrollo y la riqueza. Si se piensa bien, es algo lógico; cuando tu existencia bordea lo precario y el abismo te ronda, la ayuda mutua es un recurso muy eficaz para conseguir salir adelante. Esto es, compartes tu poca comida con el vecino si éste está a punto de morirse de hambre, y así te aseguras de que, en un trance crítico parecido, tú también tendrás su apoyo. El "hoy por ti y mañana por mí" debe de ser un mandato genético de supervivencia, un truco más de los muchos trucos adaptativos que han hecho que nuestra especie sea tan triunfante. No quiero con esto empañar la conmovedora belleza de esos actos de solidaridad, pero parece demostrado que, contra lo que cabría pensar en un primer momento, los que menos tienen son los que más dispuestos están a compartir sus magras posesiones. A decir verdad, no creo que sea sólo por ese imperativo innato de supervivencia, sino también, supongo, porque están más cerca del sufrimiento, y el dolor propio, si lo digieres bien, te hace más sensible al dolor ajeno...

En cualquier caso, creo que al abandonar la pobreza radical la gente se hace por lo general más autosuficiente, más ensimismada, menos solidaria. ¡Incluso más rácana! Según la sabiduría popular, cuanto más rico es alguien, más agarrado. ... Nos sentamos sobre nuestras posesiones y no queremos prescindir ni de la milésima parte de ellas. Por eso ahora que el mundo financiero retiembla y que las paredes del tenderete económico amenazan con derrumbarse estamos todos aterrados y absortos, concentrados en el rugir de los mercados. Tan hipnotizados por la merma en nuestro patrimonio que no somos capaces de ver nada más. Creo que esta crisis bursátil, que está dejando sin casa y sin trabajo a cientos de miles de personas, no sólo nos está empobreciendo materialmente, sino también espiritualmente...

Porque se están muriendo. Ya sé que es desagradable escucharlo y aún más hacer el esfuerzo de imaginarlo, pero cada día mueren en esa zona 300 niños de hambre, de pura y maldita hambre. Ya ha habido otras hambrunas antes en el mundo. En la de 1980 murieron un millón de personas en Etiopía; y en 1992, fallecieron otras 300.000 en Somalia. Después la comunidad internacional creyó haber superado esos dantescos abismos catastróficos. A mediados de los noventa se desarrolló un alimento terapéutico de fácil uso que, por sólo 40 euros, podía salvar la vida de un niño desnutrido. Y se hizo un calendario para acabar con el hambre mundial. Pero, por desgracia, el horror ha regresado y es para quedarse. La violencia, la inseguridad alimentaria, la fragilidad social y la sequía han hecho que Somalia vuelva a agonizar. El 20 de julio se declaró oficialmente la hambruna y la emergencia durará por lo menos hasta 2012. Actualmente hay 750.000 personas en riesgo inminente de morir de hambre, en su mayoría niños menores de cinco años. Hay dos millones y medio de desplazados en campos de refugiados y, en todo el Cuerno de África, doce millones de personas gravemente afectadas por la sequía.

Hoy, 16 de octubre, es el Día Mundial de la Alimentación. Lo vamos a celebrar con este moridero famélico y callado del África sedienta. Déjame darte sólo dos datos más; uno, la hambruna actual ha estallado tras haberse producido las tres cosechas más grandes de la historia de la Humanidad. Y dos, sólo un escaso 9% de los niños con desnutrición severa reciben ese alimento terapéutico que, por tan sólo cuarenta euros, les salvaría la vida. ¿No es evidente que no sabemos repartir, gestionar, compartir, ayudar? Y que no queremos ni mirar: nos importa un pito el dolor de los otros. Sentados en nuestras posesiones, lloramos nuestras pérdidas mientras damos la espalda a los moribundos. A los que sería tan fácil ayudar, si de verdad quisiéramos. (Para hacer algo: www.accioncontraelhambre.org). Leer todo el artículo en El País Semanal.

Como respuesta a este artículo, unos alumnos del IES "Rey Fernando VI" de San Fernando de Henares un pueblo de Madrid, han enviado la carta siguiente.

"Somos un grupo de alumnos de cuarto de ESO,... que hemos leído, comentado y analizado en clase el texto de Rosa Montero "El dolor de los otros". Nos ha impactado, sobrecogido y concienciado la situación por la que atraviesa el Cuerno de África. Del vocabulario del texto quitaríamos término y expresiones como "rácana", "avaro", "cerrar los ojos", "nos importa un pito"... Y nos quedaríamos con otros como "hermandad", "empatía", "solidaridad", "compartir", "hoy por ti, mañana por mí"... Y como no queremos empobrecernos espiritualmente, si solo 40 euros son suficientes para salvar del hambre a un niño, nosotros, gracias al texto de la señora Montero y dentro de nuestras modestas posibilidades económicas, hemos contribuido para aportar nuestro granito de arena, ya que no queremos mirar para otro lado, sino de frente a la realidad que nos rodea, porque el dolor de los otros debe ser también nuestro propio dolor, el dolor de todos." (alumnos de 4º de Diversificación).

(Fotos de monumentos megalíticos de los alrededores de Évora, en Portugal, absolutamente recomendable.
En Portugal está el crómlech más importante de la península ibérica, el crómlech neolítico "dos Almendres", a unos 12 km al oeste de Évora, por la carretera de Sines).

domingo, 6 de noviembre de 2011

Festival de cine de Sevilla. Grandes películas españolas.

Se ha estrenado en el Festival de Sevilla. "Las olas" viene de ganar en el festival de Moscú los premios a la mejor película, al mejor actor protagonista y el galardón de la crítica. Según su creador, "escribí pensando en una vida gris, dañada por una herida de hace sesenta años que intenta restañar". "Por eso vuelve a esa playa, a esa herida, sin cerrar como tantas otras cosas en este país".

Álvarez-Novoa, que tiene tres películas a concurso en el certamen, describió a Morais como un cineasta "minucioso". "Es extremadamente exigente, meticuloso. Tenía una visión muy clara de la película, que las cosas suceden dentro de los personajes. Me decía siempre: "No levantes las cejas". Laia Marull, que entra a mitad de la película y hace estallar el metraje, confesó que acababa de haberla visto, "Salgo tocada de la proyección. Ya en guión sentí esa fuerza, ese efecto recíproco entre los personajes. El uno abre al otro y viceversa. Gracias a cada uno el espectador conoce al otro". Morais tiene claro que su cine es especial: "Voy más allá de los personajes, apuesto por los espacios, a veces ahí dejo la cámara cuando las personas se han ido. Los sitios cuentan tantas cosas como los personajes. Provengo del documental, de los márgenes del cine, y tal vez de ahí también sale mi intención de desnudar emocionalmente a los protagonistas". Ahí está la entraña de Las olas, sin duda una película para no perderse.

Hace poco fui a ver "La voz dormida". La crítica no la ponía bien, incluso llegaban a hablar de obra fallida, ("acaba siendo tan prepotente como la España que pretende describir" escribe uno) a pesar de ello me arriesgué y me ha parecido sencillamente genial y absolutamente recomendable. Sólo con la parte de la cena de Navidad de la familia del general o de la nana que le canta la protagonista (Hortensia, la llaman Tensi, Inma Cuesta) a su niña recién nacida poco antes de ser ejecutada, ya merecería la pena para un amante del buen cine. La película es dura, sin duda, pero infinitamente más dura fue la vida, para los vencidos de la guerra civil, en esa época. En Benito Zambrano tenemos un gran director y la actriz secundaria, Pepita (María León), hace un papel tan genial que por momentos se convierte en actriz principal. La descripción de las cárceles trasciende la película para adentrarse de lleno en el terreno del documental. Toda la película destila realidad social de aquella época tan inhumana. Y al contrario de lo que se afirmó por parte de algún crítico sobre "Los fantasmas de Goya" (otra genial película, sobre la época de la historia de España que le tocó vivir al genial pintor, de 2006 del director Miloš Forman, una produccion hispano-estadounidense) acusándola de "maniquea", en esta, la realidad es poliédrica y concede los dones de la bondad y la compasión también a ciudadanos de familias de derecha, evitando que aparezcan sólo como atributos de la izquierda.

"La voz dormida" narra la historia de dos hermanas separadas por la dictadura franquista, ya que una de ellas se encuentra encerrada en la madrileña cárcel de Ventas, Tensi (Inma Cuesta), y, además, está embarazada. Fue detenida por pertenecer a la guerrilla. Junto a ella se encuentran Tomasa, Reme y Elvira, la más joven.
Pepita (María León), es la hermana de Hortensia y acude a verla siempre que hay visita. Nunca ha querido pertenecer al Partido Comunista y vive con un constante miedo en el cuerpo. Se ha trasladado desde su pueblo en el Sur hasta Madrid para poder estar cerca de su hermana. Aunque no quiere involucrarse mucho, terminará haciéndole algunos recados a su hermana para que esta se ponga en contacto con su esposo, que está escondido en la sierra. Allí conocerá a Paulino (Marc Clotet), un valenciano de familia burguesa que lucha junto a su cuñado. A pesar de la dificultad de la relación se enamoran apasionadamente.
Mientras, Hortensia es juzgada y condenada a muerte, pero la ejecución no se llevará a cabo hasta después del parto. De forma que Pepita intentará luchar por todos los medios para evitar la ejecución mientras lucha por sus sentimientos y será la madre que críe en esos duros tiempos a su sobrina huérfana recién nacida. El guión se basa en la novela de Dulce Chacón.
Aquí otra opinión crítica, de Jose María Lama.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Luisa Sobral, la nueva cantante portuguesa que está triunfando en la Península Ibérica.



Luisa Sobral ha sido la nueva revelación en el siempre innovador panorama de la canción y de la música portuguesa.
"Luisa Sobral es la gran sorpresa artística lusa, tiene 23 años y su álbum de debut se títula The cherry on my cake, incluye temas cantandos en portugués e inglés y es, además, en sus propias palabras, un sueño inspirado en Paris y el cine francés."(rtve)



Si te gusta el mestizaje en música, la fusión con base de jazz, (Soft Jazz) te gustará Luisa Sobral. A continuación tienes sus próximas actuaciones en España y en Portugal y aquí su Agenda, para seguir sus conciertos.

11 Novembro/November Cartagena Jazz Festival - Spain
13 Novembro/November Festival Internacional de Jazz de Barcelona - Spain
14 Novembro/November Casino Lisboa Casino Lisboa
17 Novembro/November Madrid-Sala Galileo Galilei - Spain Galileo Galilei
19 Novembro/November Palco Z - Berlengas Agenda Cultural
2 Dezembro/December Vodafone Mexefest - Lisboa
16 Dezembro/December Guimarães-C.C.Vila Flor

lunes, 31 de octubre de 2011

NORUEGA. Un manual de buena vida

Es el país que mejor funciona de Europa. Crece, no tiene paro, su deuda es mínima y está en cabeza de las clasificaciones sobre desarrollo humano. Es una sociedad que ha reconciliado el individualismo de sus habitantes con una idea de proyecto en común. Y ha triunfado. El petróleo ha hecho el resto. El atentado del mes de julio indica que la integración de la inmigración es su asignatura pendiente. Así es la potencia más silenciosa.

Sencilla en su complejidad como ocurre siempre en la arquitectura nórdica; alzada sobre el mar; inmersa en un inmaculado parque de adoquines sembrado de violetas en el que cuando surge un despistado rayo de sol brota una marea de bebés y pensionistas en atuendo deportivo; con nueve siglos de historia, la catedral luterana de Stavanger, en la costa suroeste de Noruega, está considerada la más antigua del país. Su interior, mudo, pulcro, sobrio, sin imágenes, en el que las viejas tablas del suelo crujen bajo los pasos de los fieles, es el mejor reflejo del frugal estilo escandinavo de interpretar la vida, donde el lujo y el alarde son un pecado cívico y moral. El negro y el gris son los colores de este país: de su cielo gran parte del año; del salvaje mar del Norte; de la discreta ropa de su gente; de las rancheras suecas y alemanas; de las calles de Oslo. El negro y el gris mimetizan a los noruegos con su entorno, los uniformizan y hacen que sea difícil detectar la diferencia de clases. "No pienses que eres especial", rezaba la filosofía igualitarista del país...

Así son los noruegos. Un pueblo que, más allá de la riqueza que le proporciona el mar, sus bosques y el petróleo, ha basado su éxito económico y social en reconciliar su individualismo, herencia de un pasado de pescadores y campesinos aislados en cabañas de madera y en contacto íntimo con una naturaleza bella y dura; pobres, libres, puritanos y autosuficientes, con el extremo opuesto: con un profundo sentido comunitario que apuesta por el bien de todos, la igualdad, la solidaridad y, sobre todo, la confianza en el Estado niñera, que se ocupa sin grietas aparentes del bienestar de sus ciudadanos a través de las más generosas y antidiscriminatorias prestaciones sociales del planeta. Al tiempo, regula extensas parcelas de la vida de los noruegos (su educación, salud, pensiones, relaciones laborales y distribución de la riqueza) sin que a nadie parezca molestarle.

En Noruega, el servicio militar es obligatorio, y el 95% de las escuelas, públicas. El IVA alcanza el 25%. El petróleo es de propiedad estatal. Y los buenos estudiantes reciben generosos préstamos del Estado para matricularse en las mejores universidades del mundo. El Estado controla hasta el consumo de alcohol, cuyo monopolio ostenta a través de la red de tiendas Vinmonopolet, únicos comercios en Noruega donde se pueden comprar licores de más de 4,75 grados a un precio hasta tres veces más caro que en España. Una de las aficiones favoritas de los noruegos es saquear de bebidas alcohólicas y cartones de cigarrillos los anaqueles de las tiendas libres de impuestos de los aeropuertos en cuanto salen de su país. Una botella de whisky es un regalo siempre bien recibido en un hogar noruego. Sus anfitriones le acogerán descalzos, risueños, rodeados de niños, con una tarta casera y expresándose en un inglés perfecto.

Al mismo tiempo que el sueño igualitario del Estado de bienestar, acuñado tras la II Guerra Mundial y que ha estructurado desde entonces la convivencia en Europa (con partidos democristianos o socialdemócratas en el poder) se pone en cuestión ante el avance del neoliberalismo y por la crisis financiera, Noruega, una de las inventoras del sistema del bienestar, lucha por continuar en esa dirección; está en su ADN; navega por libre, como hace mil años, cuando sus antepasados vikingos se lanzaban al mar a tumba abierta en sus drakkar hacia Reino Unido, América (aún sin descubrir) y Bizancio. Noruega no ceja. Representa una equilibrada mezcla de capitalismo y colectivismo. De mercado y planificación, idealismo y realismo, neutralidad y afán de influencia, ingenuidad y estrategia. La cuestión es dar para recibir. "Soy generoso con mis impuestos porque el Estado es generoso conmigo". Un contrato entre la comunidad y el individuo que dura hasta la muerte. "Somos ciudadanos libres e iguales en la misma dirección", me dirá un sindicalista. En Noruega tiene más responsabilidad el que más tiene. Y no es difícil saber quién es. La información sobre los ingresos de cada ciudadano es pública a través de Internet.

Noruega camina discreta y sin aspavientos por esa tercera vía que le ha convertido en una potencia silenciosa; un próspero Estado ni emergente ni emergido que ocupa desde hace 30 años la primera posición en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Sus niveles de desempleo son anecdóticos; su renta por habitante, la mayor del planeta; su crecimiento, tras tres ejercicios titubeantes, se acercará este año al 3%; su deuda soberana es la más sólida del planeta, y tiene una completa paridad de género por ley tanto en el sector público como en el privado. Arnie Hole, directora general de Infancia, Igualdad e Inclusión Social, nos confirma que su ministerio tiene un presupuesto de 5.000 millones de euros (mil euros por habitante) "más que la suma de los ministerios de Pesca, Agricultura y Cultura juntos". El Estado de bienestar llega hasta el diseño y la arquitectura, que, según regula el Gobierno, debe "elegir soluciones ecológicas y energéticamente sostenibles, ser de buena calidad, promovida por el conocimiento y la competencia y visible internacionalmente". El Estado se reserva el papel de "salvaguardar el entorno cultural y velar por la herencia arquitectónica". Es una declaración de principios. Cuando pregunto a Andreas Vaa Bermann, arquitecto y director de la Fundación para la Promoción de la Arquitectura Nórdica, cuál es el objetivo del diseño en este país, contesta como un relámpago: "Mejorar la vida de la gente".

Noruega no se parece a nada; tampoco al resto de los Estados nórdicos, bajo cuyo yugo transcurrió parte de su historia. Los noruegos aún arrastran cierto complejo de inferioridad hacia sus vecinos. Aliviado en las últimas décadas por el bálsamo de los petrodólares. Hasta los años setenta, Noruega era el hermanito pequeño de Escandinavia. Unos campesinos aislados. "Lo que más deseaba un noruego era tener un Volvo con un chófer sueco", explica una profesora de la capital. "En parte lo hemos logrado; todos los camareros de Oslo son suecos; cobran más que en su país (no menos de 2.000 euros), y son más mundanos que nosotros".

Los noruegos no fueron tan cosmopolitas como los daneses ni tuvieron la tradición industrial y militar de los suecos; no tuvieron colonias ni participaron en guerras. En torno a esas pacíficas señas de identidad, Noruega iría acuñando una marcapaís de Estado frío, fiable y eficaz. Gracias a esa imagen ha conseguido una influencia internacional superior a su peso real. Noruega se ha convertido en el donante más generoso en cooperación internacional y un eficaz actor en la resolución de conflictos internacionales, como ocurrió en 1993 con los Acuerdos de Oslo, entre Arafat y Rabin con Bill Clinton de testigo, que se negociaron en secreto en la sede del FAFO, un think tank socialdemócrata. O, más recientemente, con la ex primera ministra laborista Gro Harlem Brundtland, muy activa en el proceso de paz del País Vasco.

Noruega ha seguido siempre su camino. En los mismos días en que estallaban los totalitarismos en Europa a comienzos del siglo XX, abolía la pena de muerte y se convertía en la sede del Nobel de la Paz. El primer rey del nuevo Estado, Haakon VII, exigió antes de ocupar el trono un referéndum para que el pueblo dijera si le quería; ganó; cuando tuvo que nombrar en los años veinte un primer ministro de izquierdas, profirió una frase que su pueblo recuerda con orgullo: "Soy también el rey de los comunistas".

El mar se convirtió pronto en su motor industrial gracias a la pesca y el transporte marítimo, unido a la generación de electricidad debido al gran caudal de agua dulce del país. Los noruegos se especializaron en diseñar barcos capaces de afrontar las peores condiciones y en la construcción de obras públicas. Viajar por la irregular y bellísima geografía del país supone atravesar decenas de estilizados puentes inmersos en la naturaleza, túneles interminables y navegar en sofisticados ferries sólidos como rompehielos. Ese dominio de la ingeniería le resultaría esencial cuando descubriera petróleo como embrión para desarrollar una industria nacional y no echarse en los brazos de las multinacionales. Hoy, Noruega, además de crudo, exporta conocimiento e innovación.

Su camino ha sido diferente al del resto de los países nórdicos. Para empezar, los noruegos optaron en dos referendos, en los años setenta y noventa, por dar la espalda a la Unión Europea (a la que sí pertenecen Finlandia, Suecia y Dinamarca). Ellos dicen que fue para salvaguardar sus cuotas de pesca y agricultura; lo que realmente querían defender era una soberanía nacional que no habían conseguido hasta zafarse en 1905 de Suecia en un pulso que ganaron sin pegar un tiro. Noruega es un pueblo viejo, pero un Estado joven. Empapado de romanticismo nacionalista. Celoso de sus tradiciones. A la primera de cambio, sus habitantes se lanzan a la calle ataviados con trajes regionales y la bandera nacional ondeando en la mano.

Dentro de esa línea de reafirmación nacional, los noruegos han defendido con ardor su modelo de sociedad frente a las instituciones europeas. Están, pero no están. No son miembros de la Unión Europea, pero forman parte del Espacio Económico Europeo. Han vuelto a poner en valor su particular visión de la sociedad y ese camino les ha mantenido a salvo de la recesión y los estertores del Estado de bienestar. La riqueza petrolera que engrasa toda la economía del país les hace reafirmarse en esa tercera vía; les proporciona 200.000 empleos y la mitad de sus exportaciones. Y un papel global: Noruega ya es el segundo exportador de gas y el tercero de crudo a nivel planetario.

No quieren cambiar. No lograron hacerlo los nazis a lo largo de una cruel invasión y administración del país durante cinco años a través del gobierno de un noruego títere (que hoy ningún noruego quiere recordar); ni los soviéticos, que les liberaron de Hitler para retirar a continuación su ejército sin exigir nada a cambio. Noruega, que tiene frontera con Rusia, fue el único Estado que Stalin no absorbió tras ocuparlo militarmente. Sin embargo, en 1948, un Gobierno de izquierdas anclaba la seguridad de Noruega a Occidente ingresando en la OTAN. Demostraban que su especialidad era navegar por aguas turbulentas. "Estar en la OTAN era una cuestión de subsistencia como país", explica un diplomático. "Teníamos a la URSS sobre nuestras cabezas y necesitábamos sentirnos seguros y dedicarnos a reconstruir el país, que estaba destrozado tras la guerra y con un 30% de desempleo. Estábamos con Estados Unidos en la Alianza, pero al tiempo nos negábamos a que la España de Franco entrara en la ONU. Teníamos una economía muy regulada y dirigida por el Estado. Éramos muy rojos".

Noruega representa un modelo irrepetible de sociedad nacido del aislamiento de una población escasa (cinco millones en un territorio con un tamaño de más de la mitad del de España) y homogénea en raza, cultura, religión y forma de vida (en los años setenta, un 94% de los ciudadanos eran de origen noruego, y un 86%, de religión protestante), cohesionada a través de un pasado de opresión por parte de sus vecinos y con una gran riqueza en recursos naturales. Con ese escenario uniforme y la omnipresencia del Estado, que regulaba las relaciones laborales y se aseguraba de que antes que una ley llegara al Parlamento hubiera consenso entre las fuerzas políticas, el progreso no se hizo esperar. El modelo funcionó en Noruega mucho antes de encontrar petróleo. El problema llegaría a partir de los noventa con la avalancha de inmigrantes que iba a desequilibrar esa eficiente sociedad monocolor. Hoy, con un 12% de población de origen extranjero, la tradicional confianza del noruego hacia sus vecinos se ha comenzado a agrietar; las formaciones xenófobas, a crecer (como en el resto de países nórdicos), y el Estado de bienestar, a sufrir conmociones que no estaban previstas.

La iglesia luterana (la oficial en este país) hizo también su aportación a ese cóctel social que hoy se etiqueta como modelo noruego: su sentido frugal e igualitario de la vida inspirado en el trabajo duro y la responsabilidad. La comunidad protestante asumía un doble papel de solidaridad y de control del individuo. Una función que después adoptaría el Estado. La ética del trabajo tiene mucho que ver con el milagro noruego. Sus habitantes son profundamente competitivos, trabajan desde jóvenes y vuelan pronto del hogar paterno; a cambio, saben que cuentan con el colchón del Estado si vienen mal dadas. Los noruegos se necesitan. Todos deben trabajar. Todos tienen que ganar mucho dinero, pagar muchos impuestos y gastar mucho (en un país donde una cerveza cuesta diez euros). El pleno empleo es la espina dorsal del modelo. Trabajas y pagas impuestos para costear la educación de los jóvenes y las pensiones de los viejos, al igual que esos viejos financiaron con sus impuestos tu educación y esos jóvenes pagarán tus pensiones en el futuro. El sistema se basa en el empleo y la confianza. Los noruegos se consideran ciudadanos iguales que marchan en la misma dirección. Sin distinción entre hombres y mujeres. Todos deben trabajar desde jóvenes: hombres, mujeres e inmigrantes. Ganar lo mismo. Y pagar impuestos. Lo confirma la directora general de Igualdad, Arnie Hole: "La igualdad tiene un componente moral, pero el principal motivo es económico. Una economía moderna y competitiva necesita las mejores cabezas y manos sin mirar de qué raza o sexo son. No podemos permitirnos el lujo de perder los mejores talentos. Y no se trata solo de fijar cuotas, estas deben ir acompañadas de políticas sociales para reconciliar el trabajo y la vida familiar. Tenemos que apoyar a las mujeres; si no, el desafío por alcanzar las posiciones más altas de su profesión será todavía demasiado alto para ellas y los niños no nacerán. Y los niños deben nacer porque son una inversión de futuro. Ninguna mujer en Noruega debe ser forzada a elegir entre su familia y su carrera. Ese es aquí un valor básico. Hemos creado 10.000 guarderías; las mujeres pueden coger un año de permiso maternal con el 80% del sueldo (o 10 meses con el 100%), y los hombres, 12 semanas. Hemos conseguido que el 80% de las mujeres trabajen y, al mismo tiempo, que el 82% tengan hijos menores de 10 años. Ese es nuestro futuro".

A partir de esos elementos, los noruegos han construido una sociedad donde la distancia que separa a los ricos de los pobres es pequeña. Están convencidos de que la desigualdad es corrosiva y corrompe a las sociedades. Algunos dicen que Noruega es el último Estado socialista de Europa. La sede del Partido Laborista, inspirador del modelo noruego desde los años treinta, en el número 2 de la Youngstorget de Oslo, parece confirmarlo con su estilo arquitectónico limítrofe con el realismo soviético. Como en Noruega casi todo encierra una paradoja, en el entorno de la simbólica sede de la izquierda noruega se da cita la juventud dorada noruega en los restaurantes de moda.

¿Es Noruega el último Estado socialista de Europa? Ante la pregunta, el ministro de Finanzas, el laborista Sigbjørn Johnsen, sonríe y pasa a otro tema. Al final de la entrevista, su director de comunicación pone las cosas en su sitio con gesto helado: "Socialistas, sí, pero democráticos".

Recorriendo los pasillos art nouveau del edificio del Gobierno hasta llegar a la oficina de Johnsen, las ventanas del ministerio aparecen rotas y cubiertas por placas de contrachapado. Las puertas están fuera de sus marcos. La del despacho del ministro tiene un boquete en el centro. Todo el barrio gubernamental se encuentra en las mismas condiciones. Cercado y en obras. Atravesado por andamios. Estamos en la zona cero de Oslo. Los destrozos son resultado de la bomba colocada por el ultraderechista Anders Breivik el pasado 22 de julio; a consecuencia de la explosión, fallecieron ocho personas; a continuación, Breivik acabó a tiros con la vida de 69 jóvenes simpatizantes del Partido Laborista en la isla de Utøya. Suponía la mayor conmoción sufrida por este país desde la II Guerra Mundial. Hoy, sin embargo, los ciudadanos parecen decididos a olvidar la tragedia; algunos claveles marchitos sujetos a las vallas son el único rastro de aquellos terribles días de julio. Los noruegos están decididos a no variar su estilo de vida. En el barrio, la presencia policial es mínima y es posible acceder a algunos edificios oficiales sin pasar por un arco de seguridad. Se pueden pasar días en Oslo sin cruzarse con un policía. El ministro de Finanzas conjura la tragedia terrorista afirmando que los cimientos de la sociedad noruega siguen siendo el diálogo y el consenso. "Nadie va a acabar con eso. No vamos a cambiar. No vamos a quedarnos en casa. Ha sido un hecho terrible, pero aislado". Es la misma respuesta orgullosa que darán la mayoría de los noruegos a los que interrogo sobre las consecuencias del atentado del ultraderechista Breivik: "¡No vamos a cambiar!". Si se le pregunta al ministro si lleva escolta, responde con un guiño: "A veces sí y a veces no...".

Hasta el 23 de diciembre de 1969 Noruega creció gracias al sudor de sus ciudadanos. Ese día encontraron petróleo. Nadie lo esperaba. Lo llamaron "El regalo de Navidad del 69". Dos años más tarde comenzaba la producción. Los noruegos no sabían nada de petróleo. Aprendieron. La gestión de su riqueza petrolera es considerada un éxito económico y social. En tres décadas, Noruega se ha convertido en un país petrolero que da empleo a 200.000 personas, con una tecnología avanzada y que opera en cuarenta países del mundo. En Noruega, la riqueza del oro negro ha alcanzado a toda la sociedad. Lo confirma el sociólogo Jon Eric Dolvik: "Integrar en la economía doméstica noruega la economía del petróleo; lograr que repercutiera positivamente en la gente corriente y, al tiempo, fuera un negocio global, ha sido para nosotros un logro brutal; el petróleo se ha convertido en una gran fuerza productiva, en una bendición".

El objetivo del Estado noruego ha sido obtener el máximo valor económico del sector en su conjunto en comparación con lo que podría obtener por la simple venta del gas y el petróleo. Nada más descubrir crudo, el Gobierno noruego redactó los diez mandamientos del sector, que decían que el petróleo era propiedad de los noruegos; que el Gobierno tendría el control y la gestión de las operaciones; que el país necesitaba crear una industria propia; que el sector debía ser respetuoso con el medio ambiente y que ese descubrimiento debía proporcionar a Noruega un papel eminente en política exterior. Los mandamientos se han cumplido.

Noruega podía haberse convertido en un Estado holgazán, corrupto y opaco que sobornara a sus ciudadanos con bajos impuestos para comprar su silencio ante el despilfarro, el nepotismo y la falta de transparencia estatales en la gestión de los ingresos del oro negro, como había ocurrido en otros países productores, como las monarquías del Golfo, Irán, el Irak de Sadam, la Libia de Gadafi, la Venezuela de Chávez o la Rusia de Putin. Noruega eligió su camino. En cuanto los petrodólares comenzaron a fluir a finales de los ochenta, un Gobierno laborista creó el Fondo Gubernamental de Pensiones (más conocido como Fondo del Petróleo), donde serían depositados los ingresos y beneficios públicos del petróleo para ser invertidos en los mercados de todo el mundo (según un riguroso esquema ético de inversiones que proscribe a las empresas tabaqueras, nucleares, armamentistas y que emplean a población infantil). Con los beneficios del fondo se pagarían las pensiones de los noruegos cuando el petróleo dejara de fluir. Solo un 4% de los beneficios podría ir cada año a las arcas públicas para equilibrar el presupuesto del Estado. El resto, a la hucha común pensando en el Estado de bienestar de las generaciones venideras. "Eso es sostenibilidad real", afirma un alto funcionario.

El edificio del Banco de Noruega, el envoltorio de hormigón y cristal que aloja el Fondo del Petróleo, es el más bunkerizado de este país. Enfrente se encuentra el restaurante en el que trabajaba de camarera Mette-Marit Tjessem antes de convertirse en princesa. Para acceder al Fondo del Petróleo hay que atravesar un estrecho control de armas a través de una sofisticada y claustrofóbica cápsula; en una sala de contratación con el aire frenético de Wall Street, Dag Dyrdal, director de Estrategia, explica que el noruego es el primer fondo de pensiones público del mundo con 400.000 millones de euros en activos; tiene inversiones en 10.000 compañías y oficinas en Nueva York, Shanghái, Londres y Singapur. "Somos transparentes, fiables y miramos el mundo a largo plazo. Este fondo es el resultado de una sociedad democrática, abierta y responsable. Pensamos en perspectivas más largas que una legislatura. Esto no es de un partido o de otro"...

El País Semanal, 30-10-2011.

Islandia, el camino que no tomamos

Los mercados financieros están celebrando el pacto alcanzado en Bruselas a primera hora del jueves. De hecho, en relación con lo que podría haber sucedido (un amargo fracaso para ponerse de acuerdo), que los dirigentes europeos se hayan puesto de acuerdo en algo, por imprecisos que sean los detalles y por deficiente que resulte, es un avance positivo.
Pero merece la pena retroceder para contemplar el panorama general, concretamente el lamentable fracaso de una doctrina económica, una doctrina que ha infligido un daño enorme tanto a Europa como a Estados Unidos.
La doctrina en cuestión se resume en la afirmación de que, en el periodo posterior a una crisis financiera, los bancos tienen que ser rescatados, pero los ciudadanos en general deben pagar el precio. De modo que una crisis provocada por la liberalización se convierte en un motivo para desplazarse aún más hacia la derecha; una época de paro masivo, en vez de reanimar los esfuerzos públicos por crear empleo, se convierte en una época de austeridad, en la cual el gasto gubernamental y los programas sociales se recortan drásticamente.
Nos vendieron esta doctrina afirmando que no había ninguna alternativa -que tanto los rescates como los recortes del gasto eran necesarios para satisfacer a los mercados financieros- y también afirmando que la austeridad fiscal en realidad crearía empleo. La idea era que los recortes del gasto harían aumentar la confianza de los consumidores y las empresas. Y, supuestamente, esta confianza estimularía el gasto privado y compensaría de sobra los efectos depresores de los recortes gubernamentales.
Algunos economistas no estaban convencidos. Un escéptico afirmaba cáusticamente que las declaraciones sobre los efectos expansivos de la austeridad eran como creer en el "hada de la confianza". Bueno, vale, era yo.
Pero, no obstante, la doctrina ha sido extremadamente influyente. La austeridad expansiva, en concreto, ha sido defendida tanto por los republicanos del Congreso como por el Banco Central Europeo, que el año pasado instaba a todos los Gobiernos europeos -no solo a los que tenían dificultades fiscales- a emprender la "consolidación fiscal".
Y cuando David Cameron se convirtió en primer ministro de Reino Unido el año pasado, se embarcó inmediatamente en un programa de recortes del gasto, en la creencia de que esto realmente impulsaría la economía (una decisión que muchos expertos estadounidenses acogieron con elogios aduladores).
Ahora, sin embargo, se están viendo las consecuencias, y la imagen no es agradable. Grecia se ha visto empujada por sus medidas de austeridad a una depresión cada vez más profunda; y esa depresión, no la falta de esfuerzo por parte del Gobierno griego, ha sido el motivo de que en un informe secreto enviado a los dirigentes europeos se llegase la semana pasada a la conclusión de que el programa puesto en práctica allí es inviable. La economía británica se ha estancado por el impacto de la austeridad, y la confianza tanto de las empresas como de los consumidores se ha hundido en vez de dispararse.
Puede que lo más revelador sea la que ahora se considera una historia de éxito. Hace unos meses, diversos expertos empezaron a ensalzar los logros de Letonia, que después de una terrible recesión se las arregló, a pesar de todo, para reducir su déficit presupuestario y convencer a los mercados de que era fiscalmente solvente. Aquello fue, en efecto, impresionante, pero para conseguirlo se pagó el precio de un 16% de paro y una economía que, aunque finalmente está creciendo, sigue siendo un 18% más pequeña de lo que era antes de la crisis.
Por eso, rescatar a los bancos mientras se castiga a los trabajadores no es, en realidad, una receta para la prosperidad. ¿Pero había alguna alternativa? Bueno, por eso es por lo que estoy en Islandia, asistiendo a una conferencia sobre el país que hizo algo diferente.
Si han estado leyendo las crónicas sobre la crisis financiera, o viendo adaptaciones cinematográficas como la excelente Inside Job, sabrán que Islandia era supuestamente el ejemplo perfecto de desastre económico: sus banqueros fuera de control cargaron al país con unas deudas enormes y al parecer dejaron a la nación en una situación desesperada.
Pero en el camino hacia el Armagedón económico pasó una cosa curiosa: la propia desesperación de Islandia hizo imposible un comportamiento convencional, lo que dio al país libertad para romper las normas. Mientras todos los demás rescataban a los banqueros y obligaban a los ciudadanos a pagar el precio, Islandia dejó que los bancos se arruinasen y, de hecho, amplió su red de seguridad social. Mientras que todos los demás estaban obsesionados con tratar de aplacar a los inversores internacionales, Islandia impuso unos controles temporales a los movimientos de capital para darse a sí misma cierto margen de maniobra.
¿Y cómo le está yendo? Islandia no ha evitado un daño económico grave ni un descenso considerable del nivel de vida. Pero ha conseguido poner coto tanto al aumento del paro como al sufrimiento de los más vulnerables; la red de seguridad social ha permanecido intacta, al igual que la decencia más elemental de su sociedad. "Las cosas podrían haber ido mucho peor" puede que no sea el más estimulante de los eslóganes, pero dado que todo el mundo esperaba un completo desastre, representa un triunfo político.
Y nos enseña una lección al resto de nosotros: el sufrimiento al que se enfrentan tantos de nuestros ciudadanos es innecesario. Si esta es una época de increíble dolor y de una sociedad mucho más dura, ha sido por elección. No tenía, ni tiene, por qué ser de esta manera. -PAUL KRUGMAN, El País de los Negocios. 30-10.20011

sábado, 29 de octubre de 2011

La que están liando los griegos

Desde luego, la maldad de los griegos no tiene límite. No contentos con hundirse ellos mismos, desestabilizar el euro, contagiar sus problemas a media Europa y poner el planeta entero al borde del abismo, ahora también dejan con el culo al aire a nuestra banca campeona del mundo.
¿Cómo? ¿Que la exposición de la banca española a la deuda griega es mínima, sólo 800 millones? Bueno, y qué: los pérfidos helenos han demostrado con creces su capacidad de causar estragos mundiales siendo una economía minúscula, así que no minusvaloren su potencial destructivo.
Ahí tienen: una nueva cumbre sobre “el problema griego” termina con una ampliación fantasma (nadie sabe cómo se hará) del fondo de rescate, nuevas exigencias de reformas a Italia o España, y una recapitalización bancaria de 106.000 millones donde los más necesitados son los que menos exposición tienen a la gripe griega. Ah, sí, y también una quita a Grecia, para salvar algo de una deuda que muchos daban ya por irrecuperable.
Como a patrióticos no nos gana nadie cuando de bancos se trata, ayer todos sacábamos pecho por nuestras entidades: “castigo”, “maltrato”, “injusticia”, “arbitrariedad”. Pues muy bien, pero a mí no me salen las cuentas: llevamos año y pico con el MacGuffin de Grecia, y hacia lo que vamos es a una gran recapitalización bancaria, pues los expertos coinciden en que los 106.000 millones no son definitivos. En el caso español, por ejemplo, sigue haciéndose la vista gorda con el verdadero activo tóxico, que no es ni la deuda griega ni la española, sino el ladrillo.
Así que sigo pensando que ni Grecia ni las deudas soberanas ni el déficit público (otro MacGuffin): el verdadero problema de Europa es desde el principio de la crisis su sistema financiero, que no es que tenga activos tóxicos, sino que es tóxico todo él. Acaba de pasar con Dexia, rescatado, se supone, porque se ahogaba en deuda griega; pero su actual gestor ha reconocido que la entidad francobelga era más un fondo especulador que un banco. Mientras, cada cumbre añade otro piso al castillo de naipes. A ver cuánto aguanta. Isaac Rosa. Público.

jueves, 27 de octubre de 2011

Nos engañan como a chinos

¿Bastará la recapitalización de la banca europea en 108.000 millones, como bendijo ayer la cumbre? ¿O conviene inyectarle 200.000 o 300.000 más, como predican, quién da más, ciertos analistas?

La respuesta es que nos están engañando como a chinos. Porque nadie sabe, ni puede saber hoy cuánto capital necesita, si 108.000, la mitad o el triple. Por la sencilla razón de que el supuesto de base está en tela de juicio: contra la creencia general, el capital de la banca no se está erosionando sobre todo por la mella en el precio de los bonos públicos que anida en sus balances.

El equívoco llegó hace un mes con el Informe del FMI sobre la Estabilidad Financiera Global: "El contagio de los riesgos soberanos al sector bancario ha supuesto tensiones de financiación a muchos bancos que operan en la eurozona y ha deprimido su capitalización bursátil". El FMI sugería una cifra de 204.000 millones, no de pérdidas, sino de afectación genérica.

De ahí pasamos a conclusiones de despeñadero. El valor de la banca europea en Bolsa ha perdido desde principio de año 273.000 millones de euros; 1,5 billones desde diciembre de 2007. Y la peña empezó a atribuir ese desastre enteramente a la deuda soberana periférica en turbulencia.

Dos valientes trabajos recientes desacreditan esa suposición. El economista Guntram Wolff acaba de calcular que solo "la exposición a la deuda soberana griega ha sido determinante para la valoración bursátil de la banca, sobre todo de la situada en Grecia" y que la exposición a la deuda española e irlandesa "no parece haber afectado a la de los bancos del corazón de la eurozona" (Is recent bank stress really driven by the sovereign debt crisis?, Bruegel, 12 de octubre). Y el periodista Miguel Jiménez demostró (EL PAÍS del domingo) que Dexia no cayó por culpa del deterioro de la deuda periférica remansada en su balance, que no alcanzó los 4.000 millones: aún le quedarían 13.000 millones de capital y superaría así el listón de solvencia exigido desde ayer, el 9%, si no fuera por su verdadero tumor, la tenencia de activos tóxicos.

Son pues, sobre todo, los remanentes de las hipotecas-basura titulizadas, otras deudas incobrables enmascaradas en CDO y en España, el exceso de crédito inmobiliario imprudente, los culpables de la debilidad bancaria europea. Junto a los efectos jibarizadores convencionales de un estancamiento económico: más morosidad, mayor carestía de los depósitos. Culpar a los bonos periféricos es errar el tiro, y agravar el problema de la deuda.

Por eso es todavía más escandaloso que la UE, intoxicada por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) con sede en Londres, apruebe recortar el valor de los bonos públicos en manos bancarias hasta su precio de mercado y en cambio no imponga revisar los activos privados tóxicos y diezmar su precio hasta el real. No sabemos, pues, a cuánto asciende la fiebre de la banca enferma y, por tanto, si la medicina de 108.000 millones es suficiente, exagerada o mediopensionista. Pero no lo duden: los ayatolás de los mercados la considerarán escasa.

Para mayor inri, el desaguisado se dobla de discriminación, pues a alguna banca, como a la española, la EBA le niega que compute como capital las reservas genéricas anticíclicas acumuladas desde 2.000, esa hucha de la cigarra laboriosa y paciente impuesta por el Banco de España: a fecha de hoy, cerca de 8.500 millones.

Y además la Unión se queda corta en el reto moral. Si la banca acaba abrevando otra vez dinero público, no basta con que congele temporalmente dividendos y bonus: también salarios. Debería, en cuanto pudiese, repartir un "dividendo público", al sector público, como postula el democristiano Jean-Claude Juncker, y acoger a sus representantes en sus consejos. Lo resume el lema del ministro conservador sueco Anders Borg: "El objetivo es salvar al sistema financiero, no a sus accionistas". XAVIER VIDAL-FOLCH 27/10/2011

Maruja Torres

José María Aznar: cuarto consejero más votado, en la junta de accionistas del negocio de Rupert Murdoch. Ustedes se asombrarán. Yo, no.
En primer lugar, por las características de News Corporation, que es lo que en el argot actual se conoce como “un conglomerado mediático”, para no decir un superpoder que actúa por encima de la ley cuando le conviene. En mi juventud, conglomerado era esa materia hecha con desperdicios de madera que, presionados, se convertían en tablas para estanterías baratas. No sé si en Ikea se sigue utilizando. En el mundo de la comunicación, sí.
Entre los materiales que News Corporation comprime para sacar el máximo beneficio con destino a sus accionistas se encuentran todo tipo de virutas: el espionaje telefónico, la coacción a víctimas del terrorismo, la explotación del escándalo, la connivencia con políticos a alto nivel, mediante chantaje o soborno, y la mentira. Sobre todo, la mentira. Sin complejos. Ahí es donde el consejero español da la talla. La da también en otro requisito imprescindible para el grupo, al que pertenece la ínclita cadena Fox News: su afinidad con el sionismo y con el Tea Party.
En la misma junta en donde se premió a Aznar por sus méritos —y por lo que puede conseguirles cuando la derecha y su FAES se hagan del todo con este país—, se castigó levemente a los responsables del espionaje telefónico. Pero no se hagan ilusiones. No fue porque los inversores descubrieran, horrorizados, que habían cometido delitos en su nombre. Fue por dejarse pillar.

Todos sabían. Todos saben. Ser accionista —de un conglomerado, de una empresa, de un banco— es también, hoy más que nunca, una cuestión moral.

El mundo que trabaja lo hace actualmente para ellos. En medio, los capataces fieles. Esa y no otra es la nueva carrera de Aznar.

martes, 25 de octubre de 2011

Una bala en cada cráneo, canicas, un crucifijo, un corsé ortopédico... Objetos y vidas que han escrito un renglón larguísimo de un volumen de historia descomunal.

He aquí una fosa común setenta y cinco años después de que dejasen caer en ella, a lo loco, los cuerpos de los muertos. A algunos los fusilaban al pie mismo de la sepultura, para que llegaran a ella caminando, un modo de ahorrar costes, economía de guerra que se dice. Aunque solo vemos un tramo, la zanja, encontrada en un pueblo de Burgos, tiene más de 30 metros de largo, treinta metros, se dice pronto, como si fuera un renglón larguísimo de una página gigante de un volumen de historia descomunal. Lo cierto es que una vez desaparecidos los músculos, la piel, las vísceras, todo eso que para abreviar denominamos carne, los esqueletos han adquirido la dignidad de una escritura creativa. Da la impresión de que se hubieran recolocado para hacer de cada hueso una palabra y del conjunto un texto de denuncia. Un texto sin puntos ni comas, sin pausas, sin cesuras, una especie de flujo de conciencia, de discurso mental que conviene leer de corrido, como se fue escribiendo a lo largo de los setenta y cinco años que duró su composición. Junto al curioso alfabeto óseo se hallaron, a modo de ilustraciones, unas canicas pertenecientes, se supone, a dos críos de 18 años. También el corsé ortopédico de un anciano al que los verdugos mearon en la cara mientras agonizaba y el crucifijo de un cura fusilado por rojo; objetos, en fin, de la vida cotidiana, de la cotidianidad de aquellos días de 1936 y posteriores. Muchas balas, asimismo, una en el interior de cada cráneo, como para dotar de una fuerza mortal a una escritura ya de sí potentísima. Se deja leer como una novela.JUAN JOSÉ MILLÁS 23/10/2011, en El País Semanal. Video musical aquí.

lunes, 24 de octubre de 2011

La economía estadounidense

Treinta puntos de la economía estadounidense que explican su situación catastrófica
24 de julio de 2011

VÍCTOR J. SANZ / TERCERA INFORMACIÓN – Los republicanos aprovechan los vientos que azotan la cuestionable política exterior estadounidense para desestabilizar más aún al Gobierno de Obama.

La decisión de los republicanos de abandonar las negociaciones sobre la crisis de la deuda nacional, en las que se pretendía alcanzar un acuerdo sobre un nuevo límite de dicha deuda, no ha sentado bien a Obama, quien asegura que les ofreció “un acuerdo extraordinariamente justo”.
La propuesta de Obama pasa por la subida de impuestos para las rentas más altas, lo que aumentaría los ingresos y podría evitar que la situación desemboque en una inminente suspensión de pagos.
Obama tiene dudas sobre las verdaderas intenciones de los republicanos al negarse a negociar un acuerdo tan importante para el país y se cuestiona a qué pregunta los republicanos responderían “sí”.
El pasado miércoles, los republicanos votaron a favor de eliminar totalmente la aportación que Estados Unidos hace anualmente a la Organización de Estados Americanos (OEA), 44,2 millones de dólares y que supone más del 50% de los ingresos totales de la organización. Esta cantidad se queda en una auténtica miseria si se compara con el presupuesto militar estadounidense que, para 2011, superará los 700.000 millones de dólares, el equivalente al 43% del total mundial.
Con estas cifras no es de extrañar que el Gobierno de los Estados Unidos se enfrente a serios problemas económicos que podrían adquirir tintes apocalípticos, la figura del impago técnico acecha al gigante americano.
Un estudio elaborado por varios analistas internacionales argumenta 30 circunstancias objetivas de la economía estadounidense que explicarían la situación crítica a la que se enfrenta:
· 1. Ahora la deuda nacional del país es de unos 14,3 billones de dólares.
· 2. Hace 30 años el índice era 14 veces menor.
· 3. El primer billón de dólares en deuda se acumuló en EE. UU. desde el período de la presidencia de George Washington (1789-1797) hasta la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989).
· 4. Desde entonces y hasta hoy el país ha aumentado la deuda nacional otros 13 billones de dólares.
· 5. Más de un tercio de la deuda total del planeta pertenece a los Estados Unidos.
· 6. Si se divide la deuda nacional entre el número de hogares estadounidenses, resulta que cada familia tiene una deuda de 125.000 dólares.
· 7. Durante el período 2007-2010 el PIB creció un 4,26% y la deuda nacional un 61%.
· 8. La deuda soberana de EE. UU. aumenta cuatro millones de dólares diarios. (Aquí se puede seguir el aumento de la deuda en tiempo real)
· 9. Cada minuto el país toma préstamos por valor de dos millones de dólares.
· 10. La deuda total de las compañías hipotecarias más grandes del país (Fannie Mae, Freddie Mac, Sallie Mae) ha crecido desde 3.2 billones a 6,4 billones en 2011.
· 11. Los servicios no prestados por las autoridades en el marco del programa nacional de Seguridad Social y Medicare (seguro médico subsidiado para ancianos) alcanzan los 60-100 millones de dólares.
· 12. Por el momento, Estados Unidos pide prestado 41 centavos por cada dólar que gasta.
· 13. Los empleados del Gobierno federal recibieron 447.000 millones en concepto de salarios en 2010
· 14. EE. UU. gasta miles de millones de dólares en investigaciones inútiles o innecesarias para el Estado, por ejemplo, se asignaron 500 millones a un programa para resolver el problema de los niños de cinco años que no pueden “mantener la calma” en el parvulario.
· 15. Los bombardeos de Libia le costaron a EE. UU. unos 600 millones de dólares solo en la primera semana de guerra.
· 16. Un día de guerra en Afganistán cuesta más de lo que se invirtió en la construcción del Pentágono.
· 17. Más de la mitad (59%) de los estadounidenses recibe algún pago por parte del Gobierno federal.
· 18. Los subsidios sociales que reciben en este momento las familias estadounidenses superan los impuestos que pagan.
· 19. En 1950, los impuestos corporativos representaban el 30% de los ingresos del presupuesto; en 2009 solo el 6,6%.
· 20. La deuda soberana estadounidense lleva más de 54 años aumentando.
· 21. El FMI prevé que la deuda nacional de EE. UU. se eleve al 400% del PIB en 2050.
· 22. En 2010 los Estados Unidos asignaron 413.000 millones de dólares en pagos de intereses sobre su deuda nacional.
· 23. Aproximadamente uno de cada cuatro dólares prestados se destina al pago de intereses de la deuda.
· 24. Incluso si las tasas de interés subieran mínimamente, el interés de la deuda nacional aumentaría dramáticamente.
· 25. Si la deuda de EE. UU. se dividiera en billetes de cinco dólares y se pusieran uno sobre otro, esta pila tendría una altura de tres cuartas partes la distancia de la Tierra a la Luna.
· 26. Si se hiciera una cinta de un billón de billetes de diez dólares, se podría envolver la Tierra más de 380 veces, y esto no utilizaría toda la deuda nacional de EE. UU.
· 27. Si Bill Gates donara todo lo que posee al Estado, sería posible cubrir el déficit presupuestario del país solo durante 15 días.
· 28. Si una persona gastase un millón de dólares anuales en el período transcurrido desde el nacimiento de Jesucristo hasta el día de hoy, el gasto será 500 veces menos de un billón de dólares. La deuda de EE. UU. excede los 14 billones. Y este año va a solicitar un préstamo de otro billón de dólares.
· 29. Si se gastase un dólar cada segundo, harían falta 31.000 años para gastar un billón de dólares.
· 30. Si Estados Unidos empezara a pagar su deuda en proporción de un dólar cada segundo, ajustaría sus cuentas dentro de 440.000 años.

domingo, 23 de octubre de 2011

Discurso de Leonard Cohen al recibir el Premio Principe de Asturias

Leonard Cohen en TVE
Federico García Lorca. Biografía.Otra reseña biográfica, del Instituto Cervantes. Romances y Poemas.
Guitarras flamencas Conde hermanos, de C/ Arrieta, 4 Madrid. España / Tlfno: (0034) 91 541 8738 / Fax (0034) 91 542 58 55 / e-mail:fconde.guitarras@felipeconde.es



Leonard Cohen compuso la música y la letra, adaptación en inglés, basándose en el poema “Pequeño vals vienés” de Federico García Lorca,
(after Lorca)
Now in Vienna there’s ten pretty women
There’s a shoulder where Death comes to cry
There’s a lobby with nine hundred windows
There’s a tree where the doves go to die
There’s a piece that was torn from the morning
And it hangs in the Gallery of Frost
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz with the clamp on it’s jaws
Oh I want you, I want you, I want you
On a chair with a dead magazine
In the cave at the tip of the lily
In some hallways where love’s never been
On a bed where the moon
has been sweating
In a cry filled with footsteps and sand
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take it’s broken waist in your hand
This waltz, this waltz, this waltz, this waltz
With it’s very own breath of brandy and Death
Dragging it’s tail in the sea
There’s a concert hall in Vienna
Where your mouth had a thousand reviews
There’s a bar where the boys have stopped talking
They’ve been sentenced to death by the blues
Ah, but who is it climbs to your picture
With a garland of freshly cut tears?
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz it’s been dying for years
There’s an attic where children are playing
Where I’ve got to lie down with you soon
In a dream of Hungarian lanterns
In the mist of some sweet afternoon
And I’ll see what you’ve chained to your sorrow
All your sheep and your lilies of snow
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
With it’s ‘I’ll never forget you, you know!’
This waltz, this waltz, this waltz, this waltz …
And I’ll dance with you in Vienna
I’ll be wearing a river’s disguise
The hyacinth wild on my shoulder,
My mouth on the dew of your thighs
And I’ll bury my soul in a scrapbook,
With the photographs there, and the moss
And I’ll yield to the flood of your beauty
My cheap violin and my cross
And you’ll carry me down on your dancing
To the pools that you lift on your wrist
Oh my love, Oh my love
Take this waltz, take this waltz
It’s yours now. It’s all that there is
(basado en Lorca)
Ahora en Viena hay diez preciosas mujeres.
Hay un hombro sobre el que la muerte llora.
Hay un hall de entrada con novecientas ventanas.
Hay un árbol, al que las palomas van a morir.
Hay un trozo que fue separado de la mańana.
Y está colgado en la Galería del Hielo.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma este vals con la mordaza de sus mandíbulas.
Oh te quiero, te quiero, te quiero.
En una silla con una revista muerta.
En una cueva, con el trozo de un lirio.
En algunos pasillos donde el amor
nunca ha estado.
En una cama donde la Luna ha sudado.
En un sollozo lleno de pisadas y arena.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma su cintura rota en tu mano.
Este vals, este vals, este vals, este vals.
Con su aliento a brandy y a muerte.
Arrastrando su sobra hacia el mar.
Hay una sala de conciertos en Viena
Donde tu boca fue mil veces comentada.
Hay un bar donde los chicos han dejado de hablar,
condenados a muerte por el blues.
Ah, pero ¿quién se sube a tu imagen
con una guirnalda de lágrimas recién cortadas?
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma este vals que ha estado muriendo durante años.
Hay un ático donde los niños están jugando.
¿Dónde tendré que acostarme contigo?
En un sueño de linternas húngaras
entre la niebla de una dulce tarde.
Y veré lo que has encadenado a tu desdicha
Todas tus ovejas y tus lirios de nieve.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Con su “yo nunca te olvidaré, ya sabes”.
Este vals, este vals, este vals, este vals…
Y bailaré contigo en Viena
Llevaré un disfraz de río.
El jacinto silvestre en mi hombro.
Mi boca en el rocío de tus muslos.
Y enterraré mi alma en un libro de recuerdos,
con las fotografías allí y el moho.
Y me rendiré ante la inundación de tu belleza.
Mi violín barato y mi cruz.
Y tú me llevarás hacia abajo con tu baile,
a las piscinas que levantas en tu muñeca.
Oh mi amor, oh mi amor.
Toma este vals, toma este vals.
Es tuyo ahora. Es todo lo que hay.

La CAM suprime el seguro médico y la cesta de Navidad

-La entidad ve prioritario el recorte y espera ahorrar cinco millones
ÍÑIGO DE BARRÓN - Madrid - 23/10/2011
La alicantina Caja Mediterráneo (CAM) no regalará turrón estas Navidades a sus 6.400 empleados porque se ha suprimido la tradicional cesta. Pese a ser un producto de la tierra, ha caído víctima del recorte de costes. Tampoco habrá juguetes de Reyes. Todas las partidas consideradas no estratégicas han pasado por la tijera para hacer más atractiva a la CAM en la subasta actual. A la vez, se aceleran las medidas más importantes: el cierre de 107 oficinas y el ERE que afectará a casi mil trabajadores. Los responsables del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que dirigen la caja, se reunieron con los sindicatos a finales de la semana pasada y les anunciaron que también desaparecía el seguro médico privado así como las retribuciones en especie (renting para utilización de coches) y algunos autobuses gratuitos. Recursos Humanos afirmó que con las medidas complementarias se podrían ahorrar unos cinco millones, según fuentes sindicales.
A la vez, la CAM ha pedido a una parte de los empleados, aquellos que están en las oficinas que atienden a más público, que trabajen dos horas todas las tardes. "Es una época de mucho trabajo en la banca porque llegan las campañas de planes de pensiones y de la declaración de la renta", recuerdan en la entidad. Los trabajadores se quejan de que la sugerencia "es una obligación".
Los sindicatos se opusieron a los recortes. El terreno estaba abonado. La CAM ha aparecido en todos los medios por las vergonzosas prejubilaciones de los responsables del desastre: el ex director general, Roberto López, que se fue con casi cuatro millones, y su sucesora, María Dolores Amorós, que se colocó una pensión vitalicia de 370.000 euros. No es la mejor caja para exigir que la plantilla se apriete el cinturón. Pero la entidad está nacionalizada para evitar la quiebra y ha perdido 1.136 millones hasta junio... Seguir leyendo en El País.