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sábado, 15 de mayo de 2021

No. Ni Vicenç Navarro ni yo hemos escrito el discurso de Biden. Es solo que llevábamos razón

Juan Torres López.

Escribo este artículo tan solo para aclarar muy brevemente un bulo que podrían estar divulgando los economistas ultraliberales.

Verán.
Uno de esos economistas españoles, Xavier Sala i Martí, escribió en 2004: «Sólo los ultra-radicales (como Vicenç Navarro y otros soldados derrotados del marxismo universitario), siguen hablando del aumento de impuestos, del gasto público y del intervencionismo público tal como hacían en los años setenta» (aquí).

Pues bien, en las últimas semanas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha aprobado programas y anunciado en su discurso sobre el estado de la Nación del pasado 29 de abril propuestas o leyes como las siguientes:

Aumento de 2,3 billones de dólares de gasto público para infraestructuras.
Aumento de 1,8 billones dólares de gasto público para programas sociales.
Aumento de impuestos para las grandes corporaciones.
Aumento de impuestos para el 1% más rico de Estados Unidos.
Impuesto internacional sobre los beneficios de las empresas multinacionales.
Ley para proteger el derecho a sindicarse.
Aumento del salario mínimo a 15 euros la hora.
Ley de igualdad salarial entre mujeres y hombres.
Evitar que vuelva a ocurrir lo sucedido en la pandemia cuando unos 600 multimillonarios han aumentado su riqueza en 1 billón de dólares mientras 20 millones de trabajadores perdían su empleo.
Fijación de precios más bajos de los medicamentos.
Ley de cuidado de la salud a bajo precio para ampliar la cobertura de Medicare (programa de Seguridad Social para mayores de 65 años y jóvenes y otras personas discapacitadas).
Ayudas para poder evitar que los inmigrantes tengan que dejar sus países huyendo de la pobreza y a los nacidos en Estados Unidos como inmigrantes sin papeles.
A la vista de estas propuestas del presidente de Estados Unidos que, además, están siendo reproducidas por otros organismos como el Fondo Monetario Internacional o la OCDE, simplemente quiero hacer público lo siguiente: Ni Vicenç Navarro ni yo hemos sido contratados por Biden ni por ninguno de esos organismos para escribir sus discursos o hacerles sus programas.

Los grandes parecidos que existen entre las propuestas de estos dirigentes y las que venimos escribiendo en nuestros libros, por ejemplo en Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar en España, y en multitud de artículos, se deben simple y llanamente a que llevábamos razón.

Como hemos demostrado numerosas veces en los últimos años, las privatizaciones del capital y las empresas públicas, los recortes de gasto público en medio de las recesiones, bajar impuestos a los ricos y subir los de las clases medias y trabajadoras, la moderación salarial, la disminución de la inversión pública, el desmantelamiento de los servicios públicos… no sirven nada más que para darle más dinero a los ricos y para destruir empresas productivas que crean empleo.

Nos alegramos profundamente de que por fin comiencen a reconocer los errores cometidos en la anterior crisis económica y que nos hagan un poco de caso. Las ideas que defendemos y que Sala i Martí creyó haber matado gozan de excelente salud: se ha demostrado que son las imprescindibles para sacar a las economías de las crisis sin lesionar el bienestar y para salvar la vida de las personas y de las empresas. Quien no quiera seguir destruyéndolas, no tendrá más remedio que aplicarlas, por convicción ideológica o por simple pragmatismo.

Fuente: https://blogs.publico.es/juantorres/2021/05/07/no-ni-vicenc-navarro-ni-yo-hemos-escrito-el-discurso-de-biden-es-solo-que-llevabamos-razon/

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Cómo las farmacéuticas ganan más que los bancos

Imagine una industria que genera el margen de utilidad más alto y a la que no es extraño que multen por malas prácticas. Agregue acusaciones de colusión y sobreprecios e inevitablemente pensará en la industria bancaria.

Pero la industria descrita es responsable del desarrollo de medicinas que salvan vidas y alivian el sufrimiento, no de la generación de ganancias.

Las compañías farmacéuticas han desarrollado una amplia gama de medicinas conocidas por toda la humanidad, pero han lucrado enormemente al hacerlo y no siempre bajo parámetros legítimos.

El año pasado, el gigante estadounidense Pfizer, la compañía de drogas farmacéuticas más grande del mundo según sus ingresos, alcanzó un 42% de ganancias.

Como dice un veterano de esta industria: "No sería capaz de justificar (ese nivel de márgenes)".

Excluyendo los US$10.000 millones que genera por cuidado de la salud animal, queda un margen de 24%, espectacular para cualquier estándar.

En Reino Unido, por ejemplo, hubo un escándalo cuando el regulador de la industria predijo un aumento del margen de beneficio de las compañías de energía de 4% a 8% este año.

El año pasado, cinco farmacéuticas obtuvieron una ganancia de 20% o más: Pfizer, Hoffmann-La Roche, AbbVie, GlaxoSmithKline (GSK) y Eli Lilly.

Ganancias excesivas
Con algunos remedios a más de US$100.000 por tratamiento completo, y cuyo costo apenas alcanza una mínima fracción de ésto, no es difícil darse cuenta del porqué.

El año pasado, 100 destacados oncólogos de todo el mundo escribieron una carta abierta para disminuir el precio de los medicamentos contra el cáncer.

Brian Druker, director del Instituto Knight y uno de los firmantes, pregunta: "Si ganas US$3.000 millones al año con (la droga para el cáncer) Gleevec, ¿no podrías ganar US$2.000 millones? ¿Cuándo se cruza la línea a las ganancias excesivas?"

Y no pasa sólo con estas drogas. Entre abril y junio pasado, la firma Gilead vendió US$3.500 millones por Sovaldi, una nueva medicina contra la hepatitis C.

Las farmacéuticas justifican sus altos precios argumentando que sus costos en investigación y desarrollo (I&D) son altísimos.

En promedio, sólo tres de diez drogas lanzadas al mercado son rentables, una de ellas convertida en éxito de ventas con ingresos anuales de US$1.000 o más. Muchas otras ni siquiera salen al mercado.

Pero las farmacéuticas gastan mucho más en mercadeo de sus remedios -en algunos casos, incluso el doble- que en desarrollarlos. Además, el margen de utilidad ya toma en cuenta los costos de I+D.

La industria argumenta que el valor de las medicinas también debe ser considerado.
"Las drogas ahorran dinero a largo plazo", dice Stephen Whitehead, director ejecutivo de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Británicas.

"Ejemplo: la hepatitis C, un traumático virus que requiere trasplante de hígado", explica. "Con un tratamiento a unos US$55.500 por 12 semanas, 90% de los pacientes están curados, nunca necesitaron cirugía y pueden seguir sosteniendo a sus familias. Es un ahorro gigantesco".

Cierto, pero poder cobrar un precio alto no necesariamente significa deber hacerlo, especialmente cuando tiene que ver con la salud, dicen los críticos como Drucker.

A los accionistas a quienes responden las grandes farmacéuticas, no les preocupa demasiado ese argumento.

Frasco de remedios
"Las drogas ahorran dinero al largo plazo", dice Stephen Whitehead, director ejecutivo de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Británicas (ABPI).

Sin lealtad
Las grandes farmacéuticas también dicen que cuentan con tiempo limitado para generar utilidades. Las patentes generalmente son otorgadas por 20 años, pero entre 10 y 12 de ellos se gastan en desarrollar la droga a costos de entre US$1.500 millones y US$2.500 millones.

Esto deja entre ocho y diez años para hacer dinero antes de que la fórmula pueda ser utilizada por compañías de medicinas genéricas, que las venden por una fracción del precio.

Claramente, un éxito de ventas puede recuperar en unos meses los costos de desarrollo.

Cuando se termina la exclusividad, las ventas caen un 90%. "A diferencia de otros sectores, la lealtad a una marca se esfuma cuando la patente expira", explica Joshya Owide, director del área de salud de GlobalData.

Remedios
El gobierno británico podría ahorrar más de US$1.500 millones anuales si sus doctores recetaran genéricos, según un estudio.
Por eso las firmas farmacéuticas hacen esfuerzos extraordinarios para extender la duración de sus patentes, con "pisos completos de abogados" dedicados a este propósito, cuenta un ejecutivo de la industria.

Para una medicina que provee US$3.000 millones trimestrales, incluso un mes extra vale la inversión.

Nuevas fórmulas que combinan dos drogas existentes para un uso más amplio y los enantiómeros -un reflejo del mismo compuesto- son algunas de las vías legales para extender patentes.

Pero algunas compañías, incluida la británica GSK, han sido acusadas de tácticas menos honestas, como pagar a los genéricos para que atrasen sus lanzamientos.

Como la pérdida en ventas de una farmacéutica es mucho mayor a las ganancias de los genéricos, puede ser un buen arreglo para ambas partes.

A la conquista de los médicos
Pero las farmacéuticas han sido acusadas de cosas mucho peores... y lo han admitido.

Hasta hace poco, pagar comisiones a los doctores por prescribir sus remedios era algo aceptado y común para las grandes farmacéuticas, pese a que la práctica no es bien vista e incluso es ilegal en muchos lugares.

GSK fue multada por soborno en US$490 millones en China en septiembre y ha sido acusada de prácticas similares en Polonia y Medio Oriente.

Las reglas respecto de regalos, becas educativas y auspicio de charlas, por ejemplo, son menos claras, pero representan prácticas comunes en EE.UU.

Grandes multas a farmacéuticas

US$3.000 millones
Glaxo SmithKline, 2012, por promover Paxil para la depresión en menores de 18 años
US$2.300 millones
Pfizer, 2009, por etiquetar mal el analgésico Bextra
US$2.200 millones Johnson & Johnson, 2013, por promover drogas no aprobadas como seguras
US$1.500 millones Abbott, 2012, por promoción ilegal del antipsicótico Depakote
US$1.420 millones Eli Lilley, 2009, por promover erróneamente el antipsicótico Zyprexa
US$950 millones Merck, 2011, por promoción ilegal del analgésico Vioxx
Fuente: ProPublica Getty

Un estudio reciente mostró que los doctores que recibían pagos de compañías farmacéuticas eran dos veces más proclives a recetar sus drogas.
Y esto puede ser una de las causas del gasto excesivo de los gobiernos en remedios. Un estudio reciente de Prescribing Analytics sugiere que el Servicio Nacional de Salud británico podría ahorrar hasta US$1.585 millones anuales si los doctores recetaran la versión genérica de ciertas medicinas.
Todo esto podría cambiar cuando nuevas normas en EE.UU. y Reino Unido obliguen a los médicos a revelar sus regalos y pagos realizados por la industria.
También se acusa a las farmacéuticas de complicidad con las farmacias para cobrar más por sus remedios y publicar datos que destacan más lo positivo que lo negativo.
Y se les ha encontrado culpables de etiquetar mal y promover erróneamente varios medicamentos, con multas millonarias como resultado.
Parece que las recompensas son tan grandes, que las farmacéuticas siguen empujando los límites de la legalidad.

"Influencia indebida"
No sorprende que la Organización Mundial de la Salud hable del "conflicto intrínseco" entre las metas empresariales legítimas de las farmacéuticas y las necesidades médicas y sociales del público.
El Consejo de Europa iniciará una investigación para "proteger a los pacientes y la salud pública contra la influencia indebida de la industria farmacéutica".
Analizará "prácticas particulares como el patrocinio de profesionales de la salud... o recurrir a instituciones de la salud pública para el conocimiento de especialistas en las nóminas de la industria".
No importa el resultado de tales investigaciones; la industria farmacéutica enfrenta cambios fundamentales, pues el modelo tradicional de desarrollo se ve amenazado por los altos costos y avances científicos.
Richard Anderson. BBC
Fuente: http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2014/11/141106_economia_farmaceuticas_industria_ch