lunes, 3 de junio de 2024

El New York Times y su genocidio lingüístico de los palestinos

En el genocidio del pueblo palestino por el ocupante sionista, que se transmite en vivo y en directo, participan diversas fuerzas mundiales, que pertenecen al imperialismo occidental, que se autoproclama “comunidad internacional”. Entre esas fuerzas tiene un papel relevante falsimedia, en todas sus formas (radio, televisión, redes antisociales, cine y, desde luego, la prensa diaria).

El sionismo tiene una importante base de apoyo, ideológica, cultural y simbólica, en los grandes medios de prensa en el occidente colectivo, porque muchos de esos medios o son propiedad del capital sionista o están atrapados en los intereses geopolíticos y económicos del lobby que respalda a Israel y le cubre las espaldas por sus numerosos crímenes.

El periódico que representa como ningún otro los intereses de Israel en Estados Unidos y en el imperialismo occidental es The New York Times [NYT], al que algunos consideran como el medio de prensa más importante del mundo. Quienes eso dicen arguyen que NYT es un ejemplo de seriedad, respeto, pluralismo y un faro en la defensa de la libertad de expresión y opinión. Quienes estos piensan olvidan que ese periódico ha falseado la realidad en numerosas ocasiones, como en la Guerra de Irak, donde recordemos que fueron masacrados un millón de personas. En rigor, el NYT tiene untadas sus manos de sangre por todos los crímenes de Estados Unidos y sus secuaces, tanto como los actores imperialistas que los han realizado.

NYT como ejemplo del cinismo y el doble rasero del occidente imperial desde 1967 viene dando un apoyo incondicional a Israel y respalda todos sus crímenes, sin importar que a veces pudiera publicar un u otro artículo aparentemente crítico con Israel, cuya responsabilidad corre por cuenta de los autores que lo escriben, porque en términos editoriales NYT es un defensor incondicional de Estado sionista.

NYT es coparticipe en el genocidio de Gaza, porque sostiene abiertamente los dogmas sionistas con sus postulados centrales: “Israel tiene derecho a defenderse”, “quienes atacan a Israel son terroristas”, “Israel es la única democracia del próximo oriente” … Sin embargo, NYT en la actual coyuntura ha dado un paso que va más allá de reproducir la propaganda sionista. Ahora practica un genocidio lingüístico contra Palestina. Si, como puede leerse, y no es exageración.

Tal genocidio lingüístico, que no solo está referido al hecho de mentir impunemente, supone negar la existencia de los palestinos en los artículos que publica en estos días sobre Gaza. Así como Israel quiere eliminar física y culturalmente a los palestinos, el NYT los quiere eliminar lingüísticamente, es decir, que de ellos no quede ni siquiera su nombre ni su recuerdo.

En efecto, NYT ordenó a sus periodistas en un memorando secreto dirigido a los que cubren el genocidio de Gaza a que dejaran de usar ciertos “vocablos incomodos” y otros se usaran menos o se restringiera su utilización. Entre los términos prohibidos que desaparecieron de la cobertura del NYT están “genocidio”, “limpieza étnica”, “territorios ocupados”, e incluso que no se hable de Palestina y de palestinos para referirse al territorio y a sus habitantes milenarios. Igualmente, se restringe la utilización del término “campamento de refugiados” a la hora de hablar de las zonas habitadas por palestinos que han sido expulsados por los ocupantes coloniales de Israel desde 1948.

La guía fue distribuida en noviembre y se actualiza cada mes, con nuevas restricciones. Entre sus disposiciones se encuentra oponerse a un “lenguaje incendiario” y no mencionar las palabras masacre o genocidio cuando se está hablando de lo que hace Israel: “Deberíamos ser muy cautelosos al utilizar ese lenguaje, incluso entre comillas. Nuestro objetivo es proporcionar información clara y precisa, y el lenguaje acalorado a menudo puede oscurecer el hecho en lugar de aclararlo”. Continúa señalando: “Palabras como ‘masacre’ y ‘carnicería’ a menudo transmiten más emoción que información. Piénselo bien antes de usarlos con nuestra propia voz. […] Debemos centrarnos en la claridad y la precisión: describir lo que sucedió en lugar de utilizar una etiqueta”. Lo significativo es que esta cautela se usa para referirse a Israel, pero no a Hamas ni a la resistencia palestina, porque cuando se trata de describir los sucesos del 7 de octubre y los ataques a los soldados de Israel si se habla de matanza, masacre o asesinato.

Con respecto al vocablo “terrorista”, el memorando ordena: “Es correcto utilizar ‘terrorismo’ y ‘terrorista’ al describir los ataques del 7 de octubre, que incluyeron ataques deliberados contra civiles mediante asesinatos y secuestros […]. No debemos rehuir esa descripción de los acontecimientos o de los atacantes, especialmente cuando proporcionamos contexto y explicación». La infamia del NYT, como rasgo de su genocidio lingüístico, llega al extremo de prohibir que se use la palabras “combatiente” o “militantes” al hablar de Hamas: “Evitar ‘combatientes’ cuando se refieran al ataque del 7 de octubre; el término sugiere una guerra convencional más que un ataque deliberado contra civiles. Y tenga cuidado al utilizar ‘militantes’, que se interpreta de diferentes maneras y puede resultar confuso para los lectores”.

Prosigue el Memorando con un pretendido tono condescendiente y pluralista, que ratifica con el uso de sinónimos su apología de Israel y la condena a Hamas: “No necesitamos asignar una sola etiqueta o referirnos al asalto del 7 de octubre como un ‘ataque terrorista’ en cada referencia; la palabra se utiliza mejor cuando se describen específicamente ataques contra civiles. Debemos actuar con moderación y podemos variar el lenguaje con otros términos y descripciones precisos: un ataque, un asalto, una incursión, el ataque más mortífero contra Israel en décadas, etc. De manera similar, además de «terroristas», podemos variar los términos utilizados. para describir a los miembros de Hamás que llevaron a cabo el ataque: atacantes, agresores, pistoleros”.

En el caso de Israel, jamás se habla de ataques terroristas al referirse a las acciones de Israel, incluso cuando sus objetivos son civiles, que es casi siempre, o cuando se ataca a periodistas, hospitales, escuelas, universidades, o se destruyeron las sedes de gobierno de Gaza.

El memorando se escandaliza con el uso de la palabra genocidio, lo cual se apoya en un craso leguleyismo, propio por lo demás de Estados Unidos cuando dicen aplicar y respetar las leyes cuando les conviene y les sirve para legitimar sus acciones criminales: “’Genocidio’ tiene una definición específica en el derecho internacional. En nuestra opinión, en general deberíamos utilizarlo sólo en el contexto de esos parámetros legales. También deberíamos poner un listón alto para permitir que otros lo utilicen como acusación, ya sea entre comillas o no, a menos que estén presentando un argumento sustancial basado en la definición legal”.

En cuanto al término limpieza étnica, sin el cual es imposible comprender lo qué es Israel y por qué existe, NYT instruye a sus periodistas: “Si alguien hace tal acusación, debemos presionar para que se proporcionen detalles o proporcionar el contexto adecuado”.

El genocidio lingüístico del NYT hace lo mismo que Israel, pisotear el derecho internacional existente y pasar por encima de la ONU. Lo más claro al respecto es negar la existencia de “territorios ocupados” y de “refugiados” o incluso prohibir la utilización de la palabra Palestina. Sobre esto justifica su postura negacionista de esta forma: “No utilizar […] textos rutinarios o titulares, excepto en casos muy raros, como cuando La Asamblea General de las Naciones Unidas elevó a Palestina a la categoría de Estado observador no miembro, o referencias a la Palestina histórica”.

Sobre los “campos de refugiados”, que existen objetivamente y cuyo existencia es reconocida por la ONU en términos jurídicos, se ordena a los periodistas: “Aunque se denominan campos de refugiados, los centros de refugiados en Gaza son barrios desarrollados y densamente poblados que datan de la guerra de 1948. Consúltelos como barrios o áreas y, si es necesario un mayor contexto, explique cómo se les ha llamado históricamente campos de refugiados”.

Es decir, de un plumazo se niega la existencia de los ochos campos de refugiados que existen en Gaza, donde antes del 7 de octubre de 2023 había 600 mil personas, la mayor parte descendientes de los expulsados en 1948 y en las sucesivas razias genocidas de Israel. Este ha estado negando a los palestinos el estatus de refugiados, porque significa reconocer que fueron expulsados de sus tierras y tienen el derecho legítimo a regresar y el NYT lo que hace es sostener que los palestinos refugiados no existen y, por tanto, no tienen derecho a ser nombrados.

Además, y ese es el papel siniestro del genocidio lingüístico, esos campos de refugiados están siendo bombardeados en forma sádica y asesina por Israel. En la lógica del genocidio lingüístico del NYT tenemos, entonces, que no se bombardean campos de refugiados sino barrios consolidados, lo cual, aunque en el mundo real no cambie nada, en la apreciación de los lectores de NYT si tiene impacto, porque bombardear barrios suena como menos bestial.

Sobre la utilización de “territorios ocupados” señala: “Cuando sea posible, evite el término y sea específico (por ejemplo, Gaza, Cisjordania, etc.), ya que cada uno tiene un estatus ligeramente diferente”. Acá también se desconoce el derecho internacional, puesto que la ONU y la vasta mayoría de países del mundo reconocen a Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental como territorios palestinos, todos los cuales fueron tomados por Israel en la guerra de los seis días en 1967.

El objetivo de prohibir hablar de “territorios ocupados” en este genocidio lingüístico tiene una finalidad: presentar a Israel como un país normal que nunca roba, ocupa y expropia territorios de otros, de los palestinos, y además los encarcela, tortura y mata y dar la impresión de que si algo pasa en la Palestina histórica empezó en la mañana del 7 de octubre de 2023, tras los ataque de Hamas, pero antes de esa fecha Israel era un pacífico e indefenso país. Por eso, dice el Memorando que no es que Israel ocupe, sino que “supervisa la ribera occidental”.

Mientras Israel destruye en forma premeditada a la UNRWUA [Agencia de Refugiados para Palestina y el Próximo Oriente], asesina a sus funcionarios, calumnia y miente para justificar la desaparición de esa instancia de protección de los refugiados palestinos, el NYT refuerza la tarea negando la existencia de esos refugiados, mediante argucias terminológicas. Ese es otro mecanismo abierto del genocidio lingüístico de los palestinos, que Netanyahu, Biden y los otros genocidas aplauden.

El estilo del NYT propio de su genocidio lingüístico niega a su vez el genocidio real que sucede sobre el terreno en Gaza. Al respecto es notable el uso que hacen de la voz pasiva, en la que nunca se sabe ni queda claro quien ataca a quien. Es como si los palestinos murieran por bombas que nadie dispara, sino que llegan del cielo sin explicación lógica de ninguna índole. Así, por ejemplo, después de que Israel bombardeó un campo de refugiados el NYT decía: “explosiones que los gazatíes atribuyen a un bombardeo aéreo dejan innumerables bajas en un barrio densamente poblado”. Obsérvese, el lenguaje sibilino: no es que los habitantes de Gaza sean bombardeados, es que ellos en su imaginario creen que fueron bombardeados y de esos bombardeos imaginarios que, por supuesto no hace Israel, dejan numerosos muertos. Israel en la lógica del NYT es una mansa paloma que no hace nada, sino que los habitantes de Gaza mueren como moscas no se sabe por qué ni por quién.

En síntesis, este genocidio lingüístico del principal periódico liberal del mundo es un complemento a la deshumanización de los palestinos que sobre el terreno Israel lleva a la práctica de manera sistemática y planificada. Mientras en Gaza y Cisjordania Israel realiza un genocidio, limpieza étnica y numerosos crímenes de guerra y lesa humanidad, en Nueva York el NYT se encarga de ocultar ese genocidio y, lo que es peor, de poner en marcha su propio genocidio de los palestinos, de índole lingüística y simbólica. El caso es tan notorio que en forma satírica puede concluirse que el NYT ha inventado unas nuevas matemáticas para no contabilizar a los miles de palestinos asesinados, y reducirlos a meras anécdotas numéricas, porque cómo no existen no es posible contabilizarlos ni darlos por muertos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

domingo, 2 de junio de 2024

_- La amnistía y la Constitución.

_- La amnistía está en el primer artículo en el que la Constitución regula la potestad legislativa de las Cortes Generales con carácter general. No en un artículo cualquiera, sino en un artículo que ocupa un lugar destacado en la economía de nuestro ordenamiento constitucional
— El rechazo de jueces y fiscales pone a prueba la ley de amnistía


“El principio de legitimidad democrática que enuncia el art.1, apartado 2, de la Constitución es la base de TODA nuestra ordenación jurídico-política”. Son palabras de una de las primeras sentencias del Tribunal Constitucional, la STC 6/1981.

Si nos las tomamos en serio, no se entiende que se haya reiterado de manera ininterrumpida que la amnistía no solamente no está presente en la Constitución, sino que es incompatible con ella.

Únicamente en el caso de que la amnistía no se pudiera deducir del principio de legitimidad democrática, se podría llegar a esa conclusión. Pero esa una conclusión imposible de alcanzar con el diseño de la arquitectura constitucional que deriva de dicho principio en la Constitución de 1978.

Con ese principio resulta difícil de justificar el primer peldaño de la arquitectura constitucional, que en la Constitución de 1978 es el Título II, dedicado a “La Corona”. El “pueblo español” como lugar de residenciación de la “soberanía nacional, del que emanan los poderes del Estado”, no puede hacer acto de presencia en dicho Título, ya que La Corona, en cuanto magistratura hereditaria, no puede tener legitimación democrática. Puede no ser antidemocrática, pero, en ningún caso, puede ser democrática. Digamos que es “ademocrática”. Esta magistratura ademocrática es la primera institución del Estado que regula la Constitución de 1978, que, en esto, se diferencia de todas las constituciones monárquicas españolas anteriores, en las que el Título dedicado a Las Cortes precedió siempre al Título dedicado al Rey.

“El pueblo español” como origen de los poderes del Estado aparece por primera vez en el primer apartado del primer artículo del Título III, De las Cortes Generales. “Las Cortes Generales representan al PUEBLO español…” dice el artículo 66.1. de la Constitución. Esta es la forma que tiene el constituyente español de indicar que a partir de este momento se está hablando de “poderes” del Estado y no simplemente de órganos del Estado. La Corona es un órgano, pero no es un poder. Las Cortes Generales son simultáneamente órgano y poder del Estado. Es la base de toda la arquitectura constitucional. Justamente por eso, en el artículo 66.2 la Constitución atribuye a las Cortes Generales como primera función la “potestad legislativa”. Y se la atribuye en régimen de monopolio. Únicamente las Cortes Generales pueden crear Derecho. En el origen del Derecho tienen que estar siempre las Cortes Generales. Directa o indirectamente. Si no aparecen, ese Derecho es anticonstitucional.

El Capítulo primero del Título III la Constitución lo dedica al órgano, a las Cámaras, Congreso de los Diputados y Senado. El Capítulo II lo dedica a la potestad legislativa: “De la elaboración de las leyes”. El constituyente procede de una manera extraña. Empieza con las excepciones y no con la norma. La Ley Orgánica primero (art. 81). La ley de delegación y los decretos legislativos después (arts. 82 a 86). El Decreto-ley (artículo 86). Y empieza a regular la potestad legislativa en general en el artículo 87, empezando por donde se tiene que empezar, por la iniciativa legislativa.

Y ahí aparece la amnistía. No en un artículo cualquiera, sino en el artículo en el que la Constitución empieza a regular con carácter general la potestad legislativa del Estado. La Constitución reconoce como titulares de la potestad legislativa al Gobierno, al Congreso de los Diputados y al Senado (art. 87.1), a las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas (art. 87.2) y a la iniciativa popular (art. 87.3).

El reconocimiento de la titularidad del Gobierno, del Congreso de los Diputados y el Senado y la de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas se hace sin limitación material alguna. El reconocimiento de la iniciativa legislativa popular, por el contrario, se hace con limitaciones materiales. “No procede dicha iniciativa en materias propias de ley orgánica, tributarias o de carácter internacional, NI EN LO RELATIVO A LA PRERROGATIVA DE GRACIA” (art. 87.3 de la Constitución).

El constituyente prohíbe expresamente que se eleve a las Cortes Generales una proposición de ley de amnistía mediante la iniciativa legislativa popular, con lo que está implícitamente aceptando que el Gobierno sí puede enviar un Proyecto de Ley de Amnistía y el Congreso o el Senado e incluso las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas una proposición de ley de amnistía.

La amnistía, insisto, está en el primer artículo en el que la Constitución regula la potestad legislativa de las Cortes Generales con carácter general. No en un artículo cualquiera, sino en un artículo que ocupa un lugar destacado en la economía de nuestro ordenamiento constitucional. Decir que la amnistía no figura en la Constitución y que incluso está prohibida por la Constitución únicamente puede hacerse desde el desconocimiento más incomprensible de lo que dice la Constitución.

¿Quiere decirse que no hay límite constitucional alguno para el legislador al aprobar una ley de amnistía? En modo alguno. Las Cortes Generales tienen los límites generales que la Constitución impone: el contenido esencial de los derechos fundamentales (art. 53.1 de la Constitución) y como consecuencia del “mandato interpretativo” del artículo 10.2 de la Constitución, las normas de derecho internacional relativas a los derechos fundamentales.

Estos y únicamente estos son los límites constitucionales. La ley, por definición, no entra nunca en contradicción con el ejercicio de la función jurisdiccional. La función legislativa y la función jurisdiccional operan en planos distintos. Puede ocurrir que en el ejercicio de la función jurisdiccional un órgano del poder judicial entre en contradicción con la potestad legislativa de las Cortes Generales y que pueda llegar a incurrir incluso en el delito de prevaricación, pero no ocurre a la inversa.

Cuando las Cortes Generales aprueban una ley de amnistía es obvio que se alcanza una decisión distinta a la que se alcanzó en su día por un órgano jurisdiccional, pero se alcanza por razones políticas y no jurídicas. Las Cortes Generales no discuten la fundamentación jurídica de una decisión judicial. Eso lo podrá hacer, en su caso, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, pero no lo puede hacer nunca el Parlamento.

El Parlamento lo único que hace es identificar que la sociedad tiene un problema de naturaleza política que tiene que tener una respuesta política y que, por la razón que sea, no la ha tenido. Una vez identificado el problema, las Cortes Generales disponen de “libertad de configuración” para aprobar la respuesta que tiene que dársele a ese problema.

Para eso es para lo que existe el órgano Cortes Generales, que es el único que tiene legitimación democrática directa. La ley de amnistía no corrige a ningún órgano judicial. Simplemente constata que ha habido una respuesta insatisfactoria para un problema que tiene que tenerla, porque es un problema nuclear en el funcionamiento del Estado democrático de Derecho. La integración de Catalunya en el Estado es el caso que España tiene en este momento.

No hay nada ni en el ordenamiento español, ni en el de la Unión Europea, ni en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos que suponga un obstáculo a la Ley de Amnistía aprobada este jueves por las Cortes Generales.

sábado, 1 de junio de 2024

Entrevista al escritor y profesor Andreas Malm «El proyecto fundamental de la ultraderecha es defender el privilegio blanco ligado a los combustibles fósiles»

Fuentes: La marea climática [Imagen: Profesor asociado de Ecología Humana de la Universidad de Lund, en Suecia, Malm está interesado en una amplia gama de aspectos de las relaciones de poder en un mundo que se calienta rápidamente y necesita enfriarse con urgencia. Foto: Capitán Swing.]




El escritor y profesor publica nuevo libro en castellano: ‘Piel blanca, combustible negro’ (Capitán Swing, 2024), un ensayo co-escrito con el Colectivo Zetkin que explora la relación del fascismo actual con el extractivismo de recursos fósiles.

Andreas Malm (Mölndal, Suecia, 1977) se conecta puntual a nuestra videoconferencia desde Nueva York. Gesticula mucho y piensa cada palabra profundamente antes de pronunciarla, como reconociendo que los temas son peliagudos y merecen reflexión. Acaba de publicar en España Piel blanca, combustible negro. Los peligros del fascismo fósil (Capitán Swing, 2024), un ensayo espectacular co-escrito con el Colectivo Zetkin, que demuestra que, lejos de la creencia en un posible futuro ecofascista, el fascismo actual se articula en torno a una defensa férrea del statu quo basado en el gas y el petróleo, en estrecha relación con el racismo. Este profesor de la Universidad de Lund (Suecia), temporalmente afincado en Estados Unidos, es capaz de establecer vínculos transcontinentales para examinar un panorama global nada halagüeño marcado por la crisis climática. Elogiado por la mismísima Naomi Klein, su voz es una de las más originales y atrevidas del pensamiento ecologista. Charlamos tranquilamente, más allá de su libro: Gaza, la movilización ciudadana y las políticas de Biden también le preocupan.

¿Cómo surgió este libro? ¿Por qué lo escribiste?
Vivo en Estados Unidos, y no van a pasar muchos meses hasta que Donald Trump vuelva a ser presidente. La primera vez que lo fue [2016], se notaba un estado de shock entre la gente, también en el ecologismo, porque, de repente, teníamos el negacionismo que creíamos parte del pasado en la Casa Blanca. No era un caso aislado: vimos el ascenso de partidos similares, negacionistas, en Europa; en Brasil estaba Bolsonaro… Así que el libro surgió en este momento, y mayormente se redactó en 2019. Era un intento de lidiar con estas fuerzas políticas de la extrema derecha, y con la manera en que negaban la crisis climática y hacían todo lo posible por impulsar los combustibles fósiles.

Luego empezó la pandemia, lo cuentas en el libro… ¿Crees que la COVID-19 cambió la política en general, en el sentido de que supuso un parón para movimientos muy visibles entonces como Fridays for Future [Juventud por el Clima en España], o Extinction Rebellion, y contribuyó a que la derecha se adueñara de nociones como la «libertad» debido a los confinamientos?
La pandemia fue un desastre total para los movimientos ecologistas, pero no creo que se la pueda culpar exclusivamente. Fridays for Future y Extinction Rebellion decidieron que teníamos que suspender nuestras actividades e irnos a casa. Estas decisiones se tomaron en un momento de conmoción e inseguridad, y la gente pensó que era imposible lanzarse a las calles en estas condiciones. Ahora bien, medio año más tarde tenemos el asesinato de George Floyd y las mayores protestas de los Estados Unidos, así que, de hecho, no era imposible una movilización masiva en las calles durante la pandemia, pero el ecologismo quizá no lo sabía. Se tomó esa decisión, que fue, en cierto sentido, suicida, porque mató la ola de movilizaciones de 2019. Y luego esa energía no se recuperó, así que estamos viviendo en la estela de la pandemia, pero no estoy seguro al 100% de que la COVID crease cambios políticos duraderos en nuestros países. En los últimos ocho meses, Palestina está causando un mayor impacto en el escenario político que la pandemia.

Fue un desastre que Trump ganara las elecciones en 2016, y quizá hasta vuelva a ocupar la Casa Blanca, pero ha habido una gran decepción respecto a Biden. Se podría argumentar que su plan climático es un plan de seguridad energética: ha concedido un gran número de permisos de extracción de gas y petróleo. ¿Esto no es otra forma de negacionismo?

Sí. Usamos la metáfora del péndulo en la política estadounidense: entre las medidas aparentemente progresistas de Obama, luego Trump, luego Biden –similar a Obama–, luego otra vez Trump… Los presidentes demócratas, por supuesto, aceptan la ciencia del cambio climático, no son negacionistas en ese sentido, y además han apoyado medidas para la instalación de energías renovables y cosas así. Lo que no han hecho –a eso te refieres– es intentar quebrar el poder de la industria de los combustibles fósiles y poner algún tipo de límite a la extracción [de gas y petróleo]. En el libro hablamos de la relación entre la gobernanza capitalista y el negacionismo más duro de la ultraderecha, una relación antagonista pero también productiva. Claro que existe una diferencia significativa entre las políticas climáticas de Biden y Trump, pero Biden nunca ha intentado ningún tipo de control de la industria de los combustibles fósiles. En consecuencia, ésta sigue ahí, más poderosa que nunca, y favorece a Donald Trump, porque él no tiene la pretensión de hacer nada respecto a la crisis climática, así que los presidentes republicanos son una apuesta segura contra cualquier forma de política medioambiental. Pero la inutilidad de los presidentes demócratas en lo que respecta a la industria fósil es, asimismo, lo que mantiene a esa industria tan bien posicionada y poderosa como para recuperar poder político constantemente a través de un presidente republicano…

No sé si has leído unas declaraciones recientes de Trump: se reunió con los jefes de las principales petroleras y les dijo: «si me proporcionáis apoyo para mi campaña presidencial, me aseguraré de eliminar todas las regulaciones climáticas cuando llegue al poder».

Lo de Biden me sigue pareciendo un tipo de negacionismo. ¿Sabes que está perdiendo apoyos entre la gente joven? En parte por el conflicto en Gaza, pero también por su inacción respecto al cambio climático.
Sí, se puede analizar como un tipo de negación, en el sentido de que niega lo que se debería hacer [en términos climáticos]. Y, por supuesto, respecto a Gaza y el genocidio la negación es extrema.

En el libro cuentas que la inmigración es un tema importante en las campañas de la extrema derecha y cómo se relaciona con la industria fósil. Ahora bien, el cambio climático está provocando, y provocará, millones de refugiados que vendrán a los países de occidente. ¿No podrían esos partidos afrontar el problema para evitar la oleada de refugiados, aunque sea por motivos completamente racistas y xenófobos? ¿Puedes explicar mejor la lógica de su pensamiento?
En la extrema derecha se pueden encontrar algunos ecofascistas argumentando eso mismo, que hay que parar el cambio climático para que los migrantes no vengan, pero estas voces son marginales. En el libro analizamos cómo el proyecto fundamental de la ultraderecha en el norte global es defender los privilegios de los blancos, y estos privilegios están profundamente ligados a los combustibles fósiles y tecnologías derivadas. Eso es lo prioritario. Creo que lo más importante en la mente de la extrema derecha es proteger su vida privilegiada, defender un estilo de vida que es… una isla de afluencia, contra la inmigración, pero también contra cualquier tentativa de cuestionar los coches, la carne, etc. Eso quiere decir que la resistencia a las políticas climáticas domina su agenda.

¿Crees que es posible una Europa y un Estados Unidos completamente fascistas, gobernados por regímenes fascistas, pronto? Quizá nos encaminamos a eso, ya que los partidos (social)demócratas no actúan con contundencia y la derecha promueve activamente el capitalismo fósil, tenemos una política migratoria bastante dura, y además, de fondo está la guerra en Ucrania…
Creo que hay un movimiento que apunta hacia esa dirección, pero no diría que Europa o Estados Unidos estén gobernados por partidos fascistas. Siempre está la pregunta de la definición exacta del fascismo, cuándo empieza… es un debate complicado. La definición que barajamos en el libro gira alrededor de la violencia a gran escala contra la gente no blanca y eso se vincula a la expansión de los combustibles fósiles: es lo que llamamos fascismo fósil. No es completamente imposible que nos acerquemos a ello durante una segunda presidencia de Trump. Por ejemplo, ha dicho que será un dictador para que podamos «perforar, perforar, perforar» [pozos de gas y petróleo], que quiere deportar a 10 millones de personas no blancas, y parece mucho más agresivo que antes en lo referido a eliminar políticas climáticas y promover la extracción fósil sin límites… Claramente, hay una posibilidad, un riesgo de desarrollar políticas mucho más brutales en lo racial y en lo climático que durante su primer mandato. Si las cosas suceden así… quién sabe, sería la hora de empezar a hablar de fascismo.

En Europa las tendencias son similares. Creo que hay una «fascistización». Es útil entenderlo como proceso. Pero, por supuesto, el paisaje político europeo es muy variado. Podemos mirar a España: el PSOE, obviamente, no es un partido fascista. Creo que España no se ajusta a los patrones de una extrema derecha más fuerte, porque a VOX le ha ido muy mal en las últimas elecciones. También en lo referido a Palestina. Desde mi punto de vista, España es uno de los países menos locos de Europa. Suecia, por ejemplo, es terrible, y se encuentra de facto gobernada por un partido que ataca a las personas no blancas y está empeñado en destruir cualquier medida climática.

En el libro hablas de «aparato ideológico del Estado» en el sentido utilizado por el filósofo Louis Althusser, y lo relacionas con el negacionismo inicial de algunas empresas y gobiernos («no existe el cambio climático»), que luego se transformó en greenwashing. ¿En qué momento nos encontramos ahora respecto a las estrategias comunicativas que tienen que ver con el clima, teniendo en cuenta que vivimos en la era del algoritmo? ¿Has pensado en cómo parar la desinformación provocada, por ejemplo, por bots?
No. Otras personas han investigado cómo los bots pueden ayudar a diseminar los mensajes de la extrema derecha, y tienes razón en que las redes sociales han acelerado la difusión de las mentiras. Pero no creo que la principal estrategia comunicativa de las petroleras sea ahora negar el cambio climático; creo que es hablar de la captura de carbono, decir: «estamos investigando estas tecnologías, somos parte de la solución» y, posiblemente, mostrar que podemos continuar con el petróleo y el gas porque hay mecanismos para reducir el CO2. ExxonMobil, por ejemplo, era una empresa inicialmente negacionista y ahora dice que el Santo Grial es la captura de carbono. Eso es una estrategia de comunicación, porque no están invirtiendo mucho dinero, y es extremadamente dudoso que la captura de carbono funcione a gran escala. Pero lo que están haciendo es crear una imagen de sí mismos como empresa que apoya los esfuerzos para sacar el CO2 de la atmósfera. Eso es una forma de negacionismo, de mentira.

Explicas que el amor por la naturaleza siempre ha estado presente en el fascismo tradicional. Me pregunto si esto se puede transformar para implementar regulaciones climáticas o incluso desmantelar el ecofascismo desde dentro.

Mmm… Creo que las pocas tendencias ecofascistas que había cuando estaba escribiendo este libro [2019] han perdido fuelle desde entonces. El ecofascismo fue un intento de la extrema derecha de responder al interés climático de los jóvenes, pero ese interés está silenciado por diferentes razones. Por ejemplo, desde que comenzó la guerra en Palestina, ocupa un lugar secundario en la política; el foco está en Palestina. El ecofascismo está ahí, pero muy débil, y yo no diría que guarda ningún potencial para hacer nada bueno respecto a las emisiones o la destrucción medioambiental en general, porque ataca a las personas no blancas como (en teoría) el origen del problema, ¡y ellos no son el origen del problema! La idea de que si deportamos a la población musulmana de Francia mejorará la situación del clima es un disparate. No va a mejorar nada, ¡sería un crimen horrible! Deberíamos mostrarnos 100% vigilantes y hostiles frente al ecofascismo.

Creo que me he expresado mal. He notado ligeras conexiones entre grupos ecologistas de izquierdas y gente de derechas que tienen que ver con la preservación de la naturaleza, el amor a la tierra, cultiva tu propio huerto…

Sí, hay puntos de convergencia, similitudes, especialmente en lo relacionado con lo local: me mudo al campo y protejo mi finca, y la mantengo limpia y sostenible… Lo que hacemos en el libro es precisamente advertir sobre esa retórica ecofascista. Pretendemos crear conciencia dentro del movimiento ecologista sobre esta corriente política con la que no deberíamos tener ningún contacto ni convergencia retórica. Pero aún se puede encontrar, en los márgenes del ecologismo, a gente que piensa que la sobrepoblación es la fuente del problema.

Para terminar, ¿cómo crees que debería movilizarse la ciudadanía para evitar lo peor? Ya que te enfocas en los partidos políticos y las empresas… ¿qué debería hacer la gente corriente?
Deberíamos recuperar las acciones del movimiento climático que había en 2019, algo similar pero a gran escala, y con mayor diversidad de tácticas. Ahora mismo está todo muy tranquilo, pero los desastres climáticos nos van a golpear en un futuro próximo, en España, en Suecia, ocurre todo el tiempo en el sur global… En algún momento tendremos que responder con una lucha masiva, porque obviamente las clases dominantes y los gobiernos no van a hacer nada al respecto, no por voluntad propia. La gente común, por desgracia, tiene una gran responsabilidad y una gran misión histórica por delante.

Quizá las protestas por Gaza sean una buena señal. Ver a esos estudiantes movilizados, ¿no te da esperanza?
Sí, es fantástico, aunque no tiene mucho que ver con el clima, pero yo mismo estoy muy comprometido con esta causa [Palestina].

Pero tiene que ver con la protección de la vida, con no permitir ciertas injusticias, con romper con las generaciones anteriores en muchos aspectos, es antirracista…

Sí, sí. Hay muchos vínculos con el clima y, por supuesto, las voces contra el genocidio en Palestina expresan que no puede ser normal que decenas de miles de personas sean asesinadas únicamente porque no son blancas, son sólo gente pobre en Gaza, y ¿sabes?, esto tiene implicaciones respecto a la crisis climática, que es una máquina planetaria de matar a gente no blanca, y normalizar su muerte. Claro que es prometedor este movimiento, ojalá crezca. 

viernes, 31 de mayo de 2024

Cómo hacer ejercicio para bajar tu presión arterial.

Casi cualquier ejercicio podría reducir la presión arterial y sus riesgos para la salud. Sigue estas recomendaciones para obtener mejores resultados.

La hipertensión afecta a más de la mitad de la población adulta de Estados Unidos. Es una de las principales causas de infartos cerebrales y ataques al corazón, y a menudo no presenta síntomas evidentes.

Una de las mejores formas de prevenir la hipertensión y de reducirla es hacer ejercicio (además de mejorar la dieta). Esto se debe en parte a que el ejercicio constante y frecuente hace que el cuerpo forme nuevos capilares.

“Es como producir válvulas de escape adicionales para el corazón”, explicó John Bauer, director de contenidos educativos de la Asociación Internacional de Ciencias del Deporte. “Así hay menos presión sobre los vasos sanguíneos existentes”.

Pero, ¿qué ejercicios son los más eficaces? Numerosos estudios han descubierto que el yoga, las sentadillas en la pared y el ejercicio cardiovascular son especialmente útiles para reducir la tensión arterial. El tai chi es otro ejercicio suave y poco estresante que, según algunos estudios, es especialmente bueno para la hipertensión.

“Cualquier ejercicio es útil, pero lo más importante es el marco en el que se realiza”, dijo Lili Barouch, directora de cardiología deportiva y profesora asociada de medicina de la Universidad Johns Hopkins.

En este contexto, debes seguir unas cuantas reglas en torno a aspectos como la intensidad, la regularidad y el calentamiento eficaz, e incluir consultas periódicas con el médico. Los picos de presión arterial pueden provocar emergencias de salud, aunque otros efectos son más sutiles. Si en algún momento sientes mareos o aturdimiento, para inmediatamente y consulta a un médico.

Qué hacer y qué no hacer
Si tienes la presión alta y es la primera vez que haces ejercicio (o estás fuera de práctica), haz un calentamiento más largo del que harías en otras circunstancias, explicó Bauer. Dedica al menos 10 minutos a esa intensidad más baja, con el objetivo de alcanzar un nivel de esfuerzo percibido de aproximadamente 3 sobre 10.

“Si pasas directamente del descanso al ejercicio, tendrás un mayor aumento de la frecuencia cardíaca y también de la presión arterial”, dijo.

Pero no tengas miedo de aumentar tu frecuencia cardíaca cuando estés preparado. “A menos que tengas la presión arterial muy alta, no hay problema en dar un paseo vigoroso, por ejemplo”, dijo Barouch. Eso también podría significar caminar más deprisa, recorrer un sendero o cargar peso.

En lugar de centrarte estrictamente en la frecuencia cardíaca, presta atención a cómo se siente tu cuerpo. En especial si estás tomando medicamentos para la presión arterial, ya que algunas medicinas pueden atenuar la respuesta del corazón y desviar tus objetivos.

Si te preocupa la presión arterial y eres nuevo en el mundo del gimnasio, no intentes lanzarte al entrenamiento por intervalos de alta intensidad, que provoca fluctuaciones más rápidas de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. También conviene evitar los ejercicios que requieren levantarse y bajarse rápidamente del suelo, como los burpees, recomendó Melissa Tracy, cardióloga del Centro Médico de la Universidad Rush de Chicago.

“Los burpees requieren muchos músculos y cambios de posición, y es posible que no se respire correctamente”, dijo. Sin embargo, con un ejercicio constante y una presión arterial normalizada, estos ejercicios compuestos pueden convertirse en un objetivo a largo plazo.

Lo mismo ocurre con el levantamiento de pesas, durante el cual se puede contener la respiración inadvertidamente durante el esfuerzo, dijo Tracy. “Si eres hipertenso, disminuyes la sangre que vuelve al corazón y tu presión arterial puede bajar”, añadió. “Cuando sueltas la respiración, tu ritmo cardiaco se dispara y tu presión arterial puede dispararse”.

Una vez que tu cuerpo se acostumbre al ejercicio, aumenta gradualmente la dificultad de tu rutina para permitir un progreso continuo. “Con el tiempo, puedes empezar a acelerar el ritmo, balancear los brazos, añadir pendientes o encontrar otras formas de aumentar el ritmo cardiaco”, dijo Tracy.

Cuando termines con el ejercicio, dedica un tiempo extra a enfriarte, para que la frecuencia cardiaca y la presión arterial vuelvan a la línea de base.

En general, intenta hacer ejercicio durante al menos 30 minutos, a menos que te resulte difícil encajarlo en tu día a día. “Si tienes que dividirlo en periodos más cortos, de 10 a 15 minutos, aún podrás notar cierta mejoría en la presión arterial”, afirmó Barouch.

Una vez que te acostumbres a hacer ejercicio durante 30 minutos seguidos, puedes aumentar los beneficios para la presión arterial hasta 60 minutos de ejercicio. “A partir de ahí, no hay nada malo, pero probablemente no haya ningún beneficio adicional en lo que respecta a la presión arterial”, dijo Barouch.

Fíjate objetivos
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan realizar al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada, 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa o una combinación de ambas cada semana. Ese puede ser tu objetivo, pero mientras inicias una rutina de ejercicio, alcanzar ese nivel puede no ser realista. “Para algunas personas, hacer ejercicio varias veces a la semana ni siquiera está en juego al principio”, dijo Bauer.

Y si bien es posible que sientas la tentación de concentrar todo el ejercicio en el fin de semana, esa no es la mejor manera de reducir la presión arterial. En su lugar, intenta mover el cuerpo intencionadamente la mayoría de los días. “Es un enfoque más eficaz que ser un guerrero de fin de semana”, comentó Barouch.

Por último, si padeces hipertensión, es importante que consultes con tu médico antes de probar nuevos regímenes de ejercicio, y recuerda que no todo el mundo puede controlarla solo con cambios en su estilo de vida.

Pero si eres constante, una rutina de ejercicio puede empezar a reducir la presión arterial en tan solo cuatro semanas. La investigación no ha demostrado de forma definitiva que una forma sea mejor que otra, así que elige el ejercicio que más te guste: será más probable que lo sigas.

 Amanda Loudin es redactora independiente de temas de salud y ciencia. 


jueves, 30 de mayo de 2024

Dictados y otros errores frecuentes que se cometen al enseñar ortografía (y cómo podemos aprender a escribir mejor)

Niños tomando dictado en una clase

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El dictado es una práctica poco eficaz para el aprendizaje de la ortografía, según expertos.

Algunas de las estrategias tradicionales para enseñar ortografía no solo no son eficaces, sino que pueden llegar a ser perjudiciales. ¿Cómo es posible?

Uno de los mecanismos que utiliza nuestro cerebro para aprender a leer y escribir es el denominado "aprendizaje estadístico" o implícito.

Este tipo de aprendizaje está en funcionamiento desde nuestro nacimiento y se basa en la detección de regularidades en acontecimientos que suceden con frecuencia; en definitiva, almacenamos lo que se presenta de forma repetida ya que nuestro cerebro interpreta que eso es importante para adaptarnos adecuadamente a nuestro entorno.

Aprender a base de repeticiones

Cuando aprendemos a leer y a escribir, el aprendizaje estadístico se pone en funcionamiento.

Veamos un ejemplo, ¿cómo podemos aprender que la palabra "hada" se escribe con h? Una forma es verla de forma repetida de manera que nuestro cerebro pueda almacenarla con su h correspondiente.

¿Qué pasaría si unas veces la palabra hada se presenta con h y otras sin ella? El mecanismo que hemos comentado y que busca regularidades no funcionaría de forma adecuada ya que fallaría al encontrar esa regularidad.

De hecho, si un lector de estas líneas es docente en Educación Primaria, puede resultarle familiar la sensación de que cuando era más joven (antes de ejercer) tenía menos faltas de ortografía y, ahora, después de años observando y corrigiendo los errores de sus alumnos, a veces le asoma la duda de si una palabra es con b o v o si lleva h o no cuando antes la escribía perfectamente.

Es porque ese cerebro docente ha visto ya muchas veces palabras mal escritas como "recojer" y eso le hace dudar si utilizar la g o la j para escribirla.

El problema de los ejemplos erróneos

Una actividad relacionada con la ortografía muy frecuente en las aulas de Educación Primaria es la de pedir al estudiante que detecte y corrija palabras escritas con faltas de ortografía. El estudiante ve, por ejemplo:

"Las gayinas pusieron muchos huebos que se bendieron en el mercado".

En este caso, la presentación incorrecta de estas palabras dificulta la detección de la regularidad por lo que frena su adquisición y su almacenamiento. En definitiva, perjudica su aprendizaje.

Si cada vez que vemos una palabra determinada bien escrita nos imaginamos que estamos subiendo un peldaño hacia el almacenamiento definitivo de su forma correcta, el que nos la enseñen mal escrita nos hace bajar peldaños.

Existen más ejercicios en la enseñanza de la ortografía que se pueden considerar perjudiciales .

Un niño escribe en una pizarra una palabra con falta de ortografía

Un niño escribe en una pizarra una palabra con falta de ortografía

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La presentación de palabras con faltas de ortografía dificulta el aprendizaje correcto. 

El problema del dictado

Quizá la actividad más tradicional y de mayor uso en el día a día de los centros educativos sea el dictado. Todos lo hemos hecho a lo largo de nuestra vida escolar y ahora mismo seguro que hay muchos escolares realizando uno.

Al hecho de que esta actividad suponga una alta demanda cognitiva y haga especialmente difícil atender a la diversidad en el aula, le debemos sumar una limitación fundamental; es una actividad de evaluación, no de enseñanza.

Si el estudiante conoce bien las palabras que le están dictando, las escribirá correctamente. Pero, si no las tiene almacenadas previamente, el dictado no le va a servir para afianzarlas en su memoria. Es una práctica poco eficaz de enseñanza.

Cuando utilizamos el dictado (en su versión tradicional, la del docente leyendo en voz alta un texto al que no se ha expuesto previamente a los estudiantes) no estamos enseñando ortografía: solo estamos evaluando el conocimiento ortográfico de los estudiantes.

En la escuela, debemos intentar enseñar mucho y evaluar un poco, y no al revés.

Estrategias eficaces

Recordemos que nuestro cerebro no entiende de ortografía, solo de lo que se repite de forma frecuente. Por eso, la primera premisa para la enseñanza de la ortografía es: ofrezcámosles a nuestros niños y niñas ejemplos correctos de las palabras que queremos que aprendan.

Además, presentémoslos de forma repetida, para estimular, potenciar y facilitar que los procesos de aprendizaje estadístico puedan desarrollarse adecuadamente.

En ese sentido, es importante asegurarnos presentaciones repetidas de las palabras más complejas desde el punto de vista ortográfico, es decir, palabras que necesita utilizar mucho en su día a día pero que tienen complejidad ortográfica.

Como ejemplo paradigmático está el verbo haber (y su similitud con la perífrasis "a ver", que tan de cabeza suele traer a los escolares). Una actividad especialmente fácil de aplicar es la denominada "caja de las palabras".

Un niño mira dentro de una caja

Un niño mira dentro de una caja

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La "caja de las palabras" es una buena estrategia para aprender ortografía difícil. 

Esta técnica consiste en crear una caja donde los alumnos vayan incluyendo palabras difíciles (cada una debe ir en una tarjeta). Las tendrán siempre accesibles y las repasarán con frecuencia. En el momento que ya las escriban correctamente, pueden sacarlas de su caja para dejarles espacio a nuevas palabras por aprender.

En el caso de palabras que tienen homófonas, como haber y a ver, podemos añadir en la tarjeta esta información o cualquier otra que consideremos que estimulará el aprendizaje profundo: si hay una regla detrás que facilite su aprendizaje, o derivadas que mantienen o no la complejidad ortográfica.

Separar la ortografía del resto de habilidades

Es importante ser específicos y solo abordar la ortografía de manera independiente al del resto de habilidades de escritura; cuando estemos centrándonos en plasmar las ideas en orden, o en utilizar conectores, en revisar, es recomendable dejar a un lado la ortografía.

Si queremos que nuestro estudiante mejore al mismo tiempo su gramática, sintaxis, planificación y, además, ortografía, muy probablemente no conseguiremos mejorar ningún aspecto.

Por lo tanto, si nuestro objetivo es la ortografía nos vamos a centrar únicamente en ella.

En ese sentido, y como complemento de la presentación correcta y frecuente de las palabras que impulsa el aprendizaje estadístico, también es beneficiosa la enseñanza explícita de las reglas ortográficas (todas las palabras que empiezan por hue- se escriben con h-). Este sería un ejemplo de práctica tradicional que sí es recomendable.

Como alternativa al dictado tradicional tenemos la "copia diferida" que consiste en presentarles una frase que contenga dificultades ortográficas y explicitárselas para luego pedirles que escriban esa frase. Se refuerza con puntos cada complejidad bien escrita y se les da la oportunidad de volver a escribirla si desean obtener el máximo de puntuación.

Una profesora frente a una pizarra

Una profesora frente a una pizarra

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La explicación de las reglas de ortografía refuerza el aprendizaje de las palabras correctamente escritas. 

Minimizar las posibilidades de error 

La lectura puede mejorar la ortografía, precisamente porque nos expone a muchas palabras de uso frecuente escritas correctamente. Pero con palabras menos frecuentes es necesario reforzar con estrategias en el aula; aquello de que lo mejor para escribir correctamente es leer mucho puede ser cierto, pero a los escolares más pequeños no les ha dado tiempo y necesitan apoyo y refuerzo en el aula.

Finalmente, debemos tener en cuenta que, como explica la investigadora Mercedes Rueda, los docentes deberíamos minimizar las posibilidades de error en la escritura y, si ocurren, ofrecer una retroalimentación inmediata.

No esperemos a que el niño se equivoque, anticipémonos; si un niño nos dice "Seño, ¿hiena tiene h?", no le respondamos: "A ti ¿qué te parece?, ¿cómo te suena mejor?".

Lo más efectivo es responder a su pregunta de forma clara, sin titubeos, facilitando una exposición a la forma ortográfica correcta de la palabra; es decir, respondiendo claramente: "Sí, es con h". Sin más.

* Gracia Jiménez Fernández es Profesora Titular de Universidad en el Dpto. de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Granada. Su artículo original fue publicado en The Conversation cuya versión puedes leer aquí.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Milei, Aznar, Jiménez Losantos y la internacional reaccionaria.

El presidente argentino es un peón más de una red financiada por la derecha estadounidense e intereses petroleros.

El presidente argentino Javier Milei tiene previsto volver a Madrid el 21 de junio para recibir el premio que otorga el Instituto Juan de Mariana, un centro de estudios supuestamente liberal. El director del Juan de Mariana es el periodista Manuel Llamas, quien también trabaja para el Grupo Libertad Digital, fundado y presidido por Federico Jiménez Losantos, premio Juan de Mariana 2020. Llamas fue jefe de gabinete de Javier Fernández-Lasquetty cuando este era consejero del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Es un hombre de la órbita del expresidente José María Aznar. En el núcleo duro del Juan de Mariana aparecen más hombres de Libertad Digital como Diego Sánchez de la Cruz (también ligado a la CEOE), Daniel Rodríguez Herrera o Domingo Soriano Sánchez. Y otros en principio ajenos al grupo de Jiménez Losantos como Eduardo Fernández Luiña, antiguo analista de la FAES, la fundación de los populares que controla Aznar, y decano en la Universidad de las Hespérides, un centro privado de Gran Canaria. La relación entre el Juan de Mariana y Libertad Digital es tan estrecha que el código de ‘Google Analytics’ del Juan de Mariana es el mismo que el de la página web personal de Rodríguez Herrera: ‘UA-58010-3′ y ‘UA-58010-4′.

El Juan de Mariana no acepta “donaciones de administraciones públicas y partidos políticos”, pero sí de particulares o empresas. El dinero que recibe Libertad Digital de administraciones controladas por dirigentes del Partido Popular, como Isabel Díaz Ayuso o Fernando López Miras, sirve al conglomerado mediático de Jiménez-Losantos, pero no llegan directamente al Juan de Mariana. El centro fue fundado en 2005 por Gabriel Calzada, un negacionista del cambio climático que tenía relaciones con centros similares como el estadounidense Ludwig von Mises o el Centre for the New Europe de Bruselas. El representante en España de este último era el propio Calzada, y que era financiado por la petrolera Exxon Mobil. Calzada es ahora presidente de esa Universidad de las Hespérides, que no aparece en el ranking de 71 universidades de la Fundación BBVA y que tiene en su claustro, como personaje clave, al economista Juan Rallo, director del Juan de Mariana hasta el año pasado.

Detrás está sobre todo el dinero de Atlas Network, la cabeza estadounidense de una red de más de 500 centros de estudios, con mucha presencia en América Latina, y destinados a difundir el ideario de la derecha republicana estadounidense más reaccionaria. En España, entre otros, tiene relaciones con la FAES e instituciones como el Centro Diego de Covarrubias, la Fundación Civismo, el Foro Regulación Inteligente, la Fundación para el Avance de la Libertad, Institución Futuro, Instituto Atlántico de Gobierno y la Red Floridablanca. Todas ellas, ideológicamente similares.

En Argentina controla 12 think tanks. Uno de esos, Fundación Atlas, entregó un premio similar a Milei en 2018. Alberto Benegas Lynch, asesor de Milei, pertenece a varios de esos centros ligados a Atlas, como la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, en cuyo campus madrileño trabajan varios de los citados, como Rallo, Fernández Luiña o Soriano Sánchez, además de columnistas habituales en digitales de ultraderecha como José María Rotellar, José Carlos Rodríguez o Carlos Rodríguez Braun. Lynch también es negacionista de la crisis climática y el propio Milei era asesor de la Fundación Libre, un think tank ultraderechista argentino ligado a Atlas.

Atlas Network se financia en parte con fondos de la Administración estadounidense, que nutre así a cientos de centros extranjeros de forma indirecta. Y, sobre todo, con fondos de empresarios estadounidenses cercanos a los republicanos de Donald Trump, como la empresa Koch Industries, que lleva décadas gastando dinero en promocionar ideología de extrema derecha. Tiene intereses en química, fertilizantes, minería, hidrocarburos, gas natural, plásticos, papel y otras actividades extractivas e industriales que chocan con las políticas contra la crisis climática. Los hermanos Koch cofundaron el Cato Institute, el Vaticano neoconservador. Koch es favorable a la desregulación financiera y contraria a la limitación de emisiones de gases contaminantes. Un informe de 2010 del Corporate Europe Observatory, que se dedica a hacer trazabilidad de financiación a lobbies, descubrió que el Juan de Mariana había recibido dinero de Koch Industries y también de Atlas Network. Milei es un peón más de la internacional reaccionaria que en España tiene en Jiménez Losantos a su propagandista mayor y en Aznar al Rey Sol.

Cómo distinguir la covid de las alergias primaverales. Preguntamos a algunos expertos cómo averiguar la causa de tus síntomas antes de acudir a una prueba.

An older man wearing glasses wipes his nose with a tissue.
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A medida que se acerca el verano, muchas personas con alergias primaverales siguen sufriendo. Y a medida que circulan nuevas variantes de covid, los expertos afirman que es posible que pronto veamos también un repunte de casos. (Aunque los datos de las aguas residuales en EE. UU. sugieren que los casos de covid son bastante bajos en la actualidad).

Puede ser difícil distinguir entre los síntomas de la alergia estacional, los primeros signos del coronavirus o un simple resfriado.

La forma más clara de obtener una respuesta es someterse a una prueba de covid. Pero, desde que expiró la emergencia de salud pública, es más difícil conseguir pruebas rápidas caseras. Aquí tienes otros consejos que te ayudarán a identificar el origen de tu malestar.

Pon atención a síntomas específicos

Algunas personas con covid pueden experimentar los peores síntomas, por ejemplo, durante su tercera infección en comparación con las dos primeras. Pero en la mayoría de los casos, cuanta más inmunidad se haya acumulado —mediante infecciones repetidas, vacunas o una combinación de ambas— más leves suelen ser los síntomas de la covid.

“En la mayoría de la gente, son estornudos y congestión nasal; es como mi alergia, sin duda”, dijo Davey Smith, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Diego.

Las personas con alergias no suelen tener fiebre alta; si la temperatura supera los 38 grados Celsius, es más probable que se trate de covid o de otra infección vírica, según Purvi Parikh, alergóloga e inmunóloga de NYU Langone Health.

La covid también puede causar malestar estomacal y provocar náuseas, vómitos y diarrea, síntomas que no suelen presentarse en las alergias. Y a diferencia de las personas con alergias estacionales, las que padecen covid también suelen experimentar dolores corporales, dijo Lily Pien, alergóloga de la Clínica Cleveland.

Las alergias suelen provocar comezón, así que si te pican los ojos, los oídos y la garganta, es mucho menos probable que se trate de covid. Otra diferencia clave es que las alergias provocan síntomas “secos”, según Parikh, lo que significa que la tos relacionada con las alergias no suele producir mucosidad.

Tanto las alergias como las infecciones víricas pueden dejarlo a uno agotado, pero con covid, la fatiga aparece de forma más repentina, dijo Parikh. “No es como ‘estoy un poco cansado, necesito una siesta’”, dijo. “Suele ser muy debilitante”.

El tiempo y el contexto importan

Obviamente, si has pasado tiempo con alguien que más tarde dio positivo y ahora no puedes parar de estornudar, hay muchas probabilidades de que tú también tengas covid. Por otro lado, si desarrollas síntomas de alergia cada primavera y empezaste a moquear con la puntualidad de un reloj cuando empezaron a florecer los árboles, puedes estar bastante seguro de que las alergias son la causa de tu malestar.

Sin embargo, es posible que los síntomas de la alergia “se enciendan” de repente en personas que antes no los tenían, afirma Pien. Mudarse a un nuevo lugar también puede exponerte a nuevos pólenes y a estaciones de crecimiento más largas, lo que podría desencadenar una reacción alérgica.

Los médicos recomiendan prestar atención al tiempo que se está enfermo: si los mocos se prolongan durante semanas, es probable que se trate de alergias, dijo el Paul Sax, director clínico de la división de enfermedades infecciosas del Hospital Brigham and Women’s.

Dicho esto, la covid también puede hacer que te sientas mal durante semanas , incluso fuera de la “covid persistente”).

Y comprueba si los medicamentos antialérgicos, como los antihistamínicos y los aerosoles nasales con esteroides, alivian tus síntomas. Si es así, es probable que las alergias sean las culpables.

Aun así, subrayan los médicos, la única forma segura de averiguar el origen de los síntomas es con una prueba.

“Incluso a mí me han engañado”, dijo Parikh. “En algunos de mis pacientes, es idéntico, hasta que pasamos por la prueba covid”.

 Dani Blum es reportera de salud para el Times. 

martes, 28 de mayo de 2024

_- Los médicos siguen descifrando el TDAH en los adultos.

An illustration of a person sitting at a table with a laptop in front of them. Above the laptop are multiple notification alerts. The person looks at a cellphone on the table with an alert. Behind the person is a television and the news is on.
_- Yifan Wu
Aunque es uno de los desórdenes psiquiátricos más comunes entre los adultos, aún no hay guías o diagnósticos en Estados Unidos para tratar a los pacientes después de la infancia.

Justo antes de abandonar la universidad, Katie Marsh empezó a preocuparse por la posibilidad de padecer un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

“El aburrimiento era como una sensación de ardor en mi interior”, contó Marsh, quien ahora tiene 30 años y vive en Portland, Oregón. “Apenas iba a clase. Y cuando lo hacía, sentía que tenía mucha energía acumulada. Como si tuviera que moverme todo el tiempo”.

Así que pidió una evaluación de TDAH, pero los resultados, le sorprendió saber, no fueron concluyentes. Nunca volvió a la escuela. Solo cuatro años después, tras buscar ayuda de nuevo, fue diagnosticada por un especialista en trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

“Fue bastante frustrante”, dijo.

El TDAH es uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes en adultos. Sin embargo, muchos profesionales de la salud tienen una formación desigual sobre cómo evaluarlo, y no existen directrices de práctica clínica en Estados Unidos para diagnosticar y tratar a los pacientes más allá de la infancia.

Sin normas claras, algunos profesionales, aunque bienintencionados, “se lo inventan sobre la marcha”, afirmó David Goodman, profesor adjunto de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.

Esta falta de claridad deja a los proveedores y a los pacientes adultos en un aprieto.

“Necesitamos desesperadamente algo que sirva de guía”, dijo Wendi Waits, psiquiatra de Talkiatry, una empresa de salud mental en línea. “Cuando todo el mundo practica de forma algo diferente, resulta difícil saber cuál es la mejor forma de abordarlo”.

¿Los síntomas del TDAH pueden aparecer en la edad adulta? 

El TDAH se define como un trastorno del neurodesarrollo que comienza en la infancia y se caracteriza normalmente por falta de atención, desorganización, hiperactividad e impulsividad. Los pacientes suelen clasificarse en tres tipos: hiperactivos e impulsivos, desatentos, o una combinación de ambos.

Los datos más recientes sugieren que alrededor del 11 por ciento de los niños de entre 5 y 17 años en Estados Unidos han sido diagnosticados de TDAH. Y se calcula que alrededor del 4 por ciento de los adultos padecen este trastorno. Pero hace tan solo dos décadas, la mayoría de los profesionales de la salud mental “no creían realmente en el TDAH en adultos”, dijo Goodman.

Ahora, en su mayor parte, ya no es así. Y durante la pandemia, las prescripciones de estimulantes, utilizados principalmente para tratar el trastorno de déficit de atención, “aumentaron bruscamente”, sobre todo entre los adultos jóvenes y las mujeres, según un estudio publicado en JAMA Psychiatry en enero.

Para diagnosticar este trastorno, los médicos se basan en el DSM-5, el manual oficial de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, que contiene un requisito un tanto arbitrario: para cumplir los criterios diagnósticos del TDAH, los síntomas significativos, como el olvido continuo y hablar fuera de turno, deben estar presentes en al menos dos situaciones antes de los 12 años.

Pero, a veces, los pacientes mayores no recuerdan los síntomas de la infancia o dicen que eran leves.A Judy Sandler, de 62 años, que vive en Lincolnville, Maine, no le diagnosticaron TDAH hasta la mitad de sus 50, tras jubilarse de su trabajo como profesora: fue la primera vez en su vida que sintió que no podía hacer nada. Quería escribir, pero cuando se sentaba a concentrarse, inmediatamente le entraban ganas de levantarse y hacer otra cosa: “Voy a lavar la ropa”, pensaba. “Y luego iré a pasear al perro”.

Durante sus años de trabajo, se benefició de un horario “hiperestructurado”, hasta que se jubiló. “De repente, me sentí como si me hubiera quedado sin piso”, dijo.

Los pacientes como Sandler se encuentran en una zona gris. Ella no recordaba haber tenido síntomas significativos en la escuela o en casa, más bien indicó que sus síntomas se volvieron más problemáticos más tarde en la vida. Sin embargo, su marido, que llevaba 33 años con ella, había notado los síntomas durante años: por ejemplo, era olvidadiza y le costaba calmarse.

“Hay muchas más sutilezas a la hora de hacer este diagnóstico —especialmente en personas brillantes y de alto rendimiento— que una simple lista de síntomas”, comentó Goodman.

¿Falta algún síntoma en el manual de trastornos mentales? 

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por su sigla en inglés) enumera nueve síntomas de falta de atención y nueve síntomas de impulsividad-hiperactividad que se utilizan para evaluar si un adulto o un niño padece TDAH.

El DSM no incluye formalmente síntomas relacionados con la desregulación emocional, que es cuando alguien tiene dificultades para controlar su estado de ánimo. Tampoco menciona oficialmente los déficits del funcionamiento ejecutivo, es decir, los problemas de planificación, organización y autorregulación. Pero los estudios han revelado que estos son algunos de los síntomas más comunes que experimentan los adultos con TDAH, según Russell Ramsay, psicólogo que trata a adultos con el trastorno.

Cuando se publicó el DSM-5 en 2013 (la quinta edición del DSM), no había suficiente investigación de alta calidad para apoyar la adición de estos síntomas, explicó Goodman. Pero los expertos dicen que todavía son útiles para tener en cuenta al evaluar a alguien.

Goodman está trabajando con Ramsay y otros especialistas en TDAH de todo el mundo para desarrollar las primeras directrices de Estados Unidos para el diagnóstico y tratamiento de adultos con el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, en colaboración con la Sociedad Profesional Americana de TDAH y Trastornos Relacionados.

Es urgente hacerlo, en parte debido a las nuevas investigaciones que han surgido en la última década. Además, aunque el TDAH del adulto a menudo no se diagnostica ni se trata, es posible que se diagnostique a quien en realidad no padece el trastorno y que se le administre medicación que realmente no necesita, advirtió Goodman.

Las nuevas directrices, que se espera que estén disponibles para comentarios públicos a finales de este año, tendrán como objetivo crear un proceso más uniforme para el diagnóstico de adultos, pero el DSM seguirá siendo el “patrón de oro” para los proveedores, dijo Ramsay.

“No está mal”, añadió. “Simplemente está incompleto”.

¿Es TDAH u otra cosa? 

Para los adultos, un diagnóstico adecuado de TDAH normalmente requiere varios pasos: una entrevista con el paciente, un historial médico y de desarrollo, cuestionarios de síntomas y, si es posible, conversaciones con otras personas en la vida del paciente, como un cónyuge.

“No hay atajos”, dijo Lenard Adler, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, mientras hablaba ante cientos de proveedores en la conferencia de la Asociación Americana de Psiquiatría a principios de mayo. “Esto no es fácil”.

Aunque todo el mundo tiene algún problema para prestar atención o está inquieto de vez en cuando, añadió, lo que ayuda a los médicos a decidir si un diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad es adecuado es la intensidad y la importancia de los síntomas, así como su consistencia y su afectación a lo largo de la vida del paciente.

Pero hay varios factores que pueden dificultarlo.

Según las investigaciones, es más probable que las personas que se consideran grandes usuarias de la tecnología digital reporten síntomas de TDAH.

Existe el dilema del “huevo o la gallina”, según Waits. ¿Las personas con TDAH se sienten más atraídas por la tecnología digital que la persona promedio? ¿O su TDAH se desarrolló debido al uso que hacen de la tecnología?

También es probable que las personas con TDAH padezcan otras afecciones coexistentes, como trastornos por consumo de sustancias, depresión o ansiedad, lo que puede dificultar tanto a los médicos como a los pacientes la comprensión de si sus síntomas son consecuencia del TDAH, sobre todo si los síntomas se solapan.

A Marsh, a quien le habían diagnosticado depresión cuando era adolescente y había tomado hasta 10 medicamentos diferentes para tratarla sin mucho éxito, finalmente le diagnosticaron TDAH tras visitar a un psicólogo en su ciudad natal. Esta vez, el profesional se tomó el tiempo de hablar con sus padres y su pareja, y luego hizo un nuevo análisis de los resultados de las pruebas que se habían considerado no concluyentes cuatro años antes.

Después de que Marsh iniciara la terapia y empezara a tomar el estimulante Focalin, la diferencia en cómo se sentía fue “demencial”, dijo. También mejoró su depresión.

“Podía seguir la pista de las cosas en mi cerebro con más facilidad”, añadió. “He podido hacer muchas más cosas porque tengo motivación para ello”.

Christina Caron es periodista del Times y cubre salud mental. Más de Christina Caron

lunes, 27 de mayo de 2024

John Berger, un hombre provisional

Fuentes: El viejo topo
Por Higinio Polo 
Pronto hará un siglo que nació John Berger, y Jonás es ya casi un cincuentón.

Cuando, en 1976, Tanner y Berger escribieron el guion de la película le dieron un título que hizo fortuna: Jonás, que cumplirá veinticinco años en el año 2000.
Entonces, parecían referirse a un lejano futuro. Era la edad que tenía Berger cuando empezó a colaborar en New Statesman en la crítica de arte, muchos de cuyos textos serían agrupados después, en 1960, en Permanent Red. Berger murió hace pocos años y, ahora, vuelve. 

Casi quince años después de que Isabel Coixet dedicara su homenaje al escritor británico en el Centre d’Arts Santa Mònica de Barcelona, Valentín Roma ha vuelto a examinar su trayectoria en la muestra reunida en La Virreina que estará abierta hasta octubre de 2023.

Desde su juventud, Berger escribió en publicaciones comunistas, New Statesman, Marxism Today, Modern Quarterly, World News, y Realism: the Journal of the Artist Group of the Communist Party, pero también para el Sunday Times, e hizo mirar con otros ojos el arte, la fotografía, el dibujo, el trabajo en las fábricas, la vida de los emigrantes o el mundo campesino, siempre atento a la aparición de nuevas ideas, propuestas y figuras, como hizo con el subcomandante Marcos. A esos campesinos olvidados, ajenos al nuevo mundo que bullía en la miseria de las ciudades industriales, les dedicó varios libros, seguro de que tantos siglos de historia agraria no podían dejarse de lado, porque habían marcado por completo la existencia de los seres humanos, aunque ellos se estuvieran convirtiendo en invisibles.

A Berger le gustaba dibujar, pero confesó que no sabía para qué, con qué objeto, aunque puede discutirse su afirmación; también impartió clases de dibujo en St. Mary’s Teacher Training College. A veces, sus dibujos, casi bocetos que parecen inacabados, nos atrapan como en el esbozo inspirado en el Retrato de una mujer loca, de Géricault, donde se atisba la mirada desconfiada, enloquecida, envidiosa, de la mujer. Tal vez no tenía objeto hacerlo, como creía, aunque se sintió obligado a dibujar animales, a recoger el rostro de su padre muerto, y el del subcomandante Marcos, a quien conoció después de la rebelión zapatista mexicana en un encuentro clandestino en la capital de Chiapas en 2008 y que representó escuetamente con sus ojos encerrados en el pasamontañas. Y a Rosa Luxemburg, a quien dibujó con gruesos labios de mujer africana; Berger contó que, aunque hubiera sido asesinada casi un siglo antes, guardaba para ella una caja con un papamoscas collarino pintado en la tapa, y que tenía, en cirílico, la leyenda «pájaros cantores»: estaba llena de estuches de cerillas con otras aves pintadas, porque a la comunista polaca le gustaban las aves. La caja la había comprado en Moscú su amiga Janine, una polaca de Zamość, la ciudad donde nació Rosa Luxemburg, y se la dio a Berger el hijo de su amiga, Witek. En la carta que le escribió para enviarle la caja de pájaros, Berger criticaba la represión en la Polonia socialista de una huelga obrera en los astilleros del Báltico, recordando que «la libertad es siempre la libertad de aquéllos que piensan diferente», pero Berger no olvidaba que Luxemburg vivía en el ejemplo que ofreció al mundo. También dibujó, y tradujo, al poeta palestino Mahmud Darwish, con quien le unía, además de la defensa de la causa palestina, una visión del mundo reflejada en la lucha antiimperialista y anticolonial: Darwish había ingresado en su juventud en el Partido Comunista de Israel y también en la Organización para la Liberación de Palestina, OLP. Berger se implicó mucho en la defensa del pueblo palestino, contra la ocupación sionista, denunciando, por ejemplo, la matanza de Gaza de 2008.

Desde muy joven, Berger convivía con el pasado, con el peso de las generaciones desaparecidas; llegó a decir que los muertos «están entre nosotros», porque la vida está hecha con el recuerdo de los otros. En su juventud le influyó la visión del historiador húngaro Adler Frigyes (nacionalizado británico como Friedrich Antal), que había sido subdirector del Museo de Bellas Artes de Budapest durante la revolución comunista de Béla Kun, y que tuvo que exiliarse después de que la república soviética húngara fuese aplastada, y fue uno de los primeros en relacionar el arte con la sociedad en que se producía. En su texto comentando la fotografía de André Kertesz, La partida de un húsar rojo, hecha en junio de 1919 en Budapest, Berger presiente la despedida de un soldado, la mirada hacia su mujer y su hijo que encierra la vida de todos ellos, y recuerda las amenazas del general francés Foch y el ultimátum de Clemenceau a la joven República Socialista soviética húngara, la heroica resistencia del Ejército Rojo húngaro y el baño de sangre para ahogar la revolución e imponer la primera dictadura fascista en Europa, la del vicealmirante Horthy, que inició los asesinatos en masa de miles de comunistas húngaros. Horthy gobernó hasta la Segunda Guerra Mundial, fue cómplice de Hitler, y terminó sus días en Portugal porque Estados Unidos, que lo detuvo en Baviera tras la guerra, cerró los ojos a sus crímenes y le permitieron vivir en Estoril, en otra dictadura fascista. Berger veía esos hechos en una simple fotografía, desvelaba las mentiras que se encontraban tras la pintura cortesana, sumergía al lector en la desventura de los pobres.

Berger tenía en gran estima a autores como Ernst Fischer, Walter Benjamin y Max Raphael, y con apenas treinta años empezó a notar la censura y la persecución: el Congress for Cultural Freedom (Congreso por la Libertad de la Cultura, una organización creada por la CIA estadounidense que actuaba en casi cuarenta países editando publicaciones, financiando artistas y escritores, organizando congresos y campañas para impulsar el anticomunismo y el descrédito de la Unión Soviética, con abundante dinero sucio) y la embajada estadounidense de Londres forzaron a sus editores a que retirasen la primera novela de Berger de las librerías, cuando apenas llevaba expuesta unos días. Esa primera novela fue Un pintor de nuestro tiempo, y exactamente eso fue Berger, aunque abandonase la pintura a los treinta años siguió recogiendo dibujos de personas que le habían conmovido, reflexionando en su vejez que la pintura solo refleja lo que nos han legado, recordando a Shitao, el paisajista y calígrafo chino. Berger fue un prolífico autor; escribía (una treintena de ensayos, una docena de novelas, tres obras de teatro, poesía, colaboraciones diversas), dibujaba, colaboraba con el cine, hacía collages, ejercía como crítico de arte esquivando el mandarinato que imponía el gusto y la sensibilidad, y todo lo hacía impugnando el capitalismo que devoraba el mundo, trituraba a los trabajadores y aplastaba a los inmigrantes. Como hoy. Pero Berger, con modestia, insistía en que era, sobre todo, un narrador de historias.

En sus ensayos sobre arte no «explicaba» las obras, las relacionaba, sabiendo que el lector y el espectador completarían sus palabras, como él mismo escribió sobre los dos óleos de Magritte, Au seuil de la liberté. En sus dibujos está presente el mundo del trabajo, aunque fue abandonando progresivamente el arte por la literatura y la reflexión teórica. En sus dibujos de los años cincuenta aparece la fábrica, la explotación, el obrero consciente, la pasión por la libertad y la emancipación. El texto que escribió sobre Tranvía de Barcelona, de Raymond Mason, un alto relieve en bronce de un tranvía frente a la Estación de Francia de la ciudad, refleja la existencia de los trabajadores que se dirigen a su destino, realizado después de la huelga de 1951. Berger decidió abandonar Gran Bretaña para vivir en la Francia rural, sin desligarse de los combates obreros y campesinos, inclinado a la soledad aunque fuese muy consciente de que era necesaria la intervención, de que había que contar la verdad y luchar contra los mercaderes de mentiras, a veces con las tristes armas de la crítica artística. Berger también se preocupó por abordar el arte con una perspectiva cercana a la experiencia vital de las mujeres, aunque fuera un hombre, abriendo con ello un nuevo espacio que contribuiría a la denuncia de la marginación histórica de la mitad de la humanidad y reforzaría las convicciones feministas de la izquierda.

Sus poemas sobre la emigración, el trabajo en las fábricas, la denuncia del esclavismo que hizo en la recepción del Premio Booker, la lucha por evitar una nueva guerra mundial, todo eso le llevó a la escritura, porque escribir es también una militancia. Berger no fue nunca miembro formal del Partido Comunista británico, pero siempre militó en el comunismo: cuando le acusaban de ser comunista, nunca lo negaba, como él mismo confesó, y de hecho fue uno de sus más destacados intelectuales en Gran Bretaña, colaborando con el Artists’ Group of the Comumunist Party, un centro de relación de artistas como Paul Hogarth (que fue a España con las Brigadas Internacionales para defender a la República), la pintora Barbara Niven y su compañero Ern Brooks, Clifford Rowe, el historiador y profesor Raymond Watkinson (despedido de Watford por su militancia comunista), Gerald Marks, Reg Turner, entre otros muchos. Eran tiempos duros: la policía y el MI5 vigilaban y acosaban a los miembros del Partido Comunista británico, como le ocurrió a Marks y a numerosos militantes. En esos círculos del Artists’ Group of the Comumunist Party, Berger criticó el realismo socialista que imperaba en la Unión Soviética, y debatió el peso de las ideas de Andréi Zhdánov, el formalismo y la función de los artistas en el capitalismo, y se mostró contrario a la presión política a artistas británicos sobre el contenido de su trabajo, resaltando que podían colaborar en la gran campaña mundial por la paz durante los inicios de la guerra fría. Berger también colaboró con la AIA, Artists International Association, una entidad que se había creado en 1933 por el arquitecto Misha Black, el pintor James Fitton, y la escritora Pearl Binder, entre otros, y que se implicó en la solidaridad con la República española y el combate contra el nazismo.

Siempre tuvo opinión propia. Berger hizo una intervención en el comité de cultura del Partido Comunista británico, que reunía a artistas, escritores y científicos, y que publicó después la revista semanal World News en diciembre de 1955. En ese texto, «El partido comunista y las artes», critica algunas propuestas del partido y de su periódico, el Daily Worker, y expresa los fundamentos estéticos que deben presidir la acción comunista, dejando de lado la rigidez del realismo socialista. Es un texto revelador de su inquietud intelectual, siempre ligada a la acción política. Abordó la función del artista moderno en su conocido The Success and Failure of Picasso, éxito y fracaso del más relevante pintor de la modernidad, donde Berger hace notar que mientras era celebrado como una personalidad mundial en la Unión Soviética, al mismo tiempo se limitaba la difusión de su obra porque rompía con los preceptos del realismo. Berger no tuvo reparo en criticar los rasgos negativos que detectaba en la URSS. No suscribía la beligerancia del Partido Comunista británico contra algunos artistas, aunque al mismo tiempo era consciente de la función que podían desempeñar: en su libro sobre Picasso escribió: «En principio, puede parecer poco razonable esperar que el simple hecho de unirse a un partido político pueda resolver las contradicciones de toda una vida. Pero es razonable esperar que un partido comunista no se parezca a ningún otro. Es más que un partido político. Es una escuela de filosofía, un ejército, un agente del futuro; en su forma más noble, es una fraternidad.»

Se interesó por los animales para adoptar otro punto de vista desde el que observar la condición humana, y su frecuente presencia en televisión abordando artistas como Picasso, Giacometti, Caravaggio, marcó una nueva forma de mirar, como atendió también con sus dibujos a Velázquez o Ribera; era capaz de relacionar a El Bosco con el mexicano Ejército Zapatista de Liberación Nacional; estaba interesado en Léger, en quien veía a un pintor de los trabajadores, o en las imágenes de Paul Strand o de August Sander, a quien ya había citado Walter Benjamin en su pequeña historia de la fotografía y a quien Berger relaciona con Eisenstein o Pudovkin. Y descubría el veneno en la fotografía. La imagen del túnel que construyen obreros emigrantes en el subsuelo de Ginebra, todos agachados trabajando en una tarea sucia y agotadora, con el capataz oscuro y gigantesco vigilando en primer término, mirando con los brazos en jarras a los trabajadores, o la de los obreros españoles esperando el tren en la estación de Ginebra para volver a casa una vez al año, que parece un instante anodino de calma pero muestra la soledad en las notas que se intuyen del trabajador que rasguea una guitarra sentado en el andén entre maletas, revelaban el mundo de Berger, aunque dejó de captar imágenes porque perdió interés en la fotografía.

Las colaboraciones de Berger para la televisión también fueron notables. El primer programa de Ways of Seeing (todos, dirigidos por Mike Dibb), se hizo público después de la huelga de mineros de 1972 que dirigió Scargill y que tan duramente persiguió Margaret Thatcher. Los cuatro episodios de la serie fueron emitidos por la BBC y rompían con la mirada tradicional, masculina y conservadora, del arte: eran, en verdad, otros modos de ver, una respuesta directa al solemne Kenneth Clark, el historiador del arte vástago de una familia de rentistas de la industria textil que urdió y presentó un célebre programa televisivo sobre el arte en los años sesenta, Civilization: A Personal View. Diez años después, Berger visitó también Creswell, un pueblo en Derbyshire, compartiendo con los mineros, viendo las duras condiciones de trabajo en las galerías, comparando sus vidas con las de sus camaradas del Germinal de Zola. Berger siempre hablaba de los pobres, de los excluidos, de los marginados por el capitalismo y la globalización de los mercaderes que pretendían apoderarse de todo el planeta, con una aparente sencillez que revelaba los agujeros negros de la existencia.

Berger debatió durante décadas con el fotógrafo Jean Mohr el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, la acción de las organizaciones de izquierda y las duras condiciones de trabajo de los inmigrantes en Europa, y de su relación surgieron A fortunate man y A seventh man, entre otras peculiares obras que conjugan texto y fotografías, y que la revuelta francesa de las banlieu contra Macron ha puesto, otra vez, de actualidad, aunque casi nadie las haya citado ahora. En 1972 Berger había obtenido el Premio Booker, cuya dotación (21.000 libras esterlinas, una considerable cantidad entonces) destinó a investigar la explotación de los inmigrantes en Europa que originó A seventh man; y a ayudar al British Black Panthers fundado en 1968 y que desde 1970 soportaba una dura represión, cárcel e infiltración de la policía, que consiguió acabar con la organización en 1973. La fotografía de Jean Mohr de un centenar de emigrantes turcos que escuchan instrucciones para viajar a Alemania, en los años setenta, para alimentar las fábricas, que apareció en el libro A seventh man. Migrant workers in Europe, es todo un manifiesto contra la explotación y la tristeza. Ninguno sonríe, todos tienen el ceño fruncido y una mirada preocupada y temerosa.

El asesinato del Che Guevara lo conmovió. Con la célebre fotografía que muestra a un coronel boliviano señalando su cadáver en un camastro y con otro militar posando su mano sobre la cabeza del guerrillero, junto un agente de la CIA estadounidense y varios periodistas, Berger recordó dos cuadros, La lección de anatomía del Profesor Tulp, de Rembrandt; y la Lamentación sobre Cristo muerto, de Mantegna, por su semejanza con la escena de Guevara asesinado. Pero señaló las diferencias: «Guevara descubrió que la condición del mundo real resulta intolerable. Ésta, sin embargo, sólo recientemente se ha manifestado como tal. Las condiciones bajo las que vivían dos tercios de la población mundial eran las mismas entonces que ahora. El grado de explotación y esclavitud era también enorme. El sufrimiento involucrado era igual de intenso y extendido. El desperdicio de recursos era asimismo gigantesco. Pero nada de esto resultaba intolerable, porque se ignoraba la dimensión real de la verdad sobre esta condición, incluso para aquellos que la sufrían. Las verdades no son siempre evidentes en las circunstancias a las que se refieren: nacen a veces demasiado tarde. Esta verdad, en particular, nació con las luchas y las guerras de liberación nacional. A la luz de esa naciente verdad, el significado del imperialismo cambió.» El Che Guevara asesinado «es una imagen que, tanto como cualquier imagen muda podrá jamás hacerlo, nos convoca a una decisión.»

Berger colaboró también en la radio con el director Mike Dibb, mirando el pasado del arte, y con Alain Tanner creó esa película de Jonás. Curiosamente, en los carteles que anunciaban el largometraje aparecía el nombre del director y de los productores Yves Gasser e Yves Peyrot, pero no el de Berger. Escribió también el guion de la película que miraba y reflexionaba sobre la Chandigarh que había creado Le Corbusier, una ciudad del Punjab que quería leer la arquitectura moderna, recorriendo las calles de lo que pretendía ser la nueva India. Berger había escrito un obituario a la muerte del urbanista suizo-francés calificándolo de «el arquitecto más práctico, democrático y visionario de nuestro tiempo», aunque no ignoraba sus simpatías fascistas, su complicidad con la ocupación nazi de Francia, su colaboración con Vichy y su aversión a judíos y musulmanes argelinos. Berger se embarcó con Tanner en esa aventura de Chandigarh, y después en La salamandra y El centro del mundo. Como también colaboró con el escultor español Juan Muñoz, y trabajó con Dibb y Chris Rawlence en un programa para la televisión británica que rodaron en la casa de Berger en la Saboya francesa. En él, el escritor reflexiona sobre el tiempo fugitivo, ligándolo a un poema de Anna Ajmátova, y a Budapest, de André Kertesz, y al asesinato de Orlando Letelier en Washington ordenado por Pinochet; y también a propósito de algunos textos suyos y relatos que rememoraba y que se integraron en esa serie About Time. Dibb y Rawlence utilizaron páginas de Berger sobre los animales para la película Parting shots from animals para la BBC, una amarga sátira sobre la condición humana y la crueldad.

«Sin la ética el hombre no tiene futuro», escribió Berger en el Guardian inglés en un texto en defensa de Günter Grass, a quien los moralistas acosaban entonces por haber pertenecido a las Juventudes Hitlerianas cuando era un inconsciente chaval de quince años, sin que tuviese ningún crimen sobre su conciencia. Y en otro artículo publicado en La Jornada, de México, apuntó: «El fin de la Historia, lema global de las corporaciones, no es un vaticinio: es una orden para borrar el pasado y lo que nos legó en todas partes. El mercado requiere que consumidores y empleados se hallen brutalmente solos en el presente.» Berger desvelaba la hipocresía de quienes gobiernan el capitalismo: pocos días después de la catástrofe causada por el huracán Katrina en la Louisiana estadounidene, el presidente Bush visitó Nueva Orléans y la pequeña población de Biloxi, en helicóptero. Antes de que Bush llegara a Biloxi, el gobierno envió equipos de limpieza para retirar los cadáveres y los escombros del breve recorrido que el presidente y su séquito iban a realizar. Bush saludó, caminó unos minutos y subió de nuevo al helicóptero; tras él, abandonaron el lugar los barrenderos y enterradores, dejando todo el resto de Biloxi sumido en el caos y la destrucción. Ya no era necesario limpiarlo.

Berger vivió la mitad de su vida en Francia, entre campesinos, guardando sus recuerdos, como hizo John Sassall, el hombre afortunado del libro de Berger, el médico que tanto le impresionó, que atendía a sus pacientes, a todos aquellos que lo necesitaban, a pobres y moribundos, y guardaba también sus recuerdos con una entrega, afecto y comprensión a los demás que le llevaban a sufrir con ellos y que, cuando murió su esposa, Sassall fue a China para aprender de los «médicos descalzos» que había organizado la revolución de Mao Zedong. Había conocido al médico cuando Berger tenía poco más de treinta años, y creyó que debía guardar su memoria. Al final de su vida, el escritor británico seguía manteniendo sus convicciones: veía a buena parte del mundo dominado por el capitalismo financiero y por el conglomerado que denominaba «el fascismo económico». Era un hombre libre, a quien el sistema no pudo arrancar su libertad. Tenía ya casi ochenta años y le apremiaban los periódicos que siempre trabajan para enterrar a la izquierda buscando que renegase de sus ideas y sus convicciones comunistas. Pero Berger no se amilanaba: «sigo siendo marxista», decía, remarcando la evidencia, porque esa militancia por los trabajadores, los campesinos, los emigrantes, los pobres, era su forma de estar en el mundo.

Dejó su archivo, sus dibujos, todos los documentos que guardaba en su casa, a la British Library, y dos años antes de morir, Berger se definió a sí mismo como «un hombre provisional», como todos los seres humanos, expuestos al castigo de la soledad, pero no hay duda de que para nosotros continúa siendo imprescindible. «La muerte vino y nos sorprendió» cantaba Pérez Prado, y así fue el final de Le Corbusier en la playa de Roquebrune-Cap-Martin; y el de Tanner, que murió en 2022 con 92 años, y el de Godard que solo esperó dos días al director suizo y murió con 91 años. Y el de Berger, aunque acabase de cumplir noventa años.

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