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sábado, 28 de junio de 2014

Las facturas de la mentira o las pseudociencias.

Recientemente ha sido noticia que un  un cuidadoso metaanálisis que involucra a 1.256.407 niños en cinco estudios ha concluido que las vacunas no están asociadas con las afecciones del trastorno de espectro autista. El análisis también determinó que los componentes de las vacunas, como el timerosal, y las vacunas múltiples, tampoco se asocian con el autismo. Los tres investigadores que firman el estudio son miembros de la Escuela Clínica Nepean de la Universidad de Sidney, Australia.

De toda la información que nos dan, un dato está notablemente ausente: cuánto costó el estudio. Cuántas horas de estos tres investigadores con qué salarios y usando qué recursos se necesitaron para llegar a estas conclusiones.

Otros estudios similares realizados en el pasado han llegado a las mismas conclusiones, como uno que  incluyó a todos los niños nacidos en Dinamarca entre 1990 y 1996, otro estudio de Polonia u otra revisión crítica de 2004.

El actual movimiento antivacunas se originó en un estudio fraudulento del exmédico Andrew WakefieldEse solo estudio fraudulento, que nadie pudo replicar jamás, ha provocado que se invierta una incalculable cantidad de recursos, dinero, tiempo y dedicación de numerosos científicos.

¿Cuánto ha costado la mentira de Wakefield?
Cada uno de los embustes que se le puedan ocurrir a cualquiera, literalmente a cualquiera, en cualquier lugar del mundo, puede dar lugar a un dispendio en recursos científicos que muy probablemente habrían estado mejor dedicados a otras investigaciones.

La presión de la opinión pública, que frecuentemente no sólo dispone de escasa información, sino que además está sometida al bombardeo de la desinformación, motiva a instituciones e investigadores a emprender estos estudios incluso si no hay un mecanismo plausible para la correlación establecida por el proponente del fenómeno.

No es necesario demostrar que algo ocurre, que un fenómeno es real. Ni siquiera es necesario presentar un solo caso de estudio bien analizado. Basta decir que el cáncer se cura con alguna pócima o alimento milagroso y curanderos, alternativistas, pseudomédicos, conspiranoicos y periodistas poco avisados se encargarán de difundirlo y presentarlo, frecuentemente, como un descubrimiento o una denuncia que valerosamente enfrentan a algún villano poderoso y malévolo.

En 1922, al monje budista japonés Mikao Usui se le ocurrió afirmar que podía curar a la gente acercándole sus manos. Aseguraba que al hacerlo, él transfería a la persona una misteriosa energía llamada “ki” o “chi” y cuya existencia nadie ha demostrado. Usui bautizó a su presunta técnica como “reiki” (palabra en japonés que significa, muy apropiadamente, “atmósfera misteriosa”) y se lanzó, junto con sus adeptos, a por acercarle las manos a personas enfermas o simplemente deprimidas e insatisfechas y asegurar que ello tenía un efecto real. Se funda así un negocio multimillonario que en menos de 100 años se ha difundido por todo el planeta con variantes aún más extravagantes, como el reiki para animales o vegetales.

Uno pensaría que sería responsabilidad del señor Usui o de sus honorables asociados de negocios demostrar la existencia de la tal energía llamada “ki” y, una vez habiéndolo hecho, demostrar, en condiciones debidamente controladas y con todo el rigor que le exigimos a cualquier procedimiento médico, que tal energía realmente se “transfiere” de un practicante de reiki a su “paciente” y, finalmente, demostrar que esa transferencia energética es, efectivamente, responsable de las curaciones milagrosas que prometen.

Si así lo hicieran, seguramente habría numerosos científicos interesados en desentrañar el mecanismo mediante el cual ocurre esa curación. Quizás podría enriquecer de modo generosísimo nuestra comprensión de los mecanismos de la biología, la fisiología, la patología y el tratamiento de numerosas afecciones.

No ha sido así. Los “maestros reiki” siguen instalándose por todo el mundo, exigiendo dinero de verdad a gente ignorante y deseosa de respuestas a cambio de pasarles las manos cerca. En estos casi 100 años, presionados por los creyentes en las maravillas del reiki, diversos científicos, investigadores, universidades y hospitales se han ocupado en tratar de determinar si hay algo de verdad en las ya de por sí implausibles afirmaciones de Usui y sus adeptos. En estos años se han hecho literalmente cientos de estudios, de más o menos calidad, que al ser analizados críticamente llegan a la bastante esperable conclusión de que el reiki no muestra capacidad de curar nada y su eficacia es igual a la del placebo.

Como pasa con el reiki, hay una horda cada vez más numerosa de supuestas “terapias alternativas”, literalmente cientos de ellas que ofrecen afirmaciones sobre las más extrañas, descabelladas o francamente ridículas prácticas que alguien aseguró que eran “curativas” y otros creyeron… sin demostrarción de por medio. Y de muchas de ellas hay estudios y estudios que, o bien demuestran que no hay capacidad curativa alguna, o resultan sesgados, poco rigurosos, irreproducibles o francamente fraudulentos.

En otros espacios alternativos distintos de la medicina, las cosas no son muy distintas. Científicos de diversas disciplinas se ven presionados para “demostrar” que tal o cual locura es falsa o incorrecta, desde los círculos de las cosechas (que desde 1994 se sabe que son un fraude nacido de una broma práctica de dos ciudadanos ingleses) hasta la telepatía o la “energía libre”, que es como ahora se llama a lo que serían las máquinas de movimiento perpetuo de toda la vida.

No importa que sepamos que es imposible obtener de un sistema más energía de la que se introduce en él, porque esto violaría la primera y segunda leyes de la termodinámica, que están empíricamente validadas y se confirman día a día. La idea de obtener algo a cambio de nada (que es la premisa esencial de la magia) sigue consumiendo recursos para demostrar que sigue siendo imposible.

Y en ocasiones, lo que está en juego son vidas. Muchas. Desde la década de 1990 se comercializaron varios presuntos “detectores moleculares” con nombres aparentemente técnicos como Quadro Tracker, Ade650, Ade651, Alpha6, H3TEC, HEDD1, AL-6D y GT200. Se trataba de genuinas “varitas mágicas” que afirmaban ser capaces de detectar a distancia, incluso dentro de recipientes cerrados, muy diversas sustancias: drogas, armas, explosivos e incluso personas. No son sino un mango de plástico negro totamente vacío al que está fijada una antena telescópica que gira libremente como una bisagra. Los fabricantes afirmaban que no necesitaba electricidad pues se alimentaba de la electricidad estática del propio operador. El mango tenía una ranura donde se introducían tarjetas que indicaban al aparato qué detectar: mariguana, cocaína, explosivo C40 o inmigrantes ilegales. Cada aparato podía llegar a venderse en más de 30 mil euros.

En realidad, se trataba de aparatos inútiles cuyo aparente funcionamiento se debía al “efecto ideomotor”, los movimientos involuntarios realizados en respuesta a una idea y que son también responsables del movimiento del puntero de la ouija y de las varitas de los zahoríes. Era muy fácil determinar que estos aparatos no tenían ningún mecanismo plausible de funcionamiento. Sin embargo, numerosos gobiernos invirtieron cantidades millonarias en su adquisición. Tailandia, México en su lucha contra el narcotráfico e incluso las fuerzas de ocupación occidentales en Irak fueron clientes de los fabricantes. No fue sino hasta que hubo una serie de atentados con autos bomba que pasaron sin ser detectados por los retenes con personal militar equipado con estos aparatos que el gobierno británico prohibió su compra y empezó a investigar a sus principales fabricantes.

Y pese a ello, fue necesario el esfuerzo de numerosos militares, civiles y científicos en cada uno de los distintos países víctimas de los delincuentes para que las corporaciones que utilizaban los dispositivos los retiraran aceptando –no de muy buen grado– que habían sido objeto de una estafa. Dos de los fabricantes han sido sentenciados a penas de cárcel por fraude en Inglaterra.

Sin embargo, las investigaciones raras veces consiguen que los creyentes en una u otra afirmación maravillosa y disparatada acepten siquiera la posibilidad de estar en el error. Todavía en distintos países hay corporaciones militares y policiacas que arriesgan la vida de su personal y de civiles inocentes confiando en los improbables “detectores moleculares”. Los movimientos antivacunas están influyendo en nuevos brotes preocupantes de enfermedades prácticamente erradicadas. El reiki se difunde con cada vez más practicantes que simulan y cobran sin control alguno. Y, por supuesto, todas las pseudoterapias son uno de los mayores negocios del mundo, con ventas sólo en Estados Unidos de más de 34 mil millones de dólares en 2007 según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de ese país.

Esto subraya el absurdo de la inversión que puede hacer la sociedad para confirmar cosas que ya se saben, pero con la esperanza o bien de encontrar un verdadero milagro o de convencer a los creyentes y ayudarles así a conservar su dinero y mejorar las probabilidades de tratamiento exitoso de sus afecciones, labor en la cual ciertamente no tienen interés en colaborar.

Investigar las afirmaciones de aspecto más incongruente no es forzosamente un desperdicio. Pero una mayor alfabetización científica de nuestra sociedad al menos pondría, como es lógico, la carga de la prueba sobre los hombros de quienes hacen tales afirmaciones, y les exigiría pruebas sólidas antes de lanzarse a financiar la búsqueda del monstruo del Lago Ness, las hadas en el fondo del jardín o la capacidad del bicarbonato de sodio para curar todos los cánceres. O simplemente rendirse ante ellos y admitir como medicamentos diversos preparados, pócimas o mejunjes sin exigirles que demuestren que sirven para lo que afirman en su publicidad.

Algo no marcha bien cuando parte de la política de investigación de una sociedad se ve dictada por los caprichos de cualquiera que tenga una idea descabellada y un medio de comunicación a su alcance para difundirla, obligando a todos a pagar una elevada factura por las falsedades cuando toman por asalto el imaginario popular.
Este post ha sido realizado por Mauricio Schwarz (@Elnocturno) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

Libro recomendado:
Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge

viernes, 2 de mayo de 2014

Mario Bunge: “Hoy día la ciencia asusta tanto a la izquierda como a la derecha”

Uno de los pensadores contemporáneos más destacados, reflexiona sobre la educación,la economía, la comunicación e Internet
El premio Príncipe de Asturias de Humanides opina que "la búsqueda de información hace que todo sea más rápido, pero obstaculiza la creatividad y la imaginación"

Mario Bunge (Buenos Aires, 1919), es “un filósofo de la ciencia curioso”. Estudiante primero de física y luego de filosofía, doctorado con una tesis sobre cinética del electrón relativista, fue profesor en Argentina, de donde emigró por motivos políticos en 1963. Tras pasar tres años dando clase en varios países, en 1965 llegó a Canadá. En la universidad McGill de Montreal enseñó y hoy sigue siendo profesor emérito. Bunge visita Madrid de paso para Génova porque, subraya, “de allí es mi señora”. En Génova pasará dos meses, corrigiendo la versión inglesa de sus memorias: “Voy viendo que hay pasajes muy locales que quiero cambiar. Espero publicarlas en septiembre”.

Serán las memorias de un lúcido testigo del siglo XX, un observador atento de la realidad analizada bajo el prisma materialista que le define, combatiendo las escuelas filosóficas “que no ayudan a buscar la verdad”, las doctrinas que anulan al ser humano y, de paso, las falsas ciencias, de la homeopatía al psicoanálisis, siempre con grandes dosis de razón y de humor. Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y Comunicación en 1982, sus libros están publicados en España por Gedisa y por Laetoli.

Pregunta. ¿Puede haber filosofía fuera de la ciencia?
Respuesta. Puede. La mayor parte de los filósofos no saben nada de ciencia, pero están varios milenos atrasados y no pueden profundizar en cuestiones importantes, que han sido ya respondidas por la ciencia, como por ejemplo qué es la vida, la psique, la justicia…

P. Usted ha dicho que la ciencia y la técnica son los motores del desarrollo ¿Cómo está afectando la crisis a la producción de conocimiento?
R. De una doble manera. Primero se han reducido en casi todas partes los fondos para la investigación y, segundo, hay una crisis ideológica y hoy la ciencia asusta tanto a la izquierda como a la derecha. Antes los únicos enemigos de la ciencia estaban en la derecha; hoy hay muchos izquierdistas que confunden la ciencia con la técnica y creen que es ante todo una herramienta en manos de las grandes empresas.

P. ¿Aprenderemos algo de esta crisis?
R. Los golpes no enseñan nada, no creo que aprendamos de esta crisis, sobre todo si los gobiernos siguen pidiendo consejo a los economistas que contribuyeron a crearla, a los partidarios de políticas sin regulación.

P. Usted ha dicho que la técnica, a diferencia de la ciencia básica pero a semejanza de la ideología, no siempre es moralmente neutral ni por lo tanto socialmente imparcial. ¿Cuál es su juicio global sobre la actual expansión de las tecnologías de la información y sus aplicaciones?
R. Todo avance técnico tiene aspectos positivos y negativos, desde el teléfono celular al iPad, que han facilitado la adquisición de información pero están destruyendo la sociedad, que se está aislando cada vez más. Están teniendo un efecto desolador, por ejemplo se leen menos libros cada vez. Antes los estudiantes dedicaban 25 horas semanales a estudiar, pero ahora ya son 15 y dentro de unos años serán 10 o 5. Las bibliotecas están vacías.
Más en El País.

lunes, 14 de octubre de 2013

"Mi cura del cáncer fue un milagro muy currado". La médica de familia y superviviente de cáncer Odile Fernández explica cómo cambios sencillos en la alimentación y el estilo de vida pueden prevenir y alterar la evolución de la enfermedad

En los últimos tres años, la doctora andaluza Odile Fernández ha vivido el más difícil todavía. Superó un cáncer cuando los oncólogos estimaban que sólo tenía el 5 por ciento de posibilidades de curación y, contra todo pronóstico, quedó embarazada de un bebé, su segundo hijo, que ahora tiene dos meses.

Como tantos otros enfermos, ya embarcada en un tratamiento de quimioterapia Fernández preguntó a los oncólogos qué comer y qué medidas tomar para combatir por su cuenta la enfermedad. De su negativa a aceptar la respuesta del equipo que le atendía –"no hagas nada y come todo lo que te apetezca"–nace su libro 'Mis recetas anticáncer', que se publicó en junio y está en su quinta edición. “El problema es que los médicos no tienen formación sobre nutrición y todo les da miedo”, señala Fernández frente a un batido de mango, kiwi y manzana –su desayuno– en una cafetería de Madrid. “El cáncer es la enfermedad del miedo. Pero comer lechuga no va a tener una interacción con la quimio”.

Fernández, de 34 años, insiste en que el libro se titula así porque esas son las recetas que le funcionaron a ella. “No hay ninguna fórmula mágica. Pero el mensaje que quiero hacer llegar es que podemos hacer mucho contra el cáncer a través de la alimentación. No seas el sujeto pasivo. Infórmate, muévete, pregunta, toma las riendas de tu enfermedad junto a tu equipo médico”.

¿En qué medida cree que su curación se debe a los cambios en su alimentación y estilo de vida, versus tratamiento convencional?

No sabemos si fue la quimio o la alimentación. Lo que creo es que fue todo. Me habían dado un 95 por ciento de posibilidades de morir en cinco años. En principio, no se planteó como quimio curativa, sino paliativa, que podía alargar la vida unos meses o años. Pero yo no quería vivir unos pocos meses más, quería sanarme. Así que hice mi quimio junto con grandes cambios en la alimentación y en el tema emocional.

¿Cuáles fueron, en esencia, estos cambios?
Lo primero fue eliminar todo lo refinado y azucarado; los niveles altos de azúcar se relacionan con niveles más altos de cáncer. Después eliminé fritos, barbacoas, precocinados, la comida fácil de microondas. En aquel momento hacía muchas guardias y me alimentaba con mucha prisa, no había tiempo para cocinar. En lugar de eso, introduje verdura cruda y fruta y eliminé la leche y la carne.

¿Y en el estilo de vida?
Dejé de trabajar, se acabaron las guardias. Aprendí a mantener la mente en calma a través de la meditación. Era muy perfeccionista, muy dada a los demás, y aprendí a sosegarme, a pensar primero en mí y después en los otros. Empecé a hacer ejercicio. Perdí 25 kilos en la época de la quimio. Una de las cosas más importantes es tener el peso adecuado. Y aprender a decir que no, a relajarte.

¿Si tuviera que recomendar un único cambio en la dieta, cuál sería?
Huir de la comida envasada y comer alimentos frescos y de temporada. Mira cómo comían nuestras abuelas. Recuperemos la dieta mediterránea tradicional, la alimentación hecha en casa.

¿Por qué dice no a la leche?
En la facultad nos dicen que la leche es buena por el calcio, para la osteoporosis. Pero observemos las estadísticas: donde hay más osteoporosis es en los países donde más leche se consume. La leche no es tan buena. Nos enseñan ese dogma y no nos lo planteamos, pero es antinatural. Para digerirla necesitamos lactasa. La tenemos al 100 por cien cuando somos pequeños, pero a partir de los 6 o 7 años va descendiendo. Estamos concebidos para tomar leche sólo de pequeños, cuando la necesitamos.

¿Qué tiene de malo la carne?
Un alto consumo, sobre todo de carne roja y embutidos, aumenta la incidencia de cáncer, principalmente de colon. La carne no tiene fibra, viene cargada de nitratos, de pesticidas, de omega 6 por el tipo alimentación que llevan los animales. La carne blanca podríamos consumirla con moderación. Pero el problema es que somos hiper-carnívoros: hay gente que toma carne tres veces al día. En la dieta mediterránea original se hacía matanza en Navidad y se tiraba de ello todo el año.

¿Nos recomienda un plato anticancerígeno?
El gazpacho, que es de mi tierra. Lleva tomate, cebolla, ajo, aceite de oliva, pimiento y pepino, todos ellos alimentos anti-cáncer y crudos.

¿Cómo se alimenta ahora?
Procuro seguir la misma alimentación que hacía durante la quimio. Mucha gente descubre que la alimentación influye y víctima del miedo cambia, pero luego vuelve a las andadas. Sin embargo, el cambio hay que mantenerlo en el tiempo.

Hay quien ha seguido todo esto –una alimentación y un estilo de vida más saludable– y no le ha funcionado. ¿Cuál es el mensaje para estas personas?
No hay fórmula mágica, y por eso tenemos tanto miedo al cáncer. No hay ningún tratamiento que sea totalmente efectivo. El problema es que no hay una enfermedad, sino enfermos, y cada caso es diferente. Hay casos de cáncer muy extendido que se curan, y otros muy localizados que se extienden. Yo creo que el tratamiento emocional marca la diferencia. No es lo mismo enfrentar un cáncer desde la positividad y la alegría que desde el miedo y la soledad. Aquí se demuestra el poder de lo emocional, pero no sólo en el cáncer sino en todas las enfermedades. Por eso reivindico que seamos parte activa.

No recomienda usar la olla exprés, presente en todos los hogares. ¿Por qué?
Porque alcanza los 140 grados, y queremos conservar los fitoquímicos de los alimentos, que se pierden a partir de los 95 grados. Está bien para legumbre y cereal, pero si metes verdura le haces fosfatina.

Asumía que la barbacoa era una forma de cocinar saludable hasta que leí su libro.
Lo que es saludable es la plancha, siempre y cuando no quemes el alimento. Pero en la barbacoa, ese color negro son los benzopirenos, carcinógenos… Lo ideal es cocinar el vapor, sin grasa ni aceite.

Recomienda encarecidamente las setas…
En Japón, donde más se consumen, algunos oncólogos lo utilizan como suplemento alimentario. Permiten que la quimio se tolere mejor.

La colonia, mejor no olerla.
Para que perduren tanto, los perfumes tienen ftalatos (un grupo de compuestos químicos). Cuanto más permanezcan en nuestro cuerpo, peor para nuestra salud. "Sexy para ellas, veneno para el bebé", decía una campaña en EEUU para mamás embarazadas. Los perfumes van al torrente sanguíneo; se asocia con cáncer de mama. Lo ideal son aceites esenciales o algo que se está perdiendo: ser más sencillos y oler a personas, no enmascarar nuestro olor.

¿Y de dónde bebemos agua?
Este es un tema muy controvertido. El agua del grifo de Madrid, por ejemplo, contiene muchos tóxicos. Se podrían eliminar si en lugar de filtrar con sales de aluminio, como se hace ahora, se filtrase con filtros de carbono. El agua embotellada no es la solución: es un atentado ecológico.

¿Cuál fue la reacción de sus compañeros tras su curación?
Cuando se cumplieron los dos años libre de enfermedad, me dijeron que había sido un milagro. Pero les dije que no, que era un milagro que había hecho yo. Lo mío es un milagro muy currado. La reacción de mis compañeros de primaria fue buena. Recomiendan mucho el libro, no sólo para cáncer, también para diabetes, hipertensión, obesidad… Los especialistas son más reacios.

¿Qué planes tiene tras la baja por maternidad?
Tengo mi plaza en atención primaria. Me gustaría continuar en sanidad pero centrada en el paciente oncológico, aconsejando sobre alimentación y estilos de vida.

¿Cuál fue para usted la mayor sorpresa al investigar y, después, escribir este libro?
El poder de los alimentos, de la naturaleza. Cómo contienen fitoquímicos anti cáncer, y como algunos medicamentos incorporan fitoquímicos en quimio. La curcumina de la cúrcuma, por ejemplo, o la quimio que se extrae de un alga del mar. Si tiene poder a nivel de laboratorio ¿por qué no tomar nosotros más algas, más cúrcuma, etc? Me sentí engañada porque nadie me hablase de esto, sólo de quimio, de radioterapia.

Pero es lo que a menudo hacen los médicos: en cuanto entras a la consulta tienen lista la receta.
Hay pacientes que si no salen de la consulta con su pastilla creen que eres un mal médico. Pero cada vez más profesionales contamos al paciente lo que puede hacer para prevenir la enfermedad. Los médicos y sanitarios tenemos mucho poder en este sentido. Más medicina preventiva y menos pastillas.

@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
Fuente; El País.

Nota:
El que una alimentación adecuada a base de verduras, hortalizas, cereales, legumbres, frutos secos, frutas y aceite de oliva, junto a huevos, pescado y poca carne roja o ninguna -lo que conocemos por cocina mediterránea- así como nada de comidas enlatada o procesadas industrialmente, con mucha sal y aditivos químicos, tiene beneficios para la salud, parece indiscutible.

Otra cosa muy distinta es que con ello podamos curar, una vez contraído, un cáncer... Esa afirmación no se basa en evidencias científicas y puede ser un fraude médico. Los diarios están llenos de noticias de este tipo. La ciencia parece que, por distintas y variadas razones, no acaba de formar parte de la cultura cotidiana y la mayoría de la gente se guía por un tipo de pensamiento no formal, no científico, seudocientífico, Hay mucho fraude.

https://elpais.com/elpais/2017/08/30/ciencia/1504118737_744798.html?rel=lom

https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2014/06/las-facturas-de-la-mentira.html

Libro recomendado: La pseudociencia. ¡Vaya timo! Mario Bunge.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mario Bunge y el timo de las pseudociencias.

Mario Bunge, en su libro "Las pseudociencias ¡vaya timo!" (Ed. Laetoli, 2010), escribe:
-"...todos los estudiantes de económicas y empresariales deben estudiar microeconomía neoclásica. Sin embargo, es improbable que usen dicha teoría para abordar algún problema económico de la vida real.
La razón de tal inutilidad es que algunos de los postulados de esa teoría son abiertamente irreales, otros excesivamente difusos y difícilmente comprobables.
En efecto, la teoría supone que todos los actores del mercado son libres, mutuamente independientes, perfectamente bien informados, igualmente poderosos, inmunes a la política y completamente "racionales", es decir, capaces de elegir la opción que con mayor probabilidad maximizará la utilidad esperada.
Pero el mercado real está poblado de individuos y empresas que poseen una información imperfecta y, lejos de ser completamente libres, pertenecen a redes sociales o a monopolios." (pag. 59)
- "Los hombres prácticos, que se creen libres de toda influencia intelectual, son por lo general esclavos de algún economista difunto (cita de Keynes) y la alumna favorita de Keynes, Dame Joan Robinson, señaló que estas ideas, a su vez, responden a intereses creados.
La grave crisis económica que comenzó en septiembre de 2008 y tomó por sorpresa a todo el mundo... suscita la pregunta de si las ideas que guiaron a esos supuestos expertos son realmente científicas o, por el contrario, un revoltijo de semiciencia y pseudociencia." (pag. 210)
-"... la economía neoclásica se ha convertido en una pseudociencia más, pero se trata de una pseudociencia que se oculta detrás de una fachada matemática, lo cual intimida al analfabeto matemático." (pag. 124)
-"... muchos de los premios Nobel de economía (premios del Banco de Suecia) se otorgan a inventores de modelos matemáticos que no tienen ningún reflejo en la realidad económica, de entrada porque ignoran la producción y la política, o se otorgan a diseñadores de políticas económicas que perjudican a los pobres." (pag. 55)
-"... la mayoría de los libros de texto de economía son coherentes. Sin embargo, están tan alejados de la realidad económica que los hombres de negocios y los diseñadores de políticas sólo utilizan algunas porciones de ellos." (pag. 213)
-"... falacias de los economistas:
-todos los recursos naturales son inagotables.
-todos los humanos son egoístas.
-todos los humanos son racionales.
-todo acto y empresa económicos pueden predecirse por leyes históricas o matemáticas.
-la propiedad privada es ilimitada y sagrada mientras que la propiedad pública debe ser siempre limitada y escasa.
-los medios de producción (y los transportes y las finanzas) deben estar en manos privadas.
-la economía solamente puede existir en un sistema de mercado como el capitalismo, ese mercado es independiente de la política y de la cultura y se autorregula por sus propias leyes internas.
-todo mercado siempre tiende hacia un equilibrio de demanda y de oferta.
-el mejor sistema político es el que posee el mercado más libre y con lo mínimos impuestos,
-el mercado debe poder crecer sin límites.
-los economistas no tienen obligaciones morales,
-el Estado debe promover el comercio." (pag. 212)
-son falacias porque los hombres no son racionales sino impulsivos, las condiciones ambientales cambian y nadie sabe si podrá devolver el préstamo que ha pedido.

Los economistas funcionan calculando no por leyes matemáticas sino a ojo de buen cubero, en la realidad. No se obtiene el rendimiento máximo de una acción económica porque no se puede predecir qué va a pasar con esa acción económica. El Estado puede expropiar terreno privado y además la civilización, para Bunge, ha progresado gracias a los servicios públicos. La empresa privada significa a menudo empresas de armas, de tabaco, de drogas. Hay otros tipos de mercados como las familias, el trueque, las cooperativas.

El Estado debe proteger a las empresas contra su propia incompetencia, contra la competencia salvaje y contra las OPAS. La economía no puede existir independientemente de la cultura, especialmente de la tecnológica. Los mercados no se autorregulan porque siempre están sufriendo expansiones y depresiones.

La ley de la demanda es desvirtuada porque las grandes industrias de cada país están en manos de unos pocos monopolios. No se alcanza nunca un equilibrio económico espontáneo sino que hay constantemente subidas y bajadas, sobreabundancia y escasez. Las grandes empresas reciben muchos subsidios. (ver pág. 213 a 216)
-"En resumen, las ideas centrales de la microeconomía clásica son conceptualmente vagas e imposibles de poner a prueba, dos características de la pseudociencia." (pag. 214)
-"... los presupuestos y principios de la filosofía económica ortodoxa no están empíricamente confirmados ni moralmente justificados, además de lo cual esta filosofía es responsable, en gran medida, de la crisis económica de 2008." (pág. 217)