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jueves, 5 de septiembre de 2013

El gran traidor

Nokia le pagaba el sueldo y los bonus, pero Stephen Elop ha trabajado durante tres años para entregar el símbolo de Finlandia a Microsoft

El caballo de madera, introducido en Troya con soldados escondidos en su barriga para acabar con la ciudad desde dentro, fue una broma infantil comparada con lo que ha hecho Stephen Elop con el simbolo tecnológico de Finlandia. En solo tres años ha acabado con Nokia y se lo ha entregado como una baratija a Microsoft, su ex empresa.

El trabajo de Elop en Nokia (2010-2013) ha sido de lo más burdo y descarado en favor de Microsoft y en contra de la propia empresa que le pagaba, ante la pasividad del Consejo de Administración. El canadiense Stephen Elop, ex de Microsoft, cogió Nokia con el 34% de cuota de mercado de móviles y lo deja en el 3%; cogió la empresa con la acción a 12 dólares y la deja en 3; de los 125.000 trabajadores solo quedan 97.000. Cuando llegó Elop, Nokia tenía beneficios trimestrales de 820 millones de euros ahora pierde más de 100. El sistema operativo Symbiam era el primero del mundo y ahora prácticamente no existe. También ha tenido tiempo para cerrar todas las plantas de fabricación de teléfonos de Nokia en Finlandia. Todo, según repetía reiteradamente Elop, por un futuro brillante de Nokia. Pues no, será por un futuro brillante de Microsoft.

Si hace años Europa se quedó sin fabricantes de ordenadores, ahora también, gracias a Elop, sin fabricantes de móviles. Quizás la puntillosa comisaria europea Kroes debería repasar las ayudas que la Comisión Europea dio a Nokia para sus desarrollos tecnológicos, ya que han pasado a propiedad de una empresa norteamericana. También quizás despierte alguna comisión de ética profesional que sin duda hay en Finlandia, uno de los países menos corruptos del mundo, por lo menos hasta la llegada de Elop.

Elop ha sido el gran traidor de Nokia. Su fichaje causó críticas desde el primer momento por proceder de Microsoft, y a los pocos meses se justificaron al anunciar que Nokia prescindiría de su sistema operativo, el primero del mundo, Symbian; pero no adelantaba su muerte -que hubiera ocurrido más tarde- en beneficio del sistema que la empresa estaba desarrollando, Meego, sino en beneficio de uno de Microsoft que aun iba a tardar un año en salir. Con ese anuncio, aceleró la muerte de Symbian y por tanto de Nokia. Ningún consumidor se iba a comprar un móvil con un sistema que iba a desaparecer un año de después.

No hay caso igual en la industria del móvil: Del 34% al 3% en menos de tres años. Un descalabro tal no es casualidad. Es la consecuencia de un trabajo metódico y premeditado para hundir una marca y favorecer a un tercero: Microsoft. Porque Elop, no solo decidió que el sistema operativo de Nokia era una porquería. También decidió su sustituto, Microsoft, y además, lo más sospechoso de todo, en exclusiva. Samsung, Huawei, HTC, LG, ZTE fabrican móviles con diferentes sistemas. Nokia solo con Microsoft. Más aún, la fidelidad de Nokia hacia la marca de Redmond no era correspondida, pues Microsoft incluso estrenó su sistema operativo Windows Phone con otras marcas.

Sin duda, si Nokia hubiera lanzado móviles con Android, no habría perdido tanto mercado, y tampoco si no hubiera anunciado la muerte de Symbian; pero el acuerdo con Microsoft solo ha favorecido a una parte.

Si la estrategia del caballo de Troya del siglo XXI fue de Steve Ballmer se merece un retiro dorado. Ha conseguido comprar Nokia por un precio irrisorio, ha tenido a un ejecutivo de confianza en Nokia trabajando para él, pero el sueldo, los bonus, los coches y la casa se lo pagaba Nokia. Si Roma no pagaba a traidores, parece que Redmond sí. Microsoft le guarda a Elop el sillón sucesorio de Ballmer.
Fuente: Javier Martín. El País.
Ver más: El largo declive.
Elop el candidato a Microsoft 
Microsoft afina la máquina con la compra de Nokia por 5.440 millones.
Finlandia ve la venta de su mayor empresa como el fin de un sueño.

lunes, 19 de agosto de 2013

Los límites del bien

Acusado de ayudar al enemigo y de espionaje, el soldado Bradley Manning es en realidad un héroe que denunció los excesos militares de su país, Estados Unidos.
JUAN JOSÉ MILLÁS 18 AGO 2013 - CET PATRICK SEMANSKY (AP)

Si tú eres Estado, cualquier forma de Estado (y la mafia ha devenido en una de ellas), puedes, desde un helicóptero, jugar al tiro al blanco con civiles de cualquier país amigo o enemigo. Pero si eres un piernas, como el sujeto de la fotografía, te condenarán a más de cien años por la comisión de un acto heroico como el de denunciar, por ejemplo, que el Estado español, transformado ya en mafia, juraba a la familia de José Couso que se dejaría la piel en la detención de sus asesinos a la vez que aseguraba al Gobierno norteamericano, protector de los criminales, que todo era un paripé para calmar a la opinión pública. De ahí que si decides matar, robar, secuestrar o asesinar porque todo ello forma parte de tu condición, de tu carácter, debas inscribirte primero en alguna clase de Estado o mafia que te proteja las espaldas. En caso contrario, te verás, como este pobre chico, acusado de ayudar al enemigo. ¿A qué enemigo? Permanece sin especificar porque hoy los Estados, sobre todo si son los Estados Unidos de América, no necesitan hacerlo. Dibujan una raya y dicen: hasta aquí llega el bien y hasta aquí llega el mal. Si caes en el lado de allá, estás jodido, aunque seas una persona decente o medio decente. Si caes en el de acá, en cambio, puedes empalmarte mientras sujetas con correas a un preso sobre el que no pesa cargo alguno y le obligas a comer a la fuerza, por medio de una sonda, para que su huelga de hambre no le estropee la postal a Obama. Cualquier perversión es posible en el lado de acá, pero hay que hacerse socio, y este pobre chico, Manning, lo ignoraba.