_- Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores reiteramos nuestra más enérgica condena a la invasión rusa de Ucrania. Este cobarde e ilegítimo acto bélico y la consecuente guerra deben parar de inmediato. Asimismo, expresamos nuestra solidaridad con las gentes de Ucrania y especialmente con su clase trabajadora, con las víctimas en el país y con las y los trabajadores ucranianos que residen en España y que viven con dolor el drama de la guerra en la distancia.
CCOO y UGT hemos exigido que se tomen todas las medidas necesarias para que la acción bélica pare de manera urgente y las tropas rusas se retiren del territorio ucraniano, que han ocupado violando la legalidad internacional, y se restituya la paz.
En el terreno humanitario, el Gobierno de España y la Unión Europea deben estar a la altura que requiere esta situación, y marcar una clara diferencia con otras ocasiones en las que no lo han estado. Estamos obligados a brindar todo el apoyo necesario a las personas afectadas por la guerra, en la región o donde éstas se desplacen, garantizando el establecimiento y seguridad de corredores humanitarios y elaborando planes de acogida y reubicación dentro de la UE.
Asimismo, deberán facilitarse oportunidades laborales. Hoy, más que nunca, es imprescindible mantener presentes los principios fundadores de Europa: paz, democracia y solidaridad. Reafirmamos nuestro compromiso con el desarme en todo el mundo y con la firma del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares a nivel global, garante de paz y la libertad a nivel mundial.
CCOO y UGT nos solidarizamos también con el pueblo ruso que reclama el fin de la guerra y que de manera valiente se manifiesta contra las actuaciones de su gobierno y que está siendo represaliado, detenido y encarcelado por ejercer derechos tan fundamentales como el de libertad de opinión o manifestación, así como con la clase trabajadora que también allí pagará un alto precio por la apuesta bélica de su gobierno.
CCOO y UGT llamamos la atención sobre el vergonzoso e irresponsable juego de fuerzas políticas disruptivas y de tinte autoritario que han emergido en todo el mundo y significativamente en Europa, y que han pasado del coqueteo a Putin, a bramar con más fuerza sus mensajes antieuropeístas y golpear los tambores de guerra con la bandera nacional. El nacionalpopulismo del que hace gala la extrema derecha es un riesgo para la democracia y su exacerbación una consecuencia más de la guerra. La clase trabajadora española, así como la mundial nos reconocemos sólo en un mundo sin guerras y en alcanzar la paz justa y duradera, también a través de la justicia social.
Hacemos, por ello, un llamamiento a los y las trabajadoras de España a que el MIÉRCOLES 9 DE MARZO se manifiesten de manera silenciosa en la entrada de sus centros de trabajo de 12:00 a 12:05 horas, solidarizándonos así con el pueblo de Ucrania, pidiendo el alto el fuego y la inmediata retirada de tropas rusas del país.
CCOO UGT
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jueves, 10 de marzo de 2022
domingo, 22 de enero de 2017
_--A veces Roma si paga...
_-Miguel Ángel García (tercero por la izquierda), junto al resto de expertos durante la presentación por parte de la ministra Fátima Bañez, en primer plano, del informe que avaló en junio de 2013 la propuesta del Gobierno sobe sostenibilidad del sistema de pensiones. / Efe
Hay que afrontar los hechos que queman, que duelen. Algunos pueden pensar que la realidad se puede ignorar o enmascararse para que nadie la utilice en tu contra. Desgraciadamente las puertas giratorias están más extendidas de lo que parece y alcanzan alguna vez a las organizaciones obreras. Son ellas las que tienen que hacer el relato de lo sucedido, sin esperar a que otros lo hagan para desprestigiarlas. Repugna el arribismo, pero eso no es lo más importante; sí lo es llamar a las cosas por su nombre y sacar lecciones para el futuro. Hay que aprender a mirar lo que antes no se era capaz de ver. Y recordar, porque el olvido es la auténtica derrota. Por ello, hay que rasgar el velo y que se sepa la verdad.
La nota de la agencia oficial de noticias sobre el último Consejo de Ministros es muy lacónica: “El Gobierno ha nombrado nuevo director general de Ordenación de la Seguridad Social a Miguel Ángel García Díaz, a propuesta de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, según publica hoy el Boletín Oficial del Estado (BOE). García Díaz formó parte del comité de expertos que designó el Gobierno cuando realizó la reforma de las pensiones en 2013 y, actualmente, era experto en políticas públicas y mercado de trabajo en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF)”.
Lo que no dice la nota es que era el representante de un sindicato, CCOO, en aquel grupo de expertos que promovió la reforma de las pensiones hace tres años. Un grupo que estaba dominado por “expertos” con intereses nada asépticos, hasta el punto de que ocho de doce habían estado al servicio de las entidades financieras y compañías de seguros. Una reforma que significó importantes recortes al desvincular la subida de las pensiones del IPC y ligarla a las cuentas de la Seguridad Social; al reducir la pensión inicial con el argumento de considerar la esperanza de vida; y al adelantar los plazos de entrada en vigor del alargamiento de la edad de jubilación y de los nuevos sistemas de cálculo más lesivos para los trabajadores. Con el llamado ‘factor de sostenibilidad’ se reducían automáticamente las pensiones actuales y futuras en relación al salario medio: un robo enmascarado en una fórmula compleja.
Entonces, el ahora director general de Ordenación de la Seguridad Social, votó a favor de aquella reforma, a pesar de estar allí por ser el jefe del gabinete técnico del sindicato. El escándalo fue mayúsculo en su momento y algunos lo denunciamos, como el Sector Crítico de CCOO y el Gabinete Interfederal (los mismos compañeros de García) que criticaron en duros términos tanto el “paradójico y escandaloso” voto del director del gabinete económico como la tibieza de la primera respuesta de CCOO. A juicio de los miembros del Gabinete Interfederal (integrado por abogados, economistas y sociólogos), el voto de su compañero contradecía la posición oficial del sindicato y calificaban de “inconstitucional la supresión, a golpe de decreto ley, de la actualización automática de las pensiones según el IPC”. Finalmente CCOO no avaló aquella agresión a los trabajadores, como tampoco lo hizo UGT, pero el voto favorable del representante de CCOO manchó al sindicato y creó alarma social entre sus afiliados.
Es verdad que estas cosas le pueden pasar a cualquier organización, pero hay varios elementos para reflexionar. Por un lado, nunca quedó suficientemente claro cómo fue posible aquella firma de la vergüenza de un técnico del sindicato sin haber informado a sus superiores sindicales. Por otro, cómo no fue más contundente CCOO a la hora de defenestrar públicamente a quien había faltado a la debida lealtad a los trabajadores y a la organización. Por último, que la puerta giratoria se haga hacia el gobierno del PP es más grave aún que si se realiza hacia una empresa. Es, por ello, un elemento de provocación de la ministra Báñez y del propio Rajoy el nombramiento de un economista corriente -cuyo principal mérito era representar al sindicato- para que le tengan enfrente sus antiguos compañeros cuando vayan a negociar el presente y el futuro de las pensiones.
Este nombramiento se produce en vísperas de la movilización convocada por los sindicatos CCOO y UGT en contra de los recortes del Gobierno y por la recuperación de derechos. En mi opinión, no es una casualidad, sino un auténtico casus belli que expresa las auténticas intenciones del gobierno. Si empieza así, poco pueden esperar los sindicatos de cualquier proceso de negociación.
Los sindicatos son necesarios siempre. Más aún cuando aparece al desnudo la lucha de clases, y son tiempos de sobre explotación, paro, precariedad y desarticulación del Derecho del Trabajo y del Estado de Bienestar. Es repugnante la sistemática campaña antisindical que realiza el neoliberalismo, pero acaba calando en sectores de trabajadores al apoyarse en los errores que puedan comenter, su pasividad o impotencia. La única manera de conseguir avanzar en la restitución de derechos laborales y sociales es recuperando su prestigio y apostando por una potente movilización unitaria y sostenida, algo que apenas ha comenzado el 18 de diciembre. Para que tengan éxito, deben ser capaces de convencer y emocionar a los trabajadores y trabajadoras, obteniendo de nuevo su confianza. Para ello, un tema nada menor es practicar lo que decían los viejos revolucionarios: elegir para representar al sindicato a los más honrados y vigilarles como si fueran ladrones. La necesidad de la reconstrucción del sindicalismo de clase es una urgencia ética y política.
Fuente: https://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/2016/12/20/veces-roma-paga/1762
sábado, 18 de junio de 2016
Leopoldo Espuny, abogado de obreros
Higinio Polo
Topoexpress
A veces, los días de primavera nos traen la sacudida de las emociones imprevistas, crueles, que nos arrebatan una parte de la vida compartida y nos dejan las sombras del desasosiego irremediable pero también de los días luminosos que siguen derramando el recuerdo de las luchas obreras bajo el franquismo, de esa larga marcha proletaria que, desde la Comuna, siguió en la revolución bolchevique, en la lucha antifascista, en la construcción de una cultura democrática que nos hiciera mejores y en el universo fraterno en que germinó el fruto delicado de la libertad. Ha muerto Leopoldo Espuny, cargado de esa dignidad de las luchas obreras, de la costumbre ardiente de acompañar todas las causas justas, como si él mismo nos dijera de su vida: este libro termina aquí.
Leopoldo Espuny, nacido en 1940, ingresó en el PSUC, el partido de los comunistas catalanes, en los tiempos duros del franquismo, en los años sesenta, con veintitrés años, cuando las detenciones y las torturas en las comisarías de la policía política eran la moneda común utilizada por los esbirros de la dictadura para intentar detener las manos cálidas de la libertad. Fue detenido en numerosas ocasiones, enviado cuatro veces a la cárcel, juzgado por los tribunales indignos al servicio de un régimen siniestro. Espuny fue un dirigente estudiantil comunista mientras estuvo en la universidad, siempre dispuesto a derribar los muros del miedo, siempre presente en todas las iniciativas de lucha contra la dictadura que se tejían en esa Barcelona de los años sesenta que quería dejar atrás los años de terror y sangre de los correajes falangistas y empezar a construir la libertad. En la celebración del 1º de Mayo de 1967 (por poner un ejemplo entre tantos), el PSUC y las nacientes comisiones obreras convocaron a una manifestación en Torre Baró, en el distrito obrero barcelonés de Nou Barris. En la manifestación fueron detenidas más de cien personas, Leopoldo Espuny entre ellas: fue maltratado en comisaría, y juzgado dos años después ante el TOP, el Tribunal de Orden Público franquista, siendo defendido por Solé Barberá. Esa defensa fue recordada durante mucho tiempo: Espuny había declarado (como estrategia de defensa, siguiendo la consigna del PSUC de que “había que negar la evidencia”) que había tenido conocimiento en París de la manifestación convocada por Comisiones Obreras leyendo el diario Le Monde, extremo que el fiscal franquista pretendió desmontar, encontrándose con que Solé Barberá esgrimió ante el tribunal que él también era lector de ese diario francés y que incluso había guardado esa noticia: abrió una carpeta y simuló traducir de un inexistente recorte de periódico, deteniéndose ante la supuesta dificultad del texto, y concluyendo: “Los obreros se reunirán en Barcelona, en Torre Baró.” El veterano Solé Barberá llegaría a ser el abogado que más detenidos defendió ante el Tribunal de Orden Público franquista.
Esos fueron los medios, la escuela, en donde creció Leopoldo Espuny: en la memoria de los vencidos en la guerra civil, como era el propio Solé Barberá; en los relatos de la resistencia obrera ante la ignominia, en la paciente y constante lucha de los humillados por recuperar la libertad, por reservar el fuego del socialismo perseguido, en la esperanza republicana que esparcían los hombres y mujeres comunistas que eran capaces de enfrentarse al odio y a las prisiones. Espuny también sería encarcelado: en la prisión Modelo durante las protestas por el consejo de guerra de Burgos, y en Carabanchel, en varias ocasiones.
Después de terminar la universidad, ya abogado, Espuny trabajó en el bufete de Luis Salvadores, acudiendo a todos los casos que necesitaban asesoramiento, ayuda, defensa jurídica, aconsejando en convenios y en luchas obreras, construyendo las palabras que los obreros pugnaban por hacer llegar a los empresarios sin escrúpulos y a los tribunales franquistas, escribiendo recursos, horadando códigos, examinado las leyes fascistas para encontrar el temblor de la justicia. A veces, directamente; en otras ocasiones, a través de la colaboración con los demás abogados del PSUC, en todas las grandes huelgas bajo el franquismo estuvo presente Espuny, en la de la Maquinista Terrestre y Marítima, en Harry Walker, en SEAT, en la Térmica, en el Baix Llobregat; llevando las palabras del PSUC, de las Comisiones Obreras. Hoy puede parecer increíble, pero en los años de plomo del fascismo, sólo tres despachos de abogados de Barcelona aceptaban defender a obreros: los de Antoni Cuenca, Francesc Casares y Josep Solé Barberá. Leopoldo Espuny pertenecía a esa estirpe: de entre los miles de abogados, sólo los más dignos, los más valientes, aceptaron la razón y la dignidad frente al dinero y la posición social.
Durante el estado de excepción de 1969, en las protestas por el consejo de guerra de Burgos, en las manifestaciones por la detención de los dirigentes de Comisiones Obreras y en el proceso 1.001, en la solidaridad con los trabajadores chilenos ante el golpe de Estado de Pinochet, en el aliento a la revolución de los claveles portuguesa, en la solidaridad con Vietnam, en la formación de la Assemblea de Catalunya y de la Junta Democrática, en los días tristes de la matanza de los abogados de Atocha, en todos esos momentos estuvo presente Espuny, porque siempre fue uno de los nuestros.
Ya en la transición política tras la dictadura, Espuny participó en la creación del gabinete jurídico de las Comisiones Obreras de Barcelona, que, más tarde, se convertiría en el gabinete de la CONC, la Comissió Obrera Nacional de Catalunya, y del que llegó a ser responsable, donde recalaron la mayor parte de los abogados que habían encabezado la resistencia al franquismo. Aquellos abogados trabajaron noche y día para horadar los muros del fascismo. Espuny fue amigo, compañero, camarada de otros inolvidables letrados que siempre estuvieron al servicio de los trabajadores, como Josep Solé Barberá o Luis Salvadores, que supieron tejer la red de la solidaridad en los tiempos sombríos del fascismo, como Ascensió Solé, Lola Hurtado, Rafael Senra, Enric Leira, Albert Fina, Conchita Fernández, Montse Comas, Montserrat Avilés, y tantos otros.
En los días del golpe de Estado de Tejero, cuando tantos personajes políticos relevantes de esos años se ocultaron ante el temor del retorno a la dictadura, Espuny estuvo en los locales de Comisiones Obreras de la calle Padilla, colaborando con la organización de la huelga general que se había convocado, dispuesto a enfrentarse de nuevo al fascismo, mientras los tanques de la infamia recorrían las calles de Valencia, la extrema derecha patrullaba por ciudades españolas, y, en Barcelona, un Jordi Pujol pendiente de la televisión, exigía la desconvocatoria de la huelga general convocada por Comisiones Obreras para combatir al golpe con el peregrino argumento de que, si el golpe militar triunfaba, la huelga habría sido inútil, y, si fracasaba, la convocatoria se revelaría inadecuada.
En Viejo tango en carnaval, libro que Espuny publicó en 2013, se encuentran los días de la dictadura y de la transición que él vivió en primera línea, intentando examinar las huellas de los errores y recuperando el recuerdo de los días mutilados por el fascismo. Con las palabras de Neruda, Espuny fue “adversario del malvado y muro del frenético”; fue un militante comunista durante toda su vida, un miembro de la internacional, un abogado solidario de los humildes, un hombre empeñado en cerrar el callejón de las miserias.
Hasta siempre.
Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/leopoldo-espuny-abogado-de-obreros/
Topoexpress
A veces, los días de primavera nos traen la sacudida de las emociones imprevistas, crueles, que nos arrebatan una parte de la vida compartida y nos dejan las sombras del desasosiego irremediable pero también de los días luminosos que siguen derramando el recuerdo de las luchas obreras bajo el franquismo, de esa larga marcha proletaria que, desde la Comuna, siguió en la revolución bolchevique, en la lucha antifascista, en la construcción de una cultura democrática que nos hiciera mejores y en el universo fraterno en que germinó el fruto delicado de la libertad. Ha muerto Leopoldo Espuny, cargado de esa dignidad de las luchas obreras, de la costumbre ardiente de acompañar todas las causas justas, como si él mismo nos dijera de su vida: este libro termina aquí.
Leopoldo Espuny, nacido en 1940, ingresó en el PSUC, el partido de los comunistas catalanes, en los tiempos duros del franquismo, en los años sesenta, con veintitrés años, cuando las detenciones y las torturas en las comisarías de la policía política eran la moneda común utilizada por los esbirros de la dictadura para intentar detener las manos cálidas de la libertad. Fue detenido en numerosas ocasiones, enviado cuatro veces a la cárcel, juzgado por los tribunales indignos al servicio de un régimen siniestro. Espuny fue un dirigente estudiantil comunista mientras estuvo en la universidad, siempre dispuesto a derribar los muros del miedo, siempre presente en todas las iniciativas de lucha contra la dictadura que se tejían en esa Barcelona de los años sesenta que quería dejar atrás los años de terror y sangre de los correajes falangistas y empezar a construir la libertad. En la celebración del 1º de Mayo de 1967 (por poner un ejemplo entre tantos), el PSUC y las nacientes comisiones obreras convocaron a una manifestación en Torre Baró, en el distrito obrero barcelonés de Nou Barris. En la manifestación fueron detenidas más de cien personas, Leopoldo Espuny entre ellas: fue maltratado en comisaría, y juzgado dos años después ante el TOP, el Tribunal de Orden Público franquista, siendo defendido por Solé Barberá. Esa defensa fue recordada durante mucho tiempo: Espuny había declarado (como estrategia de defensa, siguiendo la consigna del PSUC de que “había que negar la evidencia”) que había tenido conocimiento en París de la manifestación convocada por Comisiones Obreras leyendo el diario Le Monde, extremo que el fiscal franquista pretendió desmontar, encontrándose con que Solé Barberá esgrimió ante el tribunal que él también era lector de ese diario francés y que incluso había guardado esa noticia: abrió una carpeta y simuló traducir de un inexistente recorte de periódico, deteniéndose ante la supuesta dificultad del texto, y concluyendo: “Los obreros se reunirán en Barcelona, en Torre Baró.” El veterano Solé Barberá llegaría a ser el abogado que más detenidos defendió ante el Tribunal de Orden Público franquista.
Esos fueron los medios, la escuela, en donde creció Leopoldo Espuny: en la memoria de los vencidos en la guerra civil, como era el propio Solé Barberá; en los relatos de la resistencia obrera ante la ignominia, en la paciente y constante lucha de los humillados por recuperar la libertad, por reservar el fuego del socialismo perseguido, en la esperanza republicana que esparcían los hombres y mujeres comunistas que eran capaces de enfrentarse al odio y a las prisiones. Espuny también sería encarcelado: en la prisión Modelo durante las protestas por el consejo de guerra de Burgos, y en Carabanchel, en varias ocasiones.
Después de terminar la universidad, ya abogado, Espuny trabajó en el bufete de Luis Salvadores, acudiendo a todos los casos que necesitaban asesoramiento, ayuda, defensa jurídica, aconsejando en convenios y en luchas obreras, construyendo las palabras que los obreros pugnaban por hacer llegar a los empresarios sin escrúpulos y a los tribunales franquistas, escribiendo recursos, horadando códigos, examinado las leyes fascistas para encontrar el temblor de la justicia. A veces, directamente; en otras ocasiones, a través de la colaboración con los demás abogados del PSUC, en todas las grandes huelgas bajo el franquismo estuvo presente Espuny, en la de la Maquinista Terrestre y Marítima, en Harry Walker, en SEAT, en la Térmica, en el Baix Llobregat; llevando las palabras del PSUC, de las Comisiones Obreras. Hoy puede parecer increíble, pero en los años de plomo del fascismo, sólo tres despachos de abogados de Barcelona aceptaban defender a obreros: los de Antoni Cuenca, Francesc Casares y Josep Solé Barberá. Leopoldo Espuny pertenecía a esa estirpe: de entre los miles de abogados, sólo los más dignos, los más valientes, aceptaron la razón y la dignidad frente al dinero y la posición social.
Durante el estado de excepción de 1969, en las protestas por el consejo de guerra de Burgos, en las manifestaciones por la detención de los dirigentes de Comisiones Obreras y en el proceso 1.001, en la solidaridad con los trabajadores chilenos ante el golpe de Estado de Pinochet, en el aliento a la revolución de los claveles portuguesa, en la solidaridad con Vietnam, en la formación de la Assemblea de Catalunya y de la Junta Democrática, en los días tristes de la matanza de los abogados de Atocha, en todos esos momentos estuvo presente Espuny, porque siempre fue uno de los nuestros.
Ya en la transición política tras la dictadura, Espuny participó en la creación del gabinete jurídico de las Comisiones Obreras de Barcelona, que, más tarde, se convertiría en el gabinete de la CONC, la Comissió Obrera Nacional de Catalunya, y del que llegó a ser responsable, donde recalaron la mayor parte de los abogados que habían encabezado la resistencia al franquismo. Aquellos abogados trabajaron noche y día para horadar los muros del fascismo. Espuny fue amigo, compañero, camarada de otros inolvidables letrados que siempre estuvieron al servicio de los trabajadores, como Josep Solé Barberá o Luis Salvadores, que supieron tejer la red de la solidaridad en los tiempos sombríos del fascismo, como Ascensió Solé, Lola Hurtado, Rafael Senra, Enric Leira, Albert Fina, Conchita Fernández, Montse Comas, Montserrat Avilés, y tantos otros.
En los días del golpe de Estado de Tejero, cuando tantos personajes políticos relevantes de esos años se ocultaron ante el temor del retorno a la dictadura, Espuny estuvo en los locales de Comisiones Obreras de la calle Padilla, colaborando con la organización de la huelga general que se había convocado, dispuesto a enfrentarse de nuevo al fascismo, mientras los tanques de la infamia recorrían las calles de Valencia, la extrema derecha patrullaba por ciudades españolas, y, en Barcelona, un Jordi Pujol pendiente de la televisión, exigía la desconvocatoria de la huelga general convocada por Comisiones Obreras para combatir al golpe con el peregrino argumento de que, si el golpe militar triunfaba, la huelga habría sido inútil, y, si fracasaba, la convocatoria se revelaría inadecuada.
En Viejo tango en carnaval, libro que Espuny publicó en 2013, se encuentran los días de la dictadura y de la transición que él vivió en primera línea, intentando examinar las huellas de los errores y recuperando el recuerdo de los días mutilados por el fascismo. Con las palabras de Neruda, Espuny fue “adversario del malvado y muro del frenético”; fue un militante comunista durante toda su vida, un miembro de la internacional, un abogado solidario de los humildes, un hombre empeñado en cerrar el callejón de las miserias.
Hasta siempre.
Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/leopoldo-espuny-abogado-de-obreros/
jueves, 28 de abril de 2016
28 de abril. Día Internacional de la Salud y Seguridad en el Trabajo
Día Internacional de la Salud y Seguridad en el Trabajo. Una jornada reivindicativa, en la que CCOO exigirá a los partidos políticos que sitúen la seguridad y salud en el trabajo en el centro de sus prioridades, para forzar un cambio de rumbo y revertir la actual regresión en materia preventiva, que ha desembocado en un aumento de la siniestralidad laboral.
Como ha denunciado el secretario confederal de Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO, Pedro J. Linares, "en España vivimos una situación de urgencia respecto a la seguridad y salud laboral. Desde 2012 asistimos a una escalada continúa de accidentes de trabajo y no vemos que los poderes públicos tomen las medidas necesarias para frenar este desastre"
http://www.ccoo.es/cms/g/public/o/7/o88387.pdf
Más aquí: http://verdecoloresperanza.blogspot.com.es/2012/08/los-industriales-ponen-deliberadamente.html#links
Como ha denunciado el secretario confederal de Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO, Pedro J. Linares, "en España vivimos una situación de urgencia respecto a la seguridad y salud laboral. Desde 2012 asistimos a una escalada continúa de accidentes de trabajo y no vemos que los poderes públicos tomen las medidas necesarias para frenar este desastre"
http://www.ccoo.es/cms/g/public/o/7/o88387.pdf
Más aquí: http://verdecoloresperanza.blogspot.com.es/2012/08/los-industriales-ponen-deliberadamente.html#links
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