domingo, 26 de noviembre de 2023

_- El arte de la negociación política: ¿truco o trato?.

_- Vivir es negociar, pero no todo es negocio. La política, el arte de alcanzar acuerdos, arriesga su imagen por la sospecha de mercadeo que a veces inspira.

Los camareros regresaban cada poco para insistirles a los sindicalistas que tenían barra libre de vino a cuenta de “don Alfredo”. Habían acudido a Madrid para negociar un acuerdo salarial del profesorado público con un joven secretario de Estado de Educación de nombre Alfredo Pérez Rubalcaba, que los había citado para comer en un restaurante próximo al ministerio. Pero el representante de la Administración se demoraba y los camareros se esforzaban por aliviarles la espera con vino gentileza de “don Alfredo”. Había que intentar como fuese que ablandasen su posición negociadora. Y “don Alfredo” seguía sin llegar.

“Rubalcaba solía hacer cosas así”, refiere uno de aquellos sindicalistas de finales de los años ochenta. “Siempre fijaba las reuniones por la tarde y, al llegar la noche, pedía un descanso. Más tarde, con nosotros hambrientos, él volvía cenado, duchado y de ropa limpia”. Con los años, quien llegaría a ser líder del PSOE ganó fama de excelente negociador. Sus compañeros le vacilaban diciéndole que era porque al final siempre cedía. También lo hizo aquel día ya lejano en que el vino no le dio resultado ante los sindicalistas de educación.

La negociación y su panoplia de habilidades y astucias forman parte ineludible de la tarea de políticos y sindicalistas. Aunque en realidad es un desafío al que cualquier persona acaba enfrentándose en algún momento. “Casi todo en la vida es negociación, hasta la seducción amorosa”, asevera Antonio Garrido, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Murcia, donde imparte una asignatura de Estrategia de Negociación Política. “Todo en la vida es producto de un pacto, tácito o expreso”, refuerza José Enrique Serrano, un socialista con años de experiencia en La Moncloa como jefe de gabinete de los presidentes González y Zapatero. Serrano ha negociado desde pactos antiterroristas hasta los pormenores de un convenio de defensa con Estados Unidos: “Fui a Washington para cinco días y tuve que quedarme 15. Al final conseguí incluso que nos dejasen fumar en las oficinas del Departamento de Estado”.

“Tienes que acostumbrarte a una cierta dosis de relativismo y ser consciente de que tus propios puntos de vista son menos objetivos de lo que parecen”
Bruce Patton, uno de los autores del libro 'Obtenga el sí'

Serrano sabe lo que es negociar con el de enfrente y con los de sus propias filas. Porque ni los gobiernos monocolores como en los que él trabajó se libran de la necesidad de buscar transacciones nada fáciles. La propia democracia española nació como producto de una muy ardua negociación, la que alumbró el famoso consenso para la Constitución de 1978. Y de un tira y afloja no menos pedregoso depende ahora el futuro inmediato del país.  Ambos casos ilustran la ambivalencia que siempre rodea la negociación política: la democracia no se entiende sin ella, pero al tiempo puede ofrecer la imagen de un crudo mercadeo de favores y prebendas.

La Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard elaboró a fines de los setenta un programa de negociación que comenzó aplicado a los negocios y acabó como apoyo al Gobierno estadounidense en crisis internacionales como la de los rehenes de Irán, en 1981. Hoy el programa ofrece consejos sobre asuntos de la más variada índole, entre ellos utilidades sociales como el modo de gestionar una entrevista de trabajo o la compra de una casa. El método Harvard se estudia y aplica en todo el mundo, sobre el principio de solventar las diferencias buscando intereses comunes. Se asienta en cuatro mandamientos: separar a la persona del problema; centrarse en los intereses, no en las posiciones; buscar el beneficio mutuo, y aplicar criterios objetivos.
 
De izquierda a derecha, Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez-Llorca, Gregorio Peces-Barba, Miguel Herrero y Miquel Roca, en presencia de Jordi Solé Tura y Manuel Fraga (de espaldas), antes de proceder a la votación de la Constitución en 1978.De izquierda a derecha, Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez-Llorca, Gregorio Peces-Barba, Miguel Herrero y Miquel Roca, en presencia de Jordi Solé Tura y Manuel Fraga (de espaldas), antes de proceder a la votación de la Constitución en 1978. JGV ( EFE )

“Tienes que acostumbrarte a una cierta dosis de relativismo y ser consciente de que tus propios puntos de vista son menos objetivos de lo que parecen”, resume el profesor de Derecho Bruce Patton, uno de los autores del libro Obtenga el sí. El arte de negociar sin ceder (Gestión 2000) que en 1981 desarrolló las líneas principales del método. Patton aconseja no alcanzar ningún compromiso hasta que la negociación no esté cerrada. Lo ilustra con una frase que estos días repiten los dirigentes socialistas españoles para justificar la falta de noticias sobre las herméticas negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez: “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”.

“Todo en la vida es producto de un pacto, tácito o expreso” 
José Enrique Serrano, socialista

El método Harvard es la guía para Antonio Garrido, que en su asignatura enseña desde conceptos básicos de estrategia hasta teoría de juegos o tácticas de manipulación del adversario. “En España los políticos reciben adiestramiento en comunicación, en telegenia, en oratoria… Pero en esto, no. Los sindicalistas, en cambio, sí lo hacen”. A partir del próximo año, la Universidad Católica de Valencia ofrecerá un título específico sobre la materia destinado sobre todo a políticos, con un elenco de profesores en el que figuran diplomáticos y cargos públicos de diversos partidos. “En España hay una desidia absoluta respecto a la formación de los políticos”, conviene el profesor Ginés Marco, director de la diplomatura en ciernes. “Tiempo atrás, Juventudes Socialistas o FAES organizaban escuelas de verano, pero han ido languideciendo. Y eso favorece que se acabe actuando por mero pragmatismo, por mera aritmética electoral”.

Todos los políticos consultados admiten que han aprendido mientras practicaban. José Enrique Serrano se sonríe y le da un toque lírico: “Con el tiempo, el aire te trae enseñanzas”. En su caso, el aire lo familiarizó con los entresijos del poder como a pocas personas en España. De ahí ha extraído sus lecciones para la negociación: tener claro tus objetivos y aquello en lo que no debes ceder nunca, e imaginar cómo la otra parte se plantea ambas cosas.

Si los especialistas de Harvard aconsejan “relativismo” sobre las propias posiciones antes de sentarse a una mesa negociadora, políticos españoles muy curtidos en esas lides lo expresan de modo más directo. “La negociación tiene éxito cuando las dos partes se sienten perdedoras”, sentencia Josep Antoni Duran i Lleida, que durante años defendió en Madrid las posiciones de la desaparecida Convergència i Unió. “Si te sientas a la mesa pensando en empatar, no funcionará”. Aitor Esteban, actual portavoz del PNV en el Congreso, lo corrobora: “Si piensas que vas a lograr el 100%, eso no va a durar nada. Tienes que priorizar tus demandas, leer bien el momento. Y tener claro cuáles son las líneas del otro, ponerte en su piel para ver cuándo le puedes empujar un poco para atrás”.

“La negociación tiene éxito cuando las dos partes se sienten perdedoras” 

Josep Antoni Duran i Lleida, político de Convergència i Unió

José Antonio Bermúdez de Castro, 27 años como diputado del PP en el Congreso, del que ahora es vicepresidente segundo, ha participado, entre otras muchas cosas, en las conversaciones con los socialistas Txiki Benegas y Alfonso Guerra para la ley de partidos que ilegalizó a Herri Batasuna. Del primero guarda “el mejor recuerdo” y de Guerra dice que era “un negociador duro, pero una persona de palabra”. Bermúdez de Castro subraya un aspecto en el que coinciden todos los consultados: “La clave es crear un clima de confianza. Y eso se va ganando, no se crea en un día. Hay que respetar al otro, ser educado, actuar con sinceridad. Si llegas pensando en que te van a engañar, no acabará bien”. Esa confianza, remacha Aitor Esteban, solo se puede lograr cara a cara, por mucho que la tecnología ofrezca otras posibilidades: “Hay que verse. Los gestos, las caras… Las relaciones personales son importantes”.

“Consenso nocturno”

Las negociaciones para la Constitución de 1978 pasaron un momento crítico cuando abandonó la mesa el ponente socialista, Gregorio Peces-Barba, irritado porque UCD lo estaba pactando todo con la derecha de Manuel Fraga. En sus memorias, Peces-Barba confesaría que el gesto constituyó “un farol, una jugada de póquer” para reconducir las negociaciones. Un ejemplo de lo que apunta Esteban: “Hay que medir, saber cuándo tienes que apretar y cuándo aflojar”. El PNV ha forjado una leyenda por su habilidad para sacar provecho de los pactos. Esteban lleva ya 19 años en el Congreso y buena parte de su trabajo ha consistido en sentarse a negociar con partidos y gobiernos diferentes. Ha tenido que lidiar con situaciones como acudir a un ministerio y encontrarse solo ante siete interlocutores cargados de datos y estudios técnicos. “Yo al principio no me daba cuenta, pero la cuestión no es que se llegue a un acuerdo, es que se implemente”, asegura. “Aquí el pequeño siempre paga por adelantado, y el otro, a 90 días”.

“Hay que verse. Los gestos, las caras… Las relaciones personales son importantes” 

Aitor Esteban, portavoz del PNV

Un sábado en las postrimerías de 2014, José Enrique Serrano se iba de fin de semana cuando escuchó pronunciar su nombre en la radio del coche. El Periódico de Catalunya acababa de revelar que él, Pedro Arriola —gurú demoscópico de Mariano Rajoy— y un emisario de la Generalitat, Joan Rigol, habían pasado meses reuniéndose en secreto. La situación se había tensionado ante la consulta sobre la independencia convocada por el president Artur Mas, que se celebraría el 9 de noviembre de ese año. “Nos ­reuníamos en despachos o en hoteles, analizábamos salidas para Cataluña, a veces durante cuatro horas seguidas”, relata Serrano. “Ni Arriola ni Rigol se movían un centímetro y fue imposible”.

El presidente del Gobierno, José María Aznar, introduce la bandera catalana en el cilindro enterrado como símbolo del inicio de las obras de ampliación de la depuradora del Besòs, en presencia del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y del alcalde de Barcelona, Joan Clos. En 2002.

El presidente del Gobierno, José María Aznar, introduce la bandera catalana en el cilindro enterrado como símbolo del inicio de las obras de ampliación de la depuradora del Besòs, en presencia del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y del alcalde de Barcelona, Joan Clos. En 2002. ALBERT OLIVE ( EFE )

La discreción, el hermetismo, el secreto incluso, acompañan a menudo las negociaciones, como una forma de evitar que las diferencias se diriman en público y “se genere mal rollo”, en palabras de Esteban. Buena parte de las conversaciones para elaborar la Constitución se desarrollaron así, a escondidas de los medios, en reservados de restaurantes casi hasta el amanecer. Se lo llamó el “consenso nocturno”. Es la fórmula a la que se ha acogido el actual Gobierno para su delicado diálogo con el independentismo. “No todo lo que se negocia se debe hacer público”, concede el popular Bermúdez de Castro, “pero tampoco se pueden hacer acuerdos desde la opacidad. Estamos en la era de la transparencia”. Desde el ámbito académico, Josep Colomer, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Georgetown, en Washington, censura con dureza: “Las actuales negociaciones secretas entre la algarabía mediática muestran el personalismo de los partidos y la levedad de las instituciones españolas. En las democracias avanzadas y maduras, las negociaciones multipartidistas para formar gobierno son transparentes y se basan en programas”.

Vicios y virtudes

Colomer publicó en 1990 un estudio ya clásico, El arte de la manipulación política, en el que analizaba los pactos de la Transición a la luz de la teoría de juegos. Con la Constitución ya rodada, su diagnóstico no resultaba muy reconfortante: “Las virtudes de la Transición se han convertido en los vicios de la democracia”. Es decir, lo que en el momento de dar a luz a la democracia fue un encomiable acuerdo entre partidos había degenerado en una “tendencia a la componenda y al pasteleo”. Esa misma acusación se han lanzado a menudo entre sí los partidos a propósito de sus pactos, aun incurriendo en la más flagrante incoherencia. José María Aznar atacó con dureza a Felipe González por sus concesiones al nacionalismo y cuando él lo necesitó les concedió aún más. Sánchez echaba pestes de posibles pactos con Podemos hasta que tuvo que abrazarse a Pablo Iglesias.

Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Podemos) se abrazan después de formar el primer Gobierno de coalición en España, el 5 de noviembre de 2019.

 Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Podemos) se abrazan después de formar el primer Gobierno de coalición en España, el 5 de noviembre de 2019. ANDREA COMAS

La acusación suele aflorar cuando los gobiernos se ven obligados a negociar con los nacionalismos periféricos y atender sus demandas. “Con Zapatero, yo tenía el voto 176″, recuerda Ana Oramas, 16 años diputada de Coalición Canaria (CC). “Era decisivo no solo para la investidura, lo era todas las semanas”. Y naturalmente lo aprovechó, como defiende con vehemencia: “La gente se olvida de que nuestra agua y nuestra energía es la más cara del mundo, que tenemos que coger un avión para ir a quimioterapia… Y que los gobiernos incumplen nuestro régimen económico y nuestro Estatuto. Los mayores avances de Canarias se lograron cuando hubo gobiernos que necesitaron nuestros votos”.

Ignacio Sánchez-Cuenca, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Carlos III, señala que es el conflicto territorial lo que emponzoña el debate sobre los pactos: “La derecha principalmente lo dramatiza todo, porque cualquier cesión se presenta como una traición”. Antonio Garrido recurre al ejemplo de Adolfo Suárez para reseñar que políticos “vilipendiados” en su época bajo esa acusación de mercadeo acaban siendo reconocidos por la historia.

Más de tres décadas después de El arte de la manipulación política, la visión de Josep Colomer se ha vuelto aún más sombría: “Las negociaciones de la Transición se hicieron entre un puñado de líderes políticos porque los partidos eran débiles e improvisados. Cuando el PSOE y el PP sumaban más del 70% de los votos, parecía que habían alcanzado un nivel relativamente alto de institucionalización. Pero desde que reúnen menos del 50%, han mostrado otra vez su debilidad y oportunismo”. Y además de eso, un agravante: “En ningún país serio los expresidentes del Gobierno, expresidentes autonómicos y hasta jueces retirados emiten opiniones vociferantes sobre sus sucesores como en España”.

Operación Violencia

Fuentes:Ctxt [Imagen: Fascistas en la primera fila de la manifestación ante la sede del PSOE el 7 de octubre. / RTVE]



Una democracia en la que el 90% de medios de comunicación, jueces, policías y parte de la clase política asumen la violencia en sus distintas intensidades como herramienta válida está en riesgo.

Y la violencia en los discursos saltó a la calle. Nada que deba sorprendernos a poco que hayamos leído un par de páginas del manual de instrucciones de la Historia. Si usted lo ha hecho, tendrá claro que la violencia es una herramienta de lo más útil para según qué causas. Y es que las democracias no se resquebrajan cuando son sometidas a protestas pacíficas en las avenidas ni a críticas, por duras que sean, que respetan las reglas del juego en los parlamentos. La negación de estas reglas y la violencia física sí tienen, sin embargo, la mágica capacidad de torcer mayorías surgidas de esa democracia. Al fin y al cabo, si el panorama es que corra la sangre, las mayorías pueden llegar a ceder con tal de vivir tranquilas. Se intentó en Estados Unidos, se intentó en Brasil y ahora le toca a España.

Ana Rosa y Susanna Griso no se lo contarán, pero es por esta utilidad que tiene la violencia por lo que las concentraciones patrocinadas por PP y Vox ante la sede del PSOE no estaban protagonizadas por una representación de la sociedad española, sino por un 99% de hombres blancos con aspecto de vestirse de militares frente al espejo de casa aprovechando que la señora ha salido a hacer la compra. Su telediario de confianza no se lo contará, pero lo de ayer no iba contra la amnistía para los encausados en un proceso de independencia catalán que acabó hace años, sino contra el resultado emanado de las urnas el pasado mes de julio. La excusa era la ley de amnistía, pero las consignas eran “España cristiana y nunca musulmana”, “Cara al sol con la camisa nueva”, “rojos de mierda” o la petición de que el presidente del Gobierno democráticamente elegido sea fusilado en un paredón. Una curiosa forma de poner en duda el encaje constitucional de la amnistía, a falta de que esta ley se presente y se pronuncie sobre ella el Tribunal Constitucional. Precisamente, porque nada tiene que ver con todo esto, las protestas violentas no sucedieron cuando se concedieron los indultos. Entonces no había una inminente formación de Gobierno que intentar torcer mediante el caos. Querer ganar con violencia lo perdido en las urnas no es nada nuevo, como le podrán a usted explicar si tiene un amigo brasileño o estadounidense. La ultraderecha, que no le hace ascos a la violencia como camino para llegar al objetivo, ha colonizado a la derecha tradicional. Por eso Feijóo, Antena3, Telecinco, ABC, La Razón, El Mundo, etc, etc, no pueden condenar la violencia generada por quienes amenazaban de muerte al presidente del Gobierno, lanzaban piedras contra periodistas y policías o cortaban la Gran Vía, comportamientos que, de producirse en Cataluña, serían calificados de terrorismo. No pueden porque los violentos son el motor que mueve actualmente a la derecha española. No pueden porque, si en un arrebato de dignidad lo hicieran, los próximos objetivos de la violencia serían ellos.

Lo de ayer es la traducción en las calles, pero la violencia lleva instaurada un tiempo. Ha sido parte de la Operación Violencia que, cuando un vicepresidente era amenazado a las puertas de su casa por grupos nazis, los medios de comunicación que deben fomentar valores de convivencia democrática tratasen el tema entre risas. Es violencia porque quitarle importancia es dejar claro que, si un día se produce un drama, esos medios que se reían resolverán el asunto diciendo que el autor del disparo fue un loco o, tal vez, justificando lo ocurrido por la tensión ambiental creada por el asesinado. Básicamente las declaraciones de Feijóo tras los violentos altercados de anoche fueron esas: culpar al agredido. Ha sido parte de la Operación Violencia calificar durante años como españoles contrarios a Pedro Sánchez a manadas de franquistas y grupúsculos neonazis que ondeaban banderas inconstitucionales. Es violencia porque equivale a decir que, en el acoso y derribo puesto en marcha contra la mayoría democrática, todo el mundo es bienvenido y será convenientemente blanqueado. Ha sido parte de la Operación Violencia deshumanizar desde la política al adversario y negarle la legitimidad. Es violencia porque, ante ratas inmundas que nos gobiernan ilegalmente, ¿qué otra opción hay que quitarlas de en medio como sea? Ha sido parte de la Operación Violencia el Poder Judicial en manos de la derecha. Porque es violencia institucional, y de la más peligrosa, tomar un CGPJ en el que ya no te corresponde gobernar porque careces de mayoría democrática. Es violencia que las asociaciones mayoritarias de jueces derechistas anuncien la destrucción de España si el Parlamento, en su independencia y mayoría, ejerce de Poder legislativo y legisla. Es violencia institucional emitir declaraciones contra una ley que no se ha presentado y lo es anular, porque no está controlado por una mayoría de derechas, al Tribunal Constitucional que tendrá que decidir si esa amnistía, excusa para la Operación Violencia, es o no constitucional. Es violencia retorcer la ley para vincular la muerte de un ciudadano por un infarto durante las protestas en Cataluña con el “terrorismo” de Puigdemont, como fue violencia dedicar enormes recursos judiciales a imputar sin pruebas una y otra vez a Podemos por delitos sacados de la manga. Es violencia intentar boicotear un acuerdo de gobierno legítimo imputando por terrorismo a catalanes que lanzaban adoquines idénticos a los lanzados ayer por “españoles molestos contra el Gobierno”. Es violencia poner a trabajar al Poder Judicial con mandato caducado para zancadillear la independencia de los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Es parte de la Operación Violencia que usted viera ayer por la tele a la policía que pagamos entre todos encabezar el corte de tráfico de la Gran Vía, de la mano del mayor generador de bulos de la ultraderecha y un empresario neonazi que se dedica a extorsionar ancianas que no pueden pagar el alquiler. Es violencia porque la policía que tiene la legitimidad del uso de la violencia caminaba en hermandad con los violentos. Es violencia que, en los últimos años, usted y yo hayamos entendido bien que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tienen inclinación política indisimulada. Es parte de la Operación Violencia que usted sienta miedo. Y es lógico que lo sienta porque en una democracia en la que el 90% de medios de comunicación, jueces, policías y parte de la clase política asumen la violencia en sus distintas intensidades como herramienta válida, esa democracia está en riesgo. Los que ayer querían asaltar la sede de un partido político son simplemente la foto vistosa de un movimiento mucho mayor. su éxito o fracaso dependerá de algo tan sencillo como que usted no tenga miedo. 

 Fuente: 

sábado, 25 de noviembre de 2023

_- "La crítica constructiva en las empresas no funciona, es una mentira": Marcus Buckingham, el autor de "La falacia del feedback"

Desempeño empresarial.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

_- El feedback es una de las herramientas más utilizadas para mejorar el desempeño de los empleados en las empresas.

¿Cómo mejorar el desempeño del recurso humano dentro de una organización productiva?

Desde que en los años 50 se introdujo el término "capital humano" en las empresas en Occidente, constantemente se han promocionado herramientas con el único fin de optimizar el desempeño de las personas que trabajan para una organización.

Y de estas herramientas, una de las más extendidas es el llamado feedback - que también puede entenderse como crítica constructiva o retroalimentación.

Aunque durante mucho tiempo se consideró un método eficaz para mejorar el ámbito de trabajo, en los últimos años los expertos en empresas y personal han comenzado a cuestionar su eficacia.

Uno de los más críticos ha sido Marcus Buckingham, autor del artículo publicado en el Harvard Business Review: "Por qué el feedback rara vez hace lo que realmente debe hacer".

Allí, se refiere al feedback como una "falacia".

"Se supone que debes cada día ser mejor y mejor en lo que haces porque otra persona te lo dice y eso, simple y llanamente, es una falacia. Una mentira", dice el autor, en conversación con BBC Mundo.

Buckingham ha trabajado como jefe de investigación en el Instituto ADP de EE.UU., especializado en el estudio de recursos humanos y entornos laborales, y ha escrito varios libros sobre el tema.

Y el artículo, que fue coescrito con el también investigador Ashley Godall, fue elegido recientemente como uno de los más influyentes e innovadores en los 100 años que tiene la prestigiosa Harvard Business Review e hizo parte de un especial para celebrar el centenario de la revista estadounidense.

En BBC Mundo conversamos con Buckingham para conocer más sobre las razones por las que considera que el feedback no debe ser usado en las organizaciones.

Marcus Buckingham

Marcus Buckingham

FUENTE DE LA IMAGEN,MARCUS BUCKINGHAM

Pie de foto,

Marcus Buckingham ha trabajado en el estudio de entornos laborales en EE.UU.

¿Qué define usted como la "falacia del feedback"?

Es creer que alguien puede llegar a ser mejor si otra persona le dice qué está haciendo mal o bien, y además le dice cómo puede mejorar en su trabajo. Eso es una falacia.

¿Y cómo llega a esa conclusión?

Yo comencé a interesarme en esto después de trabajar por años en distintas compañías alrededor del mundo y darme cuenta de la enorme inversión, no solo de dinero sino de tiempo y de recursos humanos, que las empresas gastan no solo en diseñar herramientas y sistemas para permitirle a los gerentes, líderes de equipo o incluso pares y colegas calificar fortalezas, debilidades y atributos, sino también en generar espacios donde se señale lo que la gente tiene que cambiar o hacer diferente con el objetivo de mejorar su desempeño laboral.

Lo que vi es que esto funciona dentro de un modelo de competencia donde las empresas generan un estándar de lo que debe ser.

Le pongo un ejemplo: una compañía establece que las personas que están en ventas deben tener ciertas cualidades, ciertos atributos. Entonces, califican a la gente bajo esos atributos que están puestos en el modelo.

Y después se dirigen a las personas de ventas y les dicen lo que deben hacer bajo la premisa de acercarse a ese modelo que han establecido previamente. Como una prescripción médica, con indicaciones, con acciones que deben tomar.

Esto que digo se aplica igual a todo tipo de trabajo: modelos de competencia para líderes, para gerentes, para enfermeros, para ingenieros…

Getty
Se supone que debes cada día ser mejor y mejor en lo que haces porque otra persona te lo dice y eso, simple y llanamente, es una falacia. Una mentira"

Entonces lo que se crea es que todo el mundo esté ansioso por eso: porque les digan qué es lo que tienen que hacer para ser mejores, para poder ascender.

Y ahí radica la falacia, en que todo este proceso es subjetivo, está rodeado de parcialidad, algo que varios expertos en psicología y en temas de recursos humanos han llamado "efecto calificador idiosincrático" (idiosyncratic rater effect, en inglés).

¿Me puede explicar ese término y que tiene que ver con la subjetividad cuando se da feedback?

A ver, cabe aclarar que esta es una conclusión científica de varios expertos en el tema, no es una conclusión a la que yo haya llegado solo.

Y básicamente consiste en mirar lo que ocurre cuando una persona califica en otra persona atributos que esta persona ni siquiera posee.

Un ejemplo de lo que estamos hablando: un gerente o un coordinador hace una evaluación de una persona sobre un estándar que podemos llamar, por ejemplo, pensamiento crítico.

Cuando yo, como gerente, califico cinco o seis aspectos de una persona sobre este tema, dos tercios de esos me reflejan a mí y no a la persona a la que estoy calificando.

Por eso se llama efecto calificador idiosincrático.

O sea, lo que señalan estas investigaciones es que calificar a otra persona no solo es algo totalmente subjetivo, sino que además es posible que esté reflejando mis debilidades y mis fortalezas sobre el atributo que estoy evaluando.

La gente piensa que cuando hace feedback es como si estuviera delante de un vidrio mirando cómo se comporta la otra persona, cuando en realidad está delante de un espejo, donde en parte se ve a sí mismo.

Por eso es que señalo que es humanamente imposible hacer crítica constructiva, retroalimentación o feedback, como lo quieras llamar.

Dos mujeres hablando

Dos mujeres hablando

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Para Buckingham es humanamente imposible dar un feedback adecuado.

Sin embargo, aunque humanamente imposible funciona según un modelo bastante establecido - el de dar y aprender a recibir "buen feedback"- y las empresas basan sus modelos de desarrollo humano gran parte en esa retroalimentación.

La gran conclusión a la que llegamos mi colega y yo es que claramente a los humanos no se les puede confiar una tarea como la de dar feedback.

De entrada, yo, gerente, tengo un sesgo sobre la persona que voy a calificar. Y eso me convierte en una persona poco fiable para llevar a cabo esa tarea.

Lo que podemos hacer es expresar nuestras sensaciones, relatar nuestras experiencias. Por eso es que funcionan tan bien las reseñas o las calificaciones de restaurantes, hoteles, tiendas, etcétera: "Me gustó el restaurante, me gustó el lugar, me gustó la comida".

Ahí funciona nuestra experiencia. Nuestros sentimientos.

Una de las ideas que usted señala en su artículo es que la falacia comienza cuando se parte de la premisa de que el cerebro es como un "recipiente vacío".

En esta experiencia de la que te hablo de ver cómo se trabaja la retroalimentación o la mejora del personal, una de las grandes conclusiones a la que llegué es que estas herramientas que se han creado se basan enteramente en la idea de que los cerebros de los empleados son recipientes vacíos listos para ser llenados con todas estas apreciaciones.

Y bien sabemos que eso no es así.

Lo peor de esto es que esa es la idea en la que se basan para el diseño de las escuelas, para el armado de nuestros lugares de trabajo.

Esa idea, impuesta desde que somos niños, es que podemos ser lo que queremos ser.

Algo que una profesora de la Universidad de Stanford (Carol Dweck) llamó la "mentalidad del crecimiento", que señala que podemos aprender todo lo que necesitamos aprender. Que podemos ser cualquier cosa que queramos ser.

Y esa idea entraña dos problemas: primero, que a una persona se le puede enseñar los mínimos requerimientos para hacer un trabajo. Por caso, enseñarle a una enfermera a poner una inyección de forma segura, o enseñarle a un vendedor los beneficios de un producto para que luego lo pueda vender.

O sea, podemos dejar en claro lo mínimo que se espera. El problema es que no exigimos eso, sino el "máximo desempeño": lo que queremos ser.

Y el máximo desempeño no se puede enseñar. No se puede mostrar, ¿cómo mostramos un modelo de desempeño excelente?

Getty
La gente piensa que cuando hace feedback es como si estuviera delante de un vidrio mirando cómo se comporta la otra persona, cuando en realidad está delante de un espejo"

Segundo problema, el desempeño excelente no es algo homogéneo. Si ponemos como ejemplo de desempeño excelente al mejor jugador de fútbol del planeta, es imposible para los demás poder seguirlo, precisamente porque ese jugador es único.

Pero, aun así, cuando vamos a la crítica constructiva, cuando usamos el feedback, exigimos el "máximo desempeño".

Porque se cree que las personas se pueden moldear a partir de un modelo de competencia, sin tener en cuenta que el cerebro humano ya es una red compleja de neuronas que han establecido muchas cosas en las personas desde que son niños. No somos empaques vacíos.

Entonces, ¿cómo se llena algo que no está vacío?

No sé si haya una respuesta totalmente adecuada. Lo que sí es cierto es que dentro de este estudio que hemos llevado a cabo vemos que, si nuestro cerebro no es un "empaque vacío", tenemos que pensar cómo podemos mejorar lo que ya tiene incorporado.

Por eso es tan complejo este tema, porque necesitamos identificar cómo viene ese empaque, qué tiene, cómo funciona.

Y ya lo hemos dicho: esto no es algo homogéneo. Es heterogéneo, no solo implica saber cómo funciona cada persona sino identificar cuál es la mejor manera para que esa persona pueda mejorar lo que está haciendo.

Todo esto en términos de cómo piensa, cómo construye sus relaciones, cómo interpreta las cosas, cómo es su proceso creativo.

Entonces volvemos a aquello que hablamos antes: si quieres el máximo desempeño, primero hay que ver qué es lo que la persona tiene.

Hombre con un circulo

Hombre con un circulo

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Para el autor, la idea de excelencia es muy difícil de definir dentro de un entorno laboral.

Ahora, a partir de estas nociones, ¿cómo sugiere que podemos lograr que las personas mejoren en lo que hacen?

Partamos de una idea: si queremos que los empleados cumplan con un trabajo, simplemente eso, entonces se puede establecer unos estándares mínimos que un gerente puede lograr que sus empleados alcancen.

Ahora, si hablamos de querer el máximo desempeño, creo que hay tres cosas que se pueden aplicar.

Una es estar atento a lo que hacen las personas y cómo lo hacen. Preocuparse por lo que hacen a diario.

Si hay algo que he visto a través de estos años de estudiar estas dinámicas es que, en una escuela o en el mundo laboral, la gente se siente realmente mal si es ignorada en su individualidad.

A la gente le gusta la atención. Se ha dicho que la gente está ansiosa por el feedback, que lo piden y buscan recibirlo. Yo no estoy de acuerdo, yo creo que lo que la gente quiere es atención. Ya lo decía Nietzsche: somos una bestia con mejillas rojas que quiere la atención de los otros.

Segundo, poner mucha atención a la persona que está haciendo las cosas bien, para que las haga mucho mejor.

Por ejemplo, el matrimonio: enfocarse en los momentos más felices y, si se quiere mejorar, entonces hay que revisar lo que funcionó en aquellos momentos.

Lo mismo en el trabajo: ¿qué se hizo bien? Fijarse en los detalles, cómo se lograron los objetivos.

Porque me ha quedado claro que los cimientos de cosas buenas que pasan en el futuro son las cosas buenas que se hacen en el presente.

Ahora, no se trata de alabar a alguien: se trata de fijarnos qué nos puede servir para hacerlo bien nosotros.

Y tres: ponerle atención a lo que ama hacer una persona. Preguntarles: ¿qué amas hacer?, ¿instintivamente, qué cosa harías de forma voluntaria?

Lo decimos porque sabemos que las emociones y el aprendizaje están realmente relacionados cuando estás haciendo algo que amas.

Mujer estresada

Mujer estresada

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Para muchos empleados el momento de recibir un feedback por parte de su superior puede ser un momento muy estresante.

Usted ha dejado claro el tema del máximo desempeño, pero en su texto también dice que "la excelencia y el fracaso no son términos opuestos", ¿por qué lo dice?

Tendemos a pensar que la excelencia es lo opuesto al fracaso, entonces evaluamos nuestros fracasos para aprender sobre la excelencia.

Lo vemos todo el tiempo en los diarios: la historia de los empresarios exitosos que fallaron muchas veces para llegar a ser exitosos.

Y la historia se repite, con esa máxima de moda de que solo a través del fracaso se puede lograr la excelencia.

Y eso no es cierto en el mundo real. El mundo real funciona de otra manera.

Le pongo un ejemplo: cuando hablamos de matrimonios fallidos o de relaciones que no funcionan, una de las cosas que se repiten es que las personas discuten mucho.

Pero la investigación muestra que esto no es así. Hay un estudio sobre esto de la Universidad de Búfalo (Estados Unidos), que se dedicó a investigar los matrimonios felices y los que se consideraban infelices.

Lo que contaron fue el número de discusiones (no peleas físicas) y llegaron a la conclusión de que no había mucha diferencia en el número de discusiones de unos y otros.

La gran diferencia era lo que pasaba en el espacio que había entre cada discusión.

En los matrimonios calificados de infelices, se trataba más de tomar medidas para protegerse de la otra persona. Pero en los felices, las discusiones llevaban a momentos de intimidad, de curiosidad, de apertura a nuevas cosas.

Según el modelo vigente del que hablemos, deberíamos seguramente enfocarnos en el matrimonio infeliz: en resolver esos problemas. Diríamos que la excelencia en el matrimonio es totalmente lo opuesto y estaríamos haciendo un diagnóstico totalmente equivocado de la situación.

Con esa misma lógica es que nosotros llegamos a esta conclusión: no es posible considerar que el fracaso te va a decir algo sobre la excelencia.

Feedback.

Feedback.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

¿Qué tan efectivo es el feedback dentro de una empresa?

Entonces, si hay que redefinir la forma en que se da el feedback, también habría que exigir que se enseñe cómo recibirlo, ¿no?

No, porque no se trata de capacitación.

Esto es un tema de fondo: no importa qué tan bien capacitada esté una persona para dar feedback, todo se queda en buenas intenciones.

Pasa lo mismo si hacemos el proceso a la inversa: si capacitamos a la gente para que reciba el feedback. Simplemente no es posible.

El problema es el proceso. El proceso está roto, la forma en que se hace, los resultados que se buscan. Ahí radica la dificultad de este modelo que hay que replantear totalmente.

Habla de la falacia de alcanzar la excelencia, ¿qué es para usted la excelencia y cómo se puede aspirar a ella?

La excelencia es un resultado. Por eso decimos que cuando algo funciona hay que identificar cómo se logró ese resultado y llevar la atención de las personas hacia el proceso exitoso que está detrás.

Ahora, dado que la excelencia no se puede aprender estudiando el fracaso, nunca podemos ayudar a otra persona a tener éxito comparando su desempeño con un modelo prefabricado de excelencia, dándole retroalimentación sobre lo que no cumple en ese modelo preestablecido y diciéndole que llene los vacíos. Eso nunca va a funcionar.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-63081612

¿Fue Napoleón un monstruo?: críticas al director de la última película sobre el héroe francés por compararlo con Hitler y Stalin

Joaquín Phoenix como Napoleón.

FUENTE DE LA IMAGEN,ALAMY

Pie de foto,

El ganador del Óscar Joaquín Phoenix interpreta a Napoleón Bonaparte en el nuevo largometraje de Ridley Scott.

Era el inicio de su campaña, y el veterano británico disparó una andanada de tiros a las líneas francesas. O mejor dicho, el director Ridley Scott estaba promoviendo su última película, que se estrenará en noviembre.

Napoleón promete ser un relato épico sobre el ascenso del emperador, interpretado por Joaquín Phoenix, que se enfoca en la volátil relación del emperador con su primera esposa Josephine (interpretada por Vanessa Kirby).
Joaquín Phoenix y Vanessa Kirby

FUENTE DE LA IMAGEN,ALAMY

Pie de foto,

La película explorará la caótica relación de Napoleón con su esposa Josefina (interpretada por Vanessa Kirby).

Y aunque todavía faltan algunos meses antes de que podamos ver el resultado final, se ha generado una conversación alrededor de la película biográfica, mayoritariamente gracias a comentarios que Scott hizo en una entrevista con la revista de cine Empire:

“Yo lo comparo [a Napoleón] con Alejandro Magno, Adolf Hitler, Stalin”, dijo Scott, cuando explicaba su versión del personaje.

“Escucha, tiene un montón de cosas malas en su haber. Al mismo tiempo, destacó por su valentía, su capacidad de hacer y su dominio. Fue extraordinario”.

¿Qué? ¡Detente! Los franceses no perdieron el tiempo en devolver el fuego y corregir al insolente británico.

"Hitler y Stalin no construyeron nada y sólo provocaron destrucción", dijo a The Telegraph Pierre Branda, director académico de la Fundación Napoléon.

"Napoleón construyó cosas que todavía están en pie hoy", añadió.

Thierry Lentz, de la Fundación Napoléon, dijo en el mismo artículo: "Napoleón no destruyó ni Francia ni Europa. Su legado fue posteriormente celebrado, aceptado y ampliado".

Entonces, ¿cuál es la verdad del asunto? ¿Scott tiene algo en qué apoyarse?

Fulgurante ascenso
Napoleón, un comandante militar brillante, llegó al poder en 1799, durante el período de inestabilidad política que sucedió a la Revolución Francesa.

Sus admiradores dicen que convirtió a Francia en un país más meritocrático de lo que había sido bajo el Antigüo Régimen, anterior a la revolución.

Napoleón centralizó el gobierno, reorganizó la banca, impulsó la educación e instituyó el Código Napoleónico, el cual transformó el sistema legal y se convirtió en modelo para muchos otros países.

Pero también llevó a cabo una serie de guerras sangrientas en Europa buscando establecer un imperio que en su auge se extendía desde la Península Ibérica hasta Moscú.

Hacia 1812, las únicas áreas de Europa que no estaban bajo su control -ya sea a través de mando directo o a través de alianzas- eran Gran Bretaña, Portugal, Suecia y el Imperio Otomano.

Finalmente fue derrotado en 1815 por una alianza de naciones liderada por Gran Bretaña, en la batalla de Waterloo.

Napoleón

Napoleón

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Napoleón Bonaparte ascendió rápidamente en los rangos militares durante el periodo conocido como "el Terror".



Napoleón y su Código Napoleónico figuraban de manera prominente en las mentes de los británicos de la época, y lo han hecho durante décadas. Los caricaturistas estaban obsesionados con él.

Aparece en el fondo de las novelas de Jane Austen. Por ejemplo en Orgullo y Prejuicio, que se publicó en 1813, aparecen las milicias que iban a repeler una invasión napoleónica.

El gran detective Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, se refiere a su archienemigo, el profesor Moriarty, como el “Napoleón del crimen”. En la novela corta Rebelión en la Granja, de George Orwell -que se publicó en 1945- el cerdo que se convierte en dictador se llama Napoleón.

Pero, ¿es realmente justo referirse a Napoleón como dictador, o equipararlo con otros famosos dictadores?

Dictador, tirano, estadista...
El profesor de historia de la Universidad de Newcastle, en Australia, Philip Dwyer no lo cree. Dwyer escribió una biografía de Napoleón de tres tomos.

“Puedes tener un debate sobre si Napoleón era un tirano o no -yo me inclinaría por el lado de tirano- pero ciertamente, no era un Hitler o Stalin, que fueron dictadores autoritarios que reprimieron a sus propios pueblos de manera brutal, ocasionando millones de muertes”.

Algunos incluso han argumentado que el imperio era un “estado policial” debido al intrincado sistema de informantes secretos que mantenía bajo control a la opinión pública.

“Pero muy pocas personas -un número de aristócratas más o menos involucrados en tramas para derrocar al régimen, algunos de ellos periodistas- fueron ejecutados por su oposición a Napoleón. Si fuera a comparar a Napoleón con alguien. sería con Luis XIV, un monarca absolutista que llevaba a cabo guerras innecesarias que costaban miles de vidas”.

“También es cierto que Napoleón hizo la guerra -debatible si eran necesarias o no- y eso le costó la vida a millones de personas, aunque no sabemos cuántos civiles fueron muertos directa o indirectamente por las guerras”.

La periodista francesa y columnista del Telegraph Anne-Elisabeth Moutet concuerda en que Napoleón no es comparable a Hitler o a Stalin.

“Napoleón no tenía campos de concentración”, le dijo a BBC Culture. “No escogía minorías para masacrarlas. Sí, había una policía intrusiva, pero la gente ordinaria podía vivir la vida como quería y decir lo que quisiera”:

Ridley Scott

Ridley Scott

FUENTE DE LA IMAGEN,REUTERS

Pie de foto,
El director Ridley Scott, de 85 años, es una leyenda del cine con películas tan clásicas en su filmografía como Alien, Blade Runner, Gladiador, entre otras.

Moutet dice que los franceses principalmente ven a Napoleón como un reformador.

“Tenía una mente extraordinaria y fue el instigador del cuerpo legal e instituciones bajo las cuales nos regimos hoy en día”.

“Nos gusta pensar -y no es del todo falso- que muchas personas estaban mucho más felices bajo el gobierno francés que bajo cualquier tipo de leyes feudales que tuvieran antes”:

Sin embargo, Charles Esdaile, profesor emérito de Historia en la Universidad de Liverpool y autor de varios libros sobre Napoleón, incluido Las Guerras de Napoleón: Una historia internacional 1803-1815, tiene una posición diferente:

“Veo a Napoleón como un jefe militar. Un hombre impulsado por su ambición personal que fue absolutamente despiadado. Un hombre que tenía una clara visión del tipo de Francia que necesitaba construir, y de hecho de la Europa que necesitaba construir, para sostener su maquinaria de guerra. Cualquier idea de que él fuera algún tipo de liberador, algún tipo de hombre del futuro, es esencialmente parte de la leyenda napoleónica".

Opina Esdaile que "la maquinaria de propaganda napoleónica era una herramienta muy, muy poderosa para el imperio y exportó una versión de las guerras en las que mucha de la culpa recaía en la pérfida Albión (Inglaterra)”.

“No era Francia para nada, eran todos declarándole la guerra a Francia. Esta poderosa leyenda napoleónica continúa operando hasta el día de hoy. Napoleon es una presencia viva. Continua operando desde más allá de la tumba, moldeando la manera en la que lo vemos”, concluye el historiador.

Hitler y Stalin en una caricatura

Hitler y Stalin en una caricatura

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Para los expertos, el legado de Hitler y de Stalin fue de destrucción y muerte, mientras que Napoleón construyó cosas que aún hoy persisten. Aquí el líder Nazi y el líder Soviético en una caricatura de 1939.


Pero Esdaile también rechaza las comparaciones con Stalin o Hitler:

“Napoleón tenía muchas fallas y era un personaje detestable pero la ideología racial que caracterizó al régimen Nazi simplemente nunca estuvo allí”.

“Napoleón no fue culpable de genocidio. Napoleón no cae en purgas completas. Para ser justos con Napoleón, el número total de presos políticos en el curso de su reinado es relativamente limitado. Compararlo a él con Hitler y con Stalin es una tontería histórica”.

Por supuesto, Ridley Scott es un titán de la industria de las películas -dirigió Blade Runner, Gladiator, Thelma y Louise, Alien, entre otras- que ha estado en el negocio lo suficiente como para saber promocionar una película.

Es totalmente factible que supiera que los comentarios de Hitler y Stalin fueran a generar publicidad y que lo haya hecho por esa razón. 

Dónde comer en Sevilla, según Juan Luis Fernández, dueño de Cañabota

El propietario y jefe de sala del local, convertido en una referencia en pescados y mariscos, recomienda tomar una tortilla de patatas con hierbabuena, un montado de pringá, merendar churros aireados y una cena romántica

Juan Luis Fernández, del restaurante Cañabota
Juan Luis Fernández, cocinero y propietario del restaurante Cañabota, en Sevilla.PACO PUENTES
El cocinero y hostelero Juan Luis Fernández (Sevilla, 40 años) quería rendirle homenaje a su abuelo, Ricardo Gálvez, conocido en Sevilla por el pescado que vendía en el mercado. Con este pretexto, y después de gestionar locales como Binomio y La Pepona, en 2016 abrió Cañabota, una referencia en pescados y mariscos en el centro de Sevilla, que cuenta con una estrella Michelin y un sol Repsol.

Dónde desayunar

1. En La Flor de mi Viña, donde tomar jamón con una tostada de pan y aceite. Es un desayuno diferente, que merece mucho la pena. Dirección: José de Velilla, 7, Sevilla. Tel. 954 56 42 52.

Un sitio para tomar el aperitivo

2. Para tomar el aperitivo me gusta mucho Taberna Manolo Cateca, con una carta de vinos de Jerez interesante y chicharrones de Cádiz. También es recomendable la tortilla de patatas con hierbabuena, muy rica y diferente. Y los riñones al Jerez o el morcón de Sánchez Romero Carvajal. Dirección: Sta. María de Gracia, 13, Sevilla. Tel. 657 59 05 09.

3. Otro sitio es la Taberna Zurbarán, para tomar una cerveza y un pincho, el típico caballito de jamón —una rebanada de pan y jamón pasado por la sartén—, o el menudo con garbanzos (callos, la citada legumbre, hierbabuena y pimentón picante). Dirección: Pl. Zurbarán, 1, Sevilla.

Dónde comer

4. Me gusta ir a La Flor de Azafrán, donde tomo platos excelentes, como el calamar frito y el guiso de torrezno con garbanzos. Dirección: Av. de Kansas City, 1, Sevilla. Tel. 854 70 28 37.

5. Tribeca es mi refugio, además es un local de mi socio Eduardo Guardiola. Como jefe de cocina está Perico Giménez, también socio, que hace grandes platos, como el foie a la brasa, la tortilla de ortiguillas o el pescado al carbón. Dirección: Chaves Nogales, 3, Sevilla. Tel. 954 42 60 00.

6. Otro lugar es la Bodeguita Romero, un clásico, donde tomar un montado de pringá, o unas verdinas con langostinos. Hay muy buen ambiente, donde se puede sentir la esencia de los bares tradicionales y de la cocina de siempre. Dirección: Harinas, 10, Sevilla. Tel. 954 22 95 56.

Un café o dulce a media tarde

7. Para tomar unos churros espectaculares, aireados y recién hechos, con chocolate, hay que ir al Café la Centuria. Dirección: Pl. de la Encarnación, 6, Sevilla.

Dónde tomar

8. En Pura Vida Terraza, en el hotel Los Seises. Hay buena coctelería y se puede disfrutar de algún concierto con flamenco. Es un enclave maravilloso, con vistas a La Giralda. Dirección: Segovias, 6, Sevilla. Tel. 954 22 94 95.

Dónde cenar

9. En La Casa del Tigre. Tiene una cocina muy rica en un ambiente relajado, sobre todo para cenar. Merece la pena tomar la ensaladilla de merluza con pilpil. O la pavía de corvina. La carta va cambiando según la temporada. Dirección: Amparo, 9, local B. Tel. 678 59 05 84.

Un producto que comprar en el mercado

10. Botella y Latas. Tienen todo tipo de productos en conserva, legumbres, embutidos, quesos y vinos. Dirección: Regina, 15, Sevilla. Tel. 954 29 31 22.

Un ‘souvenir’ gastronómico

11. Recomendaría comprar un vino, el palo cortado Lebrija Old, de Bodegas González Palacios. Es una joya de crianza oxidativa, espectacular y a buen precio (70 euros).

viernes, 24 de noviembre de 2023

ALIMENTACIÓN. Sustituir el consumo de carne procesada por frutos secos reduce en un 27% los riesgos cardiovasculares

Un metaanálisis de 37 estudios pone cifras al coste que asumimos al abusar de productos de origen animal. El estudio es especialmente concluyente con la carne roja y la procesada

carne procesada
Selección de distintos cortes de carne de ternera, cerdo y pollo.
Si somos lo que comemos, más nos valdría ser un puñado de nueces y un aguacate. Consumir este tipo de productos, en lugar de otros de origen animal, reduce los riesgos de muerte y problemas de salud como enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Es la conclusión de una revisión sistemática, publicada este jueves en la revista BMC Medicine. La idea no es nueva, pero sí contundente, pues resume y armoniza la literatura científica anterior. Para hacerlo se han analizado los hallazgos de 37 publicaciones, subrayando la importancia de sustituir una dieta con más importancia de alimentos animales hacia una con más presencia vegetal. “Esto no significa necesariamente eliminar todos los productos animales de la dieta”, matiza Sabrina Schlesinger, autora del estudio y doctora en el DDC, el Centro Alemán de Diabetes. No se trata de hacerse vegano, sino de limitar el consumo animal, especialmente de carne roja y procesada.

El equipo de Schlesinger comprobó que la incidencia general de enfermedades cardiovasculares se redujo en un 27% cuando las personas sustituyeron 50 gramos de carne procesada (como embutidos, hamburguesas o salchichas) por entre 28 y 50 gramos de nueces al día. Cambiarla por legumbres también se asoció con una reducción de las enfermedades cardiovasculares, aunque en menor medida, en un 23%. En los últimos años, se ha puesto en entredicho el consumo de carnes procesadas. En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró que este tipo de alimentos era “carcinógeno para los humanos” y lo incluyó en el grupo de sustancias más peligrosas para la salud. La decisión fue muy controvertida, pero desde entonces la evidencia científica ha ido poniendo en entredicho el abuso del consumo de este tipo de productos. 
 
 El actual estudio habla, en general, de productos de origen animal, pero al bajar a la letra pequeña, se comprueba que no todos tienen los mismos efectos sobre la salud. Reemplazar las aves, el pescado o los mariscos con nueces o legumbres no demostró reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular de forma evidente. El estudio también quiso averiguar si sustituir lácteos por sucedáneos veganos de soja y similares tendría algún efecto. “Sin embargo, nuestros resultados carecieron de asociaciones claras, dada la escasa disponibilidad de estudios sobre esta cuestión específica”, lamenta la doctora Schlesinger.

Manuel Moñino, presidente del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas y ajeno al trabajo, señala que este “profundiza en lo que ya se sabía” y recuerda que reducir no significa eliminar. “La dieta mediterránea es el patrón que mejores resultados de salud ha demostrado, y es una dieta que es rica en alimentos frescos de origen vegetal y que, además, incluye en cantidades reducidas o moderadas otros de origen animal”, señala. Más que fijarse en el detalle sobre cómo impacta cada una de las sustituciones en la salud cardiovascular, el experto cree que “en nuestro contexto cultural y gastronómico, lo que hay que hacer es mejorar la adherencia a la dieta mediterránea”.

Hace unos años la Asociación Estadounidense del Corazón hizo una clasificación de las mejores dietas para este órgano y efectivamente, la mediterránea estaba en el podio, solo después de la dieta DASH (baja en sal y alta en frutas, vegetales, granos integrales, lácteos bajos en grasas y proteínas magras). Les seguían la pescetariana, en la que la proteína solo procede de pescados y mariscos, y la vegetariana, que admite huevos y lácteos. Todas estas dietas sanas tienen en común la abundancia de frutas y verduras y cereales integrales, aunque no sean estrictamente veganas. “Los patrones de alimentación ricos en carnes rojas y procesadas se asocian con un mayor consumo de grasas saturadas y sal”, explica Moñino, “dos elementos clave en el incremento de riesgo cardiovascular, en especial, la dislipemia [la alteración de los niveles de grasas, colesterol y triglicéridos, fundamentalmente, en sangre] y la hipertensión”.

La carne y la historia
En los últimos años, numerosos estudios científicos vienen avalando la idea de que hay que reducir el consumo de carne. Hace unos meses, una revisión de estudios de los últimos 40 años confirmó que las dietas vegetariana y vegana reducían las grasas en sangre, un metanálisis que encaja a la perfección con el actual en sus conclusiones. “Sin embargo, a nivel mundial, el consumo de carne no ha dejado de aumentar. Las razones pueden ser el crecimiento demográfico, el aumento de los ingresos y los cambios en la dieta en algunas partes del mundo”, apunta la doctora Schlesinger, “aunque en algunos lugares esté aumentando la concienciación”.

Especialmente en Occidente, apunta Francesc Xavier Medina Luque, catedrático del Centro de Antropología de la Alimentación de la Universitat Oberta de Catalunya. Medina valora el informe, aunque lamenta que se ponga el foco únicamente en lo sanitario y no se hayan buscado interpretaciones desde la parte social y cultural. Para entender por qué consumimos tanta carne en la actualidad, asegura, hay que comprender el recorrido histórico.

La carne siempre ha tenido presencia en la dieta mediterránea, primero por su ausencia y deseo y ahora por su presencia y abuso. “Siempre ha sido un alimento muy valorado y de difícil acceso a lo largo de la historia”, recuerda. Pero a partir de la revolución industrial alimentaria, en la segunda mitad del siglo XX, la carne baja de precio. “De repente, un alimento muy valorado e inaccesible se puso al alcance de la mayor parte de las personas”, cuenta. El resultado de este cambio está en nuestros platos todos los días y tiene forma de filete.

“Estamos comiendo carne a unos niveles que no se habían dado nunca a lo largo de la historia. Quizá por eso están surgiendo ciertas afecciones que tienen una relación directa con la alimentación”, destaca el antropólogo. Es consciente de que hay algo de identitario en el consumo de carne. Las reacciones desde ciertos sectores sociales ante las recomendaciones científicas han sido viscerales. Quizá porque toca algo que asociamos con la infancia, con lo festivo. Quizá porque las recomendaciones, en algo tan íntimo, escuecen más. “Pero la carne fue un alimento identitario también en el pasado”, recuerda. Entonces era una señal de clase, pues solo los más pudientes se la podían permitir. Y también entonces había enfermedades relacionadas. Tener gota era una enfermedad de clase alta, pero seguía siendo una enfermedad.