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lunes, 21 de marzo de 2016

Cuerdas con arte y vocación industrial. La firma Guitarras Manuel Rodríguez fabrica en Toledo y vende en 122 países.

Al padre de Manuel Rodríguez III, a Manuel Rodríguez II, le preguntaron una vez: “¿Por qué no se viene usted a hacer guitarras a Estados Unidos?” A lo que respondió: “Why not?” (¿por qué no?). Así es cómo la segunda generación de estos fabricantes de guitarras viajó a Estados Unidos… y cómo la tercera generación nació en la otra orilla del océano Atlántico. Era el año 1955 y el padre del actual responsable de esta empresa marchó a Los Ángeles. Se fue con poco más de un par de herramientas y mucha ilusión. Manuel Rodríguez III recuerda que estuvieron viviendo en Norteamérica unos 18 años. “Estando allí, solo vendíamos en el mercado estadounidense, así que, una vez muerto Franco, decidimos volver. Ahora vendemos en 122 países…, incluidos 6.000 puntos de venta en Estados Unidos”.

La empresa funciona desde las instalaciones que Guitarras Manuel Rodríguez tiene en Esquivias (Toledo). “Vinimos aquí desde una fábrica que teníamos en la también toledana Illescas. Y, aún antes, un taller en el centro de Madrid”, dice Manuel. “Mi padre viene de una escuela de luthería y soy yo quien convierte aquel trabajo artesanal en un negocio que se hace industrial sin dejar de ser artesanal”. En la fábrica, diferentes operarios hacen un mínimo del 70% de cada guitarra a mano. “Y eso en nuestras guitarras de 300 euros”, dice Rodríguez. “A partir de ahí, y a más precio, más tiempo empleado en la fabricación de cada instrumento, maderas de más calidad y mayor número de operaciones hechas a mano”. Y así hasta llegar a las guitarras de 20.000 euros, alguna de las cuales ha acabado en manos de Carlos Santana, Eric Clapton o Stevie Wonder.

Hablando con Manuel Rodríguez, se hace evidente que ha mamado el oficio desde niño. “Cuando llegaba del colegio, en casa olía a madera, a barnices. También veía llegar a muchos actores y músicos famosos que le compraban guitarras a mi padre, mientras yo jugaba con los hijos de estas personas, con muchos de los cuales aún mantengo contacto”. ¿Y cuándo supo que se iba a dedicar al negocio de hacer y vender guitarras? “Cuando, por error, me bebí un vaso de barniz creyendo que era cola cao”, dice con sorna Manuel Rodríguez III.

Y así, cumplidos los 18, Manuel construye su primera guitarra. “No conseguía vender ninguna, así que mi padre me dijo que cogiera el coche y saliera a buscar yo compradores. Y eso hice. Viajé por el norte de Europa y volví con tantos pedidos que, para un segundo viaje, ya me fui con un camión”. Era una época en la que aún no existía Internet. “Todo era a base de páginas amarillas e ir directamente a las tiendas. No fue fácil, pero aprendí que, cuando uno supera dificultades, creces. Y en nuestra familia, que ha pasado dos guerras mundiales y una civil, sabemos de eso”. Fruto “del emprendimiento pasional e insistencia”, Guitarras Manuel Rodríguez ha acabado vendiendo hasta en la Polinesia. “A la gente le gusta que viajes y vayas a conocerla”, dice el responsable de la empresa.

Con respecto a los nichos de mercado en los que Guitarras Manuel Rodríguez vende sus productos, el criterio es que, “evidentemente, los países más ricos son los que tienen un mayor poder adquisitivo para comprar guitarras como las nuestras. Vamos ampliando las ventas a medida que la cultura va subiendo, sobre todo en Asia. Allí aman el flamenco… y nosotros no lo valoramos. China, Singapur o Australia, por poner tres ejemplos, tienen gente que buscan lo puro, a quienes les encanta el flamenco, por lo que estamos subiendo las ventas. También han hecho mucho daño las guitarras de mala calidad de los chinos, que no motivan, pues apenas duran un mes. Hay que hacer que la gente joven disfrute tocando la guitarra”.

Como segundo fabricante de guitarras más antiguo del mundo, el futuro de la empresa dirigida por Manuel Rodríguez III pasa “por convencer a las personas que tienen poder en el mundo de que la música es importante para el ser humano. Además, trabajamos para ser más sostenibles, construir guitarras con energía solar y en madera sostenible, y utilizar barnices ecológicos. Llevo la pasión española y el marketing nor­te­americano”, concluye Rodríguez, que ha llevado a su empresa a facturar tres millones de euros y a dar trabajo a 50 personas.
https://www.guitarrasramirez.com/index.php?seccion=biblio&lang=es
http://economia.elpais.com/economia/2016/03/03/actualidad/1457019915_744868.html

miércoles, 29 de julio de 2015

Hollywood contra Amnistía Internacional. Actrices como Meryl Streep o Emma Thompson firman una carta para pedir a la ONG que no apoye la despenalización de la prostitución

Hollywood se opone a la legalización internacional de la prostitución. Y ese rechazo ha creado el primer encontronazo que se recuerda entre Amnistía Internacional y actrices como Meryl Streep, Kate Winslet, Lena Dunham, Anne Hathaway o Emma Thompson. El mes próximo la ONG, una de las favoritas de los actores, debatirá en Dublín la conveniencia de recomendar a gobiernos y organismos internacionales la despenalización de la prostitución. De momento sólo se trata de un documento de trabajo interno titulado Draft policy on sex work (Borrador de la política sobre trabajo sexual), que los diferentes responsables de la organización someterán a votación en su reunión anual. Pero su mera existencia ha sido suficiente para que más de 400 organizaciones de derechos humanos y defensa de la mujer tomen nota y escriban una carta, firmada por las actrices mencionadas y otras como Emily Blunt, Lisa Kudrow o Angela Bassett, pidiéndole a Amnistía Internacional que tire el documento a la papelera.

“Nos preocupa muchísimo la propuesta de Amnistía que llevaría a la legalización de burdeles, proxenetas y consumidores de sexo, los pilares de la industria sexual, que mueve 99.000 millones de dólares a escala global”, reza la carta. En ella se reconoce la importancia histórica que ha tenido la ONG en el reconocimiento global de los derechos humanos de las mujeres y también se subraya que al igual que Amnistía, los firmantes consideran que no se debería penalizar a las mujeres que ejercen la prostitución. Sin embargo, “si se aprueba la descriminalización de los burdeles, el proxenetismo y el consumo de sexo por dinero lo que se estará aprobando de facto es un apartheid de género en el que un grupo de mujeres podrá defenderse frente a los abusos sexuales y tendrá oportunidades económicas y educativas y otro en cambio tendrá una vida marcada por la imposibilidad de elegir y será objeto de consumo para hombres y de ganancias para proxenetas, propietarios de burdeles y traficantes”.

Precisamente las organizaciones que luchan contra el tráfico de mujeres, encabezadas por Coalition Against Trafficking in Women (CATW), son las que más ruido están haciendo para que la célebre ONG, una de las más respetadas internacionalmente, no apruebe el documento. Además de la carta apoyada por actrices y organizaciones de todo el planeta, CATW ha creado anuncios que ya circulan por las redes sociales y ha lanzado una petición en change.org para que todo el que quiera la firme, aunque por ahora ha conseguido 4.000 rúbricas. Por su parte, Amnistía Internacional no ha hecho declaraciones oficiales ante la polémica pero el pasado lunes sí contestó a preguntas de la revista Hollywood Reporter a través de un portavoz: “Las trabajadoras sexuales son particularmente vulnerables a las violaciones de derechos humanos. Es un tema importante que provoca muchas reacciones. Todavía estamos en proceso de consultas y no se ha tomado ninguna decisión”.
http://elpais.com/elpais/2015/07/29/estilo/1438183129_031470.html

lunes, 20 de octubre de 2014

“Los bonus de los ejecutivos destruyen las compañías” Henry Mintzberg (Montreal, Canadá, 1939) es una de las principales voces del management en el mundo

No le gustan los MBA. No le gusta George W. Bush. No le gustan los disparatados bonus de los ejecutivos. No le gusta el enorme poder de las grandes corporaciones en nuestras vidas. Y sostiene, con alarma, que se están dando algunas condiciones en Estados Unidos similares a las de la Alemania e Italia de principios de los años treinta del siglo pasado. Desde la disidencia de la palabra, Henry Mintzberg (Montreal, Canadá, 1939) es una de las principales voces del management en el mundo. La más provocadora y una de las más lúcidas. Acaba de publicar un ensayo digital titulado Rebalancing Society: Radical Renewal. Y eso —asegura— es lo que urge: reequilibrar la sociedad y emprender un cambio radical. Ir más allá del centro, la derecha o la izquierda. Caminar. ¿Hacia dónde?

Pregunta. Sostiene que el management no es una profesión. Es práctica. ¿Qué significa?
Respuesta. Significa que no puedes ir a la escuela para convertirte en directivo. La única forma de aprender a gestionar una empresa es ser un gestor. Sobre todo es práctica. Imagine un triángulo. Arte, oficio y ciencia. No hay ciencia en la gestión empresarial; no es como la medicina. Esta usa mucho la ciencia. En el management hay poca. Está situado entre el arte y el oficio. Es experiencia. Algo que vives constantemente. Ni siquiera puedes explicar fácilmente qué es la gestión a alguien que no haya sido gestor.

P. Durante más de 40 años ha enseñado materias relacionadas con la gestión. Pero asegura que nada ha cambiado y nada cambiará en los próximos cien años.

“No hay ciencia en la gestión empresarial; es experiencia”

R. Me refiero a que en lo fundamental no cambia la naturaleza de la gestión. La forma en la que tomamos decisiones no ha variado. Porque no es ciencia, está basada en la experiencia.

P. Es muy crítico con escuelas de negocios prestigiosas como Harvard o Wharton. ¿Por qué?
R. La mayoría de los estudiantes no tienen ninguna experiencia como directivos o gestores, y estos centros quieren dársela. Harvard lo hace a través de case studies. Selecciona a gente que no conoce la empresa, o sabe muy poco de su gestión, y la noche anterior se lee 20 páginas. Al día siguiente tiene que decir qué debería hacer la compañía. Nunca ha usado sus productos, nunca ha visitado las instalaciones de la empresa, nunca ha conocido a los clientes… Esta es la formación que llevó a George W. Bush a tomar decisiones sobre Irak. Para él, Irak fue un case study.

P. Algunos de sus colegas son muy críticos con usted. Dicen que solo destruye, que no propone un modelo alternativo. Defiéndase.
R. No es cierto. Empecé a ser atacado cuando comencé a criticar los MBA. La gente decía qué estaba haciendo yo para cambiarlos. Pero yo no tengo que hacer nada. Soy un profesor con derecho a criticar. No obstante, hemos creado una serie de programas que son diferentes de un MBA.

P. En el mundo hay cientos de estudiantes MBA. ¿Se equivocan?
R. Un MBA es bueno para la parte analítica de la gestión. Investigación de marketing, análisis financiero, contabilidad… En 1990 hicimos un análisis con los mejores graduados de Harvard; las superestrellas. En 2003 analizamos sus logros desde entonces. Todos con el cargo de presidente ejecutivo. Pues bien, 13 de ellos fueron un absoluto fracaso, cuatro “puede” y otros cuatro resultaron buenos. No es un gran éxito.

P. ¿Qué defiende en el ensayo digital que acaba de publicar?
R. En 1989, cuando se desmoronó el régimen comunista en Europa del Este, la reflexión en el Oeste fue que el capitalismo había triunfado. Esto es erróneo y peligroso. No fue el capitalismo lo que triunfó, sino el equilibrio. En la Europa del Este los países estaban totalmente desequilibrados hacia el lado del Gobierno. Debido a que ganó el capitalismo algunos pensaron que había equilibrio en el lado privado. Venezuela o Tailandia tienen problemas horribles. Pero ¿por qué apoyan a Gobiernos populistas? Porque se sienten excluidos de la riqueza. Lo ves también cuando analizas la desigualdad de los ingresos, sobre todo en Estados Unidos. ¿Y cómo lo reequilibras? Tienes que alejarte de las líneas: izquierda, derecha, centro. Debes mirar la sociedad como una silla con tres patas. Una es el sector público (tiene que ser respetado), otra el privado (tiene que ser responsable) y luego está el sector civil (ONG, sociedad), que ha de ser robusto.

P. ¿Qué responsabilidad tienen las grandes corporaciones en todo esto?
R. Vuelvo a 1989. La creencia fue que el comunismo se hundió por el Gobierno. Por lo tanto, todos los Gobiernos son malos y débiles. Y el sector privado empezó a tener más y más poder. Comenzó a controlar las Administraciones. Como en Estados Unidos. Fíjese en el lobby de las pistolas. No quieren dispararlas, son personas que quieren fabricarlas. Ahora controlan el Congreso. Esto sucede en muchos países. Un ejemplo. Hay una negociación entre la Unión Europea y Estados Unidos. Quieren poner en marcha una corte especial donde una corporación pueda demandar a un Gobierno por quitarle sus beneficios. Así que si la Administración canadiense aprueba una ley sobre el control climático puede ser demandada por una compañía que piense que le está arrebatando sus ganancias. ¡Es una locura!

P. ¿Por qué la sociedad ha consentido que las corporaciones tengan ese poder?
R. Porque en Estados Unidos, la Corte Suprema ha dado luz verde a que las multinacionales hagan donaciones políticas. Si eres accionista de una empresa tienes más poder que un ciudadano normal, ya que la corporación posee el derecho a hacer esas donaciones. Hay una cita que comparten Jefferson y Lincoln. Ambos coinciden en que las corporaciones van a destruir Estados Unidos.

P. ¿Qué efecto tienen en las empresas los altos salarios y bonus que cobran muchos ejecutivos?
R. Cualquiera que acepte ser pagado cientos de veces por encima que sus trabajadores no es un verdadero líder. Por eso solo hay unos pocos líderes en las compañías estadounidenses. ¿Cómo puedes dirigir una empresa y decir que eres cientos de veces más importante que tus empleados? Por qué no dicen lo contrario. Porque no se dirigen al Consejo de Administración así: “No me puedes pagar esas cantidades. Con esas cifras no puedo hacer que mis trabajadores se comprometan con el proyecto”. Los bonus de los ejecutivos destruyen las compañías.

P. Pese a todo, ¿es optimista sobre el futuro?
R. No. Pero podemos alcanzar un punto en el que la gente diga que ya es suficiente.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2014/10/16/actualidad/1413482865_302011.html