sábado, 30 de mayo de 2015

“Debemos liberarnos de la modernidad”. Entrevista a Sadri Khiari con ocasión de los 10 años del Partie des Indigènes de la République

Azzédine Benabdellah/Amia Moucharik/Selim Nadi
Les Indigènes de la Republique

Breve introducción del traductor
La vida de los inmigrantes negros y árabes en Francia no es nada fácil. Víctimas del racismo, del desprecio, de la indiferencia de las instituciones, de la explotación y de la marginación, se han organizado políticamente. Primero en el MIR (Mouvement des Indigènes de la République) y después en el PIR (Partie des Indigènes de la République), que acaba de cumplir 10 años de vida. Sadri Khiari uno de los referentes del PIR, es entrevistado aquí por Azzédine Benabdellah, Samia Moucharik y Selim Nadi, del periódico Les Indigènes de la Republique.

–Según tú, ¿cuáles son los principales aportes del MIR y el PIR?
–Lo primero que podría decir es que para una organización originada en la inmigración, que tiene la pretensión de desempeñar un papel político a escala nacional, ya es importante durar 10 años; que son 10 años de actividades prácticas y continuas elaboraciones. Quizás sería presuntuoso decir algo más que eso; en el plano político, el PIR ha abierto una nueva continuidad en la historia de las luchas de la inmigración que de momento está en sus primeras etapas. Una nueva continuidad cuya expresión ha sido la revuelta de noviembre de 2005. Es la primera expresión de algo más que unas reivindicaciones. Es un movimiento político que plantea, por un lado, la cuestión del poder indígena integrando en una dinámica autónoma a los diferentes sectores de la población indígena, y por otro, vinculándolos con las luchas de descolonización, y no solo en términos de solidaridad sino también en el marco de una aproximación estratégica articulada. El PIR actúa ciertamente para satisfacer las reivindicaciones más urgentes de la población indígena, incluso si apuntan a una gestión integracionista. No obstante, se esfuerza por atraerla al seno de una alternativa global de la civilización dominante, es decir, la modernidad colonial. El PIR no tiene como única ambición la conquista de la legalidad individual; el Partido dice “el mundo dominado por los blancos está podrido; nosotros trabajamos por el surgimiento de un nuevo mundo”. Todo eso no podríamos haberlo concebido sin haber empezado por la crítica del carácter colonial de la república [francesa] y sin haber actualizado las relaciones raciales e imperiales de poder sobre las que ella descansa. Esta lectura le permite al PIR aportar respuestas innovadoras en las que, en todo caso, trazar cursos de acción inéditos que no son la simple repetición de los problemáticos derechos del hombre tal como se piensan habitualmente en la izquierda. No me avergüenza nada decir que aunque hoy día el PIR sea una organización pequeña sin grandes medios de militancia y si mañana por una razón u otra hubiera de desaparecer... muy bien, en Francia aún queda la fuerza del futuro de las poblaciones no blancas. El PIR, lo recuerdo, apareció y se desarrolló en un contexto de estabilización en el nivel de las terceras generaciones, que no solo están encerradas en los barrios de chabolas, las ciudades de tránsito o en las fábricas. Estas generaciones permanecen sobre todo confinadas en lasbanlieues* pero su extensión en todas las esferas de la sociedad no está en duda. El PIR es una fuerza que expresa esos cambios. Sin duda es por eso que a menudo somos acusados de no ser otra cosa que una organización de “pequeños burgueses” salidos de la inmigración, impacientes por trepar más alto en la pirámide social. Entonces, en pocas palabras, pienso que en los años que vienen el campo político indígena será compartido por el integracionismo en sus diferentes expresiones, sin duda durante mucho tiempo todavía mayoritario, y una o varias fuerzas indígenas descolonizadoras que se apoyarán en parte sobre el aporte del PIR y estarán en continua expansión. Es por eso que digo que el PIR es el futuro. Entonces se verá que su aporte no puede reducirse a su participación en tal o cual batalla, tal o cual combate, que ya no está en el orden de lo intelectual sino que es exactamente el pensamiento en la práctica, que transforma el orden de la real. Para terminar con esta cuestión, agrego que, como en una línea de puntos, las reflexiones del PIR y otros movimientos descolonizadores del mundo bosquejan una línea saludable, fecunda, para los mismos blancos, si al fin se deciden a abandonar esta modernidad que les degrada y les desfigura. Digo que la izquierda radical debería seguirnos con más atención. Eso le haría bien.

–¿Ha sido útil a la organización el pasar de un movimiento a un partido? ¿Por qué?
–Cuando se está oprimido, la modestia es contrarrevolucionaria. Asimismo, prefiero comenzar diciendo que el pasaje del movimiento al partido ha sido útil al conjunto de los no blancos de Francia. Me parece que a partir del momento en que un grupo de indígenas planta su bandera en suelo francés y dice “a partir de ahora, esta tierra también es mía”, debemos formar parte del Estado en nombre de nosotros mismos; he aquí nuestra alternativa global, que nada tiene que ver con el derecho sino con la descolonización. Se ha dado un paso decisivo que permite y anuncia otros pasos en el mismo sentido. Cuando decidimos formar un partido, esa necesidad de acción política ya se hacía sentir pero que esa necesidad se exprese como grupo de presión o con listas electorales..., todavía estamos en una óptica de presiones, de reivindicaciones, de integración y no de poder ni de alternativa. Por otra parte, por eso es cierto que en el momento en que fundamos el PIR, no pudimos atraer a multitudes de militantes y que seguimos siendo incapaces de eso, aunque nuestra audiencia e influencia se extiendan progresivamente. Mientras tanto, estoy convencido de que hay acciones que solo tienen eficacia futura si son prematuras. Es el caso de la fundación del PIR. Desde el punto de vista de nuestra dinámica interna, la transformación del MIR en PIR ha tenido esa ventaja, inmensa a mis ojos, de obligarnos a pensar, a empezar a pensar para ser más exacto, de manera no estrictamente protestativa y reivindicativa. Tampoco puede uno estar toda la vida repitiendo “Los negros y los musulmanes son hermosos”; es necesario pensar en un poder “negro” o “musulmán”, o mejor un “poder indígena” que llegue a ser realidad y actúe relacionándose con las fuerzas nacionales y dentro de las instituciones, ¡de ningún modo dentro de una “vivienda oficial de bajo alquiler” (HLM, por sus siglas en francés)! Así, nosotros aprendemos a pensar sobre la conquista del poder y, consecuentemente, la combinación autonomía/alianza de una manera muy diferente...
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