Si a cualquiera de nosotros nos preguntasen si nos gusta el mundo en que vivimos, seguramente contestaríamos que no. El problema es que si a continuación nos preguntasen si estamos haciendo algo para mejorarlo, probablemente responderíamos también que no. Pobreza, contaminación, guerras… son también la causa de nuestra desidia y desinterés. El mundo puede arder a nuestro alrededor, que nosotros seguiremos votando a los que le prenden fuego. A todos esos líderes civilizados para quienes el crecimiento económico está por encima de los millones de vidas humanas que cada año se ahogan entre el hambre y las alambradas. Líderes amables y cercanos, razonables y eficaces. Educados. Ellos son los primeros responsables de este mundo salvaje y egoísta, violento e irracional. Consecuencia directa de un capitalismo al que, según parece, nadie se atreve a toser.— PABLO GONZÁLEZ CABALLERO
>Madrid >6 MAR 2016El País.
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