sábado, 13 de mayo de 2023

_ - Dosier sobre Mandela


Nelson Mandela en su primer viaje a Estados 

_- Nelson Mandela: Debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta que siempre es el momento de hacer las cosas bien. Discurso del Nobel Nelson Mandela

“Su Majestad el Rey, Su Alteza Real, Honorable Primer Ministro, señora Gro Brundtland, ministros, parlamentarios y embajadores, Señores Miembros del Comité Noruego del Nobel, miembro laureado, Sr. FW de Klerk, distinguidos invitados, amigos, señoras y señores:

Estoy verdaderamente honrado de estar aquí hoy para recibir el Premio Nobel de la Paz de este año.

Extiendo mi más sincero agradecimiento al Comité Nobel noruego por elevarnos a la condición de un ganador del Premio Nobel de la Paz. También me gustaría aprovechar esta oportunidad para felicitar a mi compatriota y compañero de premio, el Presidente del Estado F.W. de Klerk, en su recepción de este alto honor.

Juntos, nos unimos a dos distinguidos sudafricanos, el difunto Jefe Albert Luthuli y Su Gracia el arzobispo Desmond Tutu, a cuyas contribuciones a la lucha pacífica contra el perverso sistema del apartheid pagó homenaje merecido al otorgarles el Premio Nobel de la Paz. No voy a ser presuntuoso por nuestra parte si añadimos también, entre nuestros predecesores, el nombre de otro ganador del Premio Nobel de la Paz, el fallecido estadista e internacional afroamericano, el reverendo Martin Luther King Jr.

Él también luchó y murió en el esfuerzo de hacer una contribución para la justa solución de los mismos grandes temas actuales a los que hemos tenido que enfrentarnos como sudafricanos.

Hablamos aquí de la impugnación de las dicotomías de la guerra y la paz, la violencia y la no violencia, el racismo y la dignidad humana, la opresión y la represión y la libertad y los derechos humanos, la pobreza y la miseria.

Estamos aquí hoy nada más que como representante de los millones de nuestra gente que se atrevieron a levantarse contra un sistema social cuya esencia misma es la guerra, la violencia, el racismo, la opresión, la represión y el empobrecimiento de todo un pueblo. También estoy aquí hoy como representante de los millones de personas en todo el mundo, el movimiento anti – apartheid, los gobiernos y las organizaciones que se unieron con nosotros, no para luchar contra Sudáfrica como país o cualquiera de sus pueblos, sino para oponerse un sistema inhumano y para un rápido fin del crimen del apartheid contra la humanidad.

Estos innumerables seres humanos, tanto dentro como fuera de nuestro país, tuvieron la nobleza de espíritu para estar en el camino contra la tiranía y la injusticia, sin buscar ganancia egoísta. Reconocieron que un ataque contra uno es un ataque contra todos y por lo tanto actuaron juntos en defensa de la justicia y la decencia humana común.

Debido a su valentía y persistencia durante muchos años, podemos, hoy en día, incluso fijar las fechas en las que toda la humanidad se unirá para celebrar una de las victorias humanas sobresalientes de nuestro siglo.

Cuando llegue ese momento, veremos, en conjunto, como se regocijan en una victoria común sobre el racismo, el apartheid y el gobierno de la minoría blanca.

Ese triunfo llevará finalmente a su fin una historia de 500 años de AFC de los metales nobles y piedras preciosas que se apoyan en las entrañas de la tierra africana que pisamos las huellas de nuestros antepasados. Será y debe medirse por la felicidad y el bienestar de los niños, a la vez los ciudadanos más vulnerables de cualquier sociedad y el más grande de nuestros tesoros.

Los niños tienen que, por fin, jugar en la sabana abierta, ya no torturados por los dolores del hambre o devastados por la enfermedad o amenazados con el flagelo de la ignorancia, el abuso sexual y el abuso, y ya no se requieren para participar en actos cuya gravedad excede las demandas de su corta edad.

Frente a esta distinguida audiencia, nos comprometemos a una nueva Sudáfrica en la búsqueda incesante de los fines establecidos en la Declaración Mundial sobre la Supervivencia, la Protección y el Desarrollo del Niño.

La recompensa de la que hemos hablado, también se debe medir por la felicidad y el bienestar de las madres y los padres de estos niños, que deben caminar por la tierra sin miedo a ser robados, matados por el beneficio político o material, o escupidos porque son mendigos. Ellos también deben ser relevados de la pesada carga de la desesperación que llevan en sus corazones, nacido de hambre, falta de vivienda y el de

El valor de ese regalo para todos los que han sufrido debe ser medido por la felicidad y el bienestar de todos los habitantes de nuestro país, que han derribado las paredes inhumanas que los dividen.

Estas grandes masas han dado la espalda al grave insulto de la dignidad humana que describe a algunos como jefes y otras personas como sirvientes, y transforma cada uno en un depredador cuya supervivencia dependía de la destrucción del otro.

El valor de la recompensa compartida debe medirse por la paz gozosa que triunfará, porque la humanidad común que une tanto a blancos como a negros en una sola raza humana, le han dicho a cada uno de nosotros que todos hemos de vivir como los niños del paraíso.

Por lo tanto vamos a vivir, porque habremos creado una sociedad que reconoce que todas las personas nacen iguales, con cada derecho en igual medida a la vida, a la libertad, la prosperidad, los derechos humanos y el buen gobierno.

Tal sociedad no debe permitir de nuevo que deba haber presos de conciencia, o que los derechos humanos de cualquier persona sean violados. Tampoco debe nunca suceder que una vez más los caminos hacia el cambio pacífico sean bloqueados por usurpadores que pretenden tomar el poder de la gente, en pos de sus propios fines innobles.

En relación con estas cuestiones, hacemos un llamamiento a los que gobiernan Birmania para que liberen a nuestro compañero laureado con el Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y nos comprometemos a ella y a los que ella representa en un diálogo serio, en beneficio de todo el pueblo de Birmania.

Oramos para que aquellos que tienen el poder de hacerlo, sin más demora, permitan que ella utilice sus talentos y energías para el bien de la gente de su país y de la humanidad en su conjunto. Lejos de la caída áspera y de la política de nuestro propio país, me gustaría aprovechar esta oportunidad para formar parte del Comité Nobel noruego y rendir homenaje a mi premio conjunta, el Sr. FW de Klerk. Él tuvo el coraje de admitir que un terrible error se había hecho en nuestro país y la gente a través de la imposición del sistema de apartheid. Él tuvo la visión de entender y aceptar que todo el pueblo de Sudáfrica debe, a través de negociaciones y de los participantes en pie de igualdad en el proceso, así como determinar lo que quieren hacer con su futuro.

Pero todavía hay algunos dentro de nuestro país que erróneamente creen que pueden hacer una contribución a la causa de la justicia y de la paz por el apego a las consignas que se han demostrado para deletrear nada más que desastres.

Sigue siendo nuestra esperanza de que estos también serán bendecidos con la razón suficiente para darse cuenta de que la historia no se puede negar y que la nueva sociedad no se puede crear mediante la reproducción del pasado repugnante, sin embargo refinado o seductoramente re envasado.

Vivimos con la esperanza de que como ella lucha para rehacer a sí misma, Sudáfrica será como un microcosmos del nuevo mundo que está luchando para nacer.

Este debe ser un mundo de democracia y respeto de los derechos humanos, un mundo liberado de los horrores de la pobreza, el hambre, la privación y la ignorancia, aliviado de la amenaza y el azote de las guerras civiles y la agresión externa y sin la carga de la gran tragedia de millones forzada a convertirse en refugiados.

Los procesos en los que Sudáfrica y el sur de África en su conjunto ha sido contratada, hacen señas y nos instan a todos los que nos tomamos esta marea en pleamar y hacen de esta región un ejemplo vivo de lo que todas las personas de conciencia les gustaría que el mundo fuera.

No creemos que este Premio Nobel de la Paz pretenda ser un elogio de los asuntos que le han pasado y pasan.

Oímos las voces que dicen que se trata de una apelación de todos los que, en todo el universo, buscaba poner fin al sistema de apartheid.

Nosotros atenderemos su llamada, le dedicaremos lo que queda de nuestra vida con el uso de la experiencia única y dolorosa de nuestro país para demostrar, en la práctica, que la condición normal de la existencia humana es la democracia, la justicia, la paz, el no-racismo, el no-sexismo, la prosperidad para todos, un medio ambiente sano y la igualdad y la solidaridad entre los pueblos. 

Movido por esa apelación e inspirado por la eminencia que ha lanzado sobre nosotros, nos comprometemos a que nosotros también haremos todo lo posible para contribuir a la renovación de nuestro mundo para que nadie, en el futuro, sea descrito como los condenados de la tierra.

Que nunca se diga por las generaciones futuras que la indiferencia, el cinismo y el egoísmo nos hizo fallar para vivir de acuerdo con los ideales de humanismo que el Premio Nobel de la Paz encapsula en los esfuerzos de todos nosotros, y demostrar a Martin Luther King Jr haber estado en lo correcto cuando dijo que la humanidad ya no puede estar trágicamente unida a la medianoche sin estrellas del racismo y la guerra.

Hagamos que los esfuerzos de todos nosotros, demuestren que él no era un simple soñador cuando hablaba de que la belleza de una verdadera fraternidad y la paz es más preciosa que los diamantes o la plata o el oro.

¡Dejad que una nueva era amanezca! Gracias.”

Rosa Parks

El 1° de diciembre de 1955, Rosa Parks se hizo famosa por negarse a darle su asiento en el autobús a un pasajero blanco en Montgomery, Alabama, hecho que dio inicio al actual movimiento por los derechos civiles. El lunes 4 de febrero se cumplieron cien años de su nacimiento. En 2005, Rosa falleció a los 92 años de edad y gran parte de los medios la describieron como una costurera cansada, no como una persona problemática. Pero los medios se equivocaron. Rosa Parks era una rebelde de primera categoría.

La catedrática Jeanne Theoharis derriba el mito de la apacible costurera, en su nuevo libro “The rebellious life of Mrs. Rosa Parks” (La vida rebelde de Rosa Parks). Theoharis me dijo: “Se trata de la historia de una vida de activismo, la historia de una vida que ella misma describiría como ‘rebelde’ y que comienza décadas antes del histórico incidente del autobús y se prolonga décadas después”.

Rosa Parks nació en Tuskegee, Alabama y le enseñaron que tenía derecho a ser respetada y a exigir ese respeto. Las leyes de Jim Crow estaban muy arraigadas en aquel entonces y la segregación se aplicaba en forma violenta. En Pine Level, Alabama, donde vivía Parks, los niños blancos iban a la escuela en autobús, mientras que los niños afroestadounidenses debían caminar. Rosa Parks recordó: “Ese era un modo de vida. No teníamos otra alternativa más que aceptar lo que era la costumbre. El autobús fue una de las primeras cosas que me hizo ver que había un mundo para negros y otro para blancos”.

En la última etapa de su adolescencia Rosa conoció a Raymond Parks, con quien se casó. Raymond, el primer activista que Rosa conoció, era miembro de la filial de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP , por sus siglas en inglés) en Montgomery y cuando Rosa se enteró de que las mujeres podían participar en las reuniones, asistió a una y fue elegida secretaria de la filial en su primera reunión.

Fue allí donde Rosa conoció a E.D. Nixon, un dirigente obrero revolucionario con quien trabajó. En 1955 Rosa pudo asistir a la escuela Highlander Folk en Tennessee, un lugar de encuentro de activistas (blancos y negros) comprometidos a superar la segregación donde se desarrollaban estrategias y tácticas de resistencia no violenta. Fue allí donde Pete Seeger y otros músicos escribieron la canción “We shall overcome” que luego se convirtió en el himno del movimiento por los derechos civiles.

Rosa Parks regresó a Montgomery y volvió a trabajar como costurera. El 1° de diciembre de 1955, luego de salir del trabajo, tomó el autobús hacia su casa. “El conductor dijo que si me negaba a dar mi asiento, iba a tener que llamar a la policía. Y le dije ‘Llámela’”, afirmó Parks en una entrevista con Radio Pacífica en abril de 1956. “Había llegado el momento, después de haber sido maltratada hasta un punto que ya no podía tolerar”. Su arresto aquel día provocó el boicot a los autobuses de la ciudad de Montgomery, que duró más de un año. El boicot fue encabezado por un joven que acababa de instalarse en la ciudad: el Dr. Martin Luther King Jr., en cuyo lanzamiento participó Rosa Parks. Durante el boicot, alrededor de 50.000 afroestadounidenses viajaban juntos en sus automóviles, utilizaban vehículos de la iglesia, tomaban taxis de propietarios afroestadounidenses y caminaban. La medida perjudicó los negocios de los blancos y el sistema de transporte público. Parks y otros activistas interpusieron un recurso judicial contra la segregación y en junio de 1956 un tribunal federal declaró la inconstitucionalidad de la segregación en los autobuses.

Los Parks se mudaron a Detroit. Rosa continuó con su activismo, reaccionó frente a los disturbios de Detroit de 1967, consultó a miembros del movimiento “Black Power”, como Stokely Carmichael, y se opuso a la guerra de Vietnam. La historiadora Theoharis señala que el mayor héroe de Parks era Malcolm X.

“Sentía un gran respeto por King, pero decía que Malcolm X era su héroe personal. La disposición de Malcolm X para hablar sobre el liberalismo del norte y la hipocresía del norte, su temprana oposición a la guerra de Vietnam, todas esas cosas eran muy cercanas a su postura política”.

En la década de 1980, Rosa Parks luchó contra el apartheid y se sumó a las protestas frente a la embajada de Sudáfrica en Washington D.C.

Cuando Parks conoció a Nelson Mandela, después de que fuera liberado, Mandela le dijo: “Ud. me dio ánimo todos esos años en prisión”.

Rosa Parks fue la primera mujer estadounidense en ser enterrada en la rotonda del Capitolio. Cuando murió, me apuré para llegar a Washington D.C. a cubrir su funeral; allí encontré a una joven estudiante universitaria y le pregunté por qué estaba ahí junto a cientos de personas escuchando el funeral a través de los parlantes. La joven dijo con orgullo: “Les escribí a mis profesores para avisarles que hoy no asistiría a clase. Hoy voy a aprender algo importante”. Tenemos mucho que aprender de Rosa Parks. De hecho, ella y otras jóvenes se habían negado a dar sus asientos en el autobús antes del 1° de diciembre de 1955. Nunca se sabe cuándo llegará ese momento mágico.

El próximo 4 de febrero la oficina de Correos de Estados Unidos emitirá una estampilla denominada ‘Rosa Parks Forever’ (Por siempre, Rosa Parks), una muestra de la marca indeleble que dejó su activismo.

Rosa Parks no era ninguna costurera cansada. Como ella misma dijo en referencia a la valiente decisión que tomó: “Si había algo de lo que estaba cansada era de ceder”. “No tenía miedo. Había decidido que de una vez por todas tenía que saber qué derechos tenía como ser humano y como ciudadana, incluso en Montgomery, Alabama”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2013 Amy Goodman

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2013/2/1/por_siempre_rosa_parks_la_mujer_que_dio_inicio_al_movimiento_contra_la_segregacin Amy Goodman. Democracy Now!

_--La luz de Nelson Mandela

_--Después de 27 años en la cárcel y ser elegido en 1994 presidente electo de Sudáfrica, Nelson Mandela compartió con el mundo entero uno de sus poemas favoritos, escrito por Marianne Williamson:

“Nuestro temor más profundo no es que seamos inadecuados.

Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos.

Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, la que nos atemoriza.

Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso?

En realidad, ¿quién eres para no serlo?

Infravalorándote no ayudas al mundo.

No hay nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras cerca de ti.

Esta grandeza de espíritu no se encuentra solo en algunos de nosotros; está en todos.

Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo.

"Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros.
La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría” (Solomon Asch)

 ...El primer paso para superar el complejo de Solomon consiste en comprender la futilidad de perturbarnos por lo que opine la gente de nosotros. Si lo pensamos detenidamente, tememos destacar por miedo a lo que ciertas personas –movidas por la desazón que les genera su complejo de inferioridad– puedan decir de nosotros para compensar sus carencias y sentirse mejor consigo mismas.

¿Y qué hay de la envidia? ¿Cómo se trasciende? Muy simple: dejando de demonizar el éxito ajeno para comenzar a admirar y aprender de las cualidades y las fortalezas que han permitido a otros alcanzar sus sueños. Si bien lo que codiciamos nos destruye, lo que admiramos nos construye. Esencialmente porque aquello que admiramos en los demás empezamos a cultivarlo en nuestro interior. Por ello, la envidia es un maestro que nos revela los dones y talentos innatos que todavía tenemos por desarrollar. En vez de luchar contra lo externo, utilicémosla para construirnos por dentro. Y en el momento en que superemos colectivamente el complejo de Solomon, posibilitaremos que cada uno aporte –de forma individual– lo mejor de sí mismo a la sociedad

Fuente:

El País.

El Síndrome de Solomon.

Discurso de Nelson Mandela ante el tribunal que lo condeno a prisión perpetua.

NELSON MANDELA 1918-2013

El líder ‘antiapartheid’ compareció el 20 de abril de 1964 ante el Tribunal Supremo de Pretoria y explicó por qué recurrió a la violencia para combatir el racismo. Fue condenado a cadena perpetua. El discurso marcó para siempre su biografía. Estas fueron sus palabras:

Soy el primer acusado. Soy licenciado en arte y he ejercido como abogado en Johannesburgo durante algunos años en colaboración con Oliver Tambo. Soy un prisionero condenado a cinco años por salir del país sin permiso y por incitar a la gente a hacer huelga a finales de mayo de 1961.

De entrada, quiero decir que la insinuación de que la lucha en Sudáfrica esté influida por extranjeros o comunistas es absolutamente falsa. Sea lo que sea lo que he hecho, lo he hecho por mis experiencias en Sudáfrica y mis raíces africanas, de las que me siento orgulloso, y no por lo que cualquier extranjero pueda haber dicho. Durante mi juventud en Transkei, escuché a los ancianos de la tribu contar historias sobre los viejos tiempos. Entre las historias que me narraron se encuentran las de las batallas libradas por nuestros antepasados en defensa de la patria. Los nombres de Dingane y Bambata, Hintsa y Makana, Squngthi y Dalasile, Moshoeshoe y Sekhukhuni, eran elogiados y considerados el orgullo de toda la nación africana. Por entonces yo esperaba que la vida pudiese ofrecerme la oportunidad de servir a mi pueblo y hacer mi humilde contribución a su lucha por la libertad. Algunas de las cosas que se le han dicho al tribunal hasta ahora son ciertas, y otras falsas. No niego, sin embargo, que planeé un sabotaje. No lo hice movido por la imprudencia ni porque sienta ningún amor por la violencia. Lo planeé como consecuencia de una evaluación tranquila y racional de la situación política a la que se había llegado tras muchos años de tiranía, explotación y opresión de mi pueblo por parte de los blancos.

Admito de inmediato que yo fui una de las personas que ayudó a crear Umkhonto we Sizwe [brazo armado del Congreso Nacional Africano]. Niego que Umkhonto fuese responsable de una serie de actos que claramente están al margen de las políticas de la organización y de los que se nos ha acusado. Yo y las demás personas que fundaron la organización pesamos que sin violencia no se abriría ninguna vía para que el pueblo africano venza en su lucha contra el principio de la supremacía blanca. Todas las formas legales de expresar la oposición a este principio habían sido proscritas por ley y nos veíamos en una situación en la que teníamos que elegir entre aceptar un estado permanente de inferioridad o desafiar al Gobierno. Optamos por desafiar la ley. Primero infringimos la ley de un modo que eludía todo recurso a la violencia; cuando se legisló contra esta vía, y a continuación el Gobierno recurrió a una demostración de fuerza para aplastar la oposición a sus políticas, solo entonces decidimos responder a la violencia con violencia.

El Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) se constituyó en 1912 para defender los derechos del pueblo africano, que se habían visto gravemente coartados. Durante 37 años – es decir, hasta 1949 — llevó a cabo una lucha estrictamente constitucional. Pero los Gobiernos blancos se mantuvieron inamovibles y los derechos de los africanos se redujeron en vez de ampliarse. Incluso después de 1949, el ANC seguía decidido a evitar la violencia. En esa época, sin embargo, se tomó la decisión de protestar contra el apartheid mediante manifestaciones pacíficas, aunque ilegales. Más de 8.500 personas fueron a la cárcel. Pero no hubo ni un solo caso de violencia. Yo y 19 compañeros fuimos condenados por organizar la campaña, pero nuestras condenas se suspendieron, principalmente porque el juez consideró que en todo momento se había hecho hincapié en la no violencia y la disciplina.

Durante la campaña de desafío, se aprobaron las leyes de Seguridad Pública y de Enmienda del Código Penal. Estas contemplaban unos castigos más duros por las protestas contra [las] leyes. A pesar de ello, las protestas continuaron y el ANC se mantuvo firme en su política de no violencia. En 1956, 156 miembros destacados de la Alianza del Congreso, entre los que me encontraba, fuimos detenidos. La política no violenta del ANC fue puesta en tela de juicio por el Estado, pero cuando el tribunal emitió su veredicto unos cinco años después, halló que el ANC no tenía una política de violencia.

En 1960 se produjo el tiroteo de Sharpeville, que tuvo como consecuencia la ilegalización del ANC. Mis compañeros y yo, tras meditarlo detenidamente, decidimos que no íbamos a acatar ese decreto. El pueblo africano no formaba parte del Gobierno y no hacía las leyes por las que debía regirse. Creíamos en las palabras de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice que “la voluntad del pueblo será la base de la autoridad del Gobierno” y, para nosotros, aceptar la prohibición equivalía a aceptar que se silenciase a los africanos para siempre. El ANC se negó a disolverse, y, en vez de eso, pasó a la clandestinidad. En 1960, el Gobierno celebró un referéndum que condujo a la instauración de la república. Los africanos, que representaban aproximadamente el 70% de la población, no tenían derecho a votar y ni siquiera se les consultó. Asumí la responsabilidad de organizar la campaña nacional para que la gente se quedara en casa coincidiendo con la declaración de la república. Puesto que todas las huelgas de los africanos son ilegales, la persona que organice dichas huelgas debe evitar ser detenida. Tuve que dejar mi casa y mi familia y mi trabajo para esconderme y evitar que me detuvieran. El quedarse en casa debía ser una manifestación pacífica. Se dieron instrucciones precisas para evitar cualquier brote de violencia.

La respuesta del Gobierno fue aprobar leyes nuevas y más estrictas, movilizar a las fuerzas armadas y enviar mercenarios, vehículos armados y soldados a los municipios segregados en lo que constituyó un alarde de fuerza masivo para intimidar a la gente. El Gobierno había decidido gobernar exclusivamente por la fuerza y esta decisión marcó un punto de inflexión en el camino hacia Umkhonto. ¿Qué debíamos hacer nosotros, los líderes de nuestro pueblo? No teníamos la menor duda de que teníamos que proseguir la lucha. Cualquier otra decisión habría sido una vil rendición. Nuestra duda no era si debíamos luchar, sino la manera de continuar la lucha.

Los miembros del ANC siempre hemos defendido una democracia no racista y nos alejábamos de cualquier acción que pudiese distanciar aún más las razas. Pero la dura realidad era que lo único que había conseguido el pueblo africano tras 50 años de no violencia era una legislación cada vez más represiva y unos derechos cada vez más mermados. Por entonces, la violencia ya se había convertido, de hecho, en un elemento característico de la escena política sudafricana.

Hubo violencia en 1957 cuando a las mujeres de Zccrust se les ordenó que llevasen un pase encima; hubo violencia en 1958 con el sacrificio selectivo del ganado en Sekhukhuneland; hubo violencia en 1959 cuando la gente de Cato Manor protestó por los controles de los pases; hubo violencia en 1960 cuando el Gobierno intentó imponer autoridades bantúes en Pondoland. Cada altercado apuntaba a la inevitable intensificación entre los africanos de la creencia de que la violencia era la única salida; mostraba que un Gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él. Llegué a la conclusión de que, puesto que la violencia en este país era inevitable, sería poco realista seguir predicando la paz y la no violencia. No me fue fácil llegar a esta conclusión. Solo cuando todo lo demás había fracasado, cuando todas las vías de protesta pacífica se nos habían cerrado, tomamos la decisión de recurrir a formas violentas de lucha política. Lo único que puedo decir es que me sentía moralmente obligado a hacer lo que hice.

Eran posibles cuatro formas de violencia. Está el sabotaje, está la guerra de guerrillas, está el terrorismo y está la revolución abierta. Optamos por adoptar la primera. El sabotaje no conllevaba la pérdida de vidas y era lo que ofrecía más esperanzas para las relaciones interraciales en el futuro. El resentimiento sería el mínimo posible y, si la estrategia daba sus frutos, el Gobierno democrático podría llegar a ser una realidad. El plan inicial se basaba en un análisis pormenorizado de la situación política y económica de nuestro país. Creíamos que Sudáfrica dependía en gran medida del capital extranjero. Pensábamos que la destrucción planificada de centrales eléctricas, y la interrupción de las comunicaciones telefónicas y ferroviarias, ahuyentarían la inversión en el país, lo que empujaría a los votantes a replantearse su postura. Umkhonto llevó a cabo su primera operación el 16 de diciembre de 1961, cuando fueron atacados varios edificios del Gobierno en Johannesburgo, Port Elizabeth y Durban. La selección de los blancos es una prueba de la política a la que me he referido. Si hubiésemos pretendido atentar contra las personas, habríamos seleccionado objetivos en los que se congrega la gente y no edificios vacíos y centrales eléctricas. Los blancos no fueron capaces de responder proponiendo cambios; respondieron a nuestro llamamiento proponiendo los laager, una especie de fortines improvisados. Por el contrario, la respuesta de los africanos fue de ánimo. De repente, volvía a haber esperanza. La gente empezaba a hacer conjeturas sobre cuándo llegaría la libertad.

Pero en Umkhonto sopesábamos la respuesta de los blancos con desasosiego. Se estaban trazando líneas. Los blancos y los negros se estaban pasando a bandos diferentes y la posibilidad de evitar una guerra civil se reducía. Los periódicos blancos publicaban artículos diciendo que el sabotaje se castigaría con la muerte. Si eso era cierto, ¿cómo podíamos seguir manteniendo a los africanos alejados del terrorismo?

Nos sentíamos en el deber de prepararnos para usar la fuerza a fin de defendernos frente a ella. Decidimos por tanto tomar medidas para la posibilidad de una guerra de guerrillas. Todos los blancos pasan por un servicio militar obligatorio, pero a los africanos no se les proporciona ese entrenamiento. Desde nuestro punto de vista, era esencial crear un núcleo de hombres entrenados que fuesen capaces de proporcionar el liderazgo que se necesitaría si estallaba una guerra de guerrillas. ...Seguir leyendo en el enlace de El País.

https://docs.google.com/document/d/1HMZDGpvowDQU47BGAO9SuZLC-sM-YkjxDFxfgXiYcpk/edit?usp=sharing

La guerra de Irak no fue una metedura de pata: fue un crimen

Owen Jones
The Guardian / El Diario

Elogiemos la investigación Chilcot por darle sello oficial a las verdades que siempre hemos sabido, que ya estaban ahí mucho antes de que se abrieran las puertas del infierno.

Hemos visto encubrimientos de las élites en el pasado: del Domingo Sangriento a Hillsborough, las autoridades han conspirado a menudo para esconder la verdad por el interés de los poderosos. Pero esta vez no. La investigación Chilcot se estaba convirtiendo en una forma satírica de referirse a tardar un tiempo ridículamente largo en ejecutar una tarea, pero sir John pasará sin duda a la historia por dictar el veredicto más devastador y exhaustivo sobre un primer ministro moderno.

Los que nos manifestamos en su momento contra el desastre de Irak no podemos reivindicar nada, solo tristeza por no haber conseguido evitar un desastre que robó cientos de miles de vidas, entre ellas las de 179 soldados británicos, y que hirió, traumatizó y desplazó a millones de personas, en un desastre que cultivó extremismo a un nivel catastrófico.

Un legado de Chilcot debería ser animarnos a ser más atrevidos en nuestros desafíos a la autoridad, en ser escépticos con las afirmaciones oficiales, en permanecer firmes contra una agenda agresiva tejida por los medios. "Hay que aprender las lecciones", declararán ahora los defensores de la guerra. No les dejemos irse de rositas. Las lecciones fueron obvias para muchos de nosotros antes de que empezaran a caer las bombas.

Lo que ha hecho Chilcot es ilustrar que las afirmaciones del movimiento contrario a la guerra no eran teorías de la conspiración ni reclamaciones disparatadas o desorbitadas. "Cada vez parece más que tenemos un gobierno que busca un pretexto para la guerra más que la forma de evitarla", dijo el diputado laborista que se oponía a la guerra Alan Simpson varias semanas antes de la invasión. De hecho, como reveló Chilcot, Blair le dijo a George W. Bush en julio de 2002: "Estaré contigo, pase lo que pase".

Esta, como señala Chilcot, no fue una guerra de "último recurso": fue una guerra elegida, desatada "antes de que se agotaran las opciones pacíficas para el desarme". Simpson dijo: "Parece que elaboramos dossieres de engaño masivo, cuyas afirmaciones se tachan de irrisorias casi tan pronto como se publican". Y ahora Chilcot está de acuerdo en que la guerra se basó realmente en "datos de inteligencia y valoraciones deficientes" que no fueron "cuestionadas, y deberían haberse cuestionado". Nelson Mandela era uno de los que, en el periodo previo a la guerra, acusó a Blair y Bush de desautorizar a Naciones Unidas. Mandela queda reivindicado. Como dice Chilcot: "Consideramos que Reino Unido debilitó la autoridad del Consejo de Seguridad".

Hubo muchas advertencias. Un mes antes de la invasión, el senador estadounidense Gary Hart dijo que la guerra aumentaría el riesgo de terrorismo. "Vamos a abrir la caja de Pandora y no estamos preparados para eso en este país", avisó.

Tengamos en cuenta también esta cita de la web contraria a la guerra Dissident Voice un mes antes del conflicto: "Un ataque estadounidense y una posterior ocupación de Irak proporcionarán más motivación –y más facilidades para reclutar– a Al Qaeda y otros grupos terroristas y estimulará un mayor riesgo de terrorismo a largo plazo, ya sea en suelo estadounidense o contra los ciudadanos de este país en el extranjero". No es subestimar a los autores decir que esta fue una afirmación de lo obvio, excepto para los responsables de la guerra y sus acólitos. Pues Chilcot dice: "Blair fue advertido de que una invasión incrementaría la amenaza terrorista de Al Qaeda y otros grupos". 

El exprimer ministro aseguró que las terribles consecuencias solo han resultado obvias a posteriori, pero la ONG Christian Aid advirtió de "caos y sufrimiento significativos en Irak mucho después de que hayan acabado los ataques militares". Una agencia de cooperación tenía una previsión mucho mejor que el alto cargo militar que –en una conversación off the record en la que participé en la universidad– aseguró que el 99% de Irak echaría flores a los soldados invasores. Como señala Chilcot, el Gobierno "no tuvo en cuenta la magnitud de la tarea de estabilizar, administrar y reconstruir Irak".

La afirmación irrisoria de Blair es errónea: como indica Chilcot, "las conclusiones a las que llegó Blair tras la invasión no requerían de un conocimiento posterior". Todas las amenazas, desde la intromisión de Irán hasta la actividad de Al Qaeda, "fueron cada una identificadas de forma explícita antes de la invasión". Cuando Robin Cook dimitió del Gobierno antes de la invasión, declaró que "es probable que Irak no tenga armas de destrucción masiva en el sentido del término conocido por todos". Chilcot ha condenado ahora a los servicios de inteligencia por creer lo contrario.

La Campaña por el Desarme Nuclear amenazó con un recurso legal contra el Gobierno en 2002 si emprendía la guerra sin una segunda resolución del Consejo de Seguridad. Varios juristas y Kofi Annan, el entonces secretario general de la ONU, están entre quienes desde entonces han calificado la invasión de ilegal.

El informe original que elaboró el fiscal general de Reino Unido, lord Goldsmith, decía de hecho que una guerra sin segunda resolución sería ilegal, pero Chilcot subraya el hecho de que, cuando Goldsmith hizo posteriormente una comparecencia oral, pareció haber cambiado misteriosamente de opinión.

Puede que la legalidad de la guerra no esté en los cometidos de Chilcot, pero incluso así concluye que el proceso por el que el Gobierno llegó a su base legal "no fue satisfactorio". Sin duda, ahora hay que recurrir la legalidad de esta guerra catastrófica ante los tribunales.

Siempre dijimos que la guerra de Irak estaba basada en mentiras. Leer artículos anteriores a la invasión, como The lies we are told about Iraq de Los Angeles Times, es realmente instructivo. El informe Chilcot no acusa a Blair de mentir. Pero se pone demasiado énfasis en esa cuestión. Blair estaba claramente determinado a ir a la guerra desde mucho antes. Se basaba en pruebas dudosas para su defensa, unas pruebas que otros en aquel momento sabían que eran dudosas. ¿Se engañó a sí mismo, engañó a la sociedad o solo lo conducía la virtud de un complejo mesiánico? Emprendió una guerra con una propuesta arriesgada que muchos en aquella época –incluidos 139 diputados laboristas– sabían que resultaría en desastre. Y eso ya es suficientemente condenatorio.

Elogiemos la investigación Chilcot por darle sello oficial a las verdades que siempre hemos sabido, pero seamos conscientes de que eso es todo lo que ha hecho. Las verdades que ha expuesto ya estaban ahí, mucho antes de que se abrieran las puertas del infierno, como advirtió de que pasaría el secretario general de la Liga Árabe antes de la invasión.

Fue la obviedad de lo que iba a ocurrir lo que creó el mayor movimiento contrario a la guerra de la historia. Fue un movimiento denigrado, en especial por los medios que apoyaron en gran medida las prisas por la guerra. Fue tan perverso que quienes se opusieron o criticaron la guerra –de políticos a directivos de la BBC– fueron quienes perdieron sus trabajos, mientras que Blair desde entonces ha desarrollado su rentable carrera trabajando para dictadores.

Muchos acólitos de esta gran catástrofe siguen mostrando pocos remordimientos o penitencias. Algunos incluso interrumpieron al líder laborista, Jeremy Corbyn –que hizo campaña tanto contra el apoyo británico a Sadam Hussein cuando gaseó a los kurdos en los años 80 como contra la invasión de 2003– mientras pronunciaba este miércoles su respuesta parlamentaria a Chilcot.

Y el horror continúa: los 250 iraquíes asesinados por coches bomba este fin de semana son un recordatorio devastador del caos ante el que Blair debe asumir responsabilidades. No fue una metedura de pata, ni un error, ni una confusión: decida lo que decida la ley, este fue –desde cualquier punto de vista moral– uno de los crímenes más graves de nuestros tiempos. Los responsables estarán condenados para siempre. Después de este miércoles, podemos señalarlos y llamarlos por su nombre.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/guerra-Irak-error-crimen_0_534746951.html

Saturados de injusticias. Indignados y tocados, así nos sentimos muchos ante la corrupción, la codicia, los recortes… La ira nos moviliza, pero también puede engullirnos si nos enrocamos en ella

Un día en el que un caso de corrupción, de los que ya son cotidianos, había saltado a los periódicos, durante una comida con una elegante y entrañable señora de 85 años. Con su dulce voz dijo: “Yo, gracias a Dios, estoy bien, pero cuando pienso en todas las personas que no tienen nada y veo cómo algunos dirigentes estafan esas cantidades de dinero, entendería que alguna persona desesperada cometiera cualquier tipo de barbaridad”. Sus palabras chocaban con la dulzura de su voz, pero no con la indignación que le hervía por dentro.

En este mismo semanario, días atrás, Rosa Montero confesaba que, pese a que siempre intenta ser mesurada a la hora de escribir, había llamado criminales a los parlamentarios contrarios a la iniciativa legislativa popular que pide la dación en pago en los desahucios. Y, lejos de retirar sus palabras, reafirmaba que lo seguía pensando. Su ira es representativa del sentimiento de muchos ciudadanos. Multiplicada a extremos insufribles en aquellos que se encuentran directamente afectados.

Motivación y emoción son dos palabras que los psicólogos solemos asociar. De hecho, Motivación y emoción es el nombre de una asignatura de la licenciatura de Psicología, el título de una revista científica y de libros sobre el tema. Son dos conceptos que se solapan, que se entrelazan con fuerza. Podríamos decir que la emoción nos activa y la motivación nos dirige. A los homínidos, esta combinación nos ha permitido durante miles de años adaptarnos al medio. Las emociones negativas, como el miedo o la ira, activan una serie de procesos fisiológicos que nos permiten protegernos y defendernos. Esto es, la emoción supone una activación fisiológica que nos motiva o nos empuja a realizar una acción. “Me dio tanta rabia, que no pude más y se lo dije; probablemente si no me hubiera enfadado, no lo habría hecho”, “me calentó y estallé”, “si me enfrío, ya sé que no voy a hacer nada”. A veces necesitamos la rabia para movernos, pero ¿es una condición indispensable?

Los desahucios, los sobres, la codicia, los recortes, los sueldos abultados de muchos políticos… se han convertido en una realidad irrespirable. La ira y el enfado que nos provocan nos empujan a luchar. Nos movilizamos, protestamos, nos manifestamos, surgen iniciativas populares para ayudarnos entre nosotros. Estas acciones tan necesarias están en muchos casos impulsadas por la furia, por ese resentimiento que sentimos por este vergonzoso panorama. ¿Qué pasará si esa serpiente que se enrosca en nuestro estómago sigue siendo la que motive nuestras acciones? Quizá nos comerá a nosotros antes de que podamos cambiar algo.

La vida no es justa y nunca lo ha sido. La falacia de justicia se considera una distorsión cognitiva dentro de la psicología. Una distorsión que se caracteriza por considerar injusto todo lo que no coincide con nuestras creencias o valores. Nos exasperamos, experimentamos arranques de venganza, cuando creemos que el mundo es injusto con nosotros. Es el típico razonamiento de ¿por qué a mí?

Desgastamos la mente intentando entender las barbaridades que suceden a nuestro alrededor para digerirlas mejor. Todo sería más fácil si aprendiéramos a admitir que el mundo está lleno de injusticias y que algunas nos pueden tocar a nosotros. Cargar la mente con porqués incontestables nos consume. Aceptar duele menos. Cuando atravesamos épocas duras y vemos quién nos ayuda y quién no, nos solemos llevar auténticas sorpresas. Suele doler mucho cuando esperas algo de alguien y no ves movimiento alguno. Sin embargo, cuando recolocas a esa persona en otro sitio de tu cerebro, cuando ya sabes de qué palo va, pierde su capacidad de herirte. Si lográramos aceptar cómo es la naturaleza humana, quizá sería más fácil aceptar (que no resignarse) las injusticias. Solo podemos avanzar si sabemos dónde estamos y aceptamos la realidad tal cual es. Intentar ser activos desde la aceptación y no desde el resentimiento.

Cada día se escuchan más historias sobre cómo la dura situación por la que están atravesando muchísimas personas se traduce en un auténtico infierno doméstico. Dentro de las cuatro paredes donde se convive, gritos y menosprecios van golpeando a las parejas, a los niños, a los abuelos. Las emociones negativas se nos desparraman y ya lo están tiñendo todo. Somos animales. No podemos dejar de experimentar emociones. ¿Cómo manejar la rabia, la ira, el resentimiento que provocan las desigualdades que estamos viviendo? 

No todos controlamos igual las emociones. Algunas personas son capaces de ponerlas en un cajón, en una mochila, esto es, les dejan un espacio limitado. No las eliminan; muy al contrario, las reconocen, lloran si hace falta, las explican a algún amigo… Sienten la rabia, la pena… Las miran, no las evitan, no huyen. Los sentimientos que soslayamos se vuelven más borrosos y se desbocan con más facilidad. Si los observamos, sus contornos se van volviendo más nítidos, se concretan.

El resentimiento es una de las emociones más amargas; observarla de cerca para comprobar su inutilidad nos puede ayudar a dejarla atrás. Hace unos meses, durante el coloquio que siguió a una charla en una cárcel catalana, un interno explicó que había vivido ocho años con mucho resentimiento por lo que le había hecho un amigo y también por un incidente relacionado con su exnovia. Contó su corrosiva amargura. “Un día me levanté y vi que aquello no tenía sentido, y se me fue. De repente pasé página con una facilidad venida del cielo…”. El rencor contra los demás solo sirve para devorarnos por dentro, pero los otros se quedan igual. Como muy bien expresó William Shakespeare, “la ira es un veneno que uno toma esperando que muera el otro”. A aquel interno, el día que tuvo la certeza de la inutilidad de ese sentimiento le desapareció el odio incrustado.

Ese interno vivió durante ocho años en dos prisiones: en la real y en la del resentimiento. ¿Cuál es peor de las dos? Al tiempo de abandonar la cárcel, Nelson Mandela declaró: “Al salir y ver toda aquella gente sentí mucha rabia por los 27 años de vida que me habían robado; pero entonces el espíritu de Jesús me dijo: ‘Nelson, cuando estabas en prisión eras libre, ahora que eres libre no te conviertas en tu prisionero”. Mandela vivió 27 años encerrado en la cárcel, aunque no en el resentimiento. La serenidad que logró cultivar fue la que le dio la fuerza para luchar contra las injusticias.

La vergüenza que provocan esas injusticias en quien las oye o lee en los medios de comunicación, la rabia e indefensión en quien las sufre en sus carnes, nos cargan de energía contaminante. Si queremos cambiar el mundo, mejor que nos recarguemos con la energía que proviene de las pequeñas alegrías que nos regala el día. Aunque ahora parecen estar muy escondidas, siguen ahí. “El resentimiento no daña a la persona contra la cual mantiene esta emoción; el resentimiento le está comiendo por dentro a usted” Norman Vincent Peale 

Palabra de sabio

Mahatma Gandhi: “No dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores. Recordad que a lo largo de la historia siempre ha habido tiranos y asesinos, y por un tiempo han parecido invencibles. Pero siempre han acabado cayendo. Siempre”.

Martin Luter King: “Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien. Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad, y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”.

Nelson Mandela ha fallecido a la edad de 95 años. Descanse en paz.

Invictus. Este Poema, según Mandela, le ayudó en su duro cautiverio de 27 años.

Fuera de la noche que me cubre, Negra como el abismo de polo a polo, Agradezco a cualquier dios que pudiera existir Por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de las circunstancias Ni he gemido ni he gritado. Bajo los golpes del azar Mi cabeza sangra, pero no se inclina.

Más allá de este lugar de ira y lágrimas Es inminente el Horror de la sombra, Y sin embargo la amenaza de los años Me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta, Cuán cargada de castigos la sentencia. Soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma.

Texto original inglés Out of the night that covers me, Black as the pit from pole to pole, I thank whatever gods may be For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance I have not winced nor cried aloud. Under the bludgeonings of chance My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears Looms but the Horror of the shade, And yet the menace of the years Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate, How charged with punishments the scroll, I am the master of my fate: I am the captain of my soul.

"Invictus" es un poema breve del poeta inglés William Ernest Henley (1849–1903). Escrito en 1875, fue publicado por primera vez en 1888 en el "Libro de Poemas" del mismo.

Invictus también es una película de 2009 dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, basada en el libro "El Factor Humano" de John Carlin. Trata sobre Nelson Mandela y su uso de la Copa de Mundo de Rugby de 1995 como una oportunidad para unir al país. El título tiene su origen en el hecho histórico que Mandela tuvo el poema escrito en una hoja de papel durante su prisión, ayudándole a sobrellevar su encarcelamiento. En la película, Mandela le escribe el poema al capitán de la selección surafricana, Francois Pienaar antes del comienzo del campeonato, si bien en la realidad Mandela le dio un extracto de un discurso de Theodore Roosevelt, "The Man in the Arena".

"The Man in the Arena" es el título del discurso que Theodore Roosevelt dio en La Sorbona en París, Francia, el 23 de abril de 1910. Posteriormente fue reimpreso en su libro Citizenship in a Republic.

El fragmento más notable y famoso del discurso es este:

No es el crítico quien cuenta; ni aquellos que señalan como el hombre fuerte se tambalea, o en qué ocasiones el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece realmente al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, sudor y sangre; al que se esfuerza valientemente, yerra y da un traspié tras otro pues no hay esfuerzo sin error o fallo; a aquel que realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerá con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías (tibias) y tímidas que no conocen ni la victoria ni el fracaso.

Nelson Mandela dio una copia de este discurso a Francois Pienaar, capitán del equipo de rugby de Sudáfrica, antes del inicio de la Copa de Mundo de Rugby de 1995, aunque en la película Invictus que narra ese hecho, Mandela entrega una copia del poema Invictus de William Ernest Henley.

Referencia del original: http://www.theodore-roosevelt.com/trsorbonnespeech.html

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Invictus_(poema) 

Página sobre Mandela, http://archives.nelsonmandela.org/home más aquí,  En el NYT

PELÍCULAS – Inside job, de Charles Ferguson. – Cadena perpetua, de Frank Darabont. – Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica. – Pena de muerte, de Tim Robbins.


LIBROS

Los rostros de la injusticia, de Judith Shklar. Editorial Herder, 2013. Un ensayo que muestra las mil caras de la injusticia y plantea la actitud con que afrontarla.

Solo si nos comprometemos y, mediante procedimientos democráticos, expresamos permanentemente nuestro sentido de la injusticia, conseguiremos que los gobernantes se impliquen en tratar de aminorarla”.

Yo no tenía una creencia específica, excepto que nuestra causa era justa, era muy fuerte y que estaba ganando cada vez más y más apoyo” Nelson Mandela  Fuente: El País Semanal.

Otra manera de hacer política. Mandela demostró que hay otras formas de hacer política.

Me admira que, tantos días después, sigamos pegados a la catarata de las páginas necrológicas de Mandela sin repulsión ni hastío, que es lo que se suele experimentar en este tipo de hemorrágicos ditirambos mortuorios. De Mandela, en cambio, nos interesa todo, desde los magníficos textos de Carlin hasta las imágenes de esa fiesta interminable que está siendo su despedida. La intensidad de nuestro interés nos da la medida de lo muy necesitados que todos estamos de creer en lo que Mandela representa: alguien a quien la adversidad no doblegó, a quien el odio no envenenó, a quien el poder no corrompió. Era un político que honró la política. 

Corren malos tiempos para la democracia. Veo en todo el mundo una crisis en la credibilidad de este sistema, un creciente enojo ante sus abusos evidentes, ante su hipocresía y su cinismo. Nadie parece confiar en los políticos: la frase “todos son iguales” es el lema de moda. Y los únicos que parecen un poco menos iguales, justamente, son los que preconizan las hogueras purificadoras y la mano dura. Quiero decir que veo brotar por doquier la flor negra de la añoranza de la tiranía. Haber nacido en una dictadura me vacunó contra ello, pero el mundo está lleno de ignorantes que, escandalizados por las corruptelas democráticas, creen que los sistemas dictatoriales son más limpios sólo porque son infinitamente más opacos: no sólo la porquería y los abusos no trascienden, sino que además dan respuestas simples a los problemas complejos y luego se encargan de ocultar todo el daño que esa simplificación ha provocado. Yo sigo creyendo, en fin, que la democracia es el sistema menos malo, y que, con todas sus contradicciones, ha permitido mejorar notablemente la situación del mundo. Y también creo que no hay que rendirse y que hay otra manera de hacer política. Lo demostró Mandela. ROSA MONTERO. El País.  Más sobre Mandela en el NYT. Aprenda con el NYT, para centros educativos, vídeo.

Todos somos Mandela
Mandela dibujó un camino, y los demás hemos de consolidar la senda. La tremenda orfandad de líderes, de referentes, de valores, que estamos viviendo nos empuja a exigir a otros lo que nosotros no somos capaces de hacer. Para que Mandela pudiera hacer lo que hizo fue precisa una masa crítica, un número crítico suficiente de personas que respaldara sus pensamientos y sus actos. Y en esa tarea entramos todos. La teoría es fácil: ¿qué diría Mandela en esta situación? ¿Callaría ante este atropello? ¿Qué decisión tomaría en mi comunidad de vecinos? ¿Cómo sería Mandela en mi puesto de trabajo?

La lucha contra la segregación solo ha comenzado, quedan aspectos relevantes pues es patente que hoy, en los albores del tercer milenio, no todos somos iguales ante la ley. Hay hombres y hay mujeres; hay doctoras y hay limpiadoras; hay catedráticas y princesas; hay jueces y excluidos sociales, dependientes y cuidadores, etcétera. Una gran parte de nuestra sociedad se refugia en su colectivo, rechaza al diferente sea cual sea el motivo. Se hace especialmente cruda la segregación entre ricos y pobres. Evidentemente, la igualdad de oportunidades está —como poco— en entredicho.

Los valores asociados a Mandela viven escondidos en cada uno de nosotros. Todos tenemos dentro un trocito de integridad, de generosidad, de tenacidad, de talento. Busquemos esos valores, apliquémoslos todos en la vida diaria y por fuerza surgirá a nuestro alrededor el liderazgo necesario para el entusiasmo, para la esperanza.— Elena Anadón Santafé. Zaragoza, cartas al director. El País.

Reflexión amarga con motivo de la muerte de Mandela
Joaquim Sempere
Mientras tanto electrónico

Llama la atención la doble cara del legado político de Nelson Mandela. Por una parte, la derrota del apartheid y la implantación de un régimen de libertades políticas sin distinciones étnicas —una persona, un voto—, mediante un proceso casi totalmente pacífico y marcado por la altura moral excepcional del principal promotor del proceso: Nelson Mandela. Por otra parte, no sólo la pervivencia de la pobreza y de las desigualdades, sino su acentuación. Salvo la emergencia de una nueva clase media negra, el panorama social sólo ha variado substancialmente para empeorar.

Para entenderlo basta con leer el capítulo 10 de La doctrina del shock, de Naomi Klein. En treinta páginas se condensa convincentemente qué ocurrió para que el programa del CNA con el que éste ganó las elecciones de 1994 quedara completamente anulado en sus facetas económico-sociales. Ese programa se inspiraba en la Carta de la Libertad (Freedom Charter), aprobada en una asamblea de 1955 en Kliptown a la que asistieron unos tres mil activistas y donde se sintetizaban las demandas populares recogidas durante meses por unos 50.000 voluntarios que recorrieron pueblos y ciudades de todo el país. La Carta contenía no sólo el fin del apartheid y la implantación del sufragio universal y los derechos humanos, sino también un programa económico-social de nacionalización de la banca, las minas, los servicios públicos y de distribución de la tierra.

La clave del asunto, según Naomi Klein, está en que las negociaciones a las que se dio más importancia y visibilidad mediática fueron las que tuvieron lugar entre Mandela y De Klerk en torno al modelo político. Mandela logró salirse con la suya e impuso su modelo democrático no racista. Pero mientras tanto, entre bambalinas y lejos de los focos, se cocinaban las decisiones sobre el sistema económico en el clima de hegemonía neoliberal entonces ya imperante en el mundo. Las presiones del FMI, el GATT (luego OMC) y de los movimientos de capitales consiguieron anular todos los proyectos contenidos en la Carta de la Libertad. Veinte años después ni siquiera se han logrado las conquistas en materia de enseñanza y sanidad previstas, y la separación de clases no ha cesado de profundizarse. Naomi Klein subraya la escasa atención que el conjunto de la organización del CNA prestó a aquellas negociaciones. Sólo conociendo cómo se coció aquella peculiar transición puede entenderse la frustración en la que desembocó.

La celebración de la magnanimidad, de la grandeza de alma, que Desmond Tutu atribuye como principal virtud a nuestro héroe, es un espectáculo reconfortante. Indica que todavía hay un terreno moral de confluencia en torno a ciertas conductas políticas —aunque haya que descontar la hipocresía, “ese homenaje que el vicio rinde a la virtud”, de muchos de los que hoy le elogian—. La capacidad para ponerse en el lugar del otro —y en particular cuando el otro ha sido un opresor brutal— y para mostrar una generosidad que acaba suscitando en ese otro el respeto y un cierto nivel de arrepentimiento, son una herencia moral de Nelson Mandela que, por sí sola, tiene un valor incondicional. Nos permite pensar que la humanidad puede alcanzar cimas morales elevadas, y esto por sí solo da sentido a mucho de lo que hacemos, aunque esas cimas convivan con abismos de perversión. Pero inmediatamente después de pensar esto nos embarga de nuevo el espanto de ver hasta qué punto la maldad sigue encontrando vías retorcidas para neutralizar la bondad alcanzada.  Durante los dos primeros años de gobierno del CNA se construyeron más de cien mil viviendas para las personas pobres y se realizaron millones de conexiones en hogares privados con las redes de agua, electricidad y teléfono. Pero abrumado por la deuda y presionado internacionalmente para privatizar esos servicios, el gobierno pronto empezó a subir sus precios. Tras una década de gobierno del CNA, millones de personas han visto interrumpidos sus recién conectados servicios de suministro de agua y electricidad por impago de las facturas. Las minas, la banca y los monopolios que —siguiendo las orientaciones de la Carta de la Libertad asumidas como programa electoral por el CNA— debían ser nacionalizadas, siguieron en manos de las mismas compañías privadas. La propiedad de la tierra estaba en 2006 en un 70% en manos de los mismos propietarios blancos de siempre, que constituían el 10% de la población. Un dato resume la situación sanitaria del país: entre 1990 y 2006 la esperanza de vida de los sudafricanos había descendido en trece años (aunque a los factores sociales haya que añadir la difusión del sida).

La clave de esa evolución fue la tremenda presión a que fue sometido el nuevo gobierno implantado tras las primeras elecciones libres por parte del poder financiero, del país y de fuera, para que aceptara la libertad de movimiento de los capitales, la prohibición de ventajas a la industria nacional, la renuncia a la reforma agraria, el pago de una deuda exterior enorme contraída por los últimos gobiernos del apartheid, pago que dejaba exhaustas las arcas estatales, etc. “Al nuevo gobierno se le dio las llaves de la casa pero no la combinación de la caja fuerte”, dice Klein.

Según los testimonios recogidos por Naomi Klein, los acuerdos políticos arrancados a los blancos por el gobierno del CNA fueron un éxito, pero mientras tanto se imponían compromisos económicos leoninos al nuevo gobierno por parte de la oligarquía blanca del país y las entidades supranacionales. Hasta llegó a remitirse el programa económico del CNA a Harry Oppenheimer (expresidente de las gigantes mineras Anglo-American y De Beers) para que éste diera su visto bueno, tratando de evitar shocks de los mercados.  No es nada fácil juzgar las decisiones de los nuevos dirigentes. Las presiones se ejercían en forma de caída en las bolsas de los valores sudafricanos, huida de capitales y chantajes económicos. Pero además el desenlace de la fuerte tensión social podía llevar a un baño de sangre. Como recuerda uno de los líderes del CNA, William Gumede, Sudáfrica corrió el riesgo real de guerra civil durante todo el periodo de transición. Los pobladores de los townships vivían aterrorizados por bandas armadas del Partido Nacional, la policía seguía practicando matanzas, numerosos dirigentes negros eran asesinados. Chris Hani, un militante joven que muchos veían como el sucesor de Mandela, murió bajo los tiros de un asesino racista.

Estas fueron las circunstancias de aquella particular transición. Si hoy el panorama social de Sudáfrica es el que es, se debe a la interferencia brutal de la oligarquía nacional e internacional del dinero. Los nuevos dirigentes del país no se arriesgaron a resistir por la fuerza, temiendo un baño de sangre. Vivieron, además, en pleno apogeo del neoliberalismo, que les fue impuesto con toda clase de amenazas y chantajes. Esta es la otra parte de la historia, la que no se ha contado, la que pone en evidencia la dictadura del gran capital financiero sobre los pueblos de la Tierra. Todo ello pone en evidencia la hipocresía política y mediática con que se ha manipulado un homenaje más que merecido. No es aventurado pensar que si Mandela hubiera optado por resistir, hoy sería demonizado como terrorista (Thatcher ya le endosó este epíteto en su momento) en vez de celebrado como humanista de gran altura moral.  Fuente: http://www.mientrastanto.org/boletin-120/notas/reflexion-amarga-con-motivo-de-la-muerte-de-mandela 

Nelson Mandela ha fallecido a la edad de 95 años. Descanse en paz.

Invictus. Este Poema, según Mandela, le ayudó en su duro cautiverio de 27 años.

Fuera de la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a cualquier dios que pudiera existir
Por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de las circunstancias
Ni he gemido ni he gritado.
Bajo los golpes del azar
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.

Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Es inminente el Horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuán cargada de castigos la sentencia.
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.


Texto original inglés

Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

"Invictus" es un poema breve del poeta inglés William Ernest Henley (1849–1903). Escrito en 1875, fue publicado por primera vez en 1888 en el "Libro de Poemas" del mismo.

Invictus también es una película de 2009 dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, basada en el libro "El Factor Humano" de John Carlin. Trata sobre Nelson Mandela y su uso de la Copa de Mundo de Rugby de 1995 como una oportunidad para unir al país. El título tiene su origen en el hecho histórico que Mandela tuvo el poema escrito en una hoja de papel durante su prisión, ayudándole a sobrellevar su encarcelamiento. En la película, Mandela le escribe el poema al capitán de la selección surafricana, Francois Pienaar antes del comienzo del campeonato, si bien en la realidad Mandela le dio un extracto de un discurso de Theodore Roosevelt, "The Man in the Arena".

"The Man in the Arena" es el título del discurso que Theodore Roosevelt dio en La Sorbona en París, Francia, el 23 de abril de 1910. Posteriormente fue reimpreso en su libro Citizenship in a Republic.  El fragmento más notable y famoso del discurso es este: 

No es el crítico quien cuenta; ni aquellos que señalan como el hombre fuerte se tambalea, o en qué ocasiones el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece realmente al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, sudor y sangre; al que se esfuerza valientemente, yerra y da un traspié tras otro pues no hay esfuerzo sin error o fallo; a aquel que realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerá con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías (tibias) y tímidas que no conocen ni la victoria ni el fracaso.

Nelson Mandela dio una copia de este discurso a Francois Pienaar, capitán del equipo de rugby de Sudáfrica, antes del inicio de la Copa de Mundo de Rugby de 1995, aunque en la película Invictus que narra ese hecho, Mandela entrega una copia del poema Invictus de William Ernest Henley.

Referencia del original: http://www.theodore-roosevelt.com/trsorbonnespeech.html
Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Invictus_(poema)

Página sobre Mandela, http://archives.nelsonmandela.org/home más
aquí,
En el NYT

La desigualdad lo corroe todo

Javier Pérez Royo

O hay una rectificación política del proceso de distribución de la riqueza dominado por la acumulación del capital, o simplemente veremos cómo las democracias se van descomponiendo una tras otra

— La desigualdad desciende a mínimos en 14 años y recupera niveles previos al mazazo de la crisis financiera.

Joaquín Estefanía tituló el domingo 30 de abril su tribuna habitual en El País, “Piketty convenció, pero no venció”. El título es sobradamente elocuente. El impacto de la publicación de “El Capital del siglo XXI”, seguido de “Capital e ideología. La economía de las desigualdades. Una breve historia de la igualdad” fue enorme en el terreno del debate intelectual, pero apenas afectó a la toma de decisiones políticas. La tendencia hacia el aumento del desequilibrio en la distribución de la riqueza no se ha visto afectada en los diez años transcurridos desde la publicación del primero de los dos libros de Piketty.

Coincido con el análisis de Estefanía salvo en un punto, en el que, si nos sentáramos a hablar, es más que probable que estuviéramos también de acuerdo. El punto de desacuerdo es su afirmación de que “la desigualdad no es consecuencia de leyes inexorables de la economía, sino de decisiones políticas y estratégicas”.

La desigualdad es una consecuencia inexorable del capital como principio de constitución económica de la sociedad contemporánea. Toda sociedad que descansa en el capital genera inexorablemente desigualdad y desigualdad creciente, ya que la plusvalía para la nueva obtención de plusvalía es la ley que rige de manera inexorable el proceso de acumulación del capital.

Dicho proceso de acumulación es la forma de manifestación de la ley del más fuerte en el modo de producción capitalista. Es una ley que en democracia está sometida siempre al control de decisiones políticas y de normas jurídicas por los órganos constitucionales habilitados para ello. La ley del más fuerte no se expresa nunca en estado puro, es decir, no está nunca exenta de un control de naturaleza político-jurídica.

Ahora bien, ese control puede ser un control proclive a acelerar el proceso de acumulación o un control tendente a reducir el resultado de dicho proceso. La ley del más fuerte no puede ser suprimida. La sociedad en que esto ocurriera entraría en un proceso de descomposición. Lo que sí se puede hacer es poner límites al ejercicio de esa ley mediante normas jurídicas resultantes de decisiones políticas democráticamente alcanzadas.

De hecho, es lo que ocurrió desde la década de los treinta del siglo pasado en los Estados Unidos y en los estados democráticamente constituidos en la Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial.

Desde finales de los años setenta del siglo pasado a esa política de limitar la progresión acelerada del proceso de acumulación y de redistribución de la riqueza se pondría fin de manera paulatina pero continuada. El proceso de acumulación del capital se vería favorecido por nuevas normas jurídicas también aprobadas democráticamente. Ello conduciría a un desequilibrio gigantesco que no para de aumentar.

Estamos llegando ya al momento en que ese desequilibrio brutal afecta no solo a los ciudadanos o ciudadanas de manera individualizada, sino que afecta a la democracia como forma política. Si el principio de igualdad en el que descansa la democracia deja de tener credibilidad como fórmula de gestión de las diferencias personales en lo que a la distribución de la riqueza se refiere, es la propia democracia como forma política la que deja de ser creíble.

La desigualdad resultante de un principio de acumulación del capital sin límites aprobados democráticamente es sencillamente insoportable. Se extiende a la esperanza de vida, a la educación, a la vivienda… La desigualdad lo corroe todo. El sentido de pertenencia a una misma comunidad desaparece. El libre desarrollo de la personalidad que es el corolario del principio de igualdad se convierte en un espejismo, que se desvanece al entrar en contacto con la realidad.

Este va a ser el debate de los próximos decenios. O hay una rectificación política del proceso de distribución de la riqueza dominado por la acumulación del capital, o simplemente veremos cómo las democracias se van descomponiendo una tras otra.

Henry Marsh, neurocirujano: “Prepararse para morir tiene mucho que ver con haber tenido una buena vida”.

Este neurocirujano inglés se ha pasado la vida operando tumores cerebrales ajenos. Ahora se enfrenta a su propio cáncer y lo cuenta en su nuevo libro, ‘Al final, asuntos de vida o muerte’

El neurocirujano Henry Marsh (Oxford, 73 años), autor de Ante todo no hagas daño, escribía un libro sobre el cerebro. Pensaba que el suyo, tan activo, no se habría encogido como todos, que terminan teniendo el tamaño de una nuez. “Narcisísticamente me hice un tac para comprobarlo”. Encontró un tumor. Lo cuenta en Al final, asuntos de vida o muerte (Salamandra), que acaba de traducirse al castellano.

Vive solo en Wimbledon, al sur de Londres, en una casa adosada donde lo ha construido casi todo: de las estanterías a la claraboya de la luminosa cocina. También ha plantado la camelia del jardín. En la chimenea arden troncos. “La enciendo cuando viene alguien”, dice. Lleva los pantalones recogidos en los calcetines. “Vengo de la reunión de las ocho en el hospital”. Cuenta que está reseñando un libro de Freud. “No es ciencia, es literatura. Esa es la clave: escribía muy bien”. También que su padre, abogado, lo llevó por primera vez a España a una reunión secreta antifranquista. “Tenía 16 años y me pareció un país muy primitivo”. Todo esto antes de empezar a preguntar. “Soy una persona que sube y baja y he aprendido a aceptarlo”, diagnostica: “Como me dijo un amigo: es imposible sentirse muy optimista y muy pesimista a la vez”. “Me han guiado las emociones, el término psiquiátrico sería ciclotímico. Mi vida ha sido intensa. Por eso he sido neurocirujano. La mayoría de los médicos no quieren ser cirujanos. Y la mayoría de los cirujanos no quieren ser neurocirujanos. Si no te gusta el riesgo, no eliges esta profesión. El riesgo implica la posibilidad de lo mejor, que solo existe, claro, porque existe su contrario”.

En Ante todo no hagas daño asegura que la muerte no es el peor diagnóstico. ¿Lo sigue pensando con cáncer?
Sí. Como neurocirujano puede que salves una vida que esa persona no querría. Es una decisión difícil que tiene que tomar la familia, si consigues encontrarla. La pregunta es: ¿conoce a esta persona lo suficientemente bien para saber si querría vivir en estas condiciones de dependencia? O: ¿queréis a esta persona lo suficiente para cuidarla si ella no puede?
Escribió que, si le diagnosticaran un tumor cerebral, seguramente se suicidaría. No lo ha hecho.

Defiendo el derecho a la eutanasia, que ahora tienen en España y no tenemos aquí. Debemos saber mirarle a los ojos a la muerte. Forma parte de la existencia. Cuando me diagnosticaron el tumor me obsesioné hasta que pensé: tengo 73 años y he tenido una vida difícil, pero larga y buena. Pensé en mis pacientes jóvenes que murieron. Y en sus padres, que nunca los conocerían adultos. El deseo de sobrevivir está en nuestro ADN. El problema es que eso tenía sentido cuando la gente moría con 40 años. Ahora el miedo es convertirse en una carga para quien quieres. Hay tantos tratamientos que se ha convertido en un problema saber cuándo parar.

¿Cuándo parar?
Muchos tratamientos son caros y el sistema público de salud no se los puede permitir. Se venden más pañales para ancianos que para niños. Hace 30 años yo hubiera muerto de cáncer. Ahora moriré con cáncer, pero no de cáncer. El cáncer es, fundamentalmente, una enfermedad de la tercera edad. La probabilidad de tenerlo con 70 años multiplica por mil la de tenerlo con 20. Pero me aterra más la demencia. No soportaría ser un estorbo.

¿Por qué tememos molestar?
No querría que mis hijos me vieran como vi a mi padre a los 96 años. No sabía quién era.
Se convirtió en médico por una crisis vital.
Empecé Ciencias Políticas y Filosofía, pero todo eran análisis verbales, y me fui un año a Ghana como voluntario con curas blancos, católicos. Aunque no soy religioso, esa experiencia me formó. Luego me fui a trabajar de camillero.

Huyó de Oxford por desamor.
Fui muy inmaduro. Me enamoré perdidamente. Me había pasado la adolescencia leyendo poesía y, bueno… fue embarazoso. Era una amiga de la familia que en parte propició mi enamoramiento…

¿Estaba casada?
Sí. Típico de adolescencia. No conseguía salir de mi obsesión. ¡Hasta intenté suicidarme! Sé lo que significa estar locamente enamorado… Y desconfío de la locura. Creo que en las relaciones que funcionan el amor es trabajo. Pero entonces me obsesioné con esa poeta americana tan rígida, Sylvia Plath.

¿Le parece rígida?
Escribía muy bien. Pero era narcisista. Y para mí el narcisismo solo se justifica cuando te lleva a hacer del mundo un lugar mejor.

Un médico.
Bueno… Quise conocer el sufrimiento de verdad, no el que me había invadido la cabeza. Y encontré trabajo en los quirófanos de un hospital al norte de Newcastle. Luego regresé a Oxford, estudié como un poseso y conocí a mi primera mujer, una relación problemática desde el principio.
Vaya.
Aprendió con nuestro divorcio. Se ha convertido en consejera matrimonial. Tuvimos tres hijos. Me echó de casa. No la culpo. Llegaba por la noche, me llamaban del hospital y me tenía que volver a ir. Estaba obsesionado con mis pacientes. Los puse por delante de todo.

¿Por eso no vive con su segunda mujer?
Kate Fox es una antropóloga brillante. Su libro Watching the English es un mega best seller. [Se levanta y me regala una copia]. Las vidas separadas hacen un matrimonio feliz. No vivimos juntos porque tiene la enfermedad de Crohn.

De nuevo el miedo a molestar.
Vivir con una enfermedad crónica es difícil para todos. Como médico me alarmo, como pareja debo respetarlo.
Estudió Medicina sin saber que su bisabuelo materno había sido médico.
Mi madre era alemana y antes de morir decidió dejar por escrito que dejó de hablarse con su familia porque ellos eligieron afiliarse al partido nazi y ella no.

¿Esperamos al final para hacernos las preguntas más importantes?
Prepararse para morir tiene mucho que ver con haber tenido una buena vida. Soy un privilegiado. He amado ser médico y construir mesas de madera. Y eso tiene todo que ver con la suerte que hayas tenido en tu infancia. Es decir, la gente pobre no tiene suerte. Por lo tanto, tenemos la obligación de tratarlos mejor. Como médico es automático, una ética. Para alargar la vida, lo que habría que hacer es mejorar los primeros años.

¿La ignorancia con el propio pasado la llevamos a la historia de nuestro país?
Cuando envejeces te das cuenta de lo poco que has cuestionado lo que has aprendido. Kate me hizo ver que fue la trata de esclavos lo que financió la revolución industrial. De errores como ese derivan muchos problemas actuales. Pero es más fácil sentirse orgulloso que avergonzado, y la reparación histórica es complicada. ¿Dónde te detienes?

¿Qué es una buena muerte?
La que te permite mirar atrás y pensar: he dicho lo que tenía que decir.
Somos incapaces de aceptar la muerte. Como si existiera otra posibilidad…
Nuestra naturaleza nos aparta del dolor. Es irracional preocuparse por algo que, hagas lo que hagas, sucederá. Por eso vivimos en presente.

¿Vivimos en el presente?
Yo lo hago, desde que me diagnosticaron cáncer. También cada vez que me enamoro. Me ha pasado varias veces, pero siempre lo he observado con sospecha. Hay que dejar pasar seis meses para que el sistema hormonal y el cerebro se tranquilicen. Entonces empieza el trabajo. Lo que entendemos por amor es muy egoísta. El amor consiste en hacer feliz a la persona amada.

¿Tiene buena relación con sus hijos?
Arrastraba la culpa de mis ausencias. Tuve problemas con mi hijo William, un gran tipo, solitario, sin hijos. Pero hizo psicoterapia y le fue tan bien como a mí.

¿Por qué fue usted a terapia?
Cuando regresé de África tenía 22 años y no sabía qué hacer con mi vida. No me sostenía solo. Ir al psiquiatra fue como una conversión religiosa. Tras la primera sesión pasé la noche llorando. Al amanecer tenía ojeras, pero lo había llorado todo. William James describe la conversión religiosa como perdón, conocimiento y verdad. No fue el llanto, fue admitir que necesitaba ayuda, encontrarla, aceptar mi fragilidad y abandonar mi enfado. Tienes que ser muy fuerte para asumir tu fragilidad. Es una paradoja, como muchas de las verdades psicológicas.
Su carrera tiene aciertos y errores.
Ante un mal resultado no recuerdas lo que has solucionado. La autocrítica es dolorosa y la gente tiende a evitarla o a destruirse. Se trata de aprender de los errores para crecer. Aprendí, por ejemplo, que no puedo operar escuchando música.

Sus operaciones pueden durar 15 horas.
Son un trabajo de equipo. Un sindicato obligaría a cambiar de médico a las ocho horas. ¿Un paciente querría eso? En un porcentaje altísimo, la médica es una profesión vocacional. Pero la pasión es una opción personal. No se puede esperar esa devoción en la nueva generación de neurocirujanos, el precio personal es alto. Yo prefiero operar con un colega, hacerlo juntos, apoyarnos y poder descansar. La regla de oro de la humanidad es aprender de los errores propios y de los demás. Pero… es raro que todos los médicos cooperen. Hay mucho narcisismo en mi profesión. Para que un comité funcione, se deben abandonar los egos, y en países como Sudán o Ucrania la competencia es económica: solo enseñan a la familia, nadie quiere enseñar a la competencia.

Defiende la duda. ¿A los médicos les permitimos dudar?
Los pacientes quieren certezas y los médicos lidiamos con incertidumbres. Cuando me convertí en paciente sabía que nadie sabe nunca cuánto te queda, salvo si son dos días. Y aun así no pude evitar preguntárselo al oncólogo. Es difícil vivir con la incertidumbre y todos los pacientes oncológicos deben aprender a hacerlo. Intento ser útil: doy clases y voy a Ucrania desde hace 21 años.

¿Por qué empezó a ir?
Tiene que ver con mi padre y su defensa de los derechos humanos. De él aprendí que con un sistema judicial corrupto la democracia no es posible. ¿Y qué hicieron Putin y Yanukóvich? Corromper el sistema judicial.
En Ucrania no enseña solo a curar.
Les aconsejo a los jóvenes médicos a no hablar con prisa. A sentarse aunque la tengan, a mirar a los ojos.

¿Dudó a la hora de contar las historias de sus pacientes?
No. Desde los 12 años escribo un diario. Allí enterré 10 años de mi vida y todavía me avergüenza leer lo tonto que fui. Pero también están allí las historias que me han obsesionado. Cada historia es una persona. Kate lo leyó porque nuestro cortejo fue por escrito: con correos electrónicos. Y me dijo que tenía un libro. La única manera de aprender a ser neurocirujano es operando. Y… cometiendo errores. La experiencia consiste en cometer errores.

“La burocracia cuesta vidas”.
Los problemas fundamentales de la salud pública son el aumento de los pacientes —y de sus años de vida— y el de la tecnología —y su alto precio—. Es necesario encontrar un equilibrio entre la libertad del paciente y la organización médica para intentar sanar. La organización es clave en la guerra de Ucrania. Los rusos obedecen a una jerarquía, no tienen independencia de mando. El ejército ucranio cambió en 2014. Sigue el modelo alemán: los oficiales en el frente pueden tomar decisiones. La medicina es lo mismo: debes dar cierta independencia a los médicos y las enfermeras en las trincheras de la enfermedad. Hace 40 años los médicos tenían demasiada independencia. Hoy estamos en el extremo opuesto. La autonomía es fundamental para ser resolutivo y para preservar tu salud mental: para hacerte cargo de ti mismo.

¿Nos pasamos la vida tratando de reparar lo que hicimos mal?
En neurocirugía es fácil pensar: iba a pasar de todos modos. Debes luchar contra ti mismo para preguntarte: ¿podría haberlo hecho mejor?
¿Cómo lo hace?
Preguntando a los amigos en los que confío. La adulación anula el pensamiento. Cuanto más investigas, más te complicas la vida. Abres una puerta y llegas a un lugar con más puertas. Por lo visto, Freud era muy dogmático y cuando daba conferencias no admitía preguntas. Las preguntas son las puertas.

¿A más chequeos, más enfermedades se encuentran?
Los falsos positivos suceden a diario. Y obedecen a malas prácticas. Esta mañana llegó una mujer a hacerse un tac por un dolor de cabeza. O el médico de familia era un ignorante o era un vago. No puedes ir acumulando rayos X en el cuerpo y en un tac pueden aparecer formas anormales que no se pueden tratar a no ser que se desarrollen. ¿Cómo se lo dices al paciente? No le puedes decir que no tiene nada y a la vez no puede hacer nada por su bulto. Curiosear demasiado tiene consecuencias emocionales: generas una ansiedad que te puede cambiar la vida. Si no necesitas un tac de cerebro, ¡no te lo hagas! Yo, como tantos pacientes oncológicos, vivo ahora en un limbo. Lo único que puedo hacer es no pensar en las revisiones hasta que llega el día. Mi tumor cerebral tenía origen en la próstata y la terapia hormonal es, básicamente, castración. Y no es una cuestión sexual. No es que no te guste cómo está tu cuerpo, tampoco me gustaba antes, es que los músculos se debilitan y eso te afecta. Creí que me sentía infeliz porque tenía cáncer. Me di cuenta de que estaba mal porque no hacía ejercicio. Lo bueno de la terapia hormonal, que es como envejecer rápidamente, es que cuando la terminas es como vivir al revés: ¡rejuvenezco a diario!

¿Qué país tiene la mejor sanidad pública?
El sistema público de salud es un reflejo de la sociedad y la escandinava es rica.
Noruega era pobre hace 100 años.
Invirtieron el dinero del petróleo en mejorar el país. Sus prisiones son auténticos centros de reeducación. Y están acostumbrados a pagar impuestos para mantener sus servicios. Tienen mucha menos inequidad que el resto del mundo. No soy de extrema izquierda, pero creo en la necesidad de poner impuestos a la riqueza.

¿La industria farmacéutica decide cuánto valemos?
No son hermanitos de la caridad, son empresas, y muchos medicamentos contra el cáncer son prohibitivamente caros porque necesitan rentabilizar su inversión. Necesitamos su investigación. Pero ellos no deben olvidar que se benefician de la inversión que los gobiernos hacen en las universidades. Defiendo que no hagan publicidad y abaraten precios.

¿La sanidad privada sobrediagnostica más que la pública?
En el sector privado se sobreestima el riesgo de no operar y se infraestima el de operar. No creo que muchos médicos piensen en hacer dinero. Pero si saben que van a ganarlo con un paciente, tal vez se comportan más amigablemente. Somos así.
Ante todo no hagas daño termina preguntando: ¿qué estás haciendo con el tiempo que te queda?
He puesto en marcha una organización para apoyar cuidados paliativos en Ucrania. Quiero escribir un cuento de hadas para mis nietas. Continúo dando clase en el hospital. Y hago estanterías. Vivo en presente.

viernes, 12 de mayo de 2023

_- BACHILLERATO. OPINIÓN. “Mamá, no sé qué carrera estudiar”: cómo ayudar a tu hijo que cursa Bachillerato a elegir su futuro.

_- Es importante afrontar estos dos años educativos sin prisa, atendiendo a las necesidades personales, emocionales y sociales del adolescente. Cuando se converse con él, hay que evitar los sermones, desaprobar sus opiniones o amenazar.

Alrededor de 700.000 alumnos y alumnas en España que terminan la ESO cursan Bachillerato con la intención de estudiar después en la universidad, según datos de 2022 del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Pero un porcentaje muy alto de este alumnado no sabe aún qué es lo que quiere estudiar. Según un estudio de 2019 de la consultoría Círculo Formación, firma especializada en prestar servicios integrales de marketing, comunicación y consultoría, un 78% de estos estudiantes españoles no tiene claro qué carrera elegirá. Además, el abandono universitario de los estudios de grado en universidades presenciales, entre estudiantes que ingresaron en el curso 2015-16 de nacionalidad española, afecta al 13%, según datos del Ministerio de Universidades en su informe Análisis del abandono de los estudiantes de grado en las universidades presenciales en España. Este documento señala también que entre las y los estudiantes que abandonan, más de la mitad lo hace después del primer año, lo que demuestra que el inicio del grado superior es el momento más delicado de cara a la continuidad en los estudios.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos para que accedan con seguridad a la carrera que les gusta y fomentar tanto la implicación como ayudarles en su proceso de desarrollo personal? Con el cambio legislativo se le ha dado más énfasis a la formación integral del alumnado y al desarrollo personal y social en una edad en la que cuidar estos aspectos es algo fundamental. Según la LOMLOE [Ley Orgánica de Educación]: “Es imprescindible la implantación de propuestas pedagógicas que, partiendo de los centros de interés de los alumnos y alumnas y aumentándolos, les permitan construir el conocimiento con autonomía, iniciativa y creatividad desde sus propios aprendizajes y experiencias”.

Muchas veces, padres y madres tienen dudas sobre qué tipo de educación elegir para sus hijos después de la ESO en una época en la que ya están pensando en la toma de decisiones de cara a la universidad, un grado o formación profesional. En este sentido, es normal que haya incertidumbre, pero por experiencia personal, y por las preguntas que me suelen hacer para orientar en la toma de decisiones, siempre respondo lo mismo: “Lo importante es no tener prisa”.

Parece que con 18 años hay que dar el salto, hacerlo todo perfecto, sacar la universidad en cuatro años y entrar en el mercado laboral recién licenciado. Pero más relevante que esto es afianzar una serie de aprendizajes que vayan más allá de una preparación universitaria. En estas edades, nos encontramos con el equilibrio imposible entre la autonomía personal y la dependencia, y es en este camino en el que los progenitores deben servir de apoyo. Obviamente factores como, por ejemplo, el nivel socioeconómico o la necesidad de entrar en una universidad pública van a condicionar la toma de decisiones, pero es crucial que acompañemos y demos espacio entendiendo, además, de dónde venimos.

Hemos pasado a unas cifras récord en cuanto a problemas de salud mental infanto-juvenil pospandemia. Por ejemplo, como se señala en el informe de Unicef Salud mental e infancia en el desarrollo de la covid-19 (2020), uno de cada cinco menores de entre 10 a 19 años padece un problema de salud mental diagnosticado, siendo la ansiedad y la depresión los más comunes en población juvenil y adolescente. Además, según este documento y de acuerdo con los datos de la OMS de 2011, España solamente dedicaba el 5% del gasto total en sanidad pública a la salud mental.

Acompañar, por tanto, desde lo personal, lo social y la salud mental es actualmente un factor de protección y de éxito educativo en una etapa tan importante como Bachillerato, que puede generar mucho estrés y ansiedad en el alumnado de 17 y 18 años. Saber responder a dudas como “mamá, no sé qué estudiar”, “me siento con ansiedad porque no sé qué hacer”, o “mejor lo dejo…” son cuestiones que como padres nos van a preocupar. ¿Cómo podemos afrontarlas?

En primer lugar, hay que mantener la calma y preguntarle si ya han pensado en algo, porque seguro que sí lo ha hecho. No hay que escurrir el bulto y contestar: “Bueno, ya se te pasará”. Después, es fundamental generar alternativas para ver si hay más opciones o, como se suele decir coloquialmente, buscar un plan B. Es además muy enriquecedor que padres e hijos trabajen juntos esta búsqueda de alternativas por varios motivos: tranquiliza y da seguridad saber que puedes hablar del tema con tus padres sin que te digan que lo haces mal, que así no vas a ningún lado o que no vas a llegar a nada en la vida porque no te aclaras. A esto se suma que ser acompañado en este proceso y tener tiempo para pensar ayuda mucho. Por último, porque lo anterior genera confianza y, por lo tanto, ayuda a reducir la ansiedad y los errores que generan la prisa.

¿Hay algo más que los padres puedan hacer? Sí, tenemos que cambiar la forma de hablar. Cuando conversemos con nuestros hijos hay que evitar los sermones, aludir continuamente a normas externas, amenazar, desaprobar o dar lecciones. Básicamente, hay que evitar todo lo que hacemos como adultos cuando hablamos, pues no ponemos el foco de la comunicación en quien escucha (tu hijo o hija) sino en quien habla (tú mismo). Si hablas con tus hijos solamente para que te escuchen, en vez de esforzarte en escucharles, es difícil que les puedas ayudar.

Es fundamental, por tanto, entender Bachillerato como una etapa de desarrollo global tanto a nivel académico, personal y familiar. Y en este sentido, es importante afrontar estos años sin prisa, atendiendo a necesidades personales, emocionales y sociales porque no se trata de hacer todo perfecto, sino de sentirse bien haciéndolo. Hemos de entender que el fracaso no es perder un curso con 18 años porque no sabes qué hacer o tienes dudas, más bien al contrario: el fiasco en esta etapa es no ayudar a quien con 18 años está inmerso en un proceso educativo relevante como rito de paso a la edad adulta.

César de la Hoz es licenciado en Psicopedagogía y experto en mediación y resolución de conflictos escolares y familiares, modificación de conducta y orientación educativa y gestión del cambio.



Luis Caffarelli, el argentino que ganó el “premio Nobel de las matemáticas” explicando cómo se derrite el hielo en un vaso

"El Lionel Messi de las matemáticas".

De esta manera presentaron este miércoles al argentino Luis Caffarelli, investigador de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.), al anunciarlo como el ganador del Premio Abel 2023, considerado el Nobel de las matemáticas.

"Para mí es un gran halago. Messi tiene un control total de la pelota. En mi caso sería el control de las ecuaciones", le dijo Caffarelli a BBC Mundo horas después de que se conociera que había ganado el importante galardón.

La Academia Noruega de Ciencias y Letras definió el aporte de Caffarelli como "fundamental" para el "desarrollo de las ecuaciones diferenciales parciales", que describen el comportamiento de una gran cantidad de fenómenos naturales, como la expansión del calor o la circulación de los líquidos.

Estas ecuaciones también sirven para explicar fenómenos sociales como el crecimiento de las poblaciones.

Luis Caffarelli se convirtió así en el primer sudamericano en lograr este reconocimiento. Doctor en Matemáticas por la Universidad de Buenos Aires, Caffarelli, de 74 años, salió de Argentina en 1973 para desarrollar su carrera de investigador en distintas instituciones educativas de Estados Unidos.

El matemático habló con BBC Mundo desde su oficina en la Universidad de Texas (EE.UU).

¿Puede explicarnos de forma sencilla en qué consisten las ecuaciones diferenciales a las que ha dedicado su trayectoria como investigador?

Pensemos que matemáticamente tenemos dos dominios, A y B. La ecuación nos permite ver cómo evoluciona A en relación con B, en base a cómo aparece la densidad de una de las dos cantidades.

En ese sentido, podemos ver cómo a medida que aparece la sustancia A, ésta va comiendo a la sustancia B. La ecuación se puede aplicar a muchos casos.

Uno de los ejemplos que se da a su trabajo es la aplicación de estas ecuaciones en el estudio del hielo que se derrite en el agua. ¿De qué se trata?

Imaginemos que tenemos agua en un cubo, al que tiro un pedazo de hielo. La pregunta es cómo va a evolucionar ese pedazo de hielo.

A simple vista, uno sabe que el hielo se va a ir derritiendo, el hielo se va haciendo líquido, se va a ir redondeado, porque las partes del hielo que están con mayor contacto con el agua se descongelan más rápido.

Por lo tanto, uno puede ver la evolución de ese pedazo de hielo que, en contacto con el agua, desaparece. En esta ecuación está el agua y el hielo y la conclusión depende de cómo está dispersa la temperatura y cómo el paso del tiempo incide en el pedazo de hielo.

¿Y como es posible aplicar esta ecuación, por ejemplo, al crecimiento de las poblaciones?
Por ejemplo, si tenemos un segmento de la población con gente blanca y otro de gente negra.

Al principio, la población negra que es minoría vive acurrucada en una parte, pero a medida que va ganando dinero y poder comienza a avanzar sobre el espacio que ocupa la población blanca.

Es una idea general de cómo un objeto A ‑no tenemos por qué darle nombre‑ cambia según un objeto B, que tiene cierta densidad.

¿Cómo nació en usted la curiosidad por las matemáticas?
De niño, mi padres me ayudaban, hasta mi hermana menor. Naturalmente, una vez que uno se envuelve en el tema empieza a querer manejar más. Fui al Colegio Nacional de Buenos Aires, donde eran todos muy dedicados. Después, avancé gracias a la universidad, quería avanzar más en esta ciencia.

¿Qué tienen para usted las matemáticas que le resultan tan fascinantes?
La respuesta no es tan sensacional. Las matemáticas son para mí una cosa importante, así como para cualquier otra persona que trabaja en algo interesante.

Uno termina centrándose en eso y dedicándole tiempo todo el día. Es natural, no es nada excepcional.

¿Tiene preguntas pendientes?
Bueno, siempre tengo tres o cuatro preguntas sobre las que me cuesta avanzar. El conocimiento no es una luz que aparece de inmediato. Para mí, y para mucha gente que hace ciencia, lo importante es hacer aportes que puedan contribuir para otros o para el avance de las ideas.

¿Podría contarnos alguna de esas cuatro preguntas pendientes?
Por ejemplo, una es entender cómo una cantidad sólida se va deshaciendo. También hay temas vinculados al estudio de la presión, cuánta presión se puede formar dentro de un dominio.

Otras preguntas, que son más bien abstractas, que tal vez se escriben solo en un papel, permiten crear ideas nuevas. Por eso siento que vale la pena hacer un esfuerzo para seguir investigando.