El recorte letal de los gastos sociales supone renunciar a la idea de lo público como elemento fundamental del avance de las sociedades
Martin Gardner, el científico y escritor norteamericano que murió la semana pasada, hizo disfrutar a millones de personas en todo el mundo, atrayéndolas hacia la matemática y la ciencia a través del juego y la capacidad lógica. Fue un ídolo para muchos magos inteligentes, admiradores de sus juegos de cartas, y para centenares de miles de adolescentes a los que enseñó que para enfocar un problema matemático era muy importante dar un paso atrás y ampliar el foco de la mirada. "Pensar alrededor del problema", recomendaba a los seguidores de su columna en la revista Scientific American. Es un buen consejo que quizás deberíamos rescatar ahora, en medio de estos difíciles días.
Si ampliamos el foco de la mirada quizás apreciemos mejor que el problema que encaramos, cómo salir del endeudamiento sin cercenar el crecimiento económico, va a exigir, sin la menor duda, una serie de importantes sacrificios, que no quedará más remedio que asumir, pero que detrás de ellos puede aparecer otro tsunami, todavía escondido, y de peores consecuencias. La crisis no parece que vaya a llevarse por delante los mecanismos del sistema capitalista que han demostrado mayor peligrosidad. Todo lo más, se pretende modificar algunos de los elementos de evidente toxicidad para el correcto funcionamiento del sistema.
Lo que la crisis puede llevarse por delante, lo que, sin que se sepa cómo ni por qué, puede resultar fatalmente dañado en todo este proceso es el concepto de lo público. Ese es el paso atrás que debemos dar para comprender la naturaleza del problema y eso es en lo deberíamos fijarnos.Tony Judt, el historiador británico, está tan alarmado por esa posibilidad que dedica sus últimos días de vida (padece una cruel enfermedad degenerativa) a hacer un llamamiento para que los ciudadanos no cejen en su compromiso político con lo que ha representado la idea de la socialdemocracia. "La socialdemocracia esta hoy en día a la defensiva, pidiendo perdón. Nadie se enfrenta a los críticos que aseguran que el modelo europeo es muy caro o económicamente ineficiente", protesta. Porque nadie parece comprometido con la defensa del servicio público, nadie parece prepararse para sostener y preservar el camino andado.
"El Estado de bienestar sigue siendo popular, y en ningún lugar de Europa se predica la abolición de la sanidad publica, la educación gratuita o la necesidad de mantener transportes eficientes", recuerda Judt, y es cierto. Nadie pone en duda ante los ciudadanos esos avances sociales, pero lo cierto es que todo eso depende también, realmente, de la defensa de lo público...
Por ejemplo, "hay que repensar el papel de los Gobiernos", afirma el historiador inglés. "Si no lo hace la izquierda, otros lo harán por ella". Pero lo más importante quizás sea comprender que "el pensamiento económico de los últimos treinta años no es intrínseco a los seres humanos, sino que hubo un tiempo en el que organizábamos nuestra vida de una manera distinta", afirma Judt.
Su último libro, Ill fares the land (editado por Allen Lane, 256 páginas), ha provocado una fuerte polémica y duras críticas en la izquierda anglosajona. Quizás algunas de ellas están justificadas, pero lo que nunca se le podrá reprochar al historiador británico es que no haya empleado sus últimas fuerzas en preguntarse y en exigir que nos preguntemos ¿y ahora, qué? ¿Cuándo va a empezar el debate en la alicaída izquierda española?. Soledad Gallego en el País Domingo.
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lunes, 31 de mayo de 2010
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