Mostrando entradas con la etiqueta deterioro cognitivo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta deterioro cognitivo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 20 de septiembre de 2023

_- 3 factores que disminuyen el riesgo de sufrir deterioro cognitivo (y 2 que lo aumentan)


_- Científicos de la Universidad de Columbia estudiaron la función cognitiva de cerca de 3.000 personas para investigar el deterioro cognitivo leve.

Aproximadamente dos de cada 10 personas mayores de 65 años tienen un deterioro cognitivo leve, como un cambio notable en la memoria, la capacidad de resolver problemas o la atención.

Este deterioro es causado, en parte, por los mismos cambios cerebrales que ocurren en la demencia.

Si bien el deterioro cognitivo leve a menudo tiene poco efecto en la forma de vida de una persona, entre el 5% y el 10% de quienes lo padecen desarrollarán demencia.

Por qué algunas personas con deterioro cognitivo leve desarrollan demencia y otras no ha sido un misterio desde hace mucho tiempo.

Pero un estudio reciente de la Universidad de Columbia en Nueva York identificó varios factores que determinan si una persona tiene más o menos probabilidades de desarrollar un deterioro cognitivo leve.

Estos hallazgos podrían darnos una pista sobre quiénes tienen más probabilidades de desarrollar demencia.

Los investigadores observaron a 2.903 personas de 65 años o más y rastrearon su función cerebral durante nueve años.

Para detectar el deterioro cognitivo se observó si los participantes no diagnosticados con demencia tenían problemas con un ejercicio de memoria o si habían relatado tener dificultades con ciertas tareas diarias (como usar el teléfono).

Al comienzo del estudio, todos los participantes tenían una función cerebral normal. Luego de seis años, 1.805 participantes tenían una función cognitiva normal, 752 tenían un deterioro cognitivo leve y 301 tenían demencia.
Mujeres mayores en una clase de gimnasia

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,


Las personas más activas física o socialmente tienen un riesgo ligeramente menor de desarrollar un deterioro cognitivo leve.

Los investigadores hicieron luego un seguimiento del grupo con deterioro cognitivo durante otros tres años.

Como algunos participantes "se perdieron durante el seguimiento", los investigadores solo pudieron observar a 480 personas del grupo original de deterioro cognitivo leve.

Si bien 142 todavía tenían un deterioro cognitivo leve, encontraron que 62 personas de este grupo ahora tenían demencia.

Los investigadores también encontraron que 276 personas ya no cumplían con los criterios de deterioro cognitivo leve, lo que nos muestra que el deterioro cognitivo leve no siempre conduce a la demencia y no es necesariamente permanente.

Veamos primero los factores relacionados con un menor riesgo de desarrollar un deterioro cognitivo leve.

Menor riesgo
1. Educación

El tiempo dedicado a la educación es un factor que reduce el riesgo de sufrir un deterioro cognitivo leve.

Las personas que habían estudiado en promedio durante 11,5 años tenían un 5% menos de probabilidades de desarrollar un deterioro cognitivo leve en que aquellas que lo habían hecho durante 10 años.

La educación ayuda al cerebro a construir más neuronas y conexiones.

El estudio no diferencia entre el tipo de educación (escuela primaria o educación superior).

Una teoría para este vínculo es que un tiempo más prolongado en la educación está relacionado con un nivel socioeconómico más alto, lo que puede significar que una persona tiene acceso a un estilo de vida más saludable y mejor atención médica.

Otra teoría es que la educación ayuda al cerebro a construir más neuronas y conexiones. Esto puede ayudar al cerebro a compensar cualquier cambio que ocurra por un deterioro cognitivo leve, como la pérdida de memoria.

2. Ejercicio y actividades de ocio

Las personas que eran más activas física o socialmente tenían un riesgo ligeramente menor de desarrollar un deterioro cognitivo leve.

Para medir qué tan sociales o activos eran los participantes, estos completaron un cuestionario sobre el tipo y frecuencia de actividades que realizaban, como caminar o ir al cine.

Los investigadores dieron a los participantes una puntuación máxima de 13. Cuanto mayor era la puntuación, más activo era el participante.

La actividad física de intensidad moderada (como nadar) durante la mediana edad o la vejez puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo leve.

Aquellos que no tenían un deterioro cognitivo leve obtuvieron un promedio de 7,5, mientras que aquellos con un deterioro cognitivo leve registraron un puntaje ligeramente más bajo, 7,4.

Las personas con demencia obtuvieron una puntuación de 5,8.

Estudios anteriores también han demostrado que la actividad física de intensidad moderada (como nadar) durante la mediana edad o la vejez puede reducir el riesgo de deterioro cognitivo leve.

El efecto protector del ejercicio podría explicarse por cambios estructurales beneficiosos que ocurren en nuestro cerebro como resultado de la actividad física. Hay evidencia creciente también de que participar en actividades sociales puede ayudar a mantener la salud del cerebro y reducir el riesgo de muerte prematura.

3. Ingresos

Las personas con un ingreso superior a US$36.000 al año tenían un 20% menos de probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo leve en comparación con las que ganaban menos de US$9.000 al año.

El ingreso probablemente está relacionado con un menor riesgo de deterioro cognitivo por razones similares a la educación. Las personas con ingresos más altos tienen más probabilidades de pagar una mejor atención médica y de tener una dieta y estilo de vida más saludables.

También pueden vivir en áreas donde los factores ambientales, como la contaminación, tienen menos efecto sobre ellos.

Esto es importante, ya que hay cada vez más evidencia de que la contaminación puede estar relacionada con afecciones como el alzhéimer y el párkinson.

Mayor riesgo
Los investigadores de la Universidad de Columbia también identificaron varios factores asociados con un mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve.

Estos factores incluyen:

1. Genética
Se encontró que la presencia del alelo AP0E E4 (una de dos o más versiones de un gen) aumenta el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve en un 18%.

Este hallazgo concuerda con evidencia anterior que también muestra que este alelo puede aumentar el riesgo de demencia.

Las personas con AP0E E4 tienen alrededor de tres veces más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que aquellas con una variante diferente del gen AP0E.

La razón, creen los científicos, es que esta variante hace que las personas sean más propensas a acumular depósitos de proteínas tóxicas en el cerebro, una característica de la enfermedad de Alzheimer.

Los investigadores también creen que este gen solo causa daño en la vejez.

La importancia del ingreso se explica porque puede influir en el acceso a una dieta saludable y a mejores servicios de salud.

2. Problemas de salud subyacentes

Las personas con una o más afecciones de salud crónicas, como enfermedades cardíacas, depresión o diabetes, tienen un riesgo 9% mayor de desarrollar un deterioro cognitivo leve, según los investigadores de la Universidad de Columbia.

La mayor carga de varias afecciones de salud podría llevar a una persona a involucrarse menos en sus actividades diarias habituales o en su vida social. Ambos cambios en el comportamiento pueden acelerar el deterioro de la salud del cerebro.

También se sabe que otras afecciones, como las enfermedades cardíacas, aumentan el riesgo de deterioro cognitivo.

"Nuestros cerebros son dinámicos"
Este estudio nos recuerda que el deterioro cognitivo leve no es necesariamente un preludio de la demencia.

De hecho, algunos participantes del estudio con un deterioro cognitivo leve volvieron a tener una función cerebral normal.

El efecto protector del ejercicio podría explicarse por cambios estructurales beneficiosos que ocurren en nuestro cerebro como resultado de la actividad física.

No es del todo seguro por qué, pero podría deberse a cambios en el estilo de vida después del diagnóstico (como hacer más ejercicio) que pueden haber mejorado los resultados.

También podría ser que algunos participantes hayan sido diagnosticados erróneamente al comienzo del estudio, pero esto es poco probable dada la amplia gama de herramientas utilizadas para confirmar sus diagnósticos.

Nuestros cerebros son dinámicos y mantenerlos activos a lo largo de nuestra vida es importante para mantener una buena función cerebral.

Si bien existen algunos factores de riesgo, como nuestros genes, que no podemos cambiar, mantenernos activos y llevar un estilo de vida saludable puede ser una forma de reducir nuestro riesgo de deterioro cognitivo leve y de demencia.

*Este artículo se publicó originalmente en The Conversation. Puedes leer la versión original y ver los vínculos a todos los estudios científicos mencionados aquí.

Mark Dallas es profesor asociado de neurociencia celular en la Universidad de Reading en Reino Unido.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-59653422

viernes, 9 de junio de 2023

El efecto de los alimentos ultraprocesados en la salud mental. Comer alimentos empacados como cereales y comidas congeladas se ha asociado con la ansiedad, la depresión y el deterioro cognitivo. Los científicos todavía buscan descifrar la razón.

Comer alimentos empacados como cereales y comidas congeladas se ha asociado con la ansiedad, la depresión y el deterioro cognitivo. Los científicos todavía buscan descifrar la razón.

Aproximadamente el 60 por ciento de las calorías en la dieta promedio estadounidense proviene de alimentos altamente procesados. Desde hace décadas sabemos que ingerir este tipo de productos empaquetados —como algunos cereales, barritas, comidas congeladas y muchas otras cosas— está relacionado con consecuencias negativas para la salud, como un mayor riesgo de padecer diabetes, obesidad o incluso cáncer. Pero estudios más recientes señalan otra desvantaja a estos alimentos que suelen ser deliciosos y muy convenientes: al parecer, también tienen un impacto considerable en nuestro cerebro.

Las investigaciones de los últimos 10 años, más o menos, han demostrado que cuantos más alimentos ultraprocesados (UPF, por su sigla en inglés) consume una persona, mayores son las probabilidades de que se sienta deprimida y ansiosa. Algunos estudios han sugerido una relación entre el consumo de los UPF y un mayor riesgo de deterioro cognitivo.

¿Qué tienen de pernicioso estos alimentos y cómo se pueden evitar sus consecuencias mentales? Los científicos siguen buscando respuestas, pero, a continuación, mostramos lo que sabemos hasta ahora.

¿Qué se considera un alimento ultraprocesado?
En 2009, un grupo de investigadores brasileños clasificaron los alimentos en una escala de cuatro partes, desde los no procesados y mínimamente procesados (como frutas, verduras, arroz y harina) hasta los procesados (aceites, mantequilla, azúcar, productos lácteos, algunos alimentos enlatados, así como carnes y pescados ahumados) y ultraprocesados. “Los alimentos ultraprocesados incluyen ingredientes que rara vez se utilizan en recetas caseras, como jarabe de maíz con alto contenido en fructosa, aceites hidrogenados, proteínas aisladas y aditivos químicos” como colorantes, saborizantes artificiales, edulcorantes, emulsionantes y conservadores, explicó Eurídice Martínez Steele, investigadora en procesamiento de alimentos de la Universidad de São Paulo, Brasil. En la actualidad, este sistema de clasificación es muy utilizado por los investigadores en nutrición.

Los UPF constituyen la mayoría de los alimentos empaquetados que se encuentran en los pasillos de congelados de los supermercados y en los menús de los restaurantes de comida rápida: el 70 por ciento de los alimentos empacados que se venden en Estados Unidos se consideran ultraprocesados. Su consumo está muy extendido entre los distintos grupos socioeconómicos y están desplazando cada vez más a los alimentos más sanos en la dieta de las personas.

“Los alimentos ultraprocesados se formulan minuciosamente para que resulten tan apetitosos y satisfactorios que sean casi adictivos”, señaló Eric M. Hecht, epidemiólogo de la Facultad de Medicina Schmidt de la Universidad Atlántica de Florida. “El problema es que para que los productos sepan cada vez mejor, los fabricantes los hacen cada vez menos parecidos a la comida real”.

¿Qué efectos tienen los alimentos ultraprocesados en la salud mental?
Algunas investigaciones recientes han demostrado una relación entre los alimentos muy procesados y el bajo estado anímico. En un estudio realizado en 2022 con más de 10.000 adultos en Estados Unidos, se reveló que cuanto más UPF comían los participantes, más probabilidades tenían de manifestar una depresión leve o sentimientos de ansiedad. “Hubo un aumento significativo en los días con mal estado de ánimo entre aquellos que consumían el 60 por ciento o más de sus calorías de UPF”, dijo Hecht, autor del estudio. “Esto no es una prueba de causalidad, pero podemos afirmar que parece haber una asociación”.

Las nuevas investigaciones también han encontrado una conexión entre el alto consumo de UPF y el deterioro cognitivo. Un estudio de 2022 que siguió a casi 11.000 adultos brasileños durante una década, encontró una correlación entre la ingesta de alimentos ultraprocesados y una peor función cognitiva (la capacidad de aprender, recordar, razonar y resolver problemas). “Si bien tenemos un declive natural de estas capacidades con la edad, vimos que este declive se aceleró un 28 por ciento en las personas que consumen más del 20 por ciento de sus calorías de alimentos ultraprocesados”, afirmó Natalia Gomes Goncalves, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo y autora principal del estudio.

Es posible que seguir una dieta sana contrarreste los efectos perjudiciales del consumo de alimentos ultraprocesados. Los investigadores brasileños descubrieron que seguir un régimen alimentario saludable, como la dieta MIND —rica en cereales integrales, verduras de hoja verde, legumbres, frutos secos, bayas, pescado, pollo y aceite de oliva—, reducía en gran medida el riesgo de demencia asociado al consumo de alimentos ultraprocesados. Los que llevaban la dieta MIND, pero seguían consumiendo UPF “no presentaban ninguna asociación entre el consumo de UPF y el deterioro cognitivo”, afirmó Goncalves, quien añadió que los investigadores aún no saben cuál es la cantidad segura de alimentos ultraprocesados en una dieta.

¿Por qué los alimentos ultraprocesados podrían tener este efecto?
No está claro. “Muchos estudios aleatorizados de alta calidad han demostrado el efecto beneficioso de una dieta rica en nutrientes sobre la depresión, pero aún no comprendemos del todo el papel del procesamiento de los alimentos en la salud mental”, declaró Melissa Lane, investigadora del Food & Mood Centre de la Universidad Deakin de Australia. Sin embargo, hay algunas pistas.

Gran parte de las investigaciones se han centrado en cómo una mala salud intestinal puede afectar al cerebro. Las dietas ricas en alimentos ultraprocesados suelen ser pobres en fibra, la cual se encuentra sobre todo en alimentos vegetales como cereales integrales, frutas, verduras, frutos secos y semillas. La fibra ayuda a alimentar las bacterias buenas del intestino. La fibra también es necesaria para la producción de ácidos grasos de cadena corta, las sustancias que se producen cuando ésta se descompone en el sistema digestivo y que desempeñan un papel importante en la función cerebral, afirmó Wolfgang Marx, presidente de la Sociedad Internacional de Investigación en Psiquiatría Nutricional e investigador principal de la Universidad Deakin. “Sabemos que las personas con depresión y otros trastornos mentales tienen una composición menos diversa de bacterias intestinales y menos ácidos grasos de cadena corta”.

Los aditivos químicos de los UPF también podrían influir en la flora intestinal. “Las pruebas emergentes —principalmente de estudios en animales, pero también algunos datos en humanos— sugieren que los nutrientes aislados (como la fructosa), los aditivos como los edulcorantes artificiales (como el aspartamo y la sacarina) o los emulsionantes (como la carboximetilcelulosa y el polisorbato 80) pueden influir negativamente en el microbioma intestinal”, dijo Marx.

La escasa diversidad de la microbiota intestinal —así como una dieta rica en azúcar— pueden contribuir a la inflamación crónica, la cual se ha relacionado con una serie de problemas mentales y físicos, según Lane. “Se cree que las interacciones entre el aumento de la inflamación y el cerebro impulsan el desarrollo de la depresión”, dijo.

También vale la pena considerar la posibilidad de que el vínculo entre los alimentos altamente procesados y la salud mental funcione en ambas direcciones. “La dieta influye en el estado de ánimo, pero lo contrario también es cierto”, afirmó Frank Hu, profesor de nutrición y epidemiología en la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard. “Cuando estás estresado, ansioso o deprimido, tiendes a comer más alimentos poco saludables, en particular alimentos ultraprocesados que tienen un alto contenido de azúcar, grasas y aditivos químicos”.

Cómo reconocer los alimentos ultraprocesados
La mejor forma de identificar los alimentos ultraprocesados es leer las etiquetas de los productos. “Una larga lista de ingredientes, y en especial uno que incluya ingredientes que nunca usarías en la cocina casera”, son pistas de que la comida está ultraprocesada, afirmó Whitney Linsenmeyer, profesora asistente de Nutrición en la Universidad de San Luis en Misuri y vocera de la Academia de Nutrición y Dietética. Los nombres químicos, las palabras impronunciables y todo lo que es poco probable que encuentres en un gabinete de cocina son a menudo señales de que un alimento está en la categoría de ultraprocesados.

Puedes seguir utilizando alimentos precocinados para facilitar la preparación de tus comidas sin tener que recurrir a alimentos ultraprocesados. Productos como los frijoles enlatados, las verduras congeladas, el arroz integral precocido o el pescado enlatado son ingredientes “atajo” que encajan bien en el ámbito de una dieta saludable, siempre que no haya elementos industriales en su lista de ingredientes. “Si los ingredientes añadidos son algunos que usarías tú mismo, como hierbas, especias, sal o aceites de cocina”, afirmó Linsenmeyer, “eso indica que la comida, aunque está procesada, no es intrínsecamente mala para ti”.

https://www.nytimes.com/es/2023/05/14/espanol/alimentos-ultraprocesados-riesgos.html">

jueves, 9 de enero de 2020

For Better Brain Health, Preserve Your Hearing loss is the largest modifiable risk factor for developing dementia, exceeding that of smoking, high blood pressure, lack of exercise and social isolation. Para una mejor salud del cerebro, preserva tu audición. La pérdida auditiva es el mayor factor de riesgo modificable para desarrollar demencia, superando el de fumar, la presión arterial alta, la falta de ejercicio y el aislamiento social.

De vez en cuando escribo una columna tanto para obligarme a actuar como para informar y motivar a mis lectores. Lo que sigue es un excelente ejemplo.

El año pasado, en una columna titulada "La pérdida auditiva amenaza la mente, la vida y las extremidades", resumí el estado actual del conocimiento sobre la miríada de efectos dañinos para la salud relacionados con la pérdida auditiva no tratada, un problema que afecta a casi 38 millones de estadounidenses y, según dos Grandes estudios recientes, aumenta el riesgo de demencia, depresión, caídas e incluso enfermedades cardiovasculares.

Sabiendo que mi propia audición deja algo que desear, la investigación que hice para esa columna me motivó a obtener un examen de audiología adecuado. Los resultados indicaron que un audífono bien ajustado podría ayudarme a escuchar significativamente mejor en las películas, el teatro, los restaurantes, las reuniones sociales, las salas de conferencias, incluso en el vestuario donde el ruido de los secadores de cabello, secadores de manos y exprimidores de trajes de baño a menudo desafía a mi capacidad de conversar con mis amigos de voz suave.

Eso fue hace seis meses, y todavía tengo que regresar para obtener ese audífono recomendado. Ahora, sin embargo, tengo una nueva fuente de motivación. Un gran estudio ha documentado que incluso entre las personas con la llamada audición normal, aquellas con una audición ligeramente peor que la perfecta pueden experimentar déficits cognitivos.

Eso significa una capacidad disminuida para obtener las mejores puntuaciones en las pruebas estandarizadas de la función cerebral, como hacer coincidir números con símbolos dentro de un período de tiempo específico. Pero si bien es posible que nunca necesite o quiera hacer eso, lo más probable es que desee maximizar y mantener la función cognitiva: su capacidad de pensar con claridad, planificar racionalmente y recordar con precisión, especialmente a medida que envejece.

Si bien en circunstancias normales, las pérdidas cognitivas ocurren gradualmente a medida que las personas envejecen, el mejor camino para minimizarlas y retrasarlas el mayor tiempo posible y, al hacerlo, reducir el riesgo de demencia. Según un análisis internacional publicado en The Lancet en 2017, ahora se sabe que la pérdida de audición es el mayor factor de riesgo modificable para desarrollar demencia, superando al de fumar, la presión arterial alta, la falta de ejercicio y el aislamiento social.

El análisis indicó que prevenir o tratar la pérdida auditiva en la mediana edad tiene el potencial de disminuir la incidencia de demencia en un 9 por ciento.

La dificultad para oír puede afectar la función cerebral al mantener a las personas socialmente aisladas y con estímulos inadecuados por la entrada auditiva. Cuanto más difícil es para el cerebro procesar el sonido, más tiene que trabajar para comprender lo que escucha, agotando su capacidad para realizar otras tareas cognitivas. La memoria también se ve afectada negativamente. La información que no se escucha afecta claramente la capacidad del cerebro para recordarla. Un cerebro estimulado inadecuadamente tiende a atrofiarse.

El Instituto Nacional sobre el Envejecimiento actualmente patrocina un ensayo de 997 personas de 70 a 84 años con pérdida auditiva leve a moderada para determinar qué tan efectivos pueden ser los audífonos para disminuir el riesgo de demencia. Los resultados del ensayo, llamado Envejecimiento y evaluación cognitiva de la salud en ancianos, se esperan para 2022.

Mientras tanto, los nuevos hallazgos sobre las pérdidas cognitivas vinculadas a la pérdida auditiva subclínica, obtenida de entre 6,451 personas de 50 años o más, sugieren que cualquier grado de pérdida auditiva puede pasar factura.

Actualmente, el nivel de sonido de 25 decibelios (la capacidad de escuchar un susurro) se utiliza para definir el límite entre la audición normal y la pérdida auditiva leve en adultos.

Pero este umbral es realmente arbitrario. El autor principal del estudio, el Dr. Justin S. Golub, otorrinolaringólogo e investigador del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, y sus colegas descubrieron que la pérdida auditiva se encuentra en un continuo que comienza con una audición "perfecta" a cero decibelios (el nivel de sonido de una caída de alfiler), con déficits cognitivos medibles que ocurren con cada pérdida adicional por encima de cero.

De hecho, los investigadores demostraron que la mayor caída en la capacidad cognitiva ocurre en el más mínimo nivel de pérdida auditiva: una disminución de cero al nivel "normal" de 25 decibelios, con pérdidas cognitivas más pequeñas cuando los déficits auditivos aumentan de 25 a 50 decibelios. .

"Esto no significa que debamos equipar a las personas con audífonos cuando el sonido más suave que pueden escuchar es de 25 decibelios", dijo el Dr. Golub en una entrevista. Después de todo, lograr que las personas con pérdida auditiva mucho más avanzada utilicen audífonos ya es un desafío enorme. Como señaló el Dr. Golub, "actualmente solo el 25 por ciento de las personas mayores de 80 años usan audífonos, pero el 80 por ciento de ellos tiene una pérdida auditiva significativa" que podría mejorar mucho con los audífonos.

Los nuevos hallazgos que vinculan el deterioro cognitivo con una pérdida auditiva mínima, incluso sugieren que podríamos hacer mucho para proteger nuestro cerebro si protegemos nuestra audición. El hecho de que las pérdidas cognitivas medibles ocurran en niveles de audición inferiores a 25 decibelios, y que la cognición empeora gradualmente a medida que disminuye la audición, sugiere que la protección contra la pérdida de audición debería comenzar en la infancia.

"En las personas con muy buena audición, debemos ser conscientes de cómo los cambios tempranos en la audición afectan el cerebro", dijo el Dr. Frank Lin, director del Centro Coclear para la Audición y Salud Pública de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins. "Sin duda, la medida más importante para preservar la audición es la protección contra el ruido".

Las dos características del ruido asociado con el mayor daño a la audición son la intensidad, es decir, el volumen, y la duración, o el tiempo que los oídos sin protección están expuestos a un sonido muy fuerte, explicó el Dr. Lin en una entrevista.

"El efecto perjudicial de la exposición al ruido es acumulativo", dijo. Si bien está menos preocupado por la protección auditiva durante el tiempo relativamente breve que alguien usa un secador de pelo o se para en una plataforma de la ciudad de Nueva York mientras un tren chilla en la estación, las personas que trabajan todo el día en el metro o escuchan música a todo volumen durante horas necesitan proteger su audición

"Podemos ver un déficit auditivo al día siguiente después de que alguien haya asistido a un concierto muy ruidoso", dijo el Dr. Lin.

Insta a las personas que escuchan música a través de auriculares o audífonos a invertir en unos con una función de cancelación de ruido que bloquee el sonido ambiental. Esto permite a las personas escuchar su música o programas preferidos a un volumen más bajo que sea menos perjudicial para la audición. Apple, por ejemplo, ahora comercializa auriculares AirPods Pro que tienen una función de cancelación de ruido. A $ 249 por par, son mucho más baratos que los audífonos disponibles actualmente.

Dicho esto, para 2021 se espera que haya una selección de audífonos de venta libre mucho menos costosos. Y si el Congreso logra aprobar la Ley de audición de Medicare de 2019, el costo de los servicios de audiología necesarios para maximizar los beneficios derivados de los audífonos estará cubierto para los beneficiarios.

Jane Brody es la columnista de Salud Personal, un puesto que ha ocupado desde 1976. Ha escrito más de una docena de libros, incluidos los libros más vendidos "Jane Brody’s Nutrition Book" y "Jane Brody’s Good Food Book".

https://www.nytimes.com/2019/12/30/well/live/brain-health-hearing-dementia-alzheimers.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=98244317&imp_id=48139679&action=click&module=Science%20%20Technology&pgtype=Homepage