lunes, 6 de junio de 2022

_- Déjame que te cuente

_- De Miguel Ángel Santos Guerra

Voy a compartir hoy con mis lectores y lectoras una confidencia. Espero que nadie lo considere una impertinencia o un atrevimiento, sino un humilde deseo de compartir una dilatada experiencia personal. “Y eso, ¿a mí que me importa?”, podría pensar alguien al conocer el tema de la semana. Quien lo entienda así, tiene la oportunidad de abandonar el artículo después del primer párrafo. Ahora mismo.

El día que nació mi única hija Carla comencé a escribir en el Hospital El Ángel de Málaga un diario (no es en sentido estricto un diario porque no escribo todos los días) que todavía no ha terminado. Algunos días no he escrito nada porque no había algo llamativo que reseñar, porque estaba de viaje o porque tenía ocupaciones apremiantes, y otros lo he hecho por partida doble o triple porque había algo reseñable o porque no pude hacerlo en el día que lo hubo. La experiencia tiene ahora 17 años y medio. Hoy mismo he dejado constancia de que cuando esta mañana le dije que no se preocupase tanto por la imagen, por lo exterior sino por su interior, me ha dicho: “es que lo interior está perfecto”.

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