El Departamento de Justicia estadounidense y la Reserva Federal han impuesto a seis grandes bancos mundiales (JP Morgan Chase, Citigroup, Barclays, Royal Bank of Scotland, Bank of America y UBS) una sanción conjunta pactada de 5.200 millones de euros por manipular durante cinco años el tipo de cambio de las divisas. Dado que las ganancias ilícitas superan los 9.000 millones, existe una desproporción entre multa y fraude. Hay dos explicaciones posibles para esta brecha: o bien las autoridades han calculado que demostrar el delito era costoso y el acuerdo era más rentable, o bien confían en que los particulares demanden ahora a los bancos para reclamar.
El fraude descubierto —cuya investigación se ha extendido durante dos años— siembra la inquietud entre los inversores. La manipulación de tipos de cambio parece ser una práctica asidua y transmite a los ciudadanos la impresión de que los reguladores públicos no tienen medios (legales, humanos, políticos) suficientes para prevenir las distorsiones del sistema. La vigilancia corporativa, que es responsabilidad de los accionistas y de las comisiones de gobierno, tampoco ha sido eficaz.
El mensaje para los mercados es que es difícil prevenir los fraudes con el sistema actual de regulación. Hay que preguntarse qué cambios y qué medios hay que introducir para que los accionistas y los ciudadanos no acaben pagando las multas y las estafas.
El País.
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