Los Vicini (italianos) y los Fanjul (españoles) imponen la esclavitud a los macheteros haitianos para enriquecerse con el negocio del azúcar en la República Dominicana. En torno al día mundial de los derechos humanos, no podemos olvidarnos del capitalismo salvaje ni de los amigos de los depredadores.
Esta es una historia de despojo y esclavitud contemporáneas.
Ignorancia, estupidez o cultura de la impunidad. “Somos amigos íntimos”, le reconoce la reina Sofía a Christopher Hartley cuando el misionero español le enseña las fotos de la esclavitud en las plantaciones dominicanas de los Fanjul. Y añade: “Nos quedamos en su casa cuando vamos a Miami”. Esclavos en el paraíso es el libro de Jesús García, publicado en España en noviembre, que cuenta la tremenda experiencia de Hartley al descubrir la explotación de los cortadores de caña haitianos en las haciendas de los Fanjul y de los Vicini, dos de las familias más poderosas de la República Dominicana.
El sacerdote lo denunció durante una visita del presidente [de Dominicana] Leonel Fernández a las propiedades de los Vicini: “Está usted en la antesala del infierno. Tan inmensos como estos cañaverales son las miserias, los sufrimientos y el abandono de las gentes que deambulan cada día rebuscando un miserable pedazo de pan. ¿Por qué nos han abandonado en manos del capitalismo más salvaje y cruel?”.
Los esclavos sostienen el lujo del paraíso
“Los que me conocen -dice Hartley- saben que soy más carca que el Concilio de Trento”. Pero cuando llegó a la República Dominicana en 1997 se encontró con miles de haitianos, acarreados ilegalmente desde su país, obligados a cortar caña durante doce horas diarias, a cuarenta grados, por dos euros, sin contrato ni jubilación, sin atención sanitaria y hacinados en miserables poblaciones donde no hay ni agua ni electricidad ni escuelas.
Niños de nueve años recogen la caña cortada por sus hermanos adolescentes. Niñas secuestradas son utilizadas para la prostitución infantil.
Esta esclavitud del siglo XXI es el origen de las fortunas de los Fanjul y de lo Vicini que nunca habían sido cuestionados hasta que reventó la indignación del sacerdote español. Sus denuncias amenazan a la sacarocracia en lo que más les duele: la explotación laboral y el trabajo de los menores violan las condiciones de los acuerdos comerciales para la exportación del azúcar a Estados Unidos y a la Unión Europea. Los Vicini perdieron en los tribunales de Estados Unidos una demanda por difamación contra el documental “El precio del azúcar”, elaborado por Bill Haney con el testimonio de Christopher Hartley.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario