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domingo, 25 de octubre de 2020

Por qué Einstein no ganó el Nobel con la teoría de la relatividad y otras sorprendentes revelaciones del secreto mundo de estos prestigiosos premios

Eran las 5 de la mañana y el silencio de la habitación donde Donna Strickland estaba profundamente dormida fue bruscamente interrumpido por el timbre del teléfono.
"Piensas que tal vez le ocurrió algo malo a uno de tus hijos o algo así".
Al contestar, una voz le dijo: "Por favor, permanezca en la línea para recibir una llamada muy importante desde Suecia".
"Recuerdo que agarré a mi esposo diciendo: '¡Dios mío. Son las 5:00 de la mañana. Es el 2 de octubre. Es una llamada de Suecia. Tiene que ser el premio Nobel!'".
Pero lo único que escuchó fue silencio. Esperó… y esperó…
"Finalmente, después de 15 minutos, revisé mi correo electrónico y decía, "Por favor llámenos, estamos tratando de comunicarnos con usted" y el email venía de la Real Academia Sueca de Ciencias. Así que llamé y me enteré de que sí, me había ganado el premio Nobel".

Fue por un trabajo pionero sobre pulsos láser ultracortos de alta intensidad realizado por Strickland y sus colegas del Departamento de Física de la Universidad Rochester del estado de Nueva York, que se utilizaría en cirugía ocular correctiva.

Recibió el Premio Nobel de Física de 2018, que viene con un cheque por 9 millones de coronas suecas (US$1 millón) y una semana de las festividades más grandiosas de Estocolmo, que incluyen cenas muy elegantes.
"¡Estuve sentada entre un príncipe y un rey!".
Pero más allá del glamur y la ostentación de la ceremonia de premiación, ¿cómo se otorga el premio? ¿Quién decide quién es digno y quién no? ¿Es justo y transparente? ¿Tiene sentido? Y, al fin y al cabo, ¿qué ha hecho el Premio Nobel por el mundo?

El premio
Recordemos que el Premio Nobel fue establecido a principios del siglo XX de acuerdo con la voluntad de Alfred Nobel, un industrial sueco e inventor de la dinamita.
Hay cinco premios que honran a quienes trabajan en física, química, medicina, literatura y paz y que se considera que han otorgado "el mayor beneficio a la humanidad".

En 1968 se añadió un premio de economía.
Las intenciones de Nobel eran nobles pero las de quienes escogen a los galardonados no siempre los son.
Opiniones aparte, el Premio Nobel es realmente importante. En la mente de muchos, es el non plus ultra de los premios; no puede haber mayor elogio.
Como dice la historiadora de la ciencia, Ruth Lewin Sime, "un científico será recordado para siempre si está en esa lista de premios Nobel".
"Una de las cosas que hace el Nobel es que confiere una especie de inmortalidad. Es lo primero que se menciona una vez recibido el premio. Esa es la naturaleza, el aura que rodea a los Premios Nobel", explica.
La otra cara de la moneda es que su aura es tan poderosa que puede eclipsar a quienes no lo ganan.
"A medida que avanza la historia, cuando están en las sombras, gradualmente desaparecen, se vuelven invisibles". Por eso es realmente importante que el Premio Nobel honre a la mejor ciencia y a los mejores científicos. ¿Pero es así?

Secreto
Durante años, la lista de personas nominadas para el premio fue de alto secreto. Solo se revelaba quién era el ganador.
Pero las reglas se relajaron. Un poco. Las nominaciones ahora se hacen públicas, después de 50 años.
No arroja mucha luz sobre decisiones recientes, pero le ha permitido a historiadores como Sime profundizar en el pasado.
Y desde que examinó los archivos, ha estado en una especie de misión de rescate para destacar el trabajo de una científica notable que el Premio Nobel rechazó: Lise Meitner.

Lise Meitner, la única mujer que tiene un elemento en la tabla periódica en su honor: el meitnerio.

A él, no a ella.
Lise Meitner nació en 1878 en Viena.
En su época, Meitner era reconocida como una gran científica por sus pares, pero la historia estaba a punto de olvidarla.
"La suya fue una generación de mujeres a las que esencialmente se les prohibió estudiar y ser profesionales. Sin embargo, llegó a la universidad y su carrera la llevó a Berlín", señala Sime.
"Era jefa de una sección en el Instituto de Química Kaiser Wilhelm. Era una científica muy destacada cuando había muy, muy pocas como ella".
Meitner trabajó en estrecha colaboración con un talentoso químico Otto Hahn y, en la década de 1930, el par se incursionó en un campo completamente nuevo de la ciencia: la física atómica.
Se sumergieron en una intensa investigación del uranio, mientras el mundo a su alrededor se oscurecía.
"Los nazis se apoderaron de Alemania y, en 1938, al igual que un gran número de judíos y otros perseguidos, Meitner se vio obligada a huir. Dejó todo atrás: su trabajo, sus ingresos, sus amigos".

Tuvo que empezar de nuevo, en Suecia, a los casi 60 años de edad. Otros se habrían rendido, pero Meitner continuó su trabajo, junto con su sobrino, Otto R. Frisch, otro físico, y escribiéndole a Hahn a diario.

Después de solo unos meses, el equipo hizo un descubrimiento. Uno grande.
La combinación de los conocimientos de Meitner (izq.) en física con los de Hahn (y Fritz Strassmann) en química hizo de la suya una asociación muy productiva. 
"El uranio se había dividido en dos y había liberado una enorme cantidad de energía".
Habían descubierto lo que llamaron "fisión nuclear" y, por extensión, la energía nuclear.

La enormidad del hallazgo se hizo evidente pocos años después, cuando la fisión nuclear provocó efectivamente el final de la Segunda Guerra Mundial, con el lanzamiento de las primeras bombas atómicas.

Ese año, 1945, el Premio Nobel de Química fue otorgado a Otto Hahn y... no a Lise Meitner.

¿Por qué no?
Razones personales
El responsable, dice Sime, tiene nombre.
"Para mí, para los historiadores que han estudiado esto y para los colegas de Meitner dentro y fuera de Suecia, la principal razón fue Manne Siegbahn".
Siegbahn había ganado el Premio Nobel de Física en 1925 por su trabajo sobre rayos X y era director del Departamento de Física del Instituto Nobel de la Real Academia Sueca de Ciencias, donde Meitner tenía una oficina. En el sótano, con acceso limitado a los laboratorios.
"No se llevaban bien", afirma Sime.
Siegbahn sencillamente odiaba a Meitner, y tenía suficiente influencia en el comité como para impedir que le dieran el premio Nobel.

"En Suecia, el prestigio de alguien galardonado con el Nobel es tremendo. Consigue una buena posición, financiación para su investigación, puede estar en un comité del Nobel, etc. Y Siegbahn de ninguna manera quería eso para Meitner, así que la boicoteó.
"Como el físico más influyente de Suecia, era uno de los cinco miembros del Comité que toma las decisiones del Nobel. Otros dos eran sus exalumnos. Con el comité dominado por Siegbahn, ella no tenía ninguna posibilidad".

Lise Meitner logró la fama en vida... o tal vez la infamia: se la conoció como "la Madre de la Bomba Atómica", un apodo que odiaba. Sin duda, hubiera preferido un Premio Nobel. Y recibió 48 nominaciones para que se lo dieran de otros científicos durante varias décadas. Fue en vano.
Pero su caso no es de lejos la única rareza en la historia del Premio Nobel.

¿Inmune a prejuicios?
"¿Errores del Nobel?… hay varios", dice el profesor Brian Keating, cosmólogo de la Universidad de California en San Diego, y subraya una de las victorias que pronto se hundieron en la obsolescencia.

"Gustaf Dalen, quien ganó el premio 1912 por propiedades de faros y boyas".
La tecnología de los faros y las boyas era crucial pero...
Descubrir cómo hacer que las luces de gas de los faros y las boyas se encendieran y apagaran era importante cuando se perdían muchas vidas en el mar. Pero... se vuelve insignificante cuando se considera qué más estaba sucediendo en ese momento.
"Se lo dieron siete años después del año milagroso de Einstein, cuando descubrió la teoría de la relatividad".

Uno de los mayores avances científicos del siglo XX, que transformó nuestra comprensión del Universo, la teoría de la relatividad no le valió a Albert Einstein el Premio Nobel.

¿Por qué diablos no?
"Sin duda alguna, hubo prejuicios en contra de él y su teoría", declara Robert Mark Friedman, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad de Oslo, Noruega.
"Era judío y socialista… era internacionalista y pacifista".

Friedman se ha adentrado en los archivos del Nobel para tratar de entender la decisión y dice que simplemente es imposible, que Einstein no recibió una evaluación justa e imparcial, a pesar de que muchos físicos internacionales destacados nominaron a Einstein por la teoría de la relatividad.
"Reiteraban que era el trabajo más importante en física desde Isaac Newton, comparaban a Einstein con Copérnico, insistían en que era incuestionablemente lo más significativo en física en años y por lo tanto debía ser considerado para un premio".

Pero la opinión de los miembros del comité del Premio Nobel era muy diferente.
La comunidad científica reconocía la brillantez del trabajo de Einstein, pero la academia de los Nobel, no.
"Las evaluaciones de la relatividad especial y general están escritas desde la perspectiva de que Einstein tenía que estar equivocado".
A pesar de la creciente celebridad de Einstein, los miembros del comité se mantuvieron firmes.
"Lo que dijeron en público fue que en última instancia la relatividad no era física. Trataba de tiempo y espacio, por lo tanto era metafísica. Y la metafísica es filosofía y la filosofía no es física. Entonces, ¿cómo podían darle un premio de física?".

Finalmente, Albert Einstein recibió el Premio Nobel de Física en 1921, no por su mayor descubrimiento, sino por un menos conocido efecto fotoeléctrico.

En décadas más recientes, el Premio Nobel ha sido criticado no tanto por a quién excluye, sino a quién incluye.

Paz a los hombres de buena voluntad.
Alfred Nobel escribió en su testamento que uno de los premios a su nombre debería reservarse para la persona que más había hecho por "la fraternidad entre naciones, por la abolición o reducción de los ejércitos permanentes, así como por la participación y promoción de congresos de paz y derechos humanos en el año anterior".
"Quería que los ganadores fueran defensores de la paz, tuvieran el coraje para luchar por lo correcto", dice la escritora noruega Unni Turretini.

Es probablemente el Premio Nobel más conocido, quizás un reflejo de los grandes laureados.

A veces aciertan.
"Martin Luther King Junior, la Madre Teresa, Desmond Tutu, el 14º Dalai Lama, Mijáil Gorbachov…".

La lista de los grandes sigue y sigue.

"A veces lo hacen bien y seleccionan ganadores dignos".
Pero no siempre…
En 1973, el presidente de Estados Unidos era Richard Nixon y su asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger y el negociador principal de Vietnam del Norte, Le Duc Tho, recibieron el premio de la Paz por sus esfuerzos conjuntos para negociar un alto el fuego durante la guerra de Vietnam.
El problema era que no existía tal alto el fuego.
"Incluso después del anuncio del premio en octubre, EE.UU. bombardeó Camboya y el norte de Vietnam. Así que Kissinger claramente no era un defensor de la paz según los valores e intenciones de Alfred Nobel", recuerda Turretini.

Dos miembros del comité dimitieron en protesta y Le Duc Tho se negó a aceptar el premio.

¿Qué estaba pasando?
A diferencia de los otros Premios Nobel, el de la Paz se decide en Noruega, que en el momento de la muerte de Alfred Nobel estaba en unión con Suecia. En aquel entonces, como hoy, Noruega tenía reputación de defender la paz internacional.
Pero Turretini dice que otros motivos impulsaron la elección de Kissinger.
"Fue durante la Guerra Fría y los expertos piensan que debido a su vecindad geográfica con Rusia, Noruega estaba tratando de complacer y reforzar la alianza con EE.UU.".

Entonces, ¿quién exactamente toma esas decisiones?
Cinco noruegos, generalmente políticos activos o retirados.
Hasta algunas personas que forman parte de otros comités del Premio Nobel, como el virólogo sueco Erling Norrby, tienen sus dudas sobre el Premio de la Paz.
"El premio de la Paz es probablemente la parte más débil del testamento porque toda la responsabilidad recae en el comité", señala Norrby.
"No tienen a nadie a quien referirse. Y por lo tanto, ha habido altibajos, algunos difíciles de explicar: ¿cómo puedes darle un Premio Nobel a Barack Obama cuando apenas llevaba cuatro semanas como presidente?".

Estoy al principio, no al final, de mi trabajo en el escenario mundial. Comparados con algunos de los gigantes de la historia que han recibido el premio (…) mis logros son escasos" Barack Obama, Oslo, 2009. Expresidente de EE.UU.
"Realmente estaban enviando un mensaje. El gobierno noruego y el comité del Nobel habían demostrado en varias ocasiones su descontento con las políticas y acciones del gobierno de Bush; el premio para Obama decía: 'este es el tipo de presidente que queremos de EE.UU.'", según Turretini.

Para ella, el Premio Nobel de la Paz se ha vuelto demasiado prestigioso y los cinco miembros del comité noruego dictan sus propias leyes.

"Creen que pueden tomar las decisiones que quieran y, como el proceso de selección, sus discusiones y notas son secretos por 50 años, sienten que no tienen que justificar nada".

En todo caso, no se puede negar que una gran cantidad de Premios Nobel, en todos los campos, no solo en la Paz, recaen en ganadores dignos... El premio no se ha vuelto tan grande por nada.

Pero ¿cómo se decide quién gana?
Entremos a la sala donde se toman las decisiones, de la mano de algunos de los que las han tomado.

Entre bastidores
"Hay muchas emociones y subjetividad y lucha por tu candidato", revela el virólogo Norrby, quien pasó años sirviendo en el comité del Premio Nobel de Medicina.

"Tienes que ser todo un estratega y tal vez incluso muy político, porque hay una sala llena de gente a la que le tienes que vender tu candidato favorito".

Por tanto, para ganar el Premio Nobel es fundamental contar con seguidores en el comité, como demostró el caso de Meitner e incluso de Einstein.

Además, subraya Norrby, "ciertos miembros tienen mucha más influencia que otros".

Pero ¿quiénes son esos grandes personajes que participan en esas peleas intelectuales en los comités de ciencia del Premio Nobel?

El ayuntamiento de Estocolmo es símbolo de la capital de Suecia y sede del banquete del premio Nobel.

Número uno, la mayoría de ellos son suecos. Eso es porque el testamento de Alfred Nobel especificó que los miembros del comité deben provenir de una de las dos instituciones suecas eminentes: la Real Academia Sueca de Ciencias o el Instituto de Medicina Karolinska.

"Eso tiene la ventaja de que estamos en un rincón remoto del mundo, así que no estamos tan expuestos al cabildeo y la presión intensos que puede haber", señala Goran Hansson, secretario general de la Real Academia Sueca de Ciencias.

Pero lo que para unos es una virtud, para otros es un vicio. Hay quienes piensan que por su lejanía, los suecos no están en condiciones de juzgar lo que está pasando en este enorme planeta.

"Si nos fijamos en los premios que se han otorgado a lo largo de estos 120 años, es notable lo bien que se han recibido las decisiones", responde Hansson.

No siempre.
Palabras más, palabras menos
En 2016, Bob Dylan se convirtió en el primer cantautor en ganar el Premio Nobel de Literatura, para el asombro de muchos.
Sin embargo, de alguna manera no fue una elección tan inusual. El secretario permanente de la Academia Sueca, que otorga el Premio Nobel, dijo que el cantautor había sido elegido porque es "un gran poeta de tradición angloparlante"… como lo han sido muchos de los premios de literatura.

De los 116 galardonados con Literatura, más de 100 han escrito en inglés y otros idiomas europeos, dejando a varias partes del mundo desamparadas.

"Hay al menos 22 estados nacionales árabes reconocidos, cada uno con su propio tipo de escritores para los que su idioma de expresión es el árabe", apunta Wen-Chin Ouyang, de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.

Sin embargo, solo un autor que escribe en árabe ha logrado ganar el Premio Nobel: el egipcio Naguib Mahfouz laureado en 1988.

Naguib Mahfouz es el único autor de habla árabe que ha sido honrado con el Nobel de Literatura.

El comité dijo que sus 30 novelas y más de 350 cuentos sobre el amor, la sociedad y el paso del tiempo conforman "un arte narrativo árabe que se aplica a toda la humanidad".

El premio fue muy significativo pues "se reconoció que la literatura árabe es una literatura de clase mundial, y eso es importante: tiene efectos positivos para el resto del mundo", según Ouyang.

Pero ¿por qué tardó tanto un escritor árabe en ganar y por qué no ha habido otro más desde entonces?

Considera quién juzga el premio: 18 miembros vitalicios de la Academia Sueca. Escritores, lingüistas e historiadores escandinavos que en su mayoría necesitarán leer literatura árabe traducida... y eso es un problema.

"Algunas de las traducciones pueden ser académicamente precisas o correctas, pero no dan la sensación de belleza o fluidez del idioma original, y la mayoría de las traducciones son de calidad desigual", explica Ouyang.

Mahfouz tuvo la suerte de estar bien traducido, a diferencia de muchos otros.

Otros expertos que consultamos aseguraron que se están haciendo esfuerzos para ampliar el espectro del premio de literatura, pero el problema de las traducciones de mala calidad es difícil de superar.

Y la literatura no es la única área donde las barreras sistémicas e institucionales limitan el alcance internacional del Premio Nobel.

La élite
"El 90% de los premios han sido para Europa Occidental o América del Norte", subraya Winston Morgan, quien ha investigado la diversidad entre los ganadores del Nobel.

La Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos es la número 1 en la lista de laureados con el Premio Nobel.

"El Nobel es el premio máximo para un científico, pero más allá de lo brillante que sea, si no tiene el entorno y los recursos adecuados, no va a suceder".

Y eso, dice, significa que "tiene que estar en Norteamérica o Europa Occidental: si no nació allí, tiene que ir".

Los Premios Nobel se agrupan en algunas de las instituciones del mundo.

Caltech, o el Instituto de Tecnología de California, cuenta con 74 galardonados. Y, sin embargo, solo ocupa el 8º lugar en la lista de instituciones que han obtenido el Nobel.

El número uno, con 160 galardonados es Harvard.

El top 20 está dominado por instituciones estadounidenses, con algunas europeas en la mezcla.

Goran Hansson, de la Real Academia Sueca de Ciencias, el organismo que otorga el Premio Nobel de Física, Química y el Premio Riksbank de Economía, reconoce el problema y dice que los comités intentan mitigarlo enviando invitaciones para nominaciones a todas partes.

"Nos aseguramos de incluir en la lista universidades de África, Asia y América del Sur para no tener un sesgo geográfico. Pero lo que recibimos de ellas es otra cosa.

"Los profesores de las que ustedes llaman universidades de élite se ocupan de nominar más candidatos que los de otras instituciones.

"Eso es algo que nosotros no podemos controlar".

Sólo se considera a quienes son postulados, así que no toda la responsabilidad recae sobre quienes se sientan en salones como éste, donde el Comité Noruego del Nobel selecciona al ganador del premio de la Paz.

Esas universidades de élite de Estados Unidos y Europa Occidental se benefician de algo más: una especie de círculo virtuoso de financiación. Si cuentan con los recursos necesarios, puede permitirse realizar investigaciones que ganen premios, lo que atrae más dinero, lo que le permite realizar más investigaciones que ganen premios...

Entonces, ingresar a estas instituciones es absolutamente clave. Y eso es más difícil para unos que para otros.

Similar al mundo que juzga
Las estadísticas muestran la realidad de las cosas.

"En EE.UU. el 10% de la población es afroestadounidense, así que se esperaría que el mismo porcentaje, o al menos la mitad, de los más de 380 ganadores fueran negros -dice Morgan-. Pero solo han sido unos cuatro, tres de ellos de paz y uno de literatura".
Y ninguno en ciencia.

"Entonces, estar en Estados Unidos, no es suficiente".

Los críticos señalan que la falta de diversidad entre los ganadores del Premio Nobel también podría deberse a la falta de diversidad entre los jueces que los conceden.

El secretario general de la Real Academia de Ciencias de Suecia, Goran Hansson, acepta que sería ventajoso que el comité representara en un grado mucho mayor la diversidad del mundo sobre el que emite juicios pero como por regla sus miembros provienen del sistema académico escandinavo, no lo pueden forzar.
Y reitera que es crucial que sean nominados "todos aquellos que han hecho importantes descubrimientos" .

A pesar de todo...
Con todos los aciertos y desaciertos, preguntamos, ¿qué le ha dado el Premio Nobel al mundo?
¿Sirve de algo el prestigioso premio?

"Quizás el aspecto más importante del premio es informar al público sobre los fantásticos descubrimientos que se están haciendo para inspirar a los jóvenes y para mostrarle a todos cómo funciona la ciencia y cómo gradualmente hace del mundo un lugar mejor para vivir", opina Hansson.

"Creo que eso es lo que realmente ha hecho Nobel: no es para ayudar al científico a hacer ciencia, sino para llevar la ciencia a la comunidad", concurre Donna Strickland, laureada en física.

"También impulsa a los científicos al éxito", declara el cosmólogo Brian Keating.

"Yo mismo he estado un poco encaprichado con el Premio Nobel, con el deseo de querer ganarlo, de lograr el nivel más alto de notoriedad e inmortalidad que se puede obtener en física, y formar parte de una cohorte muy exclusiva, poblada por personas como Einstein y otros.

"El premio Nobel proporciona una vía para que hombres y mujeres se arraiguen permanentemente en la historia de lo que nuestra especie es capaz de lograr", dice Keating.

No obstante, señala, ya es hora de hacer algunas reformas "que son casi universalmente requeridas para que sea ese verdadero rayo de luz que Alfred Nobel tan noblemente quiso".

"El hecho de que no haya cambiado sustancialmente en 118 años es simplemente ridículo. ¿Qué más en la sociedad no ha cambiado en 118 años?".

Debía ser más transparente, sugieren algunos: ¿por qué tiene que ser secreto?, ¿Por qué no se puede publicar la lista corta de nominaciones? ¿Qué está tratando de ocultar el Premio Nobel?, preguntan.

"Si los evaluadores, los expertos con los que consultamos, supieran que sus declaraciones se harán públicas, no obtendríamos informes francos y honestos, y eso dificultaría mucho más la entrega del premio", responde el secretario general de la Real Academia Sueca de Ciencias, Goran Hansson.

"Por esa razón, tenemos que seguir operando con estas reglas de secreto".

Así que hasta aquí llegamos: fisgoneamos tanto como es posible pero a menos que los funcionarios del Premio Nobel abran todas sus puertas, no podemos ir más lejos.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-54572478

viernes, 19 de junio de 2020

Muerte de George Floyd: la sencilla pregunta con la que una profesora pone en evidencia el racismo en EE.UU.

Estados Unidos arde y las llamas han revivido un asunto que el país lleva siglos sin resolver: el racismo.

Las manifestaciones por la muerte de George Floyd, un afroestadounidense de 46 años a quien un policía le presionó el cuello con la rodilla durante más de ocho minutos, se han extendido por más de 75 ciudades del país.

Los disturbios que han acompañado algunas de estas protestas han sido considerados tan graves como los que ocurrieron a partir del 4 de abril de 1968, día en que fue asesinado Martin Luther King Jr., líder en la lucha por los derechos civiles en EE.UU.

Y precisamente la muerte de Martin Luther King Jr. fue la inspiración para que Jane Elliott, una profesora de tercer grado en una escuela rural del estado de Iowa, comenzara a enseñarle a sus alumnos qué es el racismo y el daño que causa.

Desde entonces, Elliott, de 87 años, se ha convertido en una reconocida educadora a nivel mundial quien mediante ejercicios prácticos enfrenta a las personas a sus propios prejuicios y pone en evidencia comportamientos racistas que muchas veces las personas tienen sin darse cuenta.

Frente a las protestas que se viven en EE.UU., Elliott considera que es "una situación que creamos los blancos, estamos viviendo las consecuencias de nuestro comportamiento", según dice en entrevista con BBC Mundo.

"No puedes abusar de un grupo de gente inteligente durante 300 años y esperar que aguanten indefinidamente".

Una simple pregunta
Uno de los mejores ejemplos de las lecciones de Elliott está registrado en el documental de 1996 “Ojos azules”, que toma su nombre del ejercicio por el que se hizo famosa.

En una parte del documental, Elliott se dirige a un auditorio conformado por personas blancas.

“Quiero que se ponga de pie cada persona blanca en este salón que estaría feliz de ser tratada de la manera en que esta sociedad en general trata a los ciudadanos negros”, le pide Elliott al público.

Qué es Antifa, el movimiento que Trump quiere declarar "organización terrorista" por las protestas contra la muerte de George Floyd En la sala se hace un incómodo silencio, mientras los asistentes miran a Elliott.

“¿No entendieron la indicación?”, insiste Elliott. “Si ustedes, gente blanca, quieren que los traten como se trata a los negros en esta sociedad, pónganse de pie”.

“Nadie se para”, dice Elliott tajante después de varios segundos.

“Eso dice claramente que ustedes saben lo que está ocurriendo y saben que no lo quieren para ustedes”, concluye la profesora. “Quiero saber entonces por qué están tan dispuestos a permitir que le ocurra a otros”.

Elliott creen que las personas blancas no se atreven a hacer algo al respecto "porque entonces serían tratados de la manera en que tratan a las personas de color en este país", según le dice a BBC Mundo.

"La gente blanca sabe que no es algo que deba preocuparles mientras no les pase a ellos, y no se levantan porque entonces les pasará a ellos".

Ojos azules, ojos café
La desafiante pregunta de Elliott es una de las estrategias que ha utilizado para mostrar cómo el racismo es algo que las personas han normalizado.

Para mostrar el daño que puede causar que alguien se sienta superior a otro solo por el color de piel, Elliott diseñó un ejercicio para sus alumnos de tercer grado al que llamó “Ojos azules, ojos café”, y que puso en práctica justo un día después de la muerte de Martin Luther King Jr.

Para el ejercicio, Elliott dividió a la clase en dos grupos. Fabricó unos collares de tela café y se los puso a los estudiantes que representarían al grupo de ojos café.

Luego, les hizo creer a toda la clase que los de ojos café eran superiores a los demás, les dijo que eran más inteligentes y más limpios y les dio privilegios, como más minutos de recreo, por ejemplo.

También dijo que los niños de ojos azules lo estropeaban todo y que si querían beber de la misma fuente de agua que los niños de ojos café, debían usar vasos desechables para no contagiarlos.

El lunes siguiente Elliott repitió el ejercicio, pero con los roles invertidos, y al final le pidió a sus alumnos que comentaran la experiencia.

Muchas de las respuestas fueron similares a las de Debbie Hughes, una de las estudiantes cuyo testimonio recoge el portal del Instituto Smithsonian.

“Los que tenían ojos café discriminaron a los que tenían ojos azules”, dijo la chica. “Yo tenía los ojos café y sentía que podía pegarles si quisiera”. “Cuando cambiamos de roles, sentí que quería abandonar la escuela, tenía rabia. Así es como se siente cuando te discriminan”.

Elliott se ha referido a su ejercicio como una “inyección del virus del racismo”.

El ejercicio de “Ojos azules, ojos café” cobró fama mundial, miles de personas han participado de él en distintos países y en 2016 Elliott fue una de las 100 mujeres destacadas por la BBC.

La experiencia, sin embargo, también generó polémica. Algunos lo llamaron un experimento “orweliano” que enseña el “autodesprecio” y un columnista de Denver lo llamó “malvado”, según menciona el Instituto Smithsonian.

Es solo melanina
Los ejercicios de Elliott están enfocados en mostrar cómo el racismo es algo que, según ella, se inculca desde la niñez.

“Cualquier persona blanca que haya nacido y se haya educado en EE.UU., si no es racista, es un milagro”, dijo Elliot en una entrevista con la cadena PBS.

“El racismo es una reacción aprendida, nadie nace sintiéndose superior, la superioridad se enseña y eso es lo que enseñamos en este país”, dice la profesora.

Según Elliott, en EE.UU. la educación está hecha con el fin de “mantener a toda costa el mito de la supremacía blanca”.

Pero así como el racismo. “A la gente se le puede enseñar a abandonar el racismo”, dice Elliot a PBS.

“El color de los ojos y de la piel se deben a un mismo químico: la melanina. No hay ninguna lógica en juzgar a las personas por la cantidad de un químico en su piel”, concluye la profesora.

BBC
https://www.bbc.com/mundo/noticias-52886993

sábado, 30 de marzo de 2019

JFK y los demás, silenciados

Entre 1963 y 1968 el establishment de la seguridad nacional de EE.UU eliminó a los dirigentes de la oposición y a los principales políticos con veleidades de reforma.



La noticia saltó el 19 de enero. Un grupo de personalidades, intelectuales, juristas, actores y familiares, pidió que se reabran las investigaciones de los cuatro principales asesinatos políticos de los años sesenta en Estados Unidos. Se trata, por orden cronológico, de los casos del presidente John F. Kennedy, del activista Malcom X, de Martin Luther King y del senador Robert Kennedy.

Entre noviembre de 1963 y junio de 1968, el establishment de la seguridad nacional eliminó a los dirigentes de la oposición y a los dirigentes y activistas políticos con veleidades de cambio y reforma, incluido el presidente del país, los dos principales líderes de la oposición a la guerra de Vietnam -uno pedía la “retirada militar inmediata” (King) el otro solo “detener los bombardeos”- y al más influyente activista de la minoría negra. No hay otro caso comparable de una purga tan radical en ningún otro régimen parlamentario.

Crímenes de Estado
Constituido en Comité por la verdad y la reconciliación -un nombre que homenajea a la comisión que investigó los crímenes del Apartheid en África del Sur- el grupo califica esos asesinatos de, “asalto salvaje y concertado a la democracia” y “actos organizados de violencia política” que tuvieron un, “impacto desastroso en la historia del país”. Todos ellos querían de manera diversa, “apartar a Estados Unidos de la guerra y dirigirse hacia el desarme y la paz, salir de la violencia y la división interior y avanzar hacia la amistad civil y la justicia”.

Sobre el asesinato de John Kennedy, el grupo dice que, “fue organizado en las altas esferas de la estructura de poder de Estados Unidos y llevado a cabo por elementos superiores del aparato de la seguridad nacional que utilizaron, entre otros, a personajes de los bajos fondos para ayudar a su ejecución y encubrimiento”. Recuerdan los “juicios farsa” que rodearon los cuatro asesinatos y apelan al Congreso a que exija la publicación de todos los documentos gubernamentales, que deberían haber sido desclasificados por completo en 2017 pero que la CIA y otras agencias mantienen en secreto.

Oficialmente todos fueron muertos en atentados obra de “locos solitarios”; Lee Harvey Oswald mató a John Kennedy antes de ser muerto a su vez por Jack Ruby, Malcom X, murió a manos de tres negros musulmanes, Marti Luther King cayó a manos del loco James Earl Ray y el senador Robert Kennedy bajo las balas de Sirhan Sirhan, un palestino perturbado.

Forman parte del grupo los hijos de Robert Kennedy, abogados y colaboradores de Martin Luther King, médicos y forenses de renombre que trabajaron en el caso JFK, el disidente Daniel Ellsberg que destapó los papeles del Pentágono, cantantes como David Crisby, el cineasta Oliver Stone, autor de una gran película sobre el caso JFK, actores de Hollywood, etc. La noticia era clara, incluso desde el punto de vista del espectáculo y las personalidades firmantes, pero muy pocos se hicieron eco de ella. Ningún gran medio español lo hizo.

¿Les suena Michael Hastings?
Mientras nos entretienen con las fechorías de los países adversarios, la simple realidad es que no solo de puertas afuera, donde es la principal dictadura del planeta, sino en sus relaciones interiores, Estados Unidos es un ejemplo bastante bueno de estado policial en el trato a sus propios disidentes, con uso del asesinato político encubierto en casos extremos y la violación permanente de derechos elementales de aquellos que considera políticamente peligrosos.

El vicepresidente Henry Wallace tuvo su correo controlado y su teléfono pinchado por la policía política, por defender que la amenaza soviética estaba siendo exagerada por el complejo de la seguridad nacional. Lo mismo le ocurrió al candidato presidencial George McGovern, a cantantes como Pete Seeger o Woodie Guthrie, músicos como Duke Ellington, científicos como Albert Einstein, los activistas del Occupy Wall Street o Black Lives Matter… En fín, desde que Eduard Snowden demostró documentalmente la existencia de Big Brother, y su encarnación en la NSA, las más básicas garantías constitucionales son negadas al conjunto de la ciudadanía mundial desde Estados Unidos.

Todos conocen el caso de la periodista rusa Anna Politkovskaya, pero a muchos menos les suena el nombre de Michael Hastings Los Solzhenitsin, Sájarov y demás de nuestro tiempo llevan nombres anglosajones; Eduard Snowden, Julian Assange, Chelsea Maning, etc.

La cobardía de Obama
La publicación del manifiesto no noticiado del Comité por la verdad y la reconciliación vino precedida en apenas quince días, por el fallecimiento del gran sociólogo norteamericano Norman Birnbaum. En su retrato de la cobardía de Barack Obama, Birnbaum explicaba hace unos años, en una entrevista con Deutchlandfunk, que el presidente tuvo muy presente durante su mandato el destino de otros personajes de la vida americana, como los cuatro mencionados, que llegaron a representar determinados riesgos de reforma. “Nuestro sistema tiene formas y maneras de advertir para que no se superen determinados límites”, decía. “Creo que en el caso de Obama, el presidente ha hecho para su persona esa lectura de nuestra historia”.

Desde la advertencia del Presidente Dwight Eisenhower, en su discurso de despedida del 17 de enero de 1961 (“Debemos cuidarnos de la adquisición de influencia injustificada, tanto solicitada como no solicitada, del complejo militar industrial“, Oliver Stone inicia su película sobre JFK con esa cita), el presidente de Estados Unidos es un prisionero del aparato de seguridad nacional. “Ese aparato tiene sus propias leyes y sabe perfectamente cómo disciplinar a la gente”, decía Birnbaum a propósito de Obama.

Dándole la vuelta a lo que siempre se dijo sobre el comunismo, que era un sistema irreformable, la simple experiencia nos lleva a pensar más bien lo contrario: A lo largo de más de cuarenta años, los países del Este de Europa no pararon en intentar reformas hacia el “socialismo de rostro humano” que la URSS impidió siempre, el comunismo soviético fue tan reformable que hasta se autodisolvió, y en China y Vietnam se ha entronizado algo parecido a la “reforma permanente”.

Lo que se ha demostrado históricamente irreformable es más bien el sistema de Estados Unidos. Una sociedad de extrema desigualdad, desprovista de estado social, regida por el interés de una minoría y faro del mundo moderno, que elimina a los líderes que representan riesgos de transformación, y disciplina de paso a quienes llegan al poder con ínfulas de cambio.

Sacar a la luz esa historia, naturalmente, no es noticiable y cuando se saca a colación siempre hay algún genio que suelta aquello de la “teoría de la conspiración”. El concepto fue acuñado por la CIA en los años sesenta, precisamente para cortar el cuestionamiento de la increíble versión oficial de la muerte de Kennedy…

Desde entonces no paran: cada vez usan más ese latiguillo, porque cada vez tienen más estiércol que ocultar.

(Publicado en Ctxt)

domingo, 20 de mayo de 2018

Ambigüedades y certezas del 68 francés.

Ctxt

Una tarde de invierno de 1972, el sociólogo Jean-Pierre Garnier recibió una llamada del Elíseo. El presidente Georges Pompidou le invitaba a comer para charlar, algo bien extraño teniendo en cuenta que Garnier era un marxista y Pompidou, como Macron, un liberal exejecutivo de la Banca Rothschild. La cita fue en un restaurante de la rive gauche. En un reservado del segundo piso, con la escolta presidencial tomando el piso de abajo. Pompidou quería escuchar la tesis de Garnier sobre el mayo del 68.

Garnier era discípulo del filósofo marxista Michel Clouscard (1918-2009), un crítico acérrimo de Louis Althusser muy hostil al estructuralismo. Para Clouscard, el 68 había sido una contrarrevolución liberal-libertaria encaminada a ocultar la lucha de clases detrás de las cuestiones de género e identidad. Un movimiento que expresaba el ascenso de un nuevo estrato “ilustrado” que, en coalición con la moderna burguesía tecnocrática representada por Pompidou acabaría desplazando del poder a la coalición difusa de resistentes burgueses-conservadores y comunistas que gobernó bajo De Gaulle los “treinta gloriosos” y que había dado lugar al programa del Consejo Nacional de la Resistencia de marzo de 1944, un programa que hoy sería tachado de “izquierda radical”.

Según Clouscard había sido la alianza de aquellas dos Francias la que había dado lugar a la excepción francesa. El 68 la destronaría en beneficio de un nuevo orden de capas medias con desarrollo del sector servicios, de la capa ilustrada y eclosión de la sociedad de consumo. Todo había empezado con el Plan Marshall, decía Clouscard, con la entrada de la ideología made in USA por la vía del consumo, el entretenimiento, la música y el cine, destinado a diluir en la posguerra el poder de los partidos comunistas en países como Francia e Italia, con apoyos del 20% y el 30%, respectivamente. Países con comunistas armados tras su papel en la resistencia y conviviendo con burguesías debilitadas y desprestigiadas por su colaboracionismo.

Música binaria de repetición (rock) matando al jazz, la música popular más sabia; la música pop, que es lo mismo en todos lados, como lo contrario de la música popular; la cultura de masas como lo opuesto a la cultura popular, fabricada desde arriba para el consumo de las clases populares con miras a apuntalar el conformismo, una sociedad permisiva hacia el consumidor y represiva hacia el productor en la que todo está permitido pero nada es posible.

En el 68, Pompidou era primer ministro de De Gaulle. Le explicó a Garnier que el general quería apelar al ejército para desalojar la Sorbonne. Con ese objeto, el 30 de mayo De Gaulle había tanteado al General Jacques Massu, comandante en jefe de las tropas franceses en Alemania en una visita relámpago que le hizo a su cuartel general en Baden-Baden. Pompidou se oponía a toda intervención del ejército. En la comida con Garnier de 1972 el entonces ya presidente escuchó con atención la tesis de Garnier de que reemplazar la lucha de clases por “el combate de los hombres contra las mujeres, los negros contra los blancos, los jóvenes contra los viejos, los hutus contra los tutsi y los corsos contra los franceses” era algo mucho más conveniente para el capital.

“La nueva capa ilustrada quedaba fuera del poder y en mayo de 1968 reclamaba su lugar. Los más excitados crean partidos de extrema izquierda, grupúsculos trotskistas, maoístas, anarquistas y se meten con el gobierno y la V República, los más radicales hasta con el propio capitalismo”, explicaba Garnier. “Cuando les hablé de la irresistible ascensión de la pequeña burguesía intelectual, me dijeron 'es el mismo análisis que hicimos nosotros cuando había que decidir si teníamos que desalojar la Sorbonne por el ejército'”. Pompidou y sus fontaneros tecnócratas explicaron a De Gaulle que aquello no sería una solución realista, que todos aquellos excitados que enarbolaban banderas rojas, hoces y martillos y retratos del Che eran "la futura élite de nuestro país y que no debía dispararse sobre nuestra futura élite….”

Contemplando nuestro actual panorama definitivamente americanizado, en el que todo parece reducirse a género e identidad, con lo social y lo económico tan eclipsado pese a los retrocesos en curso y el avance en explotación, ese balance da que pensar.

Tiene razón Josep Fontana cuando observa que “todos los movimientos iniciados en aquel año acabaron en el fracaso: el intento de establecer un socialismo de rostro humano en Praga, los movimientos estudiantiles en Alemania, Italia, Francia y Polonia, las protestas contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos…”. De todos ellos, el más trágico fracaso –porque era el más consistente– me parece el de Praga. Si el bloque del Este (socialismo + dictadura) hubiera disminuido su segundo componente logrando hacerse más atractivo, habría creado serios problemas a su síntesis adversaria en Europa (capitalismo + democracia). Al lado de las simplezas sobre la playa bajo los adoquines, aquello habría sido algo más que poesía.

Respecto al peligro de que las ideas liberadoras de los estudiantes prendieran en movimientos sociales de masas, rápidamente se encontraron maneras de conjurarlas. Una de ellas fue la violencia. El asesinato de sus líderes, Martin Luther King y Robert Kennedy en Estados Unidos, el atentado que eliminó a Rudi Dutschke en Alemania, así como la aparición de toda una serie de sospechosos “grupos armados” fuertemente infiltrados, si no propiciados desde el principio por la policía (la tesis sugerida por Boby Baumann, fundador del menos demencial de ellos, el Movimiento 2 de junio), particularmente en Alemania (Fracción del Ejército Rojo) e Italia (Brigadas Rojas).

En todos esos países el sistema se comió el 68 juvenil (nunca en el mundo la mayoría de la población había sido tan joven) mientras la sociedad de consumo se frotaba las manos ante la aparición de la juventud como grupo social independiente, lo que hizo el agosto en ramas enteras de la industria; discografía, higiene, moda, cosmética… Como explica Hobsbawm, el resultado general de toda aquella “revolución cultural” fue el triunfo de lo individual sobre lo social.

Al mismo tiempo, por más que en la conmemoración del 68 el establishment mediático francés haya puesto por delante toda la ambigüedad de aquella “revolución de las costumbres”, no hay que olvidar lo que se ha querido ocultar con ello: la mayor huelga general de la historia de Francia, que paralizó el país y obligó al gobierno y al empresariado a negociar con el resultado de un incremento del 30% del salario mínimo, un aumento salarial general del 10%, acuerdo interprofesional sobre la seguridad en el empleo, sobre formación profesional, cuatro semanas de vacaciones pagadas, subvenciones de maternidad, límites a la duración máxima del trabajo, prejubilaciones con el 70% del salario, derecho de los emigrantes a participar en las elecciones profesionales, prohibición del trabajo clandestino, refuerzo del subsidio de paro, derecho a la actividad sindical en la empresa…. Mucho de todo eso está siendo destruido ahora por Macron.

Como ha explicado Thomas Guénolé, insistiendo en la “revolución de las costumbres” se oculta la lección básica de todo aquello: si mañana nuestras élites dejan de trabajar, no pasa nada, se puede cambiar de élite. En cambio, si la mayoría social, si el pueblo, deja de trabajar y se pone en huelga, una huelga masiva y general, las élites no pueden cambiar de pueblo, así que tienen que negociar y aceptar lo que se les exige.

Fuente original:

http://ctxt.es/es/20180516/Politica/19634/Mayo-68-Francia-revolucion-costumbres-mejoras-sociales.htm

jueves, 15 de febrero de 2018

Cincuenta años después de su muerte quizá sea el momento de escuchar de verdad. Los padecimientos de África y el verdadero Martin Luther King al que quieren que olvidemos.

El 15 de enero millones de estadounidenses conmemoraron el Día de Martin Luther King. Los medios de comunicación repitieron muchas veces su famoso discurso, “I Have a Dream” [Tengo un sueño] para recordar el mal del racismo, que está resucitando de forma extremadamente acusada en la sociedad estadounidense. Pero esa es la única versión de Martin Luther King que se permite emitir, al menos en un entorno correcto. El otro King, más revolucionario, radical y global, debe permanecer oculto a la vista.

Exactamente un año antes de ser asesinado, el 4 de abril de 1968, Martin Luther King pronunció un discurso verdaderamente mordaz que no desafió solamente al aparato de Estado encarnado por la jerarquía liberal que pretendía ser su aliada. Se titulaba “Beyond Vietnam” [Más allá de Vietnam].

“Debemos parar ya”, afirmó con su voz atronadora. “Hablo como hijo de Dios y hermano de los pobres que sufren de Vietnam. Hablo por aquellos a quienes se les están arrasando sus tierras, cuyas casas se están destruyendo y su cultura minando”. A continuación añadió estas palabras que alarmaron mucho a quienes pretendían desligar la campaña contra la guerra de la propia lucha de Martin Luther King: “Hablo de y por los pobres de Estados Unidos que pagan el doble precio de unas esperanzas perdidas en casa y de la muerte y la corrupción en Vietnam.”

A diferencia de su más famoso discurso “I Have a Dream”, pronunciado en la “Marcha sobre Washington” de 1963, “Beyond Vietnam” traspasó los límites de lo aceptable para el Estados Unidos “liberal” y llegó a un terreno totalmente nuevo en el que los valores de Martin Luther King contra la guerra y de solidaridad global estaban indisolublemente unidos a la lucha contra el racismo y la pobreza en casa.

Aquel día la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos se liberó valientemente de los confines del excepcionalismo estadounidense para unirse a un movimiento mundial de luchas contra el racismo, el colonialismo y la guerra.

Como era de esperar, el discurso de Martin Luther King irritó a muchos miembros de las comunidades blancas que estaban directa o indirectamente afiliadas a la clase dirigente de Washington.

Solo tres días después del discurso el New York Times lo rebatía en su editorial: “No existen respuestas simples a la guerra en Vietnam o a la injusticia racial en este país. Relacionar estos extremadamente complejos problemas no llevará a solucionarlos sino a crear una mayor confusión”.

De hecho, no había “confusión” alguna sino una claridad y coherencia completas. Por decirlo de una manera absolutamente clara, los valores de los derechos humanos no se pueden seccionar y aislar unos de otros.

Con todo, lo que alarmó a los llamados liberales es la talla intelectual y la conciencia del movimiento de los derechos civiles en aquel momento. Estaba lo suficientemente maduro como para impulsar una mayor integración entre todas las luchas.

Un Martin Luther King más vehemente y empoderado, y que entonces solo tenía 38 años, parecía haber entendido plenamente la relación entre la opresión de los pobres, los negros estadounidenses en casa, y la opresión de los campesinos pobres vietnamitas en el extranjero. Todos ellos eran víctimas de lo que denominó el “trío gigante del racismo, el materialismo extremo y el militarismo”.

En aquel momento y lugar Martin Luther King había plasmado una idea revolucionaria y aterradora que pudo haber contribuido a su asesinato un año después ya que muchos de sus aliados fuera de las comunidades negras empezaron a renegar de él.

Pero un pasaje en particular me dio que pensar mientras reflexionaba acerca de la terrible situación de los millones de personas refugiadas y pobres obligadas a abandonar sus hogares en África y Oriente Medio debido a las guerras, la corrupción y la miseria extrema.

“Una verdadera revolución de los valores pronto hará que nos cuestionemos la imparcialidad y justicia de muchas de nuestras políticas pasadas y presentes”, afirmó. “Por una parte, estamos llamados actuar. Un día tendremos que darnos cuenta de que todo el Camino a Jericó se debe transformar de modo que no se robe y se golpee constantemente a los hombres y las mujeres mientras viajan por la carretera de la vida”.

La metáfora de la carretera (a la salvación, la libertad y la seguridad) era particularmente emotiva y premonitora.

Si Martin Luther King estuviera vivo sin duda habría considerado a las personas refugiadas como una prioridad fundamental de su “revolución de valores”.

África en particular está siendo saqueada. Se están sacando de continente decenas de miles de millones de dólares, mientras se venden como esclavos a hombres y mujeres negros, en Libia y otros lugares.

Libia fue destrozada por la guerra encabezada por la OTAN que dejó al país sin gobierno. La guerra en Libia encauzó enormes cantidades de armamento a los países africanos vecinos, lo que llevó a nuevas guerras o resucitó antiguos conflictos.

Según la ONU, en Libia hay aproximadamente 700.000 refugiados africanos que sueñan con llegar a Europa, la cual alimentó el conflicto en Libia y no ha asumido responsabilidad alguna por la crisis.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó de que en los nueve primeros meses de 2017 habían muerto 2.550 refugiados y emigrantes tratando de llegar a Europa desde la costa libia. Una de cada 50 personas que se embarcan en ese viaje muere en ese trágico “Camino a Jericó”.

Viajan a pesar de conocer el riesgo porque permanecer en Libia o volver a casa podría suponer una suerte mucho peor.

Mientras las noticias hablan de “mercados de esclavos”, en Israel el Ministerio de Inmigración del país ofrece lucrativos empleos para “localizar, detener y controlar” a refugiados africanos, todos los cuales están siendo expulsados del país y enviados a otras regiones peligrosas.

En Estados Unidos el gobierno y los medios de comunicación explotan de forma selectiva el legado del Martin Luther King, aunque se comportan de una manera absolutamente contraria a los verdaderos valores de este noble hombre.

El ejército estadounidense está expandiendo sus operaciones por África más rápidamente que en ninguna otra parte del mundo. Esto significa más armas, más inestabilidad política, golpes de Estado, guerras y posiblemente más millones de hombres, mujeres y niños pobres a los que se obliga a huir, a menudo hacia su propia muerte.

Tal como lo presentan los medios dominantes, el legado de Martin Luther King se ha transformado en una manera de encubrir un sistema racista, militarista y materialista a pesar de que el propio Martin Luther King defiende exactamente lo contrario.

“Ahora, empecemos”, concluía en su discurso contra la guerra. “Ahora, volvamos a dedicarnos a la larga y amarga, aunque hermosa, lucha por un mundo nuevo”.

Cincuenta años después de su muerte quizá sea el momento de escuchar de verdad.


Fuente: http://www.counterpunch.org/2018/01/26/the-trials-of-africa-and-the-real-dr-king-they-want-us-to-forget/

martes, 13 de febrero de 2018

Berlín conjura los monstruos del racismo con ‘I Am Not Your Negro.’ Raoul Peck protagoniza el festival de cine con su documental nominado al Oscar y con ‘El joven Karl Marx’.

"La historia no es el pasado, es el presente", decía el pensador afroamericano James Baldwin, y el cineasta que ha llevado sus reflexiones a la pantalla, Raoul Peck, lo cree sin dudarlo. Peck es el hombre del momento ("No sé si eso es bueno, no calculé este doble estreno, porque llevo una década con ambos largometrajes"): candidato al Oscar dentro de 10 días al mejor documental con I Am Not Your Negro, en la Berlinale se puede ver en Panorama documental este filme basado en los textos de Remember this House, el libro que Baldwin empezó en 1979, y en Berlinale Special se proyecta El joven Karl Marx, su último trabajo en ficción. "Ambos son filmes muy cercanos a mí. Cuando entré en la universidad leí a Baldwin y de golpe descubrí que alguien escribía para los jóvenes negros, y les decía cuál era su lugar en la sociedad y cómo poder cambiarlo. Desde luego no te lo contaba Hollywood, cuyas historias me sonaban a muy lejanas. Y después vine a estudiar a Alemania, y descubrí a Marx de una manera nada dogmática, sí muy académica, que me ayudó a entender la importancia del debate".

Pero, ¿por qué ahora llaman la atención ambos largos? "Porque vivimos un momento de confusión. Se han perdido las ideologías, la ciencia, los números..., solo hay espacio para la opinión, y valen por igual la de un científico que la de un chaval que a duras penas acabó sus estudios y hoy es presidente". Nacido en Puerto Príncipe en 1953, Peck estudió y vivió por medio mundo antes de dedicarse al cine. Su The Man by the Shore (1993) fue la primera película caribeña en competir en Cannes. Durante 1996 y 1997 fue ministro de Cultura de su país, y dejó la política para volver al cine. Hoy reside en Francia. Con su documental ha recuperado también la figura de James Baldwin (1924-1987), el gran intelectual afroamericano del siglo XX, el hombre que analizó y diseccionó el racismo y la discriminación sexual en EE UU. En I Am Not Your Negro (que se estrena en España el 31 de marzo) Samuel L. Jackson ha puesto voz -imitando el especial deje del escritor- a sus textos, mientras en pantalla se ven entrevistas con Baldwin algunas de sus conferencias e imágenes de aquellos años y de la actualidad. Más que un documental, es una espléndida película ensayo. "La clarividencia de Baldwin fue increíble, porque gira el espejo y nos lo pone delante de todos. Tú eres el problema, el peor de tus monstruos, no hay inocentes. Matan personas en tu nombre, conquistan países en tu nombre. Tu coche, tu casa, tu comida tiene un precio. El capitalismo produce riqueza para unos pocos y pobreza para el resto, y sin embargo todos vivimos juntos. Eso es dialéctica marxista, sí".

Baldwin no se permitió ser pesimista, a pesar de que asesinaran a sus tres héroes morales, Malcom X, Martin Luther King junior y Medgar Evers, antes de que cumplieran 40 años: "Hay que seguir luchando, sobreviviendo", asegura el director dictando palabras del pensador. "No dejo que me pongan etiquetas. Como hago cine complejo, ¿no puedo dirigir Scary movie 4? Todos somos ciudadanos y queremos vivir en democracia. Fenomenal, pues la democracia hay que lucharla día a día, posees una responsabilidad. Todo el que te diga que es apolítico, miente, porque con esa actitud adormece a la sociedad, y eso ya es una acción. Debemos abandonar nuestros sofás, apagar la tele y deja de ser consumidores. Baldwin ya dijo que la industria del entretenimiento era el nuevo narcótico. Y no conoció la telerrealidad". Reniega de su poder de cineasta, pero... "Tomo decisiones, escojo qué temas filmar, me arriesgo, como Lubumba o El joven Karl Marx, historias que no entiendo que antes no las hubieran rodado. Como director te dan un revólver con seis balas, y tienes que estar muy seguro de cuándo disparas. La industria no siempre estará para ti, y el artista debe llegar a la mayor audiencia posible".

Como Peck, Baldwin sufrió una conmoción de adolescente. "Querías ser un vaquero como Gary Cooper, y resulta que al salir a la calle eras el indio", cuenta desde el siglo XX el escritor. Como Peck, Baldwin encontró almas gemelas por el camino, como la dramaturga Lorraine Hansberry, autora de Un lunar en el sol. "En su caso ella falleció con 35 años. Algunos de mis maestros están vivos, como Agnieszka Holland; otros como Krzysztof Kieslowski ya desaparecieron". Baldwin escarba, busca razones psicológicas para el racismo: ahí está la necesidad del blanco de contar con el negro como chivo expiatorio de los males que aquejan la sociedad. "La historia necesita tiempo para cambiar. Cierto, pero es que nada ha cambiado, como demuestran los fundamentalismos, o que tú recibas un sueldo y eso sitúe tu lugar en el capitalismo. Es curioso: el mundo occidental es una minoría con respeto al resto del planeta, pero como imperio lo ha colonizado. Por el bien de la humanidad deben de desaparecer los imperios".

En I Am Not Your Negro aparece de refilón Barack Obama. "Porque ha sido una breve aparición, y la Historia es enorme. Y como dice Baldwin, no es importante si va a haber -hoy ya sabemos que lo ha habido- un presidente negro, lo fundamental es de qué país ha sido presidente". Lo mismo piensa de los próximos Oscar. "Conozco a mis compañeros de carrera. No puedes llamarlo competición, porque eso significa atadura y control. ¿Qué ahora hay más negros? ¿Y? Es una ilusión. Allí no se toman decisiones, el problema está dentro de la industria, en quién aprueba los proyectos, y son ejecutivos hombres blancos de 35 a 55 años. El poder está en la estructura, y a veces logras colarte. Acuérdate de la pistola con seis balas. Incluso como periodista, no las desaproveches".

https://elpais.com/cultura/2017/02/16/actualidad/1487259424_927584.html

sábado, 29 de octubre de 2016

Muere Tom Hayden, icono pacifista y de los derechos civiles. El político, de 76 años, es recordado por sus viajes a Vietnam y su activismo

Tom Hayden es una figura clave para entender los Estados Unidos de los años sesenta y setenta. Hayden, que murió el domingo a los 76 años por problemas de corazón, protagonizó algunos de los acontecimientos que alteraron la conciencia de este país e impulsaron los derechos de los ciudadanos.

En la lucha de la población negra para poder votar como la blanca, estaba Hayden. También en los disturbios durante la convención del Partido Demócrata en 1968. Fue uno de los iconos más radicales de los movimientos estudiantiles y pacifistas de la época. Defendía la desobediencia civil, como promulgaba uno de sus aliados, el reverendo negro Martin Luther King.

Hayden, que era blanco, logró la liberación de tres prisioneros de guerra estadounidenses en Vietnam en 1967. Y se convirtió en un objetivo prioritario del espionaje del FBI a la llamada Nueva Izquierda que florecía en EE UU.

“Era un radical dentro del sistema”, dijo, tras su muerte, Duane Peterson, un asesor del activista, al diario Los Angeles Times, la ciudad en la que vivía.

La descripción revela la mutación de Hayden: tras intentar cambiar desde fuera el sistema, trató de hacerlo desde dentro cuando entró en política en los años ochenta. Fue congresista y senador en California durante 20 años con especial énfasis en asuntos sociales, como el medio ambiente. Pero fracasó en sus intentos de ser senador nacional, gobernador de California o alcalde de Los Ángeles.

Para algunos, su entrada en política fue una traición a sus ideales iniciales. Para otros, una muestra de realismo. Mientras que otros tantos nunca le perdonaron que “romantizara” a los vietnamitas, como él mismo aseguró arrepentirse a finales de los ochenta.

Hayden nació en 1939 en Michigan, el único hijo de sus padres, y se crió en un entorno religioso. Estaba casado con la actriz canadiense Barbara Williams, con la que tenía un hijo adoptivo. Tuvo dos anteriores matrimonios, incluido con la actriz Jane Fonda, entre 1973 y 1990. Fueron una de las parejas de activistas más conocidas de la época y tuvieron una hija.

Su activismo antisistema afloró como adolescente y explotó como estudiante en la Universidad de Michigan. Inspirado por la caza de brujas contra supuestos simpatizantes comunistas y las sentadas de afroamericanos, Hayden empezó a participar en las protestas negras tras conocer en 1960 al reverendo King.

El día en que cumplió 22 años, la policía lo arrestó en Albany (Georgia). Había participado en los llamados Viajes de Libertad, grupos de blancos y negros que viajaban a bordo de autobuses al sur de EE UU para protestar contra la ausencia de implementación de la sentencia judicial que prohibía la discriminación racial en los autobuses intraestatales.

Hayden fue detenido tras rechazar abandonar el autobús y bloquear una acera en Albany. En la cárcel, escribió el borrador del manifiesto de Estudiantes por una Sociedad Democrática, la organización que fundó al año siguiente en Port Huron (Michigan).

El manifiesto rezaba que los jóvenes observaban con “incomodidad” el mundo que habían heredado y abogaba por una “democracia participativa” basada en la “fraternidad” y la “honestidad”. No ofrecía recetas concretas, pero criticaba la discriminación racial, la apatía ante la pobreza o el militarismo.

En los años siguientes, Hayden viajó a Vietnam y presenció los incidentes raciales de 1967 en Newark, donde había estado años colaborando con la población negra. En 1970, fue condenado a cinco años de cárcel por promover protestas contra la guerra con motivo de la convención demócrata de 1968 en Chicago, pero la sentencia fue derogada por irregularidades.

En un reflejo de su transformación política, Hayden acudió el pasado julio a la convención demócrata en Filadelfia que coronó a Hillary Clinton como candidata del partido en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.

Hayden escribió una veintena de libros, desde autobiográficos a ensayos de asuntos sociales y políticos. Escribía con regularidad en la prensa. El pasado abril, en un artículo en The Nation, defendió votar a Clinton en las primarias demócratas por hacer más por la población negra y latina que su rival, el senador Bernie Sanders, al que tildó de demasiado idealista.

El activista manifestaba sus simpatías con el mensaje izquierdista de Sanders y atribuía su auge a un sinfín de fenómenos, como el aumento de las desigualdades de ingresos, el impacto socioeconómico del libre comercio, la multiplicación del coste educativo o las tensiones raciales persistentes. Los mismos factores podrían servir para explicar también el auge del republicano Donald Trump.

Mirando a las elecciones de noviembre, Hayden defendía enterrar las rencillas entre Clinton y Sanders. “Todavía necesitamos la organización de un frente unido de iguales para prevalecer frente a los republicanos”, escribió. Su deseo se ha hecho realidad y la convención de Filadelfia fue el inicio de la alianza tácita de los dos rivales demócratas.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/24/actualidad/1477300722_505215.html

viernes, 5 de febrero de 2016

La evolución de Martin Luther King

Al final de su vida, era un socialista declarado

Lee Sustar Jacobin Magazine / Viento Sur

Practicamente todos los políticos del Partido Demócrata, negros o blancos, reclaman el legado de Martin Luther King Jr. Olvidan, intencionalmente, el hecho de que en los últimos años de su vida, antes de su asesinato en 1968, King rompió con el presidente demócrata Lyndon Johnson por la Guerra de Vietnam y el fracaso de su administración para hacer cumplir los derechos civiles en el sur. Esto es algo que ningún demócrata de hoy estaría en condiciones de hacer.

A pesar de que las reformas que exigió King durante la mayor parte de su vida eran tibias en relación a las demandas de los negros nacionalistas más radicales, fueron condenadas por los mismos demócratas que, desde su muerte, han intentado que King se convierta en un icono y un símbolo de la acomodación negra al sistema.

Para entender el giro a la izquierda de King es necesario tener en cuenta las luchas de clase que se encontraban bajo el movimiento por los derechos civiles, así como el carácter de la organización de King, la Southern Christian Leadership Conference (SCLC).

Cuando King apareció como líder del boicot al bus de Montgomery (ndr: ver en wikipedia protesta a los autobuses públicos de Montgomery) en los años 50, ya estaba al frente de un movimiento local cuyo ejemplo fue seguido en decenas de otras ciudades del sur en los años siguientes. La organización que ayudó a fundar, la SCLC, abrió varias sedes territoriales, pero básicamente era un grupo de organizadores profesionales que se trasladaba de una ciudad a otra involucrándose en las luchas ya iniciadas por estudiantes, trabajadores o campesinos negros locales.

El objetivo de la SCLC no era ayudar a estos activistas a desarrollarse independientemente, sino liderarlos hacia la lucha no violenta contra los segregacionistas y los policías violentos que apoyaban las leyes Jim Crow. Según líderes de la SCLC como Hosea Williams y Wyatt T. Walker, el gobierno federal se vería obligado a intervenir para apoyar a los activistas por los derechos civiles y, así, detener el caos.

Al principio la estrategia parecía funcionar. Una decisión del Tribunal Supremo apoyó el boicot al bus de Montgomery. El presidente Kennedy introdujo en 1963 la legislación sobre derechos civiles después de las marchas de las manifestaciones en Birmingham y de que policías de Los Ángeles atacaran reiteradamente las manifestaciones organizadas por la SCLC en 1962. Sangrientos enfrentamientos en St. Augustine (Florida) y Selma (Alabama) empujaron al sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson a someter a la aprobación del Congreso la Ley de Derecho al voto en 1965.

Kennedy y Johnson apoyaron los derechos civiles sólo cuando pensaron que era necesario para mantener a raya la rebelión militante negra. De hecho, querían evitar enemistarse con la parte más derechista de su partido, la Southern Dixiecrat. King y las protestas de la SCLC serían permitidas mientras se mantuvieran no violentas, y se limitaran a luchar contra la segregación en el sur, sin cuestionar la discriminación económica racista de amplias con amplias raíces en el capitalismo de los Estados Unidos.

Sin embargo, hacia 1965 la credibilidad de King había disminuido entre los activistas del sur. La cultura de la SCLC de llegar a una ciudad en medio de una revuelta, darle visibilidad en los medios y negociar un acuerdo, molestaba tanto a los activistas negros locales como a la creciente rama radical del Comité de Coordinación Estudiantil no violento, que estaba intentando apoyar a los negros del sur en el desarrollo de un liderazgo propio.

Entretanto, el negro nacionalista Malcom X empezó a defender, no sin razón, que la no violencia propugnada por King y el SCLC exponía a los negros a agresiones policiales y ataques racistas.

Las críticas a King tuvieron un nuevo hito en Selma en 1965, donde la policía golpeó y lanzó gases contra los activistas que intentaban marchar hasta la capital del estado de Alabama, Montgomery. Cuando una segunda marcha fue organizada, la policía no la impidió. Sin embargo, King llevó a los manifestantes de vuelta a Selma para no desafiar una orden judicial. Esta retirada, junto con la aceptación por parte de King de ciertas concesiones simbólicas de las autoridades de Selma, fue calificada como traición por muchos radicales.

Las diferencias se hicieron patentes un año más tarde, después de que James Meredith, el primer estudiante negro en ir a la Universidad de Mississippi, fueron tiroteado durante su protesta solitaria a través del Estado (ndr: ver en wikipedia James Meredith). King y el líder de la SNCC Stokely Carmichael, (más tarde conocido como Kwame Ture) estuvieron entre los líderes por los derechos civiles que se unieron a los cientos de activistas que completaron la marcha de Meredith en el verano de 1966.

Acosados por matones racistas y por la brutalidad policial a lo largo de todo el camino, los manifestantes se unieron con entusiasmo al cántico de Black Power de Carmichael y empezaron a prestar atención a sus ideas nacionalistas. Aunque King se negó a unirse a otros líderes negros más conservadores en su ataque al eslogan de Black Power por racista, tampoco le prestó su apoyo, justificando que implicaba violencia y por tanto alejaría un potencial apoyo blanco.

“Tenemos que transformar nuestro movimiento en algo positivo y creativo”, dijo cuando se le pidió su opinión sobre Carmichael. Para los militantes negros, King era visto como un traidor. Pero para los demócratas liberales, preocupados por la influencia de las ideas del nacionalismo negro y por las revueltas generalizadas en ciudades del norte, la posición de King parecía un apoyo velado al Black Power.

King reconoció que intentaba construir un puente lo más amplio posible. “Si el gobierno quiere que mantenga a la gente en la no violencia, tendrá que concederme algunas victorias”. De hecho, King no tardaría en enfrentarse con los demócratas del norte de manera abierta. Tras la abolición de la última ley segregacionista Jim Crow, con la Ley de Derecho al Voto de 1965, King fijó su atención en el creciente movimiento de militantes negros en el norte.

La ruptura final con el presidente Johnson llegó en abril de 1967, cuando King instó a los Estados Unidos a retirarse de su guerra “colonial” en Vietnam.

Cuando ya un número importante de senadores demócratas estaba contra la guerra, la mayor parte de los activistas por los derechos sociales mantenía su apoyo a la administración Johnson. Periódicos liberales como el New York Times o el Washington Post, que se habían mostrado cercanos a King durante las luchas por los derechos sociales en el sur, ahora le atacaban por su posición anti guerra.

Un vengativo Johnson permitió al FBI intensificar su acoso a King y a otros líderes de la SCLC. El presidente se indignó cuando supo de la intención de King de liderar una Marcha de los pobres frente al Capitolio en Washington.

Johnson y los demócratas habían confiado durante mucho tiempo en la táctica de la no violencia y en el apoyo de King a su partido como contrapeso al creciente número de radicales del Black Power. Cuando King denunció la guerra en 1967, los demócratas empezaron a considerarlo un traidor.

Sin embargo, la ruptura de King con los demócratas, no le granjeó el apoyo de los negros en el norte, donde las revueltas callejeras aparecían en decenas de grandes ciudades. La política de los nacionalistas negros más radicales –en especial su preferencia por la autodefensa contra la violencia racista- parecía ser más cercana a las revueltas en estas circunstancias.

Atacado desde la derecha y desde la izquierda, King se vio forzado a repensar su carrera y la organización que lideraba, la SCLC. “Debemos admitir que nuestros logros se han visto limitados en el sur”, dijo en un encuentro de la dirección de la SCLC en 1967 y que la SCLC tenía que llamar a una “radical redistribución de la riqueza y el poder”. En diferentes ocasiones, King manifestó a sus colaboradores que los Estados Unidos necesitaban un socialismo democrático que garantizara trabajo e ingresos para todos.

Otros líderes de la SCLC, como Andrew Young, Jesse Jackson y Ralph Abernathy, era contrarios a los planes de la Marcha de los Pobres. Las sedes locales de la SCLC en el sur habían sido descuidadas en un intento de organizarse contra la segregación en Chicago, y los grupos del norte también eran muy débiles.

Por otra parte, a los planes de King se enfrentó la rama de orientación capitalista de la SCLC, la Operation Breadbasket, dirigida por Jesse Jackson. “Si estás tan interesado en seguir tus planes que no puedes seguir las líneas de la organización, adelante”, dijo King en respuesta a las críticas de Jackson a su marcha. “Si quieres cavar tu propio nicho a nivel social, adelante, pero por Dios, déjame en paz”.

En cualquier caso, los demócratas consideraron como traición la campaña de King por la gente pobre y la derecha decía que probaba que King era un comunista. Todos estos factores, sumados a la campaña presidencial del gobernador segregacionista de Alabama, George Wallace, hicieron que la vida de King se empezara a ver amenazada.

Frente a la hostilidad de la administración Johnson, las críticas, tanto por parte de los negros nacionalistas como del stablishment negro, y con su organización dividida, King se encontraba más aislado políticamente que nunca cuando fue asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968, menos de tres semanas antes de que la campaña de la gente pobre comenzara. King había viajado a Memphis para apoyar una huelga de trabajadores negros de la sanidad (de hecho, fue el único activista de impacto estatal por los derechos civiles que lo hizo).

No pasó mucho tiempo después de su muerte para que los medios de las clases dominantes empezaran a transformar la imagen de King en la de un santo inofensivo.

Para conseguirlo, tuvieron que enterrar el legado real de Martin Luther King, tanto al líder de las primeras luchas del movimiento por los derechos civiles, que rechazó aceptar las peticiones de paciencia y moderación de sus aliados demócratas, como el más radical líder negro de final de los sesenta, cuya visión de la que debía cambiarse en la sociedad, se había ampliado sustancialmente.

Lee Sustar es editor de Socialist Worker
Fuente del artículo en inglés: http://www.jacobinmag.com/2016/01/martin-luther-king-socialist
Traducción: Santiago Morán

Fuente del artículo en español:
http://vientosur.info/spip.php?article10920

jueves, 12 de septiembre de 2013

De lo que no se habla sobre Siria

Vicenç Navarro Público.es

Para entender qué está pasando en Siria hay que entender qué está pasando en EEUU, lo cual no es fácil en España debido a la insuficiente y/o sesgada cobertura por parte de los medios de información españoles (con algunas excepciones) de la realidad de aquel país. Hoy EEUU está viviendo un momento de gran conflictividad cuya resolución marcará el país por muchos años. Por un lado, estamos viendo la aplicación de unas políticas de recortes de gasto público sin precedentes, recortes que se están justificando por la supuesta necesidad de reducir lo que se considera un excesivo nivel de déficit público. A fin de alcanzar la disminución de este déficit, se están recortando de una manera radical servicios del escasamente financiado Estado del Bienestar estadounidense, afectando especialmente a los servicios y transferencias públicas a las poblaciones más vulnerables, tales como el programa Food Stamps (vales alimentarios) que los Estados proveen en bases discrecionales y asistenciales a la población pobre que no tiene fondos para comprar alimentos y que el propio gobierno federal (su Departamento de Agricultura) define como “food insecure”, que quiere decir, como señala en lenguaje más accesible el The New York Times, “personas que tienen hambre” (“On the Edge of Poverty; at the Center of a Debate” 05.09.13. p. A3), y que son 49 millones de ciudadanos y residentes estadounidenses que representan nada menos que un 16,4% de la población de EEUU (véase el informe Food Insecurity Survey. Department of Agriculture. US Federal Government. 2012).

Por otro lado, el Presidente Obama está pidiendo la aprobación del Congreso de EEUU para llevar a cabo un acto de intervención militar contra el gobierno de Siria, aduciendo que dicho gobierno ha cometido un acto (la utilización de armas químicas en un conflicto armado) que debería ser penalizado. No sancionarlo implicaría -según el Presidente Obama- una pérdida de credibilidad, no solo de EEUU, sino de la comunidad internacional, pues tanto el gobierno de EEUU como la comunidad internacional se habían comprometido en varios tratados internacionales a no autorizar tales armas en los frentes de batalla. En la reciente reunión del G-20, el Presidente Obama señaló que “gasear gente inocente con armas químicas, incluso contra niños, es algo que nosotros no hacemos y que no debemos permitir” (Financial Times, 7 de septiembre de 2013, p. 4)

¿Qué credibilidad tienen los argumentos utilizados para justificar el bombardeo de Siria?

Tales argumentos aducidos por la Administración Obama, sin embargo, tienen escasa credibilidad. En realidad, el gobierno federal de EEUU ha sido uno de los gobiernos que ha utilizado con más frecuencia armamento químico (y biológico) en los frentes de batalla. El caso más notorio fue la utilización por parte de las Fuerzas Armadas de EEUU en Vietnam, Laos y Camboya de 45 millones de litros del Agente Naranja (una dioxina altamente tóxica), afectando a más de medio millón de personas (matándolas o hiriéndolas y deformándolas) entre las poblaciones bombardeadas en Vietnam, Camboya y Laos. Todavía hoy, y como secuela de aquellos bombardeos, existe un gran número de nacimientos de infantes con enormes deformidades entre las poblaciones de aquellos países expuestas a tal arma química, que continúa en el suelo de más de cuatro millones de acres de esos territorios.

El gobierno federal de EEUU ha utilizado también, además de armas químicas, armas bacteriológicas (también prohibidas en los tratados internacionales) en contra de varios países en América Latina (incluyendo Cuba, causa de la epidemia de dengue en 1981, que mató a 188 personas, incluyendo 88 niños). E incluso, más recientemente, el caso más notorio de utilización masiva de armas químicas fue el que llevó a cabo el gobierno iraquí (liderado entonces por Saddam Hussein) contra Irán, utilización con pleno conocimiento y apoyo del gobierno federal de EEUU, que apoyaba al dictador iraquí en aquel conflicto (ver Jeffrey St. Clair “Germ War: The U.S. Record”, CounterPunch. 03.09.13). Y el mismo gobierno federal de EEUU tiene, entre sus aliados, algunos de los mayores violadores de derechos humanos hoy en el mundo, tales como Arabia Saudí, que tiene un enorme arsenal de armas químicas que, según varias cadenas de información, han sido proveídas a los extremistas islámicos, en la oposición al dictador sirio (ver Eric Draitser “Debunking Obama’s Chemical Weapons Case Against the Syrian Government” CounterPunch Sept.02, 2013), los cuales poseen ese tipo de armas como ha indicado también Carla del Ponte, miembro de la Comisión Internacional de Investigación de las Naciones Unidas para investigar casos anteriores de utilización de armas químicas en Siria, que ha señalado la posesión y utilización de tales armas en el pasado por los rebeldes (ver David Lindorff  “While House Document Proving Syria’s Guilt does not pass Small text” CounterPunch, Sep.3, 2013). En realidad, dichas armas han sido utilizadas por los dos lados del conflicto en Siria.

Ni que decir tiene que la utilización de tales armas debe denunciarse y condenarse, sin ser selectivos y discriminatorios en tal denuncia (como es el caso notorio de Bernard Henri Levi, el filósofo francés que ha adquirido gran notoriedad por su oportunismo y selectiva denuncia de la utilización de esas armas, sin nunca haber hecho la denuncia de su utilización por parte de los gobiernos estadounidense o europeos, incluyendo el estado francés (tal y como señala Diana Johnstone en su artículo “France’s Philosopher Bombardier: No War for Bernard Henri Levi”, Counter Punch, Sept. 3. 2013).

¿Por qué ahora y no antes?

Que hay que penalizar la utilización de ese armamento en cualquier parte del mundo y por cualquier estado es un punto sobre el cual existe bastante acuerdo internacional. Pero, ¿por qué ahora y no antes? ¿Y por qué EEUU y no otros países? Y, ¿por qué no hacerlo a través de otros medios no militares o incluso, en caso de que fueran militares ¿por qué el gobierno federal de EEUU y no otros? Para contestar a estas preguntas, hay que entender, como dije antes, la situación de EEUU y los momentos históricos que este país está viviendo, lo cual raramente se hace en los medios. Veamos los datos.

Hoy EEUU está en un momento de profunda crisis, habiéndose acentuado todavía más la deslegitimación del establishment financiero, económico, y político de aquel país a partir del periodo de imposición de medidas sumamente impopulares sin ningún mandato popular. La enorme influencia del establishment financiero y económico (lo que en EEUU se llama la Corporate Class) en la vida política y mediática del país y el impacto sumamente impopular de las políticas públicas realizadas por las instituciones llamadas representativas han creado un rechazo generalizado hacia esos establishments. Hoy, desde la Seguridad Social (el sistema de pensiones públicas) hasta los servicios públicos del Estado del Bienestar están en peligro. Nunca antes el Estado del Bienestar estadounidense había estado tan amenazado como ahora (una situación que también ocurre en la Unión Europea y que alcanza dimensiones extremas en España). Los recortes en las áreas sociales son enormes y, tal y como he indicado anteriormente, el Congreso acaba de aprobar un recorte de 40.000 millones de dólares al programa Food Stamps que alimenta a casi uno de cada tres niños en EEUU (20 millones de niños asistidos). Estos recortes van acompañados de intervenciones públicas que benefician enormemente a la Corporate Class y a las rentas superiores del país, habiendo alcanzado unos niveles de desigualdad sin precedentes desde principios del siglo XX, al inicio de la Gran Depresión. Hoy, una persona del decil superior de renta en EEUU vive quince años más que una persona del decil inferior (en España son diez años y en el promedio de la Unión Europea de los Quince son siete años).

La Corporate Class y su complejo militar industrial

Un eje central de la Corporate Class, que es enormemente poderoso (tal y como ya alertó en su día el General Eisenhower, más tarde Presidente del país), es el complejo militar industrial. La voz más crítica de este complejo fue Martin Luther King, que lo había denunciado como el gran defensor de la Corporate Class de EEUU y que, para realizar su misión, consumía enormes recursos a costa de empobrecer el escasamente financiado estado del bienestar del país. Consume el 20% del presupuesto federal (718.000 millones de dólares), de los cuales 159.000 millones han sido gastados en las guerras de Irak y Afganistán (esta cifra no incluye los beneficios sociales de los veteranos de las guerras y otros servicios militares, cifra que alcanza otros 127.000 millones). El gobierno federal de EEUU gasta más en sus Fuerzas Armadas que la suma en gastos militares de los 13 países que le siguen después por nivel de gasto militar. Es una inversión enorme, que se debe al poder de la industria armamentística. Más de 350.000 millones de dólares fueron a contratos por equipamiento y mantenimiento de material militar consumido en Irak y Afganistán (estos datos proceden de Brad Plumer, “ America's staggering Defense Budget in Charts ”, The Washington Post January 7, 2013). Es un gasto público enorme que configura la economía de EEUU y gran parte de sus políticas públicas. En realidad (según los cálculos de Dean Baker y David Rosnick del Center for Economic and Policy Research de Washington), más del 26% del déficit público del estado federal se debe al gasto en las intervenciones militares de Afganistán e Irak, así como el pago de otras intervenciones que han estado ocurriendo a una frecuencia de un conflicto cada tres años en los últimos treinta años.

Y este gran poder deriva de su función que es la de defender globalmente y mundialmente los intereses primordialmente de la Corporate Class de aquel país. Todo este gasto público se realiza a costa de un enorme sacrificio del bienestar de las propias clases populares de EEUU (como denunció Martin Luther King, tal como indico en mi artículo “Lo que no se dijo sobre Martin Luther King”, Público, 3 de septiembre de 2013). No existe plena conciencia fuera de EEUU de que las clases populares de este país son las primeras víctimas de tal “sistema imperial”, tal y como lo definió Martin Luther King. Hoy, a la vez que se están reduciendo los fondos alimentarios para la población pobre, se están haciendo preparativos militares que costarán más de 1000 millones de dólares.

La enorme crisis de legitimidad del sistema político estadounidense

El enorme descrédito de la Corporate Class, de sus instituciones representativas (la mayoría de fondos que los políticos se gastan en sus campañas proceden de miembros de tal clase social, situación legalizada por la Corte Suprema de EEUU), acentuado por la gran crisis actual, donde el estándar de vida de las familias estadounidenses ha ido disminuyendo en los últimos treinta años (y muy marcadamente en estos años de crisis), explica el creciente hartazgo de la población hacia las instituciones políticas. Ya antes de que apareciera Siria en el horizonte, el Stimson Center publicó en mayo una encuesta en la que se pedía la opinión de los ciudadanos sobre su percepción y deseos sobre el gasto militar. La gran mayoría de la ciudadanía quería una reducción radical del gasto militar mucho más acentuada que cualquier propuesta hecha en el Congreso o por la Casa Blanca. En realidad, ya en respuesta a este enfado generalizado y hartazgo de guerras, la Administración Obama había hecho propuestas (consideradas muy insuficientes por la mayoría de la población) de bajar tal gasto, habiéndolo reducido en los últimos años.

El bombardeo de Siria, sin embargo, costará, según cálculos iniciales, más de 1.000 millones de dólares (lo cual ha incrementado inmediatamente, tal y como informó el Boston Herald (31 Agosto 2013), el valor de las acciones –que estaban bajando– de las empresas productoras de material militar tales como General Dynamics, Boeing, BAE Systems, Raytheon y muchas otras). Mientras, como indiqué en el párrafo anterior, el mismo gobierno federal está recortando fondos para alimentar a niños que pasan hambre.

La llamada a la intervención militar en Siria

El argumento aducido por la Administración Obama para bombardear Siria –la penalización al gobierno Asad por el empleo de armas químicas- carece, como he dicho antes, de credibilidad, pues tales armas se han utilizado anteriormente en el conflicto sirio, por ambas partes, tal y como documentó la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en su investigación de la situación en Siria así como en muchos otros conflictos llevados a cabo por EEUU (como en Vietnam), o por sus aliados, como Israel en 2009, en su represión de la población palestina de Gaza (tal y como ha denunciado Amnistía Internacional y señalado Chris Hedges, jefe de la oficina del Middle East del The New York Times (ver la entrevista en mi blog www.vnavarro.org)), o, como he indicado anteriormente, por los aliados de EEUU, como el entonces aliado Saddam Hussein en su lucha contra Irán en 1988. En realidad, la historia de EEUU está llena de casos de utilización de armas biológicas y químicas, tanto por su gobierno como por sus aliados.

¿Cuál es, entonces, el motivo real para iniciar tal bombardeo de Siria? Hay varios motivos, todos ellos relacionados con la situación en EEUU. La pérdida de legitimidad del establishment de aquel país es enorme y se encuentra en una situación muy defensiva, acorralada. Siente que tiene que hacer algo, tanto en el interior como en el exterior del país. El Medio Oriente (de enorme importancia estratégica para el establishment estadounidense y europeo) está en una situación volcánica, en la que EEUU está perdiendo el control. Hoy esta zona del mundo es un volcán que está explotando.

Para aquel establishment de EEUU y europeo, Irán es el centro del mal, que quiere decir que puede afectar más negativamente sus intereses. La alianza Siria-Irán, apoyada por Rusia, representa una amenaza a la hegemonía de EEUU en aquella zona. Y últimamente parecía que el dictador Asad en su lucha contra los rebeldes podría prevalecer y ganar en aquel conflicto. De ahí que se intente ahora aprovechar el incidente de las armas químicas para atacar y debilitar a tal gobierno. Este es el objetivo de tal intervención: intentar recuperar tal hegemonía que está perdiendo el gobierno federal de EEUU (y de Europa), tanto en el exterior como en el interior.

Y una de las primeras movilizaciones en contra de esta recuperación del dominio procede precisamente de las clases populares de EEUU. Para el Presidente Obama, tal decisión de bombardear Siria le significará un enorme coste político. Como muy bien ha señalado el que fue Ministro de Trabajo del gobierno Clinton, Robert Reich (ver Robert Reich “Obama’s Political Capital And the Slippery Stone of Syria”), tal intervención, que le iría muy bien al establishment estadounidense para desviar la atención del país hacia el exterior, (en un momento de grandes tensiones dentro del país), le debilitará enormemente, independientemente de que sea o no aprobada por el Congreso de EEUU (una institución que sólo goza de un 15% de apoyo popular, precisamente por percibirse por parte de la población estar instrumentalizada por la Corporate America). Es probable que la Cámara Baja del Congreso (la menos alejada de la población) vote en contra debido al enorme enfado que la población ha mostrado a la mayoría de congresistas en sus distritos. Han sido precisamente las bases del Partido Demócrata (el movimiento sindical, el movimiento de derechos civiles, el movimiento feminista y el ecológico progresista) las que se han opuesto más a tal bombardeo. Y hoy, la movilización popular contra tal intervención (que está bombardeando el Congreso con llamadas y mensajes contra la intervención militar) está generalizada. Pero el establishment estadounidense está movilizándose a través de los medios de información para que el Congreso autorice tal intervención.

Hoy, la población recibe constantemente mensajes que la credibilidad del país está en juego, indicando que el rechazo se leerá como una negación por parte del pueblo estadounidense a continuar liderando las fuerzas que representan la democracia y la libertad, un mensaje que se ha repetido continuamente para defender dictaduras y regímenes feudales (y que van desde Arabia Saudí y Qatar a Honduras y antes Haití) que han estado oprimiendo precisamente la libertad y la democracia.

Ocurra lo que ocurra, se inicia una nueva etapa en EEUU (incluso en caso de que la Cámara Baja apoyara la intervención), donde la población, y muy en particular las clases populares, están hartas de las guerras e intervenciones del gobierno de EEUU para defender lo que Martin Luther King llamaba el “rol imperial” de la Corporate Class, que está perdiendo muy rápidamente su apoyo popular. Y este es el punto clave que marcará claramente un cambio importante en la historia de EEUU (y creo que también del mundo).
Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2013/09/10/de-lo-que-no-se-habla-sobre-siria/

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Lo que no se dijo sobre Martin Luther King

A raíz del cincuenta aniversario de la Marcha de Washington, donde el Reverendo Martin Luther King dio su famoso discurso “Yo tengo un sueño” (I Have a Dream), se han escrito muchos reportajes, tanto en EEUU como en España, sobre aquella marcha y sobre Martin Luther King, refiriéndose a este último como una figura inspiracional que, actuando como la conciencia de la nación estadounidense, exigió a aquella sociedad el fin de la discriminación contra la población negra, de origen africano. Es difícil ver u oír aquel discurso sin conectar con su causa.

Ahora bien, esta imagen inspiracional de Martin Luther King se ha construido a costa de olvidar y hacer olvidar a otro Martin Luther King, el Martin Luther King real, que veía esta discriminación como resultado de unas relaciones de poder basadas en una explotación, no solo de raza, sino también de clase social. Se ha silenciado que Martin Luther King (a partir de ahora MLK) fue un socialista que, sin lugar a dudas, hubiera sido muy crítico con las sucesivas políticas, tanto domésticas como internacionales, llevadas a cabo durante todos estos años por los gobiernos federales, incluyendo la Administración Obama.

MLK estuvo en contra de la guerra del Vietnam, como hubiera estado en contra de las guerras de Irak y Afganistán, y no solo por su pacifismo, sino también por su antimilitarismo y antiimperialismo. Definió al gobierno de EEUU como “el máximo agente de violencia hoy en el mundo… gastándose más en los instrumentos de muerte y destrucción que en programas sociales vitales para las clases populares del país”. Era profundamente anticapitalista, como consta en su discurso de que “deberíamos denunciar a aquellos que se resisten a perder sus privilegios y placeres que vienen junto a los beneficios adquiridos de sus inversiones, extrayendo su riqueza a través de la explotación”.

Y en 1967 condenó con toda contundencia los tres diablos que –a su parecer- “caracterizaban al sistema de poder estadounidense, a saber, el racismo, la explotación económica y el militarismo”, acentuando que “las mismas fuerzas que consiguen enormes beneficios a través de las guerras son las responsables de la enorme pobreza en nuestro país” (todas estas notas proceden del excelente artículo de Michael Parenti “I Have a Dream, a Blurred Vision”, 29.08.13).

Y su último discurso, en apoyo de las reivindicaciones de los trabajadores de los servicios de saneamiento que estaban en huelga, concluyó con la famosa frase de que “la lucha central en EEUU es la lucha de clases”. Dos semanas más tarde fue asesinado, sin que nunca se haya aclarado tal hecho. Una persona fugitiva de la cárcel de Missouri, James Earl Ray, fue acusado de asesinarle. Fue detenido en el aeropuerto de Heathrow, en Londres, con gran cantidad de dinero en su posesión. Nunca se aclaró quién dio ese dinero.

MLK fue un socialista radical en sus análisis y en sus propuestas
Una cosa es que MLK fuera la conciencia de EEUU, exigiendo que no se discriminara a los negros, petición con un fuerte contenido moral al cual era difícil oponerse. Pero otra cosa muy distinta y amenazante para la estructura de poder era subrayar que el origen de la pobreza y discriminación (que incluye también a amplios sectores de la clase trabajadora blanca, además de la negra, pues la mayoría de pobres en EEUU son blancos) requiera un cambio revolucionario (por muy no violento que sea) de las estructuras capitalistas de aquel país. Y la elección del Presidente Obama prueba, precisamente, la certeza del diagnóstico de MLK. Hoy el Presidente de EEUU es un afroamericano, lo cual, no hay ninguna duda, es un gran adelanto. Pero la pobreza entre negros (y entre blancos) en EEUU no ha cambiado desde entonces.

De ahí la enorme hostilidad del establishment estadounidense, del cual la Policía Federal, FBI, fue un elemento clave, dirigida por una de las figuras más nefastas de la historia de EEUU, J. Edgar Hoover (definido por el famoso periodista Russell Baker, del New York Times, como un “tirano patético”) que había intentado convencer al Fiscal General del Estado Federal, Robert Kennedy, “de que el cerebro de los negros era un veinticinco por ciento más pequeño que el de los blancos”. Era cercano políticamente al senador segregacionista de Carolina del Sur, Strom Thurmond, e intentó por todos los medios desacreditar al movimiento antisegregacionista y a sus dirigentes, gran número de los cuales eran socialistas y comunistas. En realidad, fueron los sindicatos, y muy particularmente, el sindicato del automóvil, el UAW (United Automobile Workers) los que financiaron en gran parte tal marcha. Y a la izquierda de MLK en la marcha estaba Walter Reuther, su secretario general, socialista y blanco. Una tercera parte del cuarto de millón en la marcha de Washington eran blancos, gran número de ellos sindicalistas y miembros de partidos de izquierda. El eslogan de la marcha era “libertad, justicia y trabajo”. Y el organizador de la marcha, Asa Philip Randolph, era el sindicalista afroamericano más conocido en EEUU, dirigente del sindicato ferroviario (Paul Le Blanc, “Revolutionary Road, Partial Victory. The March on Washington for Jobs and Freedom”, Monthly Review, Sept 2013).

Y cuando el Presidente Kennedy, a instancias de Hoover, jefe del FBI, puso como condición para que él apoyara la marcha, que despidiera del liderazgo a aquellos radicales que estaban en puestos de dirección, MLK se negó. La presión de la calle era tal que el Presidente Kennedy decidió a última hora apoyar la marcha, recibiendo a MLK en la Casa Blanca. Y el obispo católico de Washington, Patrick O’Boyle, amenazó con no participar en la marcha a no ser que los discursos (que se habían distribuido con antelación) se moderaran.

Últimas observaciones. En 1986, el día del nacimiento de MLK fue declarado fiesta nacional cada año. Pero en esta captura de la imagen popular de MLK se ha transformado deliberadamente su mensaje y figura para reciclarlo como una figura inspiracional, conciencia del país, a favor de los derechos civiles de la población afroamericana (con especial hincapié en su poder de votar), olvidándose deliberadamente del MLK real, que pidió un cambio profundo, no solo en las relaciones de raza, sino también de clase social. De esto último ni se habla.

La historia se repite: las campañas de Jesse Jackson
Yo tuve la oportunidad de experimentar una situación parecida durante mi participación en la campaña electoral del Reverendo Jesse Jackson (que estaba con MLK cuando fue asesinado), en las primarias a las elecciones del candidato presidencial del Partido Demócrata. En respuesta a su invitación, fue senior advisor (asesor especial) en su campaña del 1984, y más tarde en la del 1988. En 1984, y en contra de mis consejos, se presentó como la voz de la minoría negra, exigiendo su incorporación a la sociedad americana. En aquella campaña, el establishment liberal estadounidense (cuyo mayor portavoz era y es The New York Times) escribió un editorial enormemente positivo acerca de su candidatura. La razón de que yo desaconsejara esta estrategia, sin embargo, era fácil de entender. Un representante de los intereses de una minoría difícilmente podría alcanzar el apoyo mayoritario de la población votante. Presentarse como el candidato de una minoría defendiendo primordialmente los intereses de tal minoría, no era la mejor manera de ganar el apoyo de la mayoría, para ser Presidente de los EEUU.

En 1988, sin embargo, no se presentó como la conciencia de EEUU o la voz de los negros, sino la voz de la clase trabajadora de EEUU. Y cuando los medios le preguntaron cómo él –negro- obtendría el voto del trabajador blanco, contestó: “haciéndole ver que tiene más en común con un obrero negro, por ser obrero, que con su patrón (boss) porque sea blanco”. Cuando se suman todos los colores (negro, blanco, amarillo, gris, etc.) la clase trabajadora de EEUU es la mayoría de la población. En un discurso de clase, movilizó las bases del Partido Demócrata (que están más a la izquierda que su dirección), y consiguió el 40% de todos los delegados en el congreso del Partido Demócrata. Nunca antes, ni después, las izquierdas en EEUU tuvieron tanto poder desde los años 50. Y The New York Times escribió un editorial muy negativo diciendo que Jesse Jackson, en caso de ser elegido, destruiría EEUU, es decir, su EEUU.

La lección de esta situación es clara. La estructura de poder deriva su enorme influencia de su poder de clase (así como género y raza). Y no permite que se toque ese poder, derivando las legítimas demandas de fin de discriminación de género y raza, reciclándolas (incluyendo elementos de tales grupos discriminados dentro de la estructura de poder) para poder adaptarlos a la estructura social dominante. Existe hoy un Presidente afroamericano y una clase media negra que no existían antes, lo cual es motivo de celebración. Pero el estándar de vida de la mayoría de negros y blancos (pertenecientes a la clase trabajadora) no ha mejorado durante todo este periodo. Así de claro.
Fuente: Vicenç Navarro. Público.es
Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2013/09/03/lo-que-no-se-dijo-sobre-martin-luther-king/