Mar Romera es pedagoga, maestra y experta en Inteligencia Emocional.
La maestra y experta en Inteligencia Emocional incide en que toda la educación debe ser de calidad; que la información que se dé a los padres debe ser sencilla, y hace un llamamiento: “La escuela del siglo XXI tiene que empezar a entender que se deben romper las etapas y los ciclos”
El nuevo curso escolar está a la vuelta de la esquina y algunos padres se preguntan si habrán elegido bien el colegio de su hijo, si este encajará o qué harán con los deberes que lleve a casa cada día. ¿Cómo saber si lo estamos haciendo bien? Para solucionar esta y otras dudas, Mar Romera (Heidenheim an der Brenz, Alemania, 1967), pedagoga, maestra y experta en Inteligencia Emocional, ha participado en la iniciativa Micole Talks, en colaboración con Micole, principal buscador de colegios de España, con el fin de transmitir información sencilla a los progenitores para que vivan y disfruten este recorrido de nueve meses que en breve dará el pistoletazo de salida.
Sobre su experiencia colaborando con la plataforma y otras preguntas que les pueden surgir a padres y madres en torno a la educación, la también escritora de títulos como La escuela que quiero (Ediciones Destino) expone con claridad y asevera: “Lo principal es que las familias vivan el cole como un camino, no como una llegada a ningún sitio”.
Mar Romera: “Nadie defiende 12 horas de trabajo, pero sí se las exigimos a los niños”
PREGUNTA. ¿Cuál es su labor pedagógica y cómo pueden ayudar a las familias plataformas como Micole?
RESPUESTA. Cuando una familia tiene que tomar la decisión de a qué colegio llevará a su hijo no es una decisión baladí, es muy determinante porque te va a comprometer —o te debería comprometer— para mucho tiempo. Para tomarla, en ocasiones por la burocracia, parece que tienes que elegir un cole en función del distrito o del lugar donde vives, y a veces no te queda otra. Pero evidentemente para poder elegir bien deberíamos tener información, y en ocasiones la que nos encontramos en las páginas web de los centros educativos públicos, concertados o privados son informaciones sesgadas, demasiado técnicas, y las familias necesitan respuestas concretas a preguntas concretas sobre cada una de sus realidades. Este tipo de plataformas realmente lo que hacen es ofrecer información adecuada, que está contrastada, que es real y que puede ayudar a más familias. Y con datos muy claritos. Hay padres que no pueden enfrentarse a un proyecto educativo de 200 páginas, es complicado. Tienen preguntas y este tipo de plataformas ayudan mucho a tener información veraz y sencilla para tomar decisiones.
P. Para usted, ¿cuáles serían los criterios principales para elegir colegio?
R. Los niños tienen derecho a la educación. Y esta debe ser de calidad. Para mí el mejor cole debería ser el que está más cerca de casa. Esto no lo podemos olvidar, porque tampoco podemos entrar en una lucha de competitividad, a veces no demasiado honesta, para ofrecer coles como si fuesen cualquier otro servicio. No son restaurantes. El mejor cole es un cole que le permita ir solo andando. Esto le dará autonomía.
P. Mi hija tiene siete años. ¿La debería dejar ir sola?
R. Puede ir sola, está absolutamente preparada. Lo hará mucho mejor que contigo, será mucho más autónoma, mucho más prudente, buscará a sus colegas para hacer el camino, será un trayecto de descubrimiento. La neurociencia nos dice que llegará con las funciones ejecutivas muchísimo más archivadas y rendirá muchísimo más en las dos primeras horas de escuela que si tú la llevas. A lo mejor podríamos atrevernos en septiembre. Un consejo: empezar con que vuelva sola a casa. Si va sola estás angustiada cinco horas; si se vuelve sola, estás angustiada solo 15 minutos. En definitiva, así disfrutan del aire libre y aprenden el camino, saben lo que ocurre a su alrededor.
P. ¿Cuál debería ser la posición de los padres ante el comienzo de curso?
R. Lo principal es que las familias vivan el cole como un camino, no como una llegada a ningún sitio. Es decir, no podemos empezar el mes de septiembre esperando que sea junio y que las notas sean buenas, esto no tiene ningún sentido. Tenemos que disfrutar el proceso porque educar es un juego infinito. La educación es la vida del peregrino, no es la vida del ejecutivo que solo tiene que coger trenes de alta velocidad y aviones rápidos para llegar cuanto antes a un sitio; en educación no nos interesa llegar a ninguna parte, nos interesa vivir cada uno de los momentos y cada una de las situaciones.
P. Sobre la base de este modelo, ¿cómo deberían actuar entonces los progenitores?
R. Cuando los niños van al cole, acompañarlos significa escucharlos, significa además que cuando llegan a casa por la tarde no le pregunto qué has aprendido hoy, le pregunto qué buenas preguntas te has hecho hoy; que has descubierto hoy, pero no qué has aprendido; no el producto final. Consiste en ubicar a nuestros pequeños sistemáticamente en la curiosidad, en la seguridad y en la admiración, cualidades perfectas para que no dejen de hacerse preguntas, para que entiendan que realmente los queremos, por quiénes son y no por lo que hacen y que el error es una de las grandes fuentes del aprendizaje genial. Todo esto engloba la emoción básica del amor.
P. ¿Es importante tener una buena relación con el colegio?
R. Es superimportante crear comunidad en el colegio, es decir, el cole desarrollará todas sus potencialidades si los diferentes sectores utilizamos esa institución y aportamos, pero no para nuestro hijo en exclusividad, sino para crear comunidad. Cualquier niño del colegio al que va tu hija es importante para ti; todo lo que tú puedes aportar a ese cole es importante, sobre todo porque entonces tu hija descubrirá que a ti el colectivo te importa, que para ti el cole es importante y que no somos enemigos enfrentados: familia y escuela. Verá que todos los adultos tenemos un objetivo común para que todos tengan la oportunidad de encontrar su mejor versión en una situación de disfrute. Para educar a un niño necesitamos toda la tribu, porque toda la comunidad adulta, independientemente de su rol, debe poner la mirada en los niños desde la admiración, queriéndolos como son, sabiendo que ya son ciudadanos del presente y que no los estamos preparando para un futuro fenomenal.
Cuatro alumnas se dirigen al colegio andando. KEVIN DODGE (GETTY IMAGES)
P. ¿Qué pasa si una vez elegido el cole el niño no encaja?
R. Es imposible dar una respuesta homogénea sobre esto. Hay niños muy malcriados a los que una estructura de normas les va a venir superbién, porque la permisividad absoluta, que además está un poquito de moda, daña cualquier proceso desde la heteronomía moral hacia la autonomía moral. Pero cada niño tiene una realidad tan diferente, no todos encajan en un sistema que tiene unas normas. Pero hay que apuntar que si estas reglas están hechas con amor y con respeto a la infancia no son malas. Ahora, si por el contrario, me encuentro con un centro en el que el proyecto educativo ha puesto la mirada solo en los resultados académicos y jamás mira a los niños y los ignora, no los escucha, les hace homogéneos y no atiende a su mundo afectivo y social, entonces nos hemos equivocado de cole.
P. ¿Cuál es su opinión sobre los deberes?
R. No es una cuestión de estar a favor o en contra, te lo digo de verdad. La realidad es que son ilegales, es como si tú me preguntas para un medio público si estoy a favor o en contra del consumo de coca. La Convención Internacional de los Derechos de los Niños y de las Niñas dice que los niños tienen derecho al juego; al tiempo libre. El menor pasa en la escuela entre seis y ocho horas de media y digo yo que tendrá que dormir. Y el tiempo libre no es la escuela de fútbol, ni la de música, ni las actividades extraescolares. Por otra parte, las tareas escolares se ponen para los niños que no consiguen en el cole determinadas destrezas, habilidades o conocimientos, las refuercen en casa, ¿correcto? A mí me parece que esto es la mejor manera de discriminar porque precisamente los peques que más lo necesitan son los que tienen más dificultades en casa, por tanto, si yo tengo dos niños y uno tiene una casa con un apoyo afectivo sociocultural brutal y el otro tiene todo lo contrario y ambos se llevan tareas para casa, al día siguiente vienen con muchas más diferencias todavía; con lo cual lo que está haciendo la escuela es precisamente estructurar, marcar y lapidar esa diferencia entre buenos y malos.
P. ¿Cómo sería para usted esa escuela del futuro?
R. Es una escuela transparente, sin paredes a la sociedad, a la familia y a la comunidad, por eso tiene que ser un sistema transparente y trascendente. La educación es una actividad magnánima que nos hace realmente diferentes del resto de los mamíferos superiores y la que nos permite crear y también hacer que el mundo sea mejor. Estaría además estructurada con diferentes disciplinas, sería todo extraescolar. Por ejemplo, el peque llega por la mañana al centro y va a coger Literatura y Teatro y otro elegirá cocina; la otra va a coger maquillaje. Habría que tender hacia una educación absolutamente personalizada, en la que si cogen temas que les interesa rendirán muchísimo mejor y serán más felices. Y esto no se trata de bajar el nivel, que luego vienen los haters, sino todo lo contrario: significa una subida cultural, porque cada persona tiene derecho y la obligación de devolver a la sociedad aquello para lo que es bueno y no todos y todas somos iguales de mediocres.
El cambio de Educación Infantil a Primaria
Mar Romera, pedagoga, explica que es una responsabilidad importante por parte de los profesionales: "El descalabro y el desencuentro que hay entre Infantil y Primaria no debería permitirse". "Los proyectos metodológicos de Infantil deberían estar absolutamente conectados con los de Primaria y no conectados para que Infantil se adaptará a Primaria", prosigue la experta, "sino al revés, que Primaria se adaptará Infantil".
"La escuela del siglo XXI tiene que empezar a entender que se deben romper las etapas y los ciclos. La gran riqueza sería la mezcla de edades en un sistema obsoleto que mantenemos desde hace mucho tiempo", incide Romera.