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jueves, 5 de diciembre de 2024

_- EL SÍNDROME DE STEPHEN CANDIE

Stephen, el personaje del mayordomo negro que odiaba a los de su raza
_- Stephen, el personaje del mayordomo negro que odiaba a los de su raza
En la película de culto ”Django desencadenado” de Quentin Tarantino, estrenada en 2012, se da vida a Stephen Candie, un mayordomo negro interpretado magistralmente por Samuel L. Jackson. Stephen es el peor verdugo de los esclavos de su misma raza en una plantación algodonera en el estado sureño de Mississippi en 1858.

Stephen, el mayordomo negro del amo blanco, Mr. Calvin J. Candie (Leonardo DiCaprio) no solo odia a la gente de su raza, también se cree blanco, rubio y de ojos azules. Y su amo Candie deja que su negro más servil se crea un Candie... mientras le sea útil. En la película hay una escena donde Stephen se enfurece al ver un hombre negro (Django ) montado a caballo. Y se dirige a su amo diciéndole enfurecido:

— ¿Ha visto, amo? ¡Ese negro tiene un caballo!
— Y… ¿Tú quieres un caballo, Stephen?
— ¿Pa’ qué quiero yo un caballo? ¡Lo que quiero es que él no lo tenga!

El síndrome de Stephen Candie se refiere a los que defienden los privilegios del patrón, más que el mismo patrón. Son aquellos que se sienten felices si el patrón anda contento ese día… tan felices que si tuvieran rabo lo agitarían como un perro. Son los que vuelven a casa a cenar con una sonrisa satisfecha, como si fuera lo mejor que les pasó en el día, suspiran y dicen: “Andaba contento el patrón hoy…”.

USTEDES CONOCEN A LOS “STEPHEN CANDIE”

Tal y como está estructurada la sociedad de hoy, es el ámbito propicio para que florezcan como una plaga los “Stephen Candie”. Como el mayordomo negro, esos “esclavos”, creen pertenecer a una clase social superior a la de sus congéneres. Los “amos” les han hecho creer que son “clase media”. Ellos reniegan de la clase trabajadora,
 
"Esos vagos son chusma que pretende vivir del Estado y sus paguitas”.

Creen en la meritocracia y en el sistema neoliberal de la no intervención del Estado en la economía de mercado, pero buscan con denuedo el atajo, la puerta de atrás o la gatera que les indica el amigo, el familiar o el politicastro de turno, para darles acceso a mejores puestos, o a estamentos que les abran las puertas para cobrar subvenciones a fondo perdido. Se autodenominan “emprendedores”, pero siempre con “padrinos”, siempre arropados por la oligarquía que les dan acceso a contratos amañados con “sobre-costes” con cargo al dinero de todos.

Los “Stephen Candie” son la incongruencia llevada hasta la estulticia más supina. En sus mentes se produce la enajenación ideológica. Que no es otra cosa que ser ajeno, es decir, estar fuera de uno mismo o verse a sí mismo como alguien extraño. Podríamos decir que es un trampantojo de la propia realidad personal, un espejismo de verse en una situación ficticia o como alguien diferente: un autoengaño del que no se es consciente porque no se quiere ser consciente. Algo más complicado de entender y de explicar de lo que en principio parece y de muy difícil solución. Defender a los ricos siendo un asalariado implica una enajenación ideológica que deriva en algo similar al “Síndrome de Estocolmo”, que consiste en que una persona secuestrada termina por colaborar con su secuestrador.

Esa enajenación ideológica les hace obviar todas las tropelías y corruptelas que realizan continuamente sus “amos” sin ningún reparo, mediante los partidos políticos afines a los que ponen a trabajar a su dictado y que aprueban leyes que siempre les benefician y que van en detrimento de los “Stephen Candie”. A esos “negros” con ínfulas de “blanco” se les bombardea continuamente desde Los medios de comunicación afines, hasta que somatizan los eslóganes más absurdos y estrambóticos como el de ¡Que te vote Txapote! O las mentiras más flagrantes como la de que ”ETA sigue viva”.

Los “Stephen Candie” actuales defienden, con un fanatismo a ultranza, a sus propios maltratadores. Los respaldan con un apasionamiento y una tenacidad desmedida y lo que dicen sus “amos, y sus “perros” de jauría, es decir, la prensa canallesca tipo “OKK” Diario, La SinRazón, o el “ABCdiario”, para ellos son poco menos que “dogmas de fe”, algo que no se cuestiona porque es la verdad absoluta. Los “Stephen Candie” consideran que el resto de la humanidad, que no son y piensan como ellos, están poco menos que “adoctrinados” o lobotomizados, por eso ellos tratan de salvarnos de las feroces garras del “Social-comunismo-filoetarra-bolchevique-bolivariano y perroflauta” que nos tiene oprimidos y esclavizados. Ellos tratan de hacernos ver que en “su lado” estaremos a salvo. Si de algo sabemos en este país es de “Salvapatrias”.

BURGUESÍA Y PLEITESÍA

Puedo entender, pero no compartir, que la burguesía se “enroque” para defender sus prebendas, canonjías y privilegios. Ellos reclaman esas prerrogativas y exenciones porque están convencidos de que se las merecen, incluso las reclaman como vitalicias. Consideran que son una justa compensación por lo “mucho” realizado para “contribuir” a la sociedad a la que pertenecen, pero con la que no confraternizan. Ellos sólo se codean con sus “pares”, nunca se mezclan con el vulgo, con la plebe; son chusma.

Los “Stephen Candie” rinden pleitesía a todos esos burgueses con los que ansían cruzar la vista, que les pasen la mano por el lomo y les tiren las migajas de las sobras. Se muestran ufanos cuando hablan con otros congéneres de sus “amos” y de su “cercanía” a ellos, de lo “buenos” que son y de lo considerados que se muestran con ellos. Se pavonean altivos con sus semejantes esgrimiendo una cierta petulancia para marcar distancia tratando de enviar el mensaje subliminal de ”Yo me relaciono con D. Fulano y D. Mengano, y tu no”.

Un vano intento de dar envidia, cuando, en realidad, lo que producen es lástima. Vivir en esa impostura tiene que ser agotador y frustrante, pero, como dice el dicho ”Antes muerta que sencilla”.

Los “Stephen Candie” nos se dan cuenta de que se sirven de ellos, porque están obnubilados y les han hecho creer que son imprescindibles y de confianza, y los utilizan para sus arcanas confabulaciones, intrigas y tejemanejes, muchas veces de testaferros, de cabezas de turco y de chivos expiatorios. Y cuando no les sirven, por la razón que sea, que casi siempre es nimia, se deshacen de ellos y cogen otros, como los Kleenex; de usar y tirar. Y uno se pregunta pasmado ¿Estos “Stephen Candie” vienen con cerebro? Y si lo traen de serie ¿Lo han utilizado alguna vez para algo? Porque no puedo entender cómo es posible que alguien diga algo, actúe o proceda de una manera que menoscaba sus derechos, y que perjudica sus intereses, y todo por el mero hecho de conseguir una mísera lisonja o solamente una palmadita en la espalda de unos tipos al que les importan menos Los “Stephen Candie” que el problema mundial del cambio climático o los ahogados del Mediterráneo.

CIUDADANOS Y SÚBDITOS

En este país coexisten dos mentalidades antagónicas absolutamente opuestas por el vértice. Los que se consideran ciudadanos; que son personas libres consideradas como miembros “activos” de un Estado; titulares de derechos políticos y sometidos a sus leyes. Y por otro lado están los que se consideran súbditos que son sujetos “subordinados voluntariamente” a la autoridad de un superior con obligación de obedecerle.

Aristóteles, que junto a Platón fueron los padres de la filosofía occidental, decía sobre el ciudadano: ”... a menudo se discute sobre el ciudadano y, en efecto, no todos están de acuerdo en quién es ciudadano. El que es ciudadano en una democracia con frecuencia no es ciudadano en una oligarquía”.

Si vamos al diccionario de la RAE el término oligarquía en su segunda acepción dice:
“Grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político."
El diccionario de español de la prestigiosa Universidad de Oxford tiene una definición todavía más acertada ”Sistema de gobierno en la que el poder está en manos de unas pocas personas pertenecientes a una clase social privilegiada” lean las tres últimas palabras y habrán avanzado en el concepto.

Muchas veces me he preguntado, imagino que muchos conciudadanos también, porque un trabajador asalariado, que no deja de ser un “obrero”, aunque Los “Stephen Candie” renieguen de ello, decía que, me causa una extrañeza incomprensible ver como un “obrero” puede votar a unos partidos reaccionarios que le van a recortar hasta las pestañas por expreso deseo de la burguesía, que es la que manda de verdad, y a la que los “Stephen Candie” idolatran. Debe ser algo parecido al “masoquismo”.

Vuelvo al diccionario de la RAE y busco sobre el vocablo en cuestión, y dice en su segunda definición
"Complacencia en sentirse humillado o maltratado”.

Me pregunto qué complacencia se puede obtener en que a uno le recorten derechos civiles y laborales, en que le aumenten la edad de jubilación, en que le recorten las pensiones, en que le cierren ambulatorios y urgencias, en que se recorten o anulen las prestaciones a incapacitados, en que desaparezcan el instituto de la mujer y los juzgados de violencia machista, por enumerar algunas cosas que harían los partidos a los que apoya la oligarquía patria. ¿Eso les produce complacencia a los “Stephen Candie”?

Tomado de la red

martes, 24 de diciembre de 2019

_- Discapacidad ética

_- El Adarve
El blog de Miguel Ángel Santos Guerra

El cielo azul de la celebración del Día Internacional contra la violencia de género en España ha tenido una fea nube negra. Esa nube que solo genera tristeza, rabia y dolor ha sido la postura cerril del partido ultraderechista Vox.

Resulta incomprensible que un partido (y sus votantes) estén tan ciegos y se muestren tan insensibles ante realidades tan horrendas. ¿Cómo puede negarse la violencia de género a estas alturas del siglo XXI? Hay que ser estúpidos. Hay que padecer una profunda discapacidad ética. Luchar contra la violencia de género, no supone dejar de hacerlo contra otros tipos de violencia. Esa miserable reacción que consiste, cuando alguien señala un desastre, en decir que en otro lugar también existe otro problema, es la forma perfecta de no atender ninguno. Porque estoy seguro de que quienes defienden la necesidad de combatir la violencia de género son más sensibles que los militantes de Vox para solucionar también esos otros problemas de violencia que a ellos tanto dicen preocuparles. La de Vox es una estrategia perversa para ocultar un problema, o para desvirtuarlo y aminorarlo.

He visto muchas veces ese perverso mecanismo. Por ejemplo, en los que dicen que, habiendo problemas tan grandes en el sexismo, no merece la pena preocuparse por los problemas del lenguaje sexista. Estoy seguro de que quienes se ocupan del sexismo en el lenguaje se preocupan también por las demás causas y efectos del mismo. Quien desprecia un problema por considerarlo pequeño tampoco se ocupa de los grandes.

Negar que existe la violencia de género es hoy una estupidez. Llevamos en España, a estas alturas del año, 52 cadáveres de mujeres en sobre la mesa de las argumentaciones. Un dato bruto y brutal. Sin nombres ni apellidos, sin rostros, sin edades. Una aterradora estadística. Detrás de cada uno de esos números hay una historia de dolor irreparable, ¿Cómo se ha producido su muerte? A manos de sus parejas. ¿Por qué han muerto? Por el hecho de ser mujeres. ¿Qué diría Vox si el independentismo catalán o la izquierda radical (como llaman a la izquierda, sin tener en cuenta lo radicales que ellos son) hubiera causado una sola de esas muertes?

¿Qué decir de las mujeres que están enterradas en vida, sin valor para la denuncia, para la rebelión, para la liberación? ¿Qué decir de las mujeres violadas, objeto de abusos, de acoso indecente, de bromas soeces…? (No hay manadas de mujeres violando a los varones. ¿Por qué será?). ¿Qué decir de las mujeres discriminadas, ninguneadas, despreciadas, sojuzgadas, minusvaloradas?

Oponerse a las acciones del Día Internacional contra la violencia de género es una perversidad. Es incomprensible que, ante todo este cúmulo de dolor, de discriminación y de maldad, a Vox lo que le importe sea mirar para otro lado. Si las matan, que las maten, vendrían a decir con un descaro inadmisible. Lo malo es que algún hombre, algún niño o algún anciano también muera por violencia, vendrían a decir.

Un hecho ha resultado paradigmático en ese día singular contra la violencia de género. Lo han protagonizado dos personas. Hablaré de ellas.

Francisco Javier Ortega Smith es un abogado y político hispanoargentino (tiene la doble nacionalidad, su padre es español y su madre argentina). Es secretario general de Vox, portavoz de su partido en el Ayuntamiento de Madrid y diputado en la última legislatura. Es también presidente ejecutivo de la Fundación Francisco Franco.

Nadia Otmani es una mujer musulmana, migrante, que utiliza silla de ruedas como consecuencia del ataque machista sufrido por una hermana suya y del que resultó herida. La hirieron los disparos de su cuñado cuando trataba de defender a su hermana, que murió.

Pues bien, en un acto institucional celebrado en el Ayuntamiento de Madrid, el pasado 25 de noviembre, pronunció un discurso machista desplegando el ideario miserable que es propio de su partido sobre la violencia de género. Al terminar su discurso, Nadia Otmani se le acercó para exigirle respeto a las mujeres. El señor Ortega Smith no se dignó ni a mirarla. Luego ha dicho que ella “le montó el numerito en una acción orquestada por la izquierda”. Cuando el dedo señala la luna, el necio mira la mano.

He escuchado las palabras vehementes, indignadas, casi desesperadas de esta mujer. Y he visto la impasibilidad del señor Smith, que ni siquiera se digna mirarla. Se gira un par de veces hacia ella para indicarle que se calle y que preste atención al desarrollo del acto.

Le dice Nadia Otmani con palabras entrecortadas y vibrantes: “Llevo 20 años luchando contra la violencia de género. Veinte años en una silla de ruedas. Soy inmigrante. Y yo de este país no he cobrado ni un duro. Le pido respeto para todas las muertas y respeto para todas las mujeres víctimas de la violencia. Respeto, por favor”

Ortega Smith y Nadia Otmani. Dos caras de la misma moneda. La moneda de la cruda realidad. La cara (el cara) y la cruz (el dolor). El verdugo y la víctima. El hombre y la mujer. El político y la ciudadana. El nativo y la inmigrante. La ceguera y la lucidez. La dureza y la sensibilidad. El error y la verdad. El mal y el bien. La noche y el día. La nube negra y el cielo azul.

Las explicaciones que ha dado el señor Smith, a quien no le gusta hablar de violencia de género sino de violencia intrafamiliar, consisten en decir que la derecha cobarde no se atreve a enfrentarse a la izquierda, que le pasa la mano por el hombro porque no tiene el valor necesario para decir lo que hay que decir sobre esta cuestión. Todos están equivocados en el mundo menos Vox. El Día Internacional contra la violencia de género es una invención de los partidos de izquierda, al parecer. No, señor Ortega Smith, abra su mente a la razón, abra su corazón al dolor de tantas mujeres.

Hablamos del Día Internacional contra la violencia de género. Es el mundo entero. Solo Vox está al margen o en contra. Vox es como aquel abuelo que fue a ver desfilar a su nieto al ejército y dijo: Todos marcan mal el paso menos mi nieto.

Me pregunto lo que piensan los varones de Vox sobre lo que les puede suceder a sus hijas si no se lucha contra esta lacra. No es cualquier violencia de lo que hablamos, hablamos de sexismo, hablamos machismo, de androcentrismo. Tienen que leer un poco más, señores y señoras de Vox. Un mucho más. Porque ya hay mucha teoría sobre estas cuestiones. Tienen que leer los trabajos de mujeres feministas, los textos de Celia Amorós, Amelia Valcárcel, Amparo Tomé, Soledad Murillo, Nuria Varela, Lucía Asué Mbomio, Marta Sanz, Montserrat Boix, Lucía Etxebarría, Mercedes Oliveira…

Me pregunto también lo que piensan las mujeres de Vox de sus hijas. Porque no podemos olvidar que en Vox hay hombres y mujeres. A las mujeres de Vox que no reconocen la violencia de género quiero les digo que no hay mayor opresión que aquella en la que el oprimido (la oprimida en este caso) mete en su cabeza los esquemas del opresor.

Libertad de expresión no puede ser sinónimo de libertad de agresión. Negar la violencia de género, además de torpeza, supone una agresión a las futuras víctimas y una falta de respeto a las que ya lo han sido o lo están siendo. No hay derecho a que, desde las instituciones, se frene esta causa que produce tanto dolor, tantas muertes, tanta discriminación, tanto odio.

Me preocupa sobremanera el auge que ha tenido Vox en España. En Andalucía, mi comunidad, apoya el gobierno de los partidos de derechas. Para aprobar los presupuestos exigió que se modificase la expresión violencia de género por violencia intrafamiliar. La misma trampa. La misma indecencia que han mostrado en este día. Me preocupa que se extienda esa ideología xenófoba, homófoba, sexista, autoritaria y fascista. Me alarman estos salvapatrias que tienen un tufo franquista que apesta.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2019/11/30/discapacidad-etica/