viernes, 28 de abril de 2017

_--Aniversario de la muerte de Gramsci

_--El intelectual marxista es un clásico porque sus aportaciones fueron cruciales para el progreso del conocimiento, pero los intentos de apropiarse de sus ideas y de extraer de su obra lo que en ella no hay han contaminado su dimensión real

Antonio Gramsci,  uno de los fundadores del partido comunista italiano,  murió en las cárceles fascistas a los cuarenta y seis años.


El 27 de abril de 1937 moría Antonio Gramsci. Las privaciones sufridas durante los 10 años de cárcel acabaron con la frágil salud del preso político más temido por Mussolini. Se convirtió en el símbolo de la lucha antifascista en Italia. Era “el Gramsci de todos”. El Partido Comunista Italiano se consideraba el depositario principal del legado de uno de sus fundadores. Otras izquierdas evocaban al Gramsci impulsor del movimiento de los “consejos de fábrica” con la intención de resaltar su flanco más radical o bien el más democrático. Liberales italianos de la talla de Piero Gobetti consideraban a Gramsci un renovador progresista de la tradición inaugurada en el Risorgimento. Este gran intelectual admiraba en aquel joven periodista “el fervor moral, escepticismo e insaciable necesidad de ser sincero”. Y Benedetto Croce comentaba tras la muerte de aquel: “Como hombre de pensamiento era uno de los nuestros, de aquellos que en los primeros decenios del siglo en Italia se esforzaron en formarse una mente filosófica e histórica adecuada a los problemas del presente”.

¿Por qué Gramsci llegó a convertirse en el intelectual y político marxista más admirado de la segunda mitad del siglo XX? El interés lo despierta, en primer lugar, su personalidad, su carácter y las circunstancias que lo modelan; también, su sensibilidad e inteligencia; la enorme fortaleza mostrada desde pequeño ante su imperfección física (“ese sardo jorobado”, como lo llamaba Mussolini,) y ante la adversidad en general; en resumen, su humanidad. Todo ello se transparenta en su escritura y estilo intelectual. Buena parte de los escritos anteriores a la prisión son artículos en prensa; los Cuadernos de la cárcel son borradores con la intención de volver una y otra vez sobre los grandes asuntos. En las Cartas se sigue el rastro de sus avatares: aislamiento en la prisión, desafecto de los compañeros más próximos de partido, agravamiento de la enfermedad y la crisis emocional que le produce la relación con las personas más queridas.

La trayectoria intelectual y política de Gramsci refleja aquel momento de entreguerras: el auge de los extremismos; una mayor fusión entre las masas y la política, intelectuales y vida pública. En este marco acomete un análisis propio, agudo, de la sociedad y el Estado en Occidente. Ha comprendido como pocos el calado del fascismo y la derrota de la revolución en Europa. En los últimos años da muestras de una conciencia escindida y un fundado temor por el futuro del proyecto político al que se mantuvo fiel hasta el final. Su reflexión se desarrolla en condiciones muy precarias. No solo avanza su enfermedad; también, su escepticismo y pesimismo. En el pensamiento de Gramsci asoman de manera intermitente tensiones entre libertarismo y estrategia leninista, aprecio a sus maestros liberales y lealtad al socialismo marxista; entre inspiración originaria de la Ilustración y el sesgo autoritario del movimiento comunista internacional. Su obra representa el último intento de recomposición del marxismo como pensamiento práctico; un intento original, penetrante, ambiguo y, a la postre, no consumado.

Tras su muerte se multiplica el conocimiento de su honestidad intelectual, lucidez e integridad moral. Sin embargo, tanta admiración iba a convertirse en un obstáculo para descubrir al “Gramsci de Gramsci”. Lamentablemente, este ha sido más interpretado que leído con respeto. Y entre tantas lecturas, su dimensión real queda contaminada: ha primado el intento de explotar la autoridad moral de su vida, apropiarse de sus ideas y extraer de su obra lo que en ella no hay. No pocas veces se retuerce el sentido de sus afirmaciones; o se instrumentan categorías centrales del código gramsciano. El desafío es cómo rescatar a Gramsci de hagiógrafos y comentaristas dispuestos a utilizar su figura para un roto o un descosido.

Gramsci ha vuelto a la actualidad política española. Más pretextos que buenas razones explican ese retorno. A mitad de los años ochenta del siglo pasado, el filósofo argentino Ernesto Laclau, junto a la politóloga Chantal Mouffe, compusieron una versión “posmoderna” de las categorías de Gramsci. Les sirvió más tarde para remozar el populismo peronista y dar una apariencia teórica al tosco “socialismo bolivariano”. Esa versión la importó Podemos de la mano de Íñigo Errejón, quien no solo consiguió hacer inteligible esa chocante versión, sino convertirla en soporte doctrinal de su formación política y uno de sus recursos de seducción. Una vez más la ingente personalidad de Gramsci estimula una enésima resurrección del interés por el político italiano al precio de hacer decir a Gramsci lo que no dice y aparecer como lo que no es.

Se trata de una operación interpretativa tan alambicada como carente de anclaje historiográfico y que he analizado detenidamente en Revista de libros (diciembre de 2016). Este sofisticado ejercicio discursivo sobre los conceptos de Gramsci tiene tales efectos polisémicos que termina “deconstruyendo” la figura histórica de aquel. Resuelve de modo extemporáneo y ajeno a su forma de pensar dilemas tan dramáticamente experimentados por él como los siguientes: entre autonomía moral de las personas y autogobierno colectivo, hegemonía y democracia, teoría y praxis, razones y emociones. Interpretar a Gramsci desde un prejuicio posmoderno, posfactual y con intención populista supone desconsiderar los supuestos ilustrados de la propuesta gramsciana de aggiornamento del marxismo y distorsiona el alcance de sus categorías provocando un maltrato de sus ideas hasta hacerlas irreconocibles. Al proceder al vaciado del Gramsci histórico se obvia cualquier constricción proveniente de sus escritos, intención y contexto. Según el universo conceptual de estos intérpretes, Gramsci opera como uno de sus múltiples “significantes”, lo que permite instrumentalizarlo discursiva, emocional y simbólicamente. Se pierde el sentido genuino de su figura y obra, se diluye el valor y el alcance de sus propias contradicciones; también, su autenticidad.

Tomarse a Gramsci en serio es no obviar su condición radical de “pasado ausente”. Respetando su historicidad podremos rastrear con cierta corrección epistémica e integridad intelectual al Gramsci real. De esta manera, se desvanece también la ingenua pretensión de hallar en él un menú de recetas para tratar un presente cuyos rasgos básicos se obvian. A los textos de Gramsci podría aplicarse aquello de que “con fecha se entienden todos; sin fecha, ninguno”. En fin, tratemos a Gramsci como un clásico. Lo es no porque aborde los asuntos de siempre, sino por la forma en que lo hace; no porque consideremos perennes sus aportaciones sino porque fueron cruciales para el progreso del conocimiento. Un clásico es aquel cuyo proyecto ya no cabe aplicar pero de cuyo bagaje no podemos prescindir.

Ramón Vargas-Machuca Ortega es catedrático de Filosofía Política y autor de El poder moral de la razón. La filosofía de Gramsci (Tecnos, 1982).

http://elpais.com/elpais/2017/04/26/opinion/1493216043_062565.html

La cultura según Gramsci
¿Una broma de mal gusto?
Gramsci abrazó la fe antes de morir (? una infamia más)


Nuestro Gramsci, M. Monereo 

La vuelta a Europa en 60 lenguas Gaston Dorren publica en España 'Lingo', una obra amena y muy legible sobre la diversidad lingüística del continente y su íntimo vínculo con las personas.

Si las concepciones comunes sobre el mundo fueran como las que se tienen sobre la lengua, la gente pensaría tranquilamente que la Tierra es plana y que el Sol gira alrededor. El ciudadano actual, incluso el culto, tiene curiosos preconceptos sobre la primacía de la lengua escrita sobre la hablada, sobre qué es hablar mal y bien, o sobre la identidad entre lengua y comunidad política. Como de costumbre, lo mejor para salir de la ignorancia es viajar, y eso es lo que permite esta guía lingüística de Europa.

Sin salir de nuestro continente, sin necesidad de apelar a las lenguas africanas o a las indígenas americanas, el especialista holandés Gaston Dorren describe tal diversidad de lenguas y comportamientos humanos que el resultado es un soplo de aire fresco, una sana invitación a relajar nuestras ideas al respecto. Lingo ayuda a comprender la arbitrariedad de muchas soluciones lingüísticas, pero al tiempo su íntimo vínculo con las personas. La obra cubre 60 lenguas europeas: lenguas auténticas, no dialectos ni variantes; aunque la misma definición puede ser espinosa: como reza el tópico, una lengua es un dialecto con ejército. No hace falta que cada una tenga un Estado propio, ni que sea la única en su territorio (en Europa el multilingüismo es lo más frecuente), y ni siquiera que tenga un sistema de escritura racional. Y, por supuesto, no hace falta que las rija una academia de la lengua.

La mayoría vienen del tronco común indoeuropeo (que puede alejarse hasta India, de donde viene la lengua de los gitanos) y sólo una del tronco afroasiático (el maltés). Pueden tener millones de hablantes (el alemán o el español) o estar extintas (caso del dálmata); o, todavía más asombroso, pueden haber resucitado (como el córnico, el habla de Cornualles). Pueden escribirse en alfabeto latino, en el árabe, en cirílico, o ir cambiando de uno a otro, como ocurrió en Azerbaiyán. Pueden tener 20 sonidos vocálicos (inglés) o sólo 5 (como nosotros), y 30 consonánticos (como el gaélico escocés) o nuestra veintena. Las lenguas con sonidos más abundantes tendrán que meterlos con calzador en la horma de los alfabetos existentes, añadiendo a sus letras comitas, remates para diferenciar los sonidos (como en el turco) o bien usando combinaciones de dos letras (como el galés). Por supuesto, la plasmación escrita de los sonidos puede ser regular (como ocurre, aunque no lo parezca, en polaco) o altamente irregular (como en inglés). Pueden tener siete casos (como el alemán) o ninguno; un verbo invariable o una conjugación endemoniada. Pueden haber variado a lo largo de su historia o haber permanecido asombrosamente anclados en el tiempo (como el islandés).

Las lenguas configuran en cierta medida la forma de ver el mundo físico (el debatido caso de las distintas palabras para “nieve” en lenguas árticas), pero en lo que seguro que influyen es en las relaciones sociales. Y ahí se puede ver la fuerza de los hablantes, que pueden decidir recuperar una lengua muerta o moribunda (inútil, según criterios prácticos), o moldear la que tienen en uso. Este fue el caso del sueco, con su modificación de los tratamientos de respeto, o el actual debate español sobre uso del masculino gramatical para abarcar a las mujeres. También influyen las autoridades, que pueden ordenar que se cambie de alfabeto para acercarse a otras lenguas consideradas de prestigio, como pasó en turco. En resumen: una lengua son sus hablantes y lo que quieren y pueden hacer de ella. Pero más allá de sus rarezas, todas sirven a las relaciones humanas y reflejan la historia: un divertido apartado recorre los apellidos que significan “herrero”, como Ferreira, Lefèvre, Smith o Kowalski.

La obra, amena y muy legible, está dividida en capítulos, dedicados cada uno a una lengua. No faltan las artificiales (el esperanto, curiosamente compleja para ser inventada) ni las de signos (que tienen su propia complejidad). De cada una se exponen los préstamos que ha dado a otras, así como sus palabras exclusivas, que tal vez merecerían exportarse, como el holandés uitwaaien, “pasar unos días de descanso en un lugar ventoso, frío y con lluvia”, o el húngaro ­madárlátta: la comida que se lleva para comerla fuera de casa pero que vuelve a casa sin ser consumida.

Como ejemplo viviente de lo que narra, Lingo procede de la versión inglesa de un original neerlandés (nombre oficial de la lengua holandesa). Su traducción es más que eso, porque se ha llevado a cabo una cuidadosa adaptación y ampliación de datos para lectores hispanohablantes. Su responsable, José C. Vales, tiene la doble condición de filólogo y novelista (ganador de un reciente Premio Nadal), y ambas se notan en su sensible y cuidadosa labor.

Lingo. Guía de Europa para el turista lingüístico. Gaston Dorren. Traducción de José C. Vales. Turner, 2017, 38 páginas. 21,85 euros

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/03/babelia/1491230852_894797.html#tabla

jueves, 27 de abril de 2017

80 aniversario del bombardeo de Gernika. Los vascos no quemaron Gernika.

Joseph Lang
Tages-Anzeiger

La tarde del 26 de abril de 1937, la “Legión Cóndor” encuentra condiciones meteorológicas propicias para la destrucción de la ciudad de Gernika, en el País Vasco. Las noticias de este bombardeo, que duró tres horas, circulan rápidamente.

En efecto, cuatro corresponsales especiales de medios prestigiosos -el Times de Londres, el New York Times y la agencia Reuters- se encontraban por casualidad en la pequeña ciudad vasca poco antes o poco después del ataque aéreo. Sus informes detallados, basados en observaciones directas y numerosos testimonios de supervivientes, despiertan una ola de indignación mundial.

“Los propios vascos han quemado Gernika”: solo algunos titulares de prensa repetirán esta grosera mentira. Entre ellos, el Vaterland de Lucerna, conservador católico, y la Neue Zürcher Zeitung (NZZ).

Un “episodio”
No obstante, en un primer momento estos dos periódicos ofrecieron una información correcta. En el caso de la NZZ, gracias a su corresponsal londinense, que cita ampliamente al Times en un artículo publicado el 29 de abril. La propia redacción de la NZZ, en un artículo en primera página de la edición del 30 de abril, presenta el bombardeo como hecho, con el título de “Guernica”. Sin embargo el texto intenta sobre todo relativizar el acontecimiento calificándole de “episodio”, declarando que quien creyera en “una destrucción intencionada por los aviones alemanes” estaría en un error. La utilización de bombas incendiarias corresponde “sin duda alguna a las consideraciones más elementales sobre las necesidades militares”, escribe la NZZ.

Más en concreto, el texto articula una fuerte crítica contra Inglaterra que mantendría “una polémica artificial” contra la España de Franco y Alemania. La NZZ sospecha que el gobierno conservador de Londres lleva a cabo una campaña contra “el bombardeo de una “ciudad sin defensa””, con el objetivo de justificar sus propios esfuerzos de “rearme”. Un argumento que será repetido y saludado por los medios de la Alemania nazi.

Los vascos calificados de incendiarios
Frente a las reacciones indignadas, los generales franquistas hacen declaraciones diversas y a veces contradictorias. La noche del 27 de abril, Franco comienza por negar la intervención de un ejército del aire extranjero. Afirma que son los vascos los que habrían incendiado la ciudad. Y que el lunes en cuestión, las condiciones atmosféricas no habrían permitido un ataque aéreo. Algunas de las declaraciones siguientes ponen en cuestión el bombardeo, arguyendo que el martes y el miércoles, la bruma típicamente vasca llamada “sirimiri” habría impedido cualquier intervención aérea.

Los franquistas tardan varios días en ponerse de acuerdo sobre el día preciso en el que no destruyeron Gernika. En realidad el bombardeo del lunes tuvo lugar en condiciones meteorológicas ideales. Solo a partir del martes el tiempo se hizo nuboso y lluvioso.

Propaganda alrededor de despachos de agencias
El 29 de abril, la NZZ publica, sin ningún comentario, dos de estas declaraciones franquistas en forma de despachos de agencia de prensa muy abreviados. En la edición del mediodía, el periódico cita una declaración que confunde las fechas pero informa correctamente el tiempo que hacía. La edición de la tarde se refiere al mismo comunicado franquista que el día precedente, indicando la buena fecha pero falsificando las condiciones atmosféricas. A pesar de las contradicciones evidentes de Franco, y la coherencia de los artículos de los periodistas anglosajones, en su edición del 2 de mayo, la NZZ pone en cuestión el bombardeo de Gernika acusando a las “milicias vascas” de la destrucción de la ciudad. Un nuevo artículo del 3 de mayo publica dos fotos de las ruinas, con un comentario que evoca las dos versiones presentando, no obstante, la de Franco como la más creíble.

Por su parte, el periódico Vaterland está en un dilema: los vascos son en efecto las fuerzas más católicas de España. Es probablemente ésta la razón por la que la edición del 1 de mayo no imputa la destrucción de Gernika a unos buenos cristianos como los vascos, sino a los “dinamiteros asturianos”, es decir a los mineros de izquierdas. El 4 de mayo, el Vaterland hace una lectura incorrecta de un despacho de Reuters evocando el tipo de avión Heinkel 111, y plantea así la cifra improbable de “155 aviones” que habrían participado en el ataque.

Esta difusión de “fake news” franquistas se explica únicamente por un estado de ceguera ideológica. En su edición del 4 de mayo, el Vaterland defenderá la credibilidad del general Franco, explicando que éste sería alguien reconocido como “un soldado y un hombre de honor”. Y el 7 de mayo de 1937, el corresponsal de la NZZ en España se burlará de la “desgraciada república enana de Euskadi”.

En realidad, la voluntad de destruir la autonomía y la democracia vasca fue el motivo principal del bombardeo de Gernika.

P.S. Tres días después de la aparición de este texto en el Tages Anzeiger, la NZZ ha publicado un artículo interesante de su corresponsal en España, que aborda el bombardeo de Gernika y los acontecimientos de conmemoración organizados ochenta años después de los hechos. La edición en papel no dice ni palabra sobre el tratamiento periodístico de Gernika por NZZ de la época. La versión en línea da cuatro enlaces a ediciones aparecidas poco después del ataque, omitiendo la del 2 de mayo de 1937, que imputa la destrucción de la ciudad a las “milicias vascas” y la del 7 de mayo, que ironiza sobre la república vasca. Tampoco se mencionan los artículos que se felicitaban por la caída de Bilbao, en un espíritu muy alejado de una actitud neutral.

Joseph Lang

Artículo publicado en el diario de Zurich Tages-Anzeiger del 18 de abril de 2017. http://blog.tagesanzeiger.ch/historyreloaded/index.php/621/die-basken-haben-guernika-selber-angezuendet/
Traducido de
http://alencontre.org/europe/espagne/histoire-les-basques-ont-eux-memes-brule-guernica.html

Joseph Lang publicó un artículo sobre el mismo tema en Le Temps el 9/05/2012. De 2003 a 2011 fue miembro de los Verdes y consejero nacional. Anteriormente había militado en las filas de la Liga Marxista Revolucionaria (LMR/RML) y del Partido Socialista Obrero (PSO/SAP). Fue elegido al ayuntamiento de Zoug como miembro del PSO. En 1986 fue uno de los fundadores del SGA (Alternativa Socialista Verde de Zoug). Desde 1982 es uno de los animadores del Grupo por una Suiza sin Ejército (GSSA). Es historiador de formación. Su interés por la “cuestión vasca” data de hace mucho. Su tesis [durante su elaboración vivió en Donostia y militó en LKI. Ndt], presentada en la Universidad de Zurich en 1980 fue publicada en 1983 por ISP-Verlag (y en 1988 en una versión ampliada). Tiene por título Das baskische Labyrinth. Unterdrückung und Widerstand in Euskadi (Red. A l´Encontre).

Traducción: Faustino Eguberri para Viento Sur

https://www.bbc.com/mundo/media-39706314

_--Pablo Neruda, Barrio sin luz

_--¿Se va la poesía de las cosas
o no la puede condensar mi vida?
Ayer -mirando el último crepúsculo-
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.

Las ciudades -hollines y venganzas-,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios.

Sangre de un arrebol sobre los cerros,
sangre sobre las calles y las plazas,
dolor de corazones rotos,
podre de hastíos y de lágrimas.

Un río abraza el arrabal
como una mano helada que tienta en las tinieblas:
sobre sus aguas se avergüenzan
de verse las estrellas.

Y las casas que esconden los deseos
detrás de las ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa.

Lejos... la bruma de las olvidanzas
-humos espesos, tajamares rotos-,
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos.

Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra.

_--“No respetamos en absoluto la inteligencia de los niños” La escritora Lea Vélez publica una novela en contra de la educación estandarizada.

_--“Mamá, si el agua no tiene color, ¿por qué la vemos?”. “¿Por qué el sol, si es fuego, arde en ese espacio sin oxígeno?”. “A lo mejor Dios existe porque es una metáfora”.

Estos niños, de curiosidad extrema e inteligencia fuera de lo común, se llaman Richard y Michael, cuando planteaban estas preguntas tenían cuatro y seis años, y hoy, si quisieran, podrían demandar por plagio a su madre, la escritora Lea Vélez (Madrid, 1970) por reproducir sus diálogos, coma por coma, en Nuestra casa en el árbol (Destino), una novela-manifiesto contra la educación estandarizada, que es la historia de su familia hecha ficción.

En realidad, la segunda parte de su historia, la que comienza cuando enviuda, en 2011, y debe asumir sola la crianza de dos niños, superdotados como ella, que sufren como cualquier otro las flaquezas de un sistema de enseñanza “más basado en la memoria que en la reflexión”. Porque la primera, el relato de cómo acompañó a su marido hasta la muerte por cáncer ya la contó, y con gran éxito, en primera persona, en El jardín de la memoria (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).

“De alguna forma estoy construyendo un retrato de lo que nos va pasando, pero me aburro rápido. Una vez que he hecho algo no me interesa volver a hacerlo igual”, explica Vélez. “Por eso decidí escribir desde la ficción. Eso sí, con retales de la realidad”.

La protagonista de Nuestra casa en el árbol (Destino), un canto a la libertad, la felicidad del ahora y el amor, no se llama Lea sino Ana, no tiene dos sino tres hijos, y no vive en Madrid; se marchó al sur de Inglaterra al hostal que heredó de su marido para escapar del dolor y de un sistema educativo que amenazaba con malograr la estabilidad emocional de sus hijos y frustrar sus vocaciones.

“Suele ocurrir que a los superdotados los toman por vagos o por tontos”, dice Vélez —que acabó por matricular a Michael y Richard en el sistema británico de enseñanza— con un discurso incendiado e incendiario. “Los profesores lo achacan a todo salvo a que están aburridos. Me ocurrió con mis hijos. Yo me decía: ‘Si con cinco años me están preguntando la composición del sol, ¿cómo dicen en el colegio que no les interesa nada?’. ¿Cómo les va interesar si aún les están enseñando a colorear y les obligan a escribir cien veces ‘el pato patea el patio’. La pasión de uno de mis hijos por la física era tal que necesitaba saber cómo se llaman los planetas, cómo giran. Hay que darles alpiste... si no, se rebelan. No estamos respetando en absoluto la inteligencia de los niños. Que si son sucios, ruidosos, les hablamos con lengua de trapo... Los despreciamos de una manera que ríete de la lucha de la mujer”.

La gran metáfora de esta denuncia la tiene en su jardín en Villanueva de la Cañada (Madrid). Es una casa que construyó, tablero a tablero, durante un año, sobre las ramas de una encina para demostrar a sus hijos que una mujer puede hacer lo que se proponga. Mientras sube las escaleras y abre la trampilla de acceso explica el paralelismo: “Te tienes que adaptar al árbol como a las necesidades de los niños. La gente me decía: ‘¿Por qué no te vas a Leroy Merlin y te compras un kit y lo subes?’. Y ves que no puedes porque te tienes que amoldar a las ramas; no puedes poner tornillos a machamartillo y menos en una encina enferma...”.

Lea Vélez despertó tarde a la escritura en una familia fanática de los libros. Hija de Carlos Vélez, el que fuera director de Encuentros con las letras, tenía 24 años cuando sintió la necesidad de convertir sus emociones en palabra escrita. Acababa de terminar periodismo, estaba a punto de iniciar la carrera de guionista, que ejerció durante años —su firma está tras series de televisión como La verdad de Laura— y, sobre todo, se había enamorado de un hombre 20 años mayor, su futuro marido, y necesitaba contarlo. “Luego, cuando murió, el pudor se esfumó, yo que siempre tuve respeto a inventar porque creo que todo está inventado en literatura, encontré de pronto, una voz muy honesta en mi escritura...”.

En Nuestra casa en el árbol, en efecto, no hay rastro de pudor. Hay memoria, humor, reflexión, y un gran homenaje a Michael y Richard, sus brillantes diálogos y sus reflexiones sobre el mundo de los adultos. “Estoy plagiando descaradamente a mis hijos”, confiesa la escritora. Su tercer libro en solitario es una apropiación de vida... ¿debida?

 http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/11/actualidad/1491931385_386100.html?rel=lom

_--Las mejores rutas en bici por Europa

_--Más de 20.000 kilómetros de vías, carriles y senderos acondicionados atraviesan Europa a lo largo de 15 itinerarios ciclistas de largo recorrido, agrupados bajo el proyecto EuroVelo, que en 2020 pretende alcanzar los 70.000 kilómetros. De momento, la red cuenta con 15 rutas señalizadas (aunque no en su totalidad) y alejadas de las grandes carreteras; la última, la EuroVelo 17, a lo largo del río Ródano, entre Suiza y Francia. Otros proyectos, similares en concepto y longitud a EuroVelo, son el estadounidense East Coast Greenway, que recorre la costa este de EE UU a lo largo de 4.667 kilómetros, o el canadiense Trans-Canada Trail, con 18.000 kilómetros de tramos acondicionados entre el Atlántico y el Pacífico.

Francia
La región francesa del Loira, en el centro del país, ofrece a los amantes del cicloturismo una ruta que suma ya 800 kilómetros de vías señalizadas para hacer en bici, aprovechando carriles especiales, caminos de tierra y pequeñas carreteras locales con poco tráfico. El viaje, desde Cuffy hasta el estuario atlántico del río Loira, forma parte del tramo francés de la ruta EuroVelo 6, que llega hasta el mar Negro, y discurre por un paisaje de suaves perfiles entre bosques y castillos. La web Loire à vélo facilita toda la información necesaria para completarla, con mapas de las etapas e información sobre alojamientos (casas rurales, campings y hoteles) donde se dan facilidades a los que viajan en bici, como el servicio de reparaciones.

La ascensión al Puerto del Tourmalet, una de las etapas más duras del Tour de Francia, atrae a ciclistas de todo el mundo a la región de Midi-Pyrénées. Las oficinas locales de turismo ofrecen fotos de recuerdo de la llegada a lo alto del puerto, carnets de ciclista sellados al completar un determinado recorrido y bicicletas eléctricas para aquellos que necesitan una pequeña ayuda en el ascenso. Una alternativa sin cuestas: la vía verde del Canal des Deux Mers, 800 kilómetros de paisajes bucólicos entre Montpelier y Burdeos.

Holanda
Con más bicicletas (18 millones) que habitantes (16,7 millones), más de 32.000 kilómetros de carriles bici y un paisaje formado por grandes llanuras casi sin cuestas, Holanda es perfecta para unas vacaciones sobre dos ruedas. En las oficinas de turismo de Ámsterdam y otras ciudades holandesas se pueden adquirir mapas detallados de los itinerarios. Los hay desde una jornada de duración hasta una semana, como el que circunvala el Zuiderzee, el mar interior de Holanda, una senda de 388 kilómetros entre diques, plantaciones de tulipanes y preciosos pueblos de pescadores. La web de Turismo de Holanda cuenta con un planificador de rutas en bicicleta.

Dinamarca
Con más de 12.000 kilómetros de carriles bicis, pocos relieves y distancias cortas, Dinamarca es otro paraíso para los ciclistas. Su capital, Copenhague, ha hecho de la conciencia ecológica su bandera, y de la bicicleta, su principal medio de transporte (el 36% de sus habitantes se desplazan a diario en bici).

Centroeuropa
Entre los itinerarios más largos y sugerentes para recorrer a ritmo de pedal está la Ruta Ciclista del Danubio, un conjunto de caminos y carriles bici de casi 3.000 kilómetros que atraviesa cinco países (Alemania, Austria, Hungría, Rumanía y Serbia), desde la Selva Negra (Alemania) hasta la desembocadura en el mar Negro (Rumanía), entre lagos, abruptos castillos, ciudades de cuento y bosques salvajes. El tramo austriaco, 250 kilómetros de carril bici entre Passau y Viena, discurre por terreno llano y es el que más servicios ofrece al cicloturista: talleres de reparación, oficinas de turismo y zonas de descanso a lo largo de toda la ruta; albergues y casas rurales a precios económicos que además se ocupan de transportar el equipaje entre las diferentes etapas, y un tren con vagón de carga para bicicletas que enlaza a diario y en ambos sentidos ambas ciudades.

La ruta ciclista del Danubio en Serbia forma parte de la EuroVelo 6, que conecta el Atlántico con el Mar Negro. Dos lecturas muy recomendables para los descansos entre las etapas: Entre los bosques y el agua, de Patrick Leigh Fermor, y El Danubio, de Claudio Magris. La oficina alemana de turismo publica el catálogo Discovering Germany by bike, con información sobre medio centenar de ciclo rutas de largo recorrido, entre ellas la que sigue el curso alemán del Danubio, de 600 kilómetros.

Noruega y Finlandia
El verano brinda la oportunidad de recorrer los fiordos noruegos en bicicleta de montaña. Una de las rutas más populares es la Rallarvegen, de 80 kilómetros, en paralelo a la línea ferroviaria de Oslo a Bergen. Abierta a los ciclistas desde mediados de julio hasta finales de septiembre, se puede completar en dos o tres días. La red Cyclist Welcome de Cycling Norway tiene ofertas de alojamiento. Abierta solo en verano, la Ruta del Archipiélago de Turku conecta, a través de puentes y ferries, cientos de islas de la costa suroeste de Finlandia en un recorrido de casi 250 kilómetros que se puede hacer en bicicleta.

España
Por España discurren tres de las rutas del proyecto EuroVeloLa  EuroVelo 1 (EV1), o Ruta Costera del Atlántico, transcurre entre Cabo Norte (Noruega) y Sagres (Portugal). Su tramo español va desde Irún (Guipúzcoa) hasta Ayamonte (Huelva), siguiendo a su paso por Extremadura el trazado de la antigua Vía de la PlataLa  EV3 enlaza a través de antiguos caminos de peregrinación la ciudad de Trondheim, en Noruega, y Santiago de Compostela, mientras que la  EV8 o Ruta Mediterránea,  comunica Cádiz con Atenas.

El programa Vías Verdes, vías férreas en desuso que han sido recuperadas para los amantes del paseo, suma ya más de 2.000 kilómetros y sigue creciendo, ahora integrado en la red de  Caminos Naturales del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente (Magrama). Su proyecto más ambicioso es la vía verde que unirá el Cantábrico y el Mediterráneo a lo largo del antiguo corredor ferroviario, de 732 kilómetros, que unía Santander y Valencia.

El Anillo Ciclista de Asturias, una ruta circular de 165 kilómetros y ocho etapas por los concejos de Morcín, Riosa, Lena, Aller y Mieres, forma parte de un proyecto de desarrollo rural financiado por el Eje Leader, en el que colaboran casas rurales y empresas de la comarca de la montaña central asturiana. Espubike es una ruta de 146 kilómetros para bicicleta de montaña por el parque regional de Sierra Espuña, en Murcia. Por los alrededores de Madrid se extiende una red de carriles bici y senderos para ciclistas que permite explorar lugares como el parque regional del Sureste, a lo largo de una ruta circular de 63 kilómetros que llega hasta San Martín de la Vega por bosques de ribera y acantilados de yeso horadados de túneles, a largo de la línea de trincheras y fortines del frente del Jarama.

Recomendaciones
Para hacer cicloturismo no se requiere una preparación física especial, aunque sí que es importante la elección de la bicicleta. Las de montaña no son las más apropiadas para largas marchas por terreno llano; para este fin existen bicis especiales de cicloturismo, con ruedas más grandes y un cuadro alto que permite pedalear en posición erguida sin fatigar la espalda. Indispensable llevar un kit anti pinchazos, bomba para inflar las ruedas, cantimplora, casco y un chubasquero, por si llueve. Y para que el viaje sea más confortable, un pantalón culotte acolchado (lo sé por experiencia, las rozaduras escuecen mucho). En algunas rutas ni siquiera hay que cargar con la bici desde casa: en las oficinas de turismo locales informan sobre los puntos de alquiler más cercano y proporcionan mapas y guías de los itinerarios. Foto: JUSTIN LEWIS

http://elpais.com/elpais/2016/04/05/viajero_astuto/1459833720_145983.html?rel=mas

miércoles, 26 de abril de 2017

No me llames letrasado. No hay carreras con más salidas que otras, aún menos en un mercado laboral tan enclenque.

Leo El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers, y pienso que esta pequeña historia situada en una ciudad industrial de Georgia y publicada en 1940 me está contando, a través de una prosa deslumbrante y una gran perspicacia psicológica, la raíz de la herida del racismo en los Estados Unidos y la relación entre dos categorías de pobres, los negros y los blancos. Escucho Strange Fruit, por  Billie Holidaycompuesta en 1939, y siento que en su letra, en sus notas, está contenida la lucha de los derechos civiles y se hace visible el más vergonzoso pecado americano: los linchamientos del  Ku Klux Klan con el aplauso de la buena gente del sur. Veo las fotos sobre la negritud de  Sally Manno leo sus memorias, y agradezco esa sinceridad con la que confiesa que de niña nunca se preguntó por qué la nanny se quedaba en el coche esperando mientras la familia comía en un diner. Leo Americanah, de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y entiendo al fin por qué una africana se convierte en negra cuando pisa los Estados Unidos. Veo el documental  el documental I Am Not Your Negrosobre el compromiso del novelista James Baldwin con la causa de los derechos civiles, y me acerco a comprender, a través del  Samuel L. Jackson, que presta su voz a los ensayos del escritor de Harlem, qué suponía en los 50 y 60 andar por la vida con la conciencia de que tus actos serán sobreinterpretados o malinterpretados a cuenta del color de tu piel. Y de lo que ahora supone ser negro puedo hacerme una idea leyendo a un honroso heredero de Baldwin, el periodista, Ta-Nehisi Coatescon su ensayo Entre el mundo y yo.

Literatura, música, ensayo, periodismo, fotografía, cine. ¿Cuánto hacen estas artes y estos oficios por que comprendamos mejor a nuestros semejantes, los que nos precedieron y los coetáneos? Según el Ministerio de Educación poco ya que la asignatura de Literatura Universal ha sido retirada del segundo curso de bachillerato para moverla a primero. Segundo es el curso en el que, según los expertos, los alumnos están más preparados, más maduros, para sumergirse en profundidad en las novelas que nos dan una perspectiva amplia del mundo. No importa, fuera entonces de la Selectividad. La idea de que deben prevalecer aquellas materias que tengan una relación directa con el mercado laboral cunde. La impone el ministerio pero la secundamos socialmente. En cuanto hay un estudiante con un expediente brillante se activa, con bastante frecuencia, una alianza entre orientadores, padres y profesores para que el alumno o la alumna no desperdicie sus notas en algo que es como un hobby, que no merece la pena. Aquel viejo dicho de “el que vale, vale, y el que no pa' letras” se ha actualizado: en los institutos el término “letrasado” se ha hecho tristemente popular. Y todo parte de una gran falacia que el profesor de Historia Moderna Fernando Manzano Ledesma se empeña tozudo cada año en desmontar. Porque este joven vicedecano de estudiantes y comunicación de la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo era un cerebrín en sus tiempos de instituto y también sintió la presión de los que pensaban que malgastaría su brillante expediente si se matriculaba en Historia. Hace unos años, Manzano Ledesma comenzó a dar charlas en los centros de enseñanza media de Asturias para explicar a los estudiantes cuáles eran las diferentes ramas dentro de la historia, la filología y la filosofía. Se trataba de un encuentro sumario, informativo, pero fue apreciando que lo que necesitaban aquellos estudiantes era un subidón de una autoestima que, tanto el sistema educativo como algunos compañeros, se esmeraban en que fuera lo más baja posible. Lo que transmite este profesor es que la pasión puede más que las supuestas necesidades del mercado: no hay carreras con más salidas que otras, aún menos en un mercado laboral tan enclenque; actualmente, tiene más peso una voluntad empecinada. Les habla Manzano de lo que supone para el no adocenamiento de la sociedad el espíritu crítico, del valor de la belleza y del arte. Les cuenta cómo los estudiantes de Humanidades son los más preparados para discernir dónde está la verdad y dónde el camelo y cómo serán por lógica los que pongan orden en el caótico contenido audiovisual. De hecho, cuenta, la empresa asturiana Touchvie contrata ya a licenciados en Humanidades como catalogadores de su productos en la red.

Si el Ministerio de Educación está decidido desde hace años a borrar del mapa a los futuros pensadores y creadores, debiéramos nosotros rebelarnos, defender convencidos las materias que tan estrechamente ligadas están a nuestra libertad de pensamiento. El profesor Manzano Ledesma acaba siempre sus charlas con una cita de  Baltasar Gracián"Gastan algunos mucho estudio en averiguar las propiedades de las hierbas: ¡cuánto más importaría conocer las de los hombres, con quienes se ha de vivir o morir!". Y lo que ocurre con las personas entusiastas y trabajadoras es que desatan en ti las ganas de actuar, de convertirte en activista de aquello en lo que tan fervientemente crees.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/21/actualidad/1492782903_418507.html