El subjuntivo del español se ha especializado en la irrealidad. El indicativo, en cambio, prefiere ver la vida como es.
De acuerdo: ésa no es una afirmación científica. Pero sirve para esta explicación.
El subjuntivo sub-junta: o sea, junta por debajo: supedita, subordina.
“Yo canto” es indicativo. “Yo cante”, subjuntivo. El primero se basta solo, mientras que al segundo le gusta colgarse de otra idea: “No es bueno que yo cante”.
La irrealidad engloba (en términos gramaticales) la incertidumbre, la conjetura, la posibilidad, las emociones y las obligaciones (sobre todo si no se han cumplido). Es decir, el subjuntivo representa lo subjetivo, frente a la sensación de objetividad del indicativo. Contamos en indicativo “veo que viene Bernarda” (se ve la realidad, es algo objetivo para la gramática); pero en subjuntivo “me sorprende que venga Bernarda” (la sorpresa es una emoción, y por tanto subjetividad). Decimos “creo que el Séptimo de Caballería llegará a tiempo”: y esa creencia nos parece real conforme a la historia del verbo “creer”: “tener por cierto algo que no está comprobado”.
Los verbos de convicción pueden ligarse, pues, con otro verbo en indicativo. A diferencia de lo que ocurre en la negación y en los demás casos citados: “No creo que el Séptimo de Caballería llegue a tiempo”, “y me sorprendería mucho que lo hiciese”.
Notemos la diferencia entre estas dos frases casi idénticas: “Voy a contratar a un periodista que logra primicias” / “Voy a contratar a un periodista que logre primicias”. En el primer ejemplo, el hablante conoce a ese periodista, ya lo tiene incluso al alcance. En el segundo, ni lo conoce ni ha empezado a buscarlo. Es irreal todavía.
Algo parecido sucede entre estas dos opciones, que también diferencian lo real de lo irreal: “Te veo cuando vienes” / “te veo cuando vengas”.
Observemos otras comparaciones asimétricas en que el indicativo de la parte de la realidad se torna en subjuntivo al otro lado del espejo: “Creo que he ganado el primer premio” / “Dudo que haya ganado el primer premio”. “Sé que has logrado el trabajo” / “Espero que hayas logrado el trabajo”. No decimos “dudo que ha ganado el primer premio” o “espero que has logrado el trabajo”.
Viene todo esto a explicar que la gramática, como acabamos de comprobar, nos da muchas pistas para ver el grado de convicción de quien habla, en función de que emplee determinadas expresiones en indicativo o en subjuntivo.
Declaró el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el pasado martes, tras las elecciones en Andalucía: “Tendremos que corregir lo que haya que corregir”. Su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, señalaba por su parte en noviembre de 2011: “Podían haber hecho algo por ayudar, algo, a pesar de los errores que hayamos podido cometer”. Y apuntó Juan Manuel Moreno (PP) tras las elecciones europeas en Andalucía, en julio de 2014: “No esperaba perder por nueve puntos (...). Nos ha servido para ajustar y aprender de los errores que hayamos podido cometer”. Y Ana Botella, alcaldesa de Madrid, explicaba en enero de 2015: “Cuando yo me hice cargo del Ayuntamiento de Madrid, ya sabía que lo que tenía que hacer era complicado, pero creo que con todos los errores que hayamos cometido, el resultado ha sido bueno”.
Hay ejemplos a puñados en casi todas las siglas.
Y llama la atención que quien se ve en la necesidad de referirse públicamente a sus desaciertos acuda para ello al subjuntivo. De tal manera, lejos de colocar el error en un ámbito de realidad, lo sitúa en el modo de lo imaginario y viene a decir: Sí, quizás hayamos cometido errores, hay quien dice que hemos cometido errores... pero yo no lo sé, ni siquiera estoy seguro del tipo de errores cometidos, pero tal vez, es posible, quién sabe si hemos cometido errores.
No se puede rectificar un error si no se admite sin tapujos, si no se analiza por qué se cometió, si no se aceptan sus detalles, con la autoría o con la parte de responsabilidad o de culpa que hay en él; si no se presenta en el lado de la realidad.
Quizá no debamos confiar mucho en que se estén asumiendo de verdad los errores reconocidos en subjuntivo.
Fuente: El País
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