jueves, 23 de noviembre de 2023

Qué buscaba EE.UU. con los barrios Kennedy que el icónico presidente impulsó en América Latina en los años 60

John F. Kennedy en Colombia

FUENTE DE LA IMAGEN,CECIL STOUGHTON. FOTOGRAFÍAS DE LA CASA BLANCA. BIBLIOTECA Y MUSEO PRESIDENCIAL JOHN F. KENNEDY, BOSTON

Pie de foto,

John F. Kennedy, durante su visita a Bogotá en diciembre de 1961, en el evento en que se puso el primer ladrillo de lo que hoy es Ciudad Kennedy.

Santiago Vanegas Role,
BBC News Mundo 
22 noviembre 2023

En una calle estrecha del sur de Bogotá hay una pequeña casita azul de una sola planta.

Sería una casa como cualquier otra si no fuera por una placa que se levanta a un costado de su fachada que la identifica como “la primera casa de las veintidosmil que se construirán por el gobierno de Colombia dentro del programa de la Alianza para el Progreso con la asistencia del presidente de los Estados Unidos de América John F. Kennedy”, de cuyo asesinato se cumplen este miércoles 60 años.

Fue el mismo Kennedy en una visita de 1961 quien puso la primera piedra de esa urbanización.

62 años después, la localidad de Kennedy aloja según los datos más recientes a 1.230.000 personas, un poco más que la población entera de un país pequeño como Guyana.

A poco más de 7.000 kilómetros de allí, en el punto en el que desemboca el río de la Plata, había otro barrio llamado Kennedy, en Punta del Este, Uruguay, uno de los balnearios más exclusivos de toda América Latina.

Se trataba hasta hace poco de un asentamiento pobre e informal ubicado al lado del lujoso club de Golf Cantegril.

Además del nombre, estos dos barrios en los extremos de Suramérica tienen en común que nacieron a inicios de los años 60 con el impulso de la Alianza para el Progreso, un ambicioso programa de influencia de Estados Unidos que echó a andar el entonces presidente Kennedy en América Latina en el contexto de la Guerra Fría.

En estos lugares, la figura de Kennedy sigue tan viva que algunos habitantes del barrio Kennedy de Punta del Este alegan que esas tierras habían sido un regalo del propio Kennedy.

Y en las salas de las algunas casas bogotanas, hay fotos del expresidente estadounidense.

No son los únicos casos por el estilo. En Río de Janeiro, Villa Kennedy es un barrio en el oeste de la ciudad en el que residen unas 140.000 personas. También fue un ambicioso proyecto de infraestructura construido con el impulso de Estados Unidos e inaugurado menos de dos meses después del asesinato de John F. Kennedy.

En su origen contó con 5.000 viviendas.

“En Brasil, renovación urbana era erradicar las favelas, un proceso que implica la construcción de complejos habitacionales de gran escala”, explica Leandro Benmergui, profesor de historia latinoamericana de Purchase College.

La Alianza para el Progreso también impulsó la construcción de la Unidad Kennedy, en la colonia Jardín Balbuena de Ciudad de México, la urbanización Ciudad Alianza en la ciudad venezolana de Guacara, el barrio Kennedy en Caracas, la Población Kennedy en Puerto Montt, al sur de Chile, entre otros proyectos inmobiliarios en América Latina.

Una familia de una favela en Río de Janeiro en 1963.

Una familia de una favela en Río de Janeiro en 1963.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Río de Janeiro, 1963.

La Alianza para el Progreso

En su discurso inaugural como presidente, John F. Kennedy dijo: “A nuestras repúblicas hermanas al sur de nuestra frontera, ofrecemos un compromiso especial: convertir nuestras buenas palabras en buenas obras, en una nueva Alianza para el Progreso, para ayudar a los hombres libres y a los gobiernos libres a deshacerse de las cadenas de la pobreza”.

En los poco menos de tres años que estuvo en el poder, Kennedy le dio un vuelco a las relaciones de Estados Unidos con los países de América Latina.

“Kennedy llega con una idea de hacer una nueva política de la vecindad. Lo que hace es aproximarse a Latinoamérica como un compañero”, explica Leandro Benmergui.

Muy cerca de donde quedaba el barrio Kennedy de Punta del Este se firmó en 1961 la famosa Carta de Punta del Este, que selló esa alianza. Se trataba de un ambicioso programa para promover el desarrollo económico de los países latinoamericanos.

En el marco de la Alianza para el Progreso, se dieron varias visitas de Kennedy a países de América Latina, junto a su icónica esposa Jacqueline, quien hablaba español.

John F. Kennedy, Alberto Lleras Camargo y Jacqueline Kennedy en Bogotá, en 1961

John F. Kennedy, Alberto Lleras Camargo y Jacqueline Kennedy en Bogotá, en 1961

FUENTE DE LA IMAGEN,CECIL STOUGHTON. FOTOGRAFÍAS DE LA CASA BLANCA. BIBLIOTECA Y MUSEO PRESIDENCIAL JOHN F. KENNEDY, BOSTON

Pie de foto,

Alberto Lleras Camargo, entonces presidente de Colombia, junto a John F. y Jacqueline Kennedy en su visita a Bogotá. Fue la segunda vez que un presidente estadounidense visitó el país.


La construcción de viviendas, sobre todo para familias pobres en las ciudades, hacía parte del proyecto.

Los nuevos barrios obreros eran la imagen viva del progreso como se lo imaginaba Estados Unidos: industrializado y urbano.

“Estados Unidos está promoviendo una idea de lo que tiene que ser el ciudadano urbano, que es propietario, que tiene iniciativa, que dedica una parte de su salario al ahorro para pagar su hipoteca, que va a vivir en un espacio higiénico y sanitario, y al otro día va a convertirse en un trabajador productivo”, plantea Benmergui.

“Todo lo contrario a lo que era la idea del pobre en la favela: criminal, borracho, promiscuo, miserable, que todavía no tiene la cultura urbana”, agrega.

La Alianza para el Progreso también le apuntaba a expandir la educación, establecer gobiernos democráticos e incluso hacer reformas agrarias.

Pero “sabemos que Estados Unidos no hace nada en América Latina por caridad”, dice Leandro Benmergui.

Estos programas, para el gobierno estadounidense, eran una forma de contener el comunismo.

En plena Guerra Fría, tanto Estados Unidos como las élites locales veían la influencia soviética en el continente como una amenaza latente, que se había concretado además con la revolución cubana entre 1953 y 1959.

A la conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social de 1961, en la que se redactó la Carta de Punta del Este, astistió el propio Che Guevara. Kennedy no, pero sí una delegación suya.

Fue una ocasión como pocas que reflejó la tensión ideológica en la que se movía América Latina en medio de un mundo bipolar.

Che Guevara.

Che Guevara

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Ernesto “el Che” Guevara, entonces ministro de Industria de Cuba, durante la conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social de 1961, en Punta del Este, Uruguay.


“Alentados por la esperanza que dimana de las revoluciones ocurridas en nuestras jóvenes naciones, muchos hombres bregan ahora por la libertad en tierras de vieja tradición. Ha llegado el momento de imprimir un nuevo sentido a esta vocación revolucionaria”, dice la carta de 1961.

¿Pero qué tenía que ver la construcción de nuevos barrios con atajar el comunismo?

A Estados Unidos le preocupaban los pobres urbanos en la medida en que se creía que “un habitante que no es responsable, consumidor, propietario y que sabe convivir puede ser una persona manipulable o inmadura políticamente. Y que eso podía dar lugar al populismo o al comunismo”, según Benmergui.

El profesor Benmergui cuenta que, cuando el gobernador del estado brasilero de Guanabara, Carlos Lacerda —que es quien termina construyendo Villa Kennedy—, habla con Kennedy para pedirle fondos para el proyecto le dice muy estratégicamente: “el peligro del comunismo está en las favelas”.

Ricardo López-Pedreros, profesor de Historia de la Western Washington University, explica que la Alianza para el Progreso fue un proyecto de desarrollo que "buscaba la expansión de unas clases medias”.

“Según la teoría de la modernización, que es la inspiración de este programa, la división de la sociedad en una masa empobrecida y una oligarquía creaba las condiciones para que surgiera el comunismo”, agrega. “Y una clase media podría mermar esa posibilidad y facilitar lo que se llamaba la armonía social”.

La construcción de barrios como Ciudad Kennedy en Bogotá venía de la mano con una expectativa de que allí floreciera una sociedad más democrática. “Toda la discusión política del momento estaba mediada por el discurso de que una sociedad de clase media es más democrática que una sociedad de dos clases”, dice López-Pedreros.

También, Benmergui ha encontrado que uno de los objetivos de Estados Unidos con la Alianza para el Progreso era “ayudar a los políticos brasileños que podían llegar a ser presidentes para sacarse de encima a João Goulart —el entonces presidente—, quien para Estados Unidos era un comunista”.

João Goulart y John F. Kennedy

João Goulart y John F. Kennedy

FUENTE DE LA IMAGEN,ABBIE ROWE. FOTOGRAFÍAS DE LA CASA BLANCA. BIBLIOTECA Y MUSEO PRESIDENCIAL JOHN F. KENNEDY, BOSTON

Pie de foto,
John F. Kennedy junto a João Goulart, presidente de Brasil, en 1962. Goulart fue depuesto por un golpe militar dos años después con el apoyo de Estados Unidos.

Un progreso autoconstruido

En el surgimiento de estos barrios, Estados Unidos defiende mucho la idea de autoconstrucción.

“La idea no es solamente que el Estado subvencione y guíe, sino que eso promueva en las poblaciones pobres un estímulo para su propia transformación, algo muy propio del imaginario de modernización y desarrollista”, dice Leandro Benmergui.

Por eso mismo, la vivienda no es algo que el Estado va a regalar. La vivienda es algo que la gente va a esforzarse para conseguir y por construir con sus propias manos. El Estado va a crear condiciones para que la pueda comprar, como instituciones de crédito que ofrezcan hipotecas a plazos largos y a intereses bajos.

“Estados Unidos nunca va a dar el 100%, va a dar una parte y va a dar ayuda técnica, sobre todo a través de USAID y el BID”, señala Benmergui.

Entonces, la población que va a poder irse de las favelas a Villa Kennedy es solo aquella que tiene las condiciones para poder pagar la casa a crédito.

En el caso de Punta del Este, la semilla que sembró el Barrio Kennedy fue la donación por parte de Estados Unidos de apenas unos cables para constuir instalaciones eléctricas y una bomba de agua.

“En Latinoamérica no existe la idea de public housing (vivienda pública). Todos los barrios Kennedy son barrios de bajo costo, lo que se conoce como low income housing o low cost housing”, dice Benmergui.

Consecuencias contradictorias
Vista de la Bahía de Guanabanara en 1960

Vista de la Bahía de Guanabanara en 1960

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Vista de la Bahía de Guanabanara en 1960. Río de Janeiro fue la capital de Brasil hasta ese año, pero estuvo lejos de tener el desarrollo industrial de Sao Paulo.

Los planes de Kennedy no se cumplieron como él lo hubiera querido.

En Río, por ejemplo, cuenta Benmergui que “en el año 1967, Estados Unidos mandó una misión para evaluar Villa Kennedy y la misión concluyó que era económicamente irracional la política de erradicación de favelas y construcción de complejos”.

El nuevo barrio se enfrentó a un sinnúmero de problemas que iban desde la falta de transporte público y de un sistema de recolección de residuos hasta la inseguridad.

“En la medida que el Estado prometió, ese mismo Estado después no pudo cumplir. Por cuestiones políticas, por negligencia, por cuestiones más estructurales, los estados se empobrecieron, hubo inflación, gobiernos autoritarios que no necesitaban responder a sus ciudadanos”, dice Benmergui.

Ricardo López-Pedreros dice, sin embargo, que “los estadounidenses no pierden la esperanza de que América Latina puede evitar el comunismo”.

Entonces, por lo que optan es por la apuesta de “pongamos a la gente a trabajar, les damos algunos materiales y que ellos lo hagan. Cambia el modelo porque ya no había tanta plata”, agrega López-Pedreros.

Los expertos coinciden en que, a pesar que los resultados del proyecto no son los que esperaban los planificadores, para las personas que participaron en los programas la Alianza para el Progreso lo que pasó en ese momento fue muy importante, tuvo un gran impacto en sus vidas.

Por ejemplo, gracias a esos programas de desarrollo, hubo mucha gente que tuvo acceso a sus casas, y hubo toda una generación que pudo ir a la universidad o crear pequeños negocios.

Un grupo de niñas juega baloncesto en Ciudad Kennedy, Bogotá, a mediados de los 60.

Un grupo de niñas juega baloncesto en Ciudad Kennedy, Bogotá, a mediados de los 60.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Ciudad Kennedy, Bogotá, a mediados de los 60.

Incluso, cuenta López-Pedreros que en Bogotá entre quienes se beneficiaron por los programas de la Alianza para el Progreso surgieron movimientos de izquierda que se empezaron a radicalizar, una abierta contradicción con lo que pretendía Estados Unidos.

“La Alianza para el Progreso logró de manera no intencionada la politización parcial de la sociedad”, concluye López-Pedreros.

Además, las comunidades que llegaron a los nuevos barrios crearon una identidad de clase, que los diferenciaba tanto de los de arriba como de los de abajo.

A pesar de que a los ojos del resto de Río de Janeiro Villa Kennedy no sea muy diferente a las favelas, los vecinos sí reclaman una identidad diferente, una identidad propietaria, plantea Benmergui.

Por otro lado, “erradicar las favelas de la zona sur permite gentrificar la zona de la Laguna Rodrigo de Freitas, que hoy en día es una zona muy cara de la ciudad”, agrega. “Eso es la que la dictadura militar va a hacer luego con esteroides y autoritariamente”

Algo similar es lo que está pasando, 60 años después, en el barrio Kennedy de Punta del Este, en Uruguay.

Después de varios intentos y un álgido debate entre políticos y la comunidad que duró años, las autoridades uruguayas iniciaron en abril de 2022 el proceso para realojar definitivamente a las 350 familias que vivían en el barrio.

En total, el proyecto costará US$35 millones y estará listo en 2024. El realojo liberará una zona de unas 40 hectáreas altamente codiciada por agentes inmobiliarios, que las mismas autoridades locales han reconocido que se venderá por millones de dólares.

Pasó el tiempo volando


Estoy seguro de que eso es lo que pensó y sintió Ana Berenguer, sobrecargo del vuelo IB6402 de la compañía Iberia, que cubría el recorrido Ciudad de México a Madrid el pasado día 26 de octubre: pasó el tiempo volando, en un suspiro, en un abrir y cerrar de ojos. Era el último vuelo de su larga vida laboral. El vuelo del adiós.

No supimos nada los viajeros de esta circunstancia hasta que, poco antes de aterrizar en Barajas, nos comunicaron por megafonía que ese vuelo tenía un especial significado para una persona de la tripulación.

Como titular de una tarjeta oro de Iberia le había pedido a la sobrecargo (siempre me ha costado utilizar esta palabra para referirme a una mujer) el pequeño favor de que me dijese si había tres asientos consecutivos libres en alguna hilera del avión ya que, al llegar a destino en Oviedo, tenía que pronunciar una conferencia y quería dormir unas horas. Amablemente me indicó, después de consultar su tablet, que la misma fila donde yo me encontraba tenía tres asientos libres. Le di las gracias, ocupé el asiento central y, siguiendo su consejo, coloqué algún objeto en los dos asientos contiguos. Después de la cena pude dormir unas horas de manera relativamente confortable.

Una sencilla respuesta a una demanda te permite efectuar un diagnóstico fiable. Ana fue amable, rápida y eficaz. Sé que los momentos iniciales del embarque requieren una atención intensa y diversificada. Hay dos tipos de pasajeros, los inclasificables y los de difícil clasificación. Ella lo sabe mejor que yo. Cada uno expresa su demanda y lo hace a su manera. Y tiene que atenderlos a todos. Por lo que luego supimos de ella, Ana ha sido una magnífica profesional que ha hecho la vida más fácil a sus colegas y a sus pasajeros.

En las tripulaciones, como en otros lugares de atención al público, hay dos tipos de personas: simpáticas o antipáticas, amables u hostiles, generosas o egoístas, alegres o hurañas, sonrientes o adustas. Es decir, personas que si pueden ayudarte lo hacen encantadas y personas que, aunque te ayuden, parece que te están perdonando la vida. Ana pertenece al primer grupo. He dicho muchas veces que en los lugares de atención al público debería haber, de forma obligada, un libro de quejas (que lo hay) y un libro de felicitaciones (que no existe). No me gusta que me digan: escriba su felicitación en el libro de quejas. Yo habría utilizado el de felicitaciones para agradecerle a Ana su amabilidad y simpatía.

Entre las numerosas indicaciones relacionadas con el aterrizaje y el final de vuelo, hubo una intervención muy especial. Las otras estaban dirigidas a la cabeza, pero esta fue directamente corazón. No es frecuente escuchar algo que suscite una emoción. Imagino que la voz de Carol Morales fue la que nos hizo llegar este mensaje ya que, como supe después, ella es la autora del mismo. Lo reproduzco literalmente:

“Hoy es un día especial para un miembro de esta tripulación. Es el último vuelo de Ana Berenguer, nuestra sobrecargo. Se jubila después de más de 34 años surcando los cielos. Con más de 20.000 horas de vuelo y 14 millones de kilómetros, unas 350 veces dando la vuelta al mundo.

Es una líder nata y todos nosotros nos hemos nutrido de su experiencia y compañerismo. Nos ha dejado crecer como tripulantes y como personas. Ha logrado una cohesión como grupo a pesar de todas nuestras diversas peculiaridades. Hemos “respirado” en su compañía, a pesar de estar volando en un tubo de acero a miles de metros de altura.

No es fácil decirle adiós a esta compañera, que también es una amiga. Se recuerdan las anécdotas y los buenos momentos compartidos como grupo.

Ha sido una gran experiencia porque nos ha hecho fáciles las horas del día y de la noche, por saber escuchar, por su paciencia y por ser tan buena persona.

Por suerte, seguirá viajando y ofreciendo al mundo todas sus experiencias.

Nos morimos de envidia y tristeza por verla marchar.

Le deseamos toda la suerte del mundo en su nueva etapa.

Un fuerte aplauso para ella”.
 
El aplauso que pedía una desconocida para otra desconocida, estalló de forma entusiasta en el avión. Es el misterio de la solidaridad humana que se une al reconocimiento y al adiós de un miembro desconocido de una tripulación. El aplauso agradecía el trabajo bien hecho, festejaba la bondad de una persona que ponía su autoridad al servicio del equipo y deseaba felicidad para la nueva etapa que ahora comenzaba para ella.

Luego, Ana Berenguer recorrió emocionada los pasillos del avión entre una oleada de aplausos, tan bien ganados. Le pusimos rostro a la persona que se despedía de su trabajo, de sus compañeras y de los viajeros.

Las palabras de Carol no son el fruto de un momento aislado de la vida laboral de Ana. Estoy seguro de que responden a una forma de ser y de actuar, a un estilo de vida, a una forma de comunicación agradable y generosa. Hay personas que pasan por la vida y por el trabajo procurando hacer felices a los demás.

Me levanté de mi asiento y fui a pedir el texto que habíamos escuchado por megafonía. Una azafata me dijo que el texto lo había escrito Carol Morales, a quien alabó por sus cualidades literarias. Carol me envió por whatsapp el texto. Le hizo ilusión mi promesa de publicar su escrito en esta columna. Hoy cumplo aquella promesa, que es una felicitación por una iniciativa tan entrañable. Estos gestos, llenos de generosidad y de bondad, dignifican nuestra especie.

La llegada a la jubilación es un momento importante de la vida. Y muy significativo. Hay personas que celebran la liberación de una pesada y horrible carga. Otras, por contra, lamentan tener que dejar un caudal de satisfacciones. Decía Emilio Lledó que, cuando se jubiló, sintió que dejaba atrás una fuente inagotable de felicidad y de vida. Unos, como es el caso de Ana Berenguer, dejan un reguero de hermosos y ricos recuerdos. Sus colegas lamentan esa ausencia. Otros celebran con alegría la marcha de una persona insoportable.

Tengo tres primos (dos hermanos y una hermana) que han dedicado su vida a estas tareas celestiales en Iberia. Dos de ellos se han jubilado ya (María José y Vicente Santos). El tercero, Ignacio, está todavía viajando. Siempre recuerdo, cuando veo estos casos de asiduidad aérea, el accidente de un avión que, hace algunos años, salió de Málaga y se estrelló contra una montaña de Melilla. Viajaba en él una alumna mía con su pareja. Murieron en el accidente. Y también murió, como contó la prensa, un pasajero que hacía el primer y único vuelo de avión de su vida. Pienso en la mala suerte de aquella persona. Qué fatalidad, pensé entonces y vuelvo a pensar ahora. Hay personas que pasan su vida volando, haciendo y este pobre hombre no llegó a culminar su primer vuelo.

Desde estas líneas me sumo al homenaje que la tripulación de aquel vuelo quiso hacer a su jefa y compañera Ana Berenguer. Y en ella quiero manifestar la gratitud a quienes cada día se jubilan después de una larga vida profesional al servicio de los pasajeros y pasajeras. Vaya mi gratitud por tanta amabilidad y tanto desvelo en hacer un viaje más cómodo y más llevadero, sea cual sea el estado de ánimo y las circunstancias de la vida que estén atravesando.

Recuerdo aquel premio que la compañía Swiss Air le concedió el año 1998 a una azafata y al comandante de un vuelo por la forma ingeniosa y aleccionadora con la que resolvieron un problema surgido en un vuelo. Cuando una señora comprobó que el compañero de asiento era un hombre de raza negra, llamó a la azafata para decirle lo siguiente:

Señorita, nadie debe estar obligado a viajar al lado de una persona desagradable. Le pido por favor que me cambie de asiento. La azafata dijo amablemente:

Señora, la clase turista está completa. Para pasarle a business tendría que hablar con el comandante. Espere unos segundos que haga la consulta.

La azafata se ausentó unos minutos y volvió después de efectuada la consulta:

Señora, he hablado con el comandante y los dos estamos de acuerdo con usted. Le vamos a pasar a primera clase. La señora hizo el amago de levantarse para recoger sus cosas. Fue entonces cuando la azafata le aclaró la situación.

No, señora, quien va a pasar a primera clase es su compañero de asiento. Magnífica lección. El señor de raza negra no merecía viajar al lado de una persona desagradable.

Ya me imagino las innumerables anécdotas que nos podría contar Ana Berenguer. 34 años volando dan para muchas historias. Fue emocionante participar en el última: su adiós definitivo al trabajo. Enhorabuena, gracias y suerte.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2023/11/04/7281/

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Hacer unas buenas lentejas

Hacer fuego con dos palitos, orientarse con las estrellas o potabilizar agua son conocimientos que te pueden salvar la vida, pero para nosotros no hay nada más imprescindible para la supervivencia que saber preparar unas lentejas. Estas humildes legumbres han permitido seguir en este mundo a familias, estudiantes y siervos del táper durante generaciones, y si no sabes cocinarlas -o las cocinas y te salen regulinchi- es hora de que te pongas las pilas y aprendas.

Nuestra fórmula paso a paso no sólo es apta para cocinillas y para zotes en la cocina e incluye trucos para multiplicar el sabor, sino que puedes adaptarla a tus gustos / manías o a lo que tengas en la nevera. ¿Admite chorizos, morcillas y otras carnes? Sí, pero desde aquí hacemos un llamamiento a probarla sin ellos, porque jugando bien la baza del sofrito y las especias -especialmente el pimentón-, no los echarás de menos. Mira el vídeo de arriba para conocer el método, y si eres de los que necesita una receta concreta porque si no se pierde, también la tienes aquí abajo.

Tiempo: 50 minutos

Dificultad: Muy fácil

Ingredientes 
Para 4-6 personas
 
400 g de lentejas, a poder ser pardinas 
1 patata grande o 2 pequeñas 
2 zanahorias 
1 cebolla grande 
1 diente de ajo 
4 cucharadas de tomate triturado o rallado 
¼ de pimiento rojo o ½ verde 
1 cucharadita generosa de pimentón ahumado 
1 cucharadita de comino 
100 ml de vino blanco o de fino (opcional) 
1 hoja de laurel Aceite de oliva 
Pimienta negra 
Sal

Instrucciones

1. Poner las lentejas en una olla grande con 1,6 litros de agua fría (es posible que durante la cocción haya que añadir más, pero mejor empezar con esta cantidad). 

Consejo

Si vives en una zona con aguas duras, mejor remoja previamente las lentejas durante un par de horas.

2. Añadir media cebolla entera, el ajo, el laurel, pimienta negra y sal.

3. Calentar a fuego medio alto. Cuando hierva, bajar el fuego a suave y dejar tapado casi del todo. El tiempo de cocción puede variar entre 30 y 45 minutos: lo mejor es ir probándolas y añadiendo más agua si se quedan demasiado secas. 

Consejo
Puedes reducir el tiempo a unos 15-20 minutos usando olla rápida.

4. Arrancar el sofrito picando la otra media cebolla y el pimiento. Ponerlo con un buen chorro de aceite y una pizca de sal en una sartén a fuego medio bajo para que se vaya pochando. Consejo

Al sofrito le puedes poner también ajo, zanahoria, apio o puerro picados.

5. A los cinco o 10 minutos, cuando la cebolla y el pimiento se hayan ablandado, añadir el tomate.

6. Pelar la patata y cortarla en dados o trozos pequeños. Pelar la zanahoria y cortarla en rodajas finas. Añadirlas a las lentejas cuando estas lleven unos 20 minutos cocinándose. Consejo

Puedes usar otras verduras como calabaza, boniato, alcachofas, espinacas o acelgas, pero siempre teniendo en cuenta sus tiempos de cocción. También carnes o embutidos previamente blanqueados aparte en agua hirviendo para que pierdan parte de su grasa.

7. Añadir el pimentón y el comino al sofrito y remover un minuto. Si se quiere, incorporar el vino blanco o jerez otro minuto o hasta que deje de oler a alcohol. Consejo

Se pueden usar otras especias al gusto, como curry o cúrcuma, o hierbas aromáticas como orégano, tomillo o romero.

8. Juntar el sofrito con la media cebolla y el ajo de las lentejas en un vaso batidor. Triturar y sumarlo a la olla de las lentejas, remover y cocer un par de minutos más. Corregir de sal. Consejo

Si las lentejas se ven muy densas, añadir agua o caldo de verduras. Si se ven muy líquidas, se puede triturar un cazo de lentejas y devolverlo a la cazuela.

Las 2 causas científicas por las que se cayeron las Torres Gemelas tras el impacto de los aviones el 11 de septiembre de 2001

El 11 de septiembre de 2001 dos aviones Boeing 767 embistieron las Torres Gemelas, que con sus 110 pisos eran los edificios más altos de Nueva York.

El primer avión chocó contra la torre norte a las 8:45 de la mañana. El edificio ardió durante 102 minutos y luego, a las 10:28 a.m. se derrumbó en solo 11 segundos.

Dieciocho minutos después del primer choque, a las 9:03 a.m., el segundo avión impactó la torre sur. El rascacielos resistió en llamas durante 56 minutos, tras lo cual, a las 9:59 a.m., colapsó en 9 segundos.

"Luego del increíble sonido del edificio colapsando, en pocos segundos todo se volvió más oscuro que la noche, sin sonido, y no podía respirar", recuerda Bruno Dellinger, un sobreviviente que trabajaba en el piso 47 de la torre norte.

"Estaba convencido de que estaba muerto, porque el cerebro no alcanza a procesar algo como esto", dice Dellinger en su testimonio compartido por el Museo y Monumento Conmemorativo del 11 de septiembre en Nueva York.

El saldo fueron 2.763 personas muertas, incluyendo los atancantes.

Trayectoria aviones
¿Por qué se cayeron las torres?
"La respuesta aceptada por toda la gente seria es que las torres se vinieron abajo porque fueron objeto de un ataque terrorista", le dice a BBC Mundo el ingeniero civil Eduardo Kausel, profesor emérito en el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Torres Gemelas

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,

Las torres resistieron varios minutos antes de venirse abajo.

Justo después de los ataques, Kausel fue el líder de una serie de estudios y publicaciones en las que expertos del MIT analizaron las causas de los derrumbes desde el punto de vista estructural, de ingeniería y arquitectónico.

La respuesta de Kausel encierra una serie de fenómenos físicos y químicos que desataron una catástrofe que nadie, para ese entonces, era capaz de imaginar.

Combinación fatal
Los estudios del MIT, que se publicaron en 2002, coinciden en gran parte con los hallazgos del reporte que el gobierno de Estados Unidos le encargó al Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST, por sus siglas en inglés) para averiguar por qué se cayeron las torres, y cuya versión final se publicó en 2008.

Cómo el "cerebro detrás de los ataques del 11 de septiembre" se le escapó al FBI en la década de los 90

Torres Gemelas

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,

En 2001 las Torres Gemelas eran los edificios más altos de Nueva York.

Tanto el MIT como el NIST concluyen que las torres se derrumbaron debido, principalmente, a la combinación de dos factores:

• El severo daño estructural que causaron los choques de los aviones en cada edificio

• La cadena de incendios que se expandieron a lo largo de varios pisos

"Si no hubiese habido incendio, los edificios no se habrían derrumbado", dice Kausel.

"Y si hubiese habido únicamente incendio, sin el daño estructural, tampoco se habrían venido abajo".

"Las torres tenían mucha resistencia", dice el ingeniero.

Cómo fueron los 149 minutos de caos y terror del 11-S de 2001 que cambiaron el mundo El informe del NIST, por su parte, afirma que existen documentos oficiales que indican que las torres estaban diseñadas para soportar el impacto de un avión Boeing 707, que era la aeronave comercial más grande que existía al momento de ser diseñadas.

Torres Gemelas
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,

Las torres quedaron reducidas a escombros.

Los investigadores del NIST, sin embargo, advierten que no encontraron información sobre los criterios y los métodos que se utilizaron para llegar a esa conclusión.

Lo que sí está claro es que, juntos, el impacto y el incendio, produjeron un desenlace fulminante: el colapso de ambas torres.

Cómo estaban construidas las torres
Las Torres Gemelas tenían un diseño que era estándar en la década de los 60, cuando comenzaron a ser construidas.

Cada edificio tenía en el centro un núcleo vertical de acero y hormigón, que albergaba los ascensores y las escaleras.

Cada piso se formaba con una serie de vigas de acero (horizontales) que partían desde ese núcleo y se conectaban con columnas de acero (verticales) para formar las paredes exteriores del edificio.

El entramado de vigas distribuía el peso de cada piso hacia las columnas, mientras que cada piso, a su vez, servía como un soporte lateral que evitaba que las columnas se torcieran, lo que en ingeniería civil se conoce como pandeo.

Torres Gemelas

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,

Las torres tenían una columna central a partir de la cual salían las vigas que se conectaban con las columnas exteriores.

Toda la estructura de acero estaba recubierta por hormigón, que funcionaba como un protector de vigas y columnas en caso de incendio.

Las vigas y las columnas, además, estaban recubiertas por una delgada capa aislante a prueba de fuego.

Impacto, fuego y aire
Ambas torres fueron golpeadas por modelos distintos de aviones Boeing 767, que son más grandes que un Boeing 707.

El impacto, según el informe del NIST, "dañó severamente" las columnas y desprendió el aislamiento contraincendios que recubría el entramado de vigas y columnas de acero.

"La vibración del choque hizo que el recubrimiento antifuego del acero se fracturara, con lo cual las vigas quedaron más expuestas al fuego", explica Kausel.

Así, el daño estructural le abrió camino a las llamas, que a su vez iban causando más daño estructural.

Torres Gemelas

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,
Gran parte del combustible se quemó durante la bola de fuego que se produjo al momento del impactó de los aviones.

Mientras eso ocurría, las temperaturas, que llegaban a los 1.000 °C, hacían que los vidrios de las ventanas se dilataran y se rompieran, con lo cual entraba aire que servía de alimento al fuego.

"El fuego se autoalimentó de aire y por eso se propagó", dice Kausel.

"Bombas voladoras"

Los datos oficiales estiman que cada avión cargaba cerca de 10.000 galones de combustible (más de 37.850 litros).

"Eran bombas voladoras", dice Kausel.

Gran parte de ese combustible se quemó durante la bola de fuego que se formó en el momento del impacto, pero también hubo mucho combustible que se derramó a los pisos inferiores de las torres.

Eso hizo que el fuego se expandiera, encontrando a su paso varios objetos inflamables que le permitían seguir avanzando.

Torres Gemelas
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,

El fuego causó daños severos a las columnas de las torres.

Ese incendio descontrolado tuvo dos efectos principales, explica el ingeniero del MIT.

Primero, el intenso calor hizo que se dilataran las vigas y las losas de cada piso. Esto causó que las losas se separaran de sus vigas.

Además, la dilatación de las vigas también empujó las columnas hacia afuera.

Pero luego hubo un segundo efecto.

Las llamas comenzaron a ablandar el acero de las vigas, volviéndolas maleables.

Eso hizo que lo que antes eran estructuras rígidas, ahora parecieran cuerdas que al arquearse comenzaron a impulsar hacia adentro las columnas a las que estaban unidas.

"Eso fue fatal para las torres", señala Kausel.

Colapso
En ese momento ya estaban todos los ingredientes para desencadenar el colapso.

Torres Gemelas FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,

El calor del fuego dilató las vigas, que a su vez empujaron las columnas.

Las columnas ya no estaban totalmente verticales, debido a que las vigas primero las empujaron hacia afuera y luego las halaron hacia adentro, así que comenzaron a pandear.

Así, según el informe del NIST, las columnas iniciaron el colapso arqueándose, mientras las vigas a las que estaban conectadas tiraban de ellas hacia adentro.

El análisis de Kausel, por su parte, añade que, en alguno casos, las vigas halaron tan fuerte de las columnas que destrozaron los pernos que las ataban a las columnas, lo que causó que estos suelos se derrumbasen y los escombros fueran causando sobrepeso en los pisos inferiores.

Esto produjo un estrés adicional a la capacidad de las ya debilitadas columnas.

El resultado fue una caída en cascada.

Torres Gemelas

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,

Las paredes se derrumbaron "como quien pela un banano".

Una vez que el edificio entró en caída libre, explica Kausel, el colapso expulsó progresivamente el aire que había entre los pisos, lo que causó un viento fuerte hacia la periferia.

Esto hizo que el derrumbe quedase envuelto en una nube de polvo, y que las paredes externas se derrumbasen hacia afuera, "como quien pela un banano", dice el experto.

Ambos edificios se esfumaron en cuestión de segundos, pero el fuego entre los escombros siguió ardiendo durante 100 días.

Veinte años después, el horror y el dolor que causaron los atentados aún no se apagan.


martes, 21 de noviembre de 2023

PSICOLOGÍA. El cerebro nos impide ver la fuerza de los argumentos que nos contradicen.

Los científicos observan un área cerebral que podría influir en que hagamos oídos sordos a otras opiniones.

Si un amigo le dijera que acaba de ver un elefante rosa volando no le creería. Los elefantes no son rosas y no vuelan, por lo que usted necesita algo más que un supuesto testigo para cambiar su idea de cómo funciona el mundo. El cerebro rechaza de primeras información que contradice lo que usted ya sabe y así funciona bien, porque en la abrumadora mayoría de los casos está en lo correcto. Pero ¿qué ocurre cuando el argumento es bueno —no un elefante volador— y al menos deberíamos tenerlo en cuenta aunque nos contradiga? "Me da igual", respondería el cerebro.

"¿Por qué hemos desarrollado un cerebro que descarta información perfectamente válida cuando esa información no se ajusta a su visión del mundo? Esto puede parecer un mal diseño que puede conducir a muchos errores de juicio. Entonces, ¿por qué no se ha corregido este fallo en el transcurso de la evolución humana?", se pregunta la neurocientífica Tali Sharot en The influential mind (La mente influyente, editorial Little Brown). Para tratar de responder a estas preguntas, Sharot, de la University College de Londres, ha realizado una serie de experimentos que mostrarían, de confirmarse, cómo el cerebro se niega a abrir la puerta cuando quien llama es una opinión que lo contradice, por muy convincente que pudiera ser.

En estos experimentos, se hacía jugar a los participantes en una especie de El precio justo con el coste de varios inmuebles. Se les muestra un precio y tienen que decidir si es mayor o menor y, después, decidir cuánto apuestan a que están en lo cierto: entre 1 y 60 centavos. De esta manera, se puede medir lo seguros que están de sus decisiones. Entonces, se les mostraba lo que había apostado su acompañante en el juego y se les daba la opción de cambiar la cantidad apostada, pero no el sentido de la apuesta. Para los científicos, no fue una sorpresa lo que observaron: cuando el otro sujeto les daba la razón, aumentaban la apuesta. Y si el otro estaba muy seguro, la aumentaban mucho más. Es decir, que tenían en cuenta la fuerza de la convicción del compañero cuando coincidían.

Sharot define el sesgo de confirmación como "buscar e interpretar datos de una manera que fortalezca nuestras opiniones preestablecidas" Pero cuando el compañero apostaba lo contrario, no tenía tanta influencia y apenas reducían lo apostado. Lo más interesante es lo que ocurría cuando el compañero opinaba lo contrario y además apostaba mucho por esa opción, es decir, cuando su convicción transmitía mucha fuerza. En ese caso, seguía sin tener mucha influencia: daba igual la intensidad de la apuesta. "Descubrimos que cuando las personas no están de acuerdo, sus cerebros no logran registrar la fuerza de la opinión de la otra persona, lo que les da menos razones para cambiar de opinión", resume Andreas Kappes, investigador de la Universidad de la City de Londres y coautor de este estudio, que publica Nature Neuroscience. "Nuestros hallazgos sugieren que ni siquiera los argumentos más elaborados del otro lado convencerán a las personas más polarizadas porque el desacuerdo será suficiente para rechazarlo", asegura Kappes. Y añade: "El hecho de no observar la calidad del argumento opuesto hace que los cambios en la mente sean menos probables".

Estos científicos dieron un paso más allá en el entendimiento de este sesgo de confirmación, que Sharot, directora del Affective Brain Lab en la University College de Londres, define así: "Buscar e interpretar datos de una manera que fortalezca nuestras opiniones preestablecidas". Sharot y su equipo realizaron estos experimentos observando la actividad del cerebro de los participantes mediante resonancia magnética. Y pusieron el foco en una región muy concreta, la corteza prefrontal medial posterior, un área que se activa al escudriñar la confianza o la calidad de la evidencia que se nos presenta y luego nos lleva a cambiar nuestras creencias y opiniones de acuerdo con la calidad de esas pruebas. Si escucho a un médico confiado sugiriendo que debería comenzar el tratamiento, entonces la corteza prefrontal medial posterior rastrea la confianza del médico y me lleva a ajustar mi opinión en consecuencia: mi creencia de que debo tratarme aumenta, explica Kappes.

Preguntas sin respuesta
Al observar la actividad cerebral durante el experimento, vieron que cuando las personas estaban de acuerdo esa región del cerebro estudiaba el nivel de confianza de la otra persona, lo que llevaba a ajustar sus creencias de acuerdo con la confianza de la otra persona. "Sin embargo, cuando las personas no estaban de acuerdo el cerebro no lo hizo, dando a las personas pocas razones para cambiar de opinión", resume Kappes. ¿Por qué ocurre esto? "Nuestros hallazgos no brindan una respuesta a esa pregunta, solo ofrecen un mecanismo que subyace a la renuencia de las personas a cambiar de opinión", responde este psicólogo social. Sharot publicó un estudio este verano en el que descubrieron que la gente deja de realizar búsquedas en Internet cuando los primeros resultados proporcionan la información deseada, otra forma de sesgo de confirmación digital. "La tendencia conductual a descartar la información discrepante tiene implicaciones significativas para los individuos y la sociedad, ya que puede generar polarización y facilitar el mantenimiento de creencias falsas", afirma la científica.

"A la hora de intentar alcanzar un consenso, busquemos un punto de partida en el que estemos de acuerdo, y a partir de ahí será más fácil", razona Martínez-Conde

"Este estudio es un buen primer paso para estudiar los mecanismos del sesgo de confirmación, porque encuentran una correlación con las diferencias en esta región del cerebro, pero esto sigue sin explicar esa discrepancia entre nuestra opinión y la evidencia que nos contradice", opina la neurocientífica Susana Martínez-Conde, especialista en estos autoengaños de la mente. "Seguimos sin saber el mecanismo neural; el hecho de encontrar actividad asociada no da una explicación, cualquier comportamiento va a estar basado en el cerebro, lo extraño sería que no se observara diferencia", apunta la directora del laboratorio de Neurociencia Integrada de la Universidad del Estado de Nueva York. Ella sí cree, no obstante, que se puede encontrar una respuesta en el cerebro "quizá no con estas herramientas actuales, pero a nivel teórico el mecanismo neural tiene una respuesta física que debemos poder observar".

Pero Martínez-Conde es optimista sobre lo que muestran estos experimentos. "Los resultados no son tan alarmantes: las opiniones negativas influyen, aunque mucho menos, aunque no tienen el mismo peso, pero sí las consideramos mínimamente. Es un comienzo", asegura. Al desarrollar su argumento, Martínez-Conde coincide con lo que asegura Tali Sharot en su libro: "Los números y las estadísticas son necesarios y maravillosos para descubrir la verdad, pero no son suficientes para cambiar las creencias, y son prácticamente inútiles para motivar la acción". La mejor forma de abordar este sesgo de confirmación es plantear los argumentos envueltos en una narrativa que implique que se está de acuerdo. Como si en el experimento hubieras votado lo mismo, porque es cuando sí se atienden los argumentos del otro. "A la hora de intentar alcanzar un consenso, busquemos un punto de partida en el que estemos de acuerdo, y a partir de ahí será más fácil moderar las opiniones de los demás", razona Martínez-Conde.

Trump y las estaciones tozudas
"Escuchamos lo que queremos oír y lo que no, lo descartamos: no le damos el mismo peso a las opiniones que nos contradicen", afirma Susana Martínez-Conde sobre los resultados del estudio que publica Nature Neuroscience y en el que ella no ha participado. Pero añade: "El problema del sesgo de confirmación es bastante más amplio y profundo que unas posturas ideológicas". Para ilustrarlo, recurre a un experimento de su colega Matthew Schneps, que ha trabajado en la resistencia para cambiar las propias ideas erróneas con respecto a los conceptos de astronomía básica. Gran parte de los graduados de Harvard creían que las estaciones se producen por la cercanía al Sol y no por la inclinación de la Tierra. Schneps descubrió que, aunque se corrigiera el error sin que los participantes opusieran resistencia, al cabo del tiempo volvían de nuevo a su explicación equivocada inicial. "Creo que hay unos periodos críticos en los que la solidez de las sinapsis convierten en algunos circuitos casi en algo inamovible", asegura Martínez-Conde. "Por eso tenemos que buscar nuevas herramientas", añade, "porque tal y como lo hemos llevado hasta ahora no está funcionando".

Pero unos investigadores de la Universidad de Londres sí han descubierto un caso en el que estamos dispuestos a aceptar datos que nos contradicen: cuando esos datos respaldan lo que queremos creer. Cuando en agosto de 2016 le preguntaban a futuros votantes de Donald Trump quién creían que iba a ganar las presidenciales, la mayoría apostaban por Hillary Clinton, con parecida convicción a la de los votantes demócratas. Cuando se les mostraba una encuesta que apoyaba esa idea, su apuesta no cambiaba gran cosa. Pero cuando les enseñaban una encuesta que daba ganador a Trump, los republicanos sí estaban dispuestos a darle la vuelta a su opinión. Aunque opinaban que ganaría Clinton, querían que ganara Trump, por lo que sus cerebros reciben con los brazos abiertos un dato en ese sentido.

Puede escribirnos a javier@esmateria.com o seguir a Materia en Facebook, Twitter, Instagram o suscribirse aquí a nuestra newsletter.


_- Henry Marsh: "Muchos de los que se oponen a la muerte asistida tienen enraizada la idea, bastante cruel, de que hay que sufrir al morir para ganarse el cielo"

Henry Marsh

_- Desde que tiene 12 años, el neurocirujano inglés Henry Marsh lleva un diario. Nunca pensó publicarlo y creía que se iba a convertir en un engorroso (aunque quizás interesante) legado para sus nietos. Hasta que alguien le aconsejó escribir un libro. Y todo cambió.

“Ante todo, no hagas daño”, publicado en 2014, fue traducido a casi 40 idiomas y vendió millones de ejemplares.

Su estilo directo, sencillo y sin embargo trufado de profundas reflexiones sobre su profesión y sobre la vida tocó un nervio profundo en sus lectores.

En 2017 publicó “Confesiones”, en la misma vena, y ahora se tradujo al español la tercera y última entrega de sus memorias, “Al final, asuntos de vida o muerte”, el cual es presentado en el HAY Festival de Arequipa, donde estará presente el autor.

Es, de alguna manera, su libro más íntimo y frágil, pero con su bisturí estilístico igual de afilado: cuenta cómo, después de algunos años de retiro, fue diagnosticado con un cáncer avanzado de próstata, el cual probablemente le provocará la muerte.


Cubierta del último libro de Henry Marsh


En el libro, usted reflexiona sobre la experiencia de pasar de ser un prestigioso doctor a paciente con una enfermedad grave. ¿Cuáles fue el cambio más grande?

Que tengo un tiempo limitado para vivir. Pueden ser años, pero todos nosotros, incluso cuando envejecemos, creemos que vamos a vivir para siempre.

Cuando te diagnostican con la que probablemente va a ser tu última enfermedad -como lo es cáncer de próstata- pues cambia las cosas un poco. La vida luce un poco más seria.

Usted escribe mucho sobre la figura del médico, la cual es muy poderosa para el paciente, casi un semidios. ¿Fue muy difícil pasar a ser un paciente después de haber sido un neurocirujano de renombre?

Fue difícil en el sentido de aceptar que yo estaba hecho de la misma carne y sangre que mis pacientes. Tan pronto como nos volvemos doctores tenemos que aprender, en cierta medida, a diferenciarnos de los pacientes.

Todos los médicos enfrentan este problema de encontrar un balance entre amabilidad y desprendimiento científico. Todos sabemos que los doctores se han vuelto muy fríos y alejados. Y los neurocirujanos somos a menudo acusados de eso.

Volverme un paciente, como tal, no me trajo ninguna sorpresa. Yo sabía que era humillante, degradante, intimidante... Lo sabía en parte porque mi hijo tuvo un tumor cerebral cuando era un bebé y sobrevivió, así que sabía lo que era enloquecer de ansiedad.

Pero lo sabía también por mis antecedentes académicos, yo me volví médico de manera tardía. Yo inicialmente estaba interesado en política y regímenes totalitarios. Y los hospitales y sus médicos son instituciones bastante totalitarias.

Ser médico también exige mucho a nivel personal. Mi padre era médico, cardiólogo, y lo pude ver de cerca

La responsabilidad es muy estresante si eres un persona bondadosa. Y la mayoría de los médicos lo son. La responsabilidad por la vida de otras personas es algo muy difícil. Todos cometemos errores y la neurocirugía es un área particularmente peligrosa.

Cuando empecé estaba lleno de ingenua excitación. Sabía que lo que hacía era muy riesgoso y peligroso, pero no sabía que no solo lo era para los pacientes sino también para mí. Porque es terrible cuando cometes un error y un paciente resulta afectado.

Pero yo también estaba profundamente enamorado de mi profesión y es algo que nunca me abandonó. Ya no ejerzo como doctor, pero enseño y doy conferencias y sigo pensando que es una profesión maravillosa.

Pero a veces es muy difícil encontrar un balances entre, como le dije, preocuparse y mantenerse alejado. O ser un individualista, como yo lo soy, y trabajar en equipo.

Porque hoy en día ser médico es sobre todo trabajar en equipo.

Usted dice en su libro que no recuerda sus triunfos sino sus fracasos.

No recuerdo para nada mis triunfos. Me sorprende genuinamente cuando me encuentro con alguno de mis antiguos pacientes y veo que están bien.

Pero eso es porque cuando una operación va bien, pues haz hecho bien tu trabajo y pasas a otra cosa. Pero cuando las cosas van mal, te dejan una herida.

Pero también dice que, como doctor, uno no podría hace su trabajo si fuera totalmente empático, si de alguna manera pudiera sentir todo lo que el paciente siente

Exacto, porque si sintieras como si fuera un miembro de tu familia, no podrías hacer tu trabajo. Tienes que estar emocionalmente alejado, pero no demasiado. Y es algo muy difícil.

Yo me especialicé en pacientes con tumores cerebrales, una condición que puede tomar muchos años en matarte. Me volví muy cercano de algunos de ellos, a veces llegando casi a ser amigos.

En mi primer libro cuento un caso en el que no debí haber operado de nuevo. Debí haber dejado morir a esa persona. Al operarla de nuevo solo hice que todo fuera peor.

Y los pacientes no quieren ver a sus doctores romper a llorar. Quieren que les importes, pero no en exceso. No quieres ver que el médico pierda el control.

Me impactó leer que, a pesar de que lo que más le entusiasmaba era operar y mientras más difícil mejor, después de retirarse no lo extraña para nada. Algo parecido ocurrió con mi papá. Se retiró a los 55 años después de una exitosa carrera y nunca más se interesó por la medicina. Se volvió agricultor

Sí, y me sorprende.

Tuve una vida muy ocupada. Por muchos años operaba cuatro días a la semana. Y creo que a medida que envejeces tu apetito por el riesgo -que es de lo que se tratan las cirugías: es como escalar montañas para altruistas- disminuye.

Lo que también paso es que, aunque creo en el sistema de salud nacional británico (NHS) -al que los estadounidenses consideran socialista-, se volvió terriblemente burocrático, algo que encuentro muy frustrante.

Entonces dejé de trabajar a tiempo completo a los 65 años. Pero todavía enseño y doy conferencias por todo el mundo.

Neurocirugía 
Neurocirugía

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY

Pie de foto,
Henry Marsh es un reconocido neurocirujano en Reino Unido, pionero en operaciones con anestesia local, en las que el paciente está consciente durante la cirugía.

En su libro usted menciona que sus primeros intereses fueron la filosofía y la política. Y eso es evidente en lo que escribe, usted habla de temas muy profundos…

De una manera muy simple…

Sí, pero son grandes preguntas sobre mente vs materia, consciente e inconsciente, muerte asistida... ¿Algún filosofo lo influyó en particular?

Yo estudié historia, filosofía y economía en la universidad.

En esa época, hace 50 años, todo era sobre análisis lingüístico y positivismo lógico, realmente aburrido. No enseñaban metafísica ni nada parecido.

Entonces terminé enfocado sobre todo en política y economía, en particular de Europa del Este y la Unión Soviética, lo que explica por qué años después me involucré con Ucrania.

El filósofo que más me influyó es Karl Popper. Mi padre me recomendó “La sociedad abierta y sus enemigos” cuando tenía 14 años. Fue un libro muy importante para mí.

También habla mucho sobre contar historias y la verdad es que usted es un gran narrador…

Sí, algunas personas me lo han dicho.

Desde muy niño me gustaban los cuentos de hadas, leí muchísimos libros. Mi madre era alemana y me leía los cuentos de los Hermanos Grimm. Y aún leo mucho.

Hay dos elementos clave para escribir bien : uno, someterse a la crítica, leerle tus cosas a otros y aceptar sus críticas. Y la otra es leer mucho.

¿Hay un escritor en particular que le guste?

He leído tanto que les he perdido la pista.

En términos de escritura autobiográfica hay un escritor inglés muy bueno, un poco olvidado ahora, llamado Norman Lewis, que tenía un estilo muy claro, preciso y agudo.

Ahora leo muy poca ficción, aunque leí mucha cuando era joven, en particular los grandes escritores rusos, y sobre todo a Tolstoi y Mijail Bulgakov.

En una entrevista usted dice que es muy emotivo

Sí, lo soy. Y es algo que he tenido que aprender a controlar.

Lo hace muy bien porque, por ejemplo, la manera como describe lo que va a ocurrir con sus cuerpo cuando su enfermedad avance es sorprendentemente fría y clínica…

Bueno, yo escribo para enfrentar mis sentimientos. Al explorarlos en mi escritura trato de controlarlos un poco.

Y también amo escribir. Me encanta el proceso creativo y el idioma inglés es un lenguaje maravillosamente flexible. Hay tantas palabras para definir algo que es ligeramente parecido pero no igual. Fue algo que destacó Borges.

¿Por qué decidió empezar a escribir?

Siempre lo he hecho. Escribo un diario desde que tengo 12 años. Nunca pensé escribir libros. Y cuando me preguntan por qué lo hago, digo la verdad: porque mi esposa me lo pidió.

Mi segunda esposa, Kate Fox, es una escritora y antropóloga social inglesa muy conocida.

Cuando nos conocimos le leí partes de mi diario y me dijo que debería convertirlo en un libro. Y lo hice, diez años después.

¿Le sorprendió el éxito de sus libros?

Sí, me sorprendió. Yo no sabía realmente lo que estaba haciendo. Los médicos han escrito sus memorias desde siempre, pero tienden a entrar en dos categorías:

Las que escriben los doctores jóvenes, que tienden a ser denuncias satíricas. Son médicos que, en última instancia, no llevan el peso de la responsabilidad por la vida de sus pacientes, porque siempre hay alguien por encima de ellos que la tiene.

Y las de médicos veteranos, a menudo después de que se retiran, que usualmente son memorias más “políticas”. Es un ejercicio en autojustificación, autopromoción y normalmente dejan por fuera los aspectos negativos de la profesión, que son los errores y los períodos de gran angustia.

Yo fui muy abierto en todo esto, porque era mi diario.

Mi primer libro fue traducido a 37 idiomas, en parte, creo, porque escribo bien y de manera simple, por lo que puede traducirse con facilidad, pero también hablar del cerebro es interesante y es inusual que un doctor sea tan penosamente honesto.

En el libro yo discuto algunos éxitos, pero es principalmente sobre riesgos y fracasos y lo que sentía al respecto, lo cual es más interesante. El éxito es aburrido.

Henry Marsh 
Henry Marsh
Pie de foto,
Marsh ya no ejerce como médico, pero da conferencia y clases por todo el mundo.

En el libro usted menciona las diferentes metáforas que a lo largo de la historia se han hecho sobre el cerebro, generalmente con los últimos avances científicos, como la hidráulica o la máquina de vapor. La última, por supuesto es con el computador. Desde que empezó su carrera hasta ahora, ¿qué ha cambiado en su conocimiento sobre el cerebro?

Entendemos tan poco sobre el cerebro. Mientras más sabemos sobre él, menos lo entendemos. Y mientras más lo estudiamos, más evidencia encontramos de lo complicado que es. No se parece ni remotamente a un computador.

Ahora sabemos que hay centenares de diferentes tipos de células nerviosas. Cuando yo era estudiante solo sabíamos de dos neurotransmisores, los químicos que se mueven entre las células. Ahora conocemos más de cien.

Tenemos que aceptar que el cerebro obedece a las leyes físicas, es un sistema físico. Y cuando ves pacientes con daños en la parte frontal, sufren de terribles cambios de personalidad. Es un sufrimiento moral causado por heridas físicas en el cerebro.

Si aceptamos que el cerebro tiene que obedecer las leyes de la física, lo interesante es que esas leyes no tienen nada que decir sobre cómo esa materia física produce sufrimiento, ansiedad e ideas.

Y creo que es una tontería pensar que la inteligencia artificial puede llegar a reemplazar todo eso.

Volviendo al tema principal de su libro, ¿haría algo de manera diferente como médico después de su experiencia como paciente?

No lo creo… aunque los doctores viejos siempre creemos que somos mejores de lo que realmente somos.

Lo que entendí cuando me convertí en un paciente es la enorme distancia que existe entre médicos y enfermos. Como doctor sólo ves una parte muy pequeña de lo que está viviendo el paciente.

Pero creo que de alguna manera lo sabía y me gusta creer que fui un médico amable y considerado. Lo que puedo decir es que cada noche iba a visitar mis pacientes, que siempre llamé a las familias tan pronto como la operación terminaba… Y la verdad es algo poco usual entre los doctores.

Si hubiera tenido este cáncer cuando aún practicaba la medicina, ¿habría hecho algo diferente? La verdad es que lo dudo, pero puedo estar equivocado.

Otro de los grandes temas que usted enfrenta en su libro es la muerte. ¿Ha esta experiencia cambiado sus ideas sobre ella?

Antes de enfermarme ya hacía campaña a favor de la muerte asistida. Y descubrir que tenía cáncer sólo ha reforzado mis ideas al respecto. Incluso países católicos como España y Francia la han adoptado o lo van a hacer, pero no Inglaterra.

Ahora es un tema de evidencias y pruebas. La pequeña minoría en Inglaterra que se opone -a la que escuchan los políticos- está compuesta sobre todo de médicos que dan cuidado paliativo.

Pero la evidencia muestra que en los muchos países en los que se aplica con salvaguardas legales, la gente no es obligada o presionada a matarse. Y no hay pruebas de que se haya abusado de esas leyes.

Creo que en Inglaterra va a pasar. Es como el matrimonio gay. ¿Destruyó la institución de la familia? No. Pero eso toma tiempo. Y obviamente la Iglesia católica y buena parte de la protestante se oponen.

Creo que tienen enraizada de manera muy profunda esa idea, bastante cruel, de que hay que sufrir al morir para ganarse el cielo.

Habla mucho de muerte, pero usted es una persona increíblemente activa…

Claro, quiero hacer el mejor uso del tiempo que me queda.

Henry Marsh Pie de foto,
Henry Marsh
Pie de foto,
El primer libro de Henry Marsh fue traducido a 37 idiomas.

Usted ha tenido una vida larga y plena. A estas alturas ¿hay algo que aún quiera conseguir?

No. No tengo una lista de cosas que me faltan por hacer (bucket list). He tenido una vida muy completa. He tenido mucha suerte. Obviamente no quiero morir -nadie lo quiere- pero hay que ser realista al respecto.

Quiero escribir un libro para niños como un regalo para mis nietas y pasar el mayor tiempo posible con ellas y con mi esposa.

Voy a continuar haciendo campañas en favor de Ucrania y de la muerte asistida y continuaré dando clases.

Esta entrevista forma parte de nuestro cubrimiento del Hay Festival de Arequipa, que se realiza en esa ciudad peruana del 9 al 12 de noviembre. 

lunes, 20 de noviembre de 2023

Los trabajadores esclavos del franquismo en el Pirineo navarro: «Se iban secando hasta que morían»

Más de 2.000 prisioneros trabajaron de manera forzosa y en condiciones extremas en la construcción de la carretera que une los valles del Roncal y Salazar en el Pirineo navarro; sus familias han presentado la primera querella por trabajos forzados en la dictadura.

Con los ojos llorosos, Agurtzane rememora el tiempo que tardó su padre, Rafael Gorroño, en contarle que fue un trabajador esclavo del franquismo. Fue cuando ella ya era adulta en un viaje que ya habían realizado anteriormente a Roncal (Navarra). Pero esa vez, él le pidió si podían acercarse a Vidángoz, localidad situada en pleno Pirineo navarro a unos 11 kilómetros de Roncal. “Ahí nos empezó a contar que estuvo de prisionero construyendo una carretera”. La historia de Rafael es la de miles de prisioneros del franquismo que fueron utilizados como mano de obra esclava para construir infraestructuras por toda España en condiciones extremas y de explotación.

Unos 15.000 prisioneros trabajaron durante los primeros años de la dictadura franquista en la fortificación de la frontera con Francia con la construcción de cuatro carreteras, así como estructuras defensivas como búnkeres que se colocaron a lo largo de toda la muga. Para ello se utilizaron a prisioneros del bando republicano que se encontraban en campos de concentración y que fueron organizados en batallones. La gran mayoría de ellos eran los conocidos como “desafectos”, personas que no apoyaban el nuevo régimen de Franco, pero que no tenían imputaciones por delitos graves en contra del régimen y, que sin ser juzgadas, fueron utilizadas para estas tareas que se prolongaban durante años, tal y como cuenta el historiador y profesor de la Universidad Pública de Navarra Fernando Mendiola, quien es a su vez autor del libro ‘Esclavos del franquismo en el Pirineo’, donde profundiza en la historia de los batallones de trabajadores esclavos durante la dictadura en Navarra.

Es el caso de Juan Manuel Esteban Rico, quien tras combatir en diferentes frentes fue detenido en Vic en diciembre de 1937. Tras pasar por distintas cárceles franquistas y el campo de concentración de Miranda de Ebro, fue trasladado a Vidángoz en julio de 1940 para trabajar en la carretera que une los valles del Roncal y de Salazar en el Pirineo navarro, la Igal-Vidángoz-Roncal, de 17 kilómetros de longitud. “Mi padre me contó que él, dentro de lo que cabe, tuvo suerte; primero por haber sido catalogado como desafecto cuando había sido teniente del bando republicano; y después porque como había cursado estudios de ingeniería de minas le pusieron de encargado de diseñar los barracones y de custodiar las herramientas de trabajo”, explica su hijo Valentín.

Las condiciones en las que trabajaban y vivían eran extremas y precarias, con picos, palas y martillos como único material para picar la piedra y hacer los caminos. Además de estar privados de libertad -estaban continuamente vigilados por soldados armados-, pasaban hambre, frío y dormían hacinados en barracones e incluso tiendas de campaña de tela en pleno Pirineo. “Hombres grandes y fuertes que se iban secando y secando hasta que morían”, explicó a su familia en una carta José Barajas Galindo, uno de los prisioneros. Y añadió: “En ocasiones el compañero con el que dormía al lado, en el mismo camastro, estaba vivo la noche anterior y por la mañana amanecía cadáver”.
 


Foto: Trabajadores esclavos del franquismo que participaron en la construcción de la carretera Igal-Vidángoz-Roncal, en el Pirineo navarro. MEMORIAREN BIDEAK

“Pasaban mucha hambre, mi padre me contaba como hombres altos y de más de 90 kilos en pocos meses adelgazaban hasta enfermar”, señala Valentín Esteban. “Llegaban a comer hervidos tallos de berzas y otras raíces”, añade Emilio Elizondo, yerno del prisionero Rafael Gorroño. Uno de los testimonios recogidos por el historiador Fernando Mendiola en su libro es Félix, otro de los presos, quien relata: “Desde arriba mirábamos desde la carretera al campamento a ver si había humo; si había, sabíamos que había comida, y si no había humo, ¡otro día que sabíamos que no íbamos a comer!”.

Así, muchos de ellos murieron por enfermedades como la tuberculosis. Otros, intentaron fugarse y fueron fusilados. Pese a que tan solo hay trece muertes registradas de trabajadores en la carretera Igal-Vidángoz-Roncal, se cree que fueron más.

Más allá del hambre y del frío, algo en lo que coinciden los familiares en destacar como una de las principales causas de sufrimiento es la incertidumbre que padecían por no saber cómo estaba su familia y cuánto tiempo tardarían en volver a verles. “La madre de Rafael también había sido prisionera, la habían metido en la cárcel de mujeres de Saturraran, cerca de Ondarroa (Bizkaia). Allí estuvo prisionera hasta 1940 y a los pocos meses falleció. No pudo hablar con ella, ni despedirse”, lamenta su yerno.

Los prisioneros no sabían cuánto tiempo iban a estar en cada lugar y, de hecho eran movidos por diferentes obras. Juan Manuel Esteban Rico fue llevado después a la localidad guipuzcoana de Rentería y, tras ser liberado, lo enviaron a realizar el servicio militar a A Coruña.

“No tienen cuernos ni cola” 
Asimismo también era muy duro para ellos, según relatan sus familiares, el aislamiento al que estaban sometidos. Pese a vivir en el pueblo, los vecinos los miraban al principio con recelo debido a la propaganda franquista. “La frase más impresionante que he oído fue preguntarle un niño a su madre si nosotros éramos los ‘rojos’, a lo que la madre contestó que sí, y él dijo: ‘Pues no tienen cuernos ni cola’”, le contó el prisionero Adenso Dapena al historiador Fernando Mendiola.

Con el paso de los meses la confianza y relación con los vecinos fue en aumento hasta el punto de que les daban ropa y comida. “Mi padre le pedía a mi madre por carta que le mandara jabón para darle a una mujer de Vidángoz que le lavaba la ropa”, explica Valentín Esteban, que añade que incluso uno de los prisioneros se casó con una chica del pueblo, según le contó su padre.

Tras varios años de prisioneros esclavos, los que sobrevivieron y fueron liberados, quedaron “marcados” para el resto de sus vidas y a muchos les costó encontrar trabajo porque en sus expedientes figuraba que eran “desafectos”. Por ello, ahora sus familias piden para ellos justicia y reconocimiento como víctimas de la dictadura.

Fuente: 

¿Cuáles son los valores europeos que «defiende» Zelensky?

Traducido del inglés para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

El presidente ucraniano Volodímir Zelensky afirma constantemente que Ucrania está defendiendo la libertad europea y a Europa. Bueno, veamos cuáles son exactamente los valores europeos que Zelensky dice defender en Ucrania y en Europa.

La esencia de los valores europeos está consagrada por el Consejo de Europa en el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales y en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea. Estos valores (básicos) son: «el respeto por la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías». Estos valores son comunes al conjunto de los Estados miembros y se caracterizan por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres».

La Carta de los Derechos Humanos de la UE enuncia estos valores del siguiente modo: el principio del respeto a la dignidad humana, el principio de la garantía de los derechos y libertades humanos y civiles, el principio de la igualdad, el principio de la solidaridad, el principio de la democracia y el principio del Estado de Derecho.

¿Qué se está construyendo hoy en nuestro país? ¿En base a qué valores se organiza la Ucrania moderna?

Vayamos por partes:

1. La libertad de expresión ha sido eliminada en Ucrania. Los medios de comunicación de la oposición están prohibidos y cerrados, los periodistas de la oposición están huidos o en prisión, cualquier disidencia se ha convertido en un delito de pensamiento (incluso los likes en las redes sociales) y se castiga con la cárcel.

2. La oposición está proscrita: los partidos están prohibidos, los políticos se han visto obligados a abandonar el país o están en prisión acusados de delitos contra el Estado.

3. No existe un Estado de derecho; el poder judicial, la fiscalía, la policía y los servicios especiales están totalmente controlados por el presidente y se dedican a la persecución política de los opositores y a dictar sentencias descabelladas por motivos políticos contra los disidentes. En el último año y medio se han presentado en Ucrania más de un millar y medio de causas penales de este tipo.

4. El Parlamento está totalmente controlado por el presidente y su administración, no desempeña papel alguno en el país y aprueba aquellas leyes y decisiones favorables o necesarias para el presidente. La administración de la nación, incluido el nombramiento de funcionarios, la redacción de leyes y las relaciones exteriores, está totalmente gestionada por la oficina del presidente.

5. Se cometen violaciones a gran escala de los derechos de las minorías nacionales –rusos, húngaros, rumanos, polacos–, confirmada por la Comisión de Venecia y los gobiernos de varios países europeos socios de Ucrania.

6. La libertad religiosa ha sido eliminada: se persigue a la mayor confesión eclesiástica de Ucrania, la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, se han confiscado sus monasterios y propiedades y se ha iniciado el proceso de prohibición por la vía legal de esta iglesia.

7. Se pisotean los derechos de las personas a la libre circulación y residencia, al empleo: los varones ucranianos son detenidos ilegalmente en las calles y lugares públicos para ser enviados al frente. A la mayoría de los ucranianos se les prohíbe inconstitucionalmente salir del país. Una ley aprobada en mayo de 2022 autoriza a las fuerzas del orden a detener a ciudadanos sin autorización judicial durante nueve días, mientras dure la guerra, en lugar de tres días como antes.

8. La tolerancia, el multiculturalismo y el multinacionalismo han sido reemplazados por la burda primacía del nacionalismo cavernario.

9. No existe justicia social: dos tercios de la población son mendigos, el 90% de los pensionistas viven por debajo del umbral de la pobreza; las pensiones y salarios de la gente corriente son diez veces inferiores a las pensiones y salarios de los funcionarios.

10. Todos los sectores importantes de la economía pertenecían y siguen perteneciendo a la oligarquía, cuyos representantes se sienten bien consigo mismos, «dominando» el dinero del presupuesto y el de los socios extranjeros en tiempos de guerra. La tierra fértil pertenece directa o indirectamente a corporaciones extranjeras, la pequeña y mediana agricultura ucraniana está prácticamente estrangulada.

11. La corrupción está en auge y su principal caldo de cultivo es la oficina del presidente. Y así lo confirman numerosas declaraciones de políticos estadounidenses y europeos.

Entonces, ¿qué valores europeos defendía y defiende Zelensky? Bajo su mandato, Ucrania se ha convertido precisamente en todo lo contrario: antieuropea.

Maxim Goldarb es presidente de la Unión de Fuerzas de Izquierda-Por un Nuevo Socialismo.

El presente artículo puede reproducirse libremente a condición de que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo.