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viernes, 8 de marzo de 2024

Polarización, un gran reto para la salud mental.

Es el ellos o nosotros. La radicalización. El tribalismo ideológico. Un dañino círculo vicioso que se intensifica en contextos de crisis e incertidumbre, donde los argumentos pierden y las emociones ganan.

Lo que yo pienso y siento es cierto. Si te metes con tal político, te metes conmigo. No leo lo que publique ese periódico. Si ha dicho eso tal persona, no me interesa. O ellos o nosotros… La polarización ideológica es el proceso mediante el cual las diferencias de opinión entre dos o más grupos se hacen cada vez más grandes. La polarización afectiva está relacionada con la percepción negativa, los sentimientos de rechazo y el poco respeto ante opiniones o personas con las que uno no se siente identificado. A través de este proceso, las cualidades múltiples de los demás se reducen a un solo elemento, como señaló en un reciente artículo Míriam Juan-Torres González, investigadora de la Universidad de Berkeley. De esta manera se fomenta el favoritismo intragrupo frente a la hostilidad hacia el grupo contrario.

Según un estudio de la consultora LLYC, la polarización ha aumentado un 35% en España en los últimos cinco años. A las consultas de salud mental acuden personas con dificultades para lidiar con las tensiones de un entorno polarizado, y los expertos empiezan a interesarse por este fenómeno. Hay acuerdo en señalar que en el proceso de polarización interactúan factores individuales y sociales, pero no es fácil precisar si una persona está polarizada previamente o si la sociedad la polariza. Aunque nadie sea inmune, hay quienes son más vulnerables. Son aquellas personas con una ideología muy arraigada y con sentimientos de fuerte identificación con un grupo. Su estilo de pensamiento tiende a la rigidez cognitiva, que simplifica de forma extrema la realidad y la percibe sin matices. Suelen tener poca tolerancia a la frustración y una menor satisfacción vital. El proceso de polarización está relacionado con la construcción de la identidad en la adolescencia, en contextos como el colegio, la familia o los grupos de amigos. Muchas de las cualidades en las que se fundamenta están ligadas a creencias nucleares, con alta carga emocional y poco reflexionadas. El polarizado construye estas creencias en oposición a otro, muchas veces como efecto de la presión del grupo. Y en contextos de crisis, estas ideas se convierten en certezas. Aunque la realidad demuestre que están equivocados, se resisten a abandonarlas.

En cuanto a los aspectos sociales que influyen en el aumento de la polarización, cabe destacar el desempleo, la desigualdad, las crisis económicas o la llegada de las redes sociales, como señala el sociólogo Luis Miller en su libro Polarizados. Como explica el psicólogo social Jonathan Haidt en La mente de los justos, el sesgo de confirmación de las redes sociales interrumpe el proceso de flexibilización de las ideas. También los medios de comunicación o los políticos pueden contribuir a difundir determinadas narrativas que fomenten la división y enfaticen las diferencias entre grupos. Por eso, los temas sobre los que se polariza varían según el contexto, la sociedad y las prioridades del momento en un debate donde se sustituyen las razones por los sentimientos.

Guillermo Lahera, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, subraya que el tribalismo ideológico puede hacer daño. Las consecuencias de un entorno polarizado son nefastas, tanto para el individuo como para la sociedad. La consultora LLYC define la polarización como la nueva droga que engancha: cuanto más polarizadas están las personas, más dispuestas están a propagar desinformación. Y las condiciones ambientales donde predomina el anonimato lo fomentan. Cuanto más radical sea el mensaje del polarizado, mejor queda posicionado su punto de vista. Puede disfrutar de la gratificación inmediata, pero no mide las consecuencias a largo plazo: mayores sentimientos de hostilidad o ira, que se correlacionan con un bienestar más bajo y un menor número de emociones positivas. Le puede llevar a tomar decisiones inadecuadas, poco prudentes, incluso poco cívicas. Colectivamente, la polarización genera ruptura social, poca confianza en las instituciones, desapego con la política y poco compromiso comunitario.

Es necesario reflexionar sobre las medidas para prevenir la polarización. Una de ellas es fomentar la cultura del debate en colegios y familias. Otra es acercarse a las personas que tengan ideas distintas con curiosidad. Si se discute, que sea con argumentos y no en el plano personal. En el ámbito práctico, reducir los tiempos de exposición a las redes sociales y plantearse un uso consciente es una buena idea. Se puede reflexionar sobre cuál es la motivación que lleva a compartir contenido y preguntarse si aporta algo nuevo al debate o es un mensaje polarizador. Resulta también útil desconfiar de las noticias que causen reacciones emocionales muy fuertes, así como leer fuentes de información diferentes.

La salud mental se basa en una sociedad bien articulada, con redes y lazos afectivos sanos. La polarización puede llenar un vacío, pero acaba siendo una excusa para no pensar. 

Patricia Fernández Martín es psicóloga clínica en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Polarización política: cómo el cerebro de los progresistas y de los conservadores procesa la misma información de forma distinta

     En muchos países alrededor del mundo se vive una intensa polarización política.

Dos personas con opiniones políticas diferentes ven el mismo video, pero sus cerebros lo procesan de maneras completamente distintas. ¿Por qué?

En tiempos de extrema polarización, los investigadores comienzan a desentrañar lo que sucede en la cabeza de personas que se encuentran en polos opuestos del espectro político, qué les hace responder de manera diferente al consumo de la misma información.

Esta investigación también abre nuevos campos para los propios científicos. ¿Cómo utilizar el conocimiento sobre el cerebro para concienciar a las personas acerca de sus propios prejuicios políticos? ¿Qué tipo de mensaje puede ayudar a suavizar la polarización y a fomentar el diálogo?

Pero primero, veamos los hallazgos publicados este mes en Proceedings of the National Academy of Sciences, la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Una respuesta neuronal diferente
Investigadores de la Universidad de California en Berkeley, la Universidad de Stanford y la Universidad Johns Hopkins escanearon los cerebros de 38 adultos de mediana edad, algunos inclinados hacia la izquierda del espectro político y otros hacia la derecha, mientras veían docenas de videos (con noticias, discursos o anuncios políticos) sobre las medidas migratorias que se están discutiendo en EE.UU.

Entre los temas abordados se encuentran la construcción del muro en la frontera con México, una de las banderas del gobierno del presidente Donald Trump, y el programa conocido como DACA (las siglas en inglés de Deferred Action for Childhood Arrivals), creado en 2012 por Barack Obama para temporalmente asentar a migrantes indocumentados que habían llegado al país cuando aún eran niños y el cual sufrió varios reveses durante el mandato de Trump.

Los investigadores dividieron a los participantes del estudio en función de sus puntos de vista sobre estas políticas migratorias: en términos generales, los liberales tienden a oponerse al muro fronterizo y apoyar DACA. Los conservadores tienden a ir en la dirección opuesta.

"A pesar de ver el mismo video, (liberales y conservadores) tuvieron una respuesta neuronal diferente", explica a BBC News Brasil el investigador de la Universidad de Berkeley Yuan Chang Leong, autor del estudio.

Leong explica que, en la práctica, las mediciones de la actividad cerebral al ser observadas a través de un examen de imágenes de resonancia magnética funcional, subieron o bajaron a medida que se presentaron los videos.

Aunque no se observó un patrón sistemático, en general, cuando la actividad cerebral aumentó más entre los conservadores, se incrementó menos entre los liberales, lo que indica respuestas cerebrales opuestas entre las personas de los dos espectros políticos.

Para decirlo gráficamente: si imaginamos la actividad cerebral de cada persona como una línea que sube y baja, estas oscilaciones ocurren en diferentes momentos para conservadores y liberales, de forma coherente, aunque no estandarizada.

Esta diferencia se observó en la corteza prefrontal dorsomedial, una región del cerebro que procesa e interpreta narrativas.

Y el punto más alto de estas diferencias neuronales ocurrió durante momentos de los videos que mostraban mensajes más emocionales, de carácter moral o que citaban riesgos y amenazas tradicionalmente relacionados con las discusiones sobre inmigración, "contenidos que tienden a tener interpretaciones divergentes entre conservadores y liberales", apunta el estudio.

El papel del lenguaje
Leong señala que su investigación está lejos de pintar el cuadro completo de la polarización: es solo una "fotografía", hasta ahora sin precedentes, de este fenómeno cerebral.

El lenguaje relacionado con amenazas, problemas morales o emocionales despertó una respuesta neuronal más fuerte.

Pero las conclusiones del estudio están en línea con descubrimientos recientes de otras áreas de la psicología, sociología y neurociencia sobre el comportamiento general de las personas frente a noticias, videos o discusiones sobre temas políticos acalorados: que las personas interpretan la información de acuerdo con su sesgo político y la utilizan para defender o reforzar creencias anteriores.

"Cuanto más se suscribe a la interpretación (conservadora), más procesa los videos como lo haría un conservador, y más defenderá estas políticas", y viceversa, explica Leong.

Los próximos pasos para Leong y sus colegas consisten en investigar si la misma polarización neuronal se repite con otros temas controvertidos en Estados Unidos como, por ejemplo, el control de armas.

Los científicos también investigarán cuál es el papel del lenguaje en estos procesos que ocurren en el cerebro: en qué medida la elección de palabras y frases en una historia, un video o una publicación puede, por ejemplo, reforzar o no las respuestas neuronales que evidencian polarización.

Descubrir eso sería hallar el "santo grial", bromea Leong.

"Sería increíble saber qué mensajes alejan o unen a las personas, pero aún no lo hemos logrado. Lo que tenemos es una 'muestra': las palabras que más se destacan en el análisis (neuronal) son las que predicen mensajes de peligro o amenaza para el estilo de vida", explica.

"Reencuadre moral"
Además de la neurociencia, uno de los coautores del estudio, el profesor de psicología Rob Willer, también estudia este tema desde el punto de vista de la psicología social.

Hablar sobre el cambio climático en términos de amenaza no parece ser una fórmula que sirva para persuadir a las personas de pensamiento conservador.

Willer, quien dirige el Laboratorio de Polarización y Cambio Social de la Universidad de Stanford, investiga una teoría que él llama "reencuadre moral".

Se trata de desarrollar una línea argumental basada en los valores morales, no de quienes discuten, sino de quienes recibirán el mensaje, ya sea un demócrata liberal o un republicano conservador.

"Los liberales en los Estados Unidos tienden a respaldar los valores morales de cuidado y protección de las personas ante los peligros, además de la igualdad y la justicia, más que los conservadores. (...) Los conservadores valoran la lealtad al grupo y el patriotismo, además del respeto por las autoridades -legítimas- y respeto por las tradiciones. También valoran la pureza, la santidad moral y religiosa más que los liberales ", dijo Willer en una entrevista en el sitio web del proyecto We Are Not Divided.

Entonces, si desea convencer a un conservador de que se preocupe más por el cambio climático, tendrá poco éxito argumentando con un mensaje de protección contra sus peligros, indica la investigación de Willer.

"Puede ser más eficiente argumentar en términos de patriotismo, la necesidad de proteger al país y ayudarlo a mantener una posición de liderazgo internacional", apuntó Willer.

"Se puede argumentar en términos de tradiciones y respeto por la tierra del país, en términos de pureza y la necesidad de no contaminar nuestros hábitats sagrados. Estos argumentos tienden a encontrar mayor eco entre los conservadores porque se ajustan a sus valores morales", agregó.

En un artículo científico sobre el "reencuadre moral" publicado en 2019, Willer y su coautor, Matthew Feinberg, argumentan que, además de ayudar a las personas a buscar el consenso, la estrategia puede "reducir la animosidad que los individuos sienten por los demás (en el contexto) de una división política significativa".

"Si bien la gente probablemente usaría el reencuadre moral con el propósito estratégico de convencer a los rivales, el uso efectivo requiere desarrollar una comprensión clara de lo que la otra parte valora y cree", señalaron.

Por qué los datos duros pueden no ser suficientes para convencer

De vuelta al estudio sobre la polarización en el cerebro, Leong cree que aporta dos lecciones: una para quienes consumen información y otra para quienes la producen.

El uso de datos duros para mostrar a las personas puntos de vista distintos a los suyos pueden no ser suficientes para lograr ese objetivo.

"Espero que, a medida que las personas se den cuenta de este sesgo (neuronal), sean capaces de dar un paso atrás e intentar verlo desde otra perspectiva y reflexionar sobre su propio sesgo de manera objetiva. Esto no es fácil, es algo con lo que todos tenemos que lidiar haciendo un esfuerzo ", dice.

La segunda enseñanza es para las personas que escriben sobre política, desde periodistas hasta políticos.

"La forma en que formula el mensaje marca una diferencia. Las palabras que elige marcan una diferencia. Nuestro estudio muestra que las creencias políticas influyen en la forma en que un grupo recibe y procesa nueva información", continúa Leong.

"Presentar los hechos y más información no es necesariamente la estrategia más eficiente para cerrar la brecha. Si la idea es tratar de reducir la polarización, necesitamos entender cómo las personas que no comparten nuestros valores están recibiendo estos mensajes (...) Soy un neurocientífico, entiendo cómo funciona el cerebro. Los psicólogos tendrán una comprensión más sofisticada sobre esto. Pero lo que puedo decir es que si le muestras lo mismo a dos personas, no lo procesarán de la misma manera, así que piensa sobre cómo llegar a ambos lados", concluye.