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viernes, 22 de febrero de 2013

Berlín, al que "Manqua Finessa" en cantidad, entra "como un elefante en una cacharrería" en la campaña italiana. Il cavalieri, con el populismo que le caracteriza, lo utiliza a su favor astutamente y se ríe de las advertencias alemanas a los italianos sobre votar a Berlusconi

Los políticos alemanes se suman, así torpemente, a la estrategia del Cavaliere

Alarmado ante el ascenso de Silvio Berlusconi en las encuestas, Berlín entra en la campaña italiana con torpes declaraciones de toda una serie de políticos que favorecen más que perjudican al Cavaliere. Berlín parece no entender que lo mejor que podría hacer en la actual situación italiana sería callarse. En lugar de eso se alecciona a los italianos sobre cómo votar.

Cuando Berlusconi se está presentando ante el público italiano como el político audaz que desafía el diktat teutón, la simplona racionalidad de los políticos alemanes no entiende el juego y entra al trapo con una ingenuidad asombrosa. En su primario juego anti-tedesco, todo le suma a Berlusconi, que fue un aventajado alumno de ese diktat cuando estaba en el gobierno. El futbolista Mario Balotelli, que marcó dos goles contra Alemania descalificándola en el mundial, ha sido fichado por su AC Milan. Mientras ese Mario hizo “llorar dos veces” a los alemanes, ha dicho, el “otro Mario” (Monti) les hace llorar.

Con el discurso a ese nivel, el ministro de exteriores alemán, Guido Westerwelle, irrumpe en el terreno de juego, siguiendo la estela del comisario europeo, Olli Rehn, que abrió la serie declarando a Berlusconi “no fiable”. Pero Rehn no es alemán. Con sus declaraciones contra el magnate italiano Westerwelle y los suyos actúan como majorettes en la fiesta de Berlusconi. “Naturalmente no tomamos parte en la campaña electoral italiana, pero sea quien sea el que forme el nuevo gobierno estamos a favor de que prosiga la línea proeuropea y las necesarias reformas”, dice Westerwelle. Italia es, dice el ministro, “el país clave para la superación de la crisis de deuda europea”.

“Italia necesita una dirección política que pueda conectar con el futuro y Berlusconi no sirve para eso”, ha dicho el presidente de la comisión de exteriores del Bundestag, Ruprecht Polenz, del partido de Merkel. La canciller, que ya se pilló los dedos durante la campaña francesa rompiendo una lanza por Sarkozy, guarda silencio. Incluso si en Francia no había entonces un resentimiento ante el rudo protagonismo alemán en la eurocrisis, aquella fue una torpeza que difícilmente repetirá Merkel ahora.

En pleno Stalingrado de la eurocrisis, cuando la recesión europea amenaza con degenerar en una espiral de reducción de la recaudación de impuestos, aumento de los costes presupuestarios del desempleo e incremento de la deuda -no “pese al ahorro”, como exclaman extrañados muchos comentaristas alemanes, sino precisamente a causa del asfixiante ahorro- Berlín teme que las elecciones italianas consagren un vuelco.

Con el magnate de nuevo en el gobierno, Italia rompería con la política de estabilidad lo que podría tener consecuencias “muy serias” para el euro, dice el portavoz de política presupuestaria del partido de Merkel (CDU), Norbert Barthle.

Las declaraciones de políticos alemanes sobre la campaña electoral italiana y su rechazo a Berlusconi, “no expresan tutela”, explica una angelical editorial del Sudddeutsche Zeitung. Simplemente, “se ofrece a los italianos una información que podría ayudarles a tomar su decisión electoral”, añade. El problema es que nadie garantiza que esta indicación alemana sobre cómo votar “correctamente” en Italia, no abone el populismo de Berlusconi.

El Cavaliere, que fue echado del gobierno por una patada de Angela Merkel y su comparsa Sarkozy en octubre de 2011, ya ironiza sobre sus rivales, Bersani y Monti, como los “candidatos alemanes”. Pero en Berlín se desconoce el más simple abecedario de la sensibilidad nacional en los estados europeos.

Dato
Enfermedad Francesa. Con un retroceso de tres décimas de punto en el último trimestre, la mitad del retroceso alemán, Francia continua siendo presentada en Berlín como el “enfermo de Europa”, pese a que la economía francesa, más diversificada y con una mayor demanda interna, tiene algunas ventajas sobre el modelo exportador alemán.

Rafael Poch. La Vanguardia

lunes, 1 de junio de 2009

Saramago e Italia

La editorial italiana Einaudi, propiedad de Silvio Berlusconi, no publicará 'El Cuaderno' de José Saramago por sus críticas al primer ministro italiano, informó hoy el semanario 'L'Espresso'. Esas críticas son las que se recogen en estos textos del blog del Premio Nobel publicados el 17 de septiembre de 2008 y el 17 de febrero de 2009 Berlusconi & Cia. 

Según la revista norteamericana Forbes, el Gotha de la riqueza mundial, la fortuna de Berlusconi asciende a casi 10 mil millones de dólares. Honradamente ganados, claro, aunque con no pocas ayudas exteriores, como por ejemplo, es la mía. Puesto que soy publicado en Italia por la editorial Einaudi, propiedad del dicho Berlusconi, algún dinero le habré hecho ganar. Una ínfima gota de agua en el océano, obviamente, pero al menos le habrá llegado para pagar los puros, suponiendo que la corrupción no sea su único vicio. Salvo lo que es de conocimiento general, sé poquísimo de la vida y milagros de Silvio Berlusconi, il Cavalieri. Mucho más que yo sabe, sin duda, el pueblo italiano que una, dos, tres veces lo ha sentado en el sillón de primer ministro. Pues bien, como solemos oír decir, los pueblos son soberanos, y no sólo soberanos, también son sabios y prudentes, sobre todo desde que el continuado ejercicio de la democracia ha facilitado a los ciudadanos ciertos conocimientos útiles acerca del funcionamiento de la política y sobre las diversas formas de alcanzar el poder. Esto significa que el pueblo sabe muy bien lo que quiere cuando es llamado a votar. En el caso concreto del pueblo italiano, que es de él de quien hablamos, y no de otro (ya les tocará el turno), está demostrado que la inclinación sentimental que experimenta por Berlusconi, tres veces manifestada, es indiferente a cualquier consideración de orden moral. Realmente, en la tierra de la mafia y de la camorra ¿qué importancia puede tener el hecho probado de que el primer ministro sea un delincuente? En una tierra en que la justicia nunca ha gozado de buena reputación ¿qué más da que el primer ministro consiga que se aprueben leyes a medida de sus intereses, protegiéndose contra cualquier tentativa de castigo a sus desmanes y abusos de autoridad? Eça de Queiroz decía que si paseáramos una carcajada alrededor de una institución, ésta se desmoronaría hecha añicos. Eso era antes. ¿Qué diremos de la reciente prohibición, ordenada por Berlusconi, de que la película W. de Oliver Stone sea exhibida allí? ¿Hasta ahí llegan los poderes de il Cavaliere? ¿Cómo es posible que se haya cometido semejante arbitrariedad, para colmo sabiendo nosotros que, por más carcajadas que demos alrededor de los quirinales, no se van a caer? Es justa nuestra indignación, aunque debamos hacer un esfuerzo para comprender la complejidad del corazón humano. W. es una película que ataca a Bush, y Berlusconi, hombre de corazón como lo puede ser un jefe mafioso, es amigo, colega, compinche del todavía presidente de los Estados Unidos. Están bien uno con otro. Lo que no estará nada bien es que el pueblo italiano acabe llevando una cuarta vez las posaderas de Berlusconi hasta la silla del poder. No habrá, entonces, carcajadas que nos salve.

sábado, 16 de mayo de 2009

¿Hasta cuando?

José Saramago

El cuaderno de Saramago
Hará unos dos mil cincuenta años, días más día menos, a esta hora o a otra, estaba el bueno de Cicerón clamando su indignación en el senado romano o en el foro: “¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”, le preguntaba una vez y muchas al bellaco conspirador que había querido matarlo y hacerse con un poder al que no tenía ningún derecho. La Historia es tan pródiga, tan generosa, que además de darnos excelentes lecciones sobre la actualidad de ciertos acontecidos de otrora, también nos ha legado, para nuestro gobierno, unas cuantas palabras, unas cuantas frases que, por esta o aquella razón, acabaron echando raíces en la memoria de los pueblos. La frase que dejé más arriba, fresca, vibrante, como si acabara de ser pronunciada en este instante, es sin duda una de esas. Cicerón fue un gran orador, un tribuno de enormes recursos, pero es interesante observar como, en este caso, prefirió utilizar términos de los más comunes, que podrían haber salido de la boca de una madre que reprende a un hijo inquieto. Con la enorme diferencia de que aquel hijo de Roma, el tal Catilina, era un mequetrefe de la peor especie, ya sea como hombre, o como político.

La Historia de Italia sorprende a cualquiera. Es un extensísimo rosario de genios, pintores, escultores o arquitectos, músicos o filósofos, escritores o poetas, iluminadores o artífices, un no acabar de gente sublime que representa lo mejor que la humanidad ha pensado, imaginado, hecho. Nunca le faltarán catilinas de mayor o menor envergadura, pero de eso ningún país está exento, es lepra que a todos nos toca. El Catilina de hoy, en Italia, se llama Berlusconi. No necesita asaltar el poder porque ya es suyo, tiene suficiente dinero para comprar todos los cómplices que sean necesarios, incluyendo jueces, diputados y senadores. Ha conseguido la proeza de dividir la población de Italia en dos partes: los que les gustaría ser como él y los que ya lo son. Ahora promueve la aprobación de leyes absolutamente discriminatorias contra la emigración ilegal, saca patrullas de ciudadanos para colaborar con la policía en la represión física de los emigrantes sin papeles y, colmo de los colmos, prohíbe que los niños de padres emigrantes sean inscritas en el registro civil. Catilina, el Catilina histórico, no lo haría mejor.

Dije antes que la Historia de Italia sorprende a cualquiera. Sorprende, por ejemplo, que ninguna voz italiana (al menos que yo sepa) haya retomado, con una ligera adaptación, las palabras de Cicerón: “¿Hasta cuando, Berlusconi, abusarás de nuestra paciencia?” Experimentese, puede ocurrir que dé resultado y que, por esta u otra razón, Italia vuelva a sorprendernos.