miércoles, 26 de diciembre de 2012

Rajoy, entre el ¿optimismo? y la realidad

...El presidente dedica la mayor parte del tiempo a altas negociaciones con sus socios europeos. Vive encerrado en ese mundo, obsesionado con la prima de riesgo, y en ese campo las cosas están mejor a final de año que este verano, cuando España bordeó de nuevo el precipicio. Rajoy y los suyos no disimulan en privado el cambio de ánimo. Sin embargo, la realidad que perciben los ciudadanos, la realidad económica, está muy lejos de ese respiro que se vive en los despachos. Y los asesores del presidente son conscientes.

Rajoy sabe, e incluso ha admitido en público, que el arranque de 2013 va a ser de nuevo durísimo, sobre todo para el empleo. Su reforma laboral no ha conseguido frenar la sangría. La escasez de financiación sigue acorralando a empresas y ciudadanos. Y es muy posible que la primera encuesta de población activa de 2013 arroje los temidos seis millones de parados. Con esa espada de Damocles encima, Rajoy y los suyos tienen mucho miedo de lanzar un mensaje demasiado optimista.

El presidente tiene en la cartera algunos datos medianamente buenos. Pero afronta otro problema: las cosas que están mejorando lo están haciendo a fuerza de enormes sacrificios y con la construcción de una sociedad más desequilibrada. Todos los datos indican que la desigualdad está creciendo. Rajoy y su equipo económico, en privado y ante los socios de la UE y posibles inversores internacionales, presumen de una de las primeras consecuencias de la reforma laboral y del paro desbocado: los sueldos en España están bajando a toda velocidad. Ese era uno de los grandes objetivos de la reforma laboral. Los asesores de Rajoy insistían en que en 2010 y 2011, pese a la crisis, los sueldos no estaban bajando o lo hacían muy poco, y con esa idea plantearon la reforma laboral. Nadie se atrevía en público, salvo el expresidente de la patronal y hoy investigado por varios delitos Gerardo Díaz Ferrán, a pedir eso de “trabajar más y ganar menos”, pero en privado se hablaba mucho de esta cuestión en los despachos.

El término amable que utiliza el Gobierno es que el país “está ganando competitividad”. Pero lo cierto es que, políticamente, no es fácil presumir en un país con casi seis millones de parados de que las personas que sí tienen empleo están asumiendo grandes reducciones de salario. Los jóvenes que no están en el paro aceptan trabajar cada vez por menos dinero, en peores condiciones...
Fuente: El País.
Así lo han contado en El País.

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