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viernes, 27 de julio de 2018

La propaganda del otro

Cómo occidente reacciona ante el informe del adversario cuando este rompe su monopolio.

Fue a finales de los noventa en Moscú. Solía visitar a un ex muy alto cargo analista del antiguo KGB de la URSS, el cerebro pensante de la acción exterior, un hombre culto, inteligente y con mucho mundo ya completamente apartado de toda función oficial. La URSS llevaba años enterrada y era el tipo de fuente que, si lograbas ganarte su confianza, valía un Potosí. Naturalmente, el acuerdo no era contármelo todo, pero sí, responder directamente a mis preguntas. Lo que no se podía contar, no se contaba. Así llegamos a una relación de confianza.

Fue aquel teniente general jubilado, cuya casa tenía video vigilancia, una rareza entonces, quien, entre otras cosas, me contó con bastante detalle los defectos de las alianzas mundiales de Moscú en la guerra fría, el despilfarro de unos medios que eran muy limitados y que si se hubieran concentrado en ciertos países habrían rendido mucho más. Entre sus observaciones críticas sobre la propaganda recuerdo la siguiente: Moscú podría haber creado una red de medios mucho más eficaz que la oxidada red de las agencias Tass y Nóvostí, las revistas en idiomas extranjeros como “Tiempos Nuevos” o “Novedades de Moscú” o el servicio internacional de Radio Moscú, todos muy mediatizados por el KGB y cuyas relaciones internas darían para escribir miles de folletines alguno de ellos completamente kafkiano.

“Habría bastado”, decía el ex jefe analista, “con copiar a nuestros adversarios: crear un canal que diera voz a todos los disidentes del mundo occidental”. Los adversarios disponían de tal red. En realidad una red de redes que se llamaba “Voz de América”, “Radio Liberty”, “Radio France International (RFI)”, “Deutsche Welle”, “BBC”, etc. La mayoría de ellas tenía programas en ruso y ucraniano, y algunas en casi todas las lenguas importantes de las diversas nacionalidades de la URSS (y había muchas lenguas en la URSS!). Los disidentes soviéticos, fuera en Lituania, San Petersburgo, Tibilisi o Moscú, se expresaban a través de aquellos medios, que difundían sus papeles y noticias. Millones de ciudadanos soviéticos escuchaban aquellas “voces”; ese era el eufemismo con el que la prensa oficial se refería a veces a aquella red, eficaz, profesional, bien pagada. Pues bien, muchos años después, ya con Putin y concluida oficialmente desde hacía quince años la guerra fría, Moscú creó un aparato similar.

Fue en 2005. Entre tanto el ex gran jefe analista volvió a servir a la patria. Quizá fue su vieja idea, quizá estaba en el aire, pero con el canal Russia Today (RT), Moscú hizo las cosas bien.

Una propaganda alternativa
Desde entonces el canal y las agencias internacionales no han hecho más que crecer. El presupuesto de RT es de unos 300 millones de dólares. Contrataron a competentes profesionales extranjeros y se han consolidado como un formidable medio de comunicación global en muchas lenguas. Naturalmente, la hegemonía informativa occidental es aplastante y naturalmente RT defiende intereses rusos, pero su mera existencia contribuye al pluralismo. Quiero decir al pluralismo realmente existente, que especialmente en materia de medios de televisión es un pluralismo de propagandas, algo que está muy lejos de ser ideal, pero que es mucho mejor que el monopolio que sufrimos durante la primera guerra de Irak (CNN) o la inducida disolución bélica de Yugoslavia (CNN+BBC, etc.).

La red propagandística occidental sigue siendo la principal, pero el mundo emergente multipolar ya tiene sus aparatos alternativos: los canales del Golfo, la china CCTV (también en varios idiomas), RT, Tele Sur, y otras.

En el pulso Rusia-Occidente la desproporción de medios salta a la vista. RT no forma parte de una inexistente red de los emergente. Frente a sus 300 millones, la Deutsche Welle dispone de un presupuesto de 350 millones, RFI 380 millones, la BBC 524 millones y el complejo americano mucho más. Y todos esos medios actúan al unísono en cuanto a la difamación de Rusia se refiere. Pese a todo, RT se ha convertido en un adversario de peso.

Su canal en inglés, por ejemplo, se parece mucho a un medio alternativo: ahí es donde el ciudadano americano puede enterarse de muchas noticias relevantes que sus medios no dan. Aunque la idiosincrasia del régimen ruso sea bien de derechas, una versión nacional-eslava de eso que calificamos como espíritu neocon, su posición en el mundo redunda en un posicionamiento mucho más liberal (partidario de la diplomacia y del multilateralismo) y crítico con el belicismo realmente existente (que es occidental) en cuestiones internacionales. El resultado es interesante. Por eso, pese a la modestia de sus medios, esta competencia se ha hecho muy incordiante en occidente, cuyas potencias no soportan que el adversario les responda, aunque sea modestamente, con su propia moneda.

Atando corto al incordio
Todos ustedes conocen las denuncias por atropello a la libertad de información que se producen en Rusia, pero seguramente desconocen que los periodistas y colaboradores de RT trabajan en Estados Unidos en unas condiciones muy parecidas a las que los periodistas occidentales estábamos sujetos en la URSS. En Estados Unidos el canal ruso se ha tenido que registrar como “agente extranjero” (igual que algunas ONG financiadas por dinero occidental en Rusia) y están obligados a trabajar con esa etiqueta. Los periodistas deben enviar copias de su trabajo a las autoridades en un plazo de 48 horas y sus movimientos están estrictamente supervisados. Por supuesto, empresas privadas como Google y Twitter, estrechas colaboradoras de la NSA como se ha demostrado, discriminan al canal ruso todo lo que pueden. En el parlamento británico se han escuchado voces de diputados para “clausurar” RT. En Alemania, con el complejo mediático más uniforme y retrógrado de Europa occidental, la campaña antirrusa ha batido todos los récords y con ella la demonización de los medios rusos. El parlamento europeo ha aprobado resoluciones discriminatorias contra los medios de comunicación rusos. Twitter y Facebook ya han cerrado las cuentas de portales rusos como USAReally.com, donde pueden leerse informes tan sorprendentes como el de que uno de cada cuatro americanos apoyaría la secesión pacífica de su estado de los Estados Unidos… Y en el este de Europa las cosas son aun más rudas: una periodista de RT, Paula Slier, acaba de ser expulsada de Ucrania- y su entrada en el país vetada por cinco años- al acudir a un certamen de la OSCE sobre libertad de información organizado en Kiev. En Estonia, el periodista y ex diputado italiano Giulietto Chiesa, habitual colaborador de RT, fue también expulsado cuando acudió a una conferencia. Son solo algunos ejemplos recientes entre muchos otros.

Los procedimientos que occidente utiliza para remediar que los rusos hayan logrado establecer cierta competencia con el antiguo monopolio informativo occidental, son claros atentados a la libertad de información y bastante reveladores de hacia donde soplan los vientos en nuestras democracias. En cualquier caso, gracias al pluralismo de propagandas es mucho más fácil orientarse en los actuales conflictos que sacuden nuestro agitado mundo.

Rafael Poch de Feliu

jueves, 15 de febrero de 2018

Cincuenta años después de su muerte quizá sea el momento de escuchar de verdad. Los padecimientos de África y el verdadero Martin Luther King al que quieren que olvidemos.

El 15 de enero millones de estadounidenses conmemoraron el Día de Martin Luther King. Los medios de comunicación repitieron muchas veces su famoso discurso, “I Have a Dream” [Tengo un sueño] para recordar el mal del racismo, que está resucitando de forma extremadamente acusada en la sociedad estadounidense. Pero esa es la única versión de Martin Luther King que se permite emitir, al menos en un entorno correcto. El otro King, más revolucionario, radical y global, debe permanecer oculto a la vista.

Exactamente un año antes de ser asesinado, el 4 de abril de 1968, Martin Luther King pronunció un discurso verdaderamente mordaz que no desafió solamente al aparato de Estado encarnado por la jerarquía liberal que pretendía ser su aliada. Se titulaba “Beyond Vietnam” [Más allá de Vietnam].

“Debemos parar ya”, afirmó con su voz atronadora. “Hablo como hijo de Dios y hermano de los pobres que sufren de Vietnam. Hablo por aquellos a quienes se les están arrasando sus tierras, cuyas casas se están destruyendo y su cultura minando”. A continuación añadió estas palabras que alarmaron mucho a quienes pretendían desligar la campaña contra la guerra de la propia lucha de Martin Luther King: “Hablo de y por los pobres de Estados Unidos que pagan el doble precio de unas esperanzas perdidas en casa y de la muerte y la corrupción en Vietnam.”

A diferencia de su más famoso discurso “I Have a Dream”, pronunciado en la “Marcha sobre Washington” de 1963, “Beyond Vietnam” traspasó los límites de lo aceptable para el Estados Unidos “liberal” y llegó a un terreno totalmente nuevo en el que los valores de Martin Luther King contra la guerra y de solidaridad global estaban indisolublemente unidos a la lucha contra el racismo y la pobreza en casa.

Aquel día la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos se liberó valientemente de los confines del excepcionalismo estadounidense para unirse a un movimiento mundial de luchas contra el racismo, el colonialismo y la guerra.

Como era de esperar, el discurso de Martin Luther King irritó a muchos miembros de las comunidades blancas que estaban directa o indirectamente afiliadas a la clase dirigente de Washington.

Solo tres días después del discurso el New York Times lo rebatía en su editorial: “No existen respuestas simples a la guerra en Vietnam o a la injusticia racial en este país. Relacionar estos extremadamente complejos problemas no llevará a solucionarlos sino a crear una mayor confusión”.

De hecho, no había “confusión” alguna sino una claridad y coherencia completas. Por decirlo de una manera absolutamente clara, los valores de los derechos humanos no se pueden seccionar y aislar unos de otros.

Con todo, lo que alarmó a los llamados liberales es la talla intelectual y la conciencia del movimiento de los derechos civiles en aquel momento. Estaba lo suficientemente maduro como para impulsar una mayor integración entre todas las luchas.

Un Martin Luther King más vehemente y empoderado, y que entonces solo tenía 38 años, parecía haber entendido plenamente la relación entre la opresión de los pobres, los negros estadounidenses en casa, y la opresión de los campesinos pobres vietnamitas en el extranjero. Todos ellos eran víctimas de lo que denominó el “trío gigante del racismo, el materialismo extremo y el militarismo”.

En aquel momento y lugar Martin Luther King había plasmado una idea revolucionaria y aterradora que pudo haber contribuido a su asesinato un año después ya que muchos de sus aliados fuera de las comunidades negras empezaron a renegar de él.

Pero un pasaje en particular me dio que pensar mientras reflexionaba acerca de la terrible situación de los millones de personas refugiadas y pobres obligadas a abandonar sus hogares en África y Oriente Medio debido a las guerras, la corrupción y la miseria extrema.

“Una verdadera revolución de los valores pronto hará que nos cuestionemos la imparcialidad y justicia de muchas de nuestras políticas pasadas y presentes”, afirmó. “Por una parte, estamos llamados actuar. Un día tendremos que darnos cuenta de que todo el Camino a Jericó se debe transformar de modo que no se robe y se golpee constantemente a los hombres y las mujeres mientras viajan por la carretera de la vida”.

La metáfora de la carretera (a la salvación, la libertad y la seguridad) era particularmente emotiva y premonitora.

Si Martin Luther King estuviera vivo sin duda habría considerado a las personas refugiadas como una prioridad fundamental de su “revolución de valores”.

África en particular está siendo saqueada. Se están sacando de continente decenas de miles de millones de dólares, mientras se venden como esclavos a hombres y mujeres negros, en Libia y otros lugares.

Libia fue destrozada por la guerra encabezada por la OTAN que dejó al país sin gobierno. La guerra en Libia encauzó enormes cantidades de armamento a los países africanos vecinos, lo que llevó a nuevas guerras o resucitó antiguos conflictos.

Según la ONU, en Libia hay aproximadamente 700.000 refugiados africanos que sueñan con llegar a Europa, la cual alimentó el conflicto en Libia y no ha asumido responsabilidad alguna por la crisis.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó de que en los nueve primeros meses de 2017 habían muerto 2.550 refugiados y emigrantes tratando de llegar a Europa desde la costa libia. Una de cada 50 personas que se embarcan en ese viaje muere en ese trágico “Camino a Jericó”.

Viajan a pesar de conocer el riesgo porque permanecer en Libia o volver a casa podría suponer una suerte mucho peor.

Mientras las noticias hablan de “mercados de esclavos”, en Israel el Ministerio de Inmigración del país ofrece lucrativos empleos para “localizar, detener y controlar” a refugiados africanos, todos los cuales están siendo expulsados del país y enviados a otras regiones peligrosas.

En Estados Unidos el gobierno y los medios de comunicación explotan de forma selectiva el legado del Martin Luther King, aunque se comportan de una manera absolutamente contraria a los verdaderos valores de este noble hombre.

El ejército estadounidense está expandiendo sus operaciones por África más rápidamente que en ninguna otra parte del mundo. Esto significa más armas, más inestabilidad política, golpes de Estado, guerras y posiblemente más millones de hombres, mujeres y niños pobres a los que se obliga a huir, a menudo hacia su propia muerte.

Tal como lo presentan los medios dominantes, el legado de Martin Luther King se ha transformado en una manera de encubrir un sistema racista, militarista y materialista a pesar de que el propio Martin Luther King defiende exactamente lo contrario.

“Ahora, empecemos”, concluía en su discurso contra la guerra. “Ahora, volvamos a dedicarnos a la larga y amarga, aunque hermosa, lucha por un mundo nuevo”.

Cincuenta años después de su muerte quizá sea el momento de escuchar de verdad.


Fuente: http://www.counterpunch.org/2018/01/26/the-trials-of-africa-and-the-real-dr-king-they-want-us-to-forget/

lunes, 10 de julio de 2017

_- Seymour Hersh desenmascara el mito de las armas químicas de Siria. "Trump sabía que Damasco no había usado armas químicas".

_- Antes de dar la orden de atacar la base aérea siria de Shayrat, el presidente estadounidense, Donald Trump, sabía que Damasco no había usado armas químicas en la ciudad de Kahn Cheikhoun, reveló el periodista estadounidense, Seymour Hersh.

Según el reporte de Sputnik, Hersh afirma que Trump tomó la decisión sin tener en cuenta la opinión de expertos, y luego su Administración trató de crear en los medios un panorama que la pudiera justificar.

En su investigación, Hersh se basó en los datos recibidos por parte de numerosas fuentes del Gobierno y servicios de inteligencia de EEUU.

De acuerdo con Hersh, Washington sabía de la operación inminente sobre ataques aéreos de las fuerzas sirias contra Kahn Cheikhoun, de los cuales le informó Rusia a fin de evitar víctimas entre agentes de Washington integrados en las filas de los terroristas.

"En aquel momento, los datos de los servicios de inteligencia mostraban que el 4 de abril, la Fuerza Aérea de Siria estaba controlando el lugar del encuentro de los terroristas. Para efectuar la operación, los rusos les proporcionaron una bomba guiada, equipada con una ojiva convencional", escribe Hersh en su artículo para el diario alemán 'Welt am Sonntag'.

Hersh señala que el objetivo del ataque sirio fue un edificio de dos pisos donde planeaban reunirse los extremistas. En el sótano del edificio se encontraba un depósito con misiles, armas y municiones, además de detergentes químicos a base de cloro que se usan para limpiar los cuerpos de los fallecidos antes de enterrarlos. Durante el ataque, los proyectiles impactaron el edificio, después de lo cual, se dispersó en el aire una gran cantidad de cloro en forma de nube.

El periodista recalcó que "varios días antes los servicios rusos informaron sobre la operación a los estadounidenses que se encontraban en Doha". Según Hersh, uno de los asesores de seguridad de Trump dijo: "No fue un ataque con armas químicas. Es un mito".

Sin embargo, al cabo de varias horas, prosigue Hersh, Trump ordenó efectuar un ataque en respuesta al supuesto uso de armas químicas después de haber visto algunas fotos de adultos y menores de edad afectados gravemente a causa de las sustancias venenosas. Así describe Hersh su reacción:

"Manos a la obra", proclamó Trump a pesar de que le aseguraron que no había pruebas del uso de armas químicas por parte de las fuerzas sirias.

Según el artículo de Hersh, los militares le ofrecieron a Trump cuatro guiones: renunciar al ataque, atacar el aeródromo, efectuar ataques masivos de varios objetos militares sirios y puntos de mando con el uso de bombarderos y aún aniquilar físicamente al presidente sirio, Bashar al Assad.

Trump eligió el segundo, y se lanzaron los 59 misiles Tomahawk desde los buques de guerra Ross y Porter que en aquel momento se encontraban en el mar Mediterráneo.

"Desde el inicio y hasta el final todo eso fue un típico show de Trump", cita el periodista a uno de los asesores de la Casa Blanca para seguridad.

Fuente:
http://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/seymor-hersh-trump-sabia-que