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domingo, 16 de agosto de 2015

COMPARECENCIA DEL MINISTRO DEL INTERIOR » Fernández Díaz asegura que se reunió con Rato por las amenazas que recibía. El ministro afirma que cumplió con su deber y su responsabilidad y que hizo lo correcto.


El ministro del Interior, Jorge Fernández, no se amilanó este viernes y arremetió contra todos los grupos para defender su reunión de una hora con Rodrigo Rato en su despacho oficial.
Fernández compareció en la Comisión de Interior del Congreso y aseguró que el exvicepresidente le pidió ese encuentro porque estaba preocupado por su seguridad, tras recibir insultos y amenazas, especialmente, a través de redes sociales. No consta que Rato haya presentado ninguna denuncia. Toda la oposición rechazó la versión de Fernández y exigió su dimisión. UPyD pedirá un careo en la Audiencia Nacional entre Fernández y Rato.

Fernández defendió  haber recibido a Rato en su despacho el pasado 29 de julio.  Incluso, consideró que era su “deber y responsabilidad” hacerlo y arremetió contra toda la oposición que, de forma unánime, criticó ese encuentro y pidió su dimisión.

“Era mi deber atender a Rato; se reunió conmigo por su seguridad personal”, explicó sin atisbo alguno de arrepentimiento. Sin propósito de enmienda. Es más,  el ministro acusó a los que “han hecho especulaciones y han lanzado acusaciones sin fundamento y conjeturas calumniosas” . Es decir, a toda la oposición porque todos los demás grupos han rechazado su versión y han pedido su dimisión. Hasta sacó a relucir los pactos del PSOE con Podemos, Cataluña, la posición del PSC y ETA para atacar a los socialistas, a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y Amaiur.

Fernández aseguró que el exvicepresidente del Gobierno le pidió ayuda porque había recibido amenazas e insultos. Rato estaba “preocupado por la posibilidad de que le retiraran la seguridad”, pese a que tanto él como su entorno estaban recibiendo amenazas e insultos, ante los que se sentía “vulnerable”. Como prueba se referió a más de 400 mensajes en redes sociales insultando a Rato. No consta que Rato haya denunciado en el juzgado ninguna amenaza.

Inquieto por su seguridad
“El encuentro no versó para nada sobre la situación procesal del señor Rato, sino sobre una cuestión tan sensible como su seguridad y la de su entorno más próximo. El señor Rato vino a hablar conmigo de una fundada preocupación que afecta a su seguridad. Son cuestiones que merecen mi atención y por eso se hizo en Interior. Era una preocupación fundada”, aseveró.

“Lo que le pase al señor Rato con la justicia no es de mi incumbencia, pero sí lo es su seguridad, por mucho que se le hayan retirado sus honores”, añadió.

Según su versión, explicó a Rato los criterios sobre la seguridad que, en este momento y a pesar de los recortes se mantienen para expresidentes, exvicepresidentes del Gobierno y ministros del Interior. De 429 personas protegidas por Interior se ha pasado a 164, según detalló. Según dijo, él ha recibido a “decenas y decenas de personas” que han ido a plantearle problemas de seguridad y él siempre les ha recibido. “Es muy negativo que estemos debatiendo esto en público”, añadió.

Un ‘piso franco’
Usó gran parte de su intervención en explicar por qué le recibió en su despacho. “Le hubiera recibido en un piso franco o de forma clandestina si hubiera hecho algo éticamente reprobable, pero era absolutamente legal y no merecía ningún reproche ético, por eso ni clandestina ni secretamente, a plena luz del día, por la puerta principal, pasando los controles de la Guardia Civil y en día laborable”, aseguró. “Actué como debía actuar, con respeto al Estado de derecho y la ley y sin hacer dejación de funciones”, concluyó.

El ministro aseguró que  no habló con Rajoy de la reunión hasta después de salir publicada la noticia en El Mundo. La oposición cuestionó esa versión y sus argumentos. “Es patético”, le espetó Ricardo Sixto (IU). Rosa Díez (UPyD) habló de “acto de cobardía por escudarse en los policías” y anunció que su partido pedirá en la Audiencia Nacional, en el sumario en el que está personado, un careo entre Fernández y Rato.

Para Feliu-Joan Guillaumes (Convergència), Fernández “hubiera podido ser ministro franquista”. Y Antonio Trevin (PSOE) recordó los mensajes de ánimo al extesorero del PP Luis Bárcenas y preguntó si dio información a Rato o si hubo algún tipo de pacto.

El ministro arremetió contra todos, especialmente contra los socialistas, a los que llamó “pirómanos y calumniadores”. Y sobre la iniciativa del PSOE de denunciarle ante la Fiscalía les dijo: “Me aplican un Código Penal propio de Corea del Norte”.

Rajoy: “Ha dado las explicaciones pertinentes”

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aseguró este viernes en Ordes (A Coruña) que el ministro del Interior había dado las “explicaciones pertinentes” sobre su reunión con Rato el pasado 29 de julio. Según explicó el presidente, los temas de seguridad y de garantía de los derechos y libertades hay que tratarlos “de forma discreta”: “Se trata (...) de una persona amenazada, se la atendió y el ministro debe tomar las decisiones que crea que son mejores para salvaguardar su seguridad”, dijo. Rajoy afirmó que el PSOE no había pedido la comparecencia para escuchar a Fernández, sino para ver si podía “pescar algo en río revuelto”.

MÁS INFORMACIÓN



Cadena SER: Las diez 'perlas' de la comparecencia de Fernández Díaz
El ministro del Interior asegura que la reunión con Rodrigo Rato trató sobre la seguridad personal del exvicepresidente y la de su familia ante las amenazas recibidas

sábado, 18 de abril de 2015

Juguetes para un tiempo prohibido

La detención de Rodrigo Rato no es la demostración de que el Gobierno no se casa con nadie, es un fracaso en todos los órdenes


Cuenta Federico Trillo, que es un hombre muy sentido, que cuando Rodrigo Rato se opuso a la invasión de Irak en el Consejo de Ministros Aznar le miró con “tristeza infinita”. Es imposible que Aznar mire con “tristeza infinita” y no ver en su lugar a Manu Chao (“infinita tristesa, infinita tristesa, yo siempre estaré a tu lado, radio mano papá chango”). Sólo habían pasado dos años desde que Fraga pegase los carteles electorales bajo una lluvia de huevos y fuese corriendo Aznar a Vigo, como Hugo Sánchez, a decir que al PP no se le gana “a huevos”. Luego, con orgullo infinito, le dijo a Rato que era el “mejor ministro de Economía de la historia de España en muchos años” sin especificar cuántos: durante el aznarismo se podía ser el mejor de la historia durante algunas horas.

Rato entonces era Dios, y lo siguió siendo tras dos derrotas: la suya ante Rajoy y la de su partido ante el PSOE. Aspiraba a ser presidente del Gobierno y acabó, como premio de consolación, siendo jefe de Estado, que es el estatus del director-gerente del FMI. Del Audi al Lincoln, y de Madrid a Washington. Volvió a Estados Unidos, pero ya a la Costa Este. En su juventud, que no se acaba nunca, la poderosa familia Rato lo había enviado a estudiar a California. Rato volvió de las playas convertido en una especie de Jim Morrison, el Rey Lagarto. De la época se guardan fotografías que muestran a Rato de jipi rico consumido por la nostalgia, como si estuviese a punto de ser arrancado de un mundo al que por un instante creyó pertenecer. El sueño se derrumbó cuando empezó otro, en el momento en que Ramón Rato entró en el despacho de Fraga, tiró la chequera a la mesa y dijo: “Manolo, el chico quiere ser diputado”. Entre los años que pasaron desde que a Fraga le tiraban chequeras y empezaron a tirarle huevos Rato multiplicó panes y peces: hizo el milagro económico español, marca registrada.

En todo ese tiempo no perdió de vista su vocación, que es la de actor. Cuando dirigía el FMI se presentó en un pequeño teatro de Washington para hacer de Alfonso VII en La venganza de Don Mendo al grito de "cese ya el atambor, que están mis nobles cansados de redobles, y yo ahíto de tanto parchear y tanto pito", un lenguaje del que años después bebió el PP para anunciar los recortes. Rato fue uno de los mejores actores de la obra, o eso dijo la crítica. Iba ataviado con una capa de terciopelo, un traje azul de época con ribetes dorados, una corona de rey y una espada de plástico, ropajes que en Strauss-Kahn hubieran desatado el pánico.

Esto ocurrió en mayo de 2006, un punto de inflexión porque Rato no volvió a cambiarse de ropa. Desde entonces, cúspide de su carrera política, se apareció mentalmente a todos, incluidos sus compañeros del PP, como un rey medieval. Todo lo que sucedió luego hay que circunscribirlo a la exagerada impunidad de un monarca. En la famosa salida de Bankia a Bolsa, cuando Rato le da a la campana (doblaban por nosotros), en realidad está blandiendo la espada de plástico envuelto en su capa de terciopelo, ahíto de tanto parchear y tanto pito.

Xoguetes para un tempo prohibido es el título de una novela que Carlos Casares, el añorado y querido Carlos Casares, publicó en 1975. Habla de una generación brillante llena de sueños que se precipita contra la impotencia, la desolación y el desencanto de su época. Hay algo de eso en la burbuja económica de los noventa, la formidable tramoya sobre la que se habría de crecer España hasta convertirse en un país moralmente higiénico, desahogado de tramas perfectamente criminales, de actitudes colectivas que tenían más de sangrante en lo legal, con sus sueldos millonarios por representación, indemnizaciones excesivas pese a la incompetencia y sociedades superpuestas, que en lo ilegal, pues al fin y al cabo lo ilegal debe ocultarse y lo legal, aun repugnante, habría de ocurrir ante nuestros ojos.

La detención de Rato no es la demostración de que el Gobierno no se casa con nadie, entre otras razones porque lo que se hizo ayer fue aventar públicamente, con sobreactuación de telenovela, un divorcio. Es un fracaso en todos los órdenes, incluida la puesta en escena, esa coquetería de cortar el tráfico, avisar a la prensa y plantar doce agentes en un portal para llamar al telefonillo y decir ante los micrófonos: “somos la policía, abran” en una frase muy “Jose, ábrenos, que somos nosotras”. Y la mano en la nuca por si Rato se olvidó de saber bajar la cabeza, una mano de telediario, casi de escaleta (yo sufrí esa mano en una detención en Canarias; me bajaron la cabeza tan ostensiblemente que antes me la levantaron un poco, como para coger carrerilla, mientras los vecinos -esos terribles vecinos españoles, que dijo Max Aub- salían a los balcones a pedir que se limpiase el barrio y me llamaban “terrorista” o algo aún peor, “gallego”, y aunque fue una mano en tensión había algo de dulzura, de calambre en el roce, tanto que hasta lamenté que el agente se sentase delante).

Al final el papel de Rato, como el de Pujol, ha sido el de Boyhood: políticos cuya estatura crece de forma real hasta hacernos olvidar que se tratan de una ficción. La interpretación ha sido tan perfecta que ellos mismos dictaban la moral y las leyes en las que permanecían atrapados. Allí donde se depositó el poder de forma más ruidosa, en Cataluña, en Andalucía, en Valencia, en Madrid, ha ido devorándose a sí mismo bajo la perversión del "no matarás" de Hanna Arendt desplazado al séptimo mandamiento: el mal perdió la característica de ser una tentación, así que en lugar de tener la tentación de robar, lo que había era la tentación de no hacerlo. Cualquier vistazo al pasado es un ejercicio de nostalgia y horror. Ni siquiera Rato y sus antiguas declaraciones de Robin Hood superan a las del pobre maestro de yoga que dijo en El Confidencial: “Si Zapatero meditara como Rato no habría crisis económica”. O el eco de los mandamases del PP en el balcón de Génova celebrando la victoria de 2011, cuando se llenó de tal forma que alguien empezó a gritar: “¡Que se va a caer, que no aguanta tanta gente!”. Y la imagen del exvicepresidente detenido, tristeza infinita; el autor del supuesto milagro español al que le faltó gritar desde el portal, rodeado de policía, la revelación del cura de Cotobade en su lecho de muerte: “¡Todo era mentira!”.
Fuente: http://politica.elpais.com/politica/2015/04/17/actualidad/1429263577_514610.html

jueves, 10 de mayo de 2012

¿Tiene España suficiente dinero para salvar a sus bancos?

La gran pregunta que se debe hacer España y la eurozona es si el país ibérico es una versión gigante de Irlanda, país que nacionalizó sus bancos para tapar su agujero financiero con dinero de los contribuyentes. O podemos plantear la pregunta de otra forma: ¿Será suficiente el dinero de los contribuyentes españoles para salvar a los bancos del país? Y si el costo es insoportablemente alto, surge la cuestión de si lo más sensato es que España solicite un rescate al Fondo Monetario Internacional o al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF, creado por la UE en 2010 para rescatar a los países con problemas). De acuerdo con un destacado banquero, ambas preguntas tendrán una respuesta el viernes, cuando se espera un anuncio del gobierno español en el que decidirá cuántas pérdidas deberán sufrir los bancos del país en sus temerarios préstamos inmobiliarios, un añadido a las provisiones de US$64.000 millones, que ya han sido obligados a adoptar para cubrir pérdidas potenciales.

NACIONALIZACIÓN DE BANKIA
Bankia es uno de los cuatro principales bancos de España, junto con el Santander, BBVA y La Caixa. Clientes: 10 millones.
Accionistas: 400.000.
Este banquero espera que solo un puñado de bancos, de los cuales Bankia es el más importante, tendrán que reservar entre US$32.000 millones y US$38.000 millones para cubrir el costo adicional de créditos que acaben resultando fallidos. Esto irá acompañado de la nacionalización parcial de Bankia, que cuenta en sus activos con el 15% de los depósitos del país. La operación se realizará mediante la conversión en acciones de un crédito concedido por el gobierno en 2008 por US$5.800 millones. Así, el 45% de las acciones serán controladas por el gobierno.
Existen temores de que si el valor de las acciones de Bankia se hunde a causa del rescate, los ahorristas podrían dejarse llevar por la ansiedad y comenzar a retirar en masa sus depósitos, debilitando aún más el banco. clic Lea: Lo que aqueja a la economía española

Envenenados
España construyó en los últimos años enormes ciudades fantasma. ¿Pero cómo se han metido en este lío los bancos españoles? Pues bien, para comenzar hay que señalar que el Banco de España ha estimado en su último Informe sobre la Estabilidad Financiera que los bancos españoles poseen créditos inmobiliarios y de la construcción "problemáticos" por valor de US$234.000 millones, equivalentes a más del 17% del PIB español. Esos créditos son la herencia envenenada de un boom constructor e inmobiliario por el que se edificaron cinco millones de casas nuevas entre 1997 y 2007, el doble del aumento de hogares en España en ese período. Se construyeron enormes ciudades fantasma. Tan malos son esos créditos que los bancos están dando por hecho que solo recuperarán la mitad o menos de lo que prestaron. Así, cada vez estamos más cerca del momento en que los bancos admitirán el gran daño que van a sufrir en sus balances a causa de ese tipo de préstamos. Sin embargo, puede que aún no hayan hecho las provisiones adecuadas para las posibles pérdidas en otras categorías de créditos, en especial las hipotecas inmobiliarias, créditos a pequeñas empresas y créditos a grandes empresas altamente endeudadas.
Clik Cuando los vecinos se enfrentan a los bancos

Ese es el motivo por el que banqueros, reguladores y analistas temen cada vez más que los bancos no encontrarán suficiente capital entre inversores y contribuyentes para protegerse contra esas pérdidas.

Socorro
Dicho eso, España se enfrentaría a grandes costos y riesgos si toma prestado dinero del fondo de rescate de la eurozona, el FEEF, y ello sin tener en cuenta la humillación que sufriría al ver su política económica dictada desde Alemania. Un posible riesgo de tomar préstamos de rescate de la eurozona es que probablemente tendría el efecto de subordinar la deuda soberana española. O por así decirlo, el valor implícito de las deudas existentes del gobierno español se vería reducido. Y eso causaría pérdidas aún mayores, quizás calamitosas, a los bancos, que le han prestado más de US$336.000 millones al gobierno español. Así que algunos banqueros creen que sería mejor que España opte por pedirle al FMI fondos de emergencia que podrían ir directamente a los bancos, y por tanto no figurarían como un préstamo al gobierno.

Símil irlandés
La crisis de liquidez está exacerbando la recesión española. ¿Cuánto tiempo más seguirá el gobierno español recurriendo a evasivas en lugar de asegurarse de que los bancos tienen todo el capital que necesitan? Pues probablemente no mucho tiempo, porque a causa de su falta de capital los bancos españoles cada vez conceden menos préstamos y eso está dañando a la economía. Con base en los resultados publicados por los siete bancos españoles que cotizan en bolsa, el banco de inversión Morgan Stanley calcula que el flujo del crédito se está contrayendo en España a un ritmo anual de alrededor del 8%. La crisis de liquidez está exacerbando la recesión española.
Lea también: España intenta ahuyentar el fantasma del rescate 

Si todo esto suena familiar es porque, en gran medida, España se enfrenta a una repetición de la crisis bancaria irlandesa. Al igual que España, Irlanda insistió durante meses en que tenía los recursos para reparar sin ayudas exteriores la dañada situación de sus bancos. Pero en el otoño de 2010, se rindió ante la horrible situación del mercado y acabó acudiendo con el rabo entre las patas a la eurozona y al FMI.
La otra lección irlandesa, dirán muchos, es que cuanto más espere un gobierno para reconocer la debilidad de sus bancos, mayores serán los costos en que tendrá que incurrir. De la BBC. Más aquí.

jueves, 10 de febrero de 2011

El FMI hace una crítica demoledora de su actuación en la etapa de Rato

Las deficiencias internas y la autocensura impidieron prevenir la crisis. -No se prestó suficiente atención a las voces de alerta. -El Fondo puso a la banca de EE UU y a Islandia como ejemplos a seguir.
El Fondo Monetario Internacional vivió en una burbuja en la que reinaba el optimismo mientras se gestaba la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión. Un informe interno hace una crítica despiadada a la actuación del organismo entre 2004 y 2007, un periodo en el que tuvo tres directores gerentes, pero que cubre toda la etapa en la que Rodrigo Rato estuvo al frente de la institución (del 7 de junio de 2004 al 1 de noviembre de 2007). La conclusión es demoledora: las deficiencias internas impidieron prevenir la crisis.
"El FMI no anticipó la crisis, su ritmo ni su magnitud y, en consecuencia, no pudo advertir a sus miembros", reconoce el informe de su auditor. El Fondo puso como ejemplo a seguir alguna de las prácticas más destructivas, desoyó las señales de alerta y tuvo una doble vara de medir. Mientras era muy duro con los países emergentes, se mostraba complaciente con los países ricos, en especial Estados Unidos, que acabó siendo el foco de la crisis. Entre las causas que impidieron al FMI alertar sobre los riesgos, el informe cita múltiples deficiencias organizativas, batallas internas, falta de comunicación, sesgos analíticos, presiones políticas, autocensura, y falta de supervisión y control por parte de la dirección del Fondo. El informe, elaborado por la Oficina de Evaluación Independiente (IEO, por sus siglas en inglés) del fondo, reconoce que muchos de esos problemas no aparecieron con Rato, sino que se han ido arrastrando en el organismo durante más de una década. Rato, actual presidente de Caja Madrid año y medio antes de concluir su mandato por razones personales. Los informes de evaluación del FMI no tratan de hacer un balance de los logros y los fracasos, sino básicamente de señalar lo que se hizo mal, lo cual introduce un sesgo negativo. Así ha sido con otros informes sobre la gestión de la crisis asiática o Argentina. Ningún otro organismo internacional ni las autoridades monetarias y supervisoras hacen ejercicios de autocrítica con una dureza comparable.
Fuentes próximas a Rodrigo Rato ven saludable ese ejercicio de autocrítica, pero indican, por otro lado, que el informe olvida que desde la crisis asiática las competencias de supervisión de la estabilidad financiera no correspondían al FMI, sino al G-7, y dentro de él al Foro de Estabilidad Financiera. Fue en otoño de 2006 cuando el FMI empezó a publicar informes de estabilidad financiera, un encargo que Rato hizo a Jaime Caruana. En esos informes del Fondo sí se alertó de algunos de los riesgos financieros, aunque no se acertó a ver sus repercusiones macroeconómicas. El informe que acaba de recibir el sucesor de Rato, Dominique Strauss-Kahn, pone ejemplos sangrantes al destacar, por ejemplo, que se pusiera a Islandia como modelo de un sistema financiero "robusto" y "resistente". La historia de cómo la banca islandesa se derrumbó arrastrando al país a una grave crisis es de sobra conocida.
Pero hay errores más graves. El informe recuerda una y otra vez cómo el FMI llegó a recomendar a otros países avanzados que se siguieran las políticas y prácticas de innovación financiera de EE UU y Reino Unido, que acabaron con buena parte de sus sistema financiero en quiebra. El Fondo, en cambio, criticó a los bancos de Canadá (cuyo sector financiero quedó a salvo de la crisis) por no imitar esas prácticas y ser conservadores...
Ver todo el artículo de El País aquí.