sábado, 3 de mayo de 2025

Entrevista a Antonio Turiel, investigador del CSIC experto en energía «No hubo ataque exterior, el apagón es producto de la codicia de las grandes eléctricas»

El investigador experto en energía Antonio Turiel viene alertando de un apagón masivo hace tiempo por la falta de inversiones y prevención en el sistema energético. Habla de «responsabilidad criminal» por parte de las grandes empresas del sector y sugiere a Sánchez impulsar «la estabilización».

«El problema no son las energías renovables, quien diga eso no dice la verdad», recalca Antonio Turiel al comenzar la entrevista con NAIZ, este día después del mayor apagón global de la historia del Estado español y Portugal.

El doctor en Física y experto en energía, investigador del CSIC, señala que la clave pasa por la estabilización del sistema en el que ahora convergen grandes cantidades de energía fotovoltaica y eólica. Recuerda que es un problema que también tiene Alemania y que el año pasado casi produce en cinco oportunidades un apagón masivo en el Estado español.

Sin temor a ser un verso suelto en el discurso público, señala a las grandes energéticas, su «codicia» y la falta de inversiones y mecanismos de prevención.

Usted ha dicho en otra entrevista que el apagón es producto de demasiada producción de energía fotovoltaica que reacciona mal a los cambios de demanda. ¿Qué significa?

Es un problema de la tecnología. Los sistemas clásicos de energía se basan en un sistema de vueltas de turbinas pesadas de miles de toneladas, que tienen la ventaja de que en los cambios de demanda se regulan, pues la fuerza en la que gira la turbina puede aumentar o disminuir la cantidad de electricidad. Es un mecanismo automático, pero esto con la fotovoltaica no pasa porque no produce corriente alterna, no produce una onda, sino una fuente continua. Necesitas un aparato que se llama inversor, que genera corriente sintética, pero tiene un problema, que es que responde muy mal a los cambios de demanda. Eso hace que le cueste mucho seguir los cambios de demanda de la red.Agian hau ere zure interesekoa izan daiteke. Quizás esto también podría interesarle.

En condiciones normales la fotovoltaica es una minoría y los sistemas inerciales se encargan de gestionar las variaciones de demanda, pero en este caso en concreto el 60% de la generación en ese momento era fotovoltaica y el 14% eólica. Y no había sistemas de estabilización porque no se ha invertido en ellos.

¿Esto se puede solucionar con más de estos inversores?

A ver, los inversores tienes que estar ahí siempre, aunque no son obligatorios. Si la red se encarga de la estabilización, pues bien, cuando la fotovoltaica está en minoría ocurre así. Pero si es la fuente mayoritaria, se tiene que encargar [de estabilizar] otro, el inversor no alcanza. Necesitas un estabilizador, que es una especie de batería, que cuando sobra energía la acumula y cuando no, la saca. Normalmente los estabilizadores hay que ponerlos cada cierta cantidad de potencia, por planta de unos 50 megavatios.

Entonces, por lo que le escucho, este problema no es nuevo.

¡Este problema lleva dándose años, no es nada nuevo! Este problema de la estabilización lleva años ya y de hecho hay un informe muy interesante del organismo regulador de la energía en la UE, un superregulador que coordina a todos, que explica el caso de lo sucedido el 8 de enero de 2021, cuando hubo un problema parecido al de este 28 de abril y que estuvo a punto de acabar con la red europea entera. Es un incidente que se analizó con mucho detalle y se vio que el problema era la inflexibilidad al cambio de demanda. Desde entonces, por eso, la nueva regulación obliga que los sistemas nuevos vengan con características de estabilización más exigentes. Es regulación europea.

¿Por qué tiene tanta certeza de que esto fue lo que ha ocurrido y no, como creen algunos, un posible ataque exterior?

He estado hablando con ingenieros españoles y todos creemos que hay claramente un problema de estabilidad. A partir de las 12 [del mediodía del lunes] comienza el problema de inestabilidad, empieza a haber problemas de cambio de frecuencia en la señal de la corriente. Te pongo un ejemplo: imagina que tienes un poste que el viento lo empuja y lo va a arrancar, es un indicio de que se va a ir al suelo. Bueno, esto es lo mismo, las oscilaciones eran cada vez más grandes y al final fue lo que pasó.

Entonces, ¿se podría haber evitado?

¡Claro que sí! En el año pasado España en cinco ocasiones se vio obligada a parar la industria para evitar que algo como lo de ayer pasara, a través del Sistema de Respuesta Activa de la Demanda (SRAD), que con un aviso de 15 minutos les puede decir a las grandes industrias que les va a parar el suministro, y ellos aceptan a cambio de recibir energía más barata. Esto fue noticia, estuvo publicado. De hecho, recuerdo que uno de los títulos era «España rozó el apagón».

Habrá algunos que le echen la culpa a la fotovoltaica y las renovables.

El problema de la fotovoltaica es que quien la produce tiene siempre incentivo para venderla. Ellos tienen contratos que les aseguran precio garantizado de 40 euros o lo que sea por megavatio, y se produjo demasiado por eso. Esto viene de no saber parar, de ver que hay tanta demanda y generar así una estabilidad creciente. Ha habido un exceso de codicia y eso genera inestabilidades y los sistemas empiezan a fallar. Se sobrecargan los cables, se desconectan y se produce desconexión en cascada.

¿Por qué fue la desaparición de 15 gigavatios en cinco segundos que mencionó Sánchez?

Cuando desaparecen los 15 gigavatios es porque los sistemas de protección se activan. Si no, se hubieran empezado a fundir todos los cables. Imagina un chispazo con potencias de gigavatios, serían una potencia de rayos. Y las nucleares se apagaron automáticamente, por la situación muy peligrosa que hubo. De hecho, seguramente quedaron cables pelados, calcinados, estoy seguro.

¿Cómo es eso?

Ha pasado seguro que algún cable de alta tensión ha quedado hecho fosfatina, pero no van a querer que se sepa porque la imagen no es muy buena, daría muy mala imagen. Pero estoy seguro de que ha ocurrido.

Si usted fuera ministro de Energía, ¿qué le recomendaría a Sánchez para que esto no vuelva a ocurrir?

Bueno, hay que rezar [se ríe] y obligar a las empresas a poner los sistemas de estabilización. Lo que ha dicho Sánchez este martes va de esto, pone el acento en donde hay que ponerlo. Hay un tema que es que no se ha invertido pero también si la central de ciclo de gas combinado hubiera estado preparada para coger el relevo, los problemas hubieran sido más pequeños. Las tenían paradas y eso es una responsabilidad criminal.

¿Quiénes?

Iberdrola, Endesa, Naturgy… Las grandes energéticas son las que controlan las centrales de gas de ciclo combinado. Una central térmica convencional quema combustible para generar calor, pero en la de ciclo combinado el sistema es diferente; se utiliza el propio gas de la combustión, que lo reinyectas en el sistema para mover las palas. Esa fuerza extra del gas da una potencia extra y un rendimiento mejor. Las centrales de gas de ciclo combinado tienen rendimiento cerca del doble que las otras, y además del mejor rendimiento son más rápidas, porque es el propio gas el que estás moviendo y haces que reaccione mucho más de prisa. Se utilizan para estabilizar el sistema.

Dicho esto, en el momento en que se produce el apagón, las centrales de ciclo combinado representaban solo el 8% de todo el sistema y el día después son el 40%.

Y eso, ¿por qué?

Porque es más caro el gas, y el sistema de fijación de precios te obliga a escoger primero las tecnologías más baratas. Esto puso en riesgo al propio sistema. Yo entiendo que tires de renovable pero lo lógico es que tengas las centrales de ciclo combinado en reserva. Pero cuesta mucho dinero mantenerlas.

¿Usted cree que Sánchez sabe todo esto?

Creo que sí. Sé que esto Teresa Ribera lo sabe.

¿Lo dice porque le consta o tiene personas en común con ella?

Por la razón que sea… sé que Ribera lo sabe. Y si lo sabe ella, lo sabe la vicepresidenta tercera (y ministra de Transición Ecológica). Las declaraciones de Sánchez indican que entiende la naturaleza del problema y que son las grandes energéticas las que nos han llevado al apagón. Pero tienen mucho poder. Y se ve en los medios… hay interés en que este tema no se entienda muy bien.

¿Descarta usted entonces que haya sido producto de un sabotaje?

Sí. La realidad es mucho más prosaica, es más cutre, es más miserable; es codicia. Es un delirio pensar en un ataque. Siendo realistas, en el corto plazo hay que apostar porque haya centrales de respaldo siempre listas. Después de lo que ha pasado, no creo que pueda volver a pasar en el corto plazo porque van a tirar del gas, es lo que ya están haciendo. Las baterías son carísimas, extraordinariamente caras, no son las de un móvil, son monstruos, toneladas de litio. Y esperar todo de las centrales de ciclo combinado… pues es difícil porque emiten CO2 y se supone que tenemos que eliminarla. Está difícil.

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viernes, 2 de mayo de 2025

_- Cómo murió Hitler hace 80 años y por qué hubo tanto misterio sobre el destino final de su cuerpo

_- "Los nazis han usado tanto la mentira como parte de su política y los informes sobre los supuestos dobles de Adolf Hitler están tan extendidos que esos anuncios van a dejar en muchas mentes la sospecha de que el maestro de la mentira intenta cometer un gran fraude final ante el mundo en un esfuerzo por salvarse".

La advertencia publicada hace 80 años por el diario The New York Times se cumplió.

La impactante noticia de la muerte del líder nazi y el inminente fin de la II Guerra Mundial fue recibida con una incredulidad que duraría décadas.

El fallecimiento fue informado en la noche del 1 de mayo de 1945 por Radio Hamburgo, detallando que había sucedido esa tarde "en su puesto de comando en la Cancillería del Reich luchando hasta su último aliento en contra del bolchevismo y por Alemania".

Pero el corresponsal de The New York Times reseñaba al día siguiente: "Los presos políticos alemanes con los que conversé, en general, no confían en la información. Sospechan que hay un truco detrás del anuncio. Hitler había sido tan bandido que algunos creen que era incluso incapaz de morir honestamente".

Y, en efecto, habían varias mentiras allí encerradas.

Las muchas muertes del Führer

Con la ocupación soviética de Berlín, afloraron distintas versiones sobre lo ocurrido. Las historias cambiaban y se contradecían entre sí.

El 3 de mayo de 1945, el Ejército Rojo informó que Hans Fritzsche, el número dos del ministro nazi de Propaganda, Joseph Goebbels, había dicho que este y Hitler se habían suicidado en el búnker del líder nazi en la sede de la cancillería en Berlín.

celebraciones tras la muerte de Hitler
celebraciones tras la muerte de Hitler

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Aunque muchos celebraron el anuncio de la muerte de Hitler, abundaron también los escépticos que pensaban que la noticia formaba parte de una estratagema nazi.

Ese mismo día, una emisora de radio en París afirmó haber recibido reportes según los cuales el Führer había sido asesinado la noche del 21 de abril, tras una disputa con sus propios generales sobre la conveniencia de continuar la guerra.

Las versiones se multiplicaban con los días.

La agencia de noticias japonesa Domei informó que había muerto durante un ataque de artillería soviética sobre su residencia.

Un despacho de la agencia informativa UP citaba a un ex alto funcionario del Ministerio de Exteriores nazi que creía que Hitler había fallecido varios días antes a causa de una hemorragia cerebral y que había sido llevado a la capital alemana para morir como un héroe.

"Pueden estar seguros de que el cuerpo de Hitler no será descubierto", vaticinó.

Joseph y Magda Goebbels con sus siete hijos
Joseph y Magda Goebbels con sus siete hijos

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Joseph y Magda Goebbels junto a sus seis hijos pequeños acompañaron a Hitler hasta el final y corrieron su misma suerte. El uniformado de la foto es Harald Quandt, hijo del primer matrimonio de Magda Goebbels. Los esfuerzos por encontrar el cadáver parecían fracasar.

El 4 de mayo la prensa soviética indicó que el Ejército Rojo no había logrado entrar en la sede de la Cancillería alemana -donde estaban las oficinas de Hitler- pues se encontraba en llamas y sus estructuras estaban al borde del colapso.

Dos días más tarde, los soviéticos afirmaron que habían hallado gran cantidad de cadáveres en la Cancillería, pero ninguno coincidía con Hitler ni con Goebbels.

"Entre los rusos persiste la creencia de que la información sobre sus muertes es otro truco nazi y que Hitler y sus allegados están vivos y ocultos", señalaba desde Moscú la agencia AP.

El 8 de mayo, un general ruso anunció el hallazgo en las ruinas de Berlín de un cuerpo abaleado que fue identificado como Hitler por miembros de su propio servicio doméstico, aunque un chofer aseguraba que era el cadáver de uno de los cocineros que también servía como "doble" del Führer.

El búnker de Hitler
El búnker de Hitler

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El búnker de Hitler estaba oculto en la sede de la Cancillería alemana. En junio de 1945, las autoridades soviéticas informaron que los restos de Hitler no habían sido encontrados y que, probablemente, él aún estaba con vida.

Ese mismo verano, empezaron a circular informaciones según las cuales el líder nazi había sido visto en diferentes lugares y muy distantes entre sí.

"Se informó que Hitler estaba viviendo como ermitaño en una cueva cerca del lago Garda, en el norte de Italia. Otro reporte decía que ahora era pastor en los Alpes suizos. Una tercera versión apuntaba que era croupier en un casino en Evian (Francia). Fue visto en Grenoble, en St. Gallen (Suiza) e incluso frente a las costas de Irlanda", escribieron los historiadores Ada Petrova y Peter Watson en el libro "La muerte de Hitler".

Las autoridades estadounidenses interceptaron, en julio de 1945, una carta en la que se aseguraba que Hitler vivía en una hacienda en Argentina, ubicada a unos 700 kilómetros de Buenos Aires. El caso llegó hasta las manos del jefe del FBI, Edgar J. Hoover, quien terminó por desestimarlo.

El engaño soviético

Pero ¿qué sucedió en realidad con Hitler?

Tras el éxito de su ofensiva sobre Berlín en abril de 1945, las fuerzas soviéticas se hicieron con el control del refugio que el Führer tenía en la sede de la Cancillería alemana.

fin de la Segunda Guerra

fin de la Segunda Guerra

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Para julio de 1945, las fuerzas aliadas de Occidente se habían encontrado con las soviéticas en Berlín. El 2 de mayo, miembros del cuerpo de contrainteligencia soviética -conocido como Smersh- sellaron el jardín de la Cancillería y el búnker donde el líder nazi se había instalado desde enero cuando el Ejército Rojo avanzaba sobre Polonia rumbo a Alemania.

La operación de búsqueda del cadáver fue ejecutada bajo el más absoluto secreto al punto de que, según el historiador Anthony Beevor, incluso al mariscal Georgy Zhúkov, comandante de las fuerzas soviéticas que ejecutaron el asalto sobre Berlín, le fue negado el acceso con el argumento de que "el lugar no era seguro".

Al mismo tiempo, iniciaron los interrogatorios a todo el personal que lograron identificar. De acuerdo con Beevor, el proceso era seguido con mucha atención e interés desde Moscú.

"(Josef) Stalin estaba tan desesperado por recibir noticias que un general del NKVD, predecesor de la KGB, fue enviado a supervisar los interrogatorios. Él recibió una línea telefónica segura con un codificador para que pudiera informar a Moscú después de cada entrevista", contó Beevor en un artículo publicado en The New York Times.

El 5 de mayo, los agentes del Smersh hallaron el cadáver de Hitler y de su pareja, Eva Braun, enterrados en un hueco abierto por una bomba en el jardín de la Cancillería.

Los cuerpos habían sido rociados con gasolina y estaban parcialmente quemados. El de Hitler era difícil de reconocer, por lo que una vez en la morgue le removieron la mandíbula para intentar identificarlo a partir de la dentadura.

Una zanja abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería alemana

una zanja abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería alemana

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Los cuerpos de Hitler y de Eva Braun fueron enterrados y parcialmente quemados en una zanja abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería alemana.

Esto pudo hacerse pocos días después, cuando los soviéticos ubicaron a Käthe Heusermann, asistente del dentista del Führer, quien les facilitó su historial médico y los datos requeridos con los que confirmaron que, en efecto, se trataba de él.

Posteriormente, un estudio de odontología forense ratificó en 1973 que el cadáver recuperado era, en efecto, el de Adolf Hitler.

De una tumba a otra

"La estrategia de Stalin, evidentemente, era asociar a Occidente con el nazismo y hacer ver que los británicos o los estadounidenses debían estar ocultándolo", escribió Beevor en su libro "Berlín, la caída 1945".

Para Luke Daly-Groves, historiador en la Universidad de Leeds, fue una jugada política del dirigente comunista.

"Él sabía que los soviéticos habían hallado los restos del Führer cuando decía que Hitler podía haber escapado a España o a Argentina. Pero diciendo esto ayudaba a debilitar a sus oponentes políticos y fortalecía su posición en las disputas territoriales", escribió Daly-Groves en la revista NewStatesman.

Al final de cuentas, la derrota del nazismo abrió las puertas al inicio de la Guerra Fría.

Moscú contaba con una gran ventaja para defender su versión: tomaron y controlaron Berlín de forma exclusiva de mayo a comienzos de julio de 1945, cuando se establecieron las zonas de ocupación.

Además, detuvieron y mantuvieron cautivos por años a varios de los sobrevivientes del búnker, incluyendo al ayudante de cámara de Hitler, Heinz Linge; a su asistente de campo, Otto Günsch, y a su piloto, Hans Baur.

En su empeño por ocultar la verdad, detuvieron en secreto a Heusermann, la asistenta dental que les ayudó a identificar el cadáver. Tras seis años en aislamiento, la condenaron por haber participado voluntariamente en el tratamiento odontológico del Führer.

Stalin (izquierda), Harry S. Truman y Winston Churchill

Stalin (izquierda), Harry S. Truman y Winston Churchill

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Los aliados occidentales de Stalin, Harry S. Truman y Winston Churchill, no llegaron a Berlín hasta julio de 1945 para la Conferencia de Postdam.

Los restos de Hitler permanecieron al cuidado de la unidad Smersh que los encontró. Cada vez que esta se trasladaba, los llevaba consigo.

Así, estuvo enterrado en un bosque a las afueras de Berlín, luego en la localidad de Rathenow (en el estado de Brandemburgo) y finalmente en una base que los soviéticos instalaron en 1946 en Magdeburgo, en el centro este de Alemania.

No fue sino hasta 1968 cuando en un libro escrito por Lev Bezymenski, un periodista y agente de inteligencia soviético que participó en el asalto final a Berlín, se dieron a conocer públicamente detalles de los archivos que Moscú tenía sobre Hitler, así como de su autopsia.

Y recién en 2009 Rusia informó que los restos de Hitler fueron incinerados en 1970 y las cenizas lanzadas al río Biederitz para evitar que la tumba se convirtiera en un santuario nazi.

La medida fue recomendada por el entonces jefe de la KGB, Yuri Andropov, después de que la Unión Soviética acordó traspasar a Alemania oriental el control de la base en Magdeburgo.

Moscú, sin embargo, conservó en la sede de la FSB (sucesora de la KGB) la mandíbula con la dentadura de Hitler y en el Archivo del Estado un fragmento de su cráneo.

Heinz Linge, el asistente personal de Hitler, al centro de la imagen

Heinz Linge, el asistente personal de Hitler, al centro de la imagen

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Heinz Linge (al centro de la imagen), el asistente personal de Hitler, fue uno de los testigos que estuvo en el búnker de Hitler hasta el final y que pudo contar luego los detalles de lo ocurrido.

Entre el veneno y la bala

Un informe presentado en noviembre de 1945 por el historiador Hugh Trevor-Roper, quien durante la II Guerra Mundial sirvió como oficial de inteligencia británica y estuvo a cargo de investigar la muerte de Führer, sostuvo que este se suicidó en torno a las 15:30 del 30 de abril de 1945, junto a Eva Braun, con quien se había casado el día anterior.

Él se quitó la vida detonando una pistola en su boca, mientras que ella habría ingerido una cápsula de cianuro.

Esta versión fue puesta en duda en el libro de Bezymenski, en el que se menciona además que al cadáver de Hitler le "faltaba una parte del cráneo".

En 2016 Jean-Christophe Brisard y Lana Parshina tuvieron acceso parcial y controlado a los archivos de Estado de la Federación Rusa, así como a archivos militares y de la policía secreta relacionados con el caso.

Según informaron, en la dentadura de Hitler se hallaron trozos de vidrio, lo que sugeriría que tomó cianuro, y pusieron en duda que se haya pegado un tiro.

En una entrevista en 2018 con el diario Times of Israel, Parshina dijo que el líder nazi daba muestras de sufrir Parkinson durante sus últimos días, por lo que se preguntaba cómo pudo dispararse con su mano derecha en esas condiciones.

Hitler y Eva Braun

Hitler y Eva Braun

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Hitler y Eva Braun se casaron el 29 de abril de 1945, un día antes de morir. Brisard, por su parte, destacó que no hallaron rastros de bala en la boca de Hitler, aunque cree posible que él haya pedido a alguien de confianza -como su asistente Heinz Linge- que le diera un tiro de gracia tras tomarse el veneno.

Otras versiones sugieren que se suicidó ingiriendo veneno y, luego, disparándose en la sien.

En todo caso, en general, los expertos coinciden en que el cadáver hallado por las fuerzas soviéticas es el de Hitler y en que la versión que ofreció la radio de Hamburgo aquel 1 de mayo de 1945 erraba en dos cuestiones centrales: el líder nazi no había muerto aquel día y, más importante aún, no lo hizo en combate.

En el momento de la muerte, no estaba en la vanguardia sino que se batía en retirada para evitar sufrir la suerte de Benito Mussolini -de cuya ejecución sumaria había sido informado dos días antes- o tener que rendir cuentas por sus actos ante la justicia.

El hombre que había prometido construir un imperio que duraría un milenio abandonaba la carrera tras pasar en el poder 12 años, en los que sacudió al mundo a sangre y fuego, dejando una Europa en ruinas y una Alemania destruida y ocupada.

_- Como murió Benito Mussolini

_- De Izquierda a Derecha, se puede observar los cuerpos sin vida del político excomunista Nicola Bombacci (1879-1945), del Duce Benito Mussolini (1883-1945), de su fiel amante Clara Petacci (1912-1945), del ministro Alessandro Pavolini (1903-1945) y del reconocido político fascista Achille Starace (1889-1945), siendo exhibidos en la Plaza Loreto en la ciudad de Milán ubicada en el norte de Italia el 29 de abril de 1945.


El 28 de abril de 1945 en Giulino di Mezzegra, Norte de Italia, era fusilado el dictador Benito Mussolini acabando con 23 años de persecuciones, torturas y ejecuciones. 

Nacido en Forlí, en 1883 con el nombre de Benito Amilcare Andrea Mussolini, a los 17 años se afilió al Partido Socialista Italiano, para evitar el servicio militar huye a Suiza hasta que fue detenido y deportado a Italia, donde no pudo evitar la instrucción militar en Verona. 

Durante los siguientes 4 años alternó la enseñanza de francés, idioma que dominaba y escribir artículos en varios periódicos, por el carácter agitador de estos, fue detenido en varias ocasiones. 

Cuando Italia entró en la Primera Guerra Mundial el PSI pedía la neutralidad, esto irritó a Mussolini que edita el periódico “Il Popolo d’Italia” de corte ultra nacionalista. 

Durante la Primera Guerra Mundial sirvió en el frente y por la herida de un mortero se lo retiro de la batalla, al terminar la guerra desde su periódico alentó el sentimiento de descontento por lo obtenido por Italia en el “Tratado de Versalles”. 

En 1919 forma el “Fasci Italiani di Combattimento”, grupos armados de agitación que constituyeron el germen inicial del futuro Partido Nacional Fascista que funda en 1921, ese día Mussolini desfiló en Milán con sus columnas de «camisas negras» con consignas anti socialistas y anticomunistas, ganándose la simpatía de la derecha industrial y terrateniente. 

En agosto de 1922 una huelga izquierdista fue dispersada por sus grupos de choque. Aprovechando la revuelta toman los municipios de Ancona (Milán), Génova, Livorno, Parma, Bolzano y Trento, dando inicio a la "revolución Fascista", finalmente en octubre de 1922 Mussolini marcha sobre Roma con más de 40 mil camisas negras y obligan al Rey Víctor Manuel III a formar una monarquía Parlamentaria con Mussolini como presidente del consejo de ministros. 

Los años posteriores fueron una página negra para Italia, censura, persecuciones, desapariciones y militarización de las calles, en 1934 la colonia italiana de Somalía entra en guerra con Etiopía, Allí se produce el acercamiento entre Mussolini y Hitler quien lo ayuda a aplastar a las tropas etíopes. 

Benito anuncia el renacimiento del imperio italiano, junto con Hitler ayudan a Franco en la guerra civil española y en línea con Alemania, dicta leyes raciales contra los judíos. Si bien Italia era aliado de Alemania, cuando este invadió Polonia iniciando la segunda guerra mundial, Italia se mantuvo neutral ya que no estaba preparada, Hitler presionó a Mussolini a intervenir, quién acorralado, accedió, el desempeño de las tropas italianas fue desastroso, lejos de ayudar a Alemania, le trajo más complicaciones, ya que abrió 4 frentes de ataque y no lograba ninguno por lo que Hitler desvió divisiones alemanas para ayudarlo.

Mussolini deprimido por su fracaso le propone a Hitler rendirse a los rusos para dedicarse al frente francés, Hitler se da cuenta que ya no cuenta con él y ordena el retiro de sus tropas de Italia, que finalmente cae ante la invasión norteamericana por el sur de la península. 

Mussolini ya sin poder, en medio de una revuelta generalizada y la derrota alemana consumada, decide huir a Suiza pero es capturado por partisanos comunistas y fusilado junto a su amante Clara Petacci, su cuerpo fue trasladado a Milán donde fue colgado de los pies como antes se ejecutaba a los comunistas y entregado a la turba que lo golpeó y ultrajó durante horas, cuando Hitler se enteró de lo sucedido decidió que a él no le pasaría lo mismo por lo que antes de ser capturado, dejo instrucciones para que luego de suicidarse su cuerpo fuera quemado.

jueves, 1 de mayo de 2025

_- Nuestra democracia es su memoria. Muchos españoles fueron parte del esfuerzo para derrotar al fascismo, primero en España, en la Guerra Civil; y luego en Europa, en la II Guerra Mundial

_- El 22 de noviembre de 2004, la ONU decidió declarar los días 8 y 9 de mayo como las Jornadas de Recuerdo y Reconciliación en honor de quienes perdieron la vida en la II Guerra Mundial. Gracias a la victoria de las Fuerzas Aliadas sobre la temible máquina de guerra y destrucción nazi se instaló un sistema internacional basado en los derechos humanos, la paz y la cooperación Internacional.

Esta fecha conmemora la derrota del fascismo gracias a los esfuerzos de toda una generación de personas que pagaron muy caro su compromiso con la dignidad humana, la libertad y la igualdad de derechos. A ese esfuerzo no fueron ajenos muchos de nuestros compatriotas, españolas y españoles que hicieron frente en dos ocasiones al fascismo: primero en España, en nuestra Guerra Civil; y luego en Europa, en la II Guerra Mundial.

Al finalizar la Guerra Civil, cerca de medio millón de españoles se vieron obligados a exiliarse y cruzar la frontera por haber defendido la democracia y un sistema constitucional legítimo, huyendo de la represión y la muerte que la defensa de sus convicciones podría acarrearles y se desperdigaron por Europa, el norte de África y el continente americano. El miedo que les empujó a abandonar sus vidas no encontró cura, en un primer momento, en los países vecinos, y especialmente Francia, que construyó unos ominosos campos de concentración para estos cientos de miles de refugiados que continuaron soportando allí unas durísimas y humillantes condiciones de vida.

A pesar de la áspera primera recepción, cuando llegó el momento de defender los ideales republicanos de libertad, igualdad y fraternidad, estos compatriotas se situaron junto a la bandera francesa y del resto de aliados y combatieron, una vez más, el fascismo y su brutalidad inhumana, porque sabían que, en ese momento, su auténtica patria eran esos ideales. En el saldo de su humilde y callada contribución personal, hemos de contar algunos hitos destacados en la liberación de Europa, como es el famoso caso de la conocida Novena División de Leclerc, que liberó París. Esta semana, el Gobierno ha emitido una declaración de reparación personal a Rafael Gómez, último superviviente de “La Nueve”, que falleció recientemente.

Otros muchos españoles, casi 10.000 compatriotas, fueron abandonados a su suerte por el Gobierno franquista; y con la colaboración del régimen de Vichy, finalmente deportados a los temibles campos de exterminio nazi. Más de la mitad perecieron, asesinados o por simple agotamiento e inanición, sucumbiendo en el trabajo esclavo al que fueron sometidos, señalados por la S de españoles y un ominoso triángulo azul de apátridas, o un rojo, por su ideología comunista o socialista.

Este 5 de mayo, coincidiendo con el 75 aniversario de la liberación del campo de Mauthausen y la conmemoración a las víctimas del nazismo en España, el Consejo de Ministros ha aprobado una Declaración Institucional para “honrar su memoria y agradecer su sacrificio por la democracia y la libertad”. Además, se ha otorgado un certificado de reparación personal a Juan Romero Romero, que, con 101 años, sobrevive a cuatro años de torturas y privaciones en el terrible campo de Mauthausen. Junto a él, y a sus más de 7000 compañeros, queremos reconocer el legado ético que aportan a la Democracia Española.

El exilio español, igualmente, fue una extraordinaria fuente de difusión, extensión y fructificación de la cultura, la ciencia y la investigación española en el mundo. Gracias a la generosa acogida de países hermanos, como fue el caso singular del México del presidente Cárdenas, o del Chile al que llegó el Winnipeg y otros casos, la época de plata del arte, la cultura y la ciencia española se expandió por el mundo y funcionó como una especie de fermento social, académico y cultural, en casi todos los países de Iberoamérica. Sin duda, esa fue la mayor muestra de agradecimiento a la inmensa generosidad de los pueblos y gobiernos que acogieron a los miles de españoles que buscaban rehacer sus vidas.

El año pasado se cumplió el 80 aniversario del exilio español republicano. El Gobierno llevó a cabo un intenso y ambicioso programa de reparación y reconocimiento del sufrimiento, ejemplo y contribución de esos cientos de miles de españoles, con actos simbólicos como los viajes del presidente del Gobierno a Francia o a México; con actividades culturales, como la exposición celebrada de diciembre a febrero en Madrid, y siempre fomentando y cultivando la relación con las asociaciones de exiliados y sus descendientes en el Exterior, verdadera memoria de este hecho trágico de la historia de España, y a quien hay que agradecer que, a pesar de los años y los olvidos, siempre han mantenido el amor al país que perdieron, nuestra cultura y nuestra forma de vida.

Porque en la lucha contra el totalitarismo y el fanatismo, perdieron una batalla en su propio país; pero, hoy, 75 años más tarde, con la democracia triunfante en España y Europa, sabemos que finalmente, ganaron la Guerra contra el Fascismo. La victoria de la democracia y la libertad, es su victoria. Gracias a su ejemplo y su recuerdo, debe ser la victoria de todos.

Carmen Calvo es vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática

miércoles, 30 de abril de 2025

La falta de orientación política condujo a la derrota. El pueblo griego estaba dispuesto a luchar

Hace diez años las protestas contra las políticas de austeridad de la UE sacudieron a Grecia. Aunque el movimiento tuvo la virtud de movilizar a los ciudadanos que no formaban parte de la izquierda organizada, su carencia de orientación política terminó conduciéndolo a la derrota.

La «primavera caliente» de 2011 fue solo una gota en la enorme ola de levantamientos populares que recorrió el mundo ese año. La ola empezó a formarse en la costa sur del Mediterráneo con la Revolución tunecina y las revueltas de la plaza Tahrir. Luego llegó a España de la mano de los indignados y viajó, a través de Grecia, a los Estados Unidos, donde fue recibida por el movimiento Occupy Wall Street, antes de volver al Mediterráneo para la ocupación del Parque Taksim Gezi de Estambul.

Además de formar parte de esta revuelta internacional, la ocupación de las plazas que sacó a la calle a cientos de miles de griegos debe ser analizada en el marco del ciclo nacional de movilizaciones, que había empezado a sacudir al país en mayo de 2010, cuando el parlamento aprobó el primer memorándum con los acreedores europeos de Atenas. La ocupación de las plazas quedó atrás, pero la ola se expandió y tomó distintas formas hasta llegar al verano de 2015.

Aunque hubo muchas diferencias entre los distintos levantamientos, el movimiento griego compartió ciertos rasgos con sus equivalentes extranjeros, especialmente los del Mediterráneo. Todos fueron sorprendentemente masivos, su composición social fue transclasista, los jóvenes estudiantes jugaron un rol destacado y lograron despertar simpatía popular. Además, compartieron un amplio repertorio de acciones, fundamentalmente centrado en la ocupación del espacio público.

No menos notables fueron las semejanzas subjetivas de estos movimientos. En ruptura con los marcos organizativos y las escisiones políticas tradicionales, enfatizaron la autoorganización y combinaron reivindicaciones socieconómicas con la búsqueda de formas de democracia directa o participativa. La presencia ubicua de banderas nacionales y la distancia tomada frente a las referencias históricas y simbólicas de la izquierda, sacaron a luz el carácter «nacional» de las movilizaciones. Aun así, el desarrollo de distintas formas de solidaridad y la circulación transnacional de símbolos, consignas y modos de acción, debe concebirse como una forma renovada de internacionalismo.

Todo esto para decir que comprender la experiencia griega nos permitirá extraer algunas conclusiones generales sobre la paradoja que definió a estos movimientos, a saber, la divergencia entre su dimensión insurreccional masiva y el limitado impacto político que tuvieron. Para decirlo en pocas palabras, fueron incapaces de lograr conquistas duraderas que estuvieran a la altura de los objetivos que se habían propuesto.

Crisis orgánica
Un punto de partida útil para comprender las razones profundas que llevaron a esta situación es el concepto de «crisis orgánica», elaborado por Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel.

El concepto de «crisis orgánica» remite a una ruptura radical y repentina de las relaciones entre las clases sociales y las fuerzas políticas que hasta entonces cumplían funciones representativas. Es una forma específica de crisis política, típica de un régimen parlamentario en el que un sistema institucional ampliado y pluralista organiza los términos del consentimiento de las clases subalternas a la dominación burguesa.

La estabilidad de este sistema hegemónico se viene abajo —de aquí el carácter «orgánico» de la crisis— como resultado de la presión que ejercen dos factores fundamentales. El primero es el fracaso de un proyecto estratégico de la clase dominante, como una guerra o un asunto de importancia nacional. El segundo es el pasaje repentino de las masas de un estado pasivo a una actitud activa. Este cambio —enfatiza Gramsci— conduce a una explosión de reivindicaciones que surgen directamente de las masas movilizadas, aunque, en estas circunstancias, constituyen un todo «inorgánico», es decir, incoherente. Sin embargo, para Gramsci no dejan de ser una «revolución», un movimiento que exige una ruptura radical para ponerle fin a una crisis devenida crisis de hegemonía, es decir, una crisis que afecta a todo el Estado. El concepto de «crisis orgánica» no basta para dar cuenta de la crisis revolucionaria, pero contiene algunos de sus elementos más importantes. El resultado final depende sobre todo de la intervención «subjetiva» de las fuerzas políticas que luchan para tomar la dirección del proceso y canalizarlo en una dirección determinada.

Este análisis nos brinda una clave para comprender los rasgos específicos de la crisis griega de 2011 y los meses subsiguientes. Con toda evidencia, la terapia de choque impuesta por los memorándums manifestó una derrota estratégica de la burguesía griega: deshizo los fundamentos del contrato social forjado luego de la caída del régimen militar en 1974, transformó las perspectivas de «integración europea» de Grecia en una pesadilla e impuso un régimen de tutelaje permanente y una merma considerable de soberanía nacional. Para sostener su dominio sobre el país, la clase dominante tuvo que aceptar un lugar subalterno y un deterioro drástico de su posición internacional.

La combinación de estas tres dimensiones (social, ideológica y nacional) llevó a la deslegitimación, no solo de los estratos políticos dominantes, sino también del sistema hegemónico en su conjunto. De ahí el colapso de la credibilidad en los medios, en los «intelectuales orgánicos» de los sectores dominantes y en las instituciones representativas (incluso en las fuerzas que operaban como una oposición fiel). Todo esto puso en cuestión la capacidad que tenían las élites de dirigir el país y la capacidad del sistema bipartidista de brindar soluciones viables.

Vale la pena enfatizar la dimensión nacional de la crisis. El tutelaje impuesto por la Troika (la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI) privó de su «función nacional» a la clase dominante griega y a sus servidores. La pérdida fue acompañada de un ataque a la clase trabajadora, sin precedentes en las sociedades europeas occidentales de la posguerra, aunque muy similar a los programas de «ajuste estructural» promovidos por el FMI y el Banco Mundial en muchos países del Sur Global y de Europa del Este, a partir de los años 1980.

La combinación entre la pérdida de soberanía nacional y la violencia de la ofensiva antisocial explica la profundidad y el carácter generalizado de la crisis griega, sobre todo si se la compara con la situación portuguesa o española de ese mismo año. También explica por qué el gesto más extendido en las plazas ocupadas fue la flameante bandera griega, que desconcertó a los activistas de izquierda que se negaban a comprender su sentido. Inédita desde los días de la dictadura militar (1967-1974), esta reapropiación de la bandera surgió como una reacción a la imposición de los dictados de la Troika, un mensaje del pueblo que se autoproclamaba como la «verdadera» Grecia, diferenciándose de aquellos que pretendían actuar en su nombre. Este colapso hegemónico también representó una oportunidad histórica para la izquierda más radicalizada. Por primera vez en décadas, la izquierda se encontró en posición de luchar por la hegemonía, es decir, en una situación excepcional en cualquier régimen parlamentario «maduro».

¿Hacia una crisis revolucionaria?
La ocupación de las plazas también develó un segundo aspecto de la crisis orgánica: el momento en que las masas, que excedían por mucho a los militantes que habían dirigido hasta entonces las movilizaciones contra la Troika, pasaron a ocupar el centro de la escena. Esta confluencia no fue en absoluto un proceso automático. Los sindicatos más combativos, y la intervención de la izquierda radical en las asambleas populares celebradas en los espacios ocupados, permitieron superar gradualmente la desconfianza mutua de las primeras semanas, alimentada por los desacreditados dirigentes de la confederación sindical. Sin fusionarse en términos orgánicos, el «pueblo de las plazas» convergió así con el movimiento obrero. La movilización popular alcanzó su momento más álgido en los tres días de huelga general —15, 28 y 29 de junio—, que contó con niveles de participación inéditos desde los años 1970. En este sentido, el movimiento griego siguió un camino distinto al de los indignados españoles, que no tuvieron ningún intercambio significativo con el movimiento obrero, y terminó pareciéndose más a los casos egipcio y tunecino.

Esto hace relucir todavía más la magnitud excepcional del movimiento griego. A todas luces, la proporción de la población movilizada fue más grande que en el caso de España y no es difícil compararla con los levantamientos árabes. Según algunos sondeos, a comienzos de junio de 2011 al menos 2 800 000 griegos —¡el 30% de la población adulta!— declararon que participarían «definitivamente» de las protestas, a los que se suma un amplio 21% que manifestó que asistiría «muy probablemente». Mientras tanto, el 35% declaró haber participado de marchas y otras iniciativas populares organizadas durante el período previo. Una estimación realista es que, en las movilizaciones que acompañaron a la huelga general del 28 y 29 de junio, al menos un tercio de la población participó activamente. Además, en los sondeos del período, al menos dos tercios de los griegos declararon rechazar los memorándums y el régimen de la Troika.

Esta dinámica mayoritaria también explica la duración de las movilizaciones y su intensidad. A pesar del reflujo del movimiento de las plazas que siguió al voto del memorándum «intermedio» del 29 de junio, la movilización alcanzó un nuevo pico pocos meses después. El 19 y 20 de octubre, una huelga general, la más masiva que se haya visto desde la caída de la dictadura, paralizó completamente a Grecia. Una semana después, el 28 de octubre —el feriado en el que se celebra el «No» a Mussolini de 1940—, la gente tomó las calles y forzó la interrupción de los desfiles militares y la retirada de los funcionarios estatales. Al mismo tiempo, el primer ministro George Papandreou, humillado en la cumbre europea celebrada en Cannes, donde propuso un referéndum sobre los memorándums, renunció a su cargo para favorecer un movimiento de coalición amplio guiado por la UE y dirigido por el banquero Loukas Papademos. Al ver que su apoyo mermaba, tanto dentro como fuera del parlamento, Papademos convocó a elecciones anticipadas en mayo de 2012 y, como no logró constituir una mayoría, lo hizo de nuevo en junio. Esta doble elección efectivizó el colapso del sistema bipartidista, cuyos pilares —la socialdemocracia del PASOK y la derecha de Nueva Democracia— pasaron de haber conquistado el 77,4% de los votos en noviembre de 2009 a quedarse tan solo con el 42%.

Por lo tanto, no es exagerado decir que la crisis griega mostró algunos de los rasgos aludidos en la célebre definición que dio Lenin de una situación revolucionaria, que es a la vez una de las principales fuentes de la noción gramsciana de «crisis orgánica»:

La revolución solo puede triunfar cuando los «de abajo» no quieren y los «de arriba» no pueden seguir viviendo como antes. Esta verdad también puede expresarse en otras palabras: la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y explotadores).

Pero la condición faltante —y la más decisiva— fue otra, una que suele recibir menos atención, pero que también es mencionada por Lenin en este pasaje:

[Q]ue la mayoría de los obreros (o, en todo caso, la mayoría de los obreros conscientes, reflexivos, políticamente activos) comprenda a fondo la necesidad de la revolución y esté dispuesta a sacrificar la vida por ella.

En otras palabras, no puede haber revolución si las masas no apoyan las soluciones revolucionarias; y este apoyo no es un resultado automático del movimiento de masas. Se necesita cierto tipo de intervención y preparación política. Este tipo de conciencia política no definió a un levantamiento cuyo horizonte se formó exclusivamente en función del rechazo visceral hacia la Troika y hacia los políticos de turno, y no de la voluntad de derrocar el orden social existente. Pero no deja de ser cierto que, por primera vez desde los grandes levantamientos de los años 1960 y 1970, en un país europeo que parecía convertirse de nuevo en el «eslabón débil» del centro continental del capitalismo, se presentó la posibilidad de una ruptura del equilibrio social y político de fuerzas.

La grandeza del movimiento y sus límites
El movimiento de las plazas de 2011 surgió de una larga serie de acontecimientos insurreccionales que puntúan la historia griega moderna. Pero aunque explique su grandeza, el carácter explosivo y repentino del levantamiento también lo convirtió en un hecho sumamente contradictorio. El «pueblo de las plazas» carecía de cualquier experiencia previa de organización o de participación en acciones colectivas, motivo por el que planteó una serie de reivindicaciones y prácticas que Gramsci hubiese definido como «incoherentes». Cualquiera que haya estado en aquel momento en la plaza Síntagma recordará la mezcla de enojo y combatividad, la atmósfera futbolística y el radicalismo genuino, en síntesis, un rechazo indiscriminado hacia la política combinado con una búsqueda de autoorganización y participación directa en los asuntos públicos. Este revoltijo de actitudes y prácticas estaba acompañado por cierta fascinación con encontrar «soluciones mágicas» a la crisis: desde los llamados a recuperar la antigua «democracia ateniense» hasta distintas teorías de la conspiración que pretendían explicar las causas de la deuda pública.

La contradicción más importante tal vez fue la que se expresó en la consigna más popular del movimiento de las plazas: la reivindicación de la άμεση δημοκρατία, generalmente traducida como «democracia directa». Sin embargo, el término griego άμεση se traduce mejor como «inmediata», pues significa «sin mediaciones», es decir, «directa», y a la vez algo que debe realizarse «inmediatamente». En este sentido, uno de los principales límites del movimiento de las plazas reside en el hecho de que no supo dotar de un contenido real a esta reivindicación de «democracia inmediata».

Para muchos, la consigna remitía a una forma de antiparlamentarismo espontánea —o, más bien, brutal—, ilustrada por el impactante y multitudinario canto que se escuchaba en la plaza Síntagma: «Quememos este parlamento, que no es más que un burdel». Para otros remitía a una idea libertaria de democracia sin mediaciones, es decir, un modelo puramente «horizontal» inspirado por las formas de autoorganización que surgían en las plazas ocupadas. También había quienes pensaban que se refería a una reforma institucional tan radical como indefinida, que establecería una «democracia real», o, al menos, un funcionamiento democrático suprimido por el régimen de la Troika y el autoritarismo que conllevó. Además, la convocatoria inicial a ocupar las plazas —que terminó dándole su nombre a la página y al grupo de Facebook del movimiento de la plaza Síntagma— se hizo bajo el título «¡Democracia real ya!», referencia directa a la Puerta del Sol de Madrid.

El movimiento de las plazas no tuvo éxito a la hora de sintetizar estas ideas en función de un proyecto político alternativo, ni tampoco logró generar una reorganización económica alternativa que fuera más allá del rechazo a la austeridad y al tutelaje de la Troika. En este sentido, compartió el carácter «negativo» de los levantamientos de la década pasada, definido por Alain Badiou en función de que su principal factor de unidad, cuando no el único, es el rechazo generalizado hacia los gobernantes. Ahora parece evidente que la ausencia de un proyecto alternativo, lejos de liberar a la política del peso de las «ideologías» y de las «grandes narrativas» —como nos quisieron hacer pensar muchos intelectuales posmodernos—, conduce a la impotencia y, en general, a una restauración reaccionaria, de la que la brutal dictadura de Abdulfatah al Sisi es el ejemplo más terrible.

Sin embargo, el principal límite del movimiento estaba en otro nivel, uno del que surgían, «en última instancia», todos los límites. No se trató solamente de la incapacidad de formular una alternativa global, ni siquiera de la imposibilidad de detener la votación del memorándum en el parlamento. De hecho, bien consideradas las cosas, estos objetivos parecían estar lejos del alcance de un movimiento heterogéneo y eruptivo cuya esperanza de vida se contaba en semanas. El problema decisivo fue que no contó con un marco organizativo —ni siquiera con un proyecto— capaz de elevar la lucha popular a otro nivel.

Con todo, nos dejó algunos elementos valiosos para emprender esta tarea. Básicamente, renovó el repertorio de la acción colectiva y estimuló muchas iniciativas locales de solidaridad, autoorganización y acción directa. Pero no elaboró una forma capaz de organizar y coordinar con autonomía la lucha popular durante el período siguiente, un límite que compartieron otros movimientos similares que irrumpieron en ese entonces y que sigue afectando a muchos que surgen en la actualidad. Entonces, el movimiento fue incapaz de atravesar cierto umbral de sus propias capacidades para desarrollar perspectivas alternativas más amplias e interactuar productivamente con otros actores políticos. Esta fue la causa principal de la discrepancia entre la impresionante fuerza del movimiento y su incapacidad de alcanzar resultados tangibles y positivos.

La capitulación
A primera vista, Grecia parece ser una excepción al principio de unidad estrictamente negativo definido —y criticado— por Alain Badiou. El ciclo de movilización popular de 2010-2012 condujo efectivamente a una transformación real de la escena política, de la que se benefició especialmente Syriza. Fue la única fuerza que mostró disposición a satisfacer la reivindicación de una ruptura política que surgió de las movilizaciones y que estas eran incapaces de conquistar por sus propios medios. En este contexto —siempre teniendo en cuenta el peso simbólico de la izquierda radical en un país que vivió una guerra civil y décadas de persecución anticomunista—, la propuesta de un «gobierno de izquierda antiausteridad» se presentó como una decisión de romper con la situación existente. A pesar de sus objetivos «negativos» o defensivos —poner fin a la austeridad y al tutelaje de la Troika—, se percibió en Syriza un intento de superar el rol tradicional de oposición subordinada que el sistema bipartidista asigna a la izquierda y de plantear la cuestión del poder en términos efectivos. Al menos en este sentido, Syriza emergió como una fuerza que comprendió la oportunidad planteada por la «crisis orgánica». Es una de las lecciones fundamentales que nos deja todo este período: la movilización popular es capaz de crear las condiciones para un desplazamiento hacia la izquierda pero, para que estas condiciones se materialicen, se necesita una propuesta política potencialmente hegemónica.

Esto también plantea el problema de las responsabilidades —y, en última instancia, del fracaso— de la organización que fue capaz de jugar dicho rol. A falta de un análisis sistemático, diremos simplemente que el problema de Syriza estuvo en su gestión estrictamente electoral de la dinámica creada por la movilización desde abajo, es decir, que contuvo el conflicto en los niveles necesarios para tener éxito en las urnas. Nunca propuso un plan para organizar la lucha popular, una perspectiva más general ni se preparó para enfrentar las condiciones más inmediatas que planteaba la posibilidad de un triunfo. Entre estas condiciones, una tenía una importancia estratégica decisiva: la confrontación con la UE y los mecanismos que previsiblemente utilizaría contra el gobierno que se atrevió a desafiar sus políticas, empezando con el «arma nuclear» del BCE, el euro.

La capitulación de Syriza no implica que no haya sucedido nada, es decir, que durante esos primeros siete meses de 2015 no se haya efectuado —y perdido— una apuesta histórica. Pero nos muestra que el momento de verdad no fue tanto el éxito electoral alcanzado por Syriza en enero de 2015, sino el hecho de que este triunfo haya intensificado el ciclo de conflictos previo, iniciado en 2010 y generalizado contra la voluntad de las figuras que la propia movilización había colocado en el gobierno. El momento de verdad llegó en 2015 con el referéndum sobre el paquete de austeridad de la UE. Aunque durante poco tiempo, la «primavera caliente» de 2011 efectivamente resucitó, no en la victoria electoral de Syriza, sino en la movilización del 3 de julio de 2015 en la plaza Síntagma y en el 61,3% de los votos por el «No» en el referéndum del 5 de julio.

Aunque el «No» rotundo provocó la sorpresa de todo el mundo, fue revertido unos pocos días después: en manos de aquellos que lo recibieron como una carga insostenible, se convirtió rápidamente en un «Sí» a la austeridad de la UE. De la noche a la mañana, cuando Alexis Tsipras firmó el tercer memorándum, Grecia dejó de ser un faro de esperanza para convertirse en un trauma del que la izquierda internacional no se recupera.

En cualquier caso, es fundamental que las enseñanzas que nos deja esta experiencia no se pierdan. La primera es que ni siquiera un movimiento de masas tan grande como aquel es capaz de brindar las soluciones necesarias a los problemas que plantea su propio surgimiento. La política sigue siendo necesaria y es a fin de cuentas el factor decisivo que informa el resultado de cualquier situación. Pero también quedó claro que no debemos consentir en cualquier propuesta política que se presenta como «la izquierda» y se rehúsa al mismo tiempo a elaborar los medios capaces de llevar al pueblo a la victoria.

Stathis Kouvelakis. Profesor de teoría política en el King’s College London. Formó parte del comité central de Syriza.
Traducción: Valentín Huarte.
Fuente: https://jacobinlat.com/2021/08/12/el-pueblo-griego-estaba-dispuesto-a-luchar/

https://rebelion.org/el-pueblo-griego-estaba-dispuesto-a-luchar/

martes, 29 de abril de 2025

Este hábito está arruinando silenciosamente tus relaciones Muchos de nosotros lo hemos hecho, pero eso no significa que esté bien, dicen los expertos.

Ilustración de una silla de madera delante de una pared de ladrillo rojo. El fondo es azul claro.
Credit...Ilustración por Matt Chase; Fotografías de Shutterstock
Muchos de nosotros lo hemos hecho, pero eso no significa que esté bien, dicen los expertos

Una noche de la semana pasada, mi esposo, Tom, y yo discutimos. A la mañana siguiente, yo seguía echando humo. Así que le hice la ley del hielo.

Para los que nunca lo han hecho, la ley del hielo es cuando una persona se niega intencionadamente a comunicarse contigo o, en algunos casos, hasta a reconocer tu presencia. Es una maniobra habitual que se utiliza en todo tipo de relaciones, dijo Kipling Williams, profesor emérito de ciencias psicológicas de la Universidad de Purdue, quien ha estudiado los efectos de la ley del hielo durante más de 30 años.

La táctica que utilizaba con Tom es una que los investigadores de la Universidad de Sidney denominan “silencio ruidoso”. Es cuando una persona intenta, de forma evidente, mostrarle al otro que lo está ignorando, como abandonar teatralmente la habitación cuando entra la otra persona.

Me avergüenza decir que esa fui yo. Cuando me fui al trabajo sin mediar palabra, miré a Tom fijamente y luego di un portazo espectacular.

Utilizar la ley del hielo es tentador porque puede sentirse bien, temporalmente, hacer que la otra persona se retuerza, dijo Erin Engle, psicóloga del Centro Médico Irving de la Universidad Columbia/Presbiteriano de Nueva York. Pero, añadió, puede tener consecuencias a largo plazo en tu relación.

Pregunté a los expertos qué hacer si te hacen la ley del hielo, o si sientes el impulso de hacérsela a otra persona.

Si tienes la tentación de dejar de hablarle a alguien
Algunas personas creen que la ley del hielo es una forma más suave de afrontar los conflictos, dijo Gail Saltz, profesora clínica asociada de psiquiatría del Hospital Presbiteriano de Nueva York.

Pero no lo es, explicó. “Responder con silencio es un castigo”, dijo, “así lo reconozcas o no”.

Para quien está siendo excluido, crea “ansiedad y miedo, y sentimientos de abandono”, dijo Saltz, y a menudo provoca una “cascada de dudas sobre sí mismo, culpa y autocrítica”.

Y duele, añadió Williams. Su investigación sugiere que ser excluido e ignorado activa en el cerebro las mismas regiones dolorosas que el dolor físico. “Así que no es solo metafóricamente doloroso, sino que el cerebro lo detecta como dolor”, dijo.

Si te sientes abrumado, pide un poco de tiempo, aconseja Williams. Puedes decir: “No puedo hablar contigo ahora, estoy muy alterada. Voy a dar un paseo y volveré dentro de una hora”.

Di una hora clara en la que estarás de vuelta y dispuesto a hablar, para no dejar las cosas abiertas, dijo James Wirth, profesor asociado de psicología de la Universidad Estatal de Ohio en Newark, quien estudia el ostracismo. La ambigüedad, dijo, es parte de lo que hace que la ley del hielo sea “realmente letal”.

Y recuerda: aunque utilizar la ley del hielo puede darte una sensación de poder y control, dijo Williams, también es agotador. Requiere trabajo imponer “este comportamiento que es inusual y contrario a las normas”, explicó, “así que requiere mucho esfuerzo cognitivo y mucho esfuerzo emocional”.

Si es a ti a quien no le hablan
No hay mucha literatura sobre la forma más eficaz de romper el silencio, dijo Wirth. La única sugerencia verdadera basada en la investigación, dijo, es que hay que dejar de hacerlo.

Si te animas, dijo, escribe una nota o apela a la persona directamente en lugar de prolongar el silencio.

Para restablecer la conexión, intenta apelar a tu empatía, dijo Saltz. Aunque reconoció que puede ser difícil. “Piensas: ‘¿por qué no pueden hablar conmigo? Como diciendo: ‘Esto es terrible, no les cuesta nada a ellos’”, dijo.

Pero eso no es necesariamente cierto, añadió. La persona puede haber llegado a un estado de angustia, dijo. “En realidad, no es fácil para ellos”, dijo. “Es duro para ellos”.

Saltz sugirió acercarse a la persona con franqueza y curiosidad utilizando el siguiente guion: “me hace sentir que no podemos avanzar cuando me respondes con silencio. Quiero entender lo que te pasa. No quiero que te sientas disgustada. Quiero que las cosas mejoren entre nosotros. Y para eso necesito más información sobre lo que te ocurre”.

Y aunque muchos de nosotros somos culpables de utilizar la ley del hielo de vez en cuando, añadió Saltz, si, por ejemplo, una pareja maneja crónica y frecuentemente todos los conflictos de esta manera, entonces “es justo calificarlo de abuso emocional”.

En un momento de calma, pide a tu pareja que piense en otras formas de resolver los conflictos, dijo Saltz.

Si eso no funciona, dijo Engle, puedes sugerir que ambos vayan a terapia, para que aprendan formas más eficaces de manejar los desacuerdos o de estar emocionalmente agobiados.

Si tu pareja no está dispuesta a probar la terapia, dijo Saltz, entonces ve tú, “para desentrañar el papel que desempeñas en la interacción y obtener orientación sobre cómo gestionar la ley del hielo cuando te está ocurriendo a ti”.

Mi “silencio ruidoso” con Tom duró solo unas horas, pero la próxima vez lo hablaré en lugar de dejarlo fuera. Cuando llegué a casa del trabajo, me ofreció una bolsa de galletas de una pastelería que me gusta, aunque no debería haber tenido que recurrir a un soborno.

Aun así, mi lema es “acepta todas las galletas”, así que eso rompió el hielo.

lunes, 28 de abril de 2025

Cómo el simple hábito de sacarte los zapatos cuando entras a tu casa puede traer beneficios enormes para tu salud

Hombre entrando a la casa con las zapatillas sucias.

Cuando entras a la casa con calzado, no es solo la suciedad visible la que traes con ellos.
Mi madre siempre ha tenido una norma inquebrantable: nada de zapatos que se usan en el exterior dentro de la casa. No importaba quién fueras -familiar, vecino o invitado-, tenías que quitártelos antes de cruzar el umbral.

De niña, pensaba que era una de sus muchas manías. Pero a medida que me fui haciendo mayor (y más sabia), comprendí que no se trataba de un orden obsesivo. Se trataba de salud, seguridad e higiene.

La limpieza se asocia con frecuencia con la suciedad visible. Pero cuando se trata del calzado, lo que se esconde bajo la superficie suele ser microscópico y mucho más peligroso que un poco de barro o hierba seca.

El calzado de exterior es portador de bacterias, alérgenos y sustancias químicas tóxicas, muchas de las cuales están relacionadas con graves problemas de salud.

Piensa por dónde pasa tu calzado cada día: baños públicos, aceras, pasillos de hospitales y césped tratado con productos químicos como herbicidas e insecticidas para controlar las malas hierbas y las plagas.

Según un estudio de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, la friolera del 96% de los zapatos dio positivo en bacterias coliformes, que suelen encontrarse en la materia fecal.

Y lo que es más inquietante, el 27% contenía E. coli, una bacteria relacionada con diversas infecciones, algunas de ellas potencialmente mortales.

Calzado para andar dentro de la casa

Calzado para andar dentro de la casa

Fuente de la imagen,


Pie de foto,
En la casa puedes andar descalzo o con zapatos que solo usas dentro. Mientras que algunas cepas de E. coli son inofensivas, otras producen shigatoxinas, que pueden causar diarrea sanguinolenta y provocar síndrome urémico hemolítico, una afección potencialmente mortal que produce insuficiencia renal.

Los niños menores de cinco años corren un riesgo especial debido al desarrollo de su sistema inmunitario y a que se llevan la mano a la boca con frecuencia.

Pero el E. coli no es el único germen que se cuela en tu salón. Los zapatos también recogen Clostridium difficile, una bacteria conocida por causar diarrea dolorosa y a veces grave, y Staphylococcus aureus, incluido el SAMR una "superbacteria" resistente a los medicamentos que puede causar infecciones profundas de la piel, neumonía o incluso infecciones mortales del torrente sanguíneo.

No solamente gérmenes

Los riesgos para la salud van más allá de las bacterias.

El calzado también actúa como portador de sustancias químicas y alérgenos. Estudios demostraron que el calzado para exteriores puede contener pesticidas, herbicidas y metales pesados ​​como el plomo, los cuales representan graves riesgos para la salud, especialmente para niños pequeños y mascotas.

La exposición al plomo, a menudo presente en el polvo o la tierra urbana, es especialmente perjudicial para los niños, ya que puede afectar el desarrollo cerebral y causar problemas cognitivos permanentes.

Además, alérgenos como el polen pueden adherirse a las suelas, agravando las alergias y los problemas respiratorios en lo que debería ser un refugio seguro.

Familia caminando en un parque 

Familia caminando en un parque

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
El polen puede adherirse a la suela del calzado, e incrementar las alergias si usas esos mismos zapatos dentro de la casa. Aún más alarmante es que los selladores de asfalto utilizados en las carreteras contienen compuestos cancerígenos. Un estudio estadounidense reveló que estas sustancias químicas pueden encontrarse en interiores y persistir en el polvo doméstico, a veces en niveles 37 veces superiores a los del exterior.

¿Y quiénes pasan más tiempo cerca del suelo? Los niños y las mascotas. Los niños gatean, juegan y con frecuencia se llevan las manos a la boca. Las mascotas se lamen las patas después de caminar sobre estas superficies contaminadas. Usar calzado de exterior en interiores puede aumentar involuntariamente su exposición a sustancias nocivas.

Suelos limpios, casas saludables

Dada la evidencia, la regla de mi madre ya no suena tan descabellada. De hecho, podría ser una de las medidas de salud pública más sencillas y eficaces que puedes adoptar en casa.

Al quitarte los zapatos al entrar, no solo evitas que la suciedad manche la alfombra, sino que también reduces significativamente la exposición de tu familia a microbios y sustancias químicas dañinas.

Y no es difícil de hacer. Considera designar una zona para dejar los zapatos junto a la entrada o quizás poner un zapatero o una cesta e incluso unas zapatillas cómodas para los invitados.

Pedirle a alguien que se quite los zapatos puede resultar incómodo al principio, pero es fácil pasar por alto que algo tan rutinario como entrar en casa puede conllevar riesgos tan ocultos.

*Manal Mohammed es Profesora titular de Microbiología Médica, Universidad de Westminster, Reino Unido

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons.