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martes, 25 de septiembre de 2018

Lehman Brothers: la caída hacia una de las peores crisis capitalista, que perdura

Claudio della Croce CLAE /
Rebelión


El colapso financiero provocado por el estallido de la burbuja hipotecaria en Estados Unidos causó una reacción en cadena que derrumbó a las principales economías del planeta y dejó a millones de personas sin trabajo. A pesar de que muchos países volvieron a crecer, todavía padecemos las consecuencias políticas de la gran recesión, pese a que en este decenio se ha producido la mayor intervención pública para salvar el capitalismo y la democracia occidental, tal y como los conocíamos Pocas veces como el 15 de septiembre de 2008 fue tan palpable la sensación de que el capitalismo global podía colapsar. Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de inversión del planeta, se declaró en quiebra y precipitó al planeta a su peor crisis económica desde los años 1930. Fundado en 1850, había sobrevivido a todas las crisis y tenía activos por 680 mil millones de dólares. Por eso, es considerada la mayor bancarrota en la historia de EEUU.

Lehman había sellado su destino mucho antes, con su involucramiento en la burbuja de las hipotecas subprime. Cientos de miles de créditos fueron concedidos a personas que no estaban en condiciones de pagarlos, lo cual creó una montaña de deudas de pésima calidad. Sin embargo, eran agrupadas en bonos y comerciadas por los grandes bancos como inversiones de bajo riesgo , con la complicidad de las agencias calificadoras, que hicieron la vista gorda y lucraron con la jugada.

El estallido de la burbuja hizo quebrar a decenas de entidades menores en 2007, y estaba comprometiendo a todo el sistema financiero estadounidense. La quiebra de Lehman Brothers sorprendió al mundo, tras un fin de semana de intensas e infructuosas negociaciones. El banco dejó una deuda de 691 mil millones de dólares y a 25 mil empleados en la calle, en la mayor quiebra en la historia estadounidense. En Wall Street, el Dow Jones se hundió 500 puntos, su mayor caída desde los ataques contra las Torres Gemelas en 2001.

“El jueves [18 de septiembre], a las once de la mañana, la Reserva Federal (Fed) advirtió una enorme disminución de las cuentas del mercado monetario en EEUU, dinero por valor de 550.000 millones de dólares fue retirado en cuestión de una hora o dos. El Tesoro abrió su ventanilla para ayudar e inyectó unos 105.000 millones de dólares en el sistema, pero pronto se dio cuenta de que no podía detener la marea”, señaló el demócrata Paul Kanjorski, presidente del comité del mercado de capitales en el Congreso de EEUU.

“Estábamos teniendo una afluencia masiva electrónica en los bancos. Ellos decidieron suspender la operación, cerrar las cuentas monetarias y anunciar garantías de 250.000 dólares por cuenta, de manera que no se produjese más pánico. Si no lo hubieran hecho, estimaban que a las dos de esa tarde habrían sido retirados 5,5 billones de dólares del sistema de mercado monetario de EEUU, y esto habría desplomado la economía mundial. Habría sido el fin de nuestro sistema económico y de nuestro sistema político, tal como lo conocemos”, añadió.

Estas palabras son muy útiles para recordar el ambiente apocalíptico que se vivía hace ahora una década, después de que fracasasen todos los intentos de las autoridades estadounidenses de vendérselo a alguien. Cuando el secretario del Tesoro Henry Paulson intentó endosárselo al británico Barclays Bank, su colega de Reino Unido le respondió: “No queremos importar vuestro cáncer”.

Obviamente, los jefes de Lehman estaban al tanto de los riesgos excesivos que corrían para aumentar sus ganancias a corto plazo, pese a que desde 2005 los directivos conocían el riesgo de un derrumbe del mercado inmobiliario. De 2005 a 2007, en el corazón de la burbuja inmobiliaria que otorgaba créditos hipotecarios a compradores insolventes, Lehman compró muchos de esos préstamos, registró ganancias récord. Pero desde mediados de 2007 el banco comenzó a acumular pérdidas y el golpe de gracia llegó nueve meses después, el 16 de marzo de 2008, con la casi quiebra de otro banco de inversiones, Bear Stearns.

Al borde de la bancarrota por sus apuestas desastrosas, Bear Sterns fue comprado por JPMorgan, bajo la égida de la Reserva Federal, medida que socavó la confianza de los mercados, que comenzaron a apostar por la caída de Lehman. Las autoridades intentaron hallar un comprador para Lehman, y negociaron primero con un banco surcoreano y luego con Bank of America y Barclays.

La Reserva Federal presionó a JP Morgan y le prestó 30 mil millones de dólares para que adquiriera Bear Stearns pagando dos dólares por acción (cuando se habían cotizado en 133 un año antes). El objetivo era evitar la quiebra de otros bancos de inversión, como Merryll Lynch y Lehman Brothers, fuertemente comprometidos.

El rescate de Bear Stearns iba contra todo lo que preconiza el evangelio del neoliberalismo: en lugar de dejar que se aplicara la disciplina del mercado, la Reserva Federal intervino para mitigar los daños de la caída. Al final, el rescate no pudo detener la debacle. Seis meses después de la adquisición por JP Morgan, el banco Lehman Brothers también tuvo que declararse en quiebra, pero esta vez la Fed decidió que no habría rescate, provocando un terremoto en el sistema financiero mundial.

Estados Unidos acababa de nacionalizar una semana antes a los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, que garantizaban más de cinco mil millones de dólares de préstamos. Poco después, el Estado salvó a la compañía de seguros AIG, con 180 mil millones de dólares, antes de colocar a disposición de los bancos otros 700 mil millones de dólares en un polémico plan de recapitalización… y finalmente dejó caer a Lehman, mientras salvaba a Goldman Sachs.

Miles de compañías de los más variados rubros cerraron sus puertas y millones de personas quedaron desempleadas. Para evitar la explosión del sistema financiero, muchos países tuvieron que pagar millonarios rescates para salvar a los mismos bancos que habían sido responsables de la hecatombe.

Esta combinación de factores hizo que la crisis económica se convirtiera rápidamente en política. Al descontento generalizado de la población por la falta de trabajo y el fin del bienestar , se sumó la indignación con la clase dirigente: en lugar de apoyar a las personas comunes, se ayudó a los banqueros.

Washington movilizó billones de dólares para salvar a cada sector que generó la crisis, pero fuera de Wall Street el resto de EEUU sufrió penurias. Los suicidios se dispararon, mientras los deudores perdían sus casas en todo el país. Unos 10 millones de estadunidenses se quedaron sin trabajo. Después de 10 años y cientos de miles de millones en multas a bancos, el mayor legado de la crisis es que nadie fue juzgado o enviado a la cárcel, denunció Phil Angelides, quien presidió una comisión que investigó la crisis de 2008.

La recesión desencadenada por los bancos que se beneficiaron de inversiones impagables que llevaron a la caída del sistema financiero trajo como consecuencia una mayor regulación que se implementó a partir de 2010, bajo el gobierno del presidente Barack Obama, y que el mandatario actual, Donald Trump, pretende aligerar.

Hoy, los riesgos sobre la prosperidad mundial tienen palabras como aranceles, China, países emergentes, Brexit y Donald Trump. Un coro de organismos globales, como el Fondo Monetario Internacional, economistas, empresarios y gobiernos, además de la Reserva Federal de EEUU, advierten que una guerra comercial terminará perjudicando a la producción, a los consumidores y a toda la economía del planeta.

El contexto político actual no se asemeja en nada al que había antes. Los partidos tradicionales del mundo occidental están en crisis y el populismo —principalmente en su vertiente de extrema derecha— está en auge. La estabilidad previa a la Gran Recesión luce hoy como una utopía o una mera expresión de deseos.

La caída fue más fuerte y más larga en Europa. Como EEUU, la media de los 28 países de la UE venía creciendo al 3% anual hasta 2007 inclusive, ya que el efecto de las subprime tardó un poco más en llegar. En 2008 el PIB se estancó en 0,5% y en 2009 se desplomó 4,3 por ciento. En los seis años que van desde 2008 hasta 2013, el PIB europeo promedió 0% de crecimiento . En 2014 comenzó una débil recuperación que ronda el 2% anual hasta 2017.

La crisis financiera de 2008 provocó una década perdida en el mundo desarrollado. Muchos países, particularmente en el sur de Europa, siguen apretados con un elevado endeudamiento público y austeridad. Las tasas de desempleo siguen siendo altas, sobre todo entre los jóvenes . La desigualdad de ingresos continúa aumentando. Los problemas actuales en Italia y en Turquía muestran cuán frágiles son nuestras economías", señaló Manuel Funke, investigador del Instituto Kiel para la Economía Mundial.

Los gobiernos en Grecia, Portugal, Italia, España e Irlanda implementaron políticas de austeridad con el objetivo de reducir el déficit presupuestario y calmar a los mercados financieros, lo que contribuyó a incrementar el desempleo. Los costos sociales y políticos fueron elevados y aún se sienten.

Los casos más dramáticos son los de Grecia y España. La desocupación se cuadriplicó en el primero, de 7,3% en mayo de 2008 a 27,9% en julio de 2013. Tras un rescate financiado por el FMI y la UE, que implicó severas medidas de ajuste, comenzó a descender, pero recién este año cayó por debajo de 20%, a 19,1 por ciento. En España, cuyo sistema financiero también debió ser rescatado, saltó de 7,9% en mayo de 2007 a 26,3% en 2013. Ahora está en 15,1%, casi el doble que antes.

La pérdida de empleo fue el efecto más notorio de la recesión. En Estados Unidos, la desocupación pasó de 5% en diciembre de 2007 a 7,3% en 2008. El pico máximo fue 10% en octubre de 2009, exactamente el doble que dos años antes. Desde ese momento empezó a bajar sostenidamente, hasta ubicarse en 3,9% en agosto de 2018. La crisis financiera de 2008 provocó una década perdida en el mundo capitalista.

Los sistemas bipartidistas que habían sido estables por décadas fueron barridos y los parlamentos se volvieron crecientemente fragmentados, con el ingreso de partidos nuevos y pequeños, muchos de ellos xenófobos y ultraconservadores . Las sociedades se polarizaron políticamente en los últimos diez años, lo que hace que gobernar y resolver las crisis sea mucho más difícil.

La Gran Recesión sigue: Mercado y Estado

Una enorme lista de libros han informado, analizado, comparado e incluso producido alternativas al funcionamiento del sistema capitalista -que estuvo en un tris de hacer realidad las profecías de Marx sobre su derrumbamiento- en la última década.

Entre ellos, Crash. Cómo una década de crisis financiera ha cambiado el mundo, del profesor de la Universidad de Columbia Adam Tooze, relata cómo al día siguiente de la caída de Lehman, paralizados los mercados financieros, con las primeras inyecciones de centenares de miles de millones de dólares para salvar Wall Street; mientras George Bush nacionalizaba AIG, una de las mayores aseguradoras del mundo especializada en seguros de impago de créditos, y la histeria se contagiaba en Manhattan, unos metros más allá se abría el periodo de sesiones de la Organización de las Naciones Unidas.

Relata Joaquín Estefanía que el primer orador fue Lula da Silva, quien denunció enérgicamente el caos especu­lativo que había provocado la caída de los bancos. El segundo, un Bush desconectado de la realidad, dedicó su alocución al terrorismo, y la crisis financiera tan solo ocupó dos párrafos al final. Una semana después, el secretario del Tesoro pedía permiso al Congreso para instrumentar el primer paquete de ayudas al sistema financiero por valor de 700.000 millones de dólares, con el siguiente argumento: “Si no hacemos esto hoy, el lunes ya no habrá economía”.

Hay casi unanimidad en los analistas en que la Gran Recesión no fue un accidente puntual de la economía, sino un cambio global cuyas consecuencias se han multiplicado en el territorio de la política (crisis de representación, con la aparición de nuevas formaciones a derecha e izquierda, el resurgir del populismo y de los autoritarismos, la multiplicación de los movimientos de indignados).

Pero también de la geopolítica, con las guerras comerciales, la salida de Reino Unido de la Unión Europea, la permanencia definitiva de China como superpotencia mundial, entre otras, transformaciones que algunos estudiosos denominen a la crisis “la Segunda Gran Depresión”.

En la comparación entre ambos periodos recesivos se destaca que los problemas entre el año 2008 y la actualidad fueron menos profundos que los de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, pero más extensos y, sobre todo, más complejos que aquellos.

Muchos autores con Guy Standing y Owen Jones, defienden que la Gran Recesión todavía no ha acabado, aunque el mundo haya vuelto a una etapa de crecimiento económico y de reducción de las tasas de paro, sino que se ha producido una mutación silente de la misma y una metástasis de sus efectos negativos más estructurales como son la precarización de la vida y los mercados de trabajo y la desigualdad.

Una serie de estudios científicos han situado esta característica central de la economía capitalista en el frontispicio de sus deficiencias. Durante la Gran Recesión se ha expandido, como en pocos momentos de la historia contemporánea, una redistribución a la inversa de las rentas, la riqueza y el poder de los ciudadanos.

Los economistas ortodoxos no fueron capaces de prever la llegada de la crisis y cómo tuvieron que abandonar sus opciones y recuperar las lecciones del keynesianismo con el fin de superar los más lacerantes desequilibrios. Durante la última década hubo de ampliarse irremediablemente el marco cognitivo neoliberal, hegemónico en la práctica política desde los años ochenta del siglo pasado, operando el sistema en muchos momentos como una suerte de capitalismo de Estado.

Por primera vez se trataba de una crisis de la que no podía culpabilizarse a la periferia, sino que nació y se expandió desde el corazón del capitalismo. Durante las tres últimas décadas, la revolución conservadora había aleccionado al mundo bajo el principio teórico de que “el mercado lo solucionaría todo”. Pero Wall Street se hundía, por lo que se arrojó a la basura tal idea y se instrumentó la más formidable intervención con dinero público de la que se tiene memoria.

El célebre “consenso de Washington” (disciplina fiscal y monetaria) no dejaba de ser una piadosa jaculatoria de los teóricos sin contacto con la realidad. El problema no era, como habían dicho, de Gobiernos grandes, de ogros filantrópicos, sino de Ejecutivos débiles, demediados, sin los instrumentos regulatorios adecuados ante la magnitud de las dificultades, señala Estefanía.

Otros análisis de periodistas financieros, como el de Guillian Tett en el Financial Times, señalan que las crisis financieras como la de Lehman comparten dos cosas. “En primer lugar, el período anterior a la crisis está marcado por la arrogancia, la codicia, la opacidad - y una visión unilateral de las entidades financieras que hace que les sea imposible evaluar los riesgos. En segundo lugar, cuando la crisis golpea, hay una pérdida repentina de confianza de los inversores, de los gobiernos, de las instituciones o de los tres”. La arrogancia se convierte en su contrario; o lo que Keynes llamó los “espíritus animales'' desaparecen de repente.

Para Tett, las crisis financieras se producen una y otra vez debido a la imprudencia y la codicia y, presumiblemente, a la falta de regulación. Michel Roberts señala que entre 2007 y 2017, la proporción de la deuda en relación con el PIB aumentó de 179 a 217 por ciento. Pero esta vez, la “orgía de endeudamiento no ha ocurrido en las áreas de finanzas que causaron la última crisis, como los préstamos de alto riesgo. En su lugar, el auge de la deuda se produce en empresas en riesgo y gobiernos como Turquía o EEUU, cuyo endeudamiento público se ha acelerado bajo la administración de Donald Trump.

Las conclusiones políticas de todo esto es que una mayor regulación, o la división de los bancos y las grandes corporaciones o la eliminación de la legislación antisindical pueden ayudar a revertir un poco las tendencias al aumento de la desigualdad y del poder monopolista.

Pero, señala Roberts, como la crisis financiera global y la Gran Recesión mostraron y Larga Depresión posterior confirmó, estas medidas no impedirán otra crisis y recesión, cuando los 'espíritus animales' se evaporen y el boom se convierta en una depresión de nuevo. Y de todos modos, no hay 'progresistas' alrededor para implementar tales ‘reformas’.

El mercado y el Estado son presentados comúnmente como entidades separadas e incluso antagónicas. Los ignorantes portavoces del neoliberalismo quieren hacer creer que el mercado surge espontáneamente en un proceso de evolución natural. Al mismo tiempo, popularizan la visión de que el Estado es un ogro invasivo capaz de distorsionar el funcionamiento eficiente de los mercados, señala el economista Alejandro Nadal.

En esta visión del mundo, se supone que las leyes imponen un marco de certidumbre al evitar la arbitrariedad. Pero cuando la crisis amenaza la estabilidad de todo el sistema, el Estado y entidades como la Reserva Federal intervienen con gran arbitrariedad. Todo esto ha erosionado el estado de derecho, la legitimidad del Estado y ha consagrado el engaño como esencial en las operaciones mercantiles, añade.

Ahora tenemos un coctel explosivo. Después del colapso financiero, el sistema de préstamos interbancarios se congeló (2008-2012). El rescate de bancos y grupos corporativos mediante la política fiscal no fue suficiente para dar confianza al sistema financiero. La Reserva Federal inauguró entonces su postura de flexibilidad cuantitativa, que intensificó la compra de activos en poder de los bancos.

Hyman Minsky señaló que al estallar la crisis, los bancos buscaron liquidar los activos que tenían en garantía de los préstamos otorgados y eso provocó el colapso del valor de esos activos: la intervención de la Reserva Federal estaba dirigida a contener esa caída de precios.

Todo eso contribuyó a calmar los ánimos en los mercados financieros, pero a un costo que entrañaba nuevos peligros y la composición de los activos de la Fed así lo demuestra. En 2009, la Reserva Federal no tenía entre sus activos ni un título respaldado por hipotecas. Hoy, 40% de éstos se compone de ese tipo de activos (y no se sabe cuántas de esas hipotecas son de mala calidad).

Por otra parte, el volumen astronómico de liquidez inyectado por la Fed en el sistema bancario ha servido para promover la creación de una nueva burbuja especulativa. La flexibilidad cuantitativa inyectó más de 4.4 billones de dólares en el sistema financiero, que debían servir para reactivar la economía real, pero el banco central sólo opera mediante el mundo financiero, y es ahí donde se quedó estacionada la liquidez creada por la flexibilidad cuantitativa.

El testigo de este fenómeno es el crecimiento de los índices bursátiles más importantes. La especulación y los grandes vicios del proceso de financiarización de la economía real siguen como antes de la crisis de 2007-2008. Los esfuerzos por establecer una regulación robusta para el sistema bancario y financiero (ley Dodd-Frank de 2010) fueron tibios, pero hoy, hasta los demócratas estadounidenses contribuyen con la agenda de desregulación y debilitamiento de esa norma. Y con los efectos de la superburbuja en los mercados financieros estamos en presencia de una mezcla tóxica.

La suerte del capitalismo se juega estos años, añade Nadal. Cuarenta años de neoliberalismo a escala planetaria han dejado una cicatriz que no desaparece fácilmente. Son décadas de creciente dominio del sector financiero sobre la economía, de un fuerte castigo al gasto social y una represión de los salarios. Este décimo aniversario nos recuerda que quizás estamos frente a un cambio de esencia en el capitalismo.

Claudio della Croce: Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico

(CLAE, www.estrategia.la)

jueves, 2 de agosto de 2018

Michael Hudson: “La economía está rota para el 99% de la gente” El contestatario profesor de economía vaticina la llegada de otra crisis financiera

Michael Hudson, Chicago, (1939) es un arqueólogo de la economía. Lleva décadas desgranando el pasado para entender el presente.

Retrocede en el tiempo y explica, por ejemplo, que Jesucristo fue crucificado para castigarle porque representaba una amenaza para los ricos. Explica que hay sermones en la Biblia que se refieren a la cancelación de la deuda, uno de los grandes argumentos de confrontación en el Imperio Romano.

Hudson nunca se acostumbró a la vida en el centro de Nueva York, así que reside en Forest Hills, en el barrio de Queens. Es lo que más se parece a Mineápolis, el lugar en que creció en el seno de una familia marxista. Por aquel entonces era la única ciudad trotskista del país. El profesor de la Universidad de Kansas City, la facultad más progresista en política monetaria de EE UU, recuerda los días en que todo lo que el país consumía se producía en el Medio Oeste.

Ahora todo es distinto. El sector financiero, dice, ha tomado el control de la economía y la exprime hasta asfixiarla. Su último libro, Matar al huésped (Capitán Swing), que se ha publicado este año en España, explica que la estrategia de los acreedores es similar a la de un parásito: hacen creer al huésped (el receptor) que son parte de su cuerpo, que lo cuidan y protegen. Pero, en realidad, desangran la economía, extrayendo los ingresos necesarios para producir.

Hudson fue uno de los ocho economistas que advirtieron del estallido de la crisis financiera en 2008. También fue una de las figuras detrás del movimiento Occupy Wall Street. El 1% más rico, explica, capturó la casi totalidad del crecimiento de la renta desde la Gran Recesión. Hoy, vuelve a advertir de que se acerca otro crash, y que puede ser incluso peor.

Hace medio siglo trabajó como economista en Wall Street. ¿Qué aprendió?
Vi cómo el dinero de los ahorros se recicla en el mercado hipotecario y cómo eso infla el precio de la vivienda y eleva el coste de vida. Esos créditos representan el 80% de los préstamos bancarios. No se puede competir teniendo un coste de la renta tan alto.

Ese fue el origen de la crisis.
Sí, nadie hizo caso hasta que fue demasiado tarde. El sistema estaba podrido, por eso hablaban de hipotecas basura. Los grandes bancos sabían lo que hacían y que eso los enriquecería. Se fijaban en el corto plazo. Al principio de una burbuja se hace mucho dinero. El crash siempre es resultado de una quiebra o de que se destapa un fraude.

¿Dónde estamos 10 años después?
El punto débil hoy es la deuda corporativa. Las empresas están muy endeudadas. Se recurrió a la deuda para pagar dividendos y recomprar acciones. Porque a los gestores se les premia según cuanto suban sus títulos, no en función de las ventas o porque contraten a más personal para generar negocio más. Pura ingeniería financiera.

Los organismos internacionales advierten de los efectos en los países emergentes del alza de tipos en EE UU.

De hecho, la próxima crisis la causará principalmente la deuda acumulada en moneda extranjera. Si el coste en dólares sube, van a tener que pagar más en su moneda nacional para poder cubrir la deuda. Se está creando un verdadero problema. Basta con mirar la situación en Argentina.

¿Esto no lo ve la Reserva Federal de EE UU?
Creo que un requisito para trabajar ahí es no entender cómo funciona realmente la economía. Es ciencia-ficción, viven en un universo paralelo en el que todo el mundo paga sus deudas.

¿La teoría está equivocada?
Suspendí un curso en la Universidad de Nueva York porque indiqué al profesor que las asunciones no eran correctas. Yo no repetía lo que decían los libros de texto, esos que escriben los lobbistas de bancos.

Pero el crédito es necesario.
Nadie a los 20 o 30 años tiene dinero para pagarse la universidad o comprar una vivienda, salvo que su familia sea rica. Los bancos determinan el precio de la educación y de la vivienda en función de lo que te prestan. Ahora, hay que pedir prestado para llegar a final de mes.

Y aumenta la desigualdad.
Se están creando dos niveles: uno que no necesita crédito, y otro que debe pedir prestado. El sector financiero proclama que forma parte de la economía, pero no es verdad. Es algo externo, un parásito. El crecimiento de los últimos 10 años se debe a servicios financieros, pero el crédito no produce nada. La economía está rota para el 99%, mientras el crédito eleva el precio de los activos del 1%.

Su libro salió en EE UU hace tres años. Han pasado muchas cosas. ¿Donald Trump es parte del legado de Barack Obama?
Sí, y a Obama no le tengo ninguna simpatía. En Chicago se puso del lado del sector inmobiliario para destruir vecindarios pobres y gentrificarlos. En la Casa Blanca hizo lo mismo. La gente votó contra su Administración en 2016 y porque no querían a Hilary Clinton. Sentían que era corrupta.

¿Qué le parecía Bernie Sanders?
Me gustaba su mensaje, pero era monótono y se parecía mucho, en algunos puntos, al de Trump, que no es tonto. Es corrupto, pero lo suficientemente listo para no estar en la cárcel. Los republicanos van a ganar otra vez porque los demócratas han declarado la guerra a los seguidores de Sanders y se están centrando en la gente que votó a Trump.

¿Cómo se define políticamente?
Cuando llegué a Wall Street, los principales economistas eran marxistas. El gran reto político hoy es el exceso de deuda. La derecha lo entiende mejor que la izquierda.

Y no resuelve el problema.

Cierto, pero entienden lo grave que es.

¿Qué solución vislumbra?
La deuda no se puede pagar, y no se va a pagar.

Pero el sistema no acepta que se condone.

Por eso va a quebrar. O se produce un embargo masivo de bienes, como en 2008, o se tendrá que reducir la deuda a los estudiantes y condonar.

¿Qué pasa con el ahorrador?
 Al cancelar la deuda, cancelas los ahorros de alguien, sí. El problema es que tres cuartas partes de los ahorros están en manos del 1%. Habrá también gente honesta que perderá porque el sistema es corrupto.

¿Hay espacio para una opción pública?
El crédito debe ser como la luz o el agua. Un banco público no ofrecería bonos basura, y podría reducir la deuda.

¿Se puede restaurar el orden?
Solo con una crisis.

Pero seguimos tratando de salir de una.

No fue lo suficientemente grande. Se necesita algo que conciencie a la gente de que el sistema no funciona. Muchos pensaron que, al rescatar a la banca, la economía se recuperaría. Pero no. Wall Street está inflado gracias a la Reserva Federal, el mercado de bonos ha tenido el mayor boom de su historia y el mercado inmobiliario está boyante. Pero la producción y el consumo no se han recuperado.

sábado, 19 de marzo de 2011

Inside Job, el documental premiado sobre los origenes de la actual crisis económica.

Inside Job; Ferguson examina el sistema financiero criminal de los Estados Unidos. Aquí el trailer subtitulado en español.



Charles Ferguson es el autor del mejor documental sobre la guerra de Irak que se haya realizado hasta la fecha, No End in Sight; un escalofriante relato de la cadena de insensateces, chapucerías, mentiras, tergiversaciones y codicia que llevaron a Estados Unidos a involucrarse en un conflicto bélico cuyo final, como dice el título de documental, se pierde de vista.
Por estos días, Ferguson está presentando en Cannes su último trabajo, Inside Job. Esta vez, con idéntica acuciosidad, examina las causas y las consecuencias de la crisis financiera global, que por estos días hace temblar a la Comunidad Europea. Una crisis que, a su jucio, no es en absoluto, accidental:
Esta película procura ofrecer un retrato integral de un asunto extremadamente importante y actual: la peor crisis financiera desde la Depresión, que sigue amenazándonos a través de los problemas de endeudamiento que vive Europa y la inestabilidad financiera mundial. Era una crisis totalmente evitable; de hecho durante 40 años después de la Gran Depresión, los Estados Unidos no tuvo ni una sola crisis financiera. Sin embargo, la progresiva desregulación del sector financiero desde la década de los ochenta, ha dado paso a una industria cada vez más criminal, cuyas “innovaciones” han generado una sucesión de crisis financieras. Cada crisis ha sido peor que la anterior y sin embargo, gracias al creciente poder y riqueza de la industria, muy pocas personas han sido encarceladas en cada una de ellas. En el caso de esta crisis nadie ha sido encarcelado, a pesar del fraude que ha causado pérdidas de billones de dólares. Es mi esperanza que a través de esta película, en menos de dos horas, todos puedan comprender la naturaleza esencial y las causas fundamentales de este problema. También espero que después de verla, independientemente de la opinión política, los espectadores puedan estar y podamos estar todos de acuerdo en la importancia de restaurar la honestidad y la estabilidad a nuestro sistema financiero, y de exigir responsabilidad a aquellos que lo han destrozado.
En un entrevista que concediera a The Wall Stree Journal, Ferguson subraya el carácter criminal de la crisis:
Creo que el argumento (de la película) central es que la desregulación, que comenzó en la década de 1980, conduce a la aparición de lo que, sin exageración alguna, es una industria criminal. El sistema financiero estadounidense se ha convertido en una industria criminal, en particular la banca de inversión. Eso es verdad en dos sentidos: la forma tan literal en la que estas personas han violado la ley. En la película, citamos una lista de actividades criminales a gran escala por las que las principales instituciones financieras ya han sido condenadas. El segundo sentido es que se ha desarrollado una cultura de una banca de inversión sin restricciones, en las que la gente puede hacer lo que quiera.
La tesis secundaria de la película es que a medida que esta industria se ha vuelto más poderosa y rica, ha corrompido las instituciones y a las personas que deberían haberla contenido – obviamente el sistema político, el sistema regulador y, menos obvia pero igualmente importante, el mundo académico y la investigación de la disciplina económica.
Según una nota de prensa:
El retrato del Sr. Ferguson de la crisis dura aproximadamente 105 minutos. Narrada por el ganador del Oscar® Matt Damon, se rodó en exteriores en los Estados Unidos, Islandia, Inglaterra, Francia, Singapur, y China. “INSIDE JOB” ha sido producida conjuntamente con Sony Pictures Classics. Entre las muchas personalidades que aparecen en “INSIDE JOB” se encuentran líderes empresariales, funcionarios y académicos como Barney Frank, Charles Morris, Daniel Alpert, Dominique Strauss Kahn, Glenn Hubbard, Eliot Spitzer, George Soros, Christine LaGarde, Jeffrey Lane, Kenneth Rogoff, Lawrence McDonald, Martin Feldstein, Harvey Miller, y Michael Greenberger.
Charles Ferguson | Entrevista en Charlie Rose Crítica del documental en El País.
Otro vídeo de El País, aquí. 20 películas sobre "economía y negocios" Más en Diagonal.

La banca y el mundo académico

Se está mostrando en EEUU un documental sobre los orígenes de la crisis financiera en EEUU (Inside Job) que está teniendo gran impacto. Se le ha concedido hace unas semanas el Oscar al mejor documental del año y está creando gran revuelo en los departamentos universitarios de Economía y en centros de investigación económica de aquel país. Muestra, entre otros temas, cómo el centro financiero de EEUU (Wall Street) ha estado configurando la sabiduría convencional del conocimiento económico universitario, reproducido en los centros académicos de mayor prestigio de aquel país.
La banca, a través de la financiación de congresos, de revistas supuestamente científicas de gran renombre, de financiación de centros de investigación económica, de pagos a famosos economistas que directamente o indirectamente están a su servicio y del establecimiento de cátedras universitarias, ha configurado la “ortodoxia” del pensamiento económico que ha estado sirviendo, en su gran mayoría, a los intereses del capital financiero de EEUU. Se ha establecido, así, un dominio casi absoluto que ha dominado la cultura económica del país. El documental presenta también la existencia de economistas críticos con este pensamiento único, un número muy reducido, ignorado por el establishment académico económico.
El documento muestra cómo este pensamiento único, ortodoxo, llevó al país y al mundo al desastre. Las enormes crisis financieras y económicas se basaban en las políticas derivadas de los supuestos que regían tal conocimiento ortodoxo económico. La comunidad académica de grandes departamentos universitarios de Economía, donde se reproducía la ortodoxia, falló estrepitosamente, no sólo en prevenir las crisis, sino que contribuyó a que se produjeran. Y lo que el documental denuncia es que, a pesar de este gran fracaso e incompetencia, continúan dominando el pensamiento económico, guiando las respuestas a la crisis a través del Estado federal, proponiendo medidas que están favoreciendo al capital financiero a costa del bienestar de las clases populares estadounidenses.
Sería aconsejable que un documental parecido se hiciera en España mostrando una situación casi idéntica a la que ocurre en EEUU: el dominio de la banca en la reproducción de la sabiduría convencional económica. Sólo basta señalar la coincidencia de puntos de vista y propuestas de cambio que hace el gobernador del Banco de España (el mayor lobby de la banca, que supuestamente es su regulador), los que hace FEDEA (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), financiada por la banca, y los sucesivos manifiestos (patrocinados por FEDEA) de los 100 economistas, la mayoría académicos. Todos ellos reproducen la misma ortodoxia económica. Su manera de resolver el desempleo es despedir más fácilmente a los trabajadores y bajar sus salarios; la de resolver la supuesta inviabilidad del sistema público de las pensiones es a base de reducir las pensiones; y para resolver la supuesta insostenibilidad del Estado del bienestar proponen reducir todavía más el empleo y el gasto público (en el país de la UE-15 que lo tiene ya más bajo), y así un largo etcétera, medidas todas ellas que están causando un enorme dolor a las clases populares. Nunca incluyen en sus análisis el estudio del comportamiento especulativo de la banca responsable del colapso del crédito (una de las causas de la crisis financiera y económica) ni las propuestas que redujeran el excesivo protagonismo que los intereses de la banca tienen para el buen hacer de la economía española, ni la muy necesaria reforma fiscal que corrija la enorme regresividad existente en España.
Su comportamiento se inspira en el pensamiento neoliberal surgido de los mayores centros universitarios de reflexión económica de EEUU y sus revistas supuestamente científicas. Es demostrativo de ello que en una de las escasas ocasiones que un portavoz del manifiesto de los 100 economistas respondió a mis críticas, no lo hizo respondiendo a mis datos, sino –en un intento de descalificación personal– a mi supuesta falta de conocimiento en Economía que según él quedaba mostrada en que (¡horror de los horrores!) yo nunca había publicado un artículo en American Economic Review, una revista que ha sido un fórum de promoción del pensamiento neoliberal en aquel país.
Durante 40 años he sido catedrático de Políticas Públicas (una especialidad en Ciencias Políticas y Económicas) en The Johns Hopkins University. A la vuelta del exilio, fui propuesto como catedrático extraordinario de Economía Aplicada en la Universidad Complutense. Más tarde fui catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona, y después catedrático de Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Pompeu Fabra. En cuanto a publicaciones, según el instituto de análisis de literatura científica (Lauder Institute of Management and International Studies de Pensilvania), soy uno de los economistas y politólogo españoles más citado en la literatura científica internacional en Ciencias Sociales (que incluye Economía, Ciencias Políticas y Sociología, entre otras disciplinas). Escribo estas notas con cierta incomodidad (procedo de una familia y de una tradición que no ve con buenos ojos hablar de uno mismo) para denunciar los estrechos cánones de ortodoxia económica profundamente ideologizada existente en España, detrás de la cual está el enorme poder de la banca, que al promover el pensamiento neoliberal (que presenta como ciencia económica) está dañando el bienestar de la mayoría de la población española. Vicenç Navarro. Público
http://blogs.publico.es/dominiopublico/3158/la-banca-y-el-mundo-academico/