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domingo, 5 de abril de 2015

Los costes del nazismo alemán para Grecia (y para España)

Para entender la crisis existente en la Unión Europea, ayuda el conocer la que ocurrió en los años treinta en Europa,

Y como ambas crisis han afectado la relación de Alemania -el centro del sistema económico europeo- con la periferia, centrándonos en este artículo en Grecia, y con algunas notas también de la relación de Alemania con España en ambos periodos históricos.

En Alemania, la primera crisis, generada en parte por la enorme deuda pública acumulada, resultado de las exigencias de los países vencedores de la I Guerra Mundial de que este país pagara las reparaciones por los daños infligidos a los países enemigos durante el conflicto bélico, determinó la elección de un gobierno Nazi liderado por Hitler. La enorme austeridad de gasto público, con los grandes recortes realizados con el objetivo de pagar la deuda, y las reformas del mercado laboral que contribuyeron al crecimiento del desempleo generado por aquellos recortes, causaron un rechazo de la población hacia los partidos que impusieron tales medidas y llevaron a la primera elección de un gobierno Nazi en Europa. Hay que recordar que el nazismo alcanzó el poder en Alemania por la vía democrática (1) debido a su atractivo electoral (y también a la división de las izquierdas, concretamente entre el Partido Socialdemócrata y el Partido Comunista).

El nazismo sacó a Alemania de la crisis económica mediante la militarización de su economía (keynesianismo militar) y al expolio de los países periféricos, incluyendo Grecia. La ocupación de Grecia (1941-1945) fue de las más brutales que hayan existido en Europa. Aquel periodo se caracterizó por un sinfín de atrocidades. Pueblos y ciudades fueron testigos de aquellas brutalidades. Mousiotitsa (153 hombres, mujeres y niños), Kommeno (317 hombres, mujeres y niños, donde incluso 30 niños de menos de un año fueron asesinados y 38 personas fueron quemadas vivas en su casa), Kondomari (60 asesinados), Kardanos (más de 180), Distomo (214 muertos), y así una larga lista. Más de 460 poblaciones fueron destruidas y más de 130.000 civiles fueron asesinados, además, de más de 60.000 judíos que representaban la mayoría de la población judía en Grecia. El sacrificio humano fue enorme. Y la represión estaba encaminada a sostener una enorme explotación y latrocinio. En realidad, el III Reich robó el equivalente en moneda alemana de 475 millones de marcos, que significaría en moneda actual 95.000 millones de euros. Ante esta situación, ¿cómo puede pedírsele a las clases populares, que fueron las que sufrieron en mayor medida la represión, que olviden esta etapa de su vida? (ver Conn Hallinan: “Greece: Memory and Debt”, Znet Magazine, 18.03.15, de donde extraigo la mayoría de datos de este artículo).

Y lo que es importante subrayar es que los responsables de tanta brutalidad, los militares que dirigieron los asesinatos, el expolio y el latrocinio, recibieron sanciones menores en Alemania, muy por debajo de lo que la población griega exigía. El General Hubert Lanz, que dirigió una de las divisiones responsables de tales atropellos, pasó solo tres años en prisión, llegando luego a ser asesor en temas de seguridad del Partido Liberal alemán. La tolerancia, cuando no complicidad, de los gobiernos occidentales (que ayudaron más tarde a las derechas griegas –que anteriormente habían colaborado con el nazismo- a derrotar a las milicias antinazis en lo que se llamó la Guerra Civil) con los dirigentes nazis, es también conocida y recordada. Los gobiernos occidentales, que se presentaban y autodefinían como democráticos, ayudaron, como también pasó en España, a que se mantuvieran las mismas estructuras oligárquicas que han mantenido a Grecia en la pobreza y en la miseria por tantos años. En la Alemania Oriental (bajo ocupación soviética), sin embargo, los militares nazis sufrieron penas mayores. El General Karl von Le Suire (el carnicero de Kalavryta) fue capturado por la Unión Soviética y murió en un campo de concentración en 1954, y el General Friedrich Wilhelm Müller (que ordenó las masacres de Viannos) fue ejecutado por los propios griegos en 1947.

Las supuestas reparaciones del gobierno alemán
El gobierno alemán nunca ha aceptado la demanda del gobierno griego de pagarle 677.000 millones de euros para compensar todos los daños causados en su ocupación devolviendo, además, los recursos –incluyendo el dinero del Banco Central griego- que habían robado las tropas alemanas. Solo en 1960 el gobierno alemán pagó 115 millones de marcos alemanes, una cantidad insignificante a la luz del daño causado. Durante el periodo en que Alemania estaba dividida, la postura del gobierno alemán era la de que no podía hablarse de pago por reparaciones hasta que hubiera de nuevo una Alemania unida. Y cuando la hubo (en 1990), el argumento fue de que ya habían pasado muchos años, y que ya se le habían pagado a Grecia los 115 millones de marcos alemanes. ¿Cómo puede pedírsele al pueblo griego que se olvide de su enorme sacrificio y de los recursos que le robaron?

Ver estas demandas que está haciendo el gobierno Syriza como mera táctica de negociación con el gobierno alemán en la renovación del segundo rescate (aprobado por el gobierno anterior) es trivializar el significado de la ocupación nazi en Alemania y el enorme sufrimiento y pobreza que esta impuso al pueblo griego. El gobierno Syriza es el primer gobierno progresista y de izquierdas, claramente representante de las clases que sufrieron más la represión nazi, y es de justicia que una de las primeras reivindicaciones sea recuperar la memoria histórica de los vencidos y exigir reparaciones. Ver esa reivindicación como mera táctica de negociación con Alemania, como los mayores medios de comunicación españoles lo han presentado, es desconocer la historia de Grecia y de Europa, lo cual, por cierto, es muy común entre tales medios.

La doble moralidad de los países llamados democráticos
Es importante destacar también, además de la enorme insensibilidad del gobierno alemán hacia tal sufrimiento, el contraste entre como se resolvía el gran problema de la deuda pública que el gobierno alemán debía a los aliados después de la II Guerra Mundial, y lo que el gobierno alemán ha intentado imponer al gobierno griego en el pago de su deuda a los bancos alemanes (entre otros) que prestaron dinero a Grecia (para muchos proyectos que, por cierto, les originaron grandes beneficios, sin que beneficiaron en nada o en muy poco a las clases populares griegas). Los aliados en 1953 (en el Tratado de Londres) le perdonaron al Estado alemán el 50% de toda la deuda, condicionando además su pago a la existencia de un crecimiento económico que facilitara tal pago, precisamente la misma petición que está ahora haciendo el gobierno Syriza. El gobierno alemán se ha opuesto duramente a que se tratara a Grecia como se les trató a ellos en su momento. Syriza pedía las mismas condiciones, y fue el gobierno alemán el que dirigió la oposición a que tal propuesta incluso fuera considerada. ¿Cómo se le puede pedir al pueblo griego que no mire al pasado para resolver el futuro? Esta petición tiene dimensiones de cinismo. Las declaraciones del portavoz de la Canciller Merkel de que “Grecia debería concentrarse en temas actuales, mirando el futuro” es de una enorme insensibilidad, preñada de cinismo. La Sra. Merkel ignora u oculta que gran parte de los problemas existentes en Grecia se basan en lo que ocurrió en el pasado.

El nazismo y su influencia en España
La petición de la Sra. Merkel es semejante a la petición de las derechas españolas, hoy dirigidas por el Sr. Rajoy (el gran aliado de la Sra. Merkel), herederas de los que vencieron la mal llamada Guerra Civil (pues fue un golpe de Estado que venció como consecuencia de la ayuda militar del gobierno Nazi alemán e impuso una de las dictaduras más brutales que hayan existido en Europa), pidiendo a las víctimas de aquel genocidio que se olviden del pasado, mirando solo al futuro. Se ha intentado por todos los medios hacerle olvidar al pueblo español que en España hubo un golpe militar dirigido por el Ejército y por el Partido Fascista (junto con la Iglesia) que inició cuarenta años de una enorme represión (España es, después de Camboya uno de los países que tiene un mayor porcentaje de personas asesinadas y desaparecidas por motivos políticos), imponiendo un enorme subdesarrollo económico, social y cultural del país. Y nunca debería olvidarse que la victoria del golpe militar nunca hubiera existido sin la ayuda de la Alemania nazi. El gobierno nazi jugó un papel clave en garantizar la superioridad militar de los golpistas españoles. Y fueron las estructuras de poder dominantes del Estado español las que –como he mostrado en mis escritos- han sido responsables de la enorme pobreza del Estado español, de su carácter eminentemente represivo, con escasa conciencia social, y muy poco redistributivo, altamente corrupto y poco sensible a su plurinacionalidad (ver mi libro El Subdesarrollo Social de España: causas y consecuencias). Aparecieron cambios, sobre todo en su etapa después de la Transición democrática, pero debido al gran desequilibrio que hubo en el periodo de la Transición entre las derechas –que controlaban al Estado y la gran mayoría de los medios- y las izquierdas –que lideraron las fuerzas democráticas- la democracia fue muy limitada. Y como consecuencia, el Estado español continúa teniendo estas mismas características. España y Grecia tienen el mayor número de policías y agentes del orden por cada 10.000 habitantes, y el menor número de adultos trabajando en su Estado del Bienestar, las mayores tasas de fraude fiscal y corrupción, y el gasto público social más bajo.

Otra Europa, otra Alemania, otra Grecia y otra España (y otra Catalunya) son posibles.
La situación actual en Europa es el resultado de una alianza entre los establishments financieros, económicos y políticos que gobiernan la vida política, financiera y económica (y mediática) de la Eurozona, frente a las clases populares de tales países, mayores recipientes de las políticas de austeridad y reformas laborales que se están imponiendo a la población sin ningún mandato popular, a costa de un enorme coste humano. Lo que se requiere es una alianza de fuerzas políticas y movimientos sociales que se opongan a tales políticas, para desarrollar otra Europa que cambie la relación centro-periferia que está dañando tanto a las clases populares de la periferia como también del centro.

En este aspecto hay que saludar y aplaudir el apoyo que la izquierda alemana que, en representación de la clase trabajadora alemana (cuyas condiciones se han deteriorado considerablemente con las medidas adoptadas de los gobiernos Schröder y Merkel) han aprobado la petición del gobierno Syriza de que el gobierno alemán pague al gobierno griego las reparaciones debidas a este pueblo. Este signo de solidaridad es el mejor indicador de la posibilidad de establecer alianzas transnacionales, impidiendo y dificultando que el establishment alemán pueda utilizar tópicos casi racistas (como que los pensionistas alemanes están pagando las vacaciones de los trabajadores griegos que, además, son vagos), que reproducen los medios de mayor difusión alemanes. Hay que evitar presentar el conflicto actual como el conflicto entre el pueblo alemán por un lado, y el español y griego por otro. Verlo y presentarlo de esta manera es dificultar enormemente la necesaria alianza para construir otra Europa. El conflicto es entre las minorías financieras, económicas, políticas y mediáticas que dominan y gobiernan la gran mayoría de países de la Eurozona por un lado, y las clases populares de tales países por el otro, que están dañando el bienestar y calidad de vida de todas ellas. El elevado nivel de deterioro del mercado de trabajo alemán es un claro ejemplo de ello. El “éxito exportador alemán”, como bien ha documentado Oskar Lafontaine (que fue en su día Ministro de Finanzas del gobierno Schröder), se basa precisamente en unos salarios que están muy por debajo de lo que deberían, forzando una situación de competitividad entre los países de la Eurozona para que bajen los salarios. Mientras tanto, se le dice al trabajador alemán que el problema se debe al obrero griego que es poco disciplinado en su trabajo. Y así los medios del establishment alemán, con una narrativa incluso racista, como durante el nazismo, ofenden diariamente al obrero griego (y al alemán).

De ahí la urgencia de que se redescubran en los análisis políticos categorías de análisis olvidados desde hace bastante tiempo (como la existencia de clases y de conflicto entre ellas, que existen en cada país) que permitan establecer alianzas transnacionales de las clases populares que impidan que se utilicen narrativas orientadas a dividirlas.
Vicenç Navarro.
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra. Público.es

Fuente original:
http://www.caffereggio.net/2015/03/24/los-costes-del-nazismo-aleman-para-grecia-y-para-espana-de-vicenc-navarro-en-publico/

(1) Ver aquí más detalladamente como impusieron a Hitler las clases dominantes de Alemania.

También se puede documentar en el libro de Enzo Collotti. La Alemania Nazi. Alianza Ed. 1972.

viernes, 25 de julio de 2014

Los mitos neoliberales que alimentan las políticas fiscales del gobierno Rajoy

Uno de los mitos que se reproduce con mayor frecuencia en el conocimiento económico neoliberal (y que los gobiernos conservadores y neoliberales –como el gobierno Rajoy- aplican constantemente en sus políticas públicas) es que la bajada de impuestos a las personas más pudientes de la sociedad (lo que a nivel popular se conoce como los ricos y super-ricos) beneficia a toda la población, pues dicho acto discriminatorio a favor de las rentas superiores estimula la economía y facilita el crecimiento económico y la producción de empleo. Se supone que el dinero que se ahorran los ricos y super-ricos (al pagar menos impuestos) lo invierten, y, como resultado, crecen la producción y el empleo.

Tal mito (en realidad, dogma) del pensamiento neoliberal se repite constantemente en los medios de información y persuasión económicos, a pesar de que la evidencia científica no avala ese supuesto. En realidad, la evidencia publicada en las revistas científicas más creíbles muestra los datos que desmerecen dicho mito. Así, en EEUU, el tipo impositivo marginal (marginal tax rate) máximo del impuesto sobre la renta fue, hasta los años 70, del 70% de los ingresos por encima de 250.000 dólares de la época. A partir de la segunda mitad de la Administración Carter (el Presidente demócrata más conservador que EEUU haya tenido desde la II Guerra Mundial) y de la Administración republicana presidida por Ronald Reagan, dicho tipo marginal máximo se redujo espectacularmente, de manera que alcanzó la tasa más baja en 1990, durante la Administración republicana del Presidente Bush padre. Subió algo más tarde bajo la Administración Clinton, pero nunca lo hizo por encima del 40%. Tal reducción, sin embargo, no se tradujo en ningún aceleramiento del crecimiento económico, en un aumento de las inversiones, o en un crecimiento de la productividad.

Algo parecido ocurre cuando se consideran no solo cambios en el tipo impositivo marginal del impuesto sobre la renta, sino en el total de impuestos que pagan los ricos y super-ricos por su renta total. Estos impuestos, incluidos los aplicados a las rentas derivadas del capital, han ido bajando desde la II Guerra Mundial, de tal manera que hoy los ricos y super-ricos pagan porcentajes menores de los que paga el contribuyente normal y corriente (ver Gerald Friedman “The Great Tax-Cut Experiment” Dollar and Sense, Jan./Feb. 2013). Este descenso de los impuestos a las rentas superiores y a las rentas del capital ha ido acompañado de un aumento de los impuestos sobre las rentas del trabajo y, muy en particular, de las contribuciones a la Seguridad Social, habiendo sido el Presidente Reagan, el gurú de los economistas neoliberales, el que subió más dichos impuestos. En realidad, este Presidente fue uno de los que, junto con el Presidente Bush hijo, más bajó la carga impositiva de las rentas superiores y fue el que (desde la II Guerra Mundial) subió más la carga impositiva de las rentas del trabajo.

¿Qué impacto tuvieron las reducciones de impuestos a los super-ricos?
En realidad, la economía estadounidense creció más durante los periodos en los que la totalidad de los impuestos a los ricos y super-ricos crecieron más. Y al revés, la economía creció mucho menos (como durante los grandes recortes de los impuestos a las rentas superiores realizadas por el Presidente republicano Bush hijo) cuando tales impuestos se redujeron, manteniéndose muy bajos. En realidad, se ha calculado que cada incremento de un 10% de los impuestos a las rentas superiores determinaría un incremento de la tasa de crecimiento económico de un 1% (ver el artículo antes citado de Friedman).

Tampoco es cierto que una reducción de los impuestos a los ricos y super-ricos conduzca a un incremento en las inversiones... Fuente: Vicenç Navarro, Público.es, Aquí

lunes, 3 de marzo de 2014

Lo que no se dice sobre el crecimiento de las desigualdades sociales

Por fin, el gran crecimiento de las desigualdades que hemos estado experimentando en la mayoría de países a los dos lados del Atlántico Norte ha pasado a ser noticia, con un número cada vez mayor de fórums y conferencias dedicando atención a este tema, presentándolo como un problema. Incluso el Foro de Davos, uno de los centros de reflexión neoliberal con mayor impacto mediático, dedicó este año a este tema un espacio importante de su programa. Es interesante notar, sin embargo, que lo que ha estado ocurriendo con el tema de las desigualdades es muy semejante a lo que ha ocurrido con el cambio climático. Como en el caso de este último, la sabiduría convencional en aquellos países (dominada desde los años ochenta por el dogma neoliberal) negaba, al principio, su existencia. Se decía que, en contra de lo que aseguraban algunos “radicales extremistas” (el menos ofensivo de toda una larga retahíla de insultos), no había ningún cambio climático. Cuando la evidencia de que sí había tal cambio era ya abrumadora, la sabiduría convencional lo admitió, tras mucha resistencia y recelo, pero añadió –inmediatamente– que este no era causado por la intervención humana. Se debía –decía la sabiduría convencional– a cambios cíclicos de la naturaleza sobre los que la intervención humana tenía poco que hacer.

Una evolución similar ha ocurrido ahora con el crecimiento de las desigualdades. Primero se negó que existiera, acusándonos, a aquellos que señalábamos que era una realidad con terribles consecuencias sociales y económicas, de “radicales aguafiestas”. Más tarde, ante la evidencia abrumadora que cuestionaba este dogma, admitieron su existencia, pero negaron que se debiera a decisiones políticas concretas tomadas por instituciones públicas altamente influenciadas por los grupos financieros y económicos (que configuraban la sabiduría convencional neoliberal del conocimiento económico), atribuyendo dicho cambio a hechos como “la globalización de la actividad económica”, “la introducción de nuevas tecnologías” u otras argumentaciones, hechos que se consideraban (erróneamente) apolíticos, determinados por la propia lógica y dinámica del sistema económico. En realidad, cada uno de estos hechos supuestamente apolíticos era resultado de decisiones políticas tomadas por los Estados, cada uno de ellos influenciado por aquellos grupos financieros y económicos, que dominaban el proceso de gobernanza de cada país.

¿Por qué han crecido las desigualdades?

En realidad, la fuerza más determinante en la evolución de las desigualdades sociales y de su crecimiento ha sido el grado de influencia que los propietarios y gestores del gran capital (es decir, del mundo de las grandes empresas financieras, industriales y de servicios, y que incluye personas e instituciones que obtienen sus ingresos a partir de la propiedad del capital) han tenido sobre sus Estados. Cuanto mayor ha sido su influencia sobre el Estado, mayor han sido las desigualdades en un país. Cuanto, por el contrario, mayor ha sido la influencia del mundo del trabajo (es decir, de la mayoría de la población que deriva sus rentas del trabajo, con escasa propiedad) sobre los Estados, menores han sido las desigualdades. La evidencia de que ello es así es abrumadora. Durante el periodo 1947-1979 (el llamado “periodo dorado del capitalismo”), cuando el mundo del trabajo tenía más poder, el crecimiento de la riqueza de los países se repartió más igualitariamente que no durante el periodo 1979-2013, cuando –con la revolución neoliberal iniciada por el Presidente Reagan y la Sra. Thatcher– el mundo del capital fue el que claramente dominó las instituciones del Estado. Durante este último periodo, como resultado del crecimiento de la productividad, hubo un aumento de la riqueza, que se concentró en los sectores más pudientes de la población que derivan gran parte de sus ingresos de la propiedad del capital.

Estos datos muestran que las causas del crecimiento de las desigualdades son primordialmente políticas, es decir, que derivan de decisiones tomadas por el Estado como resultado del grado de influencia diferencial que tienen sobre ese Estado el mundo del capital y el mundo del trabajo. La época neoliberal (1980-2013) ha sido la época de mayor dominio del Estado por parte del capital, habiéndose alcanzado unos niveles nunca vistos desde principios del siglo XX. En EEUU, por ejemplo, el 10% más rico de la población posee el 77,1% de toda la riqueza, mientras que el 90% restante posee el 22,9%. En realidad, el 40% de la población no tiene ninguna propiedad; todo lo contrario, está endeudada. El 20% que le sigue tiene solo un 3,3% de toda la riqueza, seguido de otro 20% que tiene un 10% de toda la propiedad. La suma de ello (40+20+20) muestra que el 80% tiene solo un 13,3% de la riqueza. (Los datos que presento en este artículo proceden de John Schmitt “The Economy and the Evolution of Income and Wealth”. Public Policy Program. The Johns Hopkins University. 20 de febrero de 2014)

Esta enorme concentración de la riqueza, causa mayor del crecimiento de las desigualdades, ha motivado el movimiento popular de protesta conocido en EEUU como el Occupy Wall Street (claramente influenciado por el movimiento de los indignados, el 15-M, de España), que denuncia al 1% de la población (que controla, en gran medida, la propiedad de los medios financieros –basados en Wall Street) como el centro del poder financiero y económico, y por lo tanto, político y mediático del país.

No es el 99% contra el 1%, sino el 90% contra el 10%

Ahora bien, aun cuando el número de 1% -que incluye el grupo dominante del poder financiero, económico, político y mediático del país- es un número muy gráfico y didáctico para mostrar el grado de concentración del poder en EEUU, es una cifra que subestima el problema político al que tiene que hacer frente cualquier estrategia encaminada a revertir dicha concentración. Este 1%, que controla el 35,6% de toda la riqueza, va seguido de un 9% que controla otro 39,5%. El problema, pues, no es solo el 1%, sino que incluye también al otro 9%, que juntos suman en total un 77,1% de toda la riqueza. Este 9% son los grandes propietarios del capital industrial y de servicios, así como los sectores sociales que se benefician claramente del sistema de propiedad actual, y que incluye, entre otros, a los dirigentes mediáticos, la intelectualidad del régimen, la clase dirigente del funcionariado y la mayoría de la clase política gobernante, todos ellos sirvientes de las estructuras del poder. Junto al 1% del capital financiero representan lo que en Estados Unidos se llama la Corporate Class. De ahí que el conflicto no es del 99% de la población contra el 1%, sino del 90% contra el 10%, teniendo este último un enorme poder. Los grandes gurús mediáticos, por ejemplo, no son parte del 1%, pero si del otro 9% que sirve al sistema controlado por el 1%, y que se opondrá por todos los medios a que cambie el sistema que los beneficia.

El declive del sistema democrático

Esta enorme concentración de la riqueza ha sido consecuencia de las intervenciones del Estado, que han favorecido sistemáticamente y abusivamente desde los años ochenta al capital a costa del mundo del trabajo. Y cuando digo a costa quiero decir que las rentas del capital han subido como consecuencia de que las rentas del trabajo han disminuido. En otras palabras, el crecimiento de la riqueza, como resultado del aumento de la productividad (incluida la productividad laboral), no ha repercutido tanto en el mejoramiento de las rentas del trabajo como en el crecimiento desmesurado de las rentas del capital. En realidad, el salario por hora (controlado por inflación y tipo de trabajo) en EEUU fue menor en 2013 que en el año 1978.

La situación en España es muy semejante a la que ocurre en EEUU. La enorme influencia del 10% más rico de la sociedad (tanto en el Estado como en la sociedad civil) está causando el enorme crecimiento de las desigualdades. Y ello ocurre, tanto directamente como indirectamente, a través de las políticas públicas del Estado. Entre las directas están las políticas fiscales, por ejemplo, que benefician sistemáticamente al capital a costa del trabajo. Y entre las indirectas, está el gasto público. Por ejemplo, la reducción del empleo público y de la capacidad adquisitiva del empleado público (y con ello, el descenso de la renta nacional que va al mundo del trabajo) se hace para poder pagar los rescates a la banca y pagar la deuda pública (propiedad, en su gran mayoría, de la banca), con lo cual se está haciendo una transferencia de fondos públicos del 90% de la población española, cuya renta procede del trabajo, al 1% que deriva sus ingresos de la propiedad del capital financiero (del cual depende el otro 9%, que está al servicio del 1%) que controla el sistema de gobernanza del país.

Y es esta enorme concentración de la riqueza la que está destruyendo la democracia. Pero le aseguro a usted que no leerá todo esto en los medios. Un artículo como este no se puede publicar en los cinco rotativos más importantes del país. Le ruego que lo distribuya.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/9270/lo-que-no-se-dice-sobre-el-crecimiento-de-las-desigualdades-sociales/
Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

domingo, 2 de febrero de 2014

Falsedades del pensamiento económico dominante

Vicenç Navarro. Público.es

Permítame, Sr. lector, que le hable como si estuviéramos tomando un café, explicándole algunas de las mayores falsedades que se le presentan a diario en la prensa económica. Debería ser consciente de que gran parte de los argumentos que se presentan en los mayores medios de información y persuasión económicos del país para justificar las políticas públicas que se están llevando a cabo, son posturas claramente ideológicas que no se sustentan en base a la evidencia científica existente. Le citaré algunas de las más importantes, mostrándole que los datos contradicen lo que dicen. Y también intentaré explicarle por qué se continúan repitiendo estas falsedades, a pesar de que la evidencia científica las cuestiona, y con qué fin se le presentan diariamente a usted y al público.

Comencemos por una de las falsedades más importantes, que es la afirmación de que los recortes de gasto público en los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como sanidad, educación, servicios domiciliarios, vivienda social, y otros (que están perjudicando enormemente el bienestar social y calidad de vida de las clases populares), son necesarios para que no aumente el déficit público. Y se preguntará usted, “y, ¿por qué es tan malo que crezca el déficit público?”. Y los reproductores de la sabiduría convencional le responderán que la causa de que haya que reducir el déficit público es porque el crecimiento de este déficit determina el crecimiento de la deuda pública, que es lo que el Estado tiene que pagar (predominantemente a la banca, que tiene algo más de la mitad de la deuda pública en España) por haber pedido prestado dinero a la banca para cubrir el agujero creado por el déficit público. Se subraya así que la deuda pública (que se considera una carga para las generaciones venideras, que tendrán que pagarla) no puede continuar creciendo, debiéndose reducir recortando el déficit público, lo cual quiere decir para ellos recortar, recortar y recortar el Estado del Bienestar, hasta el punto de acabar con él, que es lo que está ocurriendo en España.

Los argumentos que se utilizan para justificar los recortes no son creíbles.
El problema con esta postura es que los datos (que la sabiduría convencional oculta o ignora) muestran precisamente lo contrario. Los recortes son enormes (nunca se habían visto durante la época democrática unos tan grandes), y en cambio, la deuda pública continúa y continúa creciendo. Mire lo que está pasando en España, por ejemplo, con la sanidad pública, uno de los servicios públicos más importantes y mejor valorados por la población. El gasto público sanitario como porcentaje del PIB se redujo alrededor de un 3,5% en el periodo 2009-2011 (cuando debería haber crecido un 7,7% durante el mismo periodo para llegar al gasto promedio de los países de semejante desarrollo económico al nuestro), y el déficit público se redujo, pasando del 11,1% del PIB en 2009 al 10,6% en 2012, y en cambio la deuda pública no bajó, sino que continuó aumentando, pasando del 36% del PIB en 2007 al 86% en 2012. En realidad, la causa de que la deuda pública esté aumentando se debe, en parte, a los recortes del gasto público.

¿Cómo puede ser eso?, se preguntará usted. Pues la respuesta es fácil de ver. El descenso del gasto público implica que disminuye la demanda pública y con ello el crecimiento y la actividad económica, con lo cual el Estado recibe menos ingresos por vía de impuestos y tasas. Y al recibir menos impuestos, el Estado debe endeudarse más, con lo cual la deuda pública continúa creciendo. Ni que decir tiene que el mayor o menor impacto estimulante del gasto público depende del tipo de gasto. Pero se está recortando en los servicios públicos del Estado del Bienestar, que son los que crean más empleo y que están entre los que estimulan más la economía. Permítame que repita esta explicación debido a su enorme importancia.

Cuando el Estado (tanto central como autonómico y local) aumenta el gasto público, aumenta la demanda de productos y servicios, y con ello el estímulo económico. Cuando baja, disminuye la demanda y desciende el crecimiento económico, con lo cual el Estado recibe menos fondos. Es lo que en la terminología macroeconómica se conoce como el efecto multiplicador del gasto público. La inversión y el gasto públicos facilitan la actividad económica, lo cual es negado por los economistas neoliberales (que se promueven en la gran mayoría de medios de mayor información y persuasión del país), y ello a pesar de la enorme evidencia publicada en la literatura científica (ver mi libro Neoliberalismo y Estado del Bienestar, Ariel Económica, 1997).

Otra farsa: nos gastamos más de lo que tenemos
La misma sabiduría convencional le está diciendo también que la crisis se debe a que hemos estado gastando demasiado, muy por encima de nuestras posibilidades. De ahí la necesidad de apretarse el cinturón (que quiere decir recortar, recortar y recortar el gasto público). Por regla general, esta postura va acompañada con el dicho de que el Estado tiene que comportarse como las familias, es decir “en ningún momento se puede gastar más de lo que se ingresa”. El Presidente Rajoy y la Sra. Merkel han repetido esta frase miles de veces.

Esta frase tiene un componente de hipocresía y otro de falsedad. Déjeme que le explique el por qué de cada uno. Yo no sé cómo usted, lector, compró su coche. Pero yo, como la gran mayoría de españoles, compro el coche a plazos, es decir, a crédito. Todas las familias se han endeudado, y así funciona su presupuesto familiar. Pagamos nuestras deudas a medida que vamos ingresando los recursos que, para la mayoría de españoles, proceden del trabajo. Y de ahí deriva el problema actual. No es que la gente haya ido gastando por encima de sus posibilidades, sino que sus ingresos y sus condiciones de trabajo han ido deteriorándose más y más, sin que la población sea responsable de ello. En realidad, los responsables de que ello ocurra son los mismos que le están diciendo que tienen que recortarse los servicios públicos del Estado del Bienestar y también bajar los salarios. Y ahora tienen la osadía (para ponerlo de una manera amable) de decir que la culpa la tenemos usted y yo, porque hemos estado gastando más y más. Yo no sé usted, pero le garantizo que la mayoría de las familias no han estado comprando y amasando bienes como locos. Todo lo contrario.

La misma hipocresía existe en el argumento de que el Estado ha estado gastando demasiado. Fíjese usted, lector, que el Estado español ha estado gastando, no mucho más, sino mucho menos de lo que han gastado otros países de similar nivel de desarrollo económico. Antes de la crisis, el gasto público representaba solo el 39% del PIB, cuando el promedio de la UE-15 era un 46% del PIB. Ya entonces, el Estado debería haberse gastado como mínimo 66.000 millones de euros más en gasto público social para haberse gastado lo que le correspondía por su nivel de riqueza. No es cierto que ni las familias ni el Estado se hayan gastado más de lo que deberían. Y a pesar de ello, le continuarán diciendo que la culpa la tiene la mayoría de la población que ha gastado demasiado y ahora tiene que apretarse el cinturón.

También habrá usted escuchado que estos sacrificios (los recortes) hay que hacerlos “para salvar al euro”.
De nuevo, esta cantinela de que “estos recortes son necesarios para salvar al euro” se reproduce constantemente Ahora bien, en contra de lo que constantemente se anuncia, el euro no ha estado nunca en peligro. Ni tampoco hay la más mínima posibilidad de que algunos países periféricos (los PIGS, que incluyen a España) de la Eurozona sean expulsados del euro. En realidad, uno de los problemas de los muchos que tienen estos países es que el euro está demasiado fuerte y sano. Su cotización ha estado siempre por encima del dólar y su elevado poder dificulta la economía de los países periféricos de la Eurozona. Y otro problema es que el capital financiero alemán les ha prestado, con amplios beneficios, 700.000 millones de euros y quiere ahora que los países periféricos los devuelvan. Si alguno de ellos dejara el euro, la banca alemana podría colapsar. Esta banca (cuya influencia es enorme) no quiere ni oír hablar de que estos países deudores se vayan del euro. Les aseguro que es lo último que desean.

Esta observación, que es obvia, no es un argumento, por cierto, a favor de permanecer en el euro. En realidad, creo que los países PIGS deberían amenazar con salirse del euro. Pero es absurdo el argumento que se utiliza de que España tenga que ver reducido el tiempo de visita al médico todavía más para salvar al euro (que es el código para decir, “salvar a la banca alemana y devolverle el dinero” que prestó consiguiendo enormes beneficios).

Estas son las falacias que constantemente se le exponen. Pero le aseguro que se le presentan sin que exista ninguna evidencia que las avale. Así de claro.

La causa de los recortes
Y se preguntará usted, ¿por qué se hacen entonces estos recortes? Y la respuesta es fácil de ver, aunque raramente la verá en aquellos medios de información y persuasión. Es lo que solía llamarse “lucha de clases”, pero ahora aquellos medios no utilizan esta expresión por considerarla “anticuada”, “ideológica”, “demagógica” o cualquier epíteto que utilizan para mostrar el rechazo y deseo de marginalización de aquellos que ven la realidad según un criterio distinto, e incluso opuesto, al de los que definen la sabiduría convencional del país.

Pero, por mucho que lo quieran ocultar, esa lucha existe. Es la lucha (lo que mi amigo Noam Chomsky llama incluso guerra de clases –como expone en su introducción al libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo) de una minoría (los propietarios y gestores del capital, es decir, de la propiedad que genera rentas) contra la mayoría de la población (que obtiene sus rentas a partir de su trabajo).

Ni que decir tiene que esta lucha de clases ha ido variando según el periodo en el que uno vive. Era distinta en la época de nuestros padres y abuelos de la que está ocurriendo ahora. En realidad, ahora es incluso más amplia, pues no es solo de las minorías que controlan y gestionan el capital contra la clase trabajadora (que continúa existiendo), sino que incluye también a grandes sectores de las clases medias, formando lo que se llaman las clases populares, conjuntamente con la clase trabajadora. Esta minoría es enormemente poderosa y controla la mayoría de los medios de información y persuasión, y tiene también una gran influencia sobre la clase política.

Y este grupo minoritario desea que se bajen los salarios, que la clase trabajadora esté atemorizada (de ahí la función del desempleo) y que pierda los derechos laborales y sociales. Y está reduciendo los servicios públicos como parte de esta estrategia para debilitar tales derechos. También es un factor importante la privatización de los servicios públicos, que es consecuencia de los recortes, y que permite la entrada del gran capital (y muy en particular del capital financiero-banca y de las compañías de seguros) en estos sectores, aumentando sus ganancias.

Usted habrá leído cómo en España las compañías privadas de seguros sanitarios se están expandiendo como nunca antes lo habían conseguido. Y muchas de las empresas financieras de alto riesgo (que quiere decir, altamente especulativas) están hoy controlando grandes instituciones sanitarias del país gracias a las políticas privatizadoras y de recortes que los gobiernos están realizando, justificándolo todo con la farsa (y créanme que no hay otra manera de decirlo) de que tienen que hacerlo para reducir el déficit público y la deuda pública.
Fuente: http://www.vnavarro.org/?p=10378

jueves, 12 de diciembre de 2013

El ataque a la Catalunya social

Los últimos datos del Eurostat, la agencia de recogida de datos de la Unión Europea (UE), y del Idescat, la agencia de recogida de datos de Catalunya (con datos homologables a los del Eurostat), permiten conocer la situación social de España, incluyendo Catalunya. Tales datos muestran un gran deterioro de la situación social en España y en Catalunya. En este artículo me centro en Catalunya, donde tal deterioro ha sido incluso más acentuado, y en las razones para tal deterioro comparando la situación de Catalunya con el promedio de los países de la UE-15.

Empecemos por el mercado de trabajo. La tasa de ocupación de la población es mucho más baja en Catalunya que en el grupo de países de la UE de similar desarrollo económico al nuestro (es decir, a la UE-15), y esto se debe a la escasa disponibilidad y gran destrucción de puestos de trabajo que caracterizan el espectacular deterioro del mercado de trabajo. Esto también explica la elevadísima desocupación (especialmente elevada entre los jóvenes), una de las más altas de la UE-15, una situación que no cambia. El porcentaje de personas que están paradas durante más de un año es casi tres veces más elevado en Catalunya que en la UE-15. Catalunya es también uno de los países de la UE-15 con mayor precariedad entre los trabajadores. Es más, y en contra de la opinión de los economistas ultraliberales que tienen gran visibilidad en los medios de información, tanto privados como públicos, incluyendo los medios públicos catalanes, como TV3 y Catalunya Ràdio, Catalunya es uno de los países con mayor flexibilidad laboral, como lo muestra el hecho de que Catalunya tenga uno de los porcentajes más bajos de trabajadores con contrato fijo de la UE-15. Y es también uno de los que tiene salarios más bajos (y que han bajado incluso más durante los años de crisis).

Una situación igualmente preocupante aparece en cuanto al gasto público social (que financia la sanidad pública, la educación pública, los servicios sociales públicos, las escuelas de infancia públicas, los servicios de dependencia públicos, la vivienda social, y un largo etcétera). Catalunya tiene uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15, y esto a pesar de ser uno de los países más ricos de la UE-15 (su PIB per cápita es el 110% del de la media de la UE-15). Este menor gasto público no se debe al hecho de que Catalunya tenga menos necesidades. Todo lo contrario. En educación, por ejemplo, el porcentaje de la población de 20 a 64 años que ha conseguido al menos la enseñanza secundaria es de los más bajos de la UE-15. Una cosa parecida ocurre en la sanidad pública, una de las sanidades europeas con menor gasto público sanitario por habitante.

Y en contra de lo que la sabiduría convencional mediática y política promueve en Catalunya, la mayor causa de este deterioro de la Catalunya social no se debe primordialmente al déficit fiscal (llamado belicosamente por los independentistas catalanes “expolio de Catalunya por el Estado español”) –que existe, aunque en cantidades menores de las que se presentan por ellos, como he documentado en mis trabajos–, sino en el “expolio de una clase (las clases populares) por una minoría (que vive en Catalunya y es catalana)”. Las leyes que han causado este deterioro de la situación social de Catalunya, perjudicando a las clases populares (con las sucesivas reformas laborales y los recortes sociales), las han aprobado partidos políticos catalanes en las Cortes españolas, que sistemáticamente han favorecido a una minoría a costa de la mayoría de la población. Y algunos de ellos (representantes de las minorías), como CiUhan prometido, como ocurrió hace unos días, al mundo empresarial que cuando consigan la independencia bajarán sus impuestos, mientras que algunos de los gurús ultraliberales independentistas que aparecen en TV3 son conocidos defensores de la total privatización de las pensiones públicas.

La mayor causa del atraso histórico de la Catalunya social es el enorme dominio que las fuerzas conservadoras y liberales (en alianza con las fuerzas políticas de la misma sensibilidad política existentes en el Estado español) han tenido en la vida política y mediática de Catalunya (y España, de la cual Catalunya es parte) desde los años cuarenta, tanto durante la dictadura como durante el periodo democrático. No es por casualidad que los países que están también a la cola de la UE-15, que son Grecia y Portugal, hayan sido países que han tenido dictaduras ultraconservadoras sustituidas por democracias muy limitadas, altamente influenciadas por intereses económicos y financieros que han configurado sus políticas públicas. Hablar solo de nación sin hablar de clase es insuficiente para entender el problema social de Catalunya. Esta es la realidad ignorada, cuando no ocultada, en los mayores medios de información y persuasión en Catalunya.
Vicenç Navarro.
El Plural

lunes, 25 de noviembre de 2013

Dos versiones distintas de lo que es España

Vicenç Navarro
El Plural

En España ha habido siempre dos concepciones de España. Una que monopoliza el concepto de nación, “patria indivisible de todos los españoles” y que, centrada en Madrid, su capital, excluye y niega que haya otras naciones, a las cuales considera en la práctica como regiones de España. Tiene una visión radial de España, y es heredera de la España de siempre, la España imperial que conquistó América Latina e impuso su cultura, lengua y civilización. Originalmente, tenía una concepción racista, lo cual se reflejó en el hecho de que durante muchos años se definiera el Día Nacional, el 12 de octubre, como el Día de la Raza, celebrando así la conquista de América Latina.

Los máximos herederos de esta versión de España han sido el Ejército y la Iglesia española, aunque una versión más moderada está ampliamente extendida en los establishments políticos y mediáticos españoles, basados en Madrid. Esta visión, profundamente nacionalista y excluyente, fue la que ganó la Guerra Civil, y era la de los que se llamaron a sí mismos “los nacionales”, que consideraban que defendían a la Patria española contra “los rojos” y contra “los separatistas”, definiendo como tales a aquellos que no eran nacionalistas españolistas (ver mi artículo El nacionalismo españolista en www.vnavarro.org). La mayoría de las derechas en España han promovido siempre este nacionalismo españolista, aunque sectores de las izquierdas también han hecho suya una versión ligeramente modificada de esta España. Es esta España la que aparece en la Constitución, que la define como una nación única, patria indivisible de los españoles, asignando al Ejército (es decir, a la fuerza física) la misión de imponer esta concepción de España.

Pero ha habido en la historia de España otra visión de España, la España con raíces republicanas que se creía constituida por varias naciones, con una visión no radial sino policéntrica y poliédrica, en la que distintos pueblos y naciones pudieran convivir fraternalmente sin exclusiones, y con el respeto a la diversidad, acentuando la riqueza de dicha diversidad. Esta visión veía a España como una España plurinacional y policéntrica. Como ocurre en varios países federales y confederales en los que he vivido, las administraciones del Estado central pueden estar en otras capitales distintas a las del centro (en EEUU, la Seguridad Social no tiene la sede en Washington, sino en Baltimore. Y el Centro Federal de Investigación y Vigilancia Sanitaria en Atlanta. Y así un largo etcétera). Hay una larga historia de esta otra versión, más arraigada en las izquierdas, por cierto, que en las derechas, y, como es de esperar, más desarrollada en la periferia que en el centro.

En Catalunya, históricamente todas las tradiciones de izquierda, desde la anarcosindicalista a la socialista y comunista, han tenido esta otra visión de España, en la que la pertenencia de Catalunya a esta España estaría corroborada por la voluntad democrática de su pueblo. Históricamente, todas las mayores fuerzas de izquierda catalanas han defendido la autodeterminación de Catalunya (sorprenderá a muchos lectores que las izquierdas en España también habían apoyado este derecho durante la clandestinidad). En su versión más reciente, el Presidente de la Generalitat de Catalunya Pasqual Maragall fue la figura más visible de esta visión de España, y fue su intento, fallido, el de convencer al socialismo español de aceptar la posibilidad de establecer esta otra versión de España. Sus dificultades fueron enormes, pues casi nadie, en realidad nadie en el socialismo español, quería hablar de esta otra versión, lo cual no deja de ser sorprendente porque, tal como acabo de resaltar, el PSOE, durante su clandestinidad, había aceptado esta versión poliédrica, plurinacional, de España. Y lo mismo había ocurrido con el Partido Comunista español.

El hecho de que abandonaran dicha versión de España se debió primordialmente a las presiones de la Monarquía, heredera de la Dictadura, y del Ejército (el heredero del Ejército golpista del 36). La Transición, lejos de ser modélica, fue muy inmodélica, pues se hizo en términos de un desequilibrio enorme de fuerzas, ya que las fuerzas ultraconservadoras que habían controlado el Estado durante la dictadura tenían un enorme dominio de tal Estado y de la mayoría de medios de información. Las izquierdas, que habían liderado las fuerzas democráticas, sin embargo, acababan de salir de la clandestinidad. La Transición no fue, por lo tanto, resultado de un proceso equilibrado, sino de un proceso dominado por las fuerzas ultraconservadoras y supervisado por la Monarquía y por el Ejército. De ahí que la Constitución fuera resultado de ese desequilibrio.

Es lógico que en estas circunstancias las fuerzas conservadoras impusieran su versión de España, la nacionalista españolista. Repito, pues, que la España de la Constitución es la España de una sola nación (por mucho que hable de nacionalidades), patria indivisible de todos los españoles, negando el carácter plurinacional del Estado español. Asignaba al Ejército la responsabilidad de garantizar esta unidad y esta visión nacional y nacionalista del Estado español. La constante referencia a la Constitución como la pared que no se puede saltar, frenando todo proceso de cambio de aquella visión de España, y la constante cantinela de que “no está en la Constitución” o “la Constitución no lo permite”, son la excusa para la perpetuación de este nacionalismo. Y cada vez que se pronuncia, está la imagen del Ejército, que no permitiría otra España.

Es más que paradójico y sumamente incoherente que este argumento lo utilicen también voces de izquierda. Esta alianza pseudopatriótica ente los herederos de los vencedores y estas voces de izquierda (excluyendo como españoles a los miles que lucharon por otra España) es un escarnio a los que lucharon contra la Dictadura para establecer una España republicana, que la había derrotado para impedir la aparición de esta otra versión de España. En realidad, este bloque supuestamente superpatriota es un bloque que defiende intereses particulares bien visibles y reconocibles. Tienen su centro en el establishment madrileño, uno de los mayores beneficiarios de aquel nacionalismo españolista que tiene una concepción radial del Estado. Hoy, ir en tren de Barcelona a Madrid lleva poco más de dos horas. Ir de Barcelona a Bilbao, la misma distancia, lleva algo más de seis horas. Naturalmente que el establishment españolista, basado en Madrid, no ve ninguna explotación en este hecho (y me estoy refiriendo críticamente al establishment españolista basado en Madrid y no a la excelente población madrileña a la que tengo en mayor estima y aprecio).

El hartazgo con el nacionalismo españolista
El comportamiento de la derecha postfranquista, hoy en el gobierno central, con la ayuda de las voces del nacionalismo excluyente de izquierdas (que cepillaron el Estatuto para que estuviera conforme con la Constitución supervisada por el Ejército) ha ha creado un hartazgo tal en Catalunya que solo una minoría de la población está a favor de mantener la situación tal como está. Y un 82% desea tener voz para decidir cuál es la articulación institucional deseada entre Catalunya y el resto de España. Y es obvio que la intransigencia del establishment político-mediático españolista está radicalizando a la población. Hay muchísima gente que se siente tanto española como catalana, y que hoy está concluyendo que no quiere ser parte de este Estado español que no acepta ninguna otra versión de España que la que existe hoy. Y de ahí surge el enorme crecimiento del movimiento independentista. El establishment españolista basado en Madrid es una fábrica de independentistas. Es interesante ver el miedo de dicho establishment a que haya un referéndum en Catalunya para conocer lo que la población catalana desea. La gran mayoría de gente en Catalunya desea que se realice tal referéndum. ¿Por qué el gobierno central y el PSOE tienen tanto miedo a ese referéndum? Supongo que debe ser porque asumen que ganaría la independencia. Personalmente, no creo que el resultado fuera este. Pero lo que sí sé es que si saliera independencia, sería resultado del enorme hartazgo, bien merecido, del enorme domino del nacionalismo españolista en el Estado español. No es en Catalunya, sino en el resto de España, donde hay que buscar las causas del crecimiento del independentismo. Esto es también obvio. Pero, predeciblemente, esto es demasiado complejo para que el establishment político-mediático españolista lo entienda.
Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra.

viernes, 8 de noviembre de 2013

¿Por qué los salarios se reducen?

Uno de los movimientos sociales más importantes que ha ocurrido en EEUU, que ha pasado desapercibido en los mayores medios de información españoles, ha sido el movimiento de los trabajadores de los establecimientos de comidas baratas (como McDonalds), conocidos como fast food , demandando un incremento salarial, para alcanzar lo que llaman un ”salario digno”. Estos trabajadores están entre los peor pagados en EEUU. Se considera, erróneamente, que la mayoría de estos trabajadores son gente joven, estudiantes la mayoría, que no trabajan por mucho tiempo en esos establecimientos.

Esta percepción, sin embargo, está equivocada. Dos de los expertos más importantes de EEUU en temas del mercado laboral, John Schmitt y Janelle Jones, han documentado que dicha percepción corresponde solo a un treinta por ciento de los trabajadores de tal sector. La mayoría son trabajadores adultos, que están estancados en su vida laboral en tales puestos de trabajo, que se pagan a nueve dólares por hora, solo ligeramente por encima del salario mínimo legal (7,25 dólares). Y como Schmitt y Jones muestran, estos salarios tan bajos están convirtiéndose en los salarios de grandes sectores del mercado laboral de EEUU. Son los tipos de salarios (low-paid jobs) que están creciendo más rápidamente en EEUU. Y la expresión “estancados” refleja el hecho de que no se estén creando trabajos mejor pagados que permitan a estos trabajadores realizar tareas mejor retribuidas. En realidad, la mitad de los empleados que tienen títulos universitarios indican que el trabajo que realizan no requiere los estudios universitarios que tienen.

Dos argumentos que se han dado para explicar este fenómeno han sido, por un lado, la introducción de avanzada tecnología en el proceso del trabajo que, supuestamente, lo simplifica, convirtiendo al trabajador (incluso al empleado cualificado con educación universitaria) en una pieza de una máquina o de un proceso automatizado. Otro argumento es la falta de articulación ( mismatch ) entre el sistema educativo y formativo, por un lado, y las necesidades del mundo empresarial por el otro. Ahora bien, ninguno de estos dos argumentos puede explicar la enorme polarización social y salarial, ni la enorme concentración de las rentas en EEUU (que, como en otros países, incluyendo España) ha estado ocurriendo.

La enorme concentración de las rentas
Como bien decía Mark Weisbrot en su artículo “Fast Food Workers are Fighting for the Majority of U.S. Employees”. Newsday (del cual extraigo la mayoría de estos datos), el 1% de la población de renta superior, con mayor capacidad adquisitiva, ha pasado de tener el 10% de toda la renta nacional en el año 1980 al 22,4% en el año 2012. Ello quiere decir que el aumento de la riqueza consecuencia del aumento de la productividad no se ha distribuido equitativamente, sino que se ha ido concentrando en las rentas superiores, que derivan gran parte de sus ingresos de la propiedad del capital. Es decir, los capitalistas (término casi abandonado en la narrativa mediática por considerarse “anticuado”) han visto sus rentas incrementadas a costa de las rentas del trabajo. Una situación idéntica ha ocurrido en España. En otras palabras, los salarios han ido bajando y los beneficios han ido subiendo tanto en EEUU como en España. Por primera vez desde la instauración de la democracia en España, las rentas derivadas del capital son mayores que las derivadas del mundo del trabajo.

Uno de los factores que ha facilitado esta realidad ha sido el estancamiento del salario mínimo legal. De hecho, si este salario en EEUU hubiera crecido de la misma manera que ha crecido la productividad y la inflación, el salario mínimo en EEUU debería ser de 17 dólares por hora en lugar de los 7,25 actuales. Y este estancamiento salarial se debe primordialmente a factores políticos, es decir, al debilitamiento de los sindicatos y fortalecimiento de la patronal. La evidencia es abrumadora en este sentido.

Una situación idéntica ocurre en España. Todas las reformas laborales que se presentaron con el supuesto objetivo de crear empleo, tenían, en realidad, el propósito de bajar los salarios mediante la destrucción de empleo, creando desempleo, el mejor instrumento que la patronal tiene para atemorizar a los sindicatos y al mercado del trabajo y forzarles a que acepten lo que debería ser inaceptable (una consecuencia de lo cual ha sido el espectacular crecimiento del endeudamiento de la población, tema que he desarrollado en otros artículos). Se olvida con excesiva frecuencia que la tasa de desempleo es una variable más política que económica. El desempleo es el arma que utiliza el mundo del capital para debilitar y atemorizar al mundo del trabajo. De ahí que las políticas actuales (que deliberadamente están destruyendo empleo) sean parte de un proyecto político que está logrando sus objetivos.

Por eso la respuesta a la bajada de salarios y al desempleo que la facilita, debería ser más política que económica: la movilización política en contra del desempleo, la precariedad y bajos salarios. Puesto que la mayoría de la ciudadanía deriva sus ingresos del trabajo, este movimiento social en EEUU de los “low-paid workers” ha sido enormemente popular (de lo cual tampoco se ha informado a la ciudadanía en España), forzando a la patronal a ceder a estas demandas e incrementar sus salarios. Ello determinó que los sindicatos del país (AFL-CIO) tomaran nota y en su último Congreso en Los Ángeles concluyeran que el futuro de los sindicatos dependería de sus alianzas con los movimientos sociales, estableciendo un abanico (rainbow) popular de carácter reformista que (consecuencia del gran debilitamiento de las izquierdas políticas en EEUU) pudiera convertirse en una especie de “ Solidarnos” a la americana. Existe hoy una gran agitación social en EEUU (que se desconoce también en España) que ofrece un gran potencial para el futuro en aquel país.
Fuente: Vicenç Navarro. (Cuadro: Tarde de sol en el Alcazar de Sevilla. Acuarela de Sorolla)

lunes, 21 de octubre de 2013

¿Fascismo en EEUU? El caso del "Tea Party"

Existe una percepción generalizada en los mayores medios de información españoles de que el Tea Party en EEUU es un movimiento social de sensibilidad libertaria que surgió en respuesta a lo que se percibía por amplios sectores de la población estadounidense como un aumento del intervencionismo del Estado federal en EEUU bajo la Presidencia de Barack Obama. El corresponsal Antonio Caño de El País en EEUU ha sido un promotor de esta visión, que es también la promovida por dicho movimiento y por los medios conservadores y ultraliberales que simpatizan con él.

La realidad, sin embargo, es bien distinta. Tanto sus orígenes como su práctica actual señalan otro tipo de movimiento, que tiene por objetivo defender los intereses económicos y financieros de grupos empresariales concretos (que incluyen desde empresas tabacaleras a compañías de seguros, banca y empresas petrolíferas). Es un movimiento cuya base social es clase media de renta alta y sectores de las clases pudientes que creen que sus impuestos van a sostener a las minorías pobres del país. Está extraordinariamente bien financiado, con gran riqueza de medios procedentes de grupos financieros y económicos que gozan de grandes recursos políticos y mediáticos. Su poder político deriva de que están controlando el sistema electoral a través de la redefinición de los distritos electorales que son diseñados por las cámaras legislativas de los Estados controladas por el Partido Republicano, favoreciendo la elección de políticos ultraliberales, de nula sensibilidad democrática.

Sus miembros tienen características comunes con el nacional catolicismo español. Se consideran parte de una patria escogida por Dios, un nacionalismo extremo que tiene también la misión de salvar a EEUU de ”ideologías antiamericanas”, liberándolo del gobierno federal controlado ahora por un anti-Cristo. El 62% de los miembros del Tea Party (según Public Policy Polling ) cree que el Presidente Obama quiere instaurar el socialismo en EEUU; el 42% creen que el Presidente Obama es musulmán y quiere imponer la ley musulmana en el sistema judicial americano; el 21% creen que el gobierno federal está matando a gente para estimular el miedo a las armas (sí, ha leído bien la frase) y un largo etcétera de obvias falsedades, trasmitidas por un enorme sistema de adoctrinamiento, semejante a tener 20 Losantos –en prime time - a lo largo del territorio estadounidense: Rush Limbaugh, Glenn Beck, Michael Savage y la Fox News. La cantidad de dinero que estos aparatos tienen a su disposición es enorme. Es el movimiento de la ultraderecha más cercana al fascismo europeo, aún cuando tiene características propias que le distinguen.

Su poder deriva de su control de grandes recursos (financiados por esos grupos empresariales) y de gran número de cámaras legislativas de los Estados que son, como indiqué anteriormente, las que definen los distritos electorales de las elecciones federales. Ello explica que, aun cuando el Partido Demócrata ganó las últimas elecciones al Congreso (más de un millón y medio más de votos que los republicanos), hoy el Congreso esté en manos del Partido Republicano, controlado por el Tea Party.

Su eficacia se debe también a su profundo sentido de militancia y a su activa participación en el proceso electoral. Puesto que la abstención es enorme en las elecciones al Congreso (una de las instituciones más desprestigiadas en EEUU), un grupo muy minoritario, como el Tea Party, puede ganar las elecciones fácilmente. En las elecciones al Congreso solo el 30% del electorado vota (en las elecciones presidenciales, que coinciden con las del Congreso, lo hizo el 52%), con lo cual, un grupo muy movilizado puede acabar (con un 16% del voto) controlando las ramas legislativas del Estado y del Congreso. Su motivación es muy acentuada, pues tienen un fanatismo religioso que sostiene su convencimiento de que están luchando contra el anti Cristo, siendo altamente manipulables por los grupos económicos que los financian. Su fanatismo es complementarlo por una enorme ignorancia, pues creen, por ejemplo, que la parálisis del gobierno federal y su inviabilidad de pagar la deuda mejorarán la economía estadounidense. De ahí que su control del Congreso, vía el Partido Republicano, representa una amenaza para el sistema económico de EEUU, incluso para el sistema económico mundial. La situación referente a la deuda pública es un ejemplo de ello, pues están intentando chantajear al Presidente Obama a fin de acabar con las reformas sanitarias de la Administración demócrata y las pensiones públicas de aquel país. Su discurso es semejante al utilizado por los establishments europeos y españoles que, bajo la excusa de disminuir el déficit público, está eliminando el Estado del Bienestar, imponiendo políticas que están beneficiando al mundo empresarial y a las clases pudientes.
Vicenç Navarro. Sistema Digital.

viernes, 18 de octubre de 2013

Clarificaciones a partir de la muerte de Juan Linz. La dictadura fue totalitaria, no solo autoritaria

A raíz de la muerte del Profesor español Juan Linz, de la Universidad de Yale, EEUU, se han escrito muchos artículos loando su figura y sus contribuciones a las ciencias sociales, y muy en particular a las ciencias políticas, lo cual me parece lógico y no tengo nada que objetar. Tuve muchos desacuerdos con sus trabajos, pero es mi costumbre dejar en paz a los muertos, y dejar que sus amigos y estudiantes celebren su persona y su trabajo. Ahora bien, creo que sería injusto que mantuviera esta actitud cuando se utilizan a los muertos (en este caso, la muerte del Profesor Juan Linz) para criticar, una vez más, a las izquierdas, a las cuales pertenezco. Cuando ello ocurre, siento la necesidad y urgencia de aclarar varios puntos y defender a esas izquierdas que sistemáticamente en España están marginadas y no tienen el acceso a los medios de información (tanto académicos como generales) que tienen los promotores de Juan Linz y sus puntos de vista en este país.

Una de las contribuciones más conocidas nacional e internacionalmente del profesor Juan Linz (a partir de ahora JL) fue su distinción entre regímenes políticos totalitarios, tales como los regímenes comunistas, que intentaban cambiar todas las dimensiones de la sociedad y del ser humano que la habita, invadiendo incluso sus componentes más íntimos, y regímenes políticos autoritarios, que no lo intentaban. Estos últimos se limitaban a mantener, por medios autoritarios, un orden establecido, que JL consideraba eran cambiables para convertirse en sistemas democráticos en periodos posteriores. Y entre ellos incluía el régimen dictatorial que existió en España desde 1936 hasta 1978. Los regímenes totalitarios, al contrario de los regímenes autoritarios, eran incapaces de cambiarse y transformarse en sistemas democráticos.

Esta teoría de JL fue la que, explícitamente, se utilizó desde el Departamento de Estado de EEUU para apoyar a algunos de los regímenes dictatoriales más sangrientos y represivos que hayan existido en América Latina y en el sur de Europa. El Departamento de Estado y sus portavoces señalaban que tales regímenes autoritarios eran susceptibles de cambio hacia sistemas democráticos, y de ahí la necesidad de apoyarlos para facilitar esa transformación, oponiéndose a la vez, por todos los medios, a aquellas fuerzas auténticamente transformadoras dentro de ellos –que sistemáticamente definían como comunistas (independientemente de que lo fueran o no)- y que llevaban los gérmenes y semillas para establecer regímenes totalitarios o comunistas. Esta teoría se convirtió en la justificación para apoyar regímenes enormemente represivos, como lo fue el dictatorial español, uno de los más sangrientos que ha ocurrido en la Europa Occidental en el siglo XX.

La consecuencia de esta teoría
Yo pude ver y vivir en carne propia las consecuencias de la utilización de esta teoría de JL por parte del Departamento de Estado del gobierno federal de EEUU, y también por parte de varios gobiernos dictatoriales, incluyendo el español. Una de ellas fue cuando, como miembro de la resistencia antifascista española en la clandestinidad, tuve que dar testimonio enfrente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado de EEUU (invitado por el senador Ted Kennedy, que simpatizaba con las fuerzas democráticas españolas), intentando convencer al Senado de aquel país de que no renovara sus bases militares en España durante la dictadura, pues estaban apoyando a una dictadura totalitaria que había sido establecida con el apoyo de Hitler y Mussolini, contra los cuales EEUU había luchado, costándole 800.000 muertos.

Frente a este argumento, el embajador español de la dictadura respondió también ante tal Comité que mi descripción del Estado español era errónea, pues señalaba que –tal como indicaba el profesor Juan Linz, de la Universidad de Yale- dicho Estado no era totalitario, sino autoritario, y tenía la potestad de poder cambiar hacia uno democrático. Esta era también la argumentación usada frente a tal Comité del Senado por el portavoz del Departamento de Estado en apoyo de la renovación de las bases. Puesto que ambos citaron al Profesor Juan Linz, tuve que leerme sus trabajos para poder rebatir esos argumentos.

Una situación semejante ocurrió más tarde, a raíz del apoyo del gobierno federal de EEUU al golpe militar del general Pinochet frente al gobierno de Unidad Popular de Chile (al cual tuve el privilegio de asesorar). Aquí, de nuevo, se utilizaron los mismos argumentos, indicando que la dictadura del general Pinochet era, en realidad, un régimen autoritario, no totalitario, que merecía el apoyo para facilitar la transición democrática y ayudarle en su lucha contra las fuerzas totalitarias. Esta era la narrativa oficial, en defensa de unas políticas del gobierno federal que causaron un enorme daño a las clases populares de aquellos países, tanto de España como de Chile.

El error de la teoría de Juan Linz
Creo que la propia realidad ha mostrado el error de las teorías de JL. Varios regímenes comunistas se han transformado en regímenes democráticos en contra de lo que JL indicaba, alcanzando en muchos de ellos niveles de democracia más avanzados que los que existen en España, cuya democracia es conocida internacionalmente por su baja calidad (un indicador, por cierto, de ello, es que este artículo que cuestiona las teorías dominantes en el establishment político-mediático de España no podrá publicarse en ninguno de los cinco periódicos más importantes del país. Y tengo pruebas de ello. La libertad de prensa en España está extraordinariamente limitada).

Otra realidad que cuestiona la definición del régimen dictatorial español como autoritario pero no totalitario, es la propia experiencia de aquellos que sufrimos aquel régimen. JL procedía de una familia falangista (su madre fue dirigente de la Falange) y sus raíces están basadas en aquel régimen. Y no sufrió, por lo tanto, la enorme opresión de aquella dictadura, que era agresivamente intervencionista en las esferas más privadas del ser humano, desde el idioma y la lengua hasta el sexo. Era obvio que aquella dictadura, basada en el nacional-catolicismo (suma de un nacionalismo extremo, oprimente de todos aquellos que no compartían ese nacionalismo imperialista, y de una religión sumamente reaccionaria), intentaba crear una nueva sociedad y un “nuevo hombre”, tal como así indicaba su narrativa. Es sorprendente que un régimen basado en dos ideologías tan profundamente totalizantes, como el nacionalismo y el catolicismo, se presente como un régimen que era meramente autoritario. Es obvio que su descripción de España y su descripción de los nacionalismos en España es profundamente errónea, y la gran visibilidad de estas teorías se debe, no a su potencia intelectual, sino principalmente a las cajas de resonancia proveídas por los establishments españoles y estadounidenses a los que dichas teorías benefician.

La España que yo y millones de españoles vivimos era muy distinta a la España que narró JL (a la temprana edad de 7 años, un policía gris me abofeteó en las calles de Barcelona por hablar en catalán, gritándome “que no hablara como un perro y que debería hablar como un cristiano”, la lengua del Imperio).

La responsabilidad del intelectual científico sobre su trabajo
Se me dirá, como ya se me ha dicho, que JL no era responsable de la utilización de sus teorías por parte de aquellas instituciones, argumento que no comparto, pues un científico tiene que distanciarse, incluso denunciar, el mal uso del descubrimiento que ha llevado a cabo. J. Robert Oppenheimer, un científico estadounidense, padre de la ciencia nuclear, denunció el uso de su descubrimiento por parte del gobierno federal de EEUU para crear la bomba atómica y utilizarla. El caso de Oppenheimer dio pie a un gran debate en EEUU sobre la responsabilidad moral del científico. El conocimiento científico, creado por los científicos, podía utilizarse para fines que estos, identificados con la producción de tal conocimiento, consideraban inmorales, en cuyo caso la comunidad científica consideró que el científico autor del descubrimiento debía denunciarlo. Lo mismo se aplica a las ciencias sociales, donde el conocimiento que se produce puede utilizarse para fines que dañan a la población, y muy en especial a las clases populares (independientemente de que este conocimiento sea erróneo o no). Un caso actual es el conocimiento producido por centros conocidos de ciencias económicas (como la escuela neoliberal de la Universidad de Chicago), cuya aplicación ha causado un enorme daño en el bienestar de las clases populares en muchos países, incluyendo Chile.

Pues bien, lo mismo puede aplicarse a JL, experto en las ciencias políticas, que “descubrió” una teoría (que, aun cuando, a mi parecer, era errónea), y que tenía que haber denunciado a aquellos que la utilizaron para hacer un enorme daño a las clases populares de España y de Latinoamérica. En realidad, hubo un silencio ensordecedor por parte de JL frente a esta utilización nefasta de su teoría. Todo lo contrario, se convirtió en la sabiduría convencional del establishment político y académico de EEUU, responsable de unas políticas exteriores que estaban en clara contradicción con los valores que aquel país decía sostener.

Una última observación.
Conociendo el patio, sé que esta defensa de las izquierdas y sus críticas a las teorías de JL crearán gran enfado y es probable que, como es costumbre, se inicien toda una serie de insultos y sarcasmos. Un indicador de la escasa cultura democrática es que el insulto sustituye al argumento. Sería de agradecer que la respuesta se centrara en los argumentos y en la evidencia que los apoye. Esperemos que así sea.
Fuente: Vicenç Navarro, Público.es

martes, 15 de octubre de 2013

¿Recuperación económica?¿Qué recuperación económica?

Vicenç Navarro. Sistema Digital

Existe hoy un ambiente de euforia en los círculos económicos y financieros y, por lo tanto, también en los círculos políticos de mayor peso en el establishment español, basado en la percepción de que la Eurozona –como colectividad económica y monetaria- se está recuperando y, como parte de esta recuperación, la economía española también está saliendo del hoyo.

Las voces optimistas en la Eurozona son abundantes entre aquellas autoridades que han presionado más por las políticas de austeridad (es decir, recortes de gasto público –incluyendo el social-, disminución de las pensiones y reducción de los salarios), y que ven esta supuesta recuperación como prueba de la sabiduría de las políticas que, por cierto, han sido impuestas a las poblaciones de los países de la Eurozona (y digo impuestas porque en ninguno de estos países los partidos gobernantes que las llevan a cabo tenían tales políticas en su programa electoral).

Hay múltiples ejemplos de estas autoridades y su optimismo. El Sr. José Manuel Durão Barroso, un hombre de derechas, Presidente de la Comisión Europea, declaró el pasado 11 de septiembre que “los últimos datos económicos muestran que los sacrificios realizados hasta ahora están dando sus frutos”. El Sr. Wolfgang Schäuble, Ministro de Finanzas del gobierno alemán y uno de los arquitectos e inspiradores de dichas políticas de austeridad a nivel europeo, también celebra en las páginas del Financial Times la recuperación económica, escribiendo que “lo que estamos ahora viendo es lo que ya dijimos que ocurriría. Las políticas fiscales y las reformas estructurales están llevándonos a esta recuperación, habiendo sembrado las bases para un crecimiento económico estable” (FT. “Ignore the doomsayers: Europe is being fixed”. 16.09.13). Para el Sr. Ministro alemán, una política fiscal correcta es poner como objetivo central de la política gubernamental bajar el déficit y la deuda pública a base de recortes y más recortes del gasto público, y por reformas estructurales necesarias entiende el debilitamiento del mundo del trabajo para permitir la reducción de los salarios, políticas todas ellas promovidas por el gobierno alemán, por el Consejo Europeo, por la Comisión Europea, por el Banco Central Europeo, y por el gobierno español. En realidad, el Sr. Luis de Guindos, Ministro de Economía y Competitividad, también ha declarado al Financial Times que “España ya comienza a ver el fruto de nuestras políticas” (FT., 04.09.13).

Esta percepción de recuperación y este optimismo aparecen no solo entre las derechas, sino también en amplios sectores de las izquierdas. Por ejemplo, en Catalunya, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Oliver Alonso, uno de los economistas más influyentes en las áreas económicas del Partido Socialista de Catalunya (el PSC) y que fue asesor económico del gobierno del Tripartito, y que ha sido una de las voces más insistentes en llevar a cabo tales políticas, promovidas por el gobierno alemán (celebró la victoria de la candidata Merkel como un buen indicador para el futuro de la Eurozona), ha indicado, en una entrevista televisiva en la cadena de televisión pública del gobierno de la Generalitat de Catalunya, TV3, que la economía española crecerá el próximo año fiscal un 1,3%, una estimación mayor que la proyectada por el gobierno Rajoy, que es un 0,7%, y ello, de nuevo, como resultado de las medidas de austeridad y reformas del mercado laboral que ha estado proponiendo.

Miremos los datos: ¿dónde está la recuperación, y de dónde deriva, si es que existe?
Martin Wolf, el comentarista en jefe de economía del Financial Times, hace una crítica devastadora de este falso optimismo, crítica que no ha aparecido en nuestros mayores medios. Para entender lo que está ocurriendo hay que entender a dónde nos han llevado las políticas de austeridad y reformas estructurales a los países de la Eurozona. Y los datos muestran esta realidad. Como bien señala Martin Wolf, el PIB de la Eurozona ha bajado un 13% respecto a su tendencia previa a la crisis (en España este bajón ha sido de 7,5% respecto a su pico pre-crisis; en Portugal un 7,6%; en Irlanda un 8,4%; en Italia un 8,8%; y en Grecia un 23,4%). Estos porcentajes de pérdida de riqueza son enormes, causados en gran parte por aquellas políticas que podrían haberse prevenido si se hubieran desarrollado políticas de expansión de signo opuesto, como ocurrió en crisis financieras y económicas anteriores, tales como el New Deal, en EEUU (con el Presidente Roosevelt), y en el periodo post II Guerra Mundial en Europa con el Plan Marshall. El haber llevado a cabo políticas de signo contrario ha contribuido en gran manera a este bajón tan notable.

Una consecuencia de aquellas políticas ha sido un enorme crecimiento del desempleo, un gran bajón de los salarios y una gran reducción de la demanda. El desempleo en la Eurozona ha subido a un 12% (en España a un 26,3%; en Grecia a un 27,9%; en Portugal a un 16,5%; en Irlanda a un 13,8%; y en Italia a un 12%). Y en la mayoría de estos países, el desempleo entre los jóvenes dobla estas cifras. (Es interesante subrayar que las mismas voces que señalan que las pensiones no se podrán pagar porque hay demasiados ancianos y pocos jóvenes, apoyan políticas que crean un gran desempleo entre los jóvenes –un 56% en España, mostrando que el mayor problema para la sostenibilidad de las pensiones no es la escasez de jóvenes, sino la escasez de puestos de trabajo para los jóvenes y la precariedad y bajos salarios de estos jóvenes).

La justificación económica para llevar a cabo las políticas de claro corte neoliberal (austeridad más bajos salarios) era incrementar la competitividad y exportar más, y con ello estimular la economía. Es la misma política que se siguió en América Latina en los años noventa, hasta que fueron interrumpidas por gobiernos de izquierda, con programas expansivos que permitieron a aquellos países salir de la crisis. Pero, como bien señala Martin Wolf, Irlanda ha recuperado su competitividad y sus exportaciones han aumentado considerablemente. Y en cambio, su crecimiento económico está estancado, y ello resultado del estancamiento del mayor motor económico y de producción de empleo, que es la demanda doméstica, determinada por el nivel salarial, la tasa de ocupación y el gasto público. A no ser que estas tres variables mejoren, las economías no se recuperarán.

El famoso “milagro alemán” que se atribuye erróneamente a las reformas Schröder, tuvo poco que ver con el supuesto éxito de aquellas reformas. De nuevo, cuando dichas reformas se realizaron, Alemania tenía una ligera recesión, no la depresión que existe ahora en los países periféricos. Y Alemania no tenía ningún problema en financiarse. Los países periféricos están en depresión, y debido a la negativa del Banco Central Europeo a proteger a los Estados frente a la especulación financiera, comprando bonos públicos, estos países no pueden salir de la crisis con las medidas que llevó a cabo aquel gobierno. Comparar la situación de Alemania de los años 2000 con la de los países PIGS es, como bien subraya Martin Wolf, un absurdo. Estos países no pueden salir de la crisis a base de exportaciones. Y España es un ejemplo de ello. Las exportaciones han subido y subido y la economía está estancada, pues el mayor problema económico de estos países es la falta de demanda doméstica, que está relacionada con el enorme deterioro del mercado de trabajo, creado precisamente por las reformas neoliberales.

De ahí que el mayor problema que existe en la Eurozona, y muy en especial en los países de la periferia, sea el desempleo (al cual ahora se añade el descenso de la población que trabaja, y el descenso de los salarios). Estos son los problemas económicos (además de sociales y humanos) que hoy existen y que las políticas que se están llevando a cabo están empeorando. El bajísimo crecimiento económico que se prevé es insignificante para resolver aquellos problemas. Esta es la realidad ignorada, cuando no ocultada, en los centros donde tal sabiduría convencional se reproduce.

jueves, 19 de septiembre de 2013

La conspiración financiera internacional

Se están publicando más y más informes, libro s y artículos (ver Ellen Brown “Making the World Safe for Banksters”. CounterPunch , 05.09.13) que están documentando cómo se inició el proceso de desregulación de la banca, que desembocó en la enorme crisis financiera a los dos lados del Atlántico Norte. Cuanto más se publica, más se sabe de lo que en realidad puede definirse, sin reservas, como una conspiración en la que participaron activamente dirigentes de la banca estadounidense (tales como Goldman Sachs, Merrill Lynch, Bank of America, Citibank y Chase Manhattan Bank) y personajes responsables de las agencias reguladoras de la banca del gobierno federal de Estados Unidos, tales como Larry Summers y Timothy Geithner. El primero era (cuando la conspiración se inició) el segundo de a bordo del Ministerio de Hacienda, dirigido por el ex banquero Robert Rubin, durante la Administración Clinton, y el segundo, era el encargado de Asuntos Internacionales del mismo Ministerio.

El objetivo de ese proyecto era conseguir la desregulación del capital financiero en EEUU y también en el mundo. El primer paso fue la desregulación en EEUU a base de eliminar la Ley Glass-Steagall, la ley aprobada en 1933 por la Administración Roosevelt que claramente diferenciaba la Banca Comercial de la Banca de Inversiones, un punto clave para proteger a la mayoría de ahorradores y depositantes en la banca frente a la especulación, característica de gran número de actividades de la Banca de Inversión. La Administración Clinton, como resultado de la presión del centro financiero de EEUU, Wall Street, y con la ayuda de sus agentes en el gobierno federal, eliminó dicha Ley y, con ello, tal diferenciación. Una consecuencia fue el colapso de Lehman Brothers.

El segundo paso era la desregulación de la banca a nivel mundial. Ello requería el cambio de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (World Trade Organization), y para ello se nombró a Geithner embajador de EUUU en dicha organización. Su objetivo (que consiguió que se aprobara) era cambiar las reglas de juego para la banca, mediante un addendum que aparentaba ser menor (conocido como addendum del Financial Services Agreement ), que prohibía, en realidad, la regulación de las inversiones bancarias, incluyendo las especulativas.

Un problema que los conspiradores tenían es que el 40% de los bancos hoy en el mundo son bancos públicos (la mayoría de estos bancos existen hoy en los países BRIC -Brasil, Rusia, India y China-, que representaban el 40% de la población mundial). Y para complicarles más las cosas a los conspiradores, muchos de estos bancos estaban en países musulmanes, donde la usura es, no solo un pecado, sino también un acto criminal, lo cual dificultaba las políticas financieras de carácter especulativo. Estos factores, por cierto, han protegido a estos países frente a la especulación financiera y han sido menos afectados por la crisis financiera a nivel mundial. Países que fueron particularmente resistentes a esta desregulación fueron los llamados “enemigos de EEUU” (según el testimonio dado en el año 2007 por el general Wesley Clark, que era el jefe de las fuerzas militares de la OTAN, Democracy Now! 2007) que incluían Irak, Siria, el Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán. Todos estos países eran islámicos, no pertenecían a la Organización Mundial del Comercio, y lo que era “peor” es que tampoco pertenecían al Bank for International Settlements en Suiza, la organización que supervisa los bancos a nivel mundial. Según el General Clark, estos países estaban en la lista de países que el gobierno federal de EEUU había considerado como países cuyos gobiernos deberían cambiar en los próximos cinco años. Y, según Ellen Brown, lo están intentando conseguir.
Fuente: Vicenç Navarro. Sistema Digital

Donos de Portugal from Donos de Portugal on Vimeo.


Video aportado por Isabel, desde Porto, Portugal, gracias.

jueves, 12 de septiembre de 2013

De lo que no se habla sobre Siria

Vicenç Navarro Público.es

Para entender qué está pasando en Siria hay que entender qué está pasando en EEUU, lo cual no es fácil en España debido a la insuficiente y/o sesgada cobertura por parte de los medios de información españoles (con algunas excepciones) de la realidad de aquel país. Hoy EEUU está viviendo un momento de gran conflictividad cuya resolución marcará el país por muchos años. Por un lado, estamos viendo la aplicación de unas políticas de recortes de gasto público sin precedentes, recortes que se están justificando por la supuesta necesidad de reducir lo que se considera un excesivo nivel de déficit público. A fin de alcanzar la disminución de este déficit, se están recortando de una manera radical servicios del escasamente financiado Estado del Bienestar estadounidense, afectando especialmente a los servicios y transferencias públicas a las poblaciones más vulnerables, tales como el programa Food Stamps (vales alimentarios) que los Estados proveen en bases discrecionales y asistenciales a la población pobre que no tiene fondos para comprar alimentos y que el propio gobierno federal (su Departamento de Agricultura) define como “food insecure”, que quiere decir, como señala en lenguaje más accesible el The New York Times, “personas que tienen hambre” (“On the Edge of Poverty; at the Center of a Debate” 05.09.13. p. A3), y que son 49 millones de ciudadanos y residentes estadounidenses que representan nada menos que un 16,4% de la población de EEUU (véase el informe Food Insecurity Survey. Department of Agriculture. US Federal Government. 2012).

Por otro lado, el Presidente Obama está pidiendo la aprobación del Congreso de EEUU para llevar a cabo un acto de intervención militar contra el gobierno de Siria, aduciendo que dicho gobierno ha cometido un acto (la utilización de armas químicas en un conflicto armado) que debería ser penalizado. No sancionarlo implicaría -según el Presidente Obama- una pérdida de credibilidad, no solo de EEUU, sino de la comunidad internacional, pues tanto el gobierno de EEUU como la comunidad internacional se habían comprometido en varios tratados internacionales a no autorizar tales armas en los frentes de batalla. En la reciente reunión del G-20, el Presidente Obama señaló que “gasear gente inocente con armas químicas, incluso contra niños, es algo que nosotros no hacemos y que no debemos permitir” (Financial Times, 7 de septiembre de 2013, p. 4)

¿Qué credibilidad tienen los argumentos utilizados para justificar el bombardeo de Siria?

Tales argumentos aducidos por la Administración Obama, sin embargo, tienen escasa credibilidad. En realidad, el gobierno federal de EEUU ha sido uno de los gobiernos que ha utilizado con más frecuencia armamento químico (y biológico) en los frentes de batalla. El caso más notorio fue la utilización por parte de las Fuerzas Armadas de EEUU en Vietnam, Laos y Camboya de 45 millones de litros del Agente Naranja (una dioxina altamente tóxica), afectando a más de medio millón de personas (matándolas o hiriéndolas y deformándolas) entre las poblaciones bombardeadas en Vietnam, Camboya y Laos. Todavía hoy, y como secuela de aquellos bombardeos, existe un gran número de nacimientos de infantes con enormes deformidades entre las poblaciones de aquellos países expuestas a tal arma química, que continúa en el suelo de más de cuatro millones de acres de esos territorios.

El gobierno federal de EEUU ha utilizado también, además de armas químicas, armas bacteriológicas (también prohibidas en los tratados internacionales) en contra de varios países en América Latina (incluyendo Cuba, causa de la epidemia de dengue en 1981, que mató a 188 personas, incluyendo 88 niños). E incluso, más recientemente, el caso más notorio de utilización masiva de armas químicas fue el que llevó a cabo el gobierno iraquí (liderado entonces por Saddam Hussein) contra Irán, utilización con pleno conocimiento y apoyo del gobierno federal de EEUU, que apoyaba al dictador iraquí en aquel conflicto (ver Jeffrey St. Clair “Germ War: The U.S. Record”, CounterPunch. 03.09.13). Y el mismo gobierno federal de EEUU tiene, entre sus aliados, algunos de los mayores violadores de derechos humanos hoy en el mundo, tales como Arabia Saudí, que tiene un enorme arsenal de armas químicas que, según varias cadenas de información, han sido proveídas a los extremistas islámicos, en la oposición al dictador sirio (ver Eric Draitser “Debunking Obama’s Chemical Weapons Case Against the Syrian Government” CounterPunch Sept.02, 2013), los cuales poseen ese tipo de armas como ha indicado también Carla del Ponte, miembro de la Comisión Internacional de Investigación de las Naciones Unidas para investigar casos anteriores de utilización de armas químicas en Siria, que ha señalado la posesión y utilización de tales armas en el pasado por los rebeldes (ver David Lindorff  “While House Document Proving Syria’s Guilt does not pass Small text” CounterPunch, Sep.3, 2013). En realidad, dichas armas han sido utilizadas por los dos lados del conflicto en Siria.

Ni que decir tiene que la utilización de tales armas debe denunciarse y condenarse, sin ser selectivos y discriminatorios en tal denuncia (como es el caso notorio de Bernard Henri Levi, el filósofo francés que ha adquirido gran notoriedad por su oportunismo y selectiva denuncia de la utilización de esas armas, sin nunca haber hecho la denuncia de su utilización por parte de los gobiernos estadounidense o europeos, incluyendo el estado francés (tal y como señala Diana Johnstone en su artículo “France’s Philosopher Bombardier: No War for Bernard Henri Levi”, Counter Punch, Sept. 3. 2013).

¿Por qué ahora y no antes?

Que hay que penalizar la utilización de ese armamento en cualquier parte del mundo y por cualquier estado es un punto sobre el cual existe bastante acuerdo internacional. Pero, ¿por qué ahora y no antes? ¿Y por qué EEUU y no otros países? Y, ¿por qué no hacerlo a través de otros medios no militares o incluso, en caso de que fueran militares ¿por qué el gobierno federal de EEUU y no otros? Para contestar a estas preguntas, hay que entender, como dije antes, la situación de EEUU y los momentos históricos que este país está viviendo, lo cual raramente se hace en los medios. Veamos los datos.

Hoy EEUU está en un momento de profunda crisis, habiéndose acentuado todavía más la deslegitimación del establishment financiero, económico, y político de aquel país a partir del periodo de imposición de medidas sumamente impopulares sin ningún mandato popular. La enorme influencia del establishment financiero y económico (lo que en EEUU se llama la Corporate Class) en la vida política y mediática del país y el impacto sumamente impopular de las políticas públicas realizadas por las instituciones llamadas representativas han creado un rechazo generalizado hacia esos establishments. Hoy, desde la Seguridad Social (el sistema de pensiones públicas) hasta los servicios públicos del Estado del Bienestar están en peligro. Nunca antes el Estado del Bienestar estadounidense había estado tan amenazado como ahora (una situación que también ocurre en la Unión Europea y que alcanza dimensiones extremas en España). Los recortes en las áreas sociales son enormes y, tal y como he indicado anteriormente, el Congreso acaba de aprobar un recorte de 40.000 millones de dólares al programa Food Stamps que alimenta a casi uno de cada tres niños en EEUU (20 millones de niños asistidos). Estos recortes van acompañados de intervenciones públicas que benefician enormemente a la Corporate Class y a las rentas superiores del país, habiendo alcanzado unos niveles de desigualdad sin precedentes desde principios del siglo XX, al inicio de la Gran Depresión. Hoy, una persona del decil superior de renta en EEUU vive quince años más que una persona del decil inferior (en España son diez años y en el promedio de la Unión Europea de los Quince son siete años).

La Corporate Class y su complejo militar industrial

Un eje central de la Corporate Class, que es enormemente poderoso (tal y como ya alertó en su día el General Eisenhower, más tarde Presidente del país), es el complejo militar industrial. La voz más crítica de este complejo fue Martin Luther King, que lo había denunciado como el gran defensor de la Corporate Class de EEUU y que, para realizar su misión, consumía enormes recursos a costa de empobrecer el escasamente financiado estado del bienestar del país. Consume el 20% del presupuesto federal (718.000 millones de dólares), de los cuales 159.000 millones han sido gastados en las guerras de Irak y Afganistán (esta cifra no incluye los beneficios sociales de los veteranos de las guerras y otros servicios militares, cifra que alcanza otros 127.000 millones). El gobierno federal de EEUU gasta más en sus Fuerzas Armadas que la suma en gastos militares de los 13 países que le siguen después por nivel de gasto militar. Es una inversión enorme, que se debe al poder de la industria armamentística. Más de 350.000 millones de dólares fueron a contratos por equipamiento y mantenimiento de material militar consumido en Irak y Afganistán (estos datos proceden de Brad Plumer, “ America's staggering Defense Budget in Charts ”, The Washington Post January 7, 2013). Es un gasto público enorme que configura la economía de EEUU y gran parte de sus políticas públicas. En realidad (según los cálculos de Dean Baker y David Rosnick del Center for Economic and Policy Research de Washington), más del 26% del déficit público del estado federal se debe al gasto en las intervenciones militares de Afganistán e Irak, así como el pago de otras intervenciones que han estado ocurriendo a una frecuencia de un conflicto cada tres años en los últimos treinta años.

Y este gran poder deriva de su función que es la de defender globalmente y mundialmente los intereses primordialmente de la Corporate Class de aquel país. Todo este gasto público se realiza a costa de un enorme sacrificio del bienestar de las propias clases populares de EEUU (como denunció Martin Luther King, tal como indico en mi artículo “Lo que no se dijo sobre Martin Luther King”, Público, 3 de septiembre de 2013). No existe plena conciencia fuera de EEUU de que las clases populares de este país son las primeras víctimas de tal “sistema imperial”, tal y como lo definió Martin Luther King. Hoy, a la vez que se están reduciendo los fondos alimentarios para la población pobre, se están haciendo preparativos militares que costarán más de 1000 millones de dólares.

La enorme crisis de legitimidad del sistema político estadounidense

El enorme descrédito de la Corporate Class, de sus instituciones representativas (la mayoría de fondos que los políticos se gastan en sus campañas proceden de miembros de tal clase social, situación legalizada por la Corte Suprema de EEUU), acentuado por la gran crisis actual, donde el estándar de vida de las familias estadounidenses ha ido disminuyendo en los últimos treinta años (y muy marcadamente en estos años de crisis), explica el creciente hartazgo de la población hacia las instituciones políticas. Ya antes de que apareciera Siria en el horizonte, el Stimson Center publicó en mayo una encuesta en la que se pedía la opinión de los ciudadanos sobre su percepción y deseos sobre el gasto militar. La gran mayoría de la ciudadanía quería una reducción radical del gasto militar mucho más acentuada que cualquier propuesta hecha en el Congreso o por la Casa Blanca. En realidad, ya en respuesta a este enfado generalizado y hartazgo de guerras, la Administración Obama había hecho propuestas (consideradas muy insuficientes por la mayoría de la población) de bajar tal gasto, habiéndolo reducido en los últimos años.

El bombardeo de Siria, sin embargo, costará, según cálculos iniciales, más de 1.000 millones de dólares (lo cual ha incrementado inmediatamente, tal y como informó el Boston Herald (31 Agosto 2013), el valor de las acciones –que estaban bajando– de las empresas productoras de material militar tales como General Dynamics, Boeing, BAE Systems, Raytheon y muchas otras). Mientras, como indiqué en el párrafo anterior, el mismo gobierno federal está recortando fondos para alimentar a niños que pasan hambre.

La llamada a la intervención militar en Siria

El argumento aducido por la Administración Obama para bombardear Siria –la penalización al gobierno Asad por el empleo de armas químicas- carece, como he dicho antes, de credibilidad, pues tales armas se han utilizado anteriormente en el conflicto sirio, por ambas partes, tal y como documentó la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en su investigación de la situación en Siria así como en muchos otros conflictos llevados a cabo por EEUU (como en Vietnam), o por sus aliados, como Israel en 2009, en su represión de la población palestina de Gaza (tal y como ha denunciado Amnistía Internacional y señalado Chris Hedges, jefe de la oficina del Middle East del The New York Times (ver la entrevista en mi blog www.vnavarro.org)), o, como he indicado anteriormente, por los aliados de EEUU, como el entonces aliado Saddam Hussein en su lucha contra Irán en 1988. En realidad, la historia de EEUU está llena de casos de utilización de armas biológicas y químicas, tanto por su gobierno como por sus aliados.

¿Cuál es, entonces, el motivo real para iniciar tal bombardeo de Siria? Hay varios motivos, todos ellos relacionados con la situación en EEUU. La pérdida de legitimidad del establishment de aquel país es enorme y se encuentra en una situación muy defensiva, acorralada. Siente que tiene que hacer algo, tanto en el interior como en el exterior del país. El Medio Oriente (de enorme importancia estratégica para el establishment estadounidense y europeo) está en una situación volcánica, en la que EEUU está perdiendo el control. Hoy esta zona del mundo es un volcán que está explotando.

Para aquel establishment de EEUU y europeo, Irán es el centro del mal, que quiere decir que puede afectar más negativamente sus intereses. La alianza Siria-Irán, apoyada por Rusia, representa una amenaza a la hegemonía de EEUU en aquella zona. Y últimamente parecía que el dictador Asad en su lucha contra los rebeldes podría prevalecer y ganar en aquel conflicto. De ahí que se intente ahora aprovechar el incidente de las armas químicas para atacar y debilitar a tal gobierno. Este es el objetivo de tal intervención: intentar recuperar tal hegemonía que está perdiendo el gobierno federal de EEUU (y de Europa), tanto en el exterior como en el interior.

Y una de las primeras movilizaciones en contra de esta recuperación del dominio procede precisamente de las clases populares de EEUU. Para el Presidente Obama, tal decisión de bombardear Siria le significará un enorme coste político. Como muy bien ha señalado el que fue Ministro de Trabajo del gobierno Clinton, Robert Reich (ver Robert Reich “Obama’s Political Capital And the Slippery Stone of Syria”), tal intervención, que le iría muy bien al establishment estadounidense para desviar la atención del país hacia el exterior, (en un momento de grandes tensiones dentro del país), le debilitará enormemente, independientemente de que sea o no aprobada por el Congreso de EEUU (una institución que sólo goza de un 15% de apoyo popular, precisamente por percibirse por parte de la población estar instrumentalizada por la Corporate America). Es probable que la Cámara Baja del Congreso (la menos alejada de la población) vote en contra debido al enorme enfado que la población ha mostrado a la mayoría de congresistas en sus distritos. Han sido precisamente las bases del Partido Demócrata (el movimiento sindical, el movimiento de derechos civiles, el movimiento feminista y el ecológico progresista) las que se han opuesto más a tal bombardeo. Y hoy, la movilización popular contra tal intervención (que está bombardeando el Congreso con llamadas y mensajes contra la intervención militar) está generalizada. Pero el establishment estadounidense está movilizándose a través de los medios de información para que el Congreso autorice tal intervención.

Hoy, la población recibe constantemente mensajes que la credibilidad del país está en juego, indicando que el rechazo se leerá como una negación por parte del pueblo estadounidense a continuar liderando las fuerzas que representan la democracia y la libertad, un mensaje que se ha repetido continuamente para defender dictaduras y regímenes feudales (y que van desde Arabia Saudí y Qatar a Honduras y antes Haití) que han estado oprimiendo precisamente la libertad y la democracia.

Ocurra lo que ocurra, se inicia una nueva etapa en EEUU (incluso en caso de que la Cámara Baja apoyara la intervención), donde la población, y muy en particular las clases populares, están hartas de las guerras e intervenciones del gobierno de EEUU para defender lo que Martin Luther King llamaba el “rol imperial” de la Corporate Class, que está perdiendo muy rápidamente su apoyo popular. Y este es el punto clave que marcará claramente un cambio importante en la historia de EEUU (y creo que también del mundo).
Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2013/09/10/de-lo-que-no-se-habla-sobre-siria/