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domingo, 29 de noviembre de 2020

_- Entrevista a Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia. “Un filósofo no puede mirar para otro lado cuando la ciencia configura nuestra vida”.

_- Fuentes: SINC
El investigador y profesor de la Universidad de Málaga Antonio Diéguez acaba de publicar una segunda edición revisada y ampliada de un manual que sirve tanto como libro de texto como para la divulgación de la filosofía de la ciencia al público general.

Antonio Diéguez (Málaga, 1961) es una voz respetada en diversos campos de la filosofía de la ciencia, la biología y la tecnología en España, especialmente, en el transhumanismo, el realismo científico y la epistemología evolucionista. Algunos de estos debates, consolidados o aún abiertos, se recogen en Filosofía de la ciencia. Ciencia, racionalidad y realidad (UMA Editorial), una reedición de este libro de texto de 2005 que el profesor e investigación de la Universidad de Málaga ha ampliado y actualizado a nuestro tiempo. El propósito de esta publicación, según explicó Diéguez en la presentación virtual del libro, es servir como libro de texto para alumnos de filosofía de la ciencia y de otros grados de ciencias y humanidades. A su vez, el libro tiene una naturaleza divulgativa en su redacción y un importante carácter introductorio a todos los debates y conceptos fundamentales, lo que ayuda a que pueda servir al gran público a conocer qué hace la filosofía de la ciencia y cuál es su utilidad en el siglo XXI.

¿Por qué está motivada esta nueva edición del libro? ¿Qué le ha empujado a ello?
En primer lugar y más urgente es porque se había agotado la primera edición y yo la necesitaba para los alumnos. Pero también hay temas que han necesitado una actualización porque algunos debates han continuado en estos últimos años de manera intensa, como el que versa sobre el realismo científico o sobre el papel de los modelos en la ciencia, y eso había que recogerlo. Luego también porque me apetecía incluir algún autor más como Stephen Toulmin y corregir algunas cosas, pulirlas. Le iba haciendo falta haciendo una actualización.

¿Qué es el realismo científico?
La idea básica es si las teorías científicas son una explicación o interpretación del mundo real, y por tanto nos ofrecen información aproximadamente verdadera del mundo real; o deben interpretarse más bien como herramientas conceptuales para manipular la realidad y por tanto no hay que comprometerse con la verdad literal, ni siquiera aproximada, de las teorías científicas.

Entiendo que habrá matices intermedios entre esas dos posturas…

Hay muchos matices intermedios, muchas variedades de realismo e instrumentalismo, que es como se llama la posición antirrealista. Pero hay otras muy potentes, como el empirismo constructivo de Van Fraassen que dice que las teorías científicas tienen dos niveles: uno observacional y otro teórico. En el primero sí se puede aceptar la verdad o falsedad de las hipótesis; pero a nivel teórico hay que suspender el juicio y el científico debe decir que la teoría encaja con la realidad pero no puede decir que sea verdadera.

¿Está el empirismo constructivo muy ligado a la teoría cuántica de la física?
La fuente principal del antirrealismo viene de la física, sobre todo. Es muy difícil mantener posiciones antirrealistas desde la biología animal o la bioquímica, o cualquier otra ciencia que no sea la física. Aquí el antirrealismo tiene un apoyo muy fuerte en la teoría cuántica porque en ella suceden cosas muy extrañas, como que el sistema cuántico en algunas de sus propiedades depende del propio acto de observación, y eso no tiene una interpretación realista fácil.

¿Cuál debería ser el objetivo de la filosofía de la ciencia, si es que hay uno?
La filosofía de la ciencia surge como disciplina en el Círculo de Viena y su manifiesto fundacional se publica en 1929 con el título de La concepción científica del mundo. Desde el principio ha tenido el objetivo fundamental de analizar cómo funciona la ciencia, cuál era la estructura lógica de las teorías científicas y, sobre todo, cómo justifica la ciencia sus conocimientos. Pero esto se fue ampliando posteriormente. Karl Popper le añadió un mayor calado metafísico, se interesó con la relación de las teorías con la realidad pero ya en un sentido más fuerte del término “realidad” no solo por cómo se justifican el conocimiento sino también cómo vamos progresando hacia mayor contenido verdadero en nuestras teorías.

Thomas Kuhn, en el año 1962, publicó La estructura de las teorías científicas, uno de los libros más influyentes en las ciencias sociales y la filosofía. Con él le dio también una orientación añadida al análisis de la ciencia como actividad, no solo como modo de conocimiento, sino también como actividad humana. Ahí introdujo una consideración a los factores sociales.

Cuando comenta actividad humana, ¿se refiere a la ciencia como profesión?
Sí, como profesión investigadora, pero también como institución, como organización, como comunidad… Aspectos sociales, institucionales y políticos, aspectos que el Círculo de Viena ni Popper habían tenido en cuenta.

¿La filosofía de la ciencia puede ser útil para la investigación?
Puede ser útil, pero no está entre sus objetivos principales ser útil a la investigación científica. Es una disciplina que trata de conocer bien la ciencia, interpretarla y darla a conocer al público interesado. Saber cómo ha sido la ciencia a lo largo de su historia, cómo procede hoy día, cuáles son sus bases metodológicas y epistemológicas, etcétera.

Ahora bien, algunos científicos han tenido interés por la filosofía de la ciencia y hay ocasiones que eso ha beneficiado su trabajo, aunque esto es una cuestión circunstancial. No es extraño que algunos científicos hayan leído sobre todo a Popper, un filósofo que les suele gustar bastante, y hayan sacado alguna conclusión interesante. Por ejemplo: Willi Hennig, el fundador del cladismo, que es una de las escuelas principales de la taxonomía, afirmó que alguna vez había obtenido alguna inspiración leyendo a Popper.

Pero eso no deja de ser una inspiración. ¿Hay alguna aplicación o utilidad más clara?
Hay partes de la filosofía de la ciencia más especializada donde la utilidad es más clara. Yo soy especialista en filosofía de la biología, donde sí que ha habido trabajo conjunto entre filósofos y biólogos que han contribuido al avance de una disciplina. Por ejemplo, los trabajos del filósofo de la biología Elliott Sober en el tema de la selección de grupos: son comentados y contrastados por muchos biólogos, incluso este autor ha publicado con biólogos para desarrollar sus ideas. O los análisis que se han hecho en filosofía de la biología sobre nociones centrales como adaptación o gen. Ese trabajo de verificación conceptual sí ha tenido una mayor atención por parte de los científicos y sí ha sido útil para su propio trabajo.

En cambio, en el caso de la filosofía general de la ciencia, que es la que ha predominado hasta final del siglo XX, vemos que la utilidad para el trabajo de los científicos ha sido muy testimonial.

¿Por qué esta asignatura, en el caso de su universidad, no se imparte en grados de ciencias naturales, de la salud u otros?
Me parece una pena y es algo que no sucede en otros países. Anteriormente, en la licenciatura de Filosofía existía la libre configuración: alumnos de cualquier carrera podían coger un número de créditos determinado de otras carreras. En filosofía de la biología, la mitad de mis alumnos venían de Biología y se matriculaban al igual que los alumnos de Filosofía, en las mismas condiciones. Aquello era muy enriquecedor para todos los alumnos y para mí también. Eso se acabó con Bolonia, que quitó la libre configuración y redujo enormemente la optatividad en todas las carreras. Para cualquier titulación se ofrecían ya muy pocas optativas y era lógico que en Biología las optativas fuesen de su grado, no iba a venir otra optativa de fuera. El plan Bolonia debería haber abierto la optatividad, que era lo coherente.

¿Qué sensaciones deja a sus alumnos cuando terminan de cursar sus asignaturas?
Creo que, al menos, consigo convencerles de que esta asignatura es importante para un filósofo. Cuando se matriculan en ella tengo la impresión de que creen que [la ciencia] se trata algo periférico, algo que no es central de la filosofía o que las cuestiones están en otra parte, en otros autores, temas o enfoques. Cuando terminar de ver la asignatura, creo que se convencen de que algunas de las cuestiones centrales de la filosofía están aquí, en la filosofía de la ciencia y de la tecnología.

Si hay algo que caracteriza nuestro tiempo es el desarrollo científico y técnico, un filósofo no puede permanecer de espaldas a eso. Si quieren entender la realidad de su época no puede dejar de entender lo que está haciendo el ser humano con la ciencia y la tecnología, para bien, para mal o para regular. Un filósofo no puede mirar para otro lado cuando la ciencia está configurando nuestro modo de vida.

Esta perspectiva va muy de la mano sobre cómo asume la sociedad el concepto de cultura científica, no como cultura y ciencia como elementos separados, sino que van de la mano…

Eso es algo en lo que insisto mucho y lo vemos de manera muy clara los que estamos en una zona fronteriza entre la ciencia y la filosofía. Esa separación entre dos ámbitos culturales, opuestos, entre ciencias y humanidades, tiene una historia mucho más corta de lo que se piensa.

En la actualidad, además, hay muchas zonas fronterizas, híbridos entre naturaleza y sociedad, como lo llama el filósofo y sociólogo Bruno Latour, entre ciencias y humanidades. Eso que llamamos cultura incorpora en la actualidad de manera clara a la ciencia. No tiene sentido decir que alguien con formación cultural solo trabaja sobre el arte, la literatura, la filosofía, pero que se puede desentender por completo de la ciencia. Esa persona no tiene realmente una cultura equilibrada o completa porque la ciencia forma una parte fundamental de la cultura. Todo lo que tiene que ver con la tecnología informática y de la información tiene una base científica que se debe conocer. Si no, uno está perdido.

Un aspecto de la filosofía de la ciencia, más tangible y sobre sí que se reflexiona y estudia es la demarcación de ciencia y pseudociencia…

Es una de las preocupaciones principales de los filósofos de la ciencia a lo largo del siglo XX. Ahora es un asunto no tan central porque ya se ha llegado a la convicción de que, aunque no hay una definición unánime de ciencia, sí que tenemos una serie de criterios reconocibles que nos ayudan a definir cuándo algo es pseudocientífico. Hay ejemplos muy claros de pseudociencia, como la homeopatía.

¿Considera que esta pandemia ha cambiado la percepción que tiene la población sobre la ciencia en nuestra cultura y modo de vida?
Yo creo que algo sí ha cambiado. Hay una percepción mucho más clara de que necesitamos de la ciencia para resolver los graves problemas que tiene la humanidad. Entre ellos, para tener una salud pública mínimamente garantizada. Se ha comprendido que la salud pública es un asunto global, que no depende de una región o un país, sino del mundo entero. Vivimos en un mundo globalizado y eso nos pone en peligros que antes eran inimaginables, como esta pandemia u otras que pueden venir. De pronto se miró a la ciencia con esperanza, exigiendo un remedio. Nunca se había conseguido conocer a un virus con tanta rapidez y avanzar hacia una vacuna con tanta prontitud.

La ciencia está respondiendo bien.
Dicho esto, hay que afirmar que hay muchos malentendidos con la ciencia todavía. Por ejemplo: se vio como una señal de desorientación el que los científicos no estuvieran de acuerdo durante unos meses sobre la naturaleza del virus y de los mejores tratamientos contra este. La ciencia necesita del desacuerdo, de la discusión. No es solo consenso o ideas con las que toda la comunidad científica concuerda. El desacuerdo es fundamental para el avance del conocimiento, lo que pasa es que eso no lo sabe casi nunca el gran público.

¿Qué perspectiva tiene de la herramienta de edición genética CRISPR? ¿Se observa con cierta preocupación o se confía en el consenso que puede existir en la comunidad científica sobre su uso?

Digamos que se contempla con preocupación en algunos aspectos y con esperanza en otros. Esta tecnología es muy potente y va a cambiar toda la biotecnología y el modo en que podemos transformar a los propios seres vivos. Ya lo está haciendo también con algunos animales y en el horizonte está hacerlo con el ser humano. Lo intentó el científico chino He Jiankui y no lo hizo correctamente —porque la tecnología no está aún preparada— y recibió la condena unánime de la comunidad internacional.

Eso es un objetivo que está en el horizonte, y los filósofos ya se plantean que cuando esto sea aplicable al ser humano, ¿qué sería legítimo hacer? Si solo es legítimo para fines terapéuticos o si también habría algún caso para conseguir ciertas mejoras de tipo genético en el propio ser humano. Eso es muy peligroso porque entramos en el terreno de la eugenesia. La pregunta es si esta eugenesia sería igual que en el pasado. Los defensores de una aplicación irrestricta dicen que no, que es una “eugenesia liberal” a la que no le serían aplicables los mismos reproches que la antigua eugenesia, que era de carácter totalitario.

¿Hay más posibles aplicaciones de CRISPR que preocupan?
Se pueden encontrar algunas otras, como la posibilidad de resucitar especies extintas. Ya se ha hecho una vez aquí en España, justamente. El único caso que ha habido de resurrección de una especie extinta: el bucardo, una cabra del Pirineo que se había extinguido en el año 2000-2002 y se había conservado material genético. Con él se hizo nacer a un cabritillo en una especie cercana que vivió solo unos minutos y murió por un defecto pulmonar. Durante al menos unos minutos esa especie resucitó después de haberse extinguido. Esto abre posibilidades enormes. El catedrático de genética de Harvard, George Church, quiere resucitar un mamut. Ahí se plantean problemas de mucho calado, no solo éticos sino también ecológicos.

Estas son cuestiones sobre las que hay que ir pensando: los bebés de diseño, la posibilidad de resucitar especies extintas, el modo en que estas tecnologías puede agravar las desigualdades y crear una casta de ricos genéticamente mejorados, etcétera.

Fuente:

lunes, 26 de octubre de 2020

Primer manifiesto internacional contra las falsas terapias: “No son inocuas, causan miles de afectados”.

Los 2.750 médicos y científicos de 44 países que firman el documento claman contra la UE por proteger a la homeopatía porque “las pseudoterapias matan” 


Sesión de reiki, una pseudociencia sin utilidad para la salud.CRISTINE ROCHOL / PMPA

“Papá, me he equivocado”, lamentó Mario Rodríguez. “Todos aprendemos de nuestros errores”, reconoció Rosa Morillo. En ambos casos, manifestaban en voz alta su equivocación poco antes de fallecer. Morían por culpa de enfermedades graves, pero tras renunciar a su tratamiento médico por probar con homeopatía y otras pseudoterapias. En España hemos conocido más casos similares, poco antes de que el Gobierno se decidiera a lanzar una campaña contra las pseudociencias. Pero el fenómeno de los engaños con falsas terapias es global y como tal se aborda por primera vez con el manifiesto internacional que se publica hoy, impulsado por diez asociaciones y firmado por 2.750 médicos y científicos de 44 países.

El manifiesto denuncia que “no es admisible que las leyes europeas amparen la tergiversación de la realidad científica para que miles de ciudadanos sean engañados, e incluso mueran”, en referencia a la normativa que mantiene a la homeopatía como medicamento, aunque no ha probado su utilidad médica más allá del placebo. “Hay que tomar medidas para frenar las pseudoterapias porque no son inocuas y producen miles de afectados”, demanda el comunicado, difundido en una docena idiomas. Y reclama: “Europa debe trabajar en la dirección de crear leyes que ayuden a detener este problema”.

“No es admisible que las leyes europeas amparen la tergiversación de la realidad científica para que miles de ciudadanos sean engañados e incluso mueran”

“No es coherente que desde Europa se eleve la preocupación por el fenómeno de la desinformación y a la vez se ampare uno de sus tipos más peligrosos: la desinformación en temas de salud”, denuncian los firmantes del manifiesto. “Por todo ello, las personas que firman este manifiesto animan a los gobiernos de los países a los que pertenecen a poner fin a un problema que utiliza falsamente el nombre de la ciencia y que ya le ha costado la vida a demasiada gente”, concluye. Además de la homeopatía, mencionan el reiki, la Nueva Medicina Germánica, el biomagnetismo, la iridología, la terapia ortomolecular “y un largo etcétera” que, según denuncian, “están ganando terreno y causando víctimas”.

Esta iniciativa llega en plena pandemia de covid, una crisis que a la que también afecta seriamente el fenómeno de las pseudociencias. No son solo las manifestaciones contra las medidas sanitarias, las teorías de la conspiración o el peligroso resurgimiento del movimiento antivacunas. Un estudio reciente citaba más de 800 muertes, casi 6.000 hospitalizados y 60 cegueras causadas por bulos de falsos remedios que han llevado a personas mal informadas a tomar productos nocivos en países como Irán, Turquía o India. En España, se han reportado 26 intoxicaciones por consumir un brebaje tóxico y prohibido, el MMS, que sus defensores promocionan como curalotodo.

“Cuando hay ansiedad y miedo, la gente tiene más tendencia a apuntarse a todo lo que le dé cierta seguridad”, asegura la viróloga Margarita del Val, directora del grupo Salud Global del CSIC de investigación sobre el coronavirus, que es una de las científicas más destacadas que firma el manifiesto. “Seguramente más de una pseudoterapia se está aprovechando de la covid, porque en muchos casos la gente solo habrá vivido un catarro que se ha curado enseguida y pensarán que es por el producto, el falso remedio”, asegura De Val, en referencia a que muchos contagiados solo viven unos leves síntomas antes de curarse por completo.

“Es momento de que desde Europa demostremos que efectivamente creemos en el progreso. Resulta inadmisible que en pleno siglo XXI exista una normativa que permita engañar a los enfermos vendiéndoles azúcar (homeopatía) como si fuera un medicamento”, critica la científica Elena Campos, presidenta de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP). Según explica Campos, son múltiples los países de nuestro entorno que están poniendo límites al negocio de la homeopatía, “con lo que entendemos que existe masa crítica suficiente como para proceder a la revisión de la normativa europea, de manera que se proceda a la protección efectiva de los pacientes y usuarios”. “Debemos decirles a nuestros gestores que no vale solo con la palabra, que se requieren hechos”, exige Campos, tras recordar que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, avisó en marzo de que los bulos sanitarios cuestan vidas.

"Resulta inadmisible que en pleno siglo XXI exista una normativa que permita engañar a los enfermos vendiéndoles azúcar (homeopatía) como si fuera un medicamento”
ELENA CAMPOS, PRESIDENTA DE LA APETP

“A la gente le hacen mucho mal, son personas normales a las que convencen para tomar unos productos o realizar unas prácticas que siempre tienen intereses económicos detrás. Y lo que es peor, dejan la medicina que tiene evidencia y eso les genera más dolor, más sufrimiento y más problemas”, denuncia Del Val. La viróloga lamenta que estas prácticas le hacen mal a la ciencia, porque aseguran que sirven para curar algo sin demostrar nada: “Y a nosotros nos cuesta mucho trabajo llegar a demostrar algo”. “Es importante explicar por qué funcionan las cosas: por ejemplo, hay que pedirle transparencia a las farmacéuticas, si hay problemas deben contarlos y ser muy claros, porque lo peor que pueden hacer es crear suspicacias”, señala la investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

Otros de los firmantes del manifiesto tienen una trayectoria notable, como es el caso del médico y experto en pseudoterapias Edzard Ernst; el director del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS), François Leulier; el médico y antiguo vicepresidente del Senado de Bélgica, Louis Ide; o el activista indio y refugiado internacional por su defensa del pensamiento crítico, Sanal Edamaruku, explican los organizadores en una nota. La mayoría de los firmantes, más de un millar, son de España, un país que ha vivido en los últimos años un debate social muy importante sobre este problema. Un debate que desembocó, en buena parte gracias a las denuncias de familias como la de Mario y Rosa, en que el gobierno de Pedro Sánchez lanzara un plan para combatir las pseudoterapias en 2018.

domingo, 10 de junio de 2018

El Gobierno más beligerante contra las pseudociencias. Tanto la ministra de Sanidad como el de Ciencia son conocidos por su lucha contra los falsos remedios.

Además de por su gran cantidad de mujeres, el nuevo Gobierno que ha confeccionado el presidente Pedro Sánchez destaca por otra característica menos visible: su notable beligerancia contra el fenómeno de las pseudociencias. Y entre todas, destaca la homeopatía, contra la que se han manifestado muy duramente, y en numerosas ocasiones, tanto la nueva titular de Sanidad, Carmen Montón, como el flamante ministro de Ciencia, Pedro Duque.

Montón es la primera consejera de Sanidad que ha enviado una instrucción a los centros sanitarios para que combatan las pseudoterapias

"Permitir que la homeopatía se venda en las farmacias como medicamento genera confusión y riesgo social, para la salud y para la economía de las personas", aseguraba tajante Montón a este periódico hace tan solo siete semanas. La por entonces consejera de Sanidad de la Generalitat Valenciana había sido la que con más rotundidad se había opuesto a los planes de Dolors Montserrat, su predecesora, para regularizar los preparados homeopáticos. Ante esta medida, que permitirá vender estos falsos remedios como medicamentos en las farmacias, Montón pedía que no se perdonara ni un euro a los laboratorios homeopáticos por los años que llevan lucrándose gracias a su situación en un limbo legal.

Montón no se conformaba con pedir a Sanidad que pusiera alto el listón a la homeopatía. La nueva ministra pedía que se sacaran de inmediato de las farmacias y que se llevara a Bruselas la batalla, puesto que es una directiva europea la que respalda su presencia en las farmacias. Para "velar por la salud de las personas", Montón pedía que se retirara esa directiva y, en general, "desterrar todo lo que no sea ciencia".

La nueva titular de Sanidad mostró que su actitud va más allá de las palabras, al convertir a su autonomía en la primera que enviaba una instrucción a todos los centros sanitarios dependientes de su departamento para desterrar las pseudociencias. "La buena práctica médica está ligada a la evidencia científica", aseguraba Montón, y las administraciones públicas tienen la obligación de "diferenciar claramente entre los productos que cuentan con un respaldo de medicina basada en la evidencia". El documento era tajante: "No está autorizada la publicidad, promoción, presencia o desarrollo de cualquier actividad que no sea reconocida como asistencial, consideradas como pseudociencias porque no hay conocimiento y experimentación científica de estas".

Duque, muy activo contra las pseudociencias, ha calificado la homeopatía de "chuches que no sirven para nada"

También tajante, aunque más mordaz, ha sido el astronauta Pedro Duque al referirse a las pseudociencias. Contra la homeopatía se ha manifestado en numerosas ocasiones, a la que ha tachado de "chuches", por presentarse en formato de bolitas edulcoradas sin principio activo ni indicación terapéutica. "Por mucho que la industria de la homeopatía consiga, con no sabemos qué artes, que la Unión Europea o los gobiernos lo amparen, eso no cambia nada. NO FUNCIONA. NO HACE NADA", escribía. También ha tuiteado frases como "la homeopatía tiene exactamente las mismas ventajas que el agua del grifo" o "la homeopatía funciona tanto como plana es la Tierra".

En otras ocasiones ha cargado contra las "conspiraciones" contrarias a la ciencia que circulan en redes sociales y los "timos" que hay que combatir, como cuando tuiteó que "el reiki es lo que mi abuela llamaba 'cura sana culito de rana”. Todo su perfil de Twitter está cargado de mensajes propios y ajenos de defensa de la medicina frente a los falsos remedios. Pero quienes más difícil lo tendrán serán los pocos que defienden que la Tierra es plana, sobre quienes ha bromeado con la seguridad que ofrece haber visto con tus propios ojos la esfera terráquea desde fuera.

Montón, licenciada en Medicina, no se encontrará sola en el Consejo de Ministros cuando tenga que defender a la medicina frente a los falsos remedios, ya que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, también es médica. Fue gerente del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla hasta que fue nombrada viceconsejera de Salud (2002-2004) y máxima responsable de esta cartera (2004-2012), por lo que estará tan familiarizada como Montón con los verdaderos retos de la medicina frente a quienes venden humo y promesas de curaciones milagrosas. Además, Duque no es el único ingeniero aeronáutico, puesto que el ministro de Exteriores, Josep Borrell, también cuenta con esa formación en su extenso currículum.

La ministra de Medio Ambiente será el azote de quienes nieguen la ciencia del cambio climático

Pero la pseudociencia no es un problema exclusivo del mundo de la salud. Y en ese sentido, Teresa Ribera puede considerarse uno de los peores azotes de los negacionistas de la ciencia que respalda el cambio climático. La nueva ministra de Medio Ambiente es una de las personalidades más respetadas del planeta en la lucha contra el calentamiento de la Tierra y se la considera una de las piezas clave de la gestión del Acuerdo de París para reducir las emisiones. Ribera aseguraba a Materia hace unos pocos días que "es enormemente preocupante la lentitud en la respuesta en la reducción de emisiones" y calificaba de "particularmente cínica" la actitud de Trump, por dudar de la autenticidad del cambio climático. Quienes se atrevan a discutir los datos científicos que demuestran la gravedad de la situación, encontrarán en Ribera un muro tan duro y alto como pueda serlo Montón en el ámbito de la ciencia médica.

https://elpais.com/elpais/2018/06/06/ciencia/1528283705_621696.html

jueves, 10 de mayo de 2018

_- Reiki de ida y vuelta

_- J. M. Mulet

La mayoría de pseudoterapias no están avaladas por la experiencia.

Hay que tener mucha fe para poner la salud de uno en manos de alguien que te hace supuestos pases mágicos sólo con sus dedos.

En el año 2011 se anunció en la prensa que varios hospitales españoles iban a implementar unidades de reiki como apoyo a los pacientes oncológicos. Durante estos siete años hemos visto cómo les hacían a los enfermos una especie de masajes, a veces pasando las manos a cierta distancia del cuerpo, para reconducir o reequilibrar las energías y así recuperar la salud. Todo ello de manera oficial, amparado por algunos colegios de médicos o universidades. De hecho, estas técnicas no se diferencian mucho de cuando un curandero te hace una imposición de manos o un sacerdote te bendice. Sin embargo, parece que los años dorados del reiki llegan a su fin. La Organización Médica Colegial ha creado un observatorio de pseudoterapias donde el reiki es una de las más cuestionadas. El Gobierno de Madrid prohibió esta pseudociencia en 2017.

Técnicas como el reiki, el ‘tapping’ o el ‘shiatsu’ no han superado nunca ningún ensayo clínico. Tampoco son efectivas.

El reiki es una disciplina que se anuncia como milenaria, pero no es cierto.
Es el invento de un monje budista llamado Mikao Usui. Le vino la inspiración en 1922, después de una jornada de meditación en lo alto del monte Kurama (Japón). Básicamente lo que hizo Usui fue recoger conceptos propios de la medicina tradicional china, como el de la energía vital o qi, y reinterpretarlos a su gusto, pero sin ninguna aplicación del método científico. Ni evidencia de su funcionamiento. De hecho, el significado del nombre es incierto, pero parece ser también un préstamo del termino chino que quiere decir “influencia espiritual”. Tampoco se puede considerar que sea oriental.

Al fallecer Usui, se crearon diversas escuelas. Una de ellas fue creada en Hawái por la estadounidense de origen japonés Hawayo Takata. A través de ella se exportó a Occidente. Como pasa con muchas pseudomedicinas, cualquiera puede reinterpretarla a su gusto, así que a partir del reiki se ha derivado el shiatsu o acupresión, que viene a ser una acupuntura sin agujas. Fue inventado por Tokujiro Namikoshi en 1940 —aunque también se venda como técnica milenaria— y su práctica consiste en presionar con el dedo. Otra derivada de esta pseudociencia es el shenshu: reiki para animales de compañía. Y como parece que la imaginación no abunda, el shiatsu tiene una copia occidental llamada EFT o taping, que no solo sirve para calmar dolores al estilo de la acupuntura, sino que también se puede aplicar en caso de problemas psicológicos. Hasta la recomiendan para arreglar lavadoras (y no es broma).

La mediática Sor Teresa Forcades imparte cursos de esta disciplina en su monasterio. Así que ya hemos visto cómo en menos de un siglo, a partir de las elucubraciones de un monje han nacido toda una suerte de disciplinas que comparten un nexo en común: ninguna ha superado nunca un ensayo clínico. ¿Son efectivas? No. No hay ninguna evidencia de su funcionamiento. Hay que tener mucha fe para poner tu salud en manos de alguien que te hace pases mágicos. Si leemos lo que se puede encontrar en la página web del maestro John Curtin, presidente de la asociación española de reiki, dice barbaridades como la siguiente: que el cáncer es “rabia que te consume, un deseo de auto-destrucción”. Aparte de mezclar conceptos de medicina india con japonesa, asume que es una enfermedad psicosomática que se debe a problemas emocionales, algo que no es cierto. El cáncer es algo muy serio y no es culpa de los sentimientos de la persona que lo sufre. Hacer algo así es bastante miserable, pero cuando practicas una disciplina que te vas inventando sobre la marcha, puedes hacer afirmaciones gratuitas como esta. Pseudomedicinas como el reiki y sus derivadas, cuanto más lejos de los hospitales mejor. 

La pseudociencia que desmontó una niña de nueve años
Una de las muchas derivaciones del reiki fue el toque terapéutico. Se supone que los practicantes de esta técnica son capaces de detectar la energía vital, que si se desequilibra, puede causar enfermedades.
Esta pseudociencia se desmontó con un sencillo experimento llevado a cabo por Emily Rosa, una estadounidense de nueve años. Cuando cursaba cuarto de primaria, le encargaron un trabajo de ciencia. Ella diseñó un sencillo experimento para demostrar la ineficacia del toque terapéutico. Cogió un trozo grande de cartón y lo puso sobre una mesa, como si fuera un biombo. Le hizo dos agujeros para que las manos del tocador terapéutico quedarán apoyadas sobre la mesa con las palmas hacia arriba del lado de la niña.
Rosa ponía una de sus manos sobre la del terapeuta, a distancia suficiente como para que no detectara el calor. Si detectaba algún tipo de energía, el sujeto tenía que acertar sobre cuál de sus manos había puesto Rosa la suya.
¿Cuál fue el resultado? Los tocadores terapéuticos acertaron sólo en el 44% de las veces, lo previsible por azar. En 1998 Rosa se convirtió en el autor más joven en firmar un artículo de investigación en la prestigiosa revista de la Asociación Médica Americana.

https://elpais.com/elpais/2018/03/27/eps/1522145643_785990.html

Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge

viernes, 2 de diciembre de 2016

El lado oscuro, crematístico y criminal de las pseudociencias

Rosa Guevara Landa

La última: estas prácticas [de fraude], ¿pueden ocasionar males en las sociedades más allá del mal en sí, por engaño, que representan?

Claro, dan alas a todos aquellos charlatanes que reniegan de la Ciencia y su método, y contaminan las conciencias con creencias y supersticiones muy peligrosas.

Alfredo Cano Maldonado (2016)

Tomo pie en un artículo de Javier Salas del pasado sábado 27 de febrero [1]. Sirva lo siguiente como preámbulo:

Creer que la Tierra está inmóvil en el centro de Universo, sin rotar los días impares y deslumbrada permanentemente por una música cósmica similar al concierto para clarinete de Mozart y a la obertura del Tannhäuser wagneriano es una creencia falsa pero, en principio y así de entrada, para nuestra vida cotidiana es inocua. No causa grandes males, más allá del alejamiento de la verdad, en las sociedades humanas; no genera inexorablemente peligrosas prácticas muy dañinas para nuestra vida.

Pero no todas las falsas creencias son así, no todas son de este tipo.

No es la primera vez qué pasa; debería ser la última. No hay que idealizar ninguna práctica humana. Tampoco la ciencia por supuesto, cuyas limitaciones conocemos (aunque en muchos campos sea lo mejor que tenemos, lo mejor que hemos sido capaces de conseguir). No lo sabemos todo y no todo lo que creemos saber está suficientemente justificado. Pero sabemos que muchos supuestos saberes que se presentan como tales, son cuentos nada inocentes, malos e interesados cuentos con efectos muy negativos. Algunas de esos efectos saben a muerte, a maldito baile de muertos.

Cualquier alerta es poca. Las pseudociencias, sobre todo en campos de la salud pública y en casos de gravedad, nos jugamos mucho en este caso, son un ámbito en el que toda cautela es insuficiente. Concienciar y concienciarnos es tarea de cada día y de cada una de nosotras. El principio de precaución se impone: pensemos, consultemos, informémonos bien, estemos atentos a lo que nos cuentan, no nos desesperemos, no nos debemos dejar llevar por el dolor y la falta de esperanza.

Un ejemplo reciente de los desastres a los que estoy apuntado:

1.“Papá, me he equivocado". Es Julián Rodríguez quien la pronuncia. Repite lo que le dijo Mario, su hijo de 21 años. Poco antes de morir.

2.Mario abandonó el tratamiento médico de su leucemia para abrazar una terapia recomendada por alguien que aseguraba y asegura ser capaz de curar el cáncer con vitaminas. Insisto: aseguraba. Muchos, en el caso de Mario, hubiéramos podido caer.

3.El calvario de Mario duró seis terribles meses. Falleció en julio de 2014.

4.Las ganancias de los “aseguradores de falsas creencis”: Julián Rodríguez calcula que el curandero le costó 4.000 euros en tratamientos a su familia

5. Julián ha decidido luchar para que nadie más vuelva a pasar por lo que él y su hijo fallacido han pasado. “Dos semanas después de que muriera Mario ya había declarado la guerra contra los curanderos que se aprovechan de las tragedias de la gente y su falta de conocimientos médicos: "Es tan doloroso saber que tuvo una oportunidad tan clara de salvarse”. Añade: “A mi hijo lo ha matado la incultura científica".

6.Su primera batalla: denunciar al curandero que apartó a Mario del tratamiento que podría haberle sanado. La Audiencia Provincial de Valencia le acaba de dar la razón. Exige al juez , un juez “que inicialmente desestimó la denuncia”, que reabra el caso para procesar al falso médico "como mínimo, por un delito de intrusismo". Los magistrados/as consideran, con razón, “que este pseudoterapeuta, que se presenta como experto en "medicina natural y ortomolecular", debe responder por fingir que es capaz de curar el cáncer con sus recomendaciones”.

7.Según el médico que trataba a Mario, el farsante no sólo le convenció para que se negara a un trasplante y a darse la quimio: “le prescribió un tratamiento que interfería en su recuperación con elementos contraproducentes, como hongos y alcohol”. A Mario hubo que intervenirle en el intestino por una infección

8.El padre de Mario ha creado una asociación para proteger a los enfermos "de los mensajes de estos estafadores", luchando contra la difusión de mensajes contrarios a la ciencia médica que, por supuesto, mantiene debates, no existe una opinión oficial o guiada desde esferas transnacionales. . Sus primeros objetivos: evitar que los charlatanes vendan sus servicios en espacios públicos o con el aval de instituciones académicas. También ofrecer información contrastada sobre la verdad de las pseudoterapias.

9.El trabajo que tienen por delante es monumental: los charlatanes cuentan con importantes plataformas de difusión en la red. Discoverysalud, por ejemplo, promociona sin tapujos estas pseudoterapias. Aparece mencionado “en el escrito de la Audiencia, porque esta web promocionó el falso tratamiento contra el cáncer del curandero”. Se presentaba como médico aunque no tenga el título: la Generalitat de Valencia le retiró el cartel de su consulta.

10. Julián Rodríguez calcula que su hijo tomaba unas 25 pastillas al día por encargo del denunciado.

11..Alrededor del 13% de los españoles, según un estudio del CIS, prefiere aquellas medicinas mal llamadas “alternativas”, aquellas que están fuera del sistema sanitario por no haber probado su utilidad.

12. Julián se exalta al relatar que los centros de pseudoterapias proliferan de forma imparable, ante la "pasividad de las autoridades sanitarias".

El farsante, el “terapeuta” acusado, José Ramón Llorente, se presenta como experto en "medicina natural y ortomolecular". Ese fue el cartel que le retiró la Consellería de Sanitat tras confirmar que no tiene titulación en Medicina. Es presidente de la Asociación Española de Nutrición Ortomolecular. La llamada terapia ortomolecular se basa en el uso de altas cantidades de vitaminas y es considerada una pseudomedicina porque no existe evidencia científica de que funcione.

Llorente asegura que Mario abandonó el tratamiento por miedo a la quimioterapia y que tomó la decisión antes de acudir a su consulta. Con sus palabras: "Si se equivocó, se equivocó él".

Añade que solo le prescribió un tratamiento para mejorar sus condiciones bioquímicas: "No curo enfermedades, capacitamos al organismo para potenciar su recuperación. Y si se cura del cáncer, perfecto".

No es así, comenta Salas. Se pueden encontrar vídeos en los que defiende que la vitamina C “cura el cáncer y que la quimioterapia entorpece ese supuesto proceso”.

Su defensa: afirma que se limitaba a divulgar esa idea, que según él funciona. Pillado con las manos en el desastre afirma que él no le propone ese tratamiento a la gente que acude a su oficina.

Vale la pena insistir. Toda cautela es poca sobre todo en momentos de desesperación, cuando nadie nos puede asegurar nada. Sabemos que no hay garantías totales de cura en todos los casos pero sí que “algunas alternativas” son falsas, cuentos repletos de mentiras. De mentiras criminales difundidas sin ningún miramiento.

Notas

[1] http://elpais.com/elpais/2016/02/24/ciencia/1456341289_969832.html



Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge

domingo, 19 de junio de 2016

Facultad de pseudociencias. ‘Materia’ publica un capítulo de ‘100 ideas. El libro para pensar y discutir en el café’, del filósofo de la ciencia Mario Bunge, en el que propone la creación de un plan de estudios universitarios específicos para dedicarse a las pseudociencias

Las pseudociencias, tales como la astrología y la quiromancia, siempre han sido populares, a menudo más que las ciencias. Ahora, cuando está de moda exigir que las universidades satisfagan la demanda del mercado, habría que enseñarlas abierta y sistemáticamente, en lugar de hacerlo solapadamente en las facultades de humanidades. El consumidor tendría que poder elegir libremente entre la Facultad de Ciencias y la Facultad de Pseudociencias. Y el diploma debiera autorizar a ejercer la profesión.

100-ideas-mario-bunge
Esta idea no es mía ni nueva; hace casi un siglo Freud, el fundador de la pseudociencia más exitosa del siglo pasado, propuso un plan detallado de una Facultad de Psicoanálisis en la Universidad de Viena. Su plan de estudios incluía numerosos cursos de psicoanálisis, mitología y literatura. Nada de psicología experimental ni de neurociencias, desde luego, porque quienes trabajan en estos campos tienen la nefasta manía de exigir pruebas.

El empresario académico que se propusiera crear una Facultad de Pseudociencias no tendría la menor dificultad en reclutar profesorado ni alumnado
El defecto del plan de Freud es que era unilateral: sólo incluía el psicoanálisis. El mío es amplio y abierto: incluye todas las principales pseudociencias conocidas, así como las por inventar. En efecto, mi plan de estudios de la Licenciatura en Pseudociencias es el que sigue.

· Primer año: Introducción a las pseudociencias, Historia de las pseudociencias, Astrología, Alquimia, Piramidología, Demonología. Trabajos prácticos: transmutación de plomo en oro; construcción de horóscopos; búsqueda de napas de agua mediante la horqueta; levitación; reconstrucción de una pirámide egipcia; entrar en contacto espiritual con un demonio.

· Segundo año: Homeopatía, Naturopatía, Psicoanálisis freudiano, Numerología. Trabajos prácticos: manufactura de remedios homeopáticos para curar el cáncer, la diabetes o el mal de amores; identificar el complejo relacionado con la bisabuela materna; hallar el significado simbólico del número de Avogadro.

¿Se legitimizan el autoengaño y la estafa al enseñarlos en la universidad?
· Tercer año: Psicoanálisis jungiano, Parapsicología, Memética, Psicología evolutiva, Grafología, Seminario I. Trabajos prácticos: encontrar las sincronías entre tsunamis y terremotos políticos; tocar la flauta a distancia; explicar la última de las 10.000 religiones registradas en los EEUU como una adaptación al medio ambiente del Paleolítico; hallar el significado simbólico de los sueños de un terrorista notorio.

· Cuarto año: Diseño inteligente (ex-Creacionismo científico), Astronomía de universos paralelos, Medicina holística, Genética egoísta, Psicoanálisis lacaniano, Derecho del ejercicio ilegal de la medicina, Filosofía de la pseudociencia, Seminario II. Trabajos prácticos: averiguar los designios del Altísimo cuando diseñó el piojo y la muela del juicio; averiguar algunos rasgos de un universo en el que fallen las leyes de la termodinámica; diagnóstico y tratamiento holístico del callo plantal; buscar el gen de la afición al fútbol, al póquer o a la pseudociencia; inventar trucos para evitar pleitos iniciados por clientes desagradecidos; elaborar una filosofía de la ovnilogía, la reflexología, el psicoanálisis o la memética.

Los seminarios I y II se dedicarían a estudiar teorías o prácticas situadas entre la ciencia y la pseudociencia, tales como las teorías de cuerdas, del comienzo del universo a partir del vacío y de la elección racional.

Preveo que el empresario académico que se propusiera crear una Facultad de Pseudociencias no tendría la menor dificultad en reclutar profesorado ni alumnado, sobre todo por cuanto en este campo no caben pruebas de idoneidad. Tampoco tendrá dificultad alguna en formar una biblioteca especializada en pseudociencias, como puede comprobarse visitando cualquier librería. Pero seguramente el empresario tendría que hacer frente a la competencia de las facultades de ciencias, medicina e ingeniería. En este caso podrá recurrir a los argumentos siguientes, que ofrezco sin cargo.

· Primero: la libertad académica incluye la libertad de enseñar cualquier cosa, incluso que dos más dos es igual a siete y que la Tierra es plana.

· Segundo: puesto que la ciencia es falible, es posible que la pseudociencia de hoy sea la ciencia de mañana.

· Tercero: en la época posmoderna todo es relativo, no hay verdades objetivas ni es necesario poner a prueba lo que se conjetura.

· Cuarto: el tiempo es oro, y se lo ahorra aprendiendo una pseudociencia en lugar de una ciencia.

· Quinto: el instrumental que necesita la investigación experimental se está haciendo tan costoso que incluso a los países más poderosos les convendría cultivar disciplinas que no requieren experimento alguno.

· Sexto: la universidad posmoderna es una empresa, y como tal tiene el derecho y el deber de suministrar los productos que demande el consumidor.

· Séptimo: en ciertos países ya funcionan facultades de humanidades en las que sólo se enseñan doctrinas posmodernas (por ejemplo, que la historia es una rama de la literatura) y facultades de psicología en las que se enseña exclusivamente el psicoanálisis. La facultad que propongo no hace sino generalizar y proclamar abiertamente lo que otras hacen en forma estrecha y solapada.

Estos argumentos me parecen impecables. Sólo me asaltan tres dudas. Primera: ¿se legitiman el autoengaño y la estafa al enseñarlos en la universidad? Segunda: ¿es necesario que la universidad deje de ser el principal taller de búsqueda de verdades? Tercera: dado que el derecho al macaneo es uno de los derechos del hombre, ¿por qué exigir diploma para ejercerlo? *

Este texto pertenece a "100 ideas. El libro para pensar y discutir en el café", de Mario Bunge, cuya nueva edición, revisada por el autor y con nuevo prólogo, forma el sexto título de la Biblioteca Bunge de Editorial Laetoli

http://elpais.com/elpais/2014/09/26/ciencia/1411758492_579724.html

Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge

martes, 10 de febrero de 2015

"Saber vivir" resucita el debate de la pseudociencia en la televisión pública. La presencia de terapias alternativas y de reclamos poco rigurosos provoca una queja de 17 colectivos y medio millar de firmas contra "La Mañana de La 1" y RTVE.

"No estamos jugando a la salud. En Twitter, que escuchen bien lo que decimos y que no especulen tonterías, que aquí somos muy serios", decía recientemente en antena Mariló Montero, conductora de La mañana de La 1, en respuesta a las críticas que ha recibido su programa por proponer terapias sin respaldo científico en su espacio de salud. "En Saber Vivir no se inventa nada", añadía a la defensiva Montero, después de aludir a "los chavales de Twitter" (a partir del 1:10:00).

La presentadora se refería a una campaña organizada con la ayuda de las redes sociales para demandar a RTVE explicaciones sobre estos mensajes carentes de rigor científico que se incluyen en el espacio, que ven alrededor de 300.000 personas cada mañana. El detonante, un programa en el que Montero decía que "el aroma de limón puede prevenir el cáncer". Para muchos activistas contra la difusión de mensajes pseudocientíficos, fue la gota que colmó el vaso.

Más allá de los populares patinazos de la presentadora, como cuando aseguró que no se podía descartar que el alma se trasplante junto a los órganos, en el programa se recomienda el uso de remedios homeopáticos, una terapia alternativa que no ha probado mayor capacidad curativa que el simple efecto del placebo (como asegura el Ministerio de Sanidad). Y es habitual que se promocionen otros productos, técnicas y dietas con escaso respaldo científico, según denuncian los críticos del programa. Desde RTVE se asegura que el espacio no tiene ningún acuerdo con empresas del sector para promocionar productos de ningún tipo.

El lunes 26 de enero, el Defensor del Espectador de RTVE tenía en su bandeja de entrada una queja respaldada por más de medio millar de firmas y 17 colectivos de promoción de la ciencia que exigían una investigación sobre los mensajes de esta sección de salud que, a lo largo de 3.900 emisiones con consejos de salud valiosos, ha ido deslizando otros no tan rigurosos. "El lanzar afirmaciones no sustentadas en evidencias a un público que no tiene por qué estar formado en ciencia lleva a la confusión y al riesgo de equivocación. El hacerlo todos los días lleva a la confusión completa", aseguraba esta protesta que reclamaba una respuesta de la cadena sobre la línea general seguida por el programa.

El programa defiende que las críticas son minoritarias y que todos los reclamos se apoyan en la ciencia Desde la dirección del mismo responden que se trata de "una corriente minoritaria de usuarios interesados en descalificar" y que todos los mensajes que aparecen en esta sección se limitan "a contenidos difundidos en medios de referencia nacional e internacional, basados en estudios o investigaciones publicados en revistas científicas", algo que entraría en contradicción con la recomendación de homeopatía, por ejemplo. Sobre estos remedios, la dirección del programa asegura que se alude a ellos "de una forma excepcional y muy esporádica" y que "es un hecho incuestionable que los produtos homeopáticos están a disposición en las farmacias para su venta libre".

Sobre expresiones como que "el aroma del limón puede prevenir el cáncer", el programa explica que en este tipo de formato televisivo resulta natural el uso de un lenguaje que tienda a la divulgación y a la vulgarización: "Ese tono, informal o coloquial, puede conllevar el empleo de algún recurso sensacional para reclamar la atención sobre el objeto de la información", defienden. Hoy, Montero ha festejado la repercusión de sus palabras sobre el limón y el cáncer, resaltando que tienen respaldo en una investigación científica, aunque lo que muestra es una web de noticias.

Aunque el Defensor, Ángel Nodal, se comprometió de inmediato a responder a la queja colectiva, lo cierto es que en su último programa únicamente se respondió a una protesta de otro espectador a propósito de la homeopatía, despachado en un minuto asegurando que es un producto que "está en la calle". Por este motivo, el impulsor de la queja, Isidoro Martínez, considera que "es evidente que RTVE apoya la pseudociencia". "Si ante nuestras protestas nada se hace, es que están de acuerdo con esta línea que pone en riesgo la salud de los espectadores", asegura, haciendo referencia a otros casos previos ocurridos en el ente público como cuando se aseguraba que el wi-fi daña la salud en otro programa, El escarabajo verde.

Como protesta, el colectivo impulsado por Martínez ha lanzado una nueva petición de firmas en la red: "Las pseudociencias son un engaño (no son ni complementarias ni alternativas a la Medicina) y carecen de efectividad comprobada, y pueden hacer que alguien abandone por creer en ellas un tratamiento médico de verdad", denuncian.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/02/05/ciencia/1423136592_637562.html
Página sobre seudociencias aquí.

sábado, 28 de junio de 2014

Las facturas de la mentira o las pseudociencias.

Recientemente ha sido noticia que un  un cuidadoso metaanálisis que involucra a 1.256.407 niños en cinco estudios ha concluido que las vacunas no están asociadas con las afecciones del trastorno de espectro autista. El análisis también determinó que los componentes de las vacunas, como el timerosal, y las vacunas múltiples, tampoco se asocian con el autismo. Los tres investigadores que firman el estudio son miembros de la Escuela Clínica Nepean de la Universidad de Sidney, Australia.

De toda la información que nos dan, un dato está notablemente ausente: cuánto costó el estudio. Cuántas horas de estos tres investigadores con qué salarios y usando qué recursos se necesitaron para llegar a estas conclusiones.

Otros estudios similares realizados en el pasado han llegado a las mismas conclusiones, como uno que  incluyó a todos los niños nacidos en Dinamarca entre 1990 y 1996, otro estudio de Polonia u otra revisión crítica de 2004.

El actual movimiento antivacunas se originó en un estudio fraudulento del exmédico Andrew WakefieldEse solo estudio fraudulento, que nadie pudo replicar jamás, ha provocado que se invierta una incalculable cantidad de recursos, dinero, tiempo y dedicación de numerosos científicos.

¿Cuánto ha costado la mentira de Wakefield?
Cada uno de los embustes que se le puedan ocurrir a cualquiera, literalmente a cualquiera, en cualquier lugar del mundo, puede dar lugar a un dispendio en recursos científicos que muy probablemente habrían estado mejor dedicados a otras investigaciones.

La presión de la opinión pública, que frecuentemente no sólo dispone de escasa información, sino que además está sometida al bombardeo de la desinformación, motiva a instituciones e investigadores a emprender estos estudios incluso si no hay un mecanismo plausible para la correlación establecida por el proponente del fenómeno.

No es necesario demostrar que algo ocurre, que un fenómeno es real. Ni siquiera es necesario presentar un solo caso de estudio bien analizado. Basta decir que el cáncer se cura con alguna pócima o alimento milagroso y curanderos, alternativistas, pseudomédicos, conspiranoicos y periodistas poco avisados se encargarán de difundirlo y presentarlo, frecuentemente, como un descubrimiento o una denuncia que valerosamente enfrentan a algún villano poderoso y malévolo.

En 1922, al monje budista japonés Mikao Usui se le ocurrió afirmar que podía curar a la gente acercándole sus manos. Aseguraba que al hacerlo, él transfería a la persona una misteriosa energía llamada “ki” o “chi” y cuya existencia nadie ha demostrado. Usui bautizó a su presunta técnica como “reiki” (palabra en japonés que significa, muy apropiadamente, “atmósfera misteriosa”) y se lanzó, junto con sus adeptos, a por acercarle las manos a personas enfermas o simplemente deprimidas e insatisfechas y asegurar que ello tenía un efecto real. Se funda así un negocio multimillonario que en menos de 100 años se ha difundido por todo el planeta con variantes aún más extravagantes, como el reiki para animales o vegetales.

Uno pensaría que sería responsabilidad del señor Usui o de sus honorables asociados de negocios demostrar la existencia de la tal energía llamada “ki” y, una vez habiéndolo hecho, demostrar, en condiciones debidamente controladas y con todo el rigor que le exigimos a cualquier procedimiento médico, que tal energía realmente se “transfiere” de un practicante de reiki a su “paciente” y, finalmente, demostrar que esa transferencia energética es, efectivamente, responsable de las curaciones milagrosas que prometen.

Si así lo hicieran, seguramente habría numerosos científicos interesados en desentrañar el mecanismo mediante el cual ocurre esa curación. Quizás podría enriquecer de modo generosísimo nuestra comprensión de los mecanismos de la biología, la fisiología, la patología y el tratamiento de numerosas afecciones.

No ha sido así. Los “maestros reiki” siguen instalándose por todo el mundo, exigiendo dinero de verdad a gente ignorante y deseosa de respuestas a cambio de pasarles las manos cerca. En estos casi 100 años, presionados por los creyentes en las maravillas del reiki, diversos científicos, investigadores, universidades y hospitales se han ocupado en tratar de determinar si hay algo de verdad en las ya de por sí implausibles afirmaciones de Usui y sus adeptos. En estos años se han hecho literalmente cientos de estudios, de más o menos calidad, que al ser analizados críticamente llegan a la bastante esperable conclusión de que el reiki no muestra capacidad de curar nada y su eficacia es igual a la del placebo.

Como pasa con el reiki, hay una horda cada vez más numerosa de supuestas “terapias alternativas”, literalmente cientos de ellas que ofrecen afirmaciones sobre las más extrañas, descabelladas o francamente ridículas prácticas que alguien aseguró que eran “curativas” y otros creyeron… sin demostrarción de por medio. Y de muchas de ellas hay estudios y estudios que, o bien demuestran que no hay capacidad curativa alguna, o resultan sesgados, poco rigurosos, irreproducibles o francamente fraudulentos.

En otros espacios alternativos distintos de la medicina, las cosas no son muy distintas. Científicos de diversas disciplinas se ven presionados para “demostrar” que tal o cual locura es falsa o incorrecta, desde los círculos de las cosechas (que desde 1994 se sabe que son un fraude nacido de una broma práctica de dos ciudadanos ingleses) hasta la telepatía o la “energía libre”, que es como ahora se llama a lo que serían las máquinas de movimiento perpetuo de toda la vida.

No importa que sepamos que es imposible obtener de un sistema más energía de la que se introduce en él, porque esto violaría la primera y segunda leyes de la termodinámica, que están empíricamente validadas y se confirman día a día. La idea de obtener algo a cambio de nada (que es la premisa esencial de la magia) sigue consumiendo recursos para demostrar que sigue siendo imposible.

Y en ocasiones, lo que está en juego son vidas. Muchas. Desde la década de 1990 se comercializaron varios presuntos “detectores moleculares” con nombres aparentemente técnicos como Quadro Tracker, Ade650, Ade651, Alpha6, H3TEC, HEDD1, AL-6D y GT200. Se trataba de genuinas “varitas mágicas” que afirmaban ser capaces de detectar a distancia, incluso dentro de recipientes cerrados, muy diversas sustancias: drogas, armas, explosivos e incluso personas. No son sino un mango de plástico negro totamente vacío al que está fijada una antena telescópica que gira libremente como una bisagra. Los fabricantes afirmaban que no necesitaba electricidad pues se alimentaba de la electricidad estática del propio operador. El mango tenía una ranura donde se introducían tarjetas que indicaban al aparato qué detectar: mariguana, cocaína, explosivo C40 o inmigrantes ilegales. Cada aparato podía llegar a venderse en más de 30 mil euros.

En realidad, se trataba de aparatos inútiles cuyo aparente funcionamiento se debía al “efecto ideomotor”, los movimientos involuntarios realizados en respuesta a una idea y que son también responsables del movimiento del puntero de la ouija y de las varitas de los zahoríes. Era muy fácil determinar que estos aparatos no tenían ningún mecanismo plausible de funcionamiento. Sin embargo, numerosos gobiernos invirtieron cantidades millonarias en su adquisición. Tailandia, México en su lucha contra el narcotráfico e incluso las fuerzas de ocupación occidentales en Irak fueron clientes de los fabricantes. No fue sino hasta que hubo una serie de atentados con autos bomba que pasaron sin ser detectados por los retenes con personal militar equipado con estos aparatos que el gobierno británico prohibió su compra y empezó a investigar a sus principales fabricantes.

Y pese a ello, fue necesario el esfuerzo de numerosos militares, civiles y científicos en cada uno de los distintos países víctimas de los delincuentes para que las corporaciones que utilizaban los dispositivos los retiraran aceptando –no de muy buen grado– que habían sido objeto de una estafa. Dos de los fabricantes han sido sentenciados a penas de cárcel por fraude en Inglaterra.

Sin embargo, las investigaciones raras veces consiguen que los creyentes en una u otra afirmación maravillosa y disparatada acepten siquiera la posibilidad de estar en el error. Todavía en distintos países hay corporaciones militares y policiacas que arriesgan la vida de su personal y de civiles inocentes confiando en los improbables “detectores moleculares”. Los movimientos antivacunas están influyendo en nuevos brotes preocupantes de enfermedades prácticamente erradicadas. El reiki se difunde con cada vez más practicantes que simulan y cobran sin control alguno. Y, por supuesto, todas las pseudoterapias son uno de los mayores negocios del mundo, con ventas sólo en Estados Unidos de más de 34 mil millones de dólares en 2007 según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de ese país.

Esto subraya el absurdo de la inversión que puede hacer la sociedad para confirmar cosas que ya se saben, pero con la esperanza o bien de encontrar un verdadero milagro o de convencer a los creyentes y ayudarles así a conservar su dinero y mejorar las probabilidades de tratamiento exitoso de sus afecciones, labor en la cual ciertamente no tienen interés en colaborar.

Investigar las afirmaciones de aspecto más incongruente no es forzosamente un desperdicio. Pero una mayor alfabetización científica de nuestra sociedad al menos pondría, como es lógico, la carga de la prueba sobre los hombros de quienes hacen tales afirmaciones, y les exigiría pruebas sólidas antes de lanzarse a financiar la búsqueda del monstruo del Lago Ness, las hadas en el fondo del jardín o la capacidad del bicarbonato de sodio para curar todos los cánceres. O simplemente rendirse ante ellos y admitir como medicamentos diversos preparados, pócimas o mejunjes sin exigirles que demuestren que sirven para lo que afirman en su publicidad.

Algo no marcha bien cuando parte de la política de investigación de una sociedad se ve dictada por los caprichos de cualquiera que tenga una idea descabellada y un medio de comunicación a su alcance para difundirla, obligando a todos a pagar una elevada factura por las falsedades cuando toman por asalto el imaginario popular.
Este post ha sido realizado por Mauricio Schwarz (@Elnocturno) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

Libro recomendado:
Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge

lunes, 14 de octubre de 2013

"Mi cura del cáncer fue un milagro muy currado". La médica de familia y superviviente de cáncer Odile Fernández explica cómo cambios sencillos en la alimentación y el estilo de vida pueden prevenir y alterar la evolución de la enfermedad

En los últimos tres años, la doctora andaluza Odile Fernández ha vivido el más difícil todavía. Superó un cáncer cuando los oncólogos estimaban que sólo tenía el 5 por ciento de posibilidades de curación y, contra todo pronóstico, quedó embarazada de un bebé, su segundo hijo, que ahora tiene dos meses.

Como tantos otros enfermos, ya embarcada en un tratamiento de quimioterapia Fernández preguntó a los oncólogos qué comer y qué medidas tomar para combatir por su cuenta la enfermedad. De su negativa a aceptar la respuesta del equipo que le atendía –"no hagas nada y come todo lo que te apetezca"–nace su libro 'Mis recetas anticáncer', que se publicó en junio y está en su quinta edición. “El problema es que los médicos no tienen formación sobre nutrición y todo les da miedo”, señala Fernández frente a un batido de mango, kiwi y manzana –su desayuno– en una cafetería de Madrid. “El cáncer es la enfermedad del miedo. Pero comer lechuga no va a tener una interacción con la quimio”.

Fernández, de 34 años, insiste en que el libro se titula así porque esas son las recetas que le funcionaron a ella. “No hay ninguna fórmula mágica. Pero el mensaje que quiero hacer llegar es que podemos hacer mucho contra el cáncer a través de la alimentación. No seas el sujeto pasivo. Infórmate, muévete, pregunta, toma las riendas de tu enfermedad junto a tu equipo médico”.

¿En qué medida cree que su curación se debe a los cambios en su alimentación y estilo de vida, versus tratamiento convencional?

No sabemos si fue la quimio o la alimentación. Lo que creo es que fue todo. Me habían dado un 95 por ciento de posibilidades de morir en cinco años. En principio, no se planteó como quimio curativa, sino paliativa, que podía alargar la vida unos meses o años. Pero yo no quería vivir unos pocos meses más, quería sanarme. Así que hice mi quimio junto con grandes cambios en la alimentación y en el tema emocional.

¿Cuáles fueron, en esencia, estos cambios?
Lo primero fue eliminar todo lo refinado y azucarado; los niveles altos de azúcar se relacionan con niveles más altos de cáncer. Después eliminé fritos, barbacoas, precocinados, la comida fácil de microondas. En aquel momento hacía muchas guardias y me alimentaba con mucha prisa, no había tiempo para cocinar. En lugar de eso, introduje verdura cruda y fruta y eliminé la leche y la carne.

¿Y en el estilo de vida?
Dejé de trabajar, se acabaron las guardias. Aprendí a mantener la mente en calma a través de la meditación. Era muy perfeccionista, muy dada a los demás, y aprendí a sosegarme, a pensar primero en mí y después en los otros. Empecé a hacer ejercicio. Perdí 25 kilos en la época de la quimio. Una de las cosas más importantes es tener el peso adecuado. Y aprender a decir que no, a relajarte.

¿Si tuviera que recomendar un único cambio en la dieta, cuál sería?
Huir de la comida envasada y comer alimentos frescos y de temporada. Mira cómo comían nuestras abuelas. Recuperemos la dieta mediterránea tradicional, la alimentación hecha en casa.

¿Por qué dice no a la leche?
En la facultad nos dicen que la leche es buena por el calcio, para la osteoporosis. Pero observemos las estadísticas: donde hay más osteoporosis es en los países donde más leche se consume. La leche no es tan buena. Nos enseñan ese dogma y no nos lo planteamos, pero es antinatural. Para digerirla necesitamos lactasa. La tenemos al 100 por cien cuando somos pequeños, pero a partir de los 6 o 7 años va descendiendo. Estamos concebidos para tomar leche sólo de pequeños, cuando la necesitamos.

¿Qué tiene de malo la carne?
Un alto consumo, sobre todo de carne roja y embutidos, aumenta la incidencia de cáncer, principalmente de colon. La carne no tiene fibra, viene cargada de nitratos, de pesticidas, de omega 6 por el tipo alimentación que llevan los animales. La carne blanca podríamos consumirla con moderación. Pero el problema es que somos hiper-carnívoros: hay gente que toma carne tres veces al día. En la dieta mediterránea original se hacía matanza en Navidad y se tiraba de ello todo el año.

¿Nos recomienda un plato anticancerígeno?
El gazpacho, que es de mi tierra. Lleva tomate, cebolla, ajo, aceite de oliva, pimiento y pepino, todos ellos alimentos anti-cáncer y crudos.

¿Cómo se alimenta ahora?
Procuro seguir la misma alimentación que hacía durante la quimio. Mucha gente descubre que la alimentación influye y víctima del miedo cambia, pero luego vuelve a las andadas. Sin embargo, el cambio hay que mantenerlo en el tiempo.

Hay quien ha seguido todo esto –una alimentación y un estilo de vida más saludable– y no le ha funcionado. ¿Cuál es el mensaje para estas personas?
No hay fórmula mágica, y por eso tenemos tanto miedo al cáncer. No hay ningún tratamiento que sea totalmente efectivo. El problema es que no hay una enfermedad, sino enfermos, y cada caso es diferente. Hay casos de cáncer muy extendido que se curan, y otros muy localizados que se extienden. Yo creo que el tratamiento emocional marca la diferencia. No es lo mismo enfrentar un cáncer desde la positividad y la alegría que desde el miedo y la soledad. Aquí se demuestra el poder de lo emocional, pero no sólo en el cáncer sino en todas las enfermedades. Por eso reivindico que seamos parte activa.

No recomienda usar la olla exprés, presente en todos los hogares. ¿Por qué?
Porque alcanza los 140 grados, y queremos conservar los fitoquímicos de los alimentos, que se pierden a partir de los 95 grados. Está bien para legumbre y cereal, pero si metes verdura le haces fosfatina.

Asumía que la barbacoa era una forma de cocinar saludable hasta que leí su libro.
Lo que es saludable es la plancha, siempre y cuando no quemes el alimento. Pero en la barbacoa, ese color negro son los benzopirenos, carcinógenos… Lo ideal es cocinar el vapor, sin grasa ni aceite.

Recomienda encarecidamente las setas…
En Japón, donde más se consumen, algunos oncólogos lo utilizan como suplemento alimentario. Permiten que la quimio se tolere mejor.

La colonia, mejor no olerla.
Para que perduren tanto, los perfumes tienen ftalatos (un grupo de compuestos químicos). Cuanto más permanezcan en nuestro cuerpo, peor para nuestra salud. "Sexy para ellas, veneno para el bebé", decía una campaña en EEUU para mamás embarazadas. Los perfumes van al torrente sanguíneo; se asocia con cáncer de mama. Lo ideal son aceites esenciales o algo que se está perdiendo: ser más sencillos y oler a personas, no enmascarar nuestro olor.

¿Y de dónde bebemos agua?
Este es un tema muy controvertido. El agua del grifo de Madrid, por ejemplo, contiene muchos tóxicos. Se podrían eliminar si en lugar de filtrar con sales de aluminio, como se hace ahora, se filtrase con filtros de carbono. El agua embotellada no es la solución: es un atentado ecológico.

¿Cuál fue la reacción de sus compañeros tras su curación?
Cuando se cumplieron los dos años libre de enfermedad, me dijeron que había sido un milagro. Pero les dije que no, que era un milagro que había hecho yo. Lo mío es un milagro muy currado. La reacción de mis compañeros de primaria fue buena. Recomiendan mucho el libro, no sólo para cáncer, también para diabetes, hipertensión, obesidad… Los especialistas son más reacios.

¿Qué planes tiene tras la baja por maternidad?
Tengo mi plaza en atención primaria. Me gustaría continuar en sanidad pero centrada en el paciente oncológico, aconsejando sobre alimentación y estilos de vida.

¿Cuál fue para usted la mayor sorpresa al investigar y, después, escribir este libro?
El poder de los alimentos, de la naturaleza. Cómo contienen fitoquímicos anti cáncer, y como algunos medicamentos incorporan fitoquímicos en quimio. La curcumina de la cúrcuma, por ejemplo, o la quimio que se extrae de un alga del mar. Si tiene poder a nivel de laboratorio ¿por qué no tomar nosotros más algas, más cúrcuma, etc? Me sentí engañada porque nadie me hablase de esto, sólo de quimio, de radioterapia.

Pero es lo que a menudo hacen los médicos: en cuanto entras a la consulta tienen lista la receta.
Hay pacientes que si no salen de la consulta con su pastilla creen que eres un mal médico. Pero cada vez más profesionales contamos al paciente lo que puede hacer para prevenir la enfermedad. Los médicos y sanitarios tenemos mucho poder en este sentido. Más medicina preventiva y menos pastillas.

@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es
Fuente; El País.

Nota:
El que una alimentación adecuada a base de verduras, hortalizas, cereales, legumbres, frutos secos, frutas y aceite de oliva, junto a huevos, pescado y poca carne roja o ninguna -lo que conocemos por cocina mediterránea- así como nada de comidas enlatada o procesadas industrialmente, con mucha sal y aditivos químicos, tiene beneficios para la salud, parece indiscutible.

Otra cosa muy distinta es que con ello podamos curar, una vez contraído, un cáncer... Esa afirmación no se basa en evidencias científicas y puede ser un fraude médico. Los diarios están llenos de noticias de este tipo. La ciencia parece que, por distintas y variadas razones, no acaba de formar parte de la cultura cotidiana y la mayoría de la gente se guía por un tipo de pensamiento no formal, no científico, seudocientífico, Hay mucho fraude.

https://elpais.com/elpais/2017/08/30/ciencia/1504118737_744798.html?rel=lom

https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2014/06/las-facturas-de-la-mentira.html

Libro recomendado: La pseudociencia. ¡Vaya timo! Mario Bunge.