sábado, 12 de febrero de 2022

¿Y si Vox destruye al PP?

A Vox le basta con sustraerle al PP el suficiente número de votos como para que resulte evidente que el PP no va a poder formar Gobierno. A partir de ese momento el PP iniciará su proceso de descomposición.

— CRÓNICA | Cómo adelantar elecciones sobrado de la vida para acabar luego de los nervios


La extrema derecha acaba imponiendo primero su discurso y después se impone electoralmente. Esto es lo que ha ocurrido en España en el espacio de lo que está a la derecha del PSOE desde el comienzo de la Transición.

En la fase inicial de la Transición parecía imposible que la extrema derecha representada por AP pudiera acabar imponiéndose a UCD. En las elecciones que se celebraron entre 1977 y 1980 la hegemonía de UCD en el espacio a la derecha del PSOE era rotunda. Estamos hablando de una diferencia de 167-168 escaños de UCD frente a 16-10 de AP en las elecciones generales de 1977 y 1979. De una diferencia del 30.63% de UCD en las elecciones municipales de 1979 frente al 2.99 de AP. De una diferencia en las elecciones vascas de 1980 de 8.52% y 6 escaños a favor de UCD, frente a 4.77% y 2 escaños a favor de AP. Y de una diferencia en las elecciones catalanas de 18 escaños de UCD por 0 escaños de AP.

Aunque las elecciones vascas y catalanas se celebraron después de que hubiera tenido lugar el referéndum de ratificación de la iniciativa autonómica del 28 F en Andalucía, en ellas no se notó todavía el impacto del resultado de dicho referéndum. Si lo haría en las elecciones gallegas de 1981, en las que AP obtiene 26 escaños y UCD 26, y en las andaluzas de mayo de 1982 en las que AP obtiene 17 y UCD 15. En las elecciones generales del 28 de octubre de 1982 AP obtendrá 107 escaños y UCD 11. La extrema derecha desplazaba definitivamente al partido de centro en el espacio político a la derecha del PSOE. Acabaría haciéndolo desaparecer, una vez transformado AP en el PP a partir de las elecciones de 1993. Un partido de extrema derecha en sus orígenes se quedaba con el monopolio de toda la representación de la derecha española.

¿Podemos estar asistiendo a un fenómeno parecido? Una vez que Vox está consiguiendo arrastrar al PP a su terreno ideológico, ¿no es razonable pensar que acabará siendo el principal partido de la derecha española también electoralmente? El PP necesita que la sociedad española lo reconozca como un partido de gobierno de España. Vox todavía no lo necesita. A Vox le basta con sustraerle al PP el suficiente número de votos como para que resulte evidente que el PP no va a poder formar Gobierno. A partir de ese momento el PP iniciará su proceso de descomposición. En el inmediato futuro y todavía más mirando un poco más lejos, el PP solo puede sobrevivir si la sociedad española lo reconoce como partido de Gobierno, aunque no lo sea en ese momento. En el momento en el que esa expectativa desaparezca, el PP habrá perdido su razón de ser.

En mi opinión, esto es lo más importante que está en juego en las dos elecciones que se van a celebrar en este 2022: las castellano leonesas este próximo domingo y las andaluzas a finales de la primavera o en el otoño. Si el PP acaba dependiendo de Vox en ambas comunidades, sus posibilidades de convertirse en partido de gobierno en las próximas elecciones generales habrán desparecido casi por completo.

No es un problema de si Casado puede seguir siendo presidente del PP y candidato a la presidencia del Gobierno. Es un problema de las siglas PP. Es el desmoronamiento de la formación política lo que puede estar en juego en estas dos convocatorias electorales. El inicio de un proceso paulatino que desemboca en un derrumbe catastrófico.

De momento está claro que el PP ha abandonado por completo el discurso de Pablo Casado en el debate de la moción de censura que presentó Santiago Abascal. De situar al PP en un terreno completamente distinto del de Vox y anunciar que no tenían nada que ver el uno con el otro, Pablo Casado está teniendo que comerse las palabras que pronunció ese día y volver al espacio ideológico perimetrado por Vox. Este movimiento de ida y vuelta casi sin solución de continuidad se convierte en un camino sin retorno. Quedándose quieto en su sitio Santiago Abascal ha arrastrado al PP a donde quería llevarlo.

Este domingo veremos hacia dónde apunta la representación política de la derecha española.

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