Frustración, caos y estrés es el ambiente que se respira en San Francisco y la Bahía tras declararse en huelga a primeras horas del viernes los trabajadores del BART, el sistema de trasporte que conecta toda la Bahía de San Francisco -167 kilómetros de trazado de vías subterráneas y a cielo descubierto y 44 estaciones- y que es utilizado diariamente por 400.000 viajeros.
En lugar del BART, los residentes de la Bahía se han visto obligados a usar sus coches, lo que ha colapsado todas las vías de acceso a la capital, tanto a primeras horas de la mañana como a última hora de la tarde. Tina Jones, que trabaja en Oakland, se las ha visto y deseado para llegar hasta su puesto de trabajo en la aduana del puerto, “con un tráfico completamente congestionado”.
Las demoras en el tráfico de la Bahía se han visto incrementadas en un 30%, según el Departamento de Transportes de California, y San Francisco ha permanecido colapsado durante todo el día
Muchos pasajeros hacían cola para conseguir una de las 6.000 plazas de autobús que el BART ha puesto gratuitamente para compensar la huelga de los trenes y trasmitían su frustración por un conflicto que “deberían haber evitado para ahorrarnos todos estos inconvenientes”, comentaba Gregory Carter, empleado de una tienda del centro de San Francisco que se ha visto afectado por la huelga.
Otras se han visto forzadas a quedarse en casa, ante la imposibilidad de contar con un medio de transporte para llegar al trabajo, ya que autobuses, ferris y coches no son suficientes para cubrir las demandas de movilidad de una población de 4,3 millones de habitantes que viven en San Francisco y la Bahía y que utilizan el BART como principal medio de transporte.
Shelah Barr que tiene un negocio de masajes de perros en el barrio de Castro, en San Francisco, apuntaba que “varios clientes habían cancelado sus citas y algunos empleados no han podido llegar”.
“Esta huelga va a ser catastrófica”, opina Rufus Jeffris, portavoz de la Bay Area Council, una organización de negocios regional que calculó en 73 millones de dólares al día las pérdidas ocasionadas por la huelga del BART el pasado julio.
Es la segunda vez que los trabajadores del BART se declaran en huelga este año, tras una reunión maratoniana de 30 horas en la que los representantes de los trabajadores y la patronal no han llegado a un acuerdo, si bien han acercado posturas en lo concerniente a retribuciones salariales y el seguro de salud y pensiones.
El punto de discrepancia fundamental es la regulación de la normativa laboral interna, con desacuerdos a la hora de establecer los horarios de trabajo y la comunicación de las incidencias que la empresa propone se haga a través de email en lugar de escribirlas manualmente, como hasta ahora. Los trabajadores también se niegan a recibir sus cheques por vía electrónica en lugar de a mano.
Cecille Isidro, portavoz del sindicato SEIU, señala que “hemos hecho concesiones, pero puestos al límite no hemos tenido más remedio que parar. Esta es la manera en que quieren resolver el conflicto, batallando en la calle”.
Tom Radulovich, presidente del Comité de Dirección del BART, manifiesta que “la posición de los sindicatos es conseguir mejoras salariales sin aceptar ningún cambio en la normativa laboral”. Algo que para Peter Castelli, director ejecutivo local del SEIU, no es más que “una píldora envenenada”. “Intentan que renunciemos a nuestros derechos a golpe de cheque”.
Durante la primera jornada de huelga no se ha producido ningún viso de aproximación entre ambas partes y nadie se atreve a pronosticar hasta cuando durará el conflicto. Se teme que si para el domingo por la tarde no se ha producido un acuerdo, el comienzo de la semana puede ser catastrófico para San Francisco y la Bahía.
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